Este documento compara a los cristianos con cerillos, señalando que al igual que un cerillo puede encender muchos otros, los cristianos tienen la capacidad de encender la fe en otros a través de compartir el fuego espiritual de Dios que llevan dentro. Para encender a otros, los cristianos solo necesitan encender primero su propia vida mediante el uso de la Palabra y el Espíritu Santo de Dios que hay en ellos.