Los llollo siempre decían lo contrario de lo que pensaban, de modo que los enemigos se saludaban con alegría y los amantes se despedían tristemente. Sin embargo, viajeros les enseñaron a mentir, por lo que empezaron a decir la verdad a sabiendas de que nadie les creería. Terminaron mezclando sus pensamientos y palabras, volviéndose iguales a otros pueblos y dispersándose porque ya no se comprendían entre sí.