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Índice
Staff
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18

Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Créditos
Staff
Moderadores
Fenix

Dafne

Candice

Chienne Alpha

Traductores
Fenix

Jeyly Carstairs

Dafne

Arcangel

Jess

Cin

Jesslovenly

Martina pederzoli

Ysandre

Sofh

Correctores
Dafne

MaryJane

Esperanza.nino

Patricia.01

Mar¡Cipriano

Martina pederzoli

Dafne

Gaz

4

Diseño
Página

Recopilación y Lectura Final
Uno

1

TRex: abreviatura de Tiranosaurio Rex. Es una especie terrestre carnívora y muy peligrosa de

dinosaurios.

5

i sangre punzaba por una pelea. Mis músculos gritaban que
querían participar. Mis pensamientos estaban cubiertos en
una embriagadora neblina ámbar de poder. Yo era el
Apollyon. Ejercía control sobre los cuatro elementos, y sobre el quinto y el
más poderoso akasha. Yo alimentaba al Dios Asesino. Yo era su gran
poder, el as en la manga. Yo era el principio y él era el final. Y juntos,
éramos todo.
Sin embargo, lo único que podía hacer era caminar de un lado a otro.
Enjaulada e impotente debido a las marcas grabadas en el cemento que
había encima de mí y por las barras elaboradas por un dios.
—Alex.
Por supuesto, no estaba sola. Oh no. Mi propio infierno personal era una
fiesta para dos. Bueno, en realidad era un trío... cuarteto de clases. Sonaba
más divertido de lo que era. Voces... habían tantas voces en mi cabeza.
—¿Te acuerdas?
Incliné mi cabeza hacia la derecha, sintiendo el estiramiento de los
músculos y el crujido de mis huesos. Luego repetí el mismo movimiento
hacia la izquierda, moví los dedos: el meñique, el anular y el medio... una y
otra vez.
—Alex, sé que puedes oírme.
Miré por encima de mi hombro, mi labio encrespándose por lo que
veía. Hombre, lo que haría con ese purasangre si tuviera un hueso de
TRex1. Aiden St. Delphi estaba al otro lado de los barrotes. Allí, él era una
fuerza inamovible. Pero sin las protecciones de Hefesto o Apolo entre
nosotros, él se convertiría en algo intrascendente.
No. No. No.

Página

M

Traducido por Dream of Glass
Corregido por Esperanza.nino
6
Página

Mi mano voló por impulso propio hacia la rosa de cristal, sintiendo los
bordes suaves y delicados. Él lo era todo.
Sentí dolor agudo en mis sienes, y gruñí. Enviándole una mirada de
odio, le di la espalda, enfrentándome a la pared de cemento desnudo. —
Deberías haberme mantenido en el Elixir.
—Nunca debería haberte puesto en el Elixir —respondió él—. Ese no era
el camino para llegar a ti.
Me reí con frialdad. —Oh, ¿quieres llegar hasta mí?
Hubo una pausa.
—Sé que todavía estás ahí, Alex. Bajo esta conexión, sigues siendo tú:
la mujer que amo.
Abrí la boca, pero no había palabras, sólo recuerdos de estar parada
junto a la corriente diciéndole a Aiden que lo amaba. Y un sinfín de
pensamientos y acciones centradas en él. Meses —sino años— de
recuerdos, una y otra vez, hasta que ya no podía distinguir entre el
pasado, el presente y lo que iba a ser de mi futuro.
Como si sintiera que mis pensamientos se habían ido, él dijo—: Hace
unos días me dijiste que me amabas.
—Y hace unos días yo era tan alta como un cometa y me escondía en
armarios, gracias a ti —Me di la vuelta, justo a tiempo para verlo
estremecerse. Bien—. Tú me pusiste en el Elixir.
Aiden aspiró una bocanada de aire, pero no apartó la mirada por
vergüenza o culpa. Juntó fuerzas y sostuvo mi mirada, bloqueando en sus
ojos lo que sabía que él odiaba con cada fibra de su ser. —Lo hice.
Respiré profunda y pesadamente. —Voy a salir de aquí, finalmente,
Aiden. Y te voy a matar. Lentamente.
—Y asesinarás a todos los que me importan. Lo sé. Hemos hablado ya
de eso. —Se apoyó en los barrotes. Esta vez no había ni un rastro de barba
en su rostro. Estaba usando su uniforme de Centinela; todo negro. Pero
había sombras oscuras bajo sus llamativos ojos.
—Sé que no me harás daño si sales —continuó—. Creo en eso.
—Triste.
—¿Qué cosa?
—Que alguien tan guapo como tú sea increíblemente estúpido. —
Sonreí mientras sus ojos se entrecerraban. En el momento en que hubo un
brillo en sus ojos, supe que había tocado un nervio. Eso hizo que sintiera
todo caliente y borroso durante aproximadamente tres segundos y luego
7
Página

me di cuenta que estaba todavía en una maldita jaula. Molestar a Aiden
me ayudaba a pasar el tiempo, pero eso no cambiaba nada.
Había mejores cosas que podría estar haciendo.
Sólo tenía que esperar y actuar cuando llegara mi momento. La baja
estática estaba en mi cabeza. Constante. Todo lo que tenía que hacer
era utilizar bien esa oportunidad; pero supongo que en ese momento
Aiden sospechó lo que estaba pensando, porque empezó a hablar.
Yendo al colchón en el suelo, me senté y puse mis rodillas debajo de mi
barbilla. Vi que Aiden me miraba. Y traté de retener esa voz que siempre se
asomaba cada vez que él estaba callado alrededor mío. No me gustaba
ni entendía esa voz.
Aiden pasó una mano a través de su cabello, y luego se apartó de las
barras. —¿Sabes lo que está pasando afuera, ahora mismo?
Me encogí de hombros. ¿Tenía que interesarme? Lo único que me
importaba era salir de aquí y conectarme con mi Seth. Entonces, si mi
padre todavía estaba esclavizado en los Catskills, lo liberaríamos. Mi Seth
me lo había prometido.
—¿Te acuerdas lo que Poseidón le hizo a la isla Deity ?
¿Cómo demonios se supone que iba a olvidar eso? Poseidón había
acabado con el Covenant allí.
—Bueno, se va a poner peor, Alex. La mitad de los Doce Olímpicos
quieren hacer la guerra a Seth y Lucian —continuó él—. Y estoy seguro de
que él lo sabe. Tal vez eso es lo que él quiere pero ¿es eso lo que tú
quieres? ¿Sabes cuántas vidas inocentes se perderán; cuántas vidas
inocentes se han perdido? ¿Mortales y mestizos? ¿Es algo con lo que
puedes vivir?
Realmente yo no estaba viviendo, teniendo en cuenta que estaba en
una jaula.
—Porque yo sé que en el fondo no se puede vivir con uno mismo,
sabiendo que ayudó a causar la muerte no de miles, sino de millones;
sobre todo aquellos mestizos. Tú estabas cuestionándote el convertirte en
un Centinela por la forma en que estaban siendo tratados. Si Seth sigue
adelante con esto, van a morir
La convicción en su voz era molesta. Así era la pasión con la que
alimentaba sus las palabras.
—Caleb, ¿te acuerdas cómo te sentiste después de lo que le pasó a
Caleb—
—¡No hables de él!
8
Página

Sus oscuras cejas se alzaron. El shock se esparció a través de su cara y
luego él se lanzó hacia esos malditos barrotes, agarrándolos. —¡Sí, Caleb,
Alex! ¿Recuerdas cómo te sentiste cuando murió? ¿Cómo te culpaste a ti
misma?
—Cállate, Aiden.
—¿Te acuerdas de estar tan rota que permaneciste en cama durante
cinco días? Tu corazón estaba roto cuando lo perdiste. ¿Crees que querría
verte hacerte esto? Su muerte fue por estar en el lugar equivocado en el
momento equivocado, ¿pero esto? Habrá miles de Caleb, pero será tu
culpa.
Presioné mi cabeza en mis rodillas y apoyé mis manos sobre mis oídos.
Pero eso no hizo nada para detener la creciente ola de emoción latiendo
en mí o el dolor en mis sienes que se estaba convirtiendo rápidamente en
un dolor agudo y punzante.
Y no lo detuvo. —¿Y tu madre, Alex?
—¡Cállate!—grité.
—¡Esto no era lo que ella quería! —Los barrotes temblaban mientras él
los golpeaba con lo que supuse eran sus puños. Eso tenía que doler—. Esto
es por lo que ella murió protegiéndote. ¿Cómo te atreves simplemente a
voltearte y dejarle que te haga—
Todo mi cuerpo se quebró como una goma elástica demasiado
estirada. —Cálla…
El zumbido en mis oídos rugió, ahogando a Aiden y todo lo demás. En
un instante, él estaba allí, deslizándose a través de mis venas como cálida
y rica miel.
Escúchame. Las palabras estaban en mis pensamientos, calmándome
como el fragante aire del verano. Escúchame, Alex. Recuerda lo que
vamos a hacer juntos una vez que nos conectamos. Liberar a los mestizos, y
a tu padre.
—Alex —saltó Aiden.
Dioses, ¿no tiene nada mejor que hacer? El suspiro exasperado de Seth
estremeció todo mi cuerpo. Bloquéalo. Él no importa. Nosotros sí.
Mis dedos apretaron mi cabello.
—Él está ahí ahora, ¿verdad? —La ira se profundizó en la voz de Aiden.
Las barras se sacudieron otra vez. Al paso que estaba yendo, sus nudillos se
iban a hacer papilla. Al igual que mi cerebro—. No le hagas caso, Alex.
La risa de Seth era como astillas de hielo. ¿Sigue ahí? Miéntele, Ángel. A
continuación, corre. Nadie podrá detenerte.
9
Página

Tiré de mi cabello hasta que delgadas agujas apuñalaron mi cuero
cabelludo.
—Alex, mírame. —El filo de desesperación en la voz de Aiden alcanzó
una parte de mí con la que no estaba del todo familiarizada. Mis ojos se
abrieron y se dispararon a los suyos. Eran plateados al igual que la luna.
Ojos hermosos—. Juntos podemos romper el vínculo entre tú y Seth.
Dile que no quieres romper el enlace.
Era increíble... y escalofriante lo mucho que Seth podía ver y oír cuando
nos conectábamos. Era como tener a otra persona viviendo dentro de mí.
—Alex —dijo Aiden—. Incluso si tú se lo dieras, él te drenaría como lo
haría un daimon. Tal vez él no querría hacerlo, pero lo haría.
Mi corazón tropezó. Había sido advertida antes por mi madre, hace
unos meses. Fue una de las razones por las que había querido que me
transformara en un daimon. Una razón completamente ilógica, pero aun
así...
Yo nunca te haría eso, Alex. Todo lo que quiero es mantenerte a salvo,
para hacerte feliz. Liberar a tu padre es lo que quieres, ¿no? Juntos
podemos hacer eso, pero sólo juntos.
—No voy a renunciar —dijo Aiden. Un bendito silencio se extendió
durante unos instantes—. ¿Oyes eso, Seth? Eso no va a suceder nunca.
Él es molesto.
Ambos son molestos. Entonces dije en voz alta—: No hay nada a qué
renunciar, Aiden.
Sus ojos se estrecharon. —Hay de todo.
Esas palabras me parecieron extrañas. “Todo” era un fantasma de lo
que fue y nunca podría ser. Todo había cambiado en el momento en que
me había conectado a mi Seth. Era difícil de explicar. Meses atrás, cuando
había tenido problemas para dormir, la conexión entre nosotros había
calmado mi cuerpo y mente. Bueno, esto era como eso.
No había un yo en esto. Algo así como no había sabido de Seth antes
de que hubiera Despertado. Entendí eso ahora. Cuánto había luchado
por estar cerca de mí, luchando por no dejarse atrapar por lo que me
estaba pasando. Ahora éramos sólo nosotros, un solo ser que existe en dos
cuerpos separados. Un alma que se partió. Solaris y el Primer…
El dolor estalló detrás de mis ojos.
No lo hagas. Su susurro se transportó por mis venas. No pienses en ellos.
Fruncí el ceño.
10
Página

Y entonces mi Seth siguió charlando. Lo mismo hizo Aiden. Pero no era
tan estúpido como para entrar en la celda. Incluso cansada y contenida
por las guardas, estaba segura de que podía atacarlo. Los minutos
pasaron, tal vez horas, mientras que los dos asesinaban mis neuronas.
Cuando todo terminó, me hundí en el colchón. Un infernal dolor de
cabeza golpeó. Aiden sólo se fue porque alguien —¿mi tío?— había
abierto la puerta, que por lo general significaba que algo estaba pasando.
Rodé hacia un lado, estirándome lentamente.
Finalmente. Seth suspiró.
Estiré mis dedos. Las articulaciones me dolían. Él no se quedará durante
mucho tiempo.
No lo necesitamos para siempre, Ángel. Sólo tenemos que averiguar
dónde estás. Y entonces vamos a estar juntos.
Una leve sonrisa curvó mis labios. Si me concentraba lo suficiente, podía
sentir a mi Seth en el extremo de la conexión zumbante que siempre
estaba presente. A veces, él se escondía de mí, pero no ahora.
Mi memoria juntó su imagen. Su tez dorada y las cejas ligeramente
arqueadas se formaron en mis pensamientos. La fuerte curva de su
mandíbula exigió ser tocada, y la sonrisa satisfecha en sus labios carnosos
se extendió. Dioses, su rostro era sobrenaturalmente hermoso; duro como
las estatuas de mármol que se utilizaban para rodear el edificio del
Covenant.
Pero... no había más estatuas en la isla Deity. No había nada. Poseidón
había arrancado todo y lo llevó al océano. Los edificios, las estatuas, la
arena, y las personas; todo se había ido.
Perdí la imagen de Seth.
La inquietud se formó la boca de mi estómago. Aiden había tenido
razón… más o menos. Algo sobre toda esta situación me molestó, me hizo
sentir impotente, y no podía hacer nada.
Yo era el Apollyon.
Vuelve a pensar en lo bien que me veo, eso me gustaba.
Algunas cosas nunca cambian. El ego de mi Seth era tan grande como
siempre.
Pero mi imagen de Seth floreció antes que yo. Tenía el pelo rizado
alrededor de sus mejillas y del color de un tejido de oro. Me recordaba a
las pinturas de Adonis. Pero Adonis no era rubio. A través del conocimiento
de los Apollyons anteriores, sabía que su cabello había sido castaño.
¿Dónde estás? le pregunté.
11
Página

Yendo hacia el norte, Ángel. ¿Estás en el norte?
Suspiré. No sé dónde estoy. Hay bosques que me rodean. Y un arroyo.
No es de utilidad. Hubo una pausa, e imaginé la sensación de su mano
en mi mejilla, trazando la curva del hueso. Me estremecí. Te extraño, Ángel.
Esas semanas cuando estabas oculta de mí, me volvía loco.
No respondí. No había extrañado a mi Seth. Mientras había estado bajo
la influencia del Elixir, ni siquiera había sabido que existía.
Seth se rió entre dientes. Haces maravillas para mi autoestima. Se
supone que tienes que decir que también me extrañaste.
Rodando sobre mi espalda, traté de ejercitar la torcedura de mi pierna.
¿Cómo va a ser cuando te transfiera mi poder?
Hubo una pausa y empecé a ponerme nerviosa. No dolerá, su voz era
un susurro. Será como cuando nos tocamos antes, cuando aparecieron las
runas. Te gustó eso.
Lo hizo.
Hay algunas palabras, nada enorme, y luego voy a tomar tu poder. No
te voy a vaciar, Alex. Yo nunca haría eso.
Y yo le creí, así que me relajé. ¿Cuál es el plan, Seth?
Sabes cuál es el plan.
Él quería sacar a los Doce Olímpicos antes de que encontraran una
manera de deshacerse de nosotros. La leyenda decía que sólo éramos
vulnerable a otro Apollyon, pero ninguno de los dos estaba confiábamos
en esa creencia. Las leyendas y los mitos menos conocidos eran algo que
todos los Apollyons habían tratado de descubrir. Pero una vez que los
dioses estuvieran fuera de la imagen, nosotros gobernaríamos. O Lucian
gobernaría. Ni lo sabía ni me importa. Todo lo que quería era estar cerca
de mi Seth. Yo estaba teniendo un caso loco de ansiedad por separación.
No. ¿Cuál es el plan para que podamos estar juntos?
La aprobación de Seth me recorrió como el cálido sol de verano. Yo
disfrutaba de ella, como un buen cachorro con el estómago lleno. Con el
tiempo, van a mostrar una debilidad. Siempre lo hacen. Especialmente St.
Delphi. Tú eres su debilidad.
Me retorcí. Lo soy.
Y cuando se te presente la oportunidad de escapar, tómala. No lo
retengas, Ángel. Eres el Apollyon. Una vez libre, no pueden detenerte.
Confía en eso. Y en el momento en que tengas una idea de dónde te
encuentras, voy a estar allí.
Yo confiaba en mi Seth.
Página

12

Nuevamente hubo esa niebla agradable y embriagadora,
invadiéndome. ¿Has visto a Apolo o cualquier otro dios recientemente?
No. No desde que había salido del Elixir, y eso era extraño. Apolo había
seguido mi trasero desde el momento en que había despertado, pero no lo
había sentido ni a él… ni a ningún dios.
Abrí los ojos y miré los barrotes. ¿Hefesto necesitaría reforzar las barras
pronto? Dioses, eso esperaba. Si se debilitaban, entonces también lo harían
las guardias. Entonces podría salir.
Seth dijo algo que hizo que mis dedos se doblaran así que le presté
nuevamente. ¿A dónde fuiste?
Le mostré los barrotes y mis pensamientos. Él estaba dudoso. El trabajo
de Hefesto raramente se debilitaba, pero yo tenía la esperanza... por un
segundo. Este... este vínculo no era el verdadero negocio. Aunque mi Seth
estaba dentro de mí, en realidad no estaba allí. Yo estaba sola, sola en
una celda.
Él nunca me dejará salir. Aiden nunca me dejará estar cerca de ti. Las
lágrimas quemaron mis ojos mientras un abismo interminable de
desesperanza me desgarraba. Nunca voy a ver a mi padre.
Sí, lo harás. No importa lo que pase. Voy a llegar a ti. Los dioses dicen
que sólo puede haber uno de nosotros, pero están equivocados. Una
extraña espiral relajante, me llenó. Eres mía, Alex; siempre lo has sido y
siempre lo serás. Fuimos creados para ello.
Una parte de mí se sintió más cálida ante la respuesta. Y otra parte de
mí, la fuente de la otra voz cuando Aiden estaba cerca, escondida y
oculta de mi Seth, retrocedió mientras tocaba la rosa de cristal alrededor
de mi cuello.
Dos
Traducido por Dreams of Glass
Corregido por Mar¡Cipriano

Página

13

T

iempo después —no sabía si era de noche o de día, o cuánto
tiempo había dormido—, estaba sola. Aiden no estaba
sentado en la silla mirándome. Seth no estaba en el otro extremo
del lazo color ámbar. Eso era un lujo.
Mis pensamientos estaban claros.
Me levanté y caminé hacia las barras. Parecían normales, titanio
plateado, pero era la malla fina que le rodeaba el problema.
La cadena de Hefesto era una verdadera perra.
Respirando profundamente, agarré los barrotes y apreté. Un destello
de luz azul llegó por encima de las barras, ondeando a lo largo del techo y
sobre la marca, como humo lleno de brillo.
—Maldición —murmuré, retrocediendo.
Traté de llamar al akasha. Nada se movió dentro de mí, ni siquiera un
destello. Levantando la mano, opté por algo más pequeño. Bueno,
pequeño para mí.
Llamé al fuego.
Yyyyyy... no había nada.
Cuando había despertado, el poder había estallado libre, inundando
mis venas; un poder tan alto que podría haber tirado el techo. Tenía el
éter que los daimons anhelaban. Había tenido sólo una muestra de ello. Y
no lo había sentido desde que Apolo me había golpeado con su maldita
ráfaga de dios.
Imbécil.
Él también estaba en mi lista de cosas por matar.
Fui al baño y me limpié. Recién duchada y vestida, volví a poner a
prueba las barras. La brillante luz azul era algo bonito. Por lo menos era
algo para mirar.
14
Página

Suspiré, a punto de meter mi cabeza a través de la pared. Busqué a mi
Seth a través del vínculo; todavía estaba desaparecido. Podría llamarlo y
él respondería, pero estaba segura de que estaba ocupado tratando de
liberarme. Con nada más que hacer, volví a probar secciones de las
barras.
Horas más tarde, arriba se abrió una puerta. Había voces. Una de ellas
era de Aiden, pero la otra...
—¿Luke?—llamé.
—Déjale —fue la dura respuesta de Aiden.
La puerta se cerró, y un conjunto de pasos pesados bajó las escaleras.
Lo juro por los dioses, el sonido que salió de mi garganta era un gruñido
animal.
Aiden apareció a la vista, con un plato de plástico con huevos y tocino.
Una ceja se arqueó. —¿De verdad crees que voy a permitir que un mestizo
esté cerca de ti?
—Una chica puede tener esperanzas. —Los mestizos eran más
susceptibles a las compulsiones, y ahora yo cargaba uno lleno de
esteroides.
Sostuvo el plato a través del espacio entre los barrotes. La última vez
que había hecho la cosa de no-comer algo, no había funcionado. Casi
muero de hambre y terminé en el Elixir a causa de ello. La comida era mi
amiga en esta ocasión.
Cogí el plato.
La mano vacía de Aiden serpenteó y se envolvió alrededor de mi
brazo. Su mano era tan grande que se tragó mi muñeca. No dijo nada,
pero sus ojos del color de nube tormentosa querían que hiciera algo.
¿Qué? ¿Recordarnos juntos?
¿Recordar
lo mucho que él había
consumido mis pensamientos? ¿Cómo me dolía no estar con él? ¿Quería
que recordara cómo fue cuando me habló acerca de la noche cuando
los daimons atacaron y masacraron a su familia? ¿Y lo que se sentía estar
en sus brazos, ser amada por él?
Recordaba de todas esas cosas en detalle.
Pero las emociones que pertenecieron a esos eventos y recuerdos no
estaban allí.
Fueron separados completamente. Se habían ido con el capricho del
pasado...
Aiden era mi pasado.
15
Página

No. No. No. Esa pequeña voz estaba de vuelta. Aiden es el futuro. Por
alguna razón pensé en ese maldito oráculo, la Abuela Piperi. Saber la
diferencia entre la necesidad y el amor, había dicho ella. No había
ninguna diferencia. ¿No podría haber tratado de enseñarme cómo salir de
estos barrotes?
Aiden me soltó, sus ojos tan duros como los muros de cemento.
Retrocedió mientras yo llevaba mi comida para el colchón.
Sorprendentemente, me dejó comer en silencio.
Después… no tanto.
Hoy Aiden quería hablar de nuestra primera sesión de entrenamiento y
lo mucho que aparentemente le había molestado porque yo no paraba
de hablar. Cuando llegó a la parte en la que imité su voz, empecé a
sonreír. Él había estado irritado e inseguro de cómo manejarme.
Los ojos de Aiden brillaron al mismo tiempo que mis labios temblaban.
—Dijiste que sonaba como un padre.
Lo hice.
—También dijiste que ibas a tener que dejar tu hábito de crack cuando
mencioné las reglas. —Aiden sonrió.
Mis labios casi respondieron ante eso. Y no me gustó. Hora de
cambiar de tema. —No quiero hablar de esto.
Aiden se reclinó en la silla plegable de metal. La cosa tenía que ser
incómoda.
—¿De qué quieres hablar, Alex?
—¿Dónde ha estado Apolo? Ya que es mi gran-lo que sea, me siento
poco querida.
Se cruzó de brazos. —Apolo no está por aquí.
Oh, interesante descubrimiento. Mis pequeños y viejos oídos se
agudizaron. —¿Y por qué no?
Su mirada estaba igualada. —¿Realmente crees que voy a decírtelo
cuando irás corriendo de vuelta para decirle a Seth?
Puse mis pies descalzos en el frío suelo y me levanté. —No voy a decir
una palabra.
Aiden me lanzó una mirada suave. —Llámame loco, pero no te creo.
Caminando hacia las barras, mantuve un ojo en su expresión. Mientras
me acercaba, perdió la mirada insípida. Su mandíbula se endureció como
si estuviera masticando. Sus ojos se volvieron más agudos y sus labios se
apretaron. Cuando toqué las barras, la llamarada de luz era débil. De
alguna manera, sabía la diferencia entre cuando estaba tocando y
cuando estaba tratando de escapar. Cadenas inteligentes.
16
Página

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Aiden.
—Si me dejas ir ahora, juro que tú y todos por los que te preocupas no
serán tocados.
Él no dijo nada durante un latido del corazón. —Pero me preocupo por
ti, Alex.
Ladeé mi cabeza. —Pero voy a estar sana y salva.
—No. Tú no vas a estar a salvo. —La tristeza se deslizó en sus ojos justo
antes de que sus gruesas pestañas se abatieran.
Mi estómago se retorció en advertencia. Recordando los trozos de
información que había recogido bajo el Elixir, sabía que había algo más en
lo que decía. —¿Qué sabes, Aiden?
—Si te vas de aquí conectada a Seth... morirás. —La última parte salió
entrecortada.
Reí. —Estás mintiendo. Nada puede lastim… —Mitos y leyendas, Alex.
Duh. ¿Qué había pensado antes? Siempre había un control y equilibrio de
clases. Esa era la razón por la que el Apollyon había sido creado en primer
lugar—. ¿Qué sabes tú?
Sus pestañas se levantaron, revelando sus sorprendentes ojos color
plata. —No importa. Todo lo que necesitas saber es que es la verdad.
Mi boca se abrió, pero la cerré de golpe. Aiden estaba tratando de
meterse bajo mi piel. Eso era todo. Si Tánatos y su Orden no habían
encontrado el talón de Aquiles de los Apollyons en todos sus intentos a
través de los siglos, un pura sangre no habría tenido éxito. La Orden no
había…
¿O sí?
Pero ellos no contaban. Mi Seth y sus Centinelas los habían borrado
sistemáticamente fuera de la Tierra.
Levanté la mirada y encontré a Aiden mirándome. El inexplicable
impulso por mantener mi lengua era difícil de resistir.
—¿Puedo preguntarte algo?
Me encogí de hombros. —Si dijera que no, aun así preguntarías.
—Es cierto. —Había una sonrisa tensa—. Cuándo estabas con Lucian,
antes de la reunión del Consejo, él te llevó a su casa en contra de tu
voluntad, ¿no?
—Sí —dije lentamente, cada vez más incómoda.
—¿Cómo te hizo sentir eso?
Mis manos se apretaron en los barrotes. —¿Qué eres ahora? ¿Un
psicólogo?
17
Página

—Sólo responde la pregunta.
Cerrando mis ojos, me apoyé en los barrotes. Podría mentir, pero no
había realmente una razón. —Lo odiaba. Traté de matar a Lucian con un
cuchillo de carne. —Obviamente eso no había salido como planeaba—.
Pero no entendía entonces. Lo hago ahora. No tengo nada que temer.
Silencio, y luego Aiden estaba justo en frente de mí, su frente
tocando la mía a través de los barrotes. Sus grandes manos estaban sobre
las mías y cuando habló, su aliento era cálido. No me aparté, y no
entendía por qué. Estar tan cerca de él no estaba bien en muchos niveles.
—Nada ha cambiado —dijo en voz baja.
—Yo lo he hecho.
Aiden suspiró. —No lo has hecho.
Abrí los ojos. —¿Alguna vez te aburrirás de esto? Tienes que hacerlo,
con el tiempo.
—Nunca —contestó.
—Porque no te rendirás conmigo, ¿no importa lo que te diga?
—Exactamente.
—Eres muy terco.
Los labios de Aiden formaron una media sonrisa. —Yo solía decir lo
mismo de ti.
Mi ceño se frunció. —¿Y ahora no puedes?
—A veces no sé ni qué decir. —Llegó a través de los barrotes y las
puntas de sus dedos rozaron mi mejilla. Un momento después, apoyó toda
su mano contra mi mejilla. Me estremecí, pero él no quitó su mano—. Y hay
momentos en los que dudo de todo lo que hago.
Él inclinó mi cabeza hacia atrás para que mis ojos se encontraran con
los suyos. —Pero no dudo ni por un segundo, que lo que estoy haciendo
ahora, es lo correcto.
Muchas réplicas salieron a la superficie, pero se desvanecieron cuando
una pequeña voz dentro de mí intervino. Yo lo daría todo por ti...
Un nudo se formó en la parte posterior de mi garganta. De repente,
esta celda era demasiado pequeña. El sótano era demasiado apretado y
la poca distancia entre Aiden y yo me ahogaba. Mi corazón estaba
revoloteando rápidamente, busqué la conexión—
—No lo hagas —susurró Aiden—. Sé lo que vas a hacer. No lo hagas.
Retrocedí, rompiendo el contacto entre nosotros. —¿Cómo sabes lo
que estoy haciendo?
18
Página

Su mano estaba extendida, como si aún pudiera sentir mi mejilla. —Solo
lo sé.
La ira creció, alimentada por la frustración y una buena mezcla de
“qué demonios”. —Bueno, ¿no eres especial?
Sacudiendo su cabeza, Aiden bajó su mano. Me vio pisar fuerte hacia
el colchón y tumbarme. Lo fulminé con la mirada, deseándole todas las
cosas malas en las que podía pensar. Y había cosas que yo sabía que
podía decir que le harían daño, que lo pondrían fuera de control y lo
romperían en pequeños pedazos. Cosas que mi Seth había susurró y cosas
que le había dicho que quería hacer. Podría atacar… oh sí, podría destruir
a Aiden. Pero cuando abrí la boca, todas esas cosas hirientes y destructivas
quedaron atascadas alrededor de un nudo en mi garganta.
Sentada aquí, no me sentía bien en mi piel, como si en realidad no
fuera una parte de ella. Y la única vez que me sentí cómoda fue cuando
me conecté a mi Seth. Sin él, quería arrojar esa piel, o rasgarla hasta que
empezara a sangrar.
Quería golpear algo. Fuerte.
Respirando profundamente, me centré en la marca en el techo. Había
dos lunas dibujadas, entrelazadas. Ya que muchos dioses estaban atados a
la luna, no sabía lo que representaba o cómo tenía el poder para retener
el mío.
—¿Qué es eso? —le pregunté, señalando el techo.
Una parte de mí no esperaba que Aiden respondiera, pero lo hizo. —Es
el símbolo de Phoebe.
—¿Phoebe? Obviamente no te refieres a una de Charmed2.
Resopló.
Guau, habían traído la artillería pesada. Me sentí especial mientras
miraba las marcas. Tenían un extraño tinte rojo azulado. —Por lo tanto, un
Titán...
—Sí.
—Y es la sangre de un Titán, ¿no? —Incliné mi cabeza hacia Aiden—.
¿Te importaría explicar cómo es posible que la sangre de un Titán este en
este techo? ¿Los dioses del Olimpo mantienen tarros de ella alrededor?

2

Charmed: (Hechiceras) Serie de televisión que narra el cambio en la vida de las tres

hermanas Halliwell —Prue, Piper y Phoebe.
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Aiden soltó una risa seca. —Cuando los olímpicos derrocaron a los
Titanes, la mayoría fueron encarcelados en el Tártaro. Phoebe no era uno
de ellos. Y tiene un cariño especial por sus hijos.
Destrozándome los sesos para recordar quien era ella, me encontré con
las manos vacías. —¿Quién?
—Leto —respondió—. Quién a su vez dio a luz a Apolo y Artemisa.
Me quejé. —Por supuesto. ¿Por qué no? ¿Entonces Apolo pidió a su
abuela un poco de sangre? Genial. Pero no entiendo cómo funciona. —
Hice un gesto a mí alrededor. —¿Cómo está reteniendo mis poderes?
—La sangre de Titán es muy poderosa. Sabes que las dagas bañadas
en sangre de Titán pueden matar a un Apollyon. —Cuando le envié una
mirada duh, su sonrisa se estrechó—. Mezclar eso con la sangre de su
propio linaje, bueno, tiene la capacidad de evitar que te lastimes a ti
misma.
—O de lastimarte a ti —le espeté.
Aiden se encogió de hombros.
La ira bombeaba a través de mi sangre como un veneno; sin ninguna
forma de expulsarla, estaba seriamente a segundos de volverme loca.
Estiré mis piernas, luego mis brazos. En mi cabeza, me imaginé a mí
misma corriendo y pateando a Aiden en la espinilla.
Hubo un suspiro desde el otro lado de los barrotes.
A veces me preguntaba si tenía la habilidad de leer la mente.
—Odio esto —admitió Aiden en voz tan baja que no estaba segura de
que lo hubiera escuchado. Se volvió, dándome la espalda—. Odio que
Seth no ha hecho otra cosa que jugar contigo —mintiéndote— y que tú
has confiando en él. Odio que esta conexión sea más importante que todo
lo demás que está pasando ahí afuera.
Yo estaba a punto de discutir, pero mi Seth sí me había mentido.
Probablemente había estado jugando conmigo desde el momento en que
había descubierto que era el segundo Apollyon. No hay duda de que
Lucian lo había hecho.
La inquietud se deslizó por mi espina dorsal, dejando escalofríos a su
paso.
—No... no importa ahora —dije.
Aiden se volvió hacia mí. —¿Qué cosa?
Me encontré con su mirada. —Que Seth me haya mentido. No importa.
Porque lo que quiere, yo lo quiero. Si yo…
—Cállate—gruñó Aiden.
Página

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Sorprendida, parpadeé. No podía recordar un momento en que Aiden
me hubiera dicho que me callara. Guau. Y eso no me gustaba por una
multitud de razones.
Los ojos de Aiden brillaron en una feroz mirada plateada. —Tú no
quieres lo que Seth quiere porque no hay tú en cualquier parte de eso. Solo
está él.
Un choque me recorrió, robando cualquier respuesta que pudiera dar.
Yo no estaba. Estábamos sólo nosotros. Esa maldita pequeña voz dentro
de mí rugió con furia, y luego se volcó alrededor.
No había un yo.
Tres
Traducido por Ysandre
Corregido por Dafne

Página

21

C

uando mi Seth decidió presentarse en el otro lado del arco iris,
yo estaba de mal humor y él estaba... bueno, no estaba
precisamente irritado. Hubo, uh, cosas que dijo a través de la
conexión que no estaban bien.
¿Me distrajo? Sí.
¿Aceptable en mi estado de ánimo? No.
Quiero salir de aquí, le dije mentalmente, sorprendiéndolo. No puedo
soportarlo más. Aiden... él...
La desaprobación de Seth era como hojas de afeitar dando vueltas en
mi cabeza. ¿Aiden qué?
¿Qué podía decirle a mi Seth? ¿Qué Aiden me estaba haciendo
pensar? Aiden habla mucho.
Su risa cosquilleó en mi nuca. Lo hace. Ángel, esto no va a durar
mucho. Lucian nos ha hecho un gran favor.
¿Con quién? ¿El club Bata Blanca del Mes?
Otra risa agradable me erizó. Digamos que me ha dado un
interminable suministro de carnada e influencia.
Rodé los ojos mentalmente. Sí, no lo entiendo.
Hubo una pausa, y pude sentir lo que Seth quería a través de la unión.
Estaba de un humor juguetón, pero esta conversación era demasiado
importante para joder. Finalmente, me respondió. Los puros que se han
resistido contra nosotros han demostrado ser útiles.
¿Cómo es eso?
¿Recuerdas cómo Telly se negó a aceptar que los daimons podían
jugar bien y trabajar juntos para formar un ataque coherente en contra de
los Convenants?
Sí... y Marcus no creía que ellos solo estaban trabajando en contra de
nosotros.
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Página

Y tampoco yo. En la reunión de emergencia del Consejo Lucian había
sido llamado antes que Seth se hubiera revelado ante los miembros del
consejo, yo sospechaba que Lucian había estado, de alguna manera,
detrás de los ataques daimon, pero no había habido ninguna prueba real.
Además, mi odio por Lucian probablemente había sido el causante de esa
idea.
Bueno, Telly estaba obviamente a medias. Sin la motivación correcta —
por ejemplo, una fuente inagotable de éter— probablemente tuvieron que
conformarse con cualquier puro al que le pudieron poner las manos
encima.
Hubo otra interrupción, y la intensidad de lo que él sentía, lo que él
quería, rugió a través de la conexión. Por un momento, realmente creí que
podía sentirlo, y la emoción me inundó, drenando mis pensamientos y
llenándome de la dicha de la conexión.
Alex. Su voz me estaba reprendiendo, insatisfecho. ¿Estás prestando
atención?
Sí. Daimons... éter... cosas...
Bien. Déjame hacerte una pregunta, Ángel. ¿De verdad crees que los
daimons orquestaron todos estos ataques por su propia cuenta?
Parte de la amorosa niebla que mi Seth estaba creando se desvaneció
como si el viento helado la hubiera soplado de mi nuca. ¿Qué? ¿Qué
quieres decir?
Incluso daimons razonables no pueden lograr lo que hicieron en los
Catskills. Debieron tener ayuda, ¿no crees?
No podía pensar mientras mi pulso se aceleraba. ¿Así que yo estaba en
lo correcto? Un sabor amargo llenó la parte posterior de mi garganta.
No estés enojada, Ángel. Lucian necesitaba discordia para que todo
esto sucediera.
Pensando en el ataque en Catskills, traté de recordar dónde había
estado Lucian durante el caos. Había asumido que él había estado en el
salón de baile con el resto de los puros, pero no lo había visto. Todo lo que
sabía era que mi Seth había contactado con él...
Todos esos sirvientes mestizos muertos, los Guardias y Centinelas... todos
inocentes...
Alejé mis pensamientos rápidamente, a punto de perder la conexión
con mi Seth.
Ángel, ¿cómo crees que los daimons se metieron en Catskills en primer
lugar? Viste la seguridad allí. ¿Y el salón? Sólo había dos entradas, y ambas
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Página

estaban custodiadas. Una de las puertas pertenecía a la guardia de
Lucian.
Sospechando que Lucian había estado detrás de estos ataques era
una cosa —yo no puse nada más allá de ese hombre— ¿pero mi Seth? Él
no podía estar de acuerdo con eso. Creer que el formó parte de todas las
muertes de estas personas inocentes era aceptar algo horrible. Lo que mi
Seth quería, yo lo quería, pero los daimons... ellos eran y siempre serían el
enemigo.
Los enemigos pueden ser aliados en la guerra, Ángel
Oh, mis dioses. Una enorme, maldita, parte de mí del tamaño de un
cráter no podía procesar lo que estaba diciendo mi Seth. Luché contra la
fuerza de sus emociones, emergiendo como si me estuviera ahogando,
luego tragando aire.
Había tanta gente inocente, razoné. Imágenes espantosas de la
masacre llegaron una tras otra; los sirvientes en el salón con las gargantas
desgarradas, los Centinelas y Guardias a los que les habían sacado las
vísceras y luego arrojados a través de ventanas.
Ellos no importan, Ángel. Sólo nosotros importamos, sólo lo que
queremos importa.
Pero esas personas si importaban. Nosotros podríamos haber sido
asesinados, Seth. Mi padre podría haber sido asesinado.
Pero no lo fue, y yo nunca dejaría que te pasara nada. Nada lo hizo.
Habíamos estado separados durante el ataque. Y si mi memoria no
fallaba, había estado a punto de ser pisoteada hasta la muerte. Por no
hablar de que había tenido que luchar sola contra las Furias. No estoy
segura de cómo había exactamente impedido mi muerte en todo eso.
Ángel, necesitábamos que esto pasara. Los daimons me ayudarán a
llegar ti. ¿No querías eso? ¿Para que estuviéramos juntos?
Sí, pero…
Entonces confía en mí. Queremos las mismas cosas, Ángel.
Las palabras de Aiden volvieron a mí, y me retorcí en mi propia piel.
¿Seth? Tú... tú no estás haciéndome querer algo ¿no? ¿No me estás
influyendo?
Él no respondió de inmediato, lo que provocó que mi corazón tropezara
sobre sí misma. Yo podría, Ángel, si quisiera. Sabes eso, pero no lo hago.
Sólo queremos las mismas cosas.
Me mordí el labio. Queríamos las mismas cosas, excepto la cosa con los
Daimons... detuve esos pensamientos. Como si dos fuertes brazos
estuvieran empujando hacia abajo mis hombros, yo estaba acostada. Y
luego, me estaba ahogando en lo que estaba sintiendo Seth de nuevo.

Página

Aiden regresó con la comida, y trajo compañía con él esta vez: mi tío
Marcus. El hombre de hecho estaba siendo medio decente conmigo.
Irónico. Comí y bebí mi agua como una buena cautiva.
Y ni siquiera grité algo insultante.
Pensé que merecía una recompensa, como tiempo fuera de la celda o
algo, pero eso era pedir demasiado. En su lugar, Marcus me dejó para ir a
ver lo que los otros estaban haciendo. Tan pronto como se cerró la puerta
de arriba, Aiden se sentó con su espalda apoyada contra los barrotes.
Valiente, hombre valiente... o realmente estúpido; era como echar una
moneda al aire. Yo podría fácilmente transformar la sábana en un lazo y
deslizarla alrededor de su cuello antes de que él tuviera oportunidad de
reaccionar.
Pero me senté, mi espalda casi contra la suya. Las llamaradas azules de
las cadenas parecieron más débiles. El silencio se extendió, extrañamente
reconfortante. Pasaron los minutos y los tensos músculos de mi espalda se
relajaron. Antes de darme cuenta, estaba apoyada contra los barrotes... y
la espalda de Aiden.
Mi anterior conversación con Seth me había dejado un sabor extraño
en la garganta y una bola de nudos en mi estómago. ¿Tal vez era por eso
que no sucumbía ante mi instinto asesino de poner la sabana alrededor del
cuello de Aiden? Oportunidad perdida, supuse.
Bajando la barbilla, suspiré. Lo que mi Seth quería, yo lo quería, pero...
¿daimons? Froté mis manos sobre mis rodillas dobladas y suspiré de nuevo,
más fuerte, como un niño malhumorado.
La espalda de Aiden se torció mientras él giraba su cabeza. —¿Qué,
Alex?
—Nada —murmuré.
—Hay algo. —Se recostó, inclinando su cabeza contra la barra—. Tienes
ese tono.
Le fruncí el ceño a la pared. —¿Qué tono?

24

***
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Página

—El tono “tengo algo que quiero decir pero no debería”. —Había un
poco de humor filtrado en su voz—. Estoy muy familiarizado con él.
Bien… maldición. Mi mirada cayó sobre mis manos. Los dedos estaban
bien, supongo. Pero mis uñas estaban estropeadas y cortas. Manos de una
Centinela—una Centinela que ha matado daimons. Empujé hacia arriba la
manga de mi suéter. Pálidas marcas blancas de mordidas cubrían mi brazo
derecho. Las marcas en forma de media luna eran un dolor que ocultar y
estaban en ambos brazos, así como en mi cuello. Eran tan feas, un
repugnante recordatorio de cuando fui atrapada por ellos.
Y no importaba lo mucho que lo intentara, no podría eliminar de mi
cabeza los rostros de todos aquellos mestizos degollados en Catskills... u
olvidaría la mirada en el rostro de Caleb cuando vio la hoja incrustada en
su pecho—una hoja que había sido esgrimida por un daimon.
Caleb estaría tan… decepcionado que ni siquiera podía imaginarlo, si
no decía algo.
Pero mi Seth estaría cabreado. Especialmente si husmeaba en mis
recuerdos, y quería que estuviera feliz conmigo. Quería—
No quería trabajar con daimons. Sería como una bofetada en la cara a
todos aquellos que habían muerto a manos de ellos —mi mamá, Caleb, los
sirvientes inocentes— y mis cicatrices.
Mi Seth... él sólo tendría que entenderlo. Él lo haría, porque me amaba.
Decisión hecha, tomé una respiración profunda. —Solo para que lo
sepas, no estoy diciéndote esto porque tenga algo que ver contigo. ¿De
acuerdo?—
Se rió sombríamente. —Yo nunca pensaría una cosa tan loca.
Hice una mueca. —Sólo te estoy diciendo porque no creo que sea
correcto. Va contra algo... inherente a mí. Tengo que decir algo.
—¿Qué, Alex?
Cerrando mis ojos, respiré profundamente. —¿Te acuerdas de cómo
Marcus pensó que había más en los ataques daimon, especialmente en el
de Catskills?
—Sí.
—En cierto modo me pareció que era Lucian, especialmente en la
reunión del Consejo. Tomó sentido. Crear caos y lo que sea hace que sea
más fácil para la gente que quiere derrocar y tomar el control. —Pasé un
dedo sobre la parte carnosa de mi codo—. De todos modos, los ataques
daimon, aparentemente, han sido orquestados por Lucian y... Seth.
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La columna vertebral de Aiden se puso rígida contra la mía. No hubo
respuesta. Se quedó callado durante tanto tiempo que me removí
alrededor. —¿Aiden?
—¿Cuántos? —Su voz era ronca.
—Todos ellos, creo —le dije, la culpa masticaba en mi interior. Estaba
traicionando a mi Seth, pero no podía quedarme callada—. Han
encontrado una manera de controlar a los daimons.
Bajó su cabeza y sus grandes hombros rodaron. —¿Cómo?
Apoyada en mis rodillas, me agarré de los barrotes ignorando el débil
pulso de la luz azul.
—Ellos... ellos están utilizando puros como motivación. Los que están en
contra de ellos—nosotros, quiero decir nosotros.
Aiden se giró tan rápido, que solté los barrotes y me tiré hacia atrás. Sus
ojos ardían plateados. —¿Sabes dónde están manteniendo a esos
puros?—
Sacudí mi cabeza.
Sus pestañas bajaron. —¿Sabes por qué ellos harían algo como esto?
El disgusto en su voz era comprensible. Froté mis palmas sobre mis
muslos. ¿Por qué estaban haciendo esto? Para crear discordia, era
evidente. Con daimons atacando por la izquierda y derecha, el Consejo
estaría distraído. Los dioses tenían dudas desarrolladas sobre la capacidad
de los puros para controlar las hordas de daimons y había enviado furias
como resultado. Y ahora, me serviría como una distracción para escapar.
Como ellos iban a manejar eso no lo sabía. Y si la tenue luz azul era una
indicación, no sería necesario.
—No. No lo sé.
Sus ojos se encontraron con los míos y nuestras miradas se trabaron. —
¿Por qué me dices esto? Estoy seguro que Seth no lo apreciará.
Aparté la vista. —Te lo dije. No es justo. Esos puros...
—¿Son inocentes?
—Sí, y Caleb... él fue asesinado por un daimon. Mi madre fue
convertida por uno. —Mi respiración se transportó a través de mí y me
quedé quieta—. Yo quiero lo que Seth quiere, pero no puedo apoyarlo en
esto. Él lo entenderá.
Aiden echó la cabeza hacia atrás. —¿Lo hará? Sabes que yo voy a
enviar esta información. Se obstaculizarán sus planes.
Envolví mis brazos alrededor de mi cintura. —Él lo entenderá.
Tristeza fluyó en su expresión y bajo su mirada. —Gracias.
Por alguna razón, la ira desbordó y quise atacar. —No quiero tus
gracias. Es la última cosa que quiero.
—Las tienes. —Se paró en un fluido movimiento—. Y tienes mi
agradecimiento más de lo que crees.
Confundida, le devolví la mirada. —No lo entiendo.
La sonrisa de Aiden era estrecha, teñida con esa tristeza que estaba
presente siempre que me miraba, como si yo fuera una desafortunada
criatura que provocaba dolor dondequiera que fuera. Detrás de esa
tristeza, sin embargo, no había más que pura determinación.
—¿Qué? —le dije, cuando no contestó.
—Me has dado la esperanza que necesito.

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Mi Seth no estaba loco porque se me había ido la lengua. Yo ni siquiera
había intentado esconderlo de él. Tan pronto como nos conectamos, le
dije lo que había hecho. En todo caso, parecía que lo había esperado. Y
eso no lo entendía, pero de cualquier manera, él no quería hablar al
respecto.
Me contó acerca de su infancia, era un Seth diferente, un lado de él
que raramente había visto. Cuando empezó a hablar de su madre, la
vulnerabilidad se filtraba a través de la conexión, como si hablar de su
madre lo desconcertara.
¿Cuál era su nombre? le pregunté.
Callista.
Bonito.
Ella era muy hermosa. Alta y rubia, como una diosa. Sus palabras
quedaron dormidas por un momento. Teniendo en cuenta la referencia en
tiempo pasado, supuse que ella había muerto. Pero ella no era amable,
Ángel. Era fría e inaccesible, y la mayoría de las veces, cuando me
miraba, había siempre odio en sus ojos.
Me estremecí cuando mis sospechas fueron confirmadas, y quería que
se sintiera mejor. Estoy segura de que no te odiaba, ella—
Ella me odiaba. Su brusca respuesta fue como ser rociada con agua
helada. Yo era un recordatorio constante de su vergüenza. Ella había
conseguido un mordisco del fruto prohibido, y luego se arrepintió. Mestizos

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***
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Página

y Puros tenían prohibido mezclarse. Sólo recientemente había descubierto
que era porque la descendencia de un puro y una mestiza creaba un
Apollyon.
Cuando volvió a hablar, su voz era suave como una manta. Ella no era
como tu madre, Ángel. No hubo una gran historia de amor. Ella solía
decirme que la única razón por la que me había mantenido era porque un
dios la había visitado después de mi nacimiento. El hombre más bello que
jamás había visto, o al menos eso dijo. Ese dios le dijo que me tenía que
proteger a toda costa, que un día me convertiría en un gran poder.
Mientras hablaba, recordé los destellos del pasado de Seth que había
visto cuando había Despertado. De Seth como un niño pequeño, todo piel
dorada y rizos rubios, jugando por un arroyo o inclinado sobre un juguete
en una gran habitación llena con muebles que parecían incómodos. Él
siempre estaba solo. Noches cuando se había despertado llorando por un
mal sueño y nadie acudió a consolarlo. Días en que la única persona que
vio fue a una niñera que era tan indiferente como su madre. Nunca había
conocido a su padre. Hasta el día de hoy, ni siquiera sabía su nombre.
Mi corazón lloró por él.
Luego a los ocho años, fue llevado ante el Consejo para determinar si
podría entrar en el Covenant. Su experiencia no fue nada como la mía. No
hubo empujones o pellizcos. Él no le pegó a un ministro. Ellos le habían
echado un vistazo y parecieron saber lo que iba a ser.
Eran los ojos.
Los leonados, ojos ambarinos que contenían la sabiduría que no le
pertenecía a ningún niño: ojos de un Apollyon.
Las cosas fueron mejores para él una vez que fue enviado al Covenant
en Inglaterra, y luego al de Nashville. Tan extraño que hubiéramos estado
tan cerca el uno al otro durante tantos años y nunca nos habíamos
cruzado.
Pero algo estaba mal. Cuando me había Despertado, aprendí todo lo
que los Apollyons anteriores habían descubierto durante sus vidas, como
ser enchufada a una computadora y arrancar. Y ninguno de ellos había
nacido con los ojos de un Apollyon. Todos sus ojos se habían vuelto
dorados después de que habían despertado.
Mi Seth había sido diferente.
Pero ahora mismo, esa ira lastimando su pecho lo estaba
consumiendo. ¿Dónde naciste? pregunté, con la esperanza llevar el tema
lejos de su madre. Nunca me lo has dicho.
Página

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Él se rió y yo sonreí. Un Seth feliz era un mejor Seth. No vas a creer esto,
pero sabes ¿cómo al destino le encanta meterse con la gente?
Vaya, nunca lo hubiera imaginado.
Nací en la isla de Andros.
Un escalofrío bailó por mi espina dorsal. Que… irónico. Fue un gran salto
de fe, al considerar que mis antepasados también habían aclamado la
isla, ya que muchos tomaron el nombre del lugar donde nacieron. O, en
algunos casos, las islas fueron nombradas después de las familias
fundadoras.
De cualquier manera, eso era irónico. Y algo gracioso. Andros tenía
unas enormes 147 millas cuadradas3. ¿No crees que seamos parientes?
¿Qué? Seth se echó a reír. No.
¿Cómo puedes estar tan seguro? Porque si estamos vinculados como
Luke y Leia4, voy a vomitar.
Mi familia no está vinculada a la tuya en cualquier forma. Además, tu
linaje es de Apolo.
¿Y cuál es el tuyo? No hubo respuesta, sólo una ola de silencio
arrogante. ¿Por qué me ocultas eso?
Seth suspiró. Te diré cuando estemos juntos. Te voy a mostrar todo,
Ángel. Y todas las preguntas que tengas, tendrán respuestas.

147 millas cuadradas: Equivalen a 236,57 kilómetros.
Luke y Leia: Referencia a Star Wars, en dónde dos hermanos (Luke y Leia) se besaron un
par de veces, hasta que averiguaron que estaban emparentados.
3
4
Cuatro

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espués de que la comida fuera servida al día siguiente,
deambulé sola por mi celda. Algo estaba pasando arriba—
puertas se abrían y se cerraban de un portazo, golpeteos de
pies y gritos felices.
Curiosa, fui a los barrotes y me esforcé por oír más. La conversación
estaba demasiada amortiguada como para inventar ideas o cuentos
sobre quién era, pero alguien había llegado. Y no era un dios. Lo sabría si lo
fuera. Su esencia era fuerte, algo que podía sentir dentro de mí.
El contacto con los barrotes, me dio la respuesta. El resplandor azul
estaba desvaneciéndose. Toma eso, Seth. ¿Significaba eso que la marca
anterior también se desvanecería sin un refuerzo? Buenos dioses, eso
esperaba. Busqué por la conexión, deseando contarle sobre el nuevo
descubrimiento. Seth estaba allí, pero no hablaba. Estaba con Lucian, al
menos sabía eso. Lo que fuera que estaba siendo discutido estaba mudo
para mí.
Mi aversión se elevó inmediatamente en respuesta a la presencia de
Lucian. Obviamente tendría que superarlo, pero iba a ser difícil. Yo nunca
sería una fan de mi padrastro.
Saliendo de la conexión, me pregunté qué estaba haciendo Aiden. Él
por lo general dedicaba gran parte de su día a estar sentado en esa silla
plegable, meditando frente a mí.
Me has dado la esperanza que necesito.
¿Esperanza de qué? ¿Un "felices para siempre" para nosotros?
Me encontré a mí misma en el pequeño y blanco baño, mirando en el
apestoso espejo sobre el lavabo. La cosa estaba prácticamente
cimentada en la pared, era plástico ligero así que no podía transformarla
en alguna clase de arma.

Página

D

Traducido por Ysandre
Corregido por Dafne
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Página

Apoyada contra el lavabo, tenía toda mi cara pegada contra el
espejo. Mi reflejo era ondulado, distorsionado por la calidad barata del
espejo, pero eran mis ojos lo que estaba mirando.
Eran de color ámbar, al igual que los de otros Apollyons después de
que hubieran despertado. Era un poco extraño ver mis ojos así, pero
también se sentía bien. Al igual que quién había llegado a algo que
estaba destinado a ser. Lo que, obviamente, había hecho.
Ladeé mi cabeza a un lado. ¿Qué pensaría mi Seth cuando finalmente
me viera—realmente verme—toda Apollyon revelada? Él estaría
complacido, a diferencia de Aiden, que odiaba mis ojos...
Un repentino sentimiento agudo atravesó mi pecho. Santa mierda...
estaba mareada mientras agarraba el lavabo. Esto no era un dolor físico,
era más como el tipo cuando el mundo cae de debajo de mis pies. O
cuando hay realmente, muy malas noticias.
Era la sensación de un corazón siendo aniquilado sin posibilidad de
reparación.
El aliento que aspiré era estridente. Aquel sentimiento no tenía sentido.
Mi corazón no se había roto. Estaba unido y pertenecía a mi Seth. Y él me
amaba. Nunca me lo había dicho, pero tenía que hacerlo. Estábamos
destinados el uno al otro, y una vez juntos, seríamos perfectos. Nosotros
gobernaríamos sobre ambos, el Olimpo y el mundo mortal.
—Vamos a ser dioses —susurré.
—Oh, Alex, aún estoy sorprendido por la forma en que se infla tu ego.
Dioses, si fuera plenamente corpóreo, te patearía el culo en este
momento.
Me di la vuelta, esperando completamente encontrar a Caleb de pie
en el cuarto de baño, porque esa era su voz. Pero nadie estaba allí. Con el
corazón acelerado, me asomé a la celda. Vacía.
—¿Caleb?
No hubo respuesta.
Me acerqué a la celda, dispuesta a ver a Caleb aparecer si realmente
estaba aquí. El silencio se extendió, y justo cuando estaba a punto de
reconocer que pude haber perdido completamente la cordura, algo
cálido pasó a través de mí.
¿Caleb acababa de… pasar a través de mí?
—Uh...
Hubo una ligera risa ahogada detrás de mí. Yo sólo... sólo podía mirar.
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Caleb se quedó allí, cejas rubias oscuras arqueadas de una manera tan
dolorosamente familiar. Llevaba una camisa estilo túnica y blancos
pantalones de lino. Era Caleb, pero...no.
Pude ver por completo las barras a través de él. Extraño. —¿Caleb?
Bajó la mirada hacia sí mismo. —Sí, soy yo, en forma de sombra para tu
inmenso placer.
—¿Estás realmente aquí, o he perdido mi mente?
Una lenta y fácil sonrisa tiró de sus labios pálidos. —Estoy aquí. Bueno,
tan aquí como puedo estar.
Yo respiré, pero quedé atrapada. —¿Puedo tocarte?— Mis piernas se
movían hacia delante con movimientos bruscos. Ninguna Apoollyon
agraciada por aquí. —¿Puedo abrazarte?
Sus cejas bajaron. —No, Alex, No puedes. Irías a través de mí. —Él
sonrió—. Aunque pareciste disfrutarlo la primera vez.
Me reí, sin llegar a tocarlo. —Dioses, quiero abrazarte tan malamente.
—Lo sé. —Su sonrisa se desvaneció—. Pero no tenemos mucho tiempo.
Nunca lo hicimos. Me mecí sobre mis talones, sonriendo. —Estás aquí
para liberarme, ¿no?
—Ah, no, no estoy aquí para liberarte.
Mi sonrisa se deslizó de mi cara. —¿Por qué? No entiendo. Tengo que
salir de aquí. Mi Seth necesita—
—Estoy aquí con un último esfuerzo, Alex . —Extendió la mano como si
fuera a tocarme, pero se detuvo—. Apolo me envió.
Crucé los brazos y fruncí el ceño. —¿Qué tiene él que ver con esto?
—Él espera que yo pueda llegar a ti, Alex
—¿Sabes que me golpeó con un rayo divino?
Caleb hizo una mueca. —Sí, lo he oído. Todo el mundo en el
Inframundo lo ha oído, pero Alex, se dice que lo merecías. —Cuando abrí
mi boca, me hizo callar—. Apolo estaría aquí si pudiera.
—¿Y por qué no puede? —Me di la vuelta, tratando de empujar mi ira,
que fue como atornillar una tapa sobre una caja. —Tiene miedo de mí,
¿verdad? Él debería estarlo. Apolo está totalmente en mi lista de tipos de
mierda.
—¿Estás escuchándote? ¿Un dios teniendo miedo de ti? —Sonaba
atónito—. Apolo no está aquí porque Aiden, el amor de tu vida, le prohibió
venir aquí.
Me di la vuelta, con los ojos entrecerrados. —Él no es el amor de mi
vida
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Caleb sacudió su cabeza. —Siempre ha sido tuyo, Alex. Y tú siempre
has sido suya.
Mi boca se frunció como si hubiera probado algo amargo. —¿Es por
esto que viniste desde el más allá? ¿Para hablar de mi vida amorosa?
—Bueno, el amor de tu vida prohibió a Apolo que entre en esta casa
porque tiene miedo de que te haga daño. —Oh, sí, Caleb tuvo un vistazo
de mi shock—. Y Apolo mandó a una de sus ninfas bajar al Inframundo, me
arrancó directo desde debajo de la nariz de Hades para ayudarte. Ambos,
Aiden y Apolo están haciendo cosas locas para salvarte.
—Pero… no necesito que nadie me salve.
—¡Exacto! —Caleb alzó los brazos—. ¡Eso es lo que yo dije!
Está bien, no estaba siguiendo esta conversación. —Entonces, ¿por qué
no estás ayudándome a escapar? Podrías ir tú mismo en forma de sombra,
directo a dónde sea que están las llaves. Estoy segura de que Aiden las
tiene.
Él rodó sus y desapareció por un instante. Uff—Puedes salvarte a ti
misma. Solo tú, y necesitas descubrir cómo.
Mis labios estaban apretados. Aquí estaba Caleb, mi mejor amigo—mi
mejor amigo muerto—al que no lo había visto en lo que se sentía una
eternidad, y estábamos discutiendo. No quería discutir con él.
—¿Qué estás haciendo, Alex? Esta no eres tú. Nada de esto es lo que
siempre has querido.
Tomé una respiración profunda. —Es lo que quiero ahora
Caleb gruñó gravemente en su garganta. Se veía como si quisiera
estrangularme. —Lo que están haciendo va a conseguir que Seth y tú
mueran. Sí, es cierto—no son invencibles. ¡Ninguno de ustedes lo es! Y hay
una guerra formándose en el Olimpo y va a llover todo los tipos de santo
infierno bajo Tierra. ¿Quieres ser responsable de eso?
Apretando mis manos en puños, lo fulminé con la mirada. — ¡Queremos
cambiar las cosas, Caleb! ¡Tú de todas las personas tienes que entender
eso! Juntos, Seth y yo podemos liberar a los siervos—mi padre. Podemos
derrocar al Consejo. Podemos…
Él soltó una especie de risa loca. Una que por lo general significaba que
estaba cerca de empujarme a una esquina. — ¿De verdad crees que eso
es lo que va a suceder una vez que tengan éxito en la erradicación de
todos los Consejos? ¿Qué Lucian va a liberar a los mestizos y todo el mundo
va a amarse los unos a los otros?
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Abrí la boca, pero él siguió. —Y vamos a pretender que eso no es
absurdo y todos estaremos en lo alto en píldoras de la felicidad. Los dioses
nunca van a permitirlo. Ellos se arriesgarán exponiéndose a todo el mundo
mortal para detenerte. Personas inocentes morirán. Tú morirás.
Mi corazón se aceleró un poco. —¿Así que no debería hacer nada?
—No ¿No lo sabes? La suprema arte de la guerra es someter al
enemigo sin lucha.
—Y quienquiera que propuso eso era un completo y absoluto idiota.
Para ganar la guerra, el enemigo debe ser despojado de su esqueleto y
destruido.
Sus ojos se estrecharon. —Eres una idiota.
Mis labios temblaron. —Cállate.
Caleb desvió la mirada. —Alex, tienes que romper el vínculo con Seth.
Rómpelo y entenderás todo.
—No. —Retrocedí, pasando mis manos lo largo de mis caderas—. Tú me
dijiste que no renunciara a Seth. ¿Y ahora quieres que lo haga?
—No quiero que renuncies a él —dijo él, su voz adquirió un filo
suplicante—. Aún hay esperanza para él, pero sólo si realmente puedes
llegar a él. Y siendo el jefe del Club de fans de Seth no vas a hacerlo.
Me reí entonces. —Eso fue lo eras cuando estabas… ya sabes,
alrededor. Tú realmente estabas flechado con él.
—Y todavía lo estoy. Él es bastante impresionante, pero ahora él está en
lo más alto de su poder. Como un adicto a las anfetaminas. No. Mejor aún.
Un adicto al crack y un adicto a las anfetaminas todo en uno. Está fuera
de control. Buen Dioses, ¡está trabajando con Daimons! Y si tú sales de aquí
y te conectas con él; ¿transferirás tu poder a él? Eso será todo, Alex. Te
drenará hasta secarte sin intención.
Di un grito ahogado. —Nunca haría eso.
—El podrá no pensarlo, Alex. Pero lo hará. Y una vez que lo haya hecho,
se convertirá en un Dios Asesino y nadie te necesitará. —El agitó su cabeza
con tristeza—. Eso es si tú siquiera llegas a él. Apolo te detendrá. Cada dios
vendrá aquí para detenerte.
Sacudiendo mi cabeza, me negué a creer eso. Mi Seth nunca me
drenaría. Él me necesitaba, al igual que yo lo necesitaba. Y juntos, seríamos
imparables. Nosotros podríamos cambiar las cosas. Como el Apollyon, no
perdería a la gente como había perdido a Caleb y a mi mamá.
Me negué.
—Alex —suplicó en voz baja
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—No... ¡No! ¡Porque soy lo suficientemente poderosa ahora para que
nadie de los que amo va a morir de nuevo!
—Alex—
Estúpidas y débiles lágrimas quemaron mis ojos. —Si yo hubiera sido el
Apollyon cuando fuimos atacados, podría haberte salvado
Su forma parpadeó. —No, Alex, no hubieras podido
—No digas eso. Nunca digas eso. —Mi pecho estaba demasiado
apretado. Él se desvaneció un poco. —¿Qué está pasando?
—Me tengo que ir. —Caleb se veía afligido—. Rompe la conexión, Alex.
Es la única manera para salvarlos a ambos.
Negué con la cabeza tan rápido que mi pelo abofeteó mis mejillas.
Antes de que pudiera decir una palabra, él se apagó y desapareció. Me
quedé allí durante minutos, tal vez horas, mirando el lugar donde él había
estado parado, peleando las lágrimas y todo lo que él había dicho. Yo
no—no podía creer lo que había dicho.
Caleb no lo entendía. Nunca había perdido gente como yo había
perdido—gente como él. Mientras él estaba en el Inframundo jugando
Mario Go Kart5, yo estaba aquí, metida hasta las rodillas en el dolor y la
angustia de perderlo y a mi mamá. Yo estaba lidiando con el hecho de
que mi padre era un maldito sirviente.
¡Y él no podía entenderlo!
Estar conectada con mi Seth era la única manera de salvarnos. Para el
momento en que mi Seth y yo lo estuviéramos, no habría más dolor.

1Mario

Go Kart: es un videojuego de carreras para Nintendo Wii en la que aparecen los
personajes de la serie (también de videojuego) de Mario.
Cinco
Traducido por Ysandre
Corregido por Mar¡Cipriano

Recordemos que en Mestiza (libro 01 de la saga Covenant), Alex se encuentra a Aiden
después de la fiesta de Zarak y lo llama “merodeador”, de ahí el término.
6

Página

36

T

uve la impresión de que Caleb había fallado de alguna manera
después de que él se fue, y solo esperaba que no lo castigaran. No
pensé que Apolo le haría algo, pero de nuevo, ¿qué sabía yo?
La visita de Caleb me dejó hecha trizas. Encerrada y sin manera de
expulsar la energía, me paseaba por la celda. Una parte de mí quería
enfurecerse y gritar. Otra parte de mí quería sentarse y llorar como un
bebé. Ver a Caleb fue como un regalo, pero todo lo que habíamos hecho
fue discutir. Eso me dejó una piedra en el estómago que seguía tirando de
mí hacia abajo, muy abajo.
Cuando Aiden apareció con una bolsa de comida rápida, casi me
lancé hacia él, porque me estaba muriendo de hambre. Y... tuve el
impulso más extraño de hablarle de Caleb.
—¿Quién está aquí? —le pregunté entre un bocado y otro de una
misteriosa carne.
Él no contestó.
Rodé mis ojos, terminando mi hamburguesa. Hurgando en la bolsa,
saqué unas papas fritas de tamaño extra-grande. Con el poco ejercicio
que estaba haciendo, mi escape implicaría que me fuera rodando de
aquí. —Sé que alguien ha aparecido.
Un puñado de patatas fritas entró en mi boca, y luego otro. Sal y grasa
recubrían mis dedos. Yum. —¿No vas a hablar? ¿Sólo te sentarás y me
mirarás como un merodeador6?
Aiden esbozó una media sonrisa. —Tú me llamaste así una vez.
—Sí, porque lo eres —Fruncí el ceño en mi caja casi vacía. Nunca
habría suficientes papas fritas.
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—En realidad, había estado observándote para asegurarme de que no
te escaparas de la isla.
Me acordé. Había sido la noche de la fiesta en la casa de Zarak,
cuando las cosas parecían ser más simples. Zarak... me pregunté qué
había pasado con él. No creía que él hubiera estado en la isla cuando
Poseidón lanzó su ataque, pero no sabía.
Habiendo terminado con las patatas fritas, lamí la sal de mi dedo
mientras levantaba la mirada.
Los ojos de Aiden se encendieron en plata y sentí algo caliente en mi
estómago. Puse mi otro dedo en los labios…
¡Santos bebés daimons! ¿Qué demonios estaba haciendo? Agarrando
una servilleta, me limpié furiosamente los dedos. Frente a mí, el calor rugió
fuera de Aiden.
Cuando finalmente miré a Aiden otra vez, él era de nuevo todo
frialdad: el maestro de la impasibilidad. Incluso arqueó la ceja ante mí. Bien
por él. Lo que sea. Él totalmente me había dado jaque mate, pero ahora
sabía quiénes estaban arriba: Laadan y Olivia. Recordé entonces cuando
había estado en el Elixir. Deacon y Aiden habían dicho que iban a venir.
Luego me escondí en el armario porque Aiden había levantado la voz.
Realmente me escondí en un armario.
—Te ves feliz —comentó Aiden mientras desenvolvía un sándwich de
pollo.
Hombre, ¿quién desecha la mayonesa y sólo come pan? Aiden. —Oh,
sólo estaba recordando cuando aprendí a jugar al ajedrez y me escondía
en armarios.
Sólo había tomado dos bocados, pero tiró el resto en su bolsa. Un
músculo en su mandíbula se movió. —Alex, odio verte así. Así que si quieres
que me sienta culpable, lo hago. Si quieres que me odie a mí mismo por
tomar esa decisión, lo hago.
Debería estar haciendo un baile de celebración o algo así, porque
había conseguido un pequeño pinchazo, pero mis hombros se hundieron.
Las palabras estaban en la punta de la lengua, palabras que no debía
decir. Así que no dije nada. Pasamos el resto del tiempo en silencio.
Cuando se fue, no contacté a Seth. Entre la visita sorpresa de Caleb y la
cosa con Aiden, estaba demasiado desconcentrada.
Algún tiempo después, tal vez un par de horas, escuché la puerta
abrirse y cerrarse rápidamente; demasiado rápido y silenciosamente para
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que fuera Aiden, que siempre bajaba las escaleras como un guerrero
preparándose para la batalla.
Salté fuera del colchón, conteniendo la respiración.
Dos esbeltas piernas dentro de un pantalón, y luego una ondulada
camisa blanca metida en la parte delantera de los jeans. Vi las botas de mi
visitante a la distancia. Eran botas geniales.
Olivia.
Una oportunidad acababa de golpear.
Ella se detuvo en la parte inferior de la escalera, retirándose los rizos de
su cara. Su tez color caramelo era hermosa, incluso cuando estaba pálida.
Parecía que estaba mirando a una horda de daimons ahora.
—Alex —susurró ella, tragando saliva.
Poco a poco, para que ella se fuera corriendo por las escaleras, me
acerqué a los barrotes. Supe el momento en que ella tuvo una buena
mirada de mis ojos, porque retrocedió, golpeando el primer escalón.
—No te vayas —le dije, agarrando los barrotes. La pálida luz azul brilló—.
Por favor no te vayas.
Su garganta se movió de nuevo y echó rápidamente un vistazo detrás
de ella antes de que su mirada se volviera de nuevo hacia mí. —Por todos
los dioses, es cierto. Tus ojos...
Sonreí irónicamente. —Toma un poco de tiempo acostumbrarse.
—Sin duda. —Ella respiró hondo y se acercó más—. Aiden... él me va a
matar si se entera de que estoy aquí, pero yo sólo tenía que verte por mí
misma. Él... estaba diciendo que te tienes que quedar aquí, que eres
peligrosa.
Por una vez, la impulsividad de otra persona me beneficiaba. —Yo no
soy peligrosa.
—Dijeron que amenazaste con hacer una corona con la caja torácica
de Deacon.
Oh, demonios... —No hice nada.
Ella no parecía muy convencida.
—Está bien. Ya me conoces. Digo cosas malas cuando estoy enojada.
Sus labios se torcieron. —Sí, lo haces. Alex... —Su mirada parpadeó
sobre los barrotes—. Maldición...
Tenía que proceder con cautela, pero tenía que hacerlo rápido.
¿Quién sabía cuánto tiempo teníamos antes de que Aiden se diera cuenta
de que Olivia estaba aquí y arruinara toda mi diversión? Usar una
compulsión sería la manera más fácil y rápida para tratar con esto, pero...
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pero una parte de mí, esa estúpida, estúpida parte de mí, quería hablar
con ella... mi amiga.
Y había algo que no había tenido la oportunidad de decirle, algo
importante.
Olivia se acercó aún más a la celda. —Te ves... te ves terrible.
Fruncí el ceño. —¿De verdad?
—¿Has estado durmiendo?— Su mirada me recorrió—. Has perdido
peso.
Sintiéndome algo aliviada al saber que no había engordado, me
encogí de hombros. —Tú te ves genial.
Ella me tocó la mejilla. —No me siento genial. No tienes idea de lo que
está pasando afuera. Todo el mundo está asustado, debido a...
—Debido a nosotros.
—¿Nosotros?
—Seth y yo. —Apoyé la cabeza contra los barrotes—. Fuiste a Nueva
York, ¿verdad?
Olivia negó. —Empezamos a ir, pero está muy mal allí. No van a dejar
entrar a nadie. El lugar se encuentra en clausura, pero hay muchas peleas
dentro… o eso es lo que escuché.
El Elixir había dejado de trabajar allí, cortesía de Lucian, y mi padre... mi
padre estaba allí.
—Los dioses, tienen esas cosas alrededor de los Covenants. —Ella se
estremeció y rodeó con sus brazos su esbelta cintura.
Mi interés despertó. —¿Qué cosas?
—No lo sé. Son como mitad toro, mitad hombre, pero máquinas. Nos
encontramos con ellos cuando íbamos camino a Nueva York. Mi madre
continuó, pero ella no me quería allí. Me envió aquí con Laadan.
Un recuerdo brumoso resurgió, uno de Apolo y Aiden hablando de esas
criaturas. Me pregunté si mi Seth sabía sobre ellas. Probablemente. Solté las
barras y nuevamente escondí mi pelo enredado. Las puntas se curvaban a
la mitad de mi pecho y probablemente necesitaban un corte. Alrededor
de Olivia, no podía dejar de compararme.
—Alex, las cosas van a empeorar. Tú…
—Vi a Caleb.
Su boca se abrió, y lo que fuera que ella podría haber dicho había sido
olvidado. —¿Qué?
—He visto a Caleb dos veces desde que él... pasó. —Tenía que sacar
esto, y entonces hacer lo que tenía que hacer. Mi Seth llamaría a esto una
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debilidad y lo era, ya que estaba perdiendo un tiempo precioso, pero
Olivia necesitaba saber. Había prometido a Caleb que se lo diría a ella, y
después de que me escape no tenía idea de si volvería a verla—. La Orden
me atacó cuando todavía estaba en el Covenant. Uno de sus miembros
me mató. Fui al Inframundo…
— ¿Tú moriste?
Hice una mueca. —Sí, estaba muerta, y a la vez no lo estaba. Larga
historia. Pero vi a Caleb.
Una mano voló a su pecho. —¿Estás jugando conmigo? Porque te juro
por los dioses, Alex, que voy a hacerte daño.
Lindo, teniendo en cuenta que no podía tocarme, pero sonreí. —Caleb
está bien. Está realmente bien. Pasa la mayor parte de su tiempo jugando
a la Wii, y se veía muy bien. Nada como... —La parte posterior de mi
garganta quemaba. —Está muy bien.
Sus ojos brillaban en la penumbra. —¿De verdad lo viste?
Asentí con la cabeza. —Él quería que yo te dijera algo. No tuve la
oportunidad, con todo lo que está pasando.
—Comprensible. —Ella ahogó una carcajada—. ¿Qué... qué te dijo?
Olivia siempre había tenido las manos cuidadas, pero su esmalte
estaba agrietado y viejo. Mantuve mis ojos en ella. —No sé lo que esto
significa, pero me dijo que te dijera que habría elegido Los Ángeles.
Hubo una inhalación aguda, y el silencio se prolongó tanto tiempo que
eventualmente eché un vistazo, y cuando lo hice, casi deseé no haberlo
dicho.
Las lágrimas corrían por las mejillas de Olivia, corriendo sobre sus dedos
ahora presionados contra sus labios. Una emoción subió a través de mi
garganta y me mordí el labio. Los Ángeles deben de haber significado
algo realmente importante. Me hubiera gustado estar en el otro lado de
estas barras, no para escapar, sino para abrazarla. Pero tenía que estar en
el otro lado de las barras, y tenía que escapar. No había más tiempo.
—Olivia —le dije, y mi voz era diferente, incluso a mis propios oídos; era
más suave y lírica. El poder tarareaba.
Ella se tensó, y luego sus manos salieron de su boca, sus ojos se clavaron
en los míos. Las lágrimas se aferraban a sus pestañas gruesas, pero ellas no
eran lo que hacía que sus ojos brillasen ahora. Era la compulsión en mi voz,
una habilidad que se había convertido innata al Despertar. Una parte de
mí aborrecía lo que estaba haciendo. Olivia era mi amiga. Usar una
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compulsión en ella estaba mal, pero no había otra manera. Tenía que
llegar a mi Seth. Con el tiempo, ella lo entendería.
—¿Sabes dónde están las llaves, Olivia?
Ella asintió lentamente.
—Bueno. Eso es muy bueno. —Me estiré a través de los barrotes,
haciéndole un gesto para que viniera hacia mí. Cuando ella puso su mano
fría en la mía, apreté suavemente—. ¿Dónde están?
—Con Aiden. — Sus palabras eran lentas.
Maldición. Eso no era bueno—. ¿Y dónde está Aiden?
—Él está con tu tío y Laadan. —Un suspiro escapó de sus labios.
Mierda. No había manera de que ella pudiera conseguir las llaves. Mi
mirada se deslizó hasta la puerta de la jaula y surgió una idea. Soltando su
mano, agarré las barras y vi el resplandor de la luz. Era débil y no
alcanzaba la marca Titán en el techo.
—Olivia, ¿puedes ayudarme? —Usé todo el poder que tenía en mi voz,
y sus ojos se abrieron—. Me ayudarás, ¿verdad?
—Sí.
—Genial. — Sonreí mientras me apresuraba hacia la puerta. El punto
más débil era el lugar donde estaba la cerradura; si las dos trabajábamos
al mismo tiempo, tal vez sería suficiente—. Necesito que tires de la puerta,
Olivia, lo más fuerte que puedas.
Se acercó a la puerta en un sueño, colocando obedientemente sus
manos en el mango.
—Pon todo en ella —le rogué en voz baja—. Tira. Tira con fuerza.
Y lo hizo. Los mestizos eran increíblemente fuertes, y tanto el suelo como
las barras se sacudieron. Olivia se dobló por la cintura, cavando con sus
botas. Di un paso atrás, deseando tener unos zapatos, porque esto
realmente iba a doler.
—Sigue tirando —le ordené, y luego respiré profundamente.
Retrocediendo medio camino, me di la vuelta y planté mi talón en la
cerradura. El dolor se dividió en mi pie mientras brillante luz azul destellaba
y luego desaparecía rápidamente. Un pequeño hueco apareció entre la
puerta y las barras.
—Tira muy duro, Olivia.
Ella gruñó, tirando hacia abajo.
Caleb iba a perseguirme por esto.
Echándome hacia atrás, golpeé la puerta de nuevo. Apareció otra
brecha. Con el pie ya entumecido, le di una patada más. El metal gimió y
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cedió. La fuerza repentina envió a Olivia al suelo y la puerta... estaba
abierta.
Sin perder tiempo, corrí a través del hueco, medio esperando ser
detenida por una defensa desconocida, pero entonces yo estaba en el
otro lado de los barrotes.
Quería hacer un baile de la victoria y gritar, pero me dejé caer y apreté
las mejillas de Olivia. Ella me miró a los ojos, completamente bajo mi
control. —Quédate aquí, ¿de acuerdo? Quédate aquí hasta que alguien
venga y te lleve.
Olivia asintió.
Empecé a irme, pero me detuve. —Tú no te vas a culpar por esto. Me
vas a culpar a mí.
—Está bien —fue su suave respuesta.
La dejé ir y empecé a ir hacia las escaleras. Un sabor amargo estaba
en la parte posterior de mi boca al mirar por encima del hombro. Olivia se
quedó en el suelo, sus ojos fijos en el lugar donde yo me encontraba.
—Gracias —le dije, no es que importara. Ella no me escuchaba ni me
entendía. No iba a hacer nada hasta que alguien viniera aquí, y entonces
sería como despertar de un sueño.
Volvería a verla. Una vez que mi Seth y yo cambiáramos las cosas,
volvería a verla y me disculparía.
Tranquilizada por eso, me deslicé subiendo por las estrechas escaleras,
deteniéndome en la puerta. No hubo voces en el otro lado. Tomando un
segundo, probé el vínculo con Seth. Él no estaba allí, y yo no tenía tiempo
para esperar a que se presentara. Tan pronto como estuviera fuera y
supiera dónde estaba, lo llamaría.
Asomándome por la puerta abierta, revisé el pasillo. Vacío. Era estrecho
y había cuadros colgados en las paredes. Se dividía en dos direcciones.
Hacia la derecha, luz natural entraba por una pequeña ventana,
llamándome. Me deslicé por la puerta, cerrándola detrás de mí mientras
tomaba conciencia de mi entorno. Había estado en el Elixir la última vez
que me había encontrado arriba (la única vez, en realidad) y recordé
vagamente que esta sala llevaba a la cocina y una especie de salón.
Pasando la cocina estaba la terraza acristalada, que daba al exterior. Una
extraña sensación se desplegó dentro de mí, y hubo un destello de Aiden y
yo en esta terraza acristalada.
Lo empujé fuera de mi cabeza y me moví silenciosamente por el pasillo.
Sinceramente deseé que alguien hubiera dejado una daga o algo por ahí.
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No hubo tanta suerte. Ahora que lo pensaba, debería haberle preguntado
a Olivia donde estábamos. Puse mis ojos en blanco. Dios, que idiota era a
veces, pero había estado tan preocupada por liberarme.
Cuando me acercaba a una de las puertas cerradas, me pareció oír a
Deacon riendo, y luego a Luke. Mordiéndome el labio, me deslicé por la
escalera que conducía hacía arriba….
La puerta se abrió y me encontré cara a cara con Lea. Mierda.
Boquiabierta, Lea parpadeó y dio un paso atrás, chocando contra la
pared.
—No…
Su agudo y estridente grito de batalla me sobresaltó, y luego se
abalanzó sobre mí. Ella en realidad se abalanzó sobre mí. Dioses. Sin tiempo
para una compulsión, desvié su golpe con un puñetazo que la hizo girar. Se
contuvo con la pared y lanzó un gruñido. Antes de que pudiera recuperar
su equilibrio, deslicé su píe por debajo de ella justo cuando la cara
sorprendida de Deacon aparecía en la puerta.
—Oh, mierda —dijo él y retrocedió rápidamente cuando Luke salió
disparado hacia adelante.
Luke intento agarrarme, pero yo era rápida. —Alex, tú no quieres hacer
nada...
Al final del pasillo, la última puerta se abrió hacia arriba, golpeando en
los paneles de yeso. Capté un vistazo de los pantalones negros. Centinela.
Sin pensarlo dos veces, levanté mi brazo y puse en acción la peor parte del
elemento aire.
Lucas voló hacia atrás, sus ojos muy abiertos y aturdidos. Chocó contra
Lea, que se había trasladado al frente de Deacon para protegerlo. Hubo
varios gruñidos, un grito de dolor, y entonces alguien gritó mi nombre.
Corriendo alrededor, salí de la cocina. Mis pies descalzos golpeaban en
el suelo mientras bordeaba la mesa y entré en la terraza acristalada.
Llegué a la puerta en cuestión de segundos, tirando de ella para luego
darme cuenta de que estaba cerrada. Maldiciendo entre dientes,
desbloqueé la maldita cosa y abrí la puerta.
Aiden entró en la cocina. —¡Alex! ¡No!
Era demasiado tarde. Yo estaba fuera. Era libre.
Seis
Traducido por Jess
Corregido por Dafne

7

Hummer: Marca de automóviles todoterreno.

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E

n el momento en que la luz del sol tocó mi piel, vacilé un paso. Se
sentía como si hubieran pasado años desde que había sentido el
calor de la luz natural. Mis sentidos volvieron a la vida. El pasto
estaba frío bajo mis pies, y húmedo. Gruesos y altos olmos se difuminaban
cuando me lancé a través de un pequeño camino de tierra, alrededor de
un Hummer7, y entré a los grandes bosques que rodeaban la cabina.
Con mis piernas y brazos bombeando, seguí corriendo. Mi cabello fluía
detrás de mí, y empujaba con fuerza, poniendo atención, en busca de
alguna señal de dónde estaba. No había nada.
Una planta de semillero se arraigó. Salté a través de un árbol caído, mis
pies patinaron sobre afiladas agujas de pino. ¿Cómo iba a decirle a mi
Seth donde estaba cuando no tenía ni idea?, pero malditos árboles…
—Alex, ¡Detente!
Mi respiración se detuvo y me atreví a mirar hacia atrás.
Era él: Aiden.
—Mierda —escupí, acelerando.
Más adelante, había un arroyo: el arroyo. Me acordé de eso. Miles de
años de Apollyons y sus habilidades se apresuraron a través de mí.
Aprovechar la capacidad era tan fácil, como deslizarse en jeans
desgastados, era irritante teniendo en cuenta la formación atroz que había
atravesado en la preparación del despertar y por supuesto, mi Seth habría
sabido. Idiota.
Extendiendo un brazo, convoqué al agua, dispuesta que respondiera a
mí.
El agua se agitó, y luego una corriente de agua saltó por el aire, un
arco alto por encima de mí. La pared de agua seguía llegando, drenando
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el arroyo poco profundo en segundos. Giró en un embudo, golpeando la
tierra detrás de mí. Una maldición fue ahogada. Eso debería haberme
comprado algo de tiempo.
Corriendo sobre el lecho del arroyo, el barro salpicó mis pies y mis
pantalones vaqueros. Ramas bajas desgarraron mi pelo, enganchando
hebras en mi camisa y rasgándola, pero seguí adelante. La luz del sol se
asomaba entre las ramas gruesas mientras me dirigía más en el bosque,
lejos de la cabaña... lejos de él.
Sin previo aviso, el enlace cobro vida. ¿Alex?
Estoy fuera. Salté sobre una roca en un pequeño barranco y aterricé en
cuclillas. Me levanté y seguí corriendo. No sé dónde estoy, pero estoy
fuera. Seth, estoy—
Podía escuchar a Aiden. Él estaba cerca y rápido, impulsada por algo
más fuerte que el éter y supe, incluso tan rápida como era yo, no habría
sido capaz de escapar en este tiempo si la pared de agua no le hubiera
dejado. Tendría que luchar. Pero no estaba sola. Mi Seth estaba aquí.
Patinando para detenerme, me giré. El viento sopló mi cabello hacia
atrás mientras arrastraba agua dulce, el aire de las montañas. Aiden saltó
del pequeño barranco, aterrizando en cuclillas ágilmente varios pies de
distancia frente a mí. El agua brotaba de las ondas oscuras pegados a su
cabeza, y su camisa negra se aferraba a los duros músculos de su pecho y
estómago. Bajo el material fino, empapado, sus hombros se tensaban.
Nuestros ojos se encontraron.
Se levantó con gracia, con las manos abiertas a los costados.
—No quieres hacer esto —le advertí—. Aléjate.
Aiden vino hacia adelante. —No voy a dejarte. Nunca voy a hacer eso.
Hubo un aleteo en el pecho que no pertenecía allí. Di un paso atrás,
sintiendo el calor que irradiaba a través de mis dedos.
La voz de mi Seth zumbó a través del vínculo y yo sabía lo que quería
que hiciera, y, entendí por qué tenía que hacer esto.
Respiré profundamente y levanté la barbilla. —Entonces, es tu funeral.
—Que así sea.
Me lancé hacia Aiden.
Él estaba preparado para eso. Se lanzó hacia la izquierda, evitando mi
ataque. Era rápido y muy hábil. Lo sabía, porque él me había entrenado,
pero era mejor que él. Yo era otra cosa.
Moviéndome velozmente, me hundí y fui hacia sus piernas. Aiden saltó y
disparé, golpeando mi puño contra su estómago. Retrocedió un paso,
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pero recuperó rápidamente el equilibrio. Mi siguiente golpe fue desviado.
El tercero le di en la mandíbula, enviando su cabeza hacia atrás.
La luz del sol se reflejaba en las dagas unidas a sus muslos, y fui a por
ellas. Aiden giró a la izquierda en el último segundo, y mis dedos sólo
agarraron el mango de una. Él se apoderó de mi muñeca, girando sólo lo
suficiente para hacerme gritar y dejarla ir. Mi cabeza se alzó ante la
explosión de sorpresa ante el dolor, y se reflejó en sus ojos color gris. Por
alguna razón, yo no esperaba que me hiciese daño. Creo que... No sabía
lo que pensaba.
Me empujó hacia atrás y como si pudiera leer mis pensamientos, dijo—:
No quiero.
Furia atravesó en mí como un cohete. —No puedes hacerme daño.
Aiden saltó fuera del camino cuando me disparé hacia adelante.
Girando, le di una patada de vuelta contra sus riñones. Me volví para
volver a hacerlo, pero Aiden cogió mi pierna y me lanzó hacia atrás.
Golpeé el suelo y apareció, tirando mi cabeza hacia atrás.
Energía chocó contra mí. El akasha hervía bajo la superficie, a la espera
de ser llamado, demandando.
Volé hacía Aiden y peleamos, brutalmente. Sobre todo por mi parte,
porque Aiden era más sobre la defensiva en lugar de la ofensiva, pero
moretones estaban repartidos, uno tras otro.
Surgieron recuerdos de nuestro entrenamiento juntos. No estaba segura
si eso era una ventaja para cualquiera de nosotros, porque anticipábamos
los movimientos del otro y ninguno de nosotros podría tener ventaja. Me
caía y él estuvo allí para desviarme. Se movió y me escapé antes de que él
me acorralara. Golpe por golpe nos fuimos, y en la parte de atrás de mi
cabeza, sabía que podía haber llamado a los elementos, pero no lo
hicimos. Tal vez fue toda la rabia acumulada y ser enjaulada durante tanto
tiempo, y yo necesitaba el aspecto físico de la lucha. Tal vez era algo más.
La sangre goteaba de los labios de Aiden. Una marca roja florecía en
su mandíbula. Su camisa estaba rota a lo largo de la parte central,
dejando al descubierto una hilera de abdominales tensos, pero no
mostraba signos de desaceleración.
Frustrada empujé fuera del árbol, gané un poco de aire y me retorcí,
dándome cuenta de mi error, un instante después de que fuera
demasiado tarde. Como supuse, Aiden se metió en ella, cogiéndome por
la cintura y me dio vueltas. En el entrenamiento, nunca había sido capaz
47
Página

de conseguir más allá de él de esta manera. Debería haberlo sabido
mejor.
Incliné mi peso hacia adelante y ambos fuimos de rodillas. Había
probado la sangre, pero Aiden no me había golpeado. Ni una sola vez.
Pero mi cara se había conectado con el suelo más de un par de veces.
—Ríndete —gruñí, echando la cabeza hacia atrás.
Sus brazos se apretaron a mi alrededor. —Ya deberías saber que no voy
a renunciar a ti. No eres tan estúpida.
—No puedo decir lo mismo de ti. —Abrí mis muslos y reuní mis fuerzas—.
No puedes ganar.
Su aliento bailaba sobre mi cuello. —¿Quieres apostar a eso?
Apreté los dientes. —No puedes tenerme. No soy—
—No eres de él, Alex. ¡No perteneces a nadie más que a ti misma!
Estaba equivocado, tan equivocado. Yo pertenecía a mi Seth. Fui
creada para él, sólo él, y Aiden estaba en mi camino.
Meciéndome hacia adelante, puse suficiente espacio entre nosotros y
me incorporé, rompiendo su agarre. Lancé el brazo hacia atrás,
golpeando en su mejilla con el puño cerrado. El impacto lastimó mis
nudillos.
Aiden se apoyó sobre una rodilla y escupió sangre. —Dioses.
Girando alrededor, empecé a correr, haciendo caso omiso de las
afiladas piedras clavadas en las plantas de mis pies.
Había recorrido unos cinco metros antes de que fuera tacleada por
detrás...
Aiden me levantó así que mi espalda estaba clavada en su pecho. —
¿A dónde vas tan rápido? Cuando la diversión apenas comienza.
—¡Te odio! —Luché violentamente, tratando de excavar en el suelo. La
suciedad saltaba cuando daba una patada para arriba mientras lo
golpeaba, cada vez más como un animal atrapado en una red—. ¡Te
odio!
—Puedes odiarme todo lo que quieras, pero eso no cambia nada. —Él
se puso de pie y empezó a arrastrarme hacia atrás, y supe que él me
arrastraba hasta el fondo de la cabaña a la jaula—. No voy a dejar que te
hagas esto a ti misma.
Me moví y me tiré de un lado a otro, pero estábamos de nuevo en el
grupo de árboles en cuestión de segundos. —¡No puedes detenerme! ¡No
puedes hacer esto!
—No entiendes, Alex. No puedes estar aquí afuera.
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Le di un codazo.
Él gruñó, pero no me soltó. —Ellos te matarán. ¿Entiendes? —Él me
sacudió—. ¡Ellos vendrán a matarte!
—¡No me importa! — grité con voz ronca—. Me tengo que ir. ¡Tengo
que estar con él! .
Aiden aspiró una bocanada de aire y su agarre se aflojó un poco.
Usando mi oportunidad, levanté las piernas y el esfuerzo conjunto nos
derribó. Aiden golpeó el suelo primero y rodamos antes de que pudiera
liberarme, puso sus manos en mi espalda, empujándome hacia abajo.
Llenándome la boca de barro y pasto.
—¡Basta! —siseó en mi oído—. Esto no va a funcionar, Alex. A ti no te
preocupa morir, pero yo si me preocupo por ti .
—¡No me importa! Todo lo que importa es Seth. Si no puedo estar con
él, entonces prefiero estar muerta.
—¿Por lo menos te estás escuchando? —Sus manos apretaban mis
hombros—. ¿Prefieres morir si no estás con él? ¿Sabes lo débil que es eso?
¡La Alex que conocí no sentirá algo como eso!
Lo que dijo me llegó profundamente y se rompió algo dentro de mí.
Enfurecida, planté mis manos en el suelo frío y sentí temblar la tierra. Un
gran estruendo inició a continuación, y el suelo cedió ante nosotros,
rodando como mares tormentosos. Fuimos arrojados lejos. Me estrellé
contra un árbol y golpeé el suelo sobre mis manos y rodillas.
Un relámpago atravesó el cielo, me cegó por un instante. Nubes
rodaron adentro, bloqueando el sol, y la oscuridad cayó. Los cielos se
abrieron y una lluvia torrencial nos golpeó.
No sabía si era yo o cualquier otra cosa. Yo estaba más allá de que me
importara. Una bola gigante de emoción se instaló en mi estómago,
desordenándose con velocidades de vértigo. Ira. Frustración. Miedo. Todo
ello me atravesó.
El aire saltó debajo de mí y me levanté del suelo. Carga estática.
Chispas volaron. El mundo era de color en tonos ámbar. No era yo. Yo no
era nada.
Aiden estaba a pocos metros de distancia, sus ojos plateados clavados
en mí. Una expresión de horror y asombro marcaban sus rasgos más
llamativos.
Yo era un dios, como Seth había dicho. Éramos dioses.
Hazlo. El susurro de Seth penetró mi sangre. Es el momento.
49
Página

Mis pies tocaron el suelo y dí un paso adelante… uno, y luego otro.
Aiden no se movió. Esperó. Lo vi en esos ojos, la finalidad de esto. Él no iba
a ganar, no podía, y él lo sabía. Aiden lo aceptó.
Cuando lo alcancé, la lluvia cesó y las nubes se separaron. El sol siguió
mis pasos.
—Alex. —La voz de Aiden estaba rota.
Como una cobra saltando, tomé las piernas de Aiden por debajo de él
y él estaba en su espalda antes de poder tomar otro aliento. A horcajadas
sobre él, puse mis manos en sus hombros. Las marcas del Apollyon brillaban
de un azul vibrante y corrían por mi piel.
Me incliné, poniendo mis labios por encima de él, y las palabras que
salieron de mi boca eran mías... pero no lo eran. —Tus momentos finales, St.
Delphi. —Apreté mis labios hasta la esquina de los suyos y se estremeció—.
Eres débil porque amas.
Aiden me miró sin pestañear. —Amar no es una debilidad. El amor es lo
más fuerte que existe.
Mis labios se curvaron en una sonrisa. Idiota.
El akasha salió a la superficie. Mi piel estaba en llamas, yo estaba en
llamas. Luz azul brillante se formó en mi brazo derecho, dando vueltas, y
subió hasta mis dedos. Luz acampanada, intensa y tan hermosa como
destructiva.
La luz del sol caía sobre nosotros, y me eché hacia atrás. El akasha
había cubierto mi mano derecha. Cuando lo dejara ir, apagaría la vida de
todo a su paso. Había muerte en esta belleza. Y Aiden no hizo ningún
movimiento para defender su vida.
Tenía los ojos fijos en los míos y él se estiró lentamente. Las puntas de sus
dedos, callosos por los ejercicios de entrenamiento y combate, rozaron mi
mejilla con ternura. —Te amo, Alex. Siempre lo haré.
Parpadee. Mi corazón tartamudeó. No podía mantener mi cabeza
alrededor, cómo él podía decir que, como... decir cosas con tanto amor, a
segundos de la muerte.
Hazlo, Alex, y luego podremos estar juntos. Liberaremos a los mestizos y
a tu padre. Vamos a cambiar el mundo. Tú y yo, Ángel, estaremos juntos
para siempre.
Mi mirada cayó entre nosotros. El collar rosa se había deslizado hacia
fuera, expuesto por el cuello roto de mi camisa. Un rayo de luz atrapo los
bordes de cristal de color rojo oscuro de la rosa en la flor… tal cosa
delicada, creado por las manos de un verdadero guerrero.
50
Página

El aire dejó mis pulmones y mi brazo comenzó a temblar.
Estamos en esto juntos, Alex, hasta el final. Esas palabras no eran de
Seth, pero esto era el final. Mis ojos ardían como si estuviera lloviendo
ácido, pero los cielos estaban claros. Yo estaba a segundos de la libertad...
pero tantos, tantos recuerdos empezaron a pasar por mi cabeza.
No podía dejar de mirar la rosa.
Imágenes de la primera vez que había visto Aiden mientras yo había
estado entrenando con Caleb, luego otra vez cuando había llegado a
través de la pared de fuego y me salvó, salvó mi vida. Los recuerdos de su
paciencia, su apoyo, incluso su frustración conmigo.
Seth me llamó, pero le dio un manotazo lejos. Estos recuerdos eran
importantes. Querían decir algo, todo, para mí, ¿no? No había habido
ningún sentimiento unido a ellos antes, pero ahora estaban empapados
con emociones. Me concentré en ellos, recordando cómo se había
preocupado por mí después de Gatlinburg, cómo había estado allí para mí
cuando me vine abajo después de que mamá... mi mamá. La primera vez
que me sostuvo—que me besó. Nunca hubo ningún juicio en los ojos de
Aiden, como si yo fuera su igual.
Yo siempre había sido un igual para Aiden.
Mi pecho se levantó bruscamente. El día en el zoológico se apoderó de
mí, y luego el Día de San Valentín. El amor que habíamos compartido.
Tenía que decir algo.
No podía respirar.
Yo daría todo por ti.
Seth me llamó de nuevo, pero me estaba rompiendo a pedazos.
Rompiendo. Todo venía. Piezas de quien solía ser fueron repelidas por lo
que me había convertido. El pasado y el presente no podían coexistir en el
futuro.
Estaba dividida en dos.
Seth gritaba ahora, su voz rugiendo en mi cabeza, y no había manera
de escapar. Estaba en todas partes, en todas mis células, pensé, y él tiró de
mí. Pero no podía respirar, y él estaba debajo de mí y no podía pensar con
claridad. Hubo de nuevo tantas voces. Muchas eran diferentes, algunas
eran mi propia voz... y yo no podía pensar.
Me concentré en el escudo mental que Seth me había enseñado.
Necesitaba un momento, sólo un segundo de silencio para pensar en esto,
para entender por qué no se estaba defendiendo a sí mismo y cómo
podía amarme.
51
Página

Seth estaba furioso. Dolor atravesó mi cabeza como si alguien hubiera
tomado un picahielos y comenzara a golpear en mi cabeza, sabía que él
odiaba eso, pero necesitaba tiempo. Él me gritó, pero me imaginaba esas
paredes. Eran neón rosa, paredes deslumbradas, y ellas fueron hacia
arriba, apiladas alto y más alto. Las hice gruesas y llenas de titanio,
rematados con alambre de púas y lancé una pequeña valla eléctrica por
encima de ellos, y todo eso fue respaldado por el poder de los dioses. Una
película de luz azul con brillo cubría las paredes.
El lazo se rompió dentro de mí, retrocediendo como un latigazo y luego
se había ido.
A excepción de un leve zumbido, se hizo el silencio, era sólo yo ahora, a
solas con todo lo que había hecho.
Inclinando la cabeza hacia atrás, grité.
Desbloqueados desde el fondo de mi alma, los gritos seguían llegando
y llegando. No pude evitarlo. No podía comprender lo que me había
convertido; las cosas que había hecho. Y cuando me detuve, fue sólo
porque mi garganta estaba en carne viva.
Me puse al lado de Aiden, incapaz de mirarlo, porque... las cosas... mi
cuerpo temblaba, me arrastré por el suelo fangoso y me hice un ovillo
contra un árbol. Presionando la cara contra mis rodillas, respiré
entrecortadamente, pero me dolía el pecho y la presión seguía
construyéndose.
—¿Alex? —llamó Aiden, con la voz ronca y entrecortada.
Evitándolo, quise que me dejara. Tenía que huir de él tan rápido como
pudiera.
Unas fuertes manos se posaron en mis hombros y luego se deslizaron
sobre mis brazos, envolviéndose suavemente alrededor de mis muñecas. Él
sostuvo mis manos, y aunque yo no podía soportar mirarlo, mis ojos se
abrieron.
Era como ver a Aiden después de meses de separación. Era claro para
mí. La curva de sus anchos pómulos, el toque pícaro de sus hoyuelos y la
fuerte línea de su mandíbula; características con las que me había
comprometido hace millones de años. Las ondas oscuras se cerraban
sobre su piel de forma tan natural... la piel marcada por los golpes y rayas
de color carmesí. Los moretones que le había dado, pero que aún tenía la
belleza masculina que siempre me deshacía.
Página

52

Aiden se estremeció, y luego apretó mis mejillas. Sus ojos grises buscaron
los míos. Estaban cubiertos de un fino brillo de lágrimas, pero Aiden nunca
lloró. —Alex... oh, dioses, Alex, ¿estás aquí?
Me largué a llorar.
Siete
Traducido por Jess
Corregido por Dafne

Página

53

S

í, yo no iba a parar de llorar pronto. Estás eran los más grandes,
temblorosos y vergonzosos tipos de sollozos. Realmente, no podía
pensar ni ver a mi alrededor—Demonios, incluso no podía respirar.
Aiden me sostuvo contra él, sus brazos un extraño y contacto terrenal. Él
murmuró unas palabras en griego antiguo. Entendí agapi mou varias
veces, y el resto tenía tanto sentido como las palabras que traté de decir
entre los sollozos. Sabía que ahora yo podía entenderlas si no estuviera
ahogándome en mis lágrimas, pero apenas podía entender el inglés por el
momento.
Empapé la camisa de Aiden.
Y aun así me abrazó contra su pecho mientras se apoyaba contra el
árbol, apartándome el cabello, apretando su mejilla contra la parte
superior de mi cabeza. Él nos meció. Los dos lo necesitábamos, creo.
Hubo pasos y voces en algún punto y me tensé en sus brazos. No sabía
quién venía, pero sentí a Aiden sacudir la cabeza, y luego los pasos se
retiraron.
Dioses, podía pensar —realmente pensar—, después de lo que parecía
una eternidad. Todo pensamiento se vio ensombrecida por el dolor dentro
de mí. El fuerte pinchazo que había sentido en el baño, lo comprendí
ahora. Mi corazón y mi alma habían estado gritando, tratando de llegar a
mí. Ese dolor estaba en todas partes ahora, golpeándome desde todos
lados.
No podía escapar de todas las cosas que había dicho y hecho desde
que me había Despertado. Desde el momento en que me había
conectado con Seth, me convertí en la viviente personificación de mi peor
miedo y ni siquiera me había dado cuenta. Seth y lo que él quería que me
habían consumido hasta que no había quedado nada, y yo que pensaba
que era más fuerte que eso.
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4 apollyon

  • 1.
  • 2.
  • 3. Índice Staff Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23 Capítulo 24 Capítulo 25 Capítulo 26 Capítulo 27 Capítulo 28 Capítulo 29 Capítulo 30 Capítulo 31 Capítulo 32 Capítulo 33 Capítulo 34 Capítulo 35 Capítulo 36 Capítulo 37 Créditos
  • 4. Staff Moderadores Fenix Dafne Candice Chienne Alpha Traductores Fenix Jeyly Carstairs Dafne Arcangel Jess Cin Jesslovenly Martina pederzoli Ysandre Sofh Correctores Dafne MaryJane Esperanza.nino Patricia.01 Mar¡Cipriano Martina pederzoli Dafne Gaz 4 Diseño Página Recopilación y Lectura Final
  • 5. Uno 1 TRex: abreviatura de Tiranosaurio Rex. Es una especie terrestre carnívora y muy peligrosa de dinosaurios. 5 i sangre punzaba por una pelea. Mis músculos gritaban que querían participar. Mis pensamientos estaban cubiertos en una embriagadora neblina ámbar de poder. Yo era el Apollyon. Ejercía control sobre los cuatro elementos, y sobre el quinto y el más poderoso akasha. Yo alimentaba al Dios Asesino. Yo era su gran poder, el as en la manga. Yo era el principio y él era el final. Y juntos, éramos todo. Sin embargo, lo único que podía hacer era caminar de un lado a otro. Enjaulada e impotente debido a las marcas grabadas en el cemento que había encima de mí y por las barras elaboradas por un dios. —Alex. Por supuesto, no estaba sola. Oh no. Mi propio infierno personal era una fiesta para dos. Bueno, en realidad era un trío... cuarteto de clases. Sonaba más divertido de lo que era. Voces... habían tantas voces en mi cabeza. —¿Te acuerdas? Incliné mi cabeza hacia la derecha, sintiendo el estiramiento de los músculos y el crujido de mis huesos. Luego repetí el mismo movimiento hacia la izquierda, moví los dedos: el meñique, el anular y el medio... una y otra vez. —Alex, sé que puedes oírme. Miré por encima de mi hombro, mi labio encrespándose por lo que veía. Hombre, lo que haría con ese purasangre si tuviera un hueso de TRex1. Aiden St. Delphi estaba al otro lado de los barrotes. Allí, él era una fuerza inamovible. Pero sin las protecciones de Hefesto o Apolo entre nosotros, él se convertiría en algo intrascendente. No. No. No. Página M Traducido por Dream of Glass Corregido por Esperanza.nino
  • 6. 6 Página Mi mano voló por impulso propio hacia la rosa de cristal, sintiendo los bordes suaves y delicados. Él lo era todo. Sentí dolor agudo en mis sienes, y gruñí. Enviándole una mirada de odio, le di la espalda, enfrentándome a la pared de cemento desnudo. — Deberías haberme mantenido en el Elixir. —Nunca debería haberte puesto en el Elixir —respondió él—. Ese no era el camino para llegar a ti. Me reí con frialdad. —Oh, ¿quieres llegar hasta mí? Hubo una pausa. —Sé que todavía estás ahí, Alex. Bajo esta conexión, sigues siendo tú: la mujer que amo. Abrí la boca, pero no había palabras, sólo recuerdos de estar parada junto a la corriente diciéndole a Aiden que lo amaba. Y un sinfín de pensamientos y acciones centradas en él. Meses —sino años— de recuerdos, una y otra vez, hasta que ya no podía distinguir entre el pasado, el presente y lo que iba a ser de mi futuro. Como si sintiera que mis pensamientos se habían ido, él dijo—: Hace unos días me dijiste que me amabas. —Y hace unos días yo era tan alta como un cometa y me escondía en armarios, gracias a ti —Me di la vuelta, justo a tiempo para verlo estremecerse. Bien—. Tú me pusiste en el Elixir. Aiden aspiró una bocanada de aire, pero no apartó la mirada por vergüenza o culpa. Juntó fuerzas y sostuvo mi mirada, bloqueando en sus ojos lo que sabía que él odiaba con cada fibra de su ser. —Lo hice. Respiré profunda y pesadamente. —Voy a salir de aquí, finalmente, Aiden. Y te voy a matar. Lentamente. —Y asesinarás a todos los que me importan. Lo sé. Hemos hablado ya de eso. —Se apoyó en los barrotes. Esta vez no había ni un rastro de barba en su rostro. Estaba usando su uniforme de Centinela; todo negro. Pero había sombras oscuras bajo sus llamativos ojos. —Sé que no me harás daño si sales —continuó—. Creo en eso. —Triste. —¿Qué cosa? —Que alguien tan guapo como tú sea increíblemente estúpido. — Sonreí mientras sus ojos se entrecerraban. En el momento en que hubo un brillo en sus ojos, supe que había tocado un nervio. Eso hizo que sintiera todo caliente y borroso durante aproximadamente tres segundos y luego
  • 7. 7 Página me di cuenta que estaba todavía en una maldita jaula. Molestar a Aiden me ayudaba a pasar el tiempo, pero eso no cambiaba nada. Había mejores cosas que podría estar haciendo. Sólo tenía que esperar y actuar cuando llegara mi momento. La baja estática estaba en mi cabeza. Constante. Todo lo que tenía que hacer era utilizar bien esa oportunidad; pero supongo que en ese momento Aiden sospechó lo que estaba pensando, porque empezó a hablar. Yendo al colchón en el suelo, me senté y puse mis rodillas debajo de mi barbilla. Vi que Aiden me miraba. Y traté de retener esa voz que siempre se asomaba cada vez que él estaba callado alrededor mío. No me gustaba ni entendía esa voz. Aiden pasó una mano a través de su cabello, y luego se apartó de las barras. —¿Sabes lo que está pasando afuera, ahora mismo? Me encogí de hombros. ¿Tenía que interesarme? Lo único que me importaba era salir de aquí y conectarme con mi Seth. Entonces, si mi padre todavía estaba esclavizado en los Catskills, lo liberaríamos. Mi Seth me lo había prometido. —¿Te acuerdas lo que Poseidón le hizo a la isla Deity ? ¿Cómo demonios se supone que iba a olvidar eso? Poseidón había acabado con el Covenant allí. —Bueno, se va a poner peor, Alex. La mitad de los Doce Olímpicos quieren hacer la guerra a Seth y Lucian —continuó él—. Y estoy seguro de que él lo sabe. Tal vez eso es lo que él quiere pero ¿es eso lo que tú quieres? ¿Sabes cuántas vidas inocentes se perderán; cuántas vidas inocentes se han perdido? ¿Mortales y mestizos? ¿Es algo con lo que puedes vivir? Realmente yo no estaba viviendo, teniendo en cuenta que estaba en una jaula. —Porque yo sé que en el fondo no se puede vivir con uno mismo, sabiendo que ayudó a causar la muerte no de miles, sino de millones; sobre todo aquellos mestizos. Tú estabas cuestionándote el convertirte en un Centinela por la forma en que estaban siendo tratados. Si Seth sigue adelante con esto, van a morir La convicción en su voz era molesta. Así era la pasión con la que alimentaba sus las palabras. —Caleb, ¿te acuerdas cómo te sentiste después de lo que le pasó a Caleb— —¡No hables de él!
  • 8. 8 Página Sus oscuras cejas se alzaron. El shock se esparció a través de su cara y luego él se lanzó hacia esos malditos barrotes, agarrándolos. —¡Sí, Caleb, Alex! ¿Recuerdas cómo te sentiste cuando murió? ¿Cómo te culpaste a ti misma? —Cállate, Aiden. —¿Te acuerdas de estar tan rota que permaneciste en cama durante cinco días? Tu corazón estaba roto cuando lo perdiste. ¿Crees que querría verte hacerte esto? Su muerte fue por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, ¿pero esto? Habrá miles de Caleb, pero será tu culpa. Presioné mi cabeza en mis rodillas y apoyé mis manos sobre mis oídos. Pero eso no hizo nada para detener la creciente ola de emoción latiendo en mí o el dolor en mis sienes que se estaba convirtiendo rápidamente en un dolor agudo y punzante. Y no lo detuvo. —¿Y tu madre, Alex? —¡Cállate!—grité. —¡Esto no era lo que ella quería! —Los barrotes temblaban mientras él los golpeaba con lo que supuse eran sus puños. Eso tenía que doler—. Esto es por lo que ella murió protegiéndote. ¿Cómo te atreves simplemente a voltearte y dejarle que te haga— Todo mi cuerpo se quebró como una goma elástica demasiado estirada. —Cálla… El zumbido en mis oídos rugió, ahogando a Aiden y todo lo demás. En un instante, él estaba allí, deslizándose a través de mis venas como cálida y rica miel. Escúchame. Las palabras estaban en mis pensamientos, calmándome como el fragante aire del verano. Escúchame, Alex. Recuerda lo que vamos a hacer juntos una vez que nos conectamos. Liberar a los mestizos, y a tu padre. —Alex —saltó Aiden. Dioses, ¿no tiene nada mejor que hacer? El suspiro exasperado de Seth estremeció todo mi cuerpo. Bloquéalo. Él no importa. Nosotros sí. Mis dedos apretaron mi cabello. —Él está ahí ahora, ¿verdad? —La ira se profundizó en la voz de Aiden. Las barras se sacudieron otra vez. Al paso que estaba yendo, sus nudillos se iban a hacer papilla. Al igual que mi cerebro—. No le hagas caso, Alex. La risa de Seth era como astillas de hielo. ¿Sigue ahí? Miéntele, Ángel. A continuación, corre. Nadie podrá detenerte.
  • 9. 9 Página Tiré de mi cabello hasta que delgadas agujas apuñalaron mi cuero cabelludo. —Alex, mírame. —El filo de desesperación en la voz de Aiden alcanzó una parte de mí con la que no estaba del todo familiarizada. Mis ojos se abrieron y se dispararon a los suyos. Eran plateados al igual que la luna. Ojos hermosos—. Juntos podemos romper el vínculo entre tú y Seth. Dile que no quieres romper el enlace. Era increíble... y escalofriante lo mucho que Seth podía ver y oír cuando nos conectábamos. Era como tener a otra persona viviendo dentro de mí. —Alex —dijo Aiden—. Incluso si tú se lo dieras, él te drenaría como lo haría un daimon. Tal vez él no querría hacerlo, pero lo haría. Mi corazón tropezó. Había sido advertida antes por mi madre, hace unos meses. Fue una de las razones por las que había querido que me transformara en un daimon. Una razón completamente ilógica, pero aun así... Yo nunca te haría eso, Alex. Todo lo que quiero es mantenerte a salvo, para hacerte feliz. Liberar a tu padre es lo que quieres, ¿no? Juntos podemos hacer eso, pero sólo juntos. —No voy a renunciar —dijo Aiden. Un bendito silencio se extendió durante unos instantes—. ¿Oyes eso, Seth? Eso no va a suceder nunca. Él es molesto. Ambos son molestos. Entonces dije en voz alta—: No hay nada a qué renunciar, Aiden. Sus ojos se estrecharon. —Hay de todo. Esas palabras me parecieron extrañas. “Todo” era un fantasma de lo que fue y nunca podría ser. Todo había cambiado en el momento en que me había conectado a mi Seth. Era difícil de explicar. Meses atrás, cuando había tenido problemas para dormir, la conexión entre nosotros había calmado mi cuerpo y mente. Bueno, esto era como eso. No había un yo en esto. Algo así como no había sabido de Seth antes de que hubiera Despertado. Entendí eso ahora. Cuánto había luchado por estar cerca de mí, luchando por no dejarse atrapar por lo que me estaba pasando. Ahora éramos sólo nosotros, un solo ser que existe en dos cuerpos separados. Un alma que se partió. Solaris y el Primer… El dolor estalló detrás de mis ojos. No lo hagas. Su susurro se transportó por mis venas. No pienses en ellos. Fruncí el ceño.
  • 10. 10 Página Y entonces mi Seth siguió charlando. Lo mismo hizo Aiden. Pero no era tan estúpido como para entrar en la celda. Incluso cansada y contenida por las guardas, estaba segura de que podía atacarlo. Los minutos pasaron, tal vez horas, mientras que los dos asesinaban mis neuronas. Cuando todo terminó, me hundí en el colchón. Un infernal dolor de cabeza golpeó. Aiden sólo se fue porque alguien —¿mi tío?— había abierto la puerta, que por lo general significaba que algo estaba pasando. Rodé hacia un lado, estirándome lentamente. Finalmente. Seth suspiró. Estiré mis dedos. Las articulaciones me dolían. Él no se quedará durante mucho tiempo. No lo necesitamos para siempre, Ángel. Sólo tenemos que averiguar dónde estás. Y entonces vamos a estar juntos. Una leve sonrisa curvó mis labios. Si me concentraba lo suficiente, podía sentir a mi Seth en el extremo de la conexión zumbante que siempre estaba presente. A veces, él se escondía de mí, pero no ahora. Mi memoria juntó su imagen. Su tez dorada y las cejas ligeramente arqueadas se formaron en mis pensamientos. La fuerte curva de su mandíbula exigió ser tocada, y la sonrisa satisfecha en sus labios carnosos se extendió. Dioses, su rostro era sobrenaturalmente hermoso; duro como las estatuas de mármol que se utilizaban para rodear el edificio del Covenant. Pero... no había más estatuas en la isla Deity. No había nada. Poseidón había arrancado todo y lo llevó al océano. Los edificios, las estatuas, la arena, y las personas; todo se había ido. Perdí la imagen de Seth. La inquietud se formó la boca de mi estómago. Aiden había tenido razón… más o menos. Algo sobre toda esta situación me molestó, me hizo sentir impotente, y no podía hacer nada. Yo era el Apollyon. Vuelve a pensar en lo bien que me veo, eso me gustaba. Algunas cosas nunca cambian. El ego de mi Seth era tan grande como siempre. Pero mi imagen de Seth floreció antes que yo. Tenía el pelo rizado alrededor de sus mejillas y del color de un tejido de oro. Me recordaba a las pinturas de Adonis. Pero Adonis no era rubio. A través del conocimiento de los Apollyons anteriores, sabía que su cabello había sido castaño. ¿Dónde estás? le pregunté.
  • 11. 11 Página Yendo hacia el norte, Ángel. ¿Estás en el norte? Suspiré. No sé dónde estoy. Hay bosques que me rodean. Y un arroyo. No es de utilidad. Hubo una pausa, e imaginé la sensación de su mano en mi mejilla, trazando la curva del hueso. Me estremecí. Te extraño, Ángel. Esas semanas cuando estabas oculta de mí, me volvía loco. No respondí. No había extrañado a mi Seth. Mientras había estado bajo la influencia del Elixir, ni siquiera había sabido que existía. Seth se rió entre dientes. Haces maravillas para mi autoestima. Se supone que tienes que decir que también me extrañaste. Rodando sobre mi espalda, traté de ejercitar la torcedura de mi pierna. ¿Cómo va a ser cuando te transfiera mi poder? Hubo una pausa y empecé a ponerme nerviosa. No dolerá, su voz era un susurro. Será como cuando nos tocamos antes, cuando aparecieron las runas. Te gustó eso. Lo hizo. Hay algunas palabras, nada enorme, y luego voy a tomar tu poder. No te voy a vaciar, Alex. Yo nunca haría eso. Y yo le creí, así que me relajé. ¿Cuál es el plan, Seth? Sabes cuál es el plan. Él quería sacar a los Doce Olímpicos antes de que encontraran una manera de deshacerse de nosotros. La leyenda decía que sólo éramos vulnerable a otro Apollyon, pero ninguno de los dos estaba confiábamos en esa creencia. Las leyendas y los mitos menos conocidos eran algo que todos los Apollyons habían tratado de descubrir. Pero una vez que los dioses estuvieran fuera de la imagen, nosotros gobernaríamos. O Lucian gobernaría. Ni lo sabía ni me importa. Todo lo que quería era estar cerca de mi Seth. Yo estaba teniendo un caso loco de ansiedad por separación. No. ¿Cuál es el plan para que podamos estar juntos? La aprobación de Seth me recorrió como el cálido sol de verano. Yo disfrutaba de ella, como un buen cachorro con el estómago lleno. Con el tiempo, van a mostrar una debilidad. Siempre lo hacen. Especialmente St. Delphi. Tú eres su debilidad. Me retorcí. Lo soy. Y cuando se te presente la oportunidad de escapar, tómala. No lo retengas, Ángel. Eres el Apollyon. Una vez libre, no pueden detenerte. Confía en eso. Y en el momento en que tengas una idea de dónde te encuentras, voy a estar allí. Yo confiaba en mi Seth.
  • 12. Página 12 Nuevamente hubo esa niebla agradable y embriagadora, invadiéndome. ¿Has visto a Apolo o cualquier otro dios recientemente? No. No desde que había salido del Elixir, y eso era extraño. Apolo había seguido mi trasero desde el momento en que había despertado, pero no lo había sentido ni a él… ni a ningún dios. Abrí los ojos y miré los barrotes. ¿Hefesto necesitaría reforzar las barras pronto? Dioses, eso esperaba. Si se debilitaban, entonces también lo harían las guardias. Entonces podría salir. Seth dijo algo que hizo que mis dedos se doblaran así que le presté nuevamente. ¿A dónde fuiste? Le mostré los barrotes y mis pensamientos. Él estaba dudoso. El trabajo de Hefesto raramente se debilitaba, pero yo tenía la esperanza... por un segundo. Este... este vínculo no era el verdadero negocio. Aunque mi Seth estaba dentro de mí, en realidad no estaba allí. Yo estaba sola, sola en una celda. Él nunca me dejará salir. Aiden nunca me dejará estar cerca de ti. Las lágrimas quemaron mis ojos mientras un abismo interminable de desesperanza me desgarraba. Nunca voy a ver a mi padre. Sí, lo harás. No importa lo que pase. Voy a llegar a ti. Los dioses dicen que sólo puede haber uno de nosotros, pero están equivocados. Una extraña espiral relajante, me llenó. Eres mía, Alex; siempre lo has sido y siempre lo serás. Fuimos creados para ello. Una parte de mí se sintió más cálida ante la respuesta. Y otra parte de mí, la fuente de la otra voz cuando Aiden estaba cerca, escondida y oculta de mi Seth, retrocedió mientras tocaba la rosa de cristal alrededor de mi cuello.
  • 13. Dos Traducido por Dreams of Glass Corregido por Mar¡Cipriano Página 13 T iempo después —no sabía si era de noche o de día, o cuánto tiempo había dormido—, estaba sola. Aiden no estaba sentado en la silla mirándome. Seth no estaba en el otro extremo del lazo color ámbar. Eso era un lujo. Mis pensamientos estaban claros. Me levanté y caminé hacia las barras. Parecían normales, titanio plateado, pero era la malla fina que le rodeaba el problema. La cadena de Hefesto era una verdadera perra. Respirando profundamente, agarré los barrotes y apreté. Un destello de luz azul llegó por encima de las barras, ondeando a lo largo del techo y sobre la marca, como humo lleno de brillo. —Maldición —murmuré, retrocediendo. Traté de llamar al akasha. Nada se movió dentro de mí, ni siquiera un destello. Levantando la mano, opté por algo más pequeño. Bueno, pequeño para mí. Llamé al fuego. Yyyyyy... no había nada. Cuando había despertado, el poder había estallado libre, inundando mis venas; un poder tan alto que podría haber tirado el techo. Tenía el éter que los daimons anhelaban. Había tenido sólo una muestra de ello. Y no lo había sentido desde que Apolo me había golpeado con su maldita ráfaga de dios. Imbécil. Él también estaba en mi lista de cosas por matar. Fui al baño y me limpié. Recién duchada y vestida, volví a poner a prueba las barras. La brillante luz azul era algo bonito. Por lo menos era algo para mirar.
  • 14. 14 Página Suspiré, a punto de meter mi cabeza a través de la pared. Busqué a mi Seth a través del vínculo; todavía estaba desaparecido. Podría llamarlo y él respondería, pero estaba segura de que estaba ocupado tratando de liberarme. Con nada más que hacer, volví a probar secciones de las barras. Horas más tarde, arriba se abrió una puerta. Había voces. Una de ellas era de Aiden, pero la otra... —¿Luke?—llamé. —Déjale —fue la dura respuesta de Aiden. La puerta se cerró, y un conjunto de pasos pesados bajó las escaleras. Lo juro por los dioses, el sonido que salió de mi garganta era un gruñido animal. Aiden apareció a la vista, con un plato de plástico con huevos y tocino. Una ceja se arqueó. —¿De verdad crees que voy a permitir que un mestizo esté cerca de ti? —Una chica puede tener esperanzas. —Los mestizos eran más susceptibles a las compulsiones, y ahora yo cargaba uno lleno de esteroides. Sostuvo el plato a través del espacio entre los barrotes. La última vez que había hecho la cosa de no-comer algo, no había funcionado. Casi muero de hambre y terminé en el Elixir a causa de ello. La comida era mi amiga en esta ocasión. Cogí el plato. La mano vacía de Aiden serpenteó y se envolvió alrededor de mi brazo. Su mano era tan grande que se tragó mi muñeca. No dijo nada, pero sus ojos del color de nube tormentosa querían que hiciera algo. ¿Qué? ¿Recordarnos juntos? ¿Recordar lo mucho que él había consumido mis pensamientos? ¿Cómo me dolía no estar con él? ¿Quería que recordara cómo fue cuando me habló acerca de la noche cuando los daimons atacaron y masacraron a su familia? ¿Y lo que se sentía estar en sus brazos, ser amada por él? Recordaba de todas esas cosas en detalle. Pero las emociones que pertenecieron a esos eventos y recuerdos no estaban allí. Fueron separados completamente. Se habían ido con el capricho del pasado... Aiden era mi pasado.
  • 15. 15 Página No. No. No. Esa pequeña voz estaba de vuelta. Aiden es el futuro. Por alguna razón pensé en ese maldito oráculo, la Abuela Piperi. Saber la diferencia entre la necesidad y el amor, había dicho ella. No había ninguna diferencia. ¿No podría haber tratado de enseñarme cómo salir de estos barrotes? Aiden me soltó, sus ojos tan duros como los muros de cemento. Retrocedió mientras yo llevaba mi comida para el colchón. Sorprendentemente, me dejó comer en silencio. Después… no tanto. Hoy Aiden quería hablar de nuestra primera sesión de entrenamiento y lo mucho que aparentemente le había molestado porque yo no paraba de hablar. Cuando llegó a la parte en la que imité su voz, empecé a sonreír. Él había estado irritado e inseguro de cómo manejarme. Los ojos de Aiden brillaron al mismo tiempo que mis labios temblaban. —Dijiste que sonaba como un padre. Lo hice. —También dijiste que ibas a tener que dejar tu hábito de crack cuando mencioné las reglas. —Aiden sonrió. Mis labios casi respondieron ante eso. Y no me gustó. Hora de cambiar de tema. —No quiero hablar de esto. Aiden se reclinó en la silla plegable de metal. La cosa tenía que ser incómoda. —¿De qué quieres hablar, Alex? —¿Dónde ha estado Apolo? Ya que es mi gran-lo que sea, me siento poco querida. Se cruzó de brazos. —Apolo no está por aquí. Oh, interesante descubrimiento. Mis pequeños y viejos oídos se agudizaron. —¿Y por qué no? Su mirada estaba igualada. —¿Realmente crees que voy a decírtelo cuando irás corriendo de vuelta para decirle a Seth? Puse mis pies descalzos en el frío suelo y me levanté. —No voy a decir una palabra. Aiden me lanzó una mirada suave. —Llámame loco, pero no te creo. Caminando hacia las barras, mantuve un ojo en su expresión. Mientras me acercaba, perdió la mirada insípida. Su mandíbula se endureció como si estuviera masticando. Sus ojos se volvieron más agudos y sus labios se apretaron. Cuando toqué las barras, la llamarada de luz era débil. De alguna manera, sabía la diferencia entre cuando estaba tocando y cuando estaba tratando de escapar. Cadenas inteligentes.
  • 16. 16 Página —¿Qué estás haciendo? —preguntó Aiden. —Si me dejas ir ahora, juro que tú y todos por los que te preocupas no serán tocados. Él no dijo nada durante un latido del corazón. —Pero me preocupo por ti, Alex. Ladeé mi cabeza. —Pero voy a estar sana y salva. —No. Tú no vas a estar a salvo. —La tristeza se deslizó en sus ojos justo antes de que sus gruesas pestañas se abatieran. Mi estómago se retorció en advertencia. Recordando los trozos de información que había recogido bajo el Elixir, sabía que había algo más en lo que decía. —¿Qué sabes, Aiden? —Si te vas de aquí conectada a Seth... morirás. —La última parte salió entrecortada. Reí. —Estás mintiendo. Nada puede lastim… —Mitos y leyendas, Alex. Duh. ¿Qué había pensado antes? Siempre había un control y equilibrio de clases. Esa era la razón por la que el Apollyon había sido creado en primer lugar—. ¿Qué sabes tú? Sus pestañas se levantaron, revelando sus sorprendentes ojos color plata. —No importa. Todo lo que necesitas saber es que es la verdad. Mi boca se abrió, pero la cerré de golpe. Aiden estaba tratando de meterse bajo mi piel. Eso era todo. Si Tánatos y su Orden no habían encontrado el talón de Aquiles de los Apollyons en todos sus intentos a través de los siglos, un pura sangre no habría tenido éxito. La Orden no había… ¿O sí? Pero ellos no contaban. Mi Seth y sus Centinelas los habían borrado sistemáticamente fuera de la Tierra. Levanté la mirada y encontré a Aiden mirándome. El inexplicable impulso por mantener mi lengua era difícil de resistir. —¿Puedo preguntarte algo? Me encogí de hombros. —Si dijera que no, aun así preguntarías. —Es cierto. —Había una sonrisa tensa—. Cuándo estabas con Lucian, antes de la reunión del Consejo, él te llevó a su casa en contra de tu voluntad, ¿no? —Sí —dije lentamente, cada vez más incómoda. —¿Cómo te hizo sentir eso? Mis manos se apretaron en los barrotes. —¿Qué eres ahora? ¿Un psicólogo?
  • 17. 17 Página —Sólo responde la pregunta. Cerrando mis ojos, me apoyé en los barrotes. Podría mentir, pero no había realmente una razón. —Lo odiaba. Traté de matar a Lucian con un cuchillo de carne. —Obviamente eso no había salido como planeaba—. Pero no entendía entonces. Lo hago ahora. No tengo nada que temer. Silencio, y luego Aiden estaba justo en frente de mí, su frente tocando la mía a través de los barrotes. Sus grandes manos estaban sobre las mías y cuando habló, su aliento era cálido. No me aparté, y no entendía por qué. Estar tan cerca de él no estaba bien en muchos niveles. —Nada ha cambiado —dijo en voz baja. —Yo lo he hecho. Aiden suspiró. —No lo has hecho. Abrí los ojos. —¿Alguna vez te aburrirás de esto? Tienes que hacerlo, con el tiempo. —Nunca —contestó. —Porque no te rendirás conmigo, ¿no importa lo que te diga? —Exactamente. —Eres muy terco. Los labios de Aiden formaron una media sonrisa. —Yo solía decir lo mismo de ti. Mi ceño se frunció. —¿Y ahora no puedes? —A veces no sé ni qué decir. —Llegó a través de los barrotes y las puntas de sus dedos rozaron mi mejilla. Un momento después, apoyó toda su mano contra mi mejilla. Me estremecí, pero él no quitó su mano—. Y hay momentos en los que dudo de todo lo que hago. Él inclinó mi cabeza hacia atrás para que mis ojos se encontraran con los suyos. —Pero no dudo ni por un segundo, que lo que estoy haciendo ahora, es lo correcto. Muchas réplicas salieron a la superficie, pero se desvanecieron cuando una pequeña voz dentro de mí intervino. Yo lo daría todo por ti... Un nudo se formó en la parte posterior de mi garganta. De repente, esta celda era demasiado pequeña. El sótano era demasiado apretado y la poca distancia entre Aiden y yo me ahogaba. Mi corazón estaba revoloteando rápidamente, busqué la conexión— —No lo hagas —susurró Aiden—. Sé lo que vas a hacer. No lo hagas. Retrocedí, rompiendo el contacto entre nosotros. —¿Cómo sabes lo que estoy haciendo?
  • 18. 18 Página Su mano estaba extendida, como si aún pudiera sentir mi mejilla. —Solo lo sé. La ira creció, alimentada por la frustración y una buena mezcla de “qué demonios”. —Bueno, ¿no eres especial? Sacudiendo su cabeza, Aiden bajó su mano. Me vio pisar fuerte hacia el colchón y tumbarme. Lo fulminé con la mirada, deseándole todas las cosas malas en las que podía pensar. Y había cosas que yo sabía que podía decir que le harían daño, que lo pondrían fuera de control y lo romperían en pequeños pedazos. Cosas que mi Seth había susurró y cosas que le había dicho que quería hacer. Podría atacar… oh sí, podría destruir a Aiden. Pero cuando abrí la boca, todas esas cosas hirientes y destructivas quedaron atascadas alrededor de un nudo en mi garganta. Sentada aquí, no me sentía bien en mi piel, como si en realidad no fuera una parte de ella. Y la única vez que me sentí cómoda fue cuando me conecté a mi Seth. Sin él, quería arrojar esa piel, o rasgarla hasta que empezara a sangrar. Quería golpear algo. Fuerte. Respirando profundamente, me centré en la marca en el techo. Había dos lunas dibujadas, entrelazadas. Ya que muchos dioses estaban atados a la luna, no sabía lo que representaba o cómo tenía el poder para retener el mío. —¿Qué es eso? —le pregunté, señalando el techo. Una parte de mí no esperaba que Aiden respondiera, pero lo hizo. —Es el símbolo de Phoebe. —¿Phoebe? Obviamente no te refieres a una de Charmed2. Resopló. Guau, habían traído la artillería pesada. Me sentí especial mientras miraba las marcas. Tenían un extraño tinte rojo azulado. —Por lo tanto, un Titán... —Sí. —Y es la sangre de un Titán, ¿no? —Incliné mi cabeza hacia Aiden—. ¿Te importaría explicar cómo es posible que la sangre de un Titán este en este techo? ¿Los dioses del Olimpo mantienen tarros de ella alrededor? 2 Charmed: (Hechiceras) Serie de televisión que narra el cambio en la vida de las tres hermanas Halliwell —Prue, Piper y Phoebe.
  • 19. 19 Página Aiden soltó una risa seca. —Cuando los olímpicos derrocaron a los Titanes, la mayoría fueron encarcelados en el Tártaro. Phoebe no era uno de ellos. Y tiene un cariño especial por sus hijos. Destrozándome los sesos para recordar quien era ella, me encontré con las manos vacías. —¿Quién? —Leto —respondió—. Quién a su vez dio a luz a Apolo y Artemisa. Me quejé. —Por supuesto. ¿Por qué no? ¿Entonces Apolo pidió a su abuela un poco de sangre? Genial. Pero no entiendo cómo funciona. — Hice un gesto a mí alrededor. —¿Cómo está reteniendo mis poderes? —La sangre de Titán es muy poderosa. Sabes que las dagas bañadas en sangre de Titán pueden matar a un Apollyon. —Cuando le envié una mirada duh, su sonrisa se estrechó—. Mezclar eso con la sangre de su propio linaje, bueno, tiene la capacidad de evitar que te lastimes a ti misma. —O de lastimarte a ti —le espeté. Aiden se encogió de hombros. La ira bombeaba a través de mi sangre como un veneno; sin ninguna forma de expulsarla, estaba seriamente a segundos de volverme loca. Estiré mis piernas, luego mis brazos. En mi cabeza, me imaginé a mí misma corriendo y pateando a Aiden en la espinilla. Hubo un suspiro desde el otro lado de los barrotes. A veces me preguntaba si tenía la habilidad de leer la mente. —Odio esto —admitió Aiden en voz tan baja que no estaba segura de que lo hubiera escuchado. Se volvió, dándome la espalda—. Odio que Seth no ha hecho otra cosa que jugar contigo —mintiéndote— y que tú has confiando en él. Odio que esta conexión sea más importante que todo lo demás que está pasando ahí afuera. Yo estaba a punto de discutir, pero mi Seth sí me había mentido. Probablemente había estado jugando conmigo desde el momento en que había descubierto que era el segundo Apollyon. No hay duda de que Lucian lo había hecho. La inquietud se deslizó por mi espina dorsal, dejando escalofríos a su paso. —No... no importa ahora —dije. Aiden se volvió hacia mí. —¿Qué cosa? Me encontré con su mirada. —Que Seth me haya mentido. No importa. Porque lo que quiere, yo lo quiero. Si yo… —Cállate—gruñó Aiden.
  • 20. Página 20 Sorprendida, parpadeé. No podía recordar un momento en que Aiden me hubiera dicho que me callara. Guau. Y eso no me gustaba por una multitud de razones. Los ojos de Aiden brillaron en una feroz mirada plateada. —Tú no quieres lo que Seth quiere porque no hay tú en cualquier parte de eso. Solo está él. Un choque me recorrió, robando cualquier respuesta que pudiera dar. Yo no estaba. Estábamos sólo nosotros. Esa maldita pequeña voz dentro de mí rugió con furia, y luego se volcó alrededor. No había un yo.
  • 21. Tres Traducido por Ysandre Corregido por Dafne Página 21 C uando mi Seth decidió presentarse en el otro lado del arco iris, yo estaba de mal humor y él estaba... bueno, no estaba precisamente irritado. Hubo, uh, cosas que dijo a través de la conexión que no estaban bien. ¿Me distrajo? Sí. ¿Aceptable en mi estado de ánimo? No. Quiero salir de aquí, le dije mentalmente, sorprendiéndolo. No puedo soportarlo más. Aiden... él... La desaprobación de Seth era como hojas de afeitar dando vueltas en mi cabeza. ¿Aiden qué? ¿Qué podía decirle a mi Seth? ¿Qué Aiden me estaba haciendo pensar? Aiden habla mucho. Su risa cosquilleó en mi nuca. Lo hace. Ángel, esto no va a durar mucho. Lucian nos ha hecho un gran favor. ¿Con quién? ¿El club Bata Blanca del Mes? Otra risa agradable me erizó. Digamos que me ha dado un interminable suministro de carnada e influencia. Rodé los ojos mentalmente. Sí, no lo entiendo. Hubo una pausa, y pude sentir lo que Seth quería a través de la unión. Estaba de un humor juguetón, pero esta conversación era demasiado importante para joder. Finalmente, me respondió. Los puros que se han resistido contra nosotros han demostrado ser útiles. ¿Cómo es eso? ¿Recuerdas cómo Telly se negó a aceptar que los daimons podían jugar bien y trabajar juntos para formar un ataque coherente en contra de los Convenants? Sí... y Marcus no creía que ellos solo estaban trabajando en contra de nosotros.
  • 22. 22 Página Y tampoco yo. En la reunión de emergencia del Consejo Lucian había sido llamado antes que Seth se hubiera revelado ante los miembros del consejo, yo sospechaba que Lucian había estado, de alguna manera, detrás de los ataques daimon, pero no había habido ninguna prueba real. Además, mi odio por Lucian probablemente había sido el causante de esa idea. Bueno, Telly estaba obviamente a medias. Sin la motivación correcta — por ejemplo, una fuente inagotable de éter— probablemente tuvieron que conformarse con cualquier puro al que le pudieron poner las manos encima. Hubo otra interrupción, y la intensidad de lo que él sentía, lo que él quería, rugió a través de la conexión. Por un momento, realmente creí que podía sentirlo, y la emoción me inundó, drenando mis pensamientos y llenándome de la dicha de la conexión. Alex. Su voz me estaba reprendiendo, insatisfecho. ¿Estás prestando atención? Sí. Daimons... éter... cosas... Bien. Déjame hacerte una pregunta, Ángel. ¿De verdad crees que los daimons orquestaron todos estos ataques por su propia cuenta? Parte de la amorosa niebla que mi Seth estaba creando se desvaneció como si el viento helado la hubiera soplado de mi nuca. ¿Qué? ¿Qué quieres decir? Incluso daimons razonables no pueden lograr lo que hicieron en los Catskills. Debieron tener ayuda, ¿no crees? No podía pensar mientras mi pulso se aceleraba. ¿Así que yo estaba en lo correcto? Un sabor amargo llenó la parte posterior de mi garganta. No estés enojada, Ángel. Lucian necesitaba discordia para que todo esto sucediera. Pensando en el ataque en Catskills, traté de recordar dónde había estado Lucian durante el caos. Había asumido que él había estado en el salón de baile con el resto de los puros, pero no lo había visto. Todo lo que sabía era que mi Seth había contactado con él... Todos esos sirvientes mestizos muertos, los Guardias y Centinelas... todos inocentes... Alejé mis pensamientos rápidamente, a punto de perder la conexión con mi Seth. Ángel, ¿cómo crees que los daimons se metieron en Catskills en primer lugar? Viste la seguridad allí. ¿Y el salón? Sólo había dos entradas, y ambas
  • 23. 23 Página estaban custodiadas. Una de las puertas pertenecía a la guardia de Lucian. Sospechando que Lucian había estado detrás de estos ataques era una cosa —yo no puse nada más allá de ese hombre— ¿pero mi Seth? Él no podía estar de acuerdo con eso. Creer que el formó parte de todas las muertes de estas personas inocentes era aceptar algo horrible. Lo que mi Seth quería, yo lo quería, pero los daimons... ellos eran y siempre serían el enemigo. Los enemigos pueden ser aliados en la guerra, Ángel Oh, mis dioses. Una enorme, maldita, parte de mí del tamaño de un cráter no podía procesar lo que estaba diciendo mi Seth. Luché contra la fuerza de sus emociones, emergiendo como si me estuviera ahogando, luego tragando aire. Había tanta gente inocente, razoné. Imágenes espantosas de la masacre llegaron una tras otra; los sirvientes en el salón con las gargantas desgarradas, los Centinelas y Guardias a los que les habían sacado las vísceras y luego arrojados a través de ventanas. Ellos no importan, Ángel. Sólo nosotros importamos, sólo lo que queremos importa. Pero esas personas si importaban. Nosotros podríamos haber sido asesinados, Seth. Mi padre podría haber sido asesinado. Pero no lo fue, y yo nunca dejaría que te pasara nada. Nada lo hizo. Habíamos estado separados durante el ataque. Y si mi memoria no fallaba, había estado a punto de ser pisoteada hasta la muerte. Por no hablar de que había tenido que luchar sola contra las Furias. No estoy segura de cómo había exactamente impedido mi muerte en todo eso. Ángel, necesitábamos que esto pasara. Los daimons me ayudarán a llegar ti. ¿No querías eso? ¿Para que estuviéramos juntos? Sí, pero… Entonces confía en mí. Queremos las mismas cosas, Ángel. Las palabras de Aiden volvieron a mí, y me retorcí en mi propia piel. ¿Seth? Tú... tú no estás haciéndome querer algo ¿no? ¿No me estás influyendo? Él no respondió de inmediato, lo que provocó que mi corazón tropezara sobre sí misma. Yo podría, Ángel, si quisiera. Sabes eso, pero no lo hago. Sólo queremos las mismas cosas. Me mordí el labio. Queríamos las mismas cosas, excepto la cosa con los Daimons... detuve esos pensamientos. Como si dos fuertes brazos
  • 24. estuvieran empujando hacia abajo mis hombros, yo estaba acostada. Y luego, me estaba ahogando en lo que estaba sintiendo Seth de nuevo. Página Aiden regresó con la comida, y trajo compañía con él esta vez: mi tío Marcus. El hombre de hecho estaba siendo medio decente conmigo. Irónico. Comí y bebí mi agua como una buena cautiva. Y ni siquiera grité algo insultante. Pensé que merecía una recompensa, como tiempo fuera de la celda o algo, pero eso era pedir demasiado. En su lugar, Marcus me dejó para ir a ver lo que los otros estaban haciendo. Tan pronto como se cerró la puerta de arriba, Aiden se sentó con su espalda apoyada contra los barrotes. Valiente, hombre valiente... o realmente estúpido; era como echar una moneda al aire. Yo podría fácilmente transformar la sábana en un lazo y deslizarla alrededor de su cuello antes de que él tuviera oportunidad de reaccionar. Pero me senté, mi espalda casi contra la suya. Las llamaradas azules de las cadenas parecieron más débiles. El silencio se extendió, extrañamente reconfortante. Pasaron los minutos y los tensos músculos de mi espalda se relajaron. Antes de darme cuenta, estaba apoyada contra los barrotes... y la espalda de Aiden. Mi anterior conversación con Seth me había dejado un sabor extraño en la garganta y una bola de nudos en mi estómago. ¿Tal vez era por eso que no sucumbía ante mi instinto asesino de poner la sabana alrededor del cuello de Aiden? Oportunidad perdida, supuse. Bajando la barbilla, suspiré. Lo que mi Seth quería, yo lo quería, pero... ¿daimons? Froté mis manos sobre mis rodillas dobladas y suspiré de nuevo, más fuerte, como un niño malhumorado. La espalda de Aiden se torció mientras él giraba su cabeza. —¿Qué, Alex? —Nada —murmuré. —Hay algo. —Se recostó, inclinando su cabeza contra la barra—. Tienes ese tono. Le fruncí el ceño a la pared. —¿Qué tono? 24 ***
  • 25. 25 Página —El tono “tengo algo que quiero decir pero no debería”. —Había un poco de humor filtrado en su voz—. Estoy muy familiarizado con él. Bien… maldición. Mi mirada cayó sobre mis manos. Los dedos estaban bien, supongo. Pero mis uñas estaban estropeadas y cortas. Manos de una Centinela—una Centinela que ha matado daimons. Empujé hacia arriba la manga de mi suéter. Pálidas marcas blancas de mordidas cubrían mi brazo derecho. Las marcas en forma de media luna eran un dolor que ocultar y estaban en ambos brazos, así como en mi cuello. Eran tan feas, un repugnante recordatorio de cuando fui atrapada por ellos. Y no importaba lo mucho que lo intentara, no podría eliminar de mi cabeza los rostros de todos aquellos mestizos degollados en Catskills... u olvidaría la mirada en el rostro de Caleb cuando vio la hoja incrustada en su pecho—una hoja que había sido esgrimida por un daimon. Caleb estaría tan… decepcionado que ni siquiera podía imaginarlo, si no decía algo. Pero mi Seth estaría cabreado. Especialmente si husmeaba en mis recuerdos, y quería que estuviera feliz conmigo. Quería— No quería trabajar con daimons. Sería como una bofetada en la cara a todos aquellos que habían muerto a manos de ellos —mi mamá, Caleb, los sirvientes inocentes— y mis cicatrices. Mi Seth... él sólo tendría que entenderlo. Él lo haría, porque me amaba. Decisión hecha, tomé una respiración profunda. —Solo para que lo sepas, no estoy diciéndote esto porque tenga algo que ver contigo. ¿De acuerdo?— Se rió sombríamente. —Yo nunca pensaría una cosa tan loca. Hice una mueca. —Sólo te estoy diciendo porque no creo que sea correcto. Va contra algo... inherente a mí. Tengo que decir algo. —¿Qué, Alex? Cerrando mis ojos, respiré profundamente. —¿Te acuerdas de cómo Marcus pensó que había más en los ataques daimon, especialmente en el de Catskills? —Sí. —En cierto modo me pareció que era Lucian, especialmente en la reunión del Consejo. Tomó sentido. Crear caos y lo que sea hace que sea más fácil para la gente que quiere derrocar y tomar el control. —Pasé un dedo sobre la parte carnosa de mi codo—. De todos modos, los ataques daimon, aparentemente, han sido orquestados por Lucian y... Seth.
  • 26. 26 Página La columna vertebral de Aiden se puso rígida contra la mía. No hubo respuesta. Se quedó callado durante tanto tiempo que me removí alrededor. —¿Aiden? —¿Cuántos? —Su voz era ronca. —Todos ellos, creo —le dije, la culpa masticaba en mi interior. Estaba traicionando a mi Seth, pero no podía quedarme callada—. Han encontrado una manera de controlar a los daimons. Bajó su cabeza y sus grandes hombros rodaron. —¿Cómo? Apoyada en mis rodillas, me agarré de los barrotes ignorando el débil pulso de la luz azul. —Ellos... ellos están utilizando puros como motivación. Los que están en contra de ellos—nosotros, quiero decir nosotros. Aiden se giró tan rápido, que solté los barrotes y me tiré hacia atrás. Sus ojos ardían plateados. —¿Sabes dónde están manteniendo a esos puros?— Sacudí mi cabeza. Sus pestañas bajaron. —¿Sabes por qué ellos harían algo como esto? El disgusto en su voz era comprensible. Froté mis palmas sobre mis muslos. ¿Por qué estaban haciendo esto? Para crear discordia, era evidente. Con daimons atacando por la izquierda y derecha, el Consejo estaría distraído. Los dioses tenían dudas desarrolladas sobre la capacidad de los puros para controlar las hordas de daimons y había enviado furias como resultado. Y ahora, me serviría como una distracción para escapar. Como ellos iban a manejar eso no lo sabía. Y si la tenue luz azul era una indicación, no sería necesario. —No. No lo sé. Sus ojos se encontraron con los míos y nuestras miradas se trabaron. — ¿Por qué me dices esto? Estoy seguro que Seth no lo apreciará. Aparté la vista. —Te lo dije. No es justo. Esos puros... —¿Son inocentes? —Sí, y Caleb... él fue asesinado por un daimon. Mi madre fue convertida por uno. —Mi respiración se transportó a través de mí y me quedé quieta—. Yo quiero lo que Seth quiere, pero no puedo apoyarlo en esto. Él lo entenderá. Aiden echó la cabeza hacia atrás. —¿Lo hará? Sabes que yo voy a enviar esta información. Se obstaculizarán sus planes. Envolví mis brazos alrededor de mi cintura. —Él lo entenderá. Tristeza fluyó en su expresión y bajo su mirada. —Gracias.
  • 27. Por alguna razón, la ira desbordó y quise atacar. —No quiero tus gracias. Es la última cosa que quiero. —Las tienes. —Se paró en un fluido movimiento—. Y tienes mi agradecimiento más de lo que crees. Confundida, le devolví la mirada. —No lo entiendo. La sonrisa de Aiden era estrecha, teñida con esa tristeza que estaba presente siempre que me miraba, como si yo fuera una desafortunada criatura que provocaba dolor dondequiera que fuera. Detrás de esa tristeza, sin embargo, no había más que pura determinación. —¿Qué? —le dije, cuando no contestó. —Me has dado la esperanza que necesito. Página Mi Seth no estaba loco porque se me había ido la lengua. Yo ni siquiera había intentado esconderlo de él. Tan pronto como nos conectamos, le dije lo que había hecho. En todo caso, parecía que lo había esperado. Y eso no lo entendía, pero de cualquier manera, él no quería hablar al respecto. Me contó acerca de su infancia, era un Seth diferente, un lado de él que raramente había visto. Cuando empezó a hablar de su madre, la vulnerabilidad se filtraba a través de la conexión, como si hablar de su madre lo desconcertara. ¿Cuál era su nombre? le pregunté. Callista. Bonito. Ella era muy hermosa. Alta y rubia, como una diosa. Sus palabras quedaron dormidas por un momento. Teniendo en cuenta la referencia en tiempo pasado, supuse que ella había muerto. Pero ella no era amable, Ángel. Era fría e inaccesible, y la mayoría de las veces, cuando me miraba, había siempre odio en sus ojos. Me estremecí cuando mis sospechas fueron confirmadas, y quería que se sintiera mejor. Estoy segura de que no te odiaba, ella— Ella me odiaba. Su brusca respuesta fue como ser rociada con agua helada. Yo era un recordatorio constante de su vergüenza. Ella había conseguido un mordisco del fruto prohibido, y luego se arrepintió. Mestizos 27 ***
  • 28. 28 Página y Puros tenían prohibido mezclarse. Sólo recientemente había descubierto que era porque la descendencia de un puro y una mestiza creaba un Apollyon. Cuando volvió a hablar, su voz era suave como una manta. Ella no era como tu madre, Ángel. No hubo una gran historia de amor. Ella solía decirme que la única razón por la que me había mantenido era porque un dios la había visitado después de mi nacimiento. El hombre más bello que jamás había visto, o al menos eso dijo. Ese dios le dijo que me tenía que proteger a toda costa, que un día me convertiría en un gran poder. Mientras hablaba, recordé los destellos del pasado de Seth que había visto cuando había Despertado. De Seth como un niño pequeño, todo piel dorada y rizos rubios, jugando por un arroyo o inclinado sobre un juguete en una gran habitación llena con muebles que parecían incómodos. Él siempre estaba solo. Noches cuando se había despertado llorando por un mal sueño y nadie acudió a consolarlo. Días en que la única persona que vio fue a una niñera que era tan indiferente como su madre. Nunca había conocido a su padre. Hasta el día de hoy, ni siquiera sabía su nombre. Mi corazón lloró por él. Luego a los ocho años, fue llevado ante el Consejo para determinar si podría entrar en el Covenant. Su experiencia no fue nada como la mía. No hubo empujones o pellizcos. Él no le pegó a un ministro. Ellos le habían echado un vistazo y parecieron saber lo que iba a ser. Eran los ojos. Los leonados, ojos ambarinos que contenían la sabiduría que no le pertenecía a ningún niño: ojos de un Apollyon. Las cosas fueron mejores para él una vez que fue enviado al Covenant en Inglaterra, y luego al de Nashville. Tan extraño que hubiéramos estado tan cerca el uno al otro durante tantos años y nunca nos habíamos cruzado. Pero algo estaba mal. Cuando me había Despertado, aprendí todo lo que los Apollyons anteriores habían descubierto durante sus vidas, como ser enchufada a una computadora y arrancar. Y ninguno de ellos había nacido con los ojos de un Apollyon. Todos sus ojos se habían vuelto dorados después de que habían despertado. Mi Seth había sido diferente. Pero ahora mismo, esa ira lastimando su pecho lo estaba consumiendo. ¿Dónde naciste? pregunté, con la esperanza llevar el tema lejos de su madre. Nunca me lo has dicho.
  • 29. Página 29 Él se rió y yo sonreí. Un Seth feliz era un mejor Seth. No vas a creer esto, pero sabes ¿cómo al destino le encanta meterse con la gente? Vaya, nunca lo hubiera imaginado. Nací en la isla de Andros. Un escalofrío bailó por mi espina dorsal. Que… irónico. Fue un gran salto de fe, al considerar que mis antepasados también habían aclamado la isla, ya que muchos tomaron el nombre del lugar donde nacieron. O, en algunos casos, las islas fueron nombradas después de las familias fundadoras. De cualquier manera, eso era irónico. Y algo gracioso. Andros tenía unas enormes 147 millas cuadradas3. ¿No crees que seamos parientes? ¿Qué? Seth se echó a reír. No. ¿Cómo puedes estar tan seguro? Porque si estamos vinculados como Luke y Leia4, voy a vomitar. Mi familia no está vinculada a la tuya en cualquier forma. Además, tu linaje es de Apolo. ¿Y cuál es el tuyo? No hubo respuesta, sólo una ola de silencio arrogante. ¿Por qué me ocultas eso? Seth suspiró. Te diré cuando estemos juntos. Te voy a mostrar todo, Ángel. Y todas las preguntas que tengas, tendrán respuestas. 147 millas cuadradas: Equivalen a 236,57 kilómetros. Luke y Leia: Referencia a Star Wars, en dónde dos hermanos (Luke y Leia) se besaron un par de veces, hasta que averiguaron que estaban emparentados. 3 4
  • 30. Cuatro 30 espués de que la comida fuera servida al día siguiente, deambulé sola por mi celda. Algo estaba pasando arriba— puertas se abrían y se cerraban de un portazo, golpeteos de pies y gritos felices. Curiosa, fui a los barrotes y me esforcé por oír más. La conversación estaba demasiada amortiguada como para inventar ideas o cuentos sobre quién era, pero alguien había llegado. Y no era un dios. Lo sabría si lo fuera. Su esencia era fuerte, algo que podía sentir dentro de mí. El contacto con los barrotes, me dio la respuesta. El resplandor azul estaba desvaneciéndose. Toma eso, Seth. ¿Significaba eso que la marca anterior también se desvanecería sin un refuerzo? Buenos dioses, eso esperaba. Busqué por la conexión, deseando contarle sobre el nuevo descubrimiento. Seth estaba allí, pero no hablaba. Estaba con Lucian, al menos sabía eso. Lo que fuera que estaba siendo discutido estaba mudo para mí. Mi aversión se elevó inmediatamente en respuesta a la presencia de Lucian. Obviamente tendría que superarlo, pero iba a ser difícil. Yo nunca sería una fan de mi padrastro. Saliendo de la conexión, me pregunté qué estaba haciendo Aiden. Él por lo general dedicaba gran parte de su día a estar sentado en esa silla plegable, meditando frente a mí. Me has dado la esperanza que necesito. ¿Esperanza de qué? ¿Un "felices para siempre" para nosotros? Me encontré a mí misma en el pequeño y blanco baño, mirando en el apestoso espejo sobre el lavabo. La cosa estaba prácticamente cimentada en la pared, era plástico ligero así que no podía transformarla en alguna clase de arma. Página D Traducido por Ysandre Corregido por Dafne
  • 31. 31 Página Apoyada contra el lavabo, tenía toda mi cara pegada contra el espejo. Mi reflejo era ondulado, distorsionado por la calidad barata del espejo, pero eran mis ojos lo que estaba mirando. Eran de color ámbar, al igual que los de otros Apollyons después de que hubieran despertado. Era un poco extraño ver mis ojos así, pero también se sentía bien. Al igual que quién había llegado a algo que estaba destinado a ser. Lo que, obviamente, había hecho. Ladeé mi cabeza a un lado. ¿Qué pensaría mi Seth cuando finalmente me viera—realmente verme—toda Apollyon revelada? Él estaría complacido, a diferencia de Aiden, que odiaba mis ojos... Un repentino sentimiento agudo atravesó mi pecho. Santa mierda... estaba mareada mientras agarraba el lavabo. Esto no era un dolor físico, era más como el tipo cuando el mundo cae de debajo de mis pies. O cuando hay realmente, muy malas noticias. Era la sensación de un corazón siendo aniquilado sin posibilidad de reparación. El aliento que aspiré era estridente. Aquel sentimiento no tenía sentido. Mi corazón no se había roto. Estaba unido y pertenecía a mi Seth. Y él me amaba. Nunca me lo había dicho, pero tenía que hacerlo. Estábamos destinados el uno al otro, y una vez juntos, seríamos perfectos. Nosotros gobernaríamos sobre ambos, el Olimpo y el mundo mortal. —Vamos a ser dioses —susurré. —Oh, Alex, aún estoy sorprendido por la forma en que se infla tu ego. Dioses, si fuera plenamente corpóreo, te patearía el culo en este momento. Me di la vuelta, esperando completamente encontrar a Caleb de pie en el cuarto de baño, porque esa era su voz. Pero nadie estaba allí. Con el corazón acelerado, me asomé a la celda. Vacía. —¿Caleb? No hubo respuesta. Me acerqué a la celda, dispuesta a ver a Caleb aparecer si realmente estaba aquí. El silencio se extendió, y justo cuando estaba a punto de reconocer que pude haber perdido completamente la cordura, algo cálido pasó a través de mí. ¿Caleb acababa de… pasar a través de mí? —Uh... Hubo una ligera risa ahogada detrás de mí. Yo sólo... sólo podía mirar.
  • 32. 32 Página Caleb se quedó allí, cejas rubias oscuras arqueadas de una manera tan dolorosamente familiar. Llevaba una camisa estilo túnica y blancos pantalones de lino. Era Caleb, pero...no. Pude ver por completo las barras a través de él. Extraño. —¿Caleb? Bajó la mirada hacia sí mismo. —Sí, soy yo, en forma de sombra para tu inmenso placer. —¿Estás realmente aquí, o he perdido mi mente? Una lenta y fácil sonrisa tiró de sus labios pálidos. —Estoy aquí. Bueno, tan aquí como puedo estar. Yo respiré, pero quedé atrapada. —¿Puedo tocarte?— Mis piernas se movían hacia delante con movimientos bruscos. Ninguna Apoollyon agraciada por aquí. —¿Puedo abrazarte? Sus cejas bajaron. —No, Alex, No puedes. Irías a través de mí. —Él sonrió—. Aunque pareciste disfrutarlo la primera vez. Me reí, sin llegar a tocarlo. —Dioses, quiero abrazarte tan malamente. —Lo sé. —Su sonrisa se desvaneció—. Pero no tenemos mucho tiempo. Nunca lo hicimos. Me mecí sobre mis talones, sonriendo. —Estás aquí para liberarme, ¿no? —Ah, no, no estoy aquí para liberarte. Mi sonrisa se deslizó de mi cara. —¿Por qué? No entiendo. Tengo que salir de aquí. Mi Seth necesita— —Estoy aquí con un último esfuerzo, Alex . —Extendió la mano como si fuera a tocarme, pero se detuvo—. Apolo me envió. Crucé los brazos y fruncí el ceño. —¿Qué tiene él que ver con esto? —Él espera que yo pueda llegar a ti, Alex —¿Sabes que me golpeó con un rayo divino? Caleb hizo una mueca. —Sí, lo he oído. Todo el mundo en el Inframundo lo ha oído, pero Alex, se dice que lo merecías. —Cuando abrí mi boca, me hizo callar—. Apolo estaría aquí si pudiera. —¿Y por qué no puede? —Me di la vuelta, tratando de empujar mi ira, que fue como atornillar una tapa sobre una caja. —Tiene miedo de mí, ¿verdad? Él debería estarlo. Apolo está totalmente en mi lista de tipos de mierda. —¿Estás escuchándote? ¿Un dios teniendo miedo de ti? —Sonaba atónito—. Apolo no está aquí porque Aiden, el amor de tu vida, le prohibió venir aquí. Me di la vuelta, con los ojos entrecerrados. —Él no es el amor de mi vida
  • 33. 33 Página Caleb sacudió su cabeza. —Siempre ha sido tuyo, Alex. Y tú siempre has sido suya. Mi boca se frunció como si hubiera probado algo amargo. —¿Es por esto que viniste desde el más allá? ¿Para hablar de mi vida amorosa? —Bueno, el amor de tu vida prohibió a Apolo que entre en esta casa porque tiene miedo de que te haga daño. —Oh, sí, Caleb tuvo un vistazo de mi shock—. Y Apolo mandó a una de sus ninfas bajar al Inframundo, me arrancó directo desde debajo de la nariz de Hades para ayudarte. Ambos, Aiden y Apolo están haciendo cosas locas para salvarte. —Pero… no necesito que nadie me salve. —¡Exacto! —Caleb alzó los brazos—. ¡Eso es lo que yo dije! Está bien, no estaba siguiendo esta conversación. —Entonces, ¿por qué no estás ayudándome a escapar? Podrías ir tú mismo en forma de sombra, directo a dónde sea que están las llaves. Estoy segura de que Aiden las tiene. Él rodó sus y desapareció por un instante. Uff—Puedes salvarte a ti misma. Solo tú, y necesitas descubrir cómo. Mis labios estaban apretados. Aquí estaba Caleb, mi mejor amigo—mi mejor amigo muerto—al que no lo había visto en lo que se sentía una eternidad, y estábamos discutiendo. No quería discutir con él. —¿Qué estás haciendo, Alex? Esta no eres tú. Nada de esto es lo que siempre has querido. Tomé una respiración profunda. —Es lo que quiero ahora Caleb gruñó gravemente en su garganta. Se veía como si quisiera estrangularme. —Lo que están haciendo va a conseguir que Seth y tú mueran. Sí, es cierto—no son invencibles. ¡Ninguno de ustedes lo es! Y hay una guerra formándose en el Olimpo y va a llover todo los tipos de santo infierno bajo Tierra. ¿Quieres ser responsable de eso? Apretando mis manos en puños, lo fulminé con la mirada. — ¡Queremos cambiar las cosas, Caleb! ¡Tú de todas las personas tienes que entender eso! Juntos, Seth y yo podemos liberar a los siervos—mi padre. Podemos derrocar al Consejo. Podemos… Él soltó una especie de risa loca. Una que por lo general significaba que estaba cerca de empujarme a una esquina. — ¿De verdad crees que eso es lo que va a suceder una vez que tengan éxito en la erradicación de todos los Consejos? ¿Qué Lucian va a liberar a los mestizos y todo el mundo va a amarse los unos a los otros?
  • 34. 34 Página Abrí la boca, pero él siguió. —Y vamos a pretender que eso no es absurdo y todos estaremos en lo alto en píldoras de la felicidad. Los dioses nunca van a permitirlo. Ellos se arriesgarán exponiéndose a todo el mundo mortal para detenerte. Personas inocentes morirán. Tú morirás. Mi corazón se aceleró un poco. —¿Así que no debería hacer nada? —No ¿No lo sabes? La suprema arte de la guerra es someter al enemigo sin lucha. —Y quienquiera que propuso eso era un completo y absoluto idiota. Para ganar la guerra, el enemigo debe ser despojado de su esqueleto y destruido. Sus ojos se estrecharon. —Eres una idiota. Mis labios temblaron. —Cállate. Caleb desvió la mirada. —Alex, tienes que romper el vínculo con Seth. Rómpelo y entenderás todo. —No. —Retrocedí, pasando mis manos lo largo de mis caderas—. Tú me dijiste que no renunciara a Seth. ¿Y ahora quieres que lo haga? —No quiero que renuncies a él —dijo él, su voz adquirió un filo suplicante—. Aún hay esperanza para él, pero sólo si realmente puedes llegar a él. Y siendo el jefe del Club de fans de Seth no vas a hacerlo. Me reí entonces. —Eso fue lo eras cuando estabas… ya sabes, alrededor. Tú realmente estabas flechado con él. —Y todavía lo estoy. Él es bastante impresionante, pero ahora él está en lo más alto de su poder. Como un adicto a las anfetaminas. No. Mejor aún. Un adicto al crack y un adicto a las anfetaminas todo en uno. Está fuera de control. Buen Dioses, ¡está trabajando con Daimons! Y si tú sales de aquí y te conectas con él; ¿transferirás tu poder a él? Eso será todo, Alex. Te drenará hasta secarte sin intención. Di un grito ahogado. —Nunca haría eso. —El podrá no pensarlo, Alex. Pero lo hará. Y una vez que lo haya hecho, se convertirá en un Dios Asesino y nadie te necesitará. —El agitó su cabeza con tristeza—. Eso es si tú siquiera llegas a él. Apolo te detendrá. Cada dios vendrá aquí para detenerte. Sacudiendo mi cabeza, me negué a creer eso. Mi Seth nunca me drenaría. Él me necesitaba, al igual que yo lo necesitaba. Y juntos, seríamos imparables. Nosotros podríamos cambiar las cosas. Como el Apollyon, no perdería a la gente como había perdido a Caleb y a mi mamá. Me negué. —Alex —suplicó en voz baja
  • 35. Página 35 —No... ¡No! ¡Porque soy lo suficientemente poderosa ahora para que nadie de los que amo va a morir de nuevo! —Alex— Estúpidas y débiles lágrimas quemaron mis ojos. —Si yo hubiera sido el Apollyon cuando fuimos atacados, podría haberte salvado Su forma parpadeó. —No, Alex, no hubieras podido —No digas eso. Nunca digas eso. —Mi pecho estaba demasiado apretado. Él se desvaneció un poco. —¿Qué está pasando? —Me tengo que ir. —Caleb se veía afligido—. Rompe la conexión, Alex. Es la única manera para salvarlos a ambos. Negué con la cabeza tan rápido que mi pelo abofeteó mis mejillas. Antes de que pudiera decir una palabra, él se apagó y desapareció. Me quedé allí durante minutos, tal vez horas, mirando el lugar donde él había estado parado, peleando las lágrimas y todo lo que él había dicho. Yo no—no podía creer lo que había dicho. Caleb no lo entendía. Nunca había perdido gente como yo había perdido—gente como él. Mientras él estaba en el Inframundo jugando Mario Go Kart5, yo estaba aquí, metida hasta las rodillas en el dolor y la angustia de perderlo y a mi mamá. Yo estaba lidiando con el hecho de que mi padre era un maldito sirviente. ¡Y él no podía entenderlo! Estar conectada con mi Seth era la única manera de salvarnos. Para el momento en que mi Seth y yo lo estuviéramos, no habría más dolor. 1Mario Go Kart: es un videojuego de carreras para Nintendo Wii en la que aparecen los personajes de la serie (también de videojuego) de Mario.
  • 36. Cinco Traducido por Ysandre Corregido por Mar¡Cipriano Recordemos que en Mestiza (libro 01 de la saga Covenant), Alex se encuentra a Aiden después de la fiesta de Zarak y lo llama “merodeador”, de ahí el término. 6 Página 36 T uve la impresión de que Caleb había fallado de alguna manera después de que él se fue, y solo esperaba que no lo castigaran. No pensé que Apolo le haría algo, pero de nuevo, ¿qué sabía yo? La visita de Caleb me dejó hecha trizas. Encerrada y sin manera de expulsar la energía, me paseaba por la celda. Una parte de mí quería enfurecerse y gritar. Otra parte de mí quería sentarse y llorar como un bebé. Ver a Caleb fue como un regalo, pero todo lo que habíamos hecho fue discutir. Eso me dejó una piedra en el estómago que seguía tirando de mí hacia abajo, muy abajo. Cuando Aiden apareció con una bolsa de comida rápida, casi me lancé hacia él, porque me estaba muriendo de hambre. Y... tuve el impulso más extraño de hablarle de Caleb. —¿Quién está aquí? —le pregunté entre un bocado y otro de una misteriosa carne. Él no contestó. Rodé mis ojos, terminando mi hamburguesa. Hurgando en la bolsa, saqué unas papas fritas de tamaño extra-grande. Con el poco ejercicio que estaba haciendo, mi escape implicaría que me fuera rodando de aquí. —Sé que alguien ha aparecido. Un puñado de patatas fritas entró en mi boca, y luego otro. Sal y grasa recubrían mis dedos. Yum. —¿No vas a hablar? ¿Sólo te sentarás y me mirarás como un merodeador6? Aiden esbozó una media sonrisa. —Tú me llamaste así una vez. —Sí, porque lo eres —Fruncí el ceño en mi caja casi vacía. Nunca habría suficientes papas fritas.
  • 37. 37 Página —En realidad, había estado observándote para asegurarme de que no te escaparas de la isla. Me acordé. Había sido la noche de la fiesta en la casa de Zarak, cuando las cosas parecían ser más simples. Zarak... me pregunté qué había pasado con él. No creía que él hubiera estado en la isla cuando Poseidón lanzó su ataque, pero no sabía. Habiendo terminado con las patatas fritas, lamí la sal de mi dedo mientras levantaba la mirada. Los ojos de Aiden se encendieron en plata y sentí algo caliente en mi estómago. Puse mi otro dedo en los labios… ¡Santos bebés daimons! ¿Qué demonios estaba haciendo? Agarrando una servilleta, me limpié furiosamente los dedos. Frente a mí, el calor rugió fuera de Aiden. Cuando finalmente miré a Aiden otra vez, él era de nuevo todo frialdad: el maestro de la impasibilidad. Incluso arqueó la ceja ante mí. Bien por él. Lo que sea. Él totalmente me había dado jaque mate, pero ahora sabía quiénes estaban arriba: Laadan y Olivia. Recordé entonces cuando había estado en el Elixir. Deacon y Aiden habían dicho que iban a venir. Luego me escondí en el armario porque Aiden había levantado la voz. Realmente me escondí en un armario. —Te ves feliz —comentó Aiden mientras desenvolvía un sándwich de pollo. Hombre, ¿quién desecha la mayonesa y sólo come pan? Aiden. —Oh, sólo estaba recordando cuando aprendí a jugar al ajedrez y me escondía en armarios. Sólo había tomado dos bocados, pero tiró el resto en su bolsa. Un músculo en su mandíbula se movió. —Alex, odio verte así. Así que si quieres que me sienta culpable, lo hago. Si quieres que me odie a mí mismo por tomar esa decisión, lo hago. Debería estar haciendo un baile de celebración o algo así, porque había conseguido un pequeño pinchazo, pero mis hombros se hundieron. Las palabras estaban en la punta de la lengua, palabras que no debía decir. Así que no dije nada. Pasamos el resto del tiempo en silencio. Cuando se fue, no contacté a Seth. Entre la visita sorpresa de Caleb y la cosa con Aiden, estaba demasiado desconcentrada. Algún tiempo después, tal vez un par de horas, escuché la puerta abrirse y cerrarse rápidamente; demasiado rápido y silenciosamente para
  • 38. 38 Página que fuera Aiden, que siempre bajaba las escaleras como un guerrero preparándose para la batalla. Salté fuera del colchón, conteniendo la respiración. Dos esbeltas piernas dentro de un pantalón, y luego una ondulada camisa blanca metida en la parte delantera de los jeans. Vi las botas de mi visitante a la distancia. Eran botas geniales. Olivia. Una oportunidad acababa de golpear. Ella se detuvo en la parte inferior de la escalera, retirándose los rizos de su cara. Su tez color caramelo era hermosa, incluso cuando estaba pálida. Parecía que estaba mirando a una horda de daimons ahora. —Alex —susurró ella, tragando saliva. Poco a poco, para que ella se fuera corriendo por las escaleras, me acerqué a los barrotes. Supe el momento en que ella tuvo una buena mirada de mis ojos, porque retrocedió, golpeando el primer escalón. —No te vayas —le dije, agarrando los barrotes. La pálida luz azul brilló—. Por favor no te vayas. Su garganta se movió de nuevo y echó rápidamente un vistazo detrás de ella antes de que su mirada se volviera de nuevo hacia mí. —Por todos los dioses, es cierto. Tus ojos... Sonreí irónicamente. —Toma un poco de tiempo acostumbrarse. —Sin duda. —Ella respiró hondo y se acercó más—. Aiden... él me va a matar si se entera de que estoy aquí, pero yo sólo tenía que verte por mí misma. Él... estaba diciendo que te tienes que quedar aquí, que eres peligrosa. Por una vez, la impulsividad de otra persona me beneficiaba. —Yo no soy peligrosa. —Dijeron que amenazaste con hacer una corona con la caja torácica de Deacon. Oh, demonios... —No hice nada. Ella no parecía muy convencida. —Está bien. Ya me conoces. Digo cosas malas cuando estoy enojada. Sus labios se torcieron. —Sí, lo haces. Alex... —Su mirada parpadeó sobre los barrotes—. Maldición... Tenía que proceder con cautela, pero tenía que hacerlo rápido. ¿Quién sabía cuánto tiempo teníamos antes de que Aiden se diera cuenta de que Olivia estaba aquí y arruinara toda mi diversión? Usar una compulsión sería la manera más fácil y rápida para tratar con esto, pero...
  • 39. 39 Página pero una parte de mí, esa estúpida, estúpida parte de mí, quería hablar con ella... mi amiga. Y había algo que no había tenido la oportunidad de decirle, algo importante. Olivia se acercó aún más a la celda. —Te ves... te ves terrible. Fruncí el ceño. —¿De verdad? —¿Has estado durmiendo?— Su mirada me recorrió—. Has perdido peso. Sintiéndome algo aliviada al saber que no había engordado, me encogí de hombros. —Tú te ves genial. Ella me tocó la mejilla. —No me siento genial. No tienes idea de lo que está pasando afuera. Todo el mundo está asustado, debido a... —Debido a nosotros. —¿Nosotros? —Seth y yo. —Apoyé la cabeza contra los barrotes—. Fuiste a Nueva York, ¿verdad? Olivia negó. —Empezamos a ir, pero está muy mal allí. No van a dejar entrar a nadie. El lugar se encuentra en clausura, pero hay muchas peleas dentro… o eso es lo que escuché. El Elixir había dejado de trabajar allí, cortesía de Lucian, y mi padre... mi padre estaba allí. —Los dioses, tienen esas cosas alrededor de los Covenants. —Ella se estremeció y rodeó con sus brazos su esbelta cintura. Mi interés despertó. —¿Qué cosas? —No lo sé. Son como mitad toro, mitad hombre, pero máquinas. Nos encontramos con ellos cuando íbamos camino a Nueva York. Mi madre continuó, pero ella no me quería allí. Me envió aquí con Laadan. Un recuerdo brumoso resurgió, uno de Apolo y Aiden hablando de esas criaturas. Me pregunté si mi Seth sabía sobre ellas. Probablemente. Solté las barras y nuevamente escondí mi pelo enredado. Las puntas se curvaban a la mitad de mi pecho y probablemente necesitaban un corte. Alrededor de Olivia, no podía dejar de compararme. —Alex, las cosas van a empeorar. Tú… —Vi a Caleb. Su boca se abrió, y lo que fuera que ella podría haber dicho había sido olvidado. —¿Qué? —He visto a Caleb dos veces desde que él... pasó. —Tenía que sacar esto, y entonces hacer lo que tenía que hacer. Mi Seth llamaría a esto una
  • 40. 40 Página debilidad y lo era, ya que estaba perdiendo un tiempo precioso, pero Olivia necesitaba saber. Había prometido a Caleb que se lo diría a ella, y después de que me escape no tenía idea de si volvería a verla—. La Orden me atacó cuando todavía estaba en el Covenant. Uno de sus miembros me mató. Fui al Inframundo… — ¿Tú moriste? Hice una mueca. —Sí, estaba muerta, y a la vez no lo estaba. Larga historia. Pero vi a Caleb. Una mano voló a su pecho. —¿Estás jugando conmigo? Porque te juro por los dioses, Alex, que voy a hacerte daño. Lindo, teniendo en cuenta que no podía tocarme, pero sonreí. —Caleb está bien. Está realmente bien. Pasa la mayor parte de su tiempo jugando a la Wii, y se veía muy bien. Nada como... —La parte posterior de mi garganta quemaba. —Está muy bien. Sus ojos brillaban en la penumbra. —¿De verdad lo viste? Asentí con la cabeza. —Él quería que yo te dijera algo. No tuve la oportunidad, con todo lo que está pasando. —Comprensible. —Ella ahogó una carcajada—. ¿Qué... qué te dijo? Olivia siempre había tenido las manos cuidadas, pero su esmalte estaba agrietado y viejo. Mantuve mis ojos en ella. —No sé lo que esto significa, pero me dijo que te dijera que habría elegido Los Ángeles. Hubo una inhalación aguda, y el silencio se prolongó tanto tiempo que eventualmente eché un vistazo, y cuando lo hice, casi deseé no haberlo dicho. Las lágrimas corrían por las mejillas de Olivia, corriendo sobre sus dedos ahora presionados contra sus labios. Una emoción subió a través de mi garganta y me mordí el labio. Los Ángeles deben de haber significado algo realmente importante. Me hubiera gustado estar en el otro lado de estas barras, no para escapar, sino para abrazarla. Pero tenía que estar en el otro lado de las barras, y tenía que escapar. No había más tiempo. —Olivia —le dije, y mi voz era diferente, incluso a mis propios oídos; era más suave y lírica. El poder tarareaba. Ella se tensó, y luego sus manos salieron de su boca, sus ojos se clavaron en los míos. Las lágrimas se aferraban a sus pestañas gruesas, pero ellas no eran lo que hacía que sus ojos brillasen ahora. Era la compulsión en mi voz, una habilidad que se había convertido innata al Despertar. Una parte de mí aborrecía lo que estaba haciendo. Olivia era mi amiga. Usar una
  • 41. 41 Página compulsión en ella estaba mal, pero no había otra manera. Tenía que llegar a mi Seth. Con el tiempo, ella lo entendería. —¿Sabes dónde están las llaves, Olivia? Ella asintió lentamente. —Bueno. Eso es muy bueno. —Me estiré a través de los barrotes, haciéndole un gesto para que viniera hacia mí. Cuando ella puso su mano fría en la mía, apreté suavemente—. ¿Dónde están? —Con Aiden. — Sus palabras eran lentas. Maldición. Eso no era bueno—. ¿Y dónde está Aiden? —Él está con tu tío y Laadan. —Un suspiro escapó de sus labios. Mierda. No había manera de que ella pudiera conseguir las llaves. Mi mirada se deslizó hasta la puerta de la jaula y surgió una idea. Soltando su mano, agarré las barras y vi el resplandor de la luz. Era débil y no alcanzaba la marca Titán en el techo. —Olivia, ¿puedes ayudarme? —Usé todo el poder que tenía en mi voz, y sus ojos se abrieron—. Me ayudarás, ¿verdad? —Sí. —Genial. — Sonreí mientras me apresuraba hacia la puerta. El punto más débil era el lugar donde estaba la cerradura; si las dos trabajábamos al mismo tiempo, tal vez sería suficiente—. Necesito que tires de la puerta, Olivia, lo más fuerte que puedas. Se acercó a la puerta en un sueño, colocando obedientemente sus manos en el mango. —Pon todo en ella —le rogué en voz baja—. Tira. Tira con fuerza. Y lo hizo. Los mestizos eran increíblemente fuertes, y tanto el suelo como las barras se sacudieron. Olivia se dobló por la cintura, cavando con sus botas. Di un paso atrás, deseando tener unos zapatos, porque esto realmente iba a doler. —Sigue tirando —le ordené, y luego respiré profundamente. Retrocediendo medio camino, me di la vuelta y planté mi talón en la cerradura. El dolor se dividió en mi pie mientras brillante luz azul destellaba y luego desaparecía rápidamente. Un pequeño hueco apareció entre la puerta y las barras. —Tira muy duro, Olivia. Ella gruñó, tirando hacia abajo. Caleb iba a perseguirme por esto. Echándome hacia atrás, golpeé la puerta de nuevo. Apareció otra brecha. Con el pie ya entumecido, le di una patada más. El metal gimió y
  • 42. 42 Página cedió. La fuerza repentina envió a Olivia al suelo y la puerta... estaba abierta. Sin perder tiempo, corrí a través del hueco, medio esperando ser detenida por una defensa desconocida, pero entonces yo estaba en el otro lado de los barrotes. Quería hacer un baile de la victoria y gritar, pero me dejé caer y apreté las mejillas de Olivia. Ella me miró a los ojos, completamente bajo mi control. —Quédate aquí, ¿de acuerdo? Quédate aquí hasta que alguien venga y te lleve. Olivia asintió. Empecé a irme, pero me detuve. —Tú no te vas a culpar por esto. Me vas a culpar a mí. —Está bien —fue su suave respuesta. La dejé ir y empecé a ir hacia las escaleras. Un sabor amargo estaba en la parte posterior de mi boca al mirar por encima del hombro. Olivia se quedó en el suelo, sus ojos fijos en el lugar donde yo me encontraba. —Gracias —le dije, no es que importara. Ella no me escuchaba ni me entendía. No iba a hacer nada hasta que alguien viniera aquí, y entonces sería como despertar de un sueño. Volvería a verla. Una vez que mi Seth y yo cambiáramos las cosas, volvería a verla y me disculparía. Tranquilizada por eso, me deslicé subiendo por las estrechas escaleras, deteniéndome en la puerta. No hubo voces en el otro lado. Tomando un segundo, probé el vínculo con Seth. Él no estaba allí, y yo no tenía tiempo para esperar a que se presentara. Tan pronto como estuviera fuera y supiera dónde estaba, lo llamaría. Asomándome por la puerta abierta, revisé el pasillo. Vacío. Era estrecho y había cuadros colgados en las paredes. Se dividía en dos direcciones. Hacia la derecha, luz natural entraba por una pequeña ventana, llamándome. Me deslicé por la puerta, cerrándola detrás de mí mientras tomaba conciencia de mi entorno. Había estado en el Elixir la última vez que me había encontrado arriba (la única vez, en realidad) y recordé vagamente que esta sala llevaba a la cocina y una especie de salón. Pasando la cocina estaba la terraza acristalada, que daba al exterior. Una extraña sensación se desplegó dentro de mí, y hubo un destello de Aiden y yo en esta terraza acristalada. Lo empujé fuera de mi cabeza y me moví silenciosamente por el pasillo. Sinceramente deseé que alguien hubiera dejado una daga o algo por ahí.
  • 43. 43 Página No hubo tanta suerte. Ahora que lo pensaba, debería haberle preguntado a Olivia donde estábamos. Puse mis ojos en blanco. Dios, que idiota era a veces, pero había estado tan preocupada por liberarme. Cuando me acercaba a una de las puertas cerradas, me pareció oír a Deacon riendo, y luego a Luke. Mordiéndome el labio, me deslicé por la escalera que conducía hacía arriba…. La puerta se abrió y me encontré cara a cara con Lea. Mierda. Boquiabierta, Lea parpadeó y dio un paso atrás, chocando contra la pared. —No… Su agudo y estridente grito de batalla me sobresaltó, y luego se abalanzó sobre mí. Ella en realidad se abalanzó sobre mí. Dioses. Sin tiempo para una compulsión, desvié su golpe con un puñetazo que la hizo girar. Se contuvo con la pared y lanzó un gruñido. Antes de que pudiera recuperar su equilibrio, deslicé su píe por debajo de ella justo cuando la cara sorprendida de Deacon aparecía en la puerta. —Oh, mierda —dijo él y retrocedió rápidamente cuando Luke salió disparado hacia adelante. Luke intento agarrarme, pero yo era rápida. —Alex, tú no quieres hacer nada... Al final del pasillo, la última puerta se abrió hacia arriba, golpeando en los paneles de yeso. Capté un vistazo de los pantalones negros. Centinela. Sin pensarlo dos veces, levanté mi brazo y puse en acción la peor parte del elemento aire. Lucas voló hacia atrás, sus ojos muy abiertos y aturdidos. Chocó contra Lea, que se había trasladado al frente de Deacon para protegerlo. Hubo varios gruñidos, un grito de dolor, y entonces alguien gritó mi nombre. Corriendo alrededor, salí de la cocina. Mis pies descalzos golpeaban en el suelo mientras bordeaba la mesa y entré en la terraza acristalada. Llegué a la puerta en cuestión de segundos, tirando de ella para luego darme cuenta de que estaba cerrada. Maldiciendo entre dientes, desbloqueé la maldita cosa y abrí la puerta. Aiden entró en la cocina. —¡Alex! ¡No! Era demasiado tarde. Yo estaba fuera. Era libre.
  • 44. Seis Traducido por Jess Corregido por Dafne 7 Hummer: Marca de automóviles todoterreno. Página 44 E n el momento en que la luz del sol tocó mi piel, vacilé un paso. Se sentía como si hubieran pasado años desde que había sentido el calor de la luz natural. Mis sentidos volvieron a la vida. El pasto estaba frío bajo mis pies, y húmedo. Gruesos y altos olmos se difuminaban cuando me lancé a través de un pequeño camino de tierra, alrededor de un Hummer7, y entré a los grandes bosques que rodeaban la cabina. Con mis piernas y brazos bombeando, seguí corriendo. Mi cabello fluía detrás de mí, y empujaba con fuerza, poniendo atención, en busca de alguna señal de dónde estaba. No había nada. Una planta de semillero se arraigó. Salté a través de un árbol caído, mis pies patinaron sobre afiladas agujas de pino. ¿Cómo iba a decirle a mi Seth donde estaba cuando no tenía ni idea?, pero malditos árboles… —Alex, ¡Detente! Mi respiración se detuvo y me atreví a mirar hacia atrás. Era él: Aiden. —Mierda —escupí, acelerando. Más adelante, había un arroyo: el arroyo. Me acordé de eso. Miles de años de Apollyons y sus habilidades se apresuraron a través de mí. Aprovechar la capacidad era tan fácil, como deslizarse en jeans desgastados, era irritante teniendo en cuenta la formación atroz que había atravesado en la preparación del despertar y por supuesto, mi Seth habría sabido. Idiota. Extendiendo un brazo, convoqué al agua, dispuesta que respondiera a mí. El agua se agitó, y luego una corriente de agua saltó por el aire, un arco alto por encima de mí. La pared de agua seguía llegando, drenando
  • 45. 45 Página el arroyo poco profundo en segundos. Giró en un embudo, golpeando la tierra detrás de mí. Una maldición fue ahogada. Eso debería haberme comprado algo de tiempo. Corriendo sobre el lecho del arroyo, el barro salpicó mis pies y mis pantalones vaqueros. Ramas bajas desgarraron mi pelo, enganchando hebras en mi camisa y rasgándola, pero seguí adelante. La luz del sol se asomaba entre las ramas gruesas mientras me dirigía más en el bosque, lejos de la cabaña... lejos de él. Sin previo aviso, el enlace cobro vida. ¿Alex? Estoy fuera. Salté sobre una roca en un pequeño barranco y aterricé en cuclillas. Me levanté y seguí corriendo. No sé dónde estoy, pero estoy fuera. Seth, estoy— Podía escuchar a Aiden. Él estaba cerca y rápido, impulsada por algo más fuerte que el éter y supe, incluso tan rápida como era yo, no habría sido capaz de escapar en este tiempo si la pared de agua no le hubiera dejado. Tendría que luchar. Pero no estaba sola. Mi Seth estaba aquí. Patinando para detenerme, me giré. El viento sopló mi cabello hacia atrás mientras arrastraba agua dulce, el aire de las montañas. Aiden saltó del pequeño barranco, aterrizando en cuclillas ágilmente varios pies de distancia frente a mí. El agua brotaba de las ondas oscuras pegados a su cabeza, y su camisa negra se aferraba a los duros músculos de su pecho y estómago. Bajo el material fino, empapado, sus hombros se tensaban. Nuestros ojos se encontraron. Se levantó con gracia, con las manos abiertas a los costados. —No quieres hacer esto —le advertí—. Aléjate. Aiden vino hacia adelante. —No voy a dejarte. Nunca voy a hacer eso. Hubo un aleteo en el pecho que no pertenecía allí. Di un paso atrás, sintiendo el calor que irradiaba a través de mis dedos. La voz de mi Seth zumbó a través del vínculo y yo sabía lo que quería que hiciera, y, entendí por qué tenía que hacer esto. Respiré profundamente y levanté la barbilla. —Entonces, es tu funeral. —Que así sea. Me lancé hacia Aiden. Él estaba preparado para eso. Se lanzó hacia la izquierda, evitando mi ataque. Era rápido y muy hábil. Lo sabía, porque él me había entrenado, pero era mejor que él. Yo era otra cosa. Moviéndome velozmente, me hundí y fui hacia sus piernas. Aiden saltó y disparé, golpeando mi puño contra su estómago. Retrocedió un paso,
  • 46. 46 Página pero recuperó rápidamente el equilibrio. Mi siguiente golpe fue desviado. El tercero le di en la mandíbula, enviando su cabeza hacia atrás. La luz del sol se reflejaba en las dagas unidas a sus muslos, y fui a por ellas. Aiden giró a la izquierda en el último segundo, y mis dedos sólo agarraron el mango de una. Él se apoderó de mi muñeca, girando sólo lo suficiente para hacerme gritar y dejarla ir. Mi cabeza se alzó ante la explosión de sorpresa ante el dolor, y se reflejó en sus ojos color gris. Por alguna razón, yo no esperaba que me hiciese daño. Creo que... No sabía lo que pensaba. Me empujó hacia atrás y como si pudiera leer mis pensamientos, dijo—: No quiero. Furia atravesó en mí como un cohete. —No puedes hacerme daño. Aiden saltó fuera del camino cuando me disparé hacia adelante. Girando, le di una patada de vuelta contra sus riñones. Me volví para volver a hacerlo, pero Aiden cogió mi pierna y me lanzó hacia atrás. Golpeé el suelo y apareció, tirando mi cabeza hacia atrás. Energía chocó contra mí. El akasha hervía bajo la superficie, a la espera de ser llamado, demandando. Volé hacía Aiden y peleamos, brutalmente. Sobre todo por mi parte, porque Aiden era más sobre la defensiva en lugar de la ofensiva, pero moretones estaban repartidos, uno tras otro. Surgieron recuerdos de nuestro entrenamiento juntos. No estaba segura si eso era una ventaja para cualquiera de nosotros, porque anticipábamos los movimientos del otro y ninguno de nosotros podría tener ventaja. Me caía y él estuvo allí para desviarme. Se movió y me escapé antes de que él me acorralara. Golpe por golpe nos fuimos, y en la parte de atrás de mi cabeza, sabía que podía haber llamado a los elementos, pero no lo hicimos. Tal vez fue toda la rabia acumulada y ser enjaulada durante tanto tiempo, y yo necesitaba el aspecto físico de la lucha. Tal vez era algo más. La sangre goteaba de los labios de Aiden. Una marca roja florecía en su mandíbula. Su camisa estaba rota a lo largo de la parte central, dejando al descubierto una hilera de abdominales tensos, pero no mostraba signos de desaceleración. Frustrada empujé fuera del árbol, gané un poco de aire y me retorcí, dándome cuenta de mi error, un instante después de que fuera demasiado tarde. Como supuse, Aiden se metió en ella, cogiéndome por la cintura y me dio vueltas. En el entrenamiento, nunca había sido capaz
  • 47. 47 Página de conseguir más allá de él de esta manera. Debería haberlo sabido mejor. Incliné mi peso hacia adelante y ambos fuimos de rodillas. Había probado la sangre, pero Aiden no me había golpeado. Ni una sola vez. Pero mi cara se había conectado con el suelo más de un par de veces. —Ríndete —gruñí, echando la cabeza hacia atrás. Sus brazos se apretaron a mi alrededor. —Ya deberías saber que no voy a renunciar a ti. No eres tan estúpida. —No puedo decir lo mismo de ti. —Abrí mis muslos y reuní mis fuerzas—. No puedes ganar. Su aliento bailaba sobre mi cuello. —¿Quieres apostar a eso? Apreté los dientes. —No puedes tenerme. No soy— —No eres de él, Alex. ¡No perteneces a nadie más que a ti misma! Estaba equivocado, tan equivocado. Yo pertenecía a mi Seth. Fui creada para él, sólo él, y Aiden estaba en mi camino. Meciéndome hacia adelante, puse suficiente espacio entre nosotros y me incorporé, rompiendo su agarre. Lancé el brazo hacia atrás, golpeando en su mejilla con el puño cerrado. El impacto lastimó mis nudillos. Aiden se apoyó sobre una rodilla y escupió sangre. —Dioses. Girando alrededor, empecé a correr, haciendo caso omiso de las afiladas piedras clavadas en las plantas de mis pies. Había recorrido unos cinco metros antes de que fuera tacleada por detrás... Aiden me levantó así que mi espalda estaba clavada en su pecho. — ¿A dónde vas tan rápido? Cuando la diversión apenas comienza. —¡Te odio! —Luché violentamente, tratando de excavar en el suelo. La suciedad saltaba cuando daba una patada para arriba mientras lo golpeaba, cada vez más como un animal atrapado en una red—. ¡Te odio! —Puedes odiarme todo lo que quieras, pero eso no cambia nada. —Él se puso de pie y empezó a arrastrarme hacia atrás, y supe que él me arrastraba hasta el fondo de la cabaña a la jaula—. No voy a dejar que te hagas esto a ti misma. Me moví y me tiré de un lado a otro, pero estábamos de nuevo en el grupo de árboles en cuestión de segundos. —¡No puedes detenerme! ¡No puedes hacer esto! —No entiendes, Alex. No puedes estar aquí afuera.
  • 48. 48 Página Le di un codazo. Él gruñó, pero no me soltó. —Ellos te matarán. ¿Entiendes? —Él me sacudió—. ¡Ellos vendrán a matarte! —¡No me importa! — grité con voz ronca—. Me tengo que ir. ¡Tengo que estar con él! . Aiden aspiró una bocanada de aire y su agarre se aflojó un poco. Usando mi oportunidad, levanté las piernas y el esfuerzo conjunto nos derribó. Aiden golpeó el suelo primero y rodamos antes de que pudiera liberarme, puso sus manos en mi espalda, empujándome hacia abajo. Llenándome la boca de barro y pasto. —¡Basta! —siseó en mi oído—. Esto no va a funcionar, Alex. A ti no te preocupa morir, pero yo si me preocupo por ti . —¡No me importa! Todo lo que importa es Seth. Si no puedo estar con él, entonces prefiero estar muerta. —¿Por lo menos te estás escuchando? —Sus manos apretaban mis hombros—. ¿Prefieres morir si no estás con él? ¿Sabes lo débil que es eso? ¡La Alex que conocí no sentirá algo como eso! Lo que dijo me llegó profundamente y se rompió algo dentro de mí. Enfurecida, planté mis manos en el suelo frío y sentí temblar la tierra. Un gran estruendo inició a continuación, y el suelo cedió ante nosotros, rodando como mares tormentosos. Fuimos arrojados lejos. Me estrellé contra un árbol y golpeé el suelo sobre mis manos y rodillas. Un relámpago atravesó el cielo, me cegó por un instante. Nubes rodaron adentro, bloqueando el sol, y la oscuridad cayó. Los cielos se abrieron y una lluvia torrencial nos golpeó. No sabía si era yo o cualquier otra cosa. Yo estaba más allá de que me importara. Una bola gigante de emoción se instaló en mi estómago, desordenándose con velocidades de vértigo. Ira. Frustración. Miedo. Todo ello me atravesó. El aire saltó debajo de mí y me levanté del suelo. Carga estática. Chispas volaron. El mundo era de color en tonos ámbar. No era yo. Yo no era nada. Aiden estaba a pocos metros de distancia, sus ojos plateados clavados en mí. Una expresión de horror y asombro marcaban sus rasgos más llamativos. Yo era un dios, como Seth había dicho. Éramos dioses. Hazlo. El susurro de Seth penetró mi sangre. Es el momento.
  • 49. 49 Página Mis pies tocaron el suelo y dí un paso adelante… uno, y luego otro. Aiden no se movió. Esperó. Lo vi en esos ojos, la finalidad de esto. Él no iba a ganar, no podía, y él lo sabía. Aiden lo aceptó. Cuando lo alcancé, la lluvia cesó y las nubes se separaron. El sol siguió mis pasos. —Alex. —La voz de Aiden estaba rota. Como una cobra saltando, tomé las piernas de Aiden por debajo de él y él estaba en su espalda antes de poder tomar otro aliento. A horcajadas sobre él, puse mis manos en sus hombros. Las marcas del Apollyon brillaban de un azul vibrante y corrían por mi piel. Me incliné, poniendo mis labios por encima de él, y las palabras que salieron de mi boca eran mías... pero no lo eran. —Tus momentos finales, St. Delphi. —Apreté mis labios hasta la esquina de los suyos y se estremeció—. Eres débil porque amas. Aiden me miró sin pestañear. —Amar no es una debilidad. El amor es lo más fuerte que existe. Mis labios se curvaron en una sonrisa. Idiota. El akasha salió a la superficie. Mi piel estaba en llamas, yo estaba en llamas. Luz azul brillante se formó en mi brazo derecho, dando vueltas, y subió hasta mis dedos. Luz acampanada, intensa y tan hermosa como destructiva. La luz del sol caía sobre nosotros, y me eché hacia atrás. El akasha había cubierto mi mano derecha. Cuando lo dejara ir, apagaría la vida de todo a su paso. Había muerte en esta belleza. Y Aiden no hizo ningún movimiento para defender su vida. Tenía los ojos fijos en los míos y él se estiró lentamente. Las puntas de sus dedos, callosos por los ejercicios de entrenamiento y combate, rozaron mi mejilla con ternura. —Te amo, Alex. Siempre lo haré. Parpadee. Mi corazón tartamudeó. No podía mantener mi cabeza alrededor, cómo él podía decir que, como... decir cosas con tanto amor, a segundos de la muerte. Hazlo, Alex, y luego podremos estar juntos. Liberaremos a los mestizos y a tu padre. Vamos a cambiar el mundo. Tú y yo, Ángel, estaremos juntos para siempre. Mi mirada cayó entre nosotros. El collar rosa se había deslizado hacia fuera, expuesto por el cuello roto de mi camisa. Un rayo de luz atrapo los bordes de cristal de color rojo oscuro de la rosa en la flor… tal cosa delicada, creado por las manos de un verdadero guerrero.
  • 50. 50 Página El aire dejó mis pulmones y mi brazo comenzó a temblar. Estamos en esto juntos, Alex, hasta el final. Esas palabras no eran de Seth, pero esto era el final. Mis ojos ardían como si estuviera lloviendo ácido, pero los cielos estaban claros. Yo estaba a segundos de la libertad... pero tantos, tantos recuerdos empezaron a pasar por mi cabeza. No podía dejar de mirar la rosa. Imágenes de la primera vez que había visto Aiden mientras yo había estado entrenando con Caleb, luego otra vez cuando había llegado a través de la pared de fuego y me salvó, salvó mi vida. Los recuerdos de su paciencia, su apoyo, incluso su frustración conmigo. Seth me llamó, pero le dio un manotazo lejos. Estos recuerdos eran importantes. Querían decir algo, todo, para mí, ¿no? No había habido ningún sentimiento unido a ellos antes, pero ahora estaban empapados con emociones. Me concentré en ellos, recordando cómo se había preocupado por mí después de Gatlinburg, cómo había estado allí para mí cuando me vine abajo después de que mamá... mi mamá. La primera vez que me sostuvo—que me besó. Nunca hubo ningún juicio en los ojos de Aiden, como si yo fuera su igual. Yo siempre había sido un igual para Aiden. Mi pecho se levantó bruscamente. El día en el zoológico se apoderó de mí, y luego el Día de San Valentín. El amor que habíamos compartido. Tenía que decir algo. No podía respirar. Yo daría todo por ti. Seth me llamó de nuevo, pero me estaba rompiendo a pedazos. Rompiendo. Todo venía. Piezas de quien solía ser fueron repelidas por lo que me había convertido. El pasado y el presente no podían coexistir en el futuro. Estaba dividida en dos. Seth gritaba ahora, su voz rugiendo en mi cabeza, y no había manera de escapar. Estaba en todas partes, en todas mis células, pensé, y él tiró de mí. Pero no podía respirar, y él estaba debajo de mí y no podía pensar con claridad. Hubo de nuevo tantas voces. Muchas eran diferentes, algunas eran mi propia voz... y yo no podía pensar. Me concentré en el escudo mental que Seth me había enseñado. Necesitaba un momento, sólo un segundo de silencio para pensar en esto, para entender por qué no se estaba defendiendo a sí mismo y cómo podía amarme.
  • 51. 51 Página Seth estaba furioso. Dolor atravesó mi cabeza como si alguien hubiera tomado un picahielos y comenzara a golpear en mi cabeza, sabía que él odiaba eso, pero necesitaba tiempo. Él me gritó, pero me imaginaba esas paredes. Eran neón rosa, paredes deslumbradas, y ellas fueron hacia arriba, apiladas alto y más alto. Las hice gruesas y llenas de titanio, rematados con alambre de púas y lancé una pequeña valla eléctrica por encima de ellos, y todo eso fue respaldado por el poder de los dioses. Una película de luz azul con brillo cubría las paredes. El lazo se rompió dentro de mí, retrocediendo como un latigazo y luego se había ido. A excepción de un leve zumbido, se hizo el silencio, era sólo yo ahora, a solas con todo lo que había hecho. Inclinando la cabeza hacia atrás, grité. Desbloqueados desde el fondo de mi alma, los gritos seguían llegando y llegando. No pude evitarlo. No podía comprender lo que me había convertido; las cosas que había hecho. Y cuando me detuve, fue sólo porque mi garganta estaba en carne viva. Me puse al lado de Aiden, incapaz de mirarlo, porque... las cosas... mi cuerpo temblaba, me arrastré por el suelo fangoso y me hice un ovillo contra un árbol. Presionando la cara contra mis rodillas, respiré entrecortadamente, pero me dolía el pecho y la presión seguía construyéndose. —¿Alex? —llamó Aiden, con la voz ronca y entrecortada. Evitándolo, quise que me dejara. Tenía que huir de él tan rápido como pudiera. Unas fuertes manos se posaron en mis hombros y luego se deslizaron sobre mis brazos, envolviéndose suavemente alrededor de mis muñecas. Él sostuvo mis manos, y aunque yo no podía soportar mirarlo, mis ojos se abrieron. Era como ver a Aiden después de meses de separación. Era claro para mí. La curva de sus anchos pómulos, el toque pícaro de sus hoyuelos y la fuerte línea de su mandíbula; características con las que me había comprometido hace millones de años. Las ondas oscuras se cerraban sobre su piel de forma tan natural... la piel marcada por los golpes y rayas de color carmesí. Los moretones que le había dado, pero que aún tenía la belleza masculina que siempre me deshacía.
  • 52. Página 52 Aiden se estremeció, y luego apretó mis mejillas. Sus ojos grises buscaron los míos. Estaban cubiertos de un fino brillo de lágrimas, pero Aiden nunca lloró. —Alex... oh, dioses, Alex, ¿estás aquí? Me largué a llorar.
  • 53. Siete Traducido por Jess Corregido por Dafne Página 53 S í, yo no iba a parar de llorar pronto. Estás eran los más grandes, temblorosos y vergonzosos tipos de sollozos. Realmente, no podía pensar ni ver a mi alrededor—Demonios, incluso no podía respirar. Aiden me sostuvo contra él, sus brazos un extraño y contacto terrenal. Él murmuró unas palabras en griego antiguo. Entendí agapi mou varias veces, y el resto tenía tanto sentido como las palabras que traté de decir entre los sollozos. Sabía que ahora yo podía entenderlas si no estuviera ahogándome en mis lágrimas, pero apenas podía entender el inglés por el momento. Empapé la camisa de Aiden. Y aun así me abrazó contra su pecho mientras se apoyaba contra el árbol, apartándome el cabello, apretando su mejilla contra la parte superior de mi cabeza. Él nos meció. Los dos lo necesitábamos, creo. Hubo pasos y voces en algún punto y me tensé en sus brazos. No sabía quién venía, pero sentí a Aiden sacudir la cabeza, y luego los pasos se retiraron. Dioses, podía pensar —realmente pensar—, después de lo que parecía una eternidad. Todo pensamiento se vio ensombrecida por el dolor dentro de mí. El fuerte pinchazo que había sentido en el baño, lo comprendí ahora. Mi corazón y mi alma habían estado gritando, tratando de llegar a mí. Ese dolor estaba en todas partes ahora, golpeándome desde todos lados. No podía escapar de todas las cosas que había dicho y hecho desde que me había Despertado. Desde el momento en que me había conectado con Seth, me convertí en la viviente personificación de mi peor miedo y ni siquiera me había dado cuenta. Seth y lo que él quería que me habían consumido hasta que no había quedado nada, y yo que pensaba que era más fuerte que eso.