14. Juan Martínez Montañés
Imagen de Santo Domingo penitente, del
año 1605. La policromía fue realizada por
Francisco de Pacheco. La escultura fue
encargada para el convento de Porta
Coeli, hoy en el Museo de Bellas Artes de
Sevilla.
15. Detalle del rostro de San Francisco de San Cristóbal, Iglesia del
Borja, Iglesia de la Anunciación de Salvador, Sevilla.
Sevilla.
16. ANÁLISIS TÉCNICO.
FORMA: imagen, que mide 1,90 ms. de altura (sin
la cruz), fue policromada por el pintor Francisco
Pacheco.
MÉTODO: imagen realizada en madera de cedro,
mediante talla y con policromía posterior. Obra
escultórica que representa a Jesús crucificado. La
DESCRIPCIÓN GENERAL: La imagen del Cristo de
la Clemencia nos muestra, en una clara
composición trapezoidal, a Jesús clavado en la cruz
mediante cuatro clavos (dos en las manos y dos en
los pies), aún vivo y con la cabeza inclinada hacia
su hombro derecho. En ella presenta una amplia
corona de espinas de traza natural, a modo de
casquete. Pese a tratarse de un crucificado, los
rasgos dramáticos no están exagerados. Sólo
apreciamos rastros de sangre en las heridas de las
manos y de los pies, así como en la que se derrama
por el rostro y el pecho desde la corona. La carne
está policromada en color mate y no se ha
producido aún la herida en el costado. De todo ello
Cristo de la Clemencia, de Juan puede deducirse que el momento de la muerte no
Martínez Montañés. resulta inmediato.
17. El cuerpo de la imagen está trazado de manera
naturalista y realista, siguiendo un claro canon
alargado, herencia de los planteamientos
manieristas. El detalle anatómico es perfecto, sin
que se aprecien signos evidentes de excesiva
tensión muscular, más allá de los que requiere la
propia composición.
Como única vestimenta el crucificado muestra un
paño de pureza que describe un amplio óvalo, se
recoge con un gran nudo hacia su lado derecho
y se desarrolla mediante numerosos pliegues de
tamaño reducido.
La pierna derecha se cruza sobre la izquierda,
para acabar presentando los pies casi en
paralelo, dejando bien visibles ambos clavos.
18. Por otra parte, Jesús muestra los ojos abiertos y su mirada, que podría
calificarse como de serena, dulce y triste al mismo tiempo, se dirige hacia la
parte inferior. La boca también se halla entreabierta.
De todo ello podemos deducir que la imagen combina a la perfección dos
elementos característicos de la escultura barroca española, cuales son el
naturalismo realista y el clasicismo. Muy probablemente para su talla
Marínez Montañés debió inspirarse en un crucificado elaborado por Miguel
Ángel, que conocería por una copia existente en Sevilla o bien por
estampas.
19. Análisis simbólico:
La simbología de un crucificado, dentro de la religión cristiana, es tan evidente que no
requiere ser comentada en detalle: la muerte de Jesús en la cruz (que debe entenderse
continuada en su posterior resurrección) es la base en la que se fundamenta el
cristianismo. Muriendo en el madero, el mismo Dios da cumplida cuenta de su amor a
los hombres.
En relación con ello, hay un rasgo en la imagen muy interesante. Se trata de la
disposición de la cabeza y, por consiguiente, de la dirección de la mirada de Jesús,
hacia abajo. La posición de la cabeza, exigida por el propio contrato en el que se basó
la elaboración de la escultura, implica que Cristo mira directamente a quien se sitúa
delante de él en un plano inferior y la mirada deviene en símbolo tanto de los propios
sufrimientos divinos por la especie humana como en emblema de perdón. Y por
extensión el perdón se entiende concedido no sólo a quien contempla directamente a la
imagen sino a la humanidad en su conjunto. La mirada del Cristo de la Clemencia es
pues símbolo del amor de Dios a los hombres y, según los planteamientos cristianos, de
su infinita misericordia.
20. Martínez Montañés talla esta imagen en la Sevilla de los primeros años de siglo XVII,
heredera de la de los esplendores del siglo XVI, cuando la ciudad crece
espectacularmente a raíz del establecimiento en ella del monopolio del comercio
americano, concretado en la Casa de la Contratación. Están cercanos, no obstante, los
años de mediados de la centuria, en los que las crisis financieras y las sucesivas
epidemias podrán fin a la época de apogeo de la ciudad. En Sevilla se halla
ampliamente difundido el espíritu de la Contrarreforma católica, afianzado en la amplia
difusión de las órdenes religiosas, de forma que la mentalidad barroca se pone al
servicio de esta idea de defensa a ultranza de los principios de la religión. A este efecto,
la imaginería es un recurso de primera importancia.