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Estar con Jesús 35


               “Germán, cuidado al cruzar la calle, tengo muchos litros de leche invertidos en tí”,
  CAPÍTULO 5   me decía siempre mi mamá cuando salía. Obviamente no hablaba del dinero, sino
               del cariño y amor que sentía. ¿Habrán sacado cuentas mis padres antes de tener el
               cuarto y quinto hijo? (Somos gemelos) Sería bueno que cada padre o madre en la

LOS COSTOS
               tierra pudiera calcular bien los costos de leche, comida, enseñanza, etc. antes de
               hacer el compromiso de traer otra vida al mundo. Me imagino que muchos tienen
               hijos sin pensarlo, y enfrentan la realidad después. Tal vez esto sea lo normal.
    DEL
               Generalmente hablamos del discipulado explicando claramente los costos. Jesús
DISCIPULADO    dijo:

                    “¿Quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y cal-
                   cula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que, des-
                   pués que haya puesto el cimiento, no pueda acabarla y todos los que lo vean
                   comiencen a hacer burla de él...”1

                Sin embargo, me parece un poco extraño hablar de los costos sin hablar de los be-
               neficios del discipulado. Es como hablar de los costos de ser una madre o un padre
               sin hablar del gozo y de la satisfacción de tener una familia. Tenemos que revisar
               los costos para ver si estamos dispuestos a ser sus discípulos, pero también quere-
               mos ponerlo en el contexto de los beneficios.

               Un pasaje clásico sobre el costo del discipulado es:

                   Entonces Jesús dijo a sus discípulos: - Si alguien quiere venir en pos de mí,
                   niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame, porque todo el que quiera salvar
                   su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.
                   ¿De qué le servirá al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma? ¿O qué
                   dará el hombre a cambio de su alma?2

               Lo que me llama la atención de esta invitación es que:

                   •No es exclusiva. Fue dirigida a todos. Allí dice: “ si alguien quiere.” No era
                   como la elección de los apóstoles cuando Jesús oró toda la noche antes de ele-
                   gir a sólo doce hombres.3 Cualquier persona puede ser discípulo de Jesús. Sólo
                   tiene que estar dispuesto a pagar el precio.
                   •El costo no es sólo seguir a Jesús. Antes de esta condición hay dos más: “ne-
                   garse a sí mismo” y “tomar su cruz”. Es tentador reducir el costo sólo a “se-
                   guir a Jesús”. Podemos hacerlo nuestro líder religioso y básicamente seguirlo
                   como queremos. Pero primero dice: “negarse a sí mismo” y “cargar su cruz”.


               NEGARSE A SÍ MISMO

               Es como manejar un auto. El auto anda bien cuando una sola persona tiene el con-
               trol y lo maneja. Siendo pasajero de los taxis en Córdoba, hubo momentos en los
               que hubiera querido tener bajo mi control el volante o, por lo menos, los frenos.
               Pero el auto tiene un solo volante y un solo chofer. Los pasajeros tienen que “ne-
               garse a sí mismos” en cuanto a poder tocar la bocina, pisar los frenos o agarrar el
               volante.

               Otra ilustración es la lucha por el poder en el living, cuando del control remoto del
36 Cap.5 Los Costos del Discipulado

                               televisor se trata. ¿Qué pasaría si cada persona tuviera su control remoto para un
                               mismo aparato? Uno empezaría a ver un programa y otro lo cambiaría. Dos se-
                               gundos después el primero lo cambiaría nuevamente. Tendríamos así una guerra
                               continua. (No descartamos la posibilidad de que en su familia igualmente haya
                               guerra aun con un solo control remoto)

                               Cristo es la cabeza del discípulo y Él tiene el control remoto, el volante y todo lo
                               demás que involucra nuestro ser. Por ende tenemos que negarnos a nosotros mis-
                               mos si queremos ser sus discípulos. No funcionaría de otra manera.



                               TOMAR SU CRUZ

                               Debemos “cargar nuestra cruz”. Hemos dado un tinte romántico a este instrumen-
                               to de muerte. Lo que fue la manera más cruel de ejecutar a un ser humano, ha lle-
                               gado a ser un adorno que nos colgamos al cuello o que ponemos al frente del tem-
                               plo.

                                                                         Para meditar en el significado de “cargar
                                                                         su cruz”, ¿qué hubiera dicho Jesús en
                                                                         cuanto al costo del discipulado si la silla
                                                                         eléctrica hubiera sido el instrumento de
                                                                         muerte preferido en el primer siglo?
                                                                         ¿Pondríamos “sillitas eléctricas” como un
                                                                         dije en nuestras cadenas luciéndolas co-
                                                                         mo adorno? ¿Colocaríamos sillas eléctri-
                                                                         cas iluminadas sobre las torres de los
                                                                         templos?

                                                                         ¿Podría imaginar lo que sería cargar su
                                                                         silla eléctrica cada día? Esté donde esté,
                                                                         con esta cosa enorme, con cables y hebi-
                                                                         llas sobre nuestros hombros, sin olvidar
                                                                         por un momento que mereceríamos mo-
                                                                         rir en semejante instrumento si no fuera
                                                                         por nuestro Salvador.

                                                                           Me imagino la situación de ir a la pelu-
                                                                           quería y tener que preguntarle al pelu-
                                                                           quero:“¿Dónde puedo dejar mi silla eléc-
                               trica, mientras me corta el cabello?” Si la gente me preguntara por qué llevo seme-
                               jante cosa, tendría que explicarles lo que el Señor hizo por mí y que la silla repre-
                               senta el costo de seguirle.

                               Teniendo esto en cuenta, las cosas insignificantes de la vida empezarían a moles-
                               tarnos mucho menos. El hecho de que se nos queme la comida, no tendría ninguna
                               importancia en comparación con lo que es cargar la silla. Si mi jefe me pidiera que-
                               darme una hora más en el trabajo no me fastidiaría, porque tendría el constante re-
                               cuerdo de mi querida silla, y también recordaría que merezco el infierno para
                               siempre si no fuera por Jesucristo.
Estar con Jesús 37

SEGUIRLO

Recién como tercera condición, dijo el Señor: “Sígueme.” Sólo tiene sentido seguir-
lo cuando Él tiene el volante y estamos quietos en su presencia. Seguir a Jesús im-
plica que El debe ocupar un lugar único como cabeza a quien debo mi obediencia
y devoción. Bajo su mando vienen las autoridades de la iglesia: apóstoles, profe-
tas, evangelistas, pastores y maestros para capacitarnos en nuestro servicio, “hasta
que, todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios...” 4
No podemos estar sujetos a Dios sin estar sujetos a las autoridades. 5 Me llama la
atención como algunos hermanos luchan para no reconocer la autoridad pastoral
del liderazgo en su iglesia. “Ud. tiene autoridad pastoral sobre mí.” Eso implica
que otros líderes de la misma iglesia no tienen esa autoridad sobre esas personas
o que, como pastor, la tengo por ahora y hasta que se equivoquen. Si Cristo es la
verdadera cabeza puedo descansar bajo el liderazgo terrenal de la iglesia.

Esto no implica ubicar al pastor como cabeza de la iglesia en vez de Cristo, porque
esto pone sobre un ser humano la enorme presión de ser un “superhéroe”. Cuando
falla, tarde o temprano, nos quedamos desilusionados. Seguir a Jesús, implica se-
guir a líderes imperfectos sabiendo que Dios en Su poder va a lograr cumplir Su
voluntad a pesar de sus debilidades.

Se puede decir mucho más acerca de los costos: aspectos tales como permanecer
en la Palabra,6 llevar fruto7, amarnos unos a otros,8 etc. Vamos a tratar estos temas
en los capítulos siguientes.




  ¿Cómo podemos aumentar en la vida de la iglesia la conciencia de los tres
  requisitos del discipulado? ¿Cuál de los tres le parece más difícil de poner en
  práctica, a nivel personal y a nivel congregacional?
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LOS BENEFICIOS

Los beneficios se pueden dividir en tres grupos:

      •tener una relación con Dios,
      •disfrutar la provisión de Dios y
      •poder hacer obras para Dios.

El primer beneficio es tener una relación con Dios. Jesús prometió: “El que me
ama, mi palabra guardará; y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos mo-
rada con él”9. Es tener a Dios presente en mi vida. El Dios del universo morando
conmigo. Así mi vida tiene significado y seguridad.
38 Cap.5 Los Costos del Discipulado

                               Conocí un predicador que medía casi dos metros y pesaba 100 kilos. Como diría-
                               mos vulgarmente: “parecía un ropero”. ¿Qué sería hacer evangelismo en la plaza
                               con él? ¿Se burlaría la gente? Pero nosotros tenemos la presencia de alguien mu-
                               cho más grande, alguien que es omnipresente, omnipotente y santo. Alguien que
                               hizo la creación sólo con Su Palabra. El discípulo tiene esta Persona viviendo den-
                               tro de él.

                               El segundo beneficio es disfrutar la provisión de Dios. Jesús prometió a sus discí-
                               pulos satisfacer su hambre y sed10 . La vida eterna es otra provisión.11 Dios se en-
                               carga de nuestras necesidades.12 El resultado es una paz que el mundo no puede
                               conocer 13. En todo esto Dios no necesariamente proveerá según nuestras expecta-
                               tivas. Un discípulo puede morir de hambre, como sucedió en el caso de uno de los
                               primeros misioneros en Argentina, Allen Gardener, quien murió en la Patagonia,
                               pero que dejó escrito que no le hacía falta nada aunque no tuviera para comer.
                               Dios era suficiente para él y es también suficiente para nosotros.

                               El tercer beneficio es poder hacer obras para Dios. Jesús prometió que “El que en
                               mí cree, las obras que yo hago, él también las hará; y aun mayores hará; porque yo
                               voy al Padre” 14. ¡Qué promesa tenemos para enfrentar un mundo de tanta nece-
                               sidad y miseria! El nos promete, “todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, lo ha-
                               ré”.15 Por Su gracia, El preparó de antemano buenas obras para que “anduviéra-
                               mos en ellas”.16

                               El broche de oro es que somos herederos de la promesa de Abraham.17 El deseo
                               de Dios desde el primer patriarca era bendecir toda la tierra por medio de un pue-
                               blo especial cuya descendencia sería como el polvo de la tierra y como las estrellas
                               en el cielo.18 Poseemos la misma promesa de tener descendencia espiritual. Algún
                               día frente al trono de Dios estarán multitudes “de todas las naciones, tribus, pue-
                               blos y lenguas...vestidos en ropas blancas...”19 Ahí estará nuestra herencia, que re-
                               presenta nuestras obras para Dios. ¡Qué dignidad de propósito! ¡Qué meta para
                               una vida! Ser rico con muchas posesiones parece poco en comparación con la pro-
                               mesa: “Pídeme, y te daré por herencia las naciones y como posesión tuya los confi-
                               nes de la tierra.”20




                                 ¿Promociona mucho su iglesia los beneficios del discipulado? ¿Cómo se puede
                                 hacer más “propaganda” a ésto con el fin de que aumente el deseo de los
                                 miembros de querer ser y hacer discípulos?
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Estar con Jesús 39


¿Esto, parece poco? Tal vez los costos parecen altos sólo porque no nos damos
cuenta de los beneficios. Estoy convencido de que llegaremos al cielo algún día, y
al ver lo que hubiera sido nuestra herencia si nos hubiéramos entregado por com-
pleto a El, sentiremos lástima por nuestra falta de compromiso.

El apóstol Pablo, después de todo lo que entregó, todavía dijo: “Pero no me aver-
güenzo, porque yo sé a quién he creído y estoy seguro de que es poderoso para
guardar mi depósito para aquel día.”21 Todo lo que uno “paga” como costo de ser
discípulo será guardado por el poder de Dios como un depósito cuando lleguemos
al cielo.




REFERENCIAS

1 Lucas 14:28-29.- 2 Mateo 16:24-26; Marcos 8:34 añade “Y llamando a la gente y a sus

discípulos”; Lucas 9:23.- 3 Lucas 6:12-16.- 4 Efesios 4:11-13.- 5 1 Pedro5:5,6.- 6Juan

8:31-32.- 7Juan 15:8.- 8 Juan 13:34-35.- 9 Juan 14:23.- 10 Juan 7:37-38.- Juan 6:51.-
11 Juan 11:24,25.- 12 Mateo 6:33.- 13 Juan 16:33.- 14 Juan 14:12.- 15 Juan 14:13,14.
16 Efesios 2:10.- 17 Gálatas 3:29.- 18 Génesis 12:1-3; 12:7; 15:5,6.- 19 Apocalipsis 7:9.-
20 Salmo 2:8 “Hasta el último rincón del mundo en propiedad” Dios Habla Hoy.- 21
2Timoteo 1:12.

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ILUSTRACIONES DEL DICIPULO

  • 1. Estar con Jesús 35 “Germán, cuidado al cruzar la calle, tengo muchos litros de leche invertidos en tí”, CAPÍTULO 5 me decía siempre mi mamá cuando salía. Obviamente no hablaba del dinero, sino del cariño y amor que sentía. ¿Habrán sacado cuentas mis padres antes de tener el cuarto y quinto hijo? (Somos gemelos) Sería bueno que cada padre o madre en la LOS COSTOS tierra pudiera calcular bien los costos de leche, comida, enseñanza, etc. antes de hacer el compromiso de traer otra vida al mundo. Me imagino que muchos tienen hijos sin pensarlo, y enfrentan la realidad después. Tal vez esto sea lo normal. DEL Generalmente hablamos del discipulado explicando claramente los costos. Jesús DISCIPULADO dijo: “¿Quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y cal- cula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que, des- pués que haya puesto el cimiento, no pueda acabarla y todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él...”1 Sin embargo, me parece un poco extraño hablar de los costos sin hablar de los be- neficios del discipulado. Es como hablar de los costos de ser una madre o un padre sin hablar del gozo y de la satisfacción de tener una familia. Tenemos que revisar los costos para ver si estamos dispuestos a ser sus discípulos, pero también quere- mos ponerlo en el contexto de los beneficios. Un pasaje clásico sobre el costo del discipulado es: Entonces Jesús dijo a sus discípulos: - Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame, porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. ¿De qué le servirá al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma? ¿O qué dará el hombre a cambio de su alma?2 Lo que me llama la atención de esta invitación es que: •No es exclusiva. Fue dirigida a todos. Allí dice: “ si alguien quiere.” No era como la elección de los apóstoles cuando Jesús oró toda la noche antes de ele- gir a sólo doce hombres.3 Cualquier persona puede ser discípulo de Jesús. Sólo tiene que estar dispuesto a pagar el precio. •El costo no es sólo seguir a Jesús. Antes de esta condición hay dos más: “ne- garse a sí mismo” y “tomar su cruz”. Es tentador reducir el costo sólo a “se- guir a Jesús”. Podemos hacerlo nuestro líder religioso y básicamente seguirlo como queremos. Pero primero dice: “negarse a sí mismo” y “cargar su cruz”. NEGARSE A SÍ MISMO Es como manejar un auto. El auto anda bien cuando una sola persona tiene el con- trol y lo maneja. Siendo pasajero de los taxis en Córdoba, hubo momentos en los que hubiera querido tener bajo mi control el volante o, por lo menos, los frenos. Pero el auto tiene un solo volante y un solo chofer. Los pasajeros tienen que “ne- garse a sí mismos” en cuanto a poder tocar la bocina, pisar los frenos o agarrar el volante. Otra ilustración es la lucha por el poder en el living, cuando del control remoto del
  • 2. 36 Cap.5 Los Costos del Discipulado televisor se trata. ¿Qué pasaría si cada persona tuviera su control remoto para un mismo aparato? Uno empezaría a ver un programa y otro lo cambiaría. Dos se- gundos después el primero lo cambiaría nuevamente. Tendríamos así una guerra continua. (No descartamos la posibilidad de que en su familia igualmente haya guerra aun con un solo control remoto) Cristo es la cabeza del discípulo y Él tiene el control remoto, el volante y todo lo demás que involucra nuestro ser. Por ende tenemos que negarnos a nosotros mis- mos si queremos ser sus discípulos. No funcionaría de otra manera. TOMAR SU CRUZ Debemos “cargar nuestra cruz”. Hemos dado un tinte romántico a este instrumen- to de muerte. Lo que fue la manera más cruel de ejecutar a un ser humano, ha lle- gado a ser un adorno que nos colgamos al cuello o que ponemos al frente del tem- plo. Para meditar en el significado de “cargar su cruz”, ¿qué hubiera dicho Jesús en cuanto al costo del discipulado si la silla eléctrica hubiera sido el instrumento de muerte preferido en el primer siglo? ¿Pondríamos “sillitas eléctricas” como un dije en nuestras cadenas luciéndolas co- mo adorno? ¿Colocaríamos sillas eléctri- cas iluminadas sobre las torres de los templos? ¿Podría imaginar lo que sería cargar su silla eléctrica cada día? Esté donde esté, con esta cosa enorme, con cables y hebi- llas sobre nuestros hombros, sin olvidar por un momento que mereceríamos mo- rir en semejante instrumento si no fuera por nuestro Salvador. Me imagino la situación de ir a la pelu- quería y tener que preguntarle al pelu- quero:“¿Dónde puedo dejar mi silla eléc- trica, mientras me corta el cabello?” Si la gente me preguntara por qué llevo seme- jante cosa, tendría que explicarles lo que el Señor hizo por mí y que la silla repre- senta el costo de seguirle. Teniendo esto en cuenta, las cosas insignificantes de la vida empezarían a moles- tarnos mucho menos. El hecho de que se nos queme la comida, no tendría ninguna importancia en comparación con lo que es cargar la silla. Si mi jefe me pidiera que- darme una hora más en el trabajo no me fastidiaría, porque tendría el constante re- cuerdo de mi querida silla, y también recordaría que merezco el infierno para siempre si no fuera por Jesucristo.
  • 3. Estar con Jesús 37 SEGUIRLO Recién como tercera condición, dijo el Señor: “Sígueme.” Sólo tiene sentido seguir- lo cuando Él tiene el volante y estamos quietos en su presencia. Seguir a Jesús im- plica que El debe ocupar un lugar único como cabeza a quien debo mi obediencia y devoción. Bajo su mando vienen las autoridades de la iglesia: apóstoles, profe- tas, evangelistas, pastores y maestros para capacitarnos en nuestro servicio, “hasta que, todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios...” 4 No podemos estar sujetos a Dios sin estar sujetos a las autoridades. 5 Me llama la atención como algunos hermanos luchan para no reconocer la autoridad pastoral del liderazgo en su iglesia. “Ud. tiene autoridad pastoral sobre mí.” Eso implica que otros líderes de la misma iglesia no tienen esa autoridad sobre esas personas o que, como pastor, la tengo por ahora y hasta que se equivoquen. Si Cristo es la verdadera cabeza puedo descansar bajo el liderazgo terrenal de la iglesia. Esto no implica ubicar al pastor como cabeza de la iglesia en vez de Cristo, porque esto pone sobre un ser humano la enorme presión de ser un “superhéroe”. Cuando falla, tarde o temprano, nos quedamos desilusionados. Seguir a Jesús, implica se- guir a líderes imperfectos sabiendo que Dios en Su poder va a lograr cumplir Su voluntad a pesar de sus debilidades. Se puede decir mucho más acerca de los costos: aspectos tales como permanecer en la Palabra,6 llevar fruto7, amarnos unos a otros,8 etc. Vamos a tratar estos temas en los capítulos siguientes. ¿Cómo podemos aumentar en la vida de la iglesia la conciencia de los tres requisitos del discipulado? ¿Cuál de los tres le parece más difícil de poner en práctica, a nivel personal y a nivel congregacional? .......................................................................................................................................................... .......................................................................................................................................................... .......................................................................................................................................................... .......................................................................................................................................................... LOS BENEFICIOS Los beneficios se pueden dividir en tres grupos: •tener una relación con Dios, •disfrutar la provisión de Dios y •poder hacer obras para Dios. El primer beneficio es tener una relación con Dios. Jesús prometió: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos mo- rada con él”9. Es tener a Dios presente en mi vida. El Dios del universo morando conmigo. Así mi vida tiene significado y seguridad.
  • 4. 38 Cap.5 Los Costos del Discipulado Conocí un predicador que medía casi dos metros y pesaba 100 kilos. Como diría- mos vulgarmente: “parecía un ropero”. ¿Qué sería hacer evangelismo en la plaza con él? ¿Se burlaría la gente? Pero nosotros tenemos la presencia de alguien mu- cho más grande, alguien que es omnipresente, omnipotente y santo. Alguien que hizo la creación sólo con Su Palabra. El discípulo tiene esta Persona viviendo den- tro de él. El segundo beneficio es disfrutar la provisión de Dios. Jesús prometió a sus discí- pulos satisfacer su hambre y sed10 . La vida eterna es otra provisión.11 Dios se en- carga de nuestras necesidades.12 El resultado es una paz que el mundo no puede conocer 13. En todo esto Dios no necesariamente proveerá según nuestras expecta- tivas. Un discípulo puede morir de hambre, como sucedió en el caso de uno de los primeros misioneros en Argentina, Allen Gardener, quien murió en la Patagonia, pero que dejó escrito que no le hacía falta nada aunque no tuviera para comer. Dios era suficiente para él y es también suficiente para nosotros. El tercer beneficio es poder hacer obras para Dios. Jesús prometió que “El que en mí cree, las obras que yo hago, él también las hará; y aun mayores hará; porque yo voy al Padre” 14. ¡Qué promesa tenemos para enfrentar un mundo de tanta nece- sidad y miseria! El nos promete, “todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, lo ha- ré”.15 Por Su gracia, El preparó de antemano buenas obras para que “anduviéra- mos en ellas”.16 El broche de oro es que somos herederos de la promesa de Abraham.17 El deseo de Dios desde el primer patriarca era bendecir toda la tierra por medio de un pue- blo especial cuya descendencia sería como el polvo de la tierra y como las estrellas en el cielo.18 Poseemos la misma promesa de tener descendencia espiritual. Algún día frente al trono de Dios estarán multitudes “de todas las naciones, tribus, pue- blos y lenguas...vestidos en ropas blancas...”19 Ahí estará nuestra herencia, que re- presenta nuestras obras para Dios. ¡Qué dignidad de propósito! ¡Qué meta para una vida! Ser rico con muchas posesiones parece poco en comparación con la pro- mesa: “Pídeme, y te daré por herencia las naciones y como posesión tuya los confi- nes de la tierra.”20 ¿Promociona mucho su iglesia los beneficios del discipulado? ¿Cómo se puede hacer más “propaganda” a ésto con el fin de que aumente el deseo de los miembros de querer ser y hacer discípulos? .......................................................................................................................................................... .......................................................................................................................................................... .......................................................................................................................................................... .......................................................................................................................................................... .......................................................................................................................................................... .......................................................................................................................................................... .......................................................................................................................................................... ..........................................................................................................................................................
  • 5. Estar con Jesús 39 ¿Esto, parece poco? Tal vez los costos parecen altos sólo porque no nos damos cuenta de los beneficios. Estoy convencido de que llegaremos al cielo algún día, y al ver lo que hubiera sido nuestra herencia si nos hubiéramos entregado por com- pleto a El, sentiremos lástima por nuestra falta de compromiso. El apóstol Pablo, después de todo lo que entregó, todavía dijo: “Pero no me aver- güenzo, porque yo sé a quién he creído y estoy seguro de que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.”21 Todo lo que uno “paga” como costo de ser discípulo será guardado por el poder de Dios como un depósito cuando lleguemos al cielo. REFERENCIAS 1 Lucas 14:28-29.- 2 Mateo 16:24-26; Marcos 8:34 añade “Y llamando a la gente y a sus discípulos”; Lucas 9:23.- 3 Lucas 6:12-16.- 4 Efesios 4:11-13.- 5 1 Pedro5:5,6.- 6Juan 8:31-32.- 7Juan 15:8.- 8 Juan 13:34-35.- 9 Juan 14:23.- 10 Juan 7:37-38.- Juan 6:51.- 11 Juan 11:24,25.- 12 Mateo 6:33.- 13 Juan 16:33.- 14 Juan 14:12.- 15 Juan 14:13,14. 16 Efesios 2:10.- 17 Gálatas 3:29.- 18 Génesis 12:1-3; 12:7; 15:5,6.- 19 Apocalipsis 7:9.- 20 Salmo 2:8 “Hasta el último rincón del mundo en propiedad” Dios Habla Hoy.- 21 2Timoteo 1:12.