El documento resume la primera lectura de Jeremías sobre la profecía de Jeremías y su persecución, el salmo responsorial pidiendo favor de Dios, y el evangelio de Mateo sobre la muerte de Juan el Bautista a manos de Herodes debido a la petición de su hijastra durante su cumpleaños.
1. Primera Lectura: del profeta Jeremías (26,11-16.24):
Salmo Responsorial: Sal 68
R/. Escúchame, Señor, el día de tu favor
Evangelio: san Mateo (14,1-12)
(
Muerte de Juan el Bautista
Tiempo Ordinario. Tenemos que estar
dispuestos, por amor a Dios y a su
Iglesia, a ser testigos del Evangelio.
Autor: P Clemente González | Fuente: Catholic.net
2. Primera lectura
Lectura de la profecía de Jeremías (26,11-16.24):
En aquellos días, los sacerdotes y los profetas dijeron a los príncipes y
al pueblo: «Este hombre es reo de muerte, porque ha profetizado
contra esta ciudad, como lo habéis oído con vuestros oídos.»
Jeremías respondió a los príncipes y al pueblo: «El Señor me envió a
profetizar contra este templo y esta ciudad las palabras que habéis
oído. Pero, ahora, enmendad vuestra conducta y vuestras acciones,
escuchad la voz del Señor, vuestro Dios; y el Señor se arrepentirá de
la amenaza que pronunció contra vosotros. Yo, por mi parte, estoy en
vuestras manos: haced de mí lo que mejor os parezca. Pero, sabedlo
bien: si vosotros me matáis, echáis sangre inocente sobre vosotros,
sobre esta ciudad y sus habitantes. Porque ciertamente me ha enviado
el Señor a vosotros, a predicar a vuestros oídos estas palabras.»
Los príncipes del pueblo dijeron a los sacerdotes y profetas: «Este
hombre no es reo de muerte, porque nos ha hablado en nombre del
Señor, nuestro Dios.»
Entonces Ajicán, hijo de Safán, se hizo cargo de Jeremías, para que no
lo entregaran al pueblo para matarlo.
¡Es palabra de Dios! ¡Te alabamos Señor !
3. Salmo 68
R/.Escúchame, Señor, el día de tu favor
Arráncame del cieno, que no me hunda;
líbrame de los que me aborrecen,
y de las aguas sin fondo.
Que no me arrastre la corriente,
que no me trague el torbellino,
que no se cierre la poza sobre mí. R/.
Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R/.
Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R/.
4. Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (14,1-12):
En aquel tiempo oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús, y
dijo a sus ayudantes: «Ese es Juan Bautista que ha resucitado de
entre los muertos, y por eso los Poderes actúan en él.»
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la
cárcel encadenado por motivo de Herodías, mujer de su hermano
Felipe, porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella.
Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por
profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó
delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que
pidiera. Ella, instigada por su madre, le dijo: «Dame ahora mismo en
una bandeja la cabeza de Juan Bautista.»
El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la
dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron la cabeza en
una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre.
Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y fueron a
contárselo a Jesús.
¡Es palabra del Señor! ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
5. Oración
Señor, creo que quieres tener este momento de oración
conmigo, no porque a Ti te haga falta sino porque quieres
acompañarme y mostrarme el camino que debo seguir hoy. El
espejismo de lo que me aleja de tu verdad es muy atrayente, no
permitas que me deje seducir como Herodes.
Petición
Jesús, dame la gracia de escuchar hoy claramente tu verdad.
6. Meditación
Jesús dirige este mensaje a los sumos sacerdotes y a los ancianos del
pueblo, es decir, a los que entienden de religión en el pueblo de Israel.
En un primer momento, ellos dicen "sí" a la voluntad de Dios, pero su
religiosidad acaba siendo una rutina, y Dios ya no les inquieta. Por esto
perciben el mensaje de Juan el Bautista y de Jesús como una molestia.
Así, el Señor concluye su parábola con palabras drásticas: "Los
publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el Reino de
Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la
justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y las prostitutas le
creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni
le creísteis".
Traducida al lenguaje de nuestro tiempo, la afirmación podría sonar
más o menos así: los agnósticos que no encuentran paz por la
cuestión de Dios; las personas que sufren a causa de nuestros
pecados y tienen deseo de un corazón puro, están más cercanos al
Reino de Dios que los fieles rutinarios, que ya solamente ven en la
Iglesia el boato, sin que su corazón quede tocado por la fe. (Benedicto
XVI, 25 de septiembre de 2011.)
7. Reflexión
Jeremías y todos los profetas de Israel fueron siempre perseguidos por
proclamar el incómodo mensaje de Dios, que exige una auténtica conversión
del corazón.
Pero siempre afrontaron la persecución con ánimo viril e intrépido, aun a costa
de la propia vida y del derramamiento de la propia sangre, como Juan Bautista,
para dar testimonio de la verdad de Dios y de su palabra.
Juan el Bautista es el ejemplo clásico de la defensa inerme y valiente del
profeta que, por defender su fe y la verdad, termina su vida como víctima
fecunda, prefiguración de la muerte redentora de Cristo.
El verdadero cristiano, entonces, se convierte en "mártir". Más aún, sólo el
mártir es el verdadero cristiano y testigo de Cristo (en griego, mártir significa
"testigo"). Toda la historia de la Iglesia se ha visto coronada y adornada con la
vida de tantos hijos suyos que, por amor a Jesucristo y por su fe en Él, se han
convertido en mártires. Ésta es la condición radical del cristiano. Todos
debemos estar dispuestos, por amor a Él y por su Iglesia, a ser testigos
intrépidos del Evangelio, incluso hasta dar nuestra propia vida por Él.
Sólo así podemos llamarnos y ser auténticos cristianos, es decir, discípulos y
seguidores de un Cristo, crucificado por la verdad del Evangelio y por nuestra
redención.
8. Propósito
Si hay un precepto de la doctrina que no vivo, o que cumplo
sólo por tradición, buscar leer y consultar sobre el tema para
ser siempre un auténtico testigo.
Diálogo con Cristo
Señor, qué gran ejemplo tengo en Juan el Bautista que con
firmeza predicó siempre tu verdad. No le importaba la opinión
de los demás, no permitía desvíos ni letargos egoístas. Gracias
por iluminar mi conciencia, por ayudarme a ver dónde estoy
siendo sordo o ciego e insensible a tu doctrina. Ayúdame a
adherirme firmemente a tu voluntad para hacer de tu amor el
centro de mi propia existencia.