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                          COMENTARIO


       EXEGETICO Y EXPLICATIVO


                          DE LA BIBLIA


TOMO II: EL NUEVO TESTAMENTO


      POR Roberto Jamieson A. R. Fausset


                            David Brown
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[PAG. 757]
                      EL APOCALIPSIS O REVELACION DE JUAN, EL TEOLOGO

INTRODUCCION

     AUTENTICIDAD.—El autor se llama a sí mismo Juan (1:1, 4, 9; 22:8). Justino Mártir (Diálogo p. 308; años 139–161)
cita el Apocalipsis como obra del apóstol Juan, la profecía del milenio de los santos, a ser seguido por la resurrección
general y el juicio. Este testimonio de Justino es referido también por Eusebio (Historia Eclesiástica, 4:18). Justino, en la
primera mitad del siglo dos, tuvo una controversia con Trifón, judío erudito, en Efeso, donde Juan había vivido hacía
unos treinta o treinta y cinco años; él dice que la “revelación había sido dada a Juan, uno de los doce apóstoles de
Cristo.” Melito, obispo de Sardis (alrededor del año 171), una de las “siete iglesias”, y así sucesor de uno de los “siete
ángeles”, escribió, dice Eusebio (Historia Eclesiástica, 4:26), tratados sobre el Apocalipsis de Juan. El testimonio del
obispo de Sardis es tanto más imparcial cuanto dicha iglesia fué una de las más severamente reprochadas (3:1). Así
también Teófilo de Antioquía (como año 180), según Eusebio (4:26), citó testimonios del Apocalipsis de Juan. Eusebio
dice lo mismo de Apolonio, quien vivió en Asia Menor al fin del segundo siglo. Ireneo (como 180 después de Cristo),
oyente de Policarpo, el discípulo de Juan y el supuesto ángel de la Iglesia de Esmirna (según el arzobispo Usher), cita
repetidas veces el Apocalipsis lo más decididamente como la obra del apóstol Juan (Haereses 4., 20:11; 4., 21. 3; 4., 30, 4;
5., 36.1; 5., 30.3; 5., 35.2). En 5., 30.1, aludiendo al número místico de la bestia (13:18), hallado en todas las copias
antiguas, dice: “No aventuramos una teoría confidente tocante al nombre del Anticristo; porque si hubiese sido
necesario que su nombre fuese proclamado abiertamente en la actualidad, hubiera sido declarado por aquel que vió la
visión apocalíptica; porque fué vista no hace tanto tiempo atrás, sino casi en nuestra generación, hacia fines del reinado de
Domiciano”. En su obra contra herejías, publicada diez años después del martirio de Policarpo, cita el Apocalipsis veinte
veces, y hace largos extractos de él como de Escritura inspirada. Estos testimonios de personas contemporáneas con
los sucesos inmediatos de Juan, y más o menos vinculadas con la región de las siete iglesias a las que se dirigió el
Apocalipsis, son lo más convincentes. Tertuliano, del norte de Africa (como el año 220), Adversus Marción 3. 14, cita la
descripción por Juan en el Apocalipsis de la espada que salía de la boca del Señor (19:15) y, 3. 24, la ciudad santa (cap.
20). Comp. De Resurrectione 27; De Anima 8, 9, etc.; De Praescriptione Haereticorum 33. El fragmento de Muratori del
canon (como el año 200), hace saber que Juan escribió a las siete iglesias. Hipólito, obispo de Ostia, cerca de Roma
(como año 240), De Antichristo, p. 67, cita el 17:1–18 como la escritura del apóstol Juan. Entre las obras de Hipólito, está
especificado en el catálogo sobre su estatua, un tratado “sobre el Apocalipsis y el Evangelio según Juan”. Clemente de
Alejandría (como año 200), Stromata 6:13, alude a los veinticuatro tronos donde están sentados los ancianos
mencionados por Juan en el Apocalipsis (4:5); también en Quis Dives Salvus, sec. 42, menciona el retorno de Juan de
Patmos a Efeso después de la muerte del tirano romano. Orígenes (como 233), Comentario de Mateo, en Eusebio
(Historia Eclesiástica 6. 25), menciona a Juan como autor del Apocalipsis, sin expresar duda alguna acerca de su
autenticidad; también en dicho Comentario, 16. 6, cita el 1:9, y dice: “Parece que Juan ha visto el Apocalipsis en la isla
de Patmos”. Victorino, obispo de Petau de Panonia, quien sufrió el martirio bajo Diocleciano en el año 303, escribió el
primer comentario actualmente en existencia sobre el Apocalipsis. Aunque la antigua versión siríaca (Peschito) no
contiene dicho libro, sin embargo Efrem Ciro (como 378) cita frecuentemente el Apocalipsis como cánónico, y lo
atribuye a Juan.

     Su canonicidad e inspiración (según un escolio de Andreas de Capadocia) están atestiguadas por Papias, oyente de
Juan y compañero de Policarpo. Papias era obispo de Hierápolis, cerca de Laodicea, una de las siete iglesias. Conjetura
Wordsworth que un sentimiento de vergüenza, a causa de las reprensiones en el Apocalipsis para con Laodicea,
puede haber obrado sobre el Concilio de Laodicea, de modo que omitiera el Apocalipsis de la lista de libros de lectura
pública. La Epístola de las iglesias de Lyons y Viena a las iglesias de Asia y Frigia (en Eusebio, Historia Eclesiástica 5. 1–
3), durante la persecución bajo Marco Aurelio, año 77, cita el 1:5; 3:14; 14:4, y 22:11, por Escritura. Cipriano (como 250)
también cita el 2:5 como Escritura, así como el 3:21, como de la misma autoridad que el Evangelio. (Para otros
ejemplos, véase Prolegómenos de Alford, de quien se derivó mayormente este resumen de evidencias.) Atanasio, en su
Epístola Festival, [PAG. 758] enumera el Apocalipsis entre las Escrituras canónicas, a las que nadie debe agregar ni
quitar. Jerónimo (en Epístola ad Paulinum) incluye el Apocalipsis en el canon, y dice: “Tiene tantos misterios como
palabras. Faltan las palabras para alabar sus méritos. En cada una de sus palabras se disimulan muchos sentidos”. De
modo que una cadena ininterrumpida de testimonio desde el período apostólico confirma la canonicidad y la
autenticidad del Apocalipsis de Juan.

    Los Alogi (Epifanio, Haereses, 51) y Cayo el presbítero romano (Ensebio 3. 18), hacia fines del siglo dos y principios
del tercero, rechazaron el Apocalipsis de Juan por razones meramente capciosas. Cayó, según Jerónimo, De Viris
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Illustribus, como el año 210, lo atribuía a Cerinto, por la razón de que sostenía el reinado milenial sobre la tierra.
Dionisio de Alejandría menciona a muchos anteriores a su tiempo que lo rechazaban por su oscuridad, y porque
parecía sostener el dogma de Cerinto de un reinado terrenal y carnal; por lo cual lo artibuía a Cerinto. Este Dionisio,
discípulo de Orígenes y obispo de Alejandría (247), admite la inspiración del libro (en Eusebio, Historia Eclesiástica 7.
10), pero lo atribuye a otro Juan distinto de Juan el apóstol en base a la diferencia de estilo y carácter, en comparación
con el Evangelio y Epístola de Juan, como también porque el nombre de Juan se menciona varias veces en el
Apocalipsis y siempre se calla en el Evangelio y la Epístola; además ni hace alusión la Epístola al Apocalipsis, ni el
Apocalipsis a la Epístola; y el estilo no es griego puro, sino que abunda en barbarismos y solecismos. Ensebio vacila en
su opinión (Historia 24. 39) respecto de si debe o no debe ser clasificado entre las Escrituras de indubitable
canonicidad. Su antipatia hacía la doctrina milenaria le inclinaría inconscientemente en su opinión del Apocalipsis.
Cirilo de Jerusalén (año 386), Catechesis 4. 35, 36, omite el Apocalipsis al enumerar las Escrituras del Nuevo
Testamento a ser leídas así privada como públicamente. “Todo lo que no se lee en las iglesias, no lo leas tú ni a solas;
los apóstoles y antiguos obispos de la Iglesa que nos las transmitieron eran mucho más sabios que tú”. Vemos pues
que en el día de Cirilo no se leía el Apocalipsis en las Iglesias. Sin embargo, en Catechesis 1. 4 él cita Apocalipsis 2:7, 17;
y en Catecresis 1, 15. 13, saca del 17:11 la declaración profética de que el rey que ha de humillar a tres reyes (Daniel 7:8,
20) es el octavo rey. En caps. 15 y 27 asimismo cita Apocalipsis 12:3, 4. Alford conjetura que Cirilo en algún periodo
cambió su opinión, y que estas referencias al Apocalipsis representan faltas de memoria por las que retenía la
fraseología que pertenecía a sus opiniones anteriores, no a las subsecuentes. El 60o canon (si es genuino) del Concilio
de Laodicea de a mediados del siglo cuatro omite el Apocalipsis de los libros canónicos. La Iglesia Oriental en parte
dudaba del Apocalipsis; la Occidental, después del siglo cinco lo reconocía universalmente. Cirilo de Alejandría, De
Adoratione 146, aunque admite el hecho de que algunos dudaban su genuinidad, lo acepta él mismo como
indubitablemente obra de San Juan. Andreas de Cesárea, de Capadocia, lo reconoció por genuino y canónico, y
escribió el primer comentario completo y conectado de dicho libro. Los orígenes de la duda parecen haber sido: (1) el
antagonismo de muchos contra el milenismo, expuesto en él; (2) la oscuridad y el simbolismo que hicieron que no se
leyese en las iglesias y que no se enseñase a los niños. Pero la tradición más primitiva está inequívocamente en su favor.
En una palabra, la evidencia objetiva lo apoya decididamente; los únicos argumentos en su contra parecen haber sido
subjetivos.

     Las notas personales de Juan ocurren en el 1:1, 4, 9; 22:8. Además, el que el autor se dirige a las iglesias del Asia
Proconsular (2:1) concuerda con la tradición corriente de que, suelto Juan de su destierro en Patmos, a la muerte de
Domiciano, bajo Nerva residió por mucho tiempo en Efeso, donde murió al fin en el tiempo de Trajano (Eusebio,
Historia 3. 20, 23). Si el Apocalipsis no fuese la obra inspirada de Juan, significando como significa que es un mensaje
de su superior a las siete iglesias del Asia Proconsular, sin duda hubiera sido rechazado en aquella región; mientras
que los primeros testimonios en dichas iglesias estuvieron todos a su favor. Una sola persona tenía el derecho de usar
lenguaje de autoridad tal como aquel dirigido a los siete ángeles de las iglesias—a saber, Juan, como el último apóstol
sobreviviente y superintendente de todas las iglesias. También, concuerda con el modo de Juan de confirmar la
certeza de su testimonio tanto al principio como al fin de su libro (véase el 1:2, 3, y 22:8, con Juan 1:14; 21:24; 1 Juan
1:1, 2). Otra vez, concuerda con la opinión de que el escritor era apóstol inspirado que se dirige a los ángeles, o
presidentes de las varias iglesias en el tono de un superior que se dirige a inferiores. Además, él alaba a la Iglesia de
Efeso por haber juzgado y condenado a “los que se dicen apóstoles y no lo son”, por lo cual expresa su propia
prerrogativa indudable de la inspiración apostólica (2:2), declarando en las siete epístolas la voluntad de Cristo que le
fué revelada.

     Cuanto a la diferencia de estilo, en comparación con el Evangelio y la Epístola, la diferencia de tema en parte la
explica; las visiones del vidente, transportado [PAG. 759] como estaba más allá de la región de los sentidos, relatadas
propiamente en forma abrupta de expresión, y libres de las reglas gramaticales que rigen en sus escritos de carácter
más calmoso y más pensado. Además, siendo como era hebreo galileo, Juan, escribiendo una Revelación semejante a
las profecías del Antiguo Testamento, naturalmente volvió al estilo hebraico de ellos. Alford observa, entre los rasgos
de semejanza entre el estilo del Apocalipsis y el del Evangelio y la Epístola de Juan: (1) el nombre característico dado a
nuestro Señor, peculiar a Juan exclusivamente, “el Verbo de Dios” (19:13, con Juan 1:1; 1 Juan 1:1). (2) la frase “el que
vence” (2:7, 11, 17; 3:5, 12, 21; 12:11; 15:2; 17:14; 21:7, con Juan 16:33; 1 Juan 2:13, 14; 4:4; 5:4, 5). (3) El término griego
(alethinos) por “verdadero”, en contraposición a lo que es oscuro e irreal (3:7, 14; 6:10; 15:3; 16:7; 19:2, 9, 11; 21:5; 22:6).
Este término, usado una sola vez por Lucas (16:11), cuatro veces por Pablo (1 Tesalonicenses 1:9; Hebreos 8:2; 9:24;
10:22), se halla nueve veces en el Evangelio de Juan (1:9; 4:23, 37; 6:32; 7:28; 8:16; 15:1; 17:3; 19:35), cuatro veces en la
Primera Epístola (1 Juan 2:8, 5:20), y diez veces en el Apocalipsis (3:7, 14; 6:10; 15:3; 16:7; 19:2, 9, 11; 21:5; 22:6). (4) El
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diminutivo griego por “Corderito” (arnion) ocurre veintinueve veces en el Apocalipsis, y el único otro lugar donde
ocurre es en Juan 21:15. Sólo en los escritos de Juan se le llama a Cristo directamente “el Cordero” (Juan 1:29, 36). En 1
Pedro 1:19, se le llama “como un cordero sin mancha”, aludiendo a Isaías 53:7. Asimismo el uso del vocablo
“testimonio” (1:2, 9; 6:9; 11:7, etc.; comp. Juan 1:7, 8, 15, 19, 32; 1 Juan 1:2; 4:14; 5:6–11). “Guardar la palabra”, o
“mandamientos” (3:8, 10; 12:17, etc., con Juan 8:51, 55; 14:15). La aseveración de la misma cosa positiva y luego
negativamente (2:2, 6, 8, 13; 3:8, 17, 18; con Juan 1:3, 6, 7, 20; 1 Juan 2:27, 28). Véase también 1 Juan 2:20, 27 con el 3:18,
cuanto a la unción espiritual. Los solecismos aparentes de estilo son atribuíbles a aquella elevación Inspirada que está
por encima de las meras reglas gramaticales, y están destinados a captar la atención del lector por la peculiaridad de
la frase, de manera que se detenga y escudriñe alguna verdad profunda que pueda haber. El fervor del escritor
inspirado que trata un asunto que trasciende a todo otro, lo eleva por encima de toda adherencia servil a las reglas
ordinarias, de modo que a veces pasa de una construcción gramatical a otra, conforme va exponiendo gráficamente la
cosa descrita ante los ojos del lector. Esto no se debe a la ignorancia de la gramática, porque Juan “ha desplegado un
conocimiento de reglas gramaticales en otras construcciones mucho más difíciles”. [Winer.] Se da más atención a la
conexión del pensamiento que a la conexión meramente gramatical. Debe tomarse en cuenta otra consideración, y es que
por cuanto las dos quintas partes del todo es lenguaje de otros, él amolda su estilo conformemente. Véase Tregelles:
Introduction to Revelation from Heathen Authorities.

     Tregelles bien dice (Evidencia Histórica Neotestamentaria), “No hay libro del Nuevo Testamento del que tengamos
testimonios tan claros, amplios, y numerosos como los que tenemos a favor del Apocalipsis. Cuanto más intimamente
se relacionaban los testigos a Juan (como en el caso de Ireneo), tanto más explícito es su testimonio. Que prevaleciesen
dudas en épocas posteriores deben haberse originado o en la ignorancia del testimonio primitivo, o si no, en alguna
supuesta intuición de lo que el apóstol debiera haber escrito. Las objeciones basadas en el estilo interno no pueden tener
peso en contra de la evidencia efectiva. Es en vano que se arguya, a priori, que Juan no pudo haber escrito este libro,
cuando tenemos la evidencia de varios testigos competentes de que él lo escribió.

    LA RELACION DEL APOCALIPSIS AL RESTO DEL CANON.—Gregorio Niceno, Tomo 3, página 601, llama
Revelación “el último libro de la gracia”. Completa el volumen de la inspiración, de modo que no hemos de esperar
ninguna revelación más hasta que venga Crísto mismo. Apropiadamente el último libro para cerrar el canon fué
escrito por Juan, el último apóstol sobreviviente. El Nuevo Testamento se compone de los libros históricos, los
Evangelios y los Hechos; las Epístolas doctrinarias; y un libro profético, el Apocalipsis. El mismo apóstol escribió el
último de los Evangelios, y probablemente la última de las Epístolas, y el único libro profético del Nuevo Testamento.
Todos los libros del Nuevo Testamento habían sido escritos y eran leídos en las asambleas de las iglesias, unos años
antes de la muerte de Juan. Su vida fué prolongada providencialmente a fin de que diese la final atestación a la
Escritura. Cerca del año cien, los obispos de Asia (los ángeles de las siete iglesias) vinieron a Juan en Efeso, trayendo
ejemplares de los tres Evangelios, de Mateo, Marcos, y Lucas, y desearon de él una declaración de su criterio
apostólico acerca de los mismos; por lo que los pronunció auténticos, genuinos, e inspirados, y al pedido de ellos
agregó su propio Evangelio para completar el aspecto cuádruplo del Evangelio de Cristo (véase el Canon de Muratori;
Ensebio 3. 24; Jerónimo, Proaemium in Matthaeum; Victorino, Apocalipsis; Theodoret, Mopsuestia). Un clérigo griego,
citado en Aliatio, llama el Apocalipsis “el sello de toda la Biblia”. El canon estaría incompleto sin [PAG. 760] el
Apocalipsis. La Escritura es un todo completo, sus libros componentes escritos durante un período de más de 1.500
años, estando mutuamente relacionados. La unidad de propósito y de espíritu atraviesa el todo, de tal modo que el fin
es la necesaria consecuencia del centro, y el centro del principio. El Génesis presenta ante nosotros al hombre y a la
novia en la inocencia y bienaventuranza, seguido por la caída del hombre debido a la sutileza de Satanás, y la
consiguiente miseria del hombre, su exclusión del Paraíso y del árbol de la vida y de los ríos deleitosos. La Revelación
presenta en orden inverso al hombre, antes expuesto al pecado y a la muerte, pero después hecho vencedor por la
sangre del Cordero; el primer Adán y Eva, representados por el segundo Adán, Cristo y la Iglesia, su esposa
inmaculada, en el Paraíso con libre acceso al árbol de la vida y al agua cristalina de la vida que surge del trono de
Dios. Como el Génesis predijo el aplastamiento de la cabeza de la serpiente por la simiente de la mujer, así el
Apocalipsis declara el cumplimiento final de dicha predicción (caps. 19, 20).

     LUGAR Y FECHA.—Las más reconocidas autoridades declaran que Juan fue desterrado bajo Domiciano (Ireneo,
5. 30; Clemente de Alejandría; Eusebio, Historia Eclesiástica 3. 20). Victorino dijo que tuvo que trabajar en las minas de
Patmos. A la muerte de Domiciano, año 95, volvió a Efeso bajo el emperador Nerva. Es probable que fuese
inmediatamente después de su retorno cuando escribiese, bajo la inspiración divina, el relato de las visiones que le
fueron concedidas en Patmos (1:2, 9). Sin embargo, el 10:4 parece indicar que escribió las visiones inmediatamente
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después de haberlas visto. Patmos es una de las Espórades. Su circunferencia es de como cincuenta kilómetros. “Era
propio que cuando se le impedía ir más allá de límites terrenales, se le permitiese penetrar en los secretos del cielo”.
[Beda, Apocalipsis.] Los siguientes argumentos favorecen una fecha anterior, es decir, bajo Nerón: (1) Eusebio (en
Demostraciones Evangélicas) junta en la misma proposición el destierro de Juan con el apedreo de Jacobo y el degüello
de Pablo, ocurridos bajo Nerón. (2) El relato de Clemente de Alejandría del ladrón restaurado por Juan, después que
hubo corrido tras de él y alcanzándolo con dificultad, concuerda mejor con el Juan de edad más joven que la que tenía
bajo Domiciano, de cerca ya de 100 años, Aretas, en el siglo seis, aplica el sexto sello a la destrucción de Jerusalén por
Nerón el César. Laodicea fué destruída por terremoto en el año 60, pero fué inmediatamente reedificada, de modo que
el ser ella “rica y aumentada en bienes” no es incompatible con el que el libro fuese escrito durante la persecución
neroniana (año 64). Pero las posibles alusiones a ella en Hebreos hacen posible una fecha anterior a la destrucción de
Laodicea, a saber: Hebreos 10:37, compárese Apocalipsis 1:4, 8; 4:8; 22:12; Hebreos 11:10, comp. el 21:14; Hebreos 12:22,
23, comp. el 14:1; Hebreos 8:1, 2, comp. el 11:19; 15:5; 21:3; Hebreos 4:12, comp. el 1:16; 2:12, 16; 19:13, 15; Hebreos 4:9,
comp. cap. 20; 1 Pedro 1:7, 13; 4:13, comp. 1:1; 1 Pedro 2:9, con el 5:10; 2 Timoteo 4:8, con el 2:26, 27; 3:21; 11:18; Efesios
6:12. con el 12:7–12; Filipenses 4:3, con el 3:5; 13:8; 17:8; 20:12, 15; Colosenses 1:18, con el 1:5; 1 Corintios 15:52, con el
10:7; 11:15–18. Se dice que Cerinto murió antes que Juan: como él tomó del libro de Juan mucho material para su
seudo apocalipsis, es probable que aquél fuese de una fecha anterior al reinado de Domiciano. Véase Tilloch,
Introducción al Apocalipsis. Pero la bendición paulina del 1:4 indica que fué escrito después de la muerte de Pablo bajo
Nerón.

    LOS DESTINATARIOS.—La inscripción afirma que fué dirigido a las siete iglesias de Asia, eso es, el Asia
Proconsular. La razón de Juan para elegir el número siete (pues había más de siete iglesias en la región indicada, por
ejemplo, las de Magnesia y Tralles), fué sin duda porque siete es el número sagrado que expresa totalidad y
universalidad: de modo que está implícito que Juan, por medio de las siete iglesias, se dirige en el Espíritu, a la Iglesia
de todos los lugares y edades. La iglesia en sus varios estados de vida o de muerte espiritual, de todas las edades y
lugares, está representada por las siete iglesias, y de consiguiente son dirigidas a ella las palabras de consuelo y de
amonestación. Esmirna y Filadelfia solas son honradas con alabanza pura, como fieles en la tribulación y ricas en
buenas obras. Herejías de género distinto ya se habían levantado en las iglesias de Asia, y el amor de muchos se había
enfriado, mientras que otros habían progresado a mayor celo, y uno había sellado su testimonio con su sangre.

    EL OBJETIVO.—Principia con amonestaciones a las siete iglesias de parte del divino Hijo del hombre, a quien
Juan vió en visión, después de una breve introducción que expone el tema principal del libro, a saber, “para
manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder presto” (caps. 1–3). Del capítulo 4 al fin es mayormente profecía,
con exhortaciones y consolaciones prácticas, sin embargo, diseminadas, semejantes a las enviadas a las siete iglesias
(representativas de la Iglesia universal de toda edad), que así relacionan el cuerpo del libro con su principio, que
forma por tanto su debida introducción.

     Existen tres escuelas de interpretación: (1.) Los preteristas, que sostienen [PAG. 761] que casi todo ya se ha
cumplido. (2.) Los intérpretes históricos, que sostienen que el libro comprende la historia de la Iglesia desde el tiempo
de Juan hasta el fin del mundo, siendo los sellos cronológicamente sucedidos por las trompetas, y éstas por los vasos.
(3.) Los futuristas, que consideran que casi todo es aún futuro, y ha de ser cumplido inmediatamente antes de la
segunda venida de Cristo. La primera teoría no fue aceptada por ninguno de los primeros padres, y ahora sólo por los
racionalistas, que limitan la visión de Juan a las cosas que estaban dentro de su propio horizonte, las persecuciones de
los cristianos por la Roma pagana, y su anticipada destrucción en consecuencia. La escuela futurista está abierta a esta
grande objecion: su teoría dejaría a la Iglesia de Cristo sin dirección profética alguna ni fortaleza para sus pruebas
ardientes durante los siglos de su existencia. Pues Dios ha dicho: “Porque no hará nada el Señor Jehová; sin que revele
su secreto a sus siervos los profetas.” Los judíos tuvieron una sucesión de profetas que los guiaron con la luz de la
profecía: lo que los profetas fueron para ellos, eso mismo han sido, y son, para nosotros las escrituras apocalípticas.

    Alford, siguiendo a Isaac Williams, llama la atención a la relación paralela entre el Apocalipsis y el discurso de
Cristo en el Monte de las Olivas, de Mateo 24. Los sellos claramente nos llevan hasta la segunda venida de Cristo,
como lo hacen también las trompetas (comp. 6:12–17; 8:1, etc; 11:15), y asimismo también las copas (16:17): los tres
temas corren paralelos, y terminan en el mismo punto. Ciertas palabras claves (“reclamos”, las llama Wordswodth)
unen las tres series de símbolos. Estas no se suceden una a otra en orden histórico ni cronológico, sino paralelamente,
las series posteriores llenando en detalle el mismo cuadro que las precedentes habían dibujado en bosquejo. Así
Victorino (sobre 7:2), el primer comentador del Apocalipsis, dice, “El orden de las cosas no ha de tomarse en cuenta,
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puesto que a menudo el Espíritu Santo, cuando ha corrido hasta el fin del último tiempo, otra vez vuelve a los mismos
tiempos, y suple lo que ha expresado menos explícitamente.” Y Primasius (Ad Apocalypsin in fine), “En las trompetas
da una descripción mediante una repetición agradable, según es su costumbre.”

     Desde el principio Juan se apresura, por anticipación (como era la tendencia de todos los profetas), a la gran
consumación: “He aquí viene en las nubes” (1:7); “Yo soy el principio y el fin, el primero y el último” (8:17). Así las
siete epístolas exhiben la misma anticipación de la terminación: “Al que venciere,< escribiré sobre él el nombre de mi
Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalem, la que desciende del cielo <” (3:12); comp. 21:2.
También, “Le daré la estrella de la mañana” (2:12); comp. “Yo soy la estrella resplandeciente y de la mañana” (22:16).

     Otra vez, el terremoto que sucede al abrirse el sexto sello es una de las palabras claves: es decir, un eslabón que une
cronológicamente este sexto sello con la sexta trompeta (9:13; 11:13): comp. también la séptima copa (16:17, 18). Los
concomitantes de la apertura del sexto sello, está claro, no se aplican en sentido pleno y amplio a evento alguno, sino a
los terrores que tomarán a los impíos en vísperas de la venida del Juez.

    Otra vez, la bestia del abismo, entre la sexta y séptima trompetas, conecta esta serie con la sección de caps. 12, 13, 14,
tocante a la Iglesia y sus adversarios. Otra vez, la selladura de los 144.000 bajo el sexto sello une este sello con la
sección de caps. 12–14.

     Asimismo, la soltura de los cuatro vientos por los cuatro ángeles sobre los cuatro ángulos de la tierra, bajo el sexto
sello, corresponde a la soltura de los cuatro ángeles en el Eufrates, bajo la sexta trompeta.

    Además, ocurren eslabones en el Apocalipsis que lo relacionan con el Antiguo Testamento. Por ejemplo, “la boca
que habla grandezas,” conecta la bestia que habla blasfemias contra Dios, y hace guerra contra los santos, con el cuerno
pequeño, o el último rey, que, surgiendo después de los diez reyes, hablará contra el Altísimo y lidiará contra los santos;
también comp. los “cuarenta y dos meses” (13:5), o los “mil doscientos sesenta días” (12:6), con los “tiempo, tiempos y
la mitad de un tiempo” de Daniel 7:25. Además, “los cuarenta y dos meses,” (11:2), correspondientes a 12:6 y 13:5,
unen el período bajo la sexta trompeta a la sección, caps. 12, 13, 14.

     Auberlen observa, “La historia de la salvación está gobernada misteriosamente por números santos. Son el
andamio del edificio espiritual. No son meramente indicaciones exteriores de tiempo, sino indicaciones de naturaleza
y esencia. No sólo la naturaleza, sino también la historia, está basada en números. La Escritura y la antigüedad ponen
números por las formas fundamentales de las cosas, donde nosotros ponemos ideas.” Como el número es el regulador
de las relaciones y las proporciones del mundo natural, del mismo modo entra muy a menudo en las revelaciones del
Apocalipsis, el que expone las armonías de lo sobrenatural, de lo divino inmediato. Así la revelación más sobrenatural
nos lleva lo [PAG. 762] más lejos en la natural, como era de esperar, puesto que el Dios de la naturaleza y de la
revelación es uno. Siete es el número de la perfección (1:4; 4:5, los siete espíritus delante del trono: 5:6, los siete cuernos
y los siete ojos del Cordero). Así las siete iglesias representan la Iglesia católica en su totalidad. Los siete sellos‐trompetas‐
copas, son particularmente una serie completa cada una en sí, cumpliendo perfectamente el curso divino de los juicios.
Tres y medio denota un número opuesto al divino (siete), pero roto en sí, el cual, en el memento del mayor triunfo,
queda derrotado por el juicio y la ruina absoluta. Cuatro es el número de la extensión mundial; siete es el número de la
revelación de Dios en el mundo. En las cuatro bestias de Daniel hay un reconocimiento de algún poder sobre ellos, al
mismo tiempo que hay una pantomima de los cuatro querubines de Ezequiel, los símbolos celestiales de toda la
creación en su debida sujeción a Dios (4:6–8). Así los cuatro ángulos de la tierra, los cuatro vientos, los cuatro ángeles
desatados en el Eufrates, y Jerusalén que está puesta en cuadro, representan la extensión mundial. El séptuplo de
espíritus de parte de Dios corresponde a los cuatro querubines de parte de la creación. Juan, viendo más
profundamente el carácter esencialmente antidivino del mundo, nos presenta, no las cuatro bestias de Daniel, sino las
siete cabezas de la bestia, por lo que se arroga la bestia la perfección séptupla de los espíritus de Dios; al mismo tiempo
que, con característica contradicción de sí misma, tiene diez cuernos, el número peculiar al poder mundial. Su
usurpación injusta del número sagrado siete está señalada por la adición de una octava al número de siete cabezas, y
también por el número de la bestia misma, 666, el cual en unidades, décimas y centésimas, se acerca, pero carece de la
perfección del siete. Los juicios sobre el mundo son completos en seis. Después del sexto sello y la séptima trompeta,
hay una pausa. Cuando llega el siete, sobreviene “el reino de nuestro Señor y de su Cristo.” Seis es el número del
mundo entregado a juicio. Además, seis es la mitad de doce, como tres y medio es la mitad de siete. Doce es el número de
la Iglesia: comp. las doce tribus de Israel, las doce estrellas en la cabeza de la mujer (12:1), y doce las puertas de la nueva
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Jerusalén. Seis así simboliza el mundo quebrado, y sin fundamento sólido. Dos veces doce es el número de los
ancianos celestiales; doce veces doce mil el número de los elegidos sellados; el árbol de la vida lleva doce géneros de
frutos. Sin duda, además de esta fuerza simbólica, hay algún significado cronológico especial en los números; pero
hasta ahora, aunque son tema de investigación encomendada, no han recibido solución alguna que podamos aceptar
con seguridad como la verdadera. Su propósito es de estimular reverente investigación, no para agradar la ociosa
curiosidad especulativa; y cuando los eventos hayan tenido lugar, demostrarán la divina sabiduría de Dios, quien
ordenó todas las cosas en relaciones minuciosamente armoniosas, y no dejó para la casualidad ni los tiempos ni los
medios.

    Los argumentos para la teoría de año por día son los siguientes: Daniel 9:24, “Setenta semanas están determinadas
<” donde el hebreo puede significar setenta sietes; pero Mede observa, la palabra hebrea siempre significa siete de días, y
nunca siete de años (Levítico 12:5; Deuteronomio 16:9, 10, 16). Otra vez, el número de años de peregrinación de los
israelitas resulta corresponder al número de días en que los espías escudriñaron la tierra; a saber cuarenta: comp.
“cada día por un año,” Números 14:33, 34. Así en Ezequiel 4:5, 6, “Yo te he dado los años de tu maldad por número de
los días (390) < día por año <” Juan en Apocalipsis mismo, usa días en un sentido que apenas puede ser literal. 2:10,
“Tendréis tribulación por diez días:” los diez años de persecución relatados por Eusebio parecen corresponderles. En
dicha teoría hay aún bastante obscuridad para ejercitar la paciencia y probar la fe, porque no podemos decir con
precisión cuándo empiezan los 1260 años: de modo que esta teoría es bastante compatible con las palabras de Cristo,
“De aquel día y hora nadie sabe <” Con todo, una dificultad que hay con esta teoría es que “mil años” (20:6, 7)
apenas puede significar 1.000 por 360 días, o sea 360.000 años. La primera resurrección allí debe ser literal, así como
20:5 debe ser entendido como literal, “el resto de los muertos no tornaron a vivir hasta que sean cumplidos los mil
años.” Interpretar lo primero espiritualmente nos obligaría a interpretar espiritualmente esto último, lo que sería lo
más improbable; porque significaría que los otros espiritualmente muertos no tornaron a vivir espiritualmente hasta el
fin de los mil años, y entonces sí llegaron a vivir espiritualmente. 1 Corintios 15:23, “Los que son de Cristo en su
venida,” confirma la interpretación literal.

CAPITULO 1

     TITULO: ORIGEN Y PROPOSITO DE ESTA REVELACION: BENDICION SOBRE EL LECTOR Y GUARDADOR
DE ELLA, POR ESTAR CERCANO EL TIEMPO: LAS SIETE IGLESIAS: SALUTACION APOSTOLICA: LA NOTA
TONICA, “HE AQUI VIENE” (Comp. 22:20, “Ciertamente vengo en breve”): VISION PBELIMIAR DEL HIJO DEL
HOMBRE EN LA GLORIA, ENTRE LOS SIETE CANDELEROS, CON LAS [PAG. 763] SIETE ESTRELLAS EN SU
DIESTRA. 1. revelación—Un apocalipsis o descubrimiento de las cosas que habían estado veladas. Un manifiesto del
reino de Cristo. El manual de viaje de la Iglesia para los tiempos de los cristianos gentiles. No una historia detallada del
futuro, sino una representación de las grandes épocas y principales poderes en el desarrollo del reino de Dios en
relación con el mundo. La teoría eclesio histórica va contra el gran principio de que la Escritura se interpreta a sí misma.
La Revelación ha de enseñarnos a entender los tiempos, no los tiempos de interpretarnos el Apocalipsis, aunque está
en la naturaleza del caso que una influencia reflexiva se ejerce aquí, y es entendida por los prudentes. [Auberlen.] El
libro se compone de series de grupos paralelos, no en orden cronológico. Con todo hay un desarrollo histórico
orgánico del reino de Dios. En este libro todos los demás libros de la Biblia se encuentran y terminan: en él está la
consumación de toda profecía previa. Daniel predice al Cristo y la destrucción de Jerusalén, por los romanos, y al
último Anticristo. Pero la Revelación de Juan llena el período intermedio, y describe el milenio y el estado final de
más allá del Anticristo. Daniel, como piadoso estadista, contempla la historia del pueblo de Dios en relación con los
cuatro imperios mundiales. Juan, como apóstol, contempla la historia desde el aspecto de la Iglesia Cristiana. El término
apocalipsis no se aplica a ningún libro del Antiguo Testamento. Daniel se acerca a ello más que ninguno; pero lo que se
le dijo a Daniel que sellara y cerrara hasta el tiempo del fin, a Juan, ya que el tiempo está cercano (1:3), se le ordena que lo
revele. de Jesucristo—que viene de él. Jesucristo es el Autor del Apocalipsis, no Juan el escritor. Cristo enseñó muchas
cosas antes de su partida; pero las que no convenía anunciar en aquel entonces las reunió en el Apocalipsis, [Bengel.]
Comp. su promesa, Juan 15:15, “Todas las cosas que he oído de mi Padre, os las he hecho conocer;” también, Juan
16:13, “El Espíritu de verdad os enseñará cosas por venir.” Los Evangelios y Hechos son los libros, respectivamente, de
su primer advenimiento, en la carne y en el Espíritu; las Epístolas son comentarios inspirados sobre los mismos. El
Apocalipsis es el libro de su segundo advenimiento y de los eventos preliminares a él. que Dios le dió—El Padre se
revela a sí y su voluntad, en su Hijo y por su Hijo. para manifestar—la palabra vuelve a aparecer en 22:6; tan
perfectamente las partes del Apocalipsis tienen referencia las unas a las otras. Es su excelencia particular el que
comprende un perfecto compendio de cosas futuras, y éstas que difieren extensamente: cosas cercanas, cosas lejanas,
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cosas entre aquéllas y éstas; cosas grandes y pequeñas; que destruyen y que salvan; repetidas de profecías antiguas y
nuevas, y éstas entretejidas unas con otras, contrarias y mutuamente concordantes; que se envuelven y se
desenvuelven mutuamente; de modo que en ningún otro horo más que en éste tendría la adición o la substracción de
una sola palabra o frase (22:18, 19) el efecto de desfigurar el contexto y el cotejo de los pasajes. [Bengel.] a sus
siervos—no solamente a “su siervo Juan,” sino a todos sus siervos (22:3). en breve—“Presto,” Griego, “rápidamente;”
lit., “con rapidez.” Comp. “el tiempo está cercano” (1:3; 22:6); “he aquí vengo presto” (22:7). No que las cosas
profetizadas estuviesen cercanas según la computación de los hombres; sino que esta palabra “presto” envuelve un
correctivo de nuestra estimación de los eventos y períodos del mundo. Aunque los “mil años” (cap. 20) están
incluídos, se declara que el tiempo está cercano. Lucas 18:8, “Presto.” La Iglesia Israelita vehemente se apresuró hasta
su predicho fin, la cual ansia prematura, la profecía retarda (Daniel 9). La Iglesia Gentilica necesita que se le recuerde
lo pasajero que es este mundo, que ella fácilmente puede creerlo su hogar permanente, y lo cercano que está el
advenimiento de Cristo. Por una parte la Revelación dice, “el tiempo está cerca;” por otra, la sucesión de los sellos,
etc., manifiestan que muchos eventos deben intervenir primero. enviándola—el Señor Jesús. por su ángel—El ángel
no se presenta para “significar” las cosas a Juan sino hasta el 17:1; 19:9, 10. Antes de entonces Juan recibe la
información de otros. Jesucristo principia la Revelación (1:10, 11; 4:1; en 6:1 uno de los cuatro seres animados es su
informante; en 7:13, uno de los ancianos; en 10:8, 9 el Señor y su ángel, que se pararon en el mar y en la tierra). Sólo al
fin (17:1) se pone a su lado un ángel (comp. Daniel 8:16; 9:21; Zacarías 1:19). 2. ha dado testimonio—“testificó la
palabra de Dios” en este libro. Nosotros diríamos “testifica;” los antiguos en comunicaciones epistolares usaban el
aoristo. La palabra de Dios constituye su testimonio; 1:3, “las palabras de esta profecía.” testimonio de Jesucristo—es
“el espíritu de la profecía” (19:10). y de todas las cosas—Los manuscritos más antiguos omiten “y”, y leen “cuantas
cosas viste,” en aposición a la frase, “la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.” 3. el que lee, y los que oyen—
eso es, el lector público en las asambleas de la iglesia y los que le escuchan. En primer lugar, aquel por el cual Juan envió
el libro desde Patmos a las siete iglesias y los leyó públicamente: un uso muy escriturario y provechoso. Una bendición
especial acompaña al que lee y al que oye la “profecía” apocaliptica con el propósito de guardar las cosas de ella. No hay
dos clases; la bendición es para los que oyen la palabra y la guardan, Romanos 2:13; aunque no encuentren la clave
para la interpretación de ella, hallan un estímulo para su fe. su esperanza, y paciente espera de Cristo. Nota: el término
“profecía” tiene relacíón al medio humano, o sea el profeta inspirado (en este caso Juan); el término “Revelación”, al
Ser divino que revela su voluntad (aquí Jesucristo). Dios dió la revelación a Jesús; él mediante su ángel la dió a Juan,
quien había de manifestarla a la Iglesia. 4. Juan—el apóstol. Pues nadie sino él (descontado que el autor es honrado)
se hubiera firmado así sin especificativo alguno. Como el solo sobreviviente y representante de los apóstoles y testigos
oculares del Señor, no necesitaba de otra designación más que su nombre, para ser reconocido por sus lectores. siete
iglesias—no que no hubiese más que siete en aquella región. sino que siete se elige porque significa totalidad. Estas
siete iglesias representan la Iglesia universal de todos los lugares y tiempos. Véase Trench (Epístolas a las Siete Iqlesias),
nota interesante sobre el 1:20, el número siete. Es el número del pacto, la señal de la relación del pacto de Dios con la
humanidad, y especialmente con la Iglesia. Por ejemplo, el séptimo día, sábado (Génesis 2:3; Ezequiel 20:12). La
circuncisión, señal del pacto, después de siete días (Génesis 17:12). Los sacrificios (Números 23:1, 14, 29; [PAG. 764] 2
Crónicas 29:21). Comp. también los actos de Dios tipicos de su pacto (Josué 6:4, 15, 16; 2 Reyes 5:10). Las fiestas
ordenadas por períodos de siete. (Deuteronomio 15:1; 16:9, 13, 15). Es una combinación de tres: el número divino (así la
Trinidad, el tres veces santo, Isaías 6:3; la bendición trina de Números 6:24–26), y de cuatro el número del mundo
organizado en su extensión (así los cuatro elementos, las cuatro estaciones, los cuatro vientos, los cuatro puntos
cardinales, los cuatro seres animados, emblemas de la vida redimida de la creación, 4:6; Ezequiel 1:5, 6, con las cuatro
caras, y cuatro alas cada uno; las cuatro bestias, y los cuatro metales, que representaban los cuatro imperios
mundiales, Daniel 2:32, 33; 7:3; el evangelio cuadrilateral destinado para todas partes del mundo; el líenzo atado de
los cuatro cabos, Hechos 10:11; los cuatro cuernos, la suma de las fuerzas del mundo contrarias a la Iglesia, Zacarías
1:18). En el Apocalipsis, donde el pacto de Dios con la Iglesia llega a su culminación, en forma propia el número siete
ocurre aun más frecuentemente que en otras partes de la Escritura. Asia—Proconsular, gobernada por un procónsul
romano: que comprende a Frigia, Misia, Caria, y Lidia: el reino que Atalo III había legado a Roma. gracia … paz—
salutación apostólica paulina. En sus epístolas pastorales agrega la palabra “misericordia:” 2 Juan 3. del que es … era
… ha de venir—Una perífrasis por el incomunicable nombre de Jehová, existente por sí solo, inmutable. Por ser
indeclinable la designación en el griego aquí denota su inmutabilidad. Tal vez la razón por qué usa la frase “el que ha
de venir”, y no “el que vendrá,” es porque el gran tema del Apocalipsis es la venida del Señor (1:7). Con todo, es el
Padre en distinción de “Jesucristo” (1:5) que aquí se significa. Pero tan uno son el Padre e Hijo, que la designación
“que ha de venir”, más inmediatamente aplicable a Cristo, se usa aquí del Padre. los siete Espíritus que están delante
de su trono—los manuscritos más antiguos omiten “están.” delante—“en la presencia de.” El Espíritu Santo en su
energía séptula (eso es, perfecta, completa, y universal). Corresponde así a “las siete iglesias.” Uno en su esencia,
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múltiple en sus influencias benévolas. Los siete ojos contemplan la piedra puesta por Jehová (5:6). Cuatro es el
número de los seres creados (comp. el querubín cuádruple); siete es el número de la revelación de Dios en el mundo. 5.
el testigo fiel—de la verdad tocante a sí mismo y a su misión de Profeta, Sacerdote, y Rey Salvador. “El fue el testigo
fiel, porque todo lo que ha oído del Padre fielmente lo ha hecho conocer a sus discípulos. También, porque enseñó el
camino de Dios en verdad, y no se cuidó del hombre, ni tuvo acepción de personas. También, porque la verdad que
enseñó con palabras la confirmó con milagros. También, porque el testimonio; de él mismo de parte del Padre no lo
negó ni aun en la muerte. En fin, porque dará testimonio verdadero de las obras de buenos y de malos en el día del
juicio.” [Ricardo de San Víctor en Trench.] El caso nominativo del griego en aposición al genitívo, “Jesucristo”, da
realce a “testigo fiel”. el primogénito de los muertos—(Colosenses 1:19) Lázaro resucitó para morir de nuevo. Cristo
se levantó para no morir más. La figura no es como si la tumba fuese la matriz del nacimiento de resurrección
[Alford]: sino como Hechos 13:33 y Romanos 1:4 tratan la resurrección de Cristo como la época y el evento que
cumplieron la Escritura, Salmo 2:7, “Hoy (en la resurrección) yo te he engendrado.” Fué entonces cuando su filiación
divina como el Dios‐hombre fué manifestada y abiertamente atestiguada por el Padre. Así nuestra resurrección y
nuestra filiación, o generatión, manifestada, están conectadas. Por tanto, “regeneración” se usa para determinar el
estado de resurrección de la restitución de todas las cosas (Mateo 19:28). príncipe—o Gobernador. La dignidad real del
mundo que el Tentador ofreció a Jesús a condición de que le rindiera homenaje y evitara así la cruz, la ha alcanzado
con la cruz. “Los reyes de la tierra” conspiraron en contra del Ungido del Señor (Salmo 2:2): a éstos los desmenuzará
(Salmo 2:9). Los que a tiempo son sabios y besan al Hijo le traerán su gloria en su manifestación como Rey de reyes,
cuando haya destruído a sus enemigos. Al que nos amó—Los manuscritos más antiguos leen, “< nos ama.” Es su
crácter perdurable, nos ama. Su amor reposa para siempre sobre su pueblo. nos ha lavado—Los manuscritos más
antiguos leen, “nos desató:” así Andreas y Primasius. Un manuscrito muy antiguo, la Vulgata y Cóptica, leen, acaso
sacado de 7:14, “Nos desató (libró) en (virtud de) su sangre,” siendo la más difícil lección de entender, es menos
probable que sea de los copistas. La referencia es al griego lutron, el rescate pagado por nuestra liberación (Mateo
20:28). En favor de nuestra versión (ha lavado) está el uso de los sacerdotes que, antes de ponerse la vestidura sagrada
para servir en el templo, se lavaban: así los creyentes espirituales, como sacerdotes a Dios, deben primero ser lavados en
la sangre de Cristo de toda mancha, antes que puedan servir a Dios debidamente ahora y administrar después como
dispensadores de la bendición a las naciones sojuzgadas en el reino milenial, o servir delante de Dios en el cielo. 6. Y
nos ha hecho reyes—Los manuscritos más antiguos leen, “un reino:” uno de ellos, “para nosotros”. Más preferible es,
“Nos hizo (ser) un reino <” Así Exodo 19:6, “un reino de sacerdotes:” 1 Pedro 2:9, “un sacredocio real.” Los santos
constituirán un reino único de Dios, y ellos mismos serán reyes (5:10). Compartirán de su trono regiosacerdotal en el
reino milenial. El énfasis cae más en reino que en sacerdotes: mientras que en nuestra versión se distribuye por igual en
ambas palabras. Este libro hace notable hincapié en el reino de los santos. Son reyes porque son sacerdotes: el
sacerdocio es la base continua y la legitimación de su dignidad real; son reyes en relación con los hombres, sacerdotes
en relación con Dios, sirviéndole día y noche en su templo (7:15; 5:10). Los sacerdotes reyes gobernarán, no de una
manera mecánica externa, sino simplemente en virtud de lo que son, por el poder de la atracción y convicción que
subyugan al corazón. [Auberlen.] sacerdotes—que tienen preeminentemente el privilegio de cercano acceso del rey.
Los hijos de David eran sacerdotes (hebreo), 2 Samuel 8:18. La distinción de sacerdotes y pueblo, más cercanos y más
lejanos de Dios, dejarán de existir; todos tendrán acceso inmediato a Dios. Todas las personas y cosas serán santas al
Señor. para Dios y su Padre—Hay un solo articulo en el grisgo: tradúzcase pues, “Al que es a la vez el Dios y Padre
suyo.” gloria e imperio—Griego, “la [PAG. 765] gloria y el poder.” La doxología trina ocurre en el 4:9, 11; cuádrupla en
el 5:13; Judas 25; séptula en el 7:12; 1 Crónicas 29:11. La doxología ocupa lugar de importancia en el cielo, como la
oración en la tierra. Si pensáramos primero en la gloria de Dios (como en la oración modelo), y diésemos segunda
importancia a nuestras necesidades, agradaríamos más a Dios y obtendríamos nuestras peticiones mejor de lo que
hacemos. para siempre jamás—Griego, “Hasta los siglos de los siglos.” 7. con las nubes—eso es, del cielo. “Una nube
le ocultó de la vista de ellos” en su ascensión (Hechos 1:9). Su ascensión corresponde a la manera de su retorno
(Hechos 1:11). Las nubes son símbolos de ira para los pecadores. todo ojo—su venida será pues una aparición
personal, visible. le verá—Es porque no lo ven ahora qne no quieren creer. Comp. en contraste Juan 20:29. y los que—
éstos en particular; “cuales fuesen.” En primer orden, en su venida premilenial, los judíos, “que mirarán a aquel a quien
traspasaron” y llorarán en arrepentimiento, y dirán “bienaventurado el que viene en el nombre del Señor.” En segundo
término, y aquí principalmente, en el juicio general, todos los impíos, no sólo los que en efecto le traspasaron, sino
también los que lo hicieron con sus pecados, le contemplarán temblando de temor. Juan es el único de los evangelistas
que recuerda el lanzazo en el costado del Señor. Esta alusión lo identifica por autor del Apocalipsis. La realidad de la
humanidad de Cristo y de su muerte se comprueba por el hecho del costado abierto; y el agua y sangre de su costado
eran el antitipo de las aguas levíticas de purificación y ofrendas sangrientas. todos los linajes … lamentarán—todos
los inconversos en el juicio general, y en especial en su venida premilenial, la confederación anticristiana (Zacarías
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12:3–6, 9; 14:1–4; Mateo 24:30). “Linajes,” Griego “tribus.” Sobre la limitación de “todos,” véase 13:8. Aun los piadosos,
regocijándose en el amor de Dios, con todo sentirán la tristeza penitencial por sus pecados, los que serán manifestados
todos en el juicio general. Así sea. Amén—El sello de Dios para su propia palabra; al que corresponde la oración del
creyente (22:20). El “así sea” es griego; el “amén” es hebreo. A los gentiles asi como a los judíos sus promesas y sus
amonestaciones son inalterables. 8. el Alpha y la Omega—la primera y última letras del alfabeto. Dios en Cristo
comprende todo lo que va en medio, así como también el principio y fin. principio y fin—Omitidas en los
manuscritos más antiguos, halladas en la Vulgata y Cóptica. Los copistas las habrán insertado por la frase del 21:6. En
Cristo, el Génesis, el Alfa del Antiguo Testamento y el Apocalipsis, la Omega del Nuevo Testamento, se encuentran: el
último libro nos presenta al hombre y Dios reconciliados en el Paraíso,, como el primer libro presentó al hombre en el
principio inocente, gozando el favor de Dios en el Paraíso. Dios termina al fin lo que principió. Siempre el mismo:
delante del dragón, de la bestia, del falso profeta, de todos los enemigos. La consolación anticipadora para los santos
bajo las venideras tribulaciones de la Iglesia. el Señor—Los manuscritos más antiguos: “el Señor Dios,” o “Jehová el
Dios.” Todopoderoso—Hebreo, Shaddai, y Jehová Sabaoth, eso es, de los ejércitos: Comandante de las huestes o poderes
en cielo y tierra, poderoso por tanto para vencer a todos los enemigos de la Iglesia. Cita de Isaías, repetida a menudo
en el Apocalipsis, no hallada en otra parte del Nuevo Testamento salvo 2 Corintios 6:18. 9. Yo Juan—Así “Yo Daniel”
(Daniel 7:28; 9:2; 10:2). Uno de los muchos rasgos de semejanza entre los videntes apocalípticos del Antiguo
Testamento y del Nuevo Testamento. Ningún otro escritor de la Escritura usa la frase. vuestro hermano—así como
también apóstol. En su Evangelio y Epístolas no hace mención de su nombre, aunque se describe como “el discípulo a
quien Jesús amó.” Aquí, con igual humildad, se nombra, pero no hace mención de su apostolado. partícipante—
Griego, “copartícipe en la tribulación.” La tribulación es el necesario precursor del “reino,” por tanto, va un solo
artículo prefijado: “la tribulación, reino y paciencia.” Así los manuscritos más antiguos. La tribulación del reino debe
llevarse con paciencia. Las tres cosas son inseparables. paciencia—Tradúzcase, “el soportar,” “continuación
perseverante duradera” (Hechos 14:22); “la reina de las gracias (virtudes).” [Crisóstomo.] de—Los manuscritos más
antiguos leen “en Jesús,” o “Jesucristo.” Es en él en quien los creyentes tienen el derecho al reino, y la fuerza espiritual
para poder soportar con paciencía en pro del reino. estaba—Griego, “fuí hecho presente.” en … Patmos—Véase
Introducción tocante a esta isla, y el destierro de Juan bajo Domiciano, libertado luego bajo Nerva. Restringido a este
punto de terreno, se le permitió penetrar en las amplias esferas y los secretes del cielo. Así bebió Juan de la copa de
Cristo, y fué bautizado en su bautismo (Mateo 20:22). por la palabra—Griego, “en bien de,” o “a causa de la palabra de
Dios y < testimonío.” Dos de los manuscritos más antiguos omiten el segundo “por,” así “la palabra de Dios” y el
testimonio de Jesús (Cristo, omitido en dos de los manuscritos más antiguos) están más intimamente unídos. El
Apocalipsis siempre ha sido más apreciado por la Iglesia en tiempos de adversidad. Así la Iglesia Asiática lo apreció
menos en los tiempos prósperos de Constantino. La Iglesia Africana estando más expuesta a la cruz, lo aprovechó
mucho más. 10. Yo fuí—Griego, Fuí hecho, o resulté estar: “en (el) Espíritu,” en un estado de éxtasis; estando excluído el
mundo exterior, y poseída la vida íntima y superior, o el espíritu, por el Espíritu de Dios, de modo que queda
establecida inmediatamente la conexión con el mundo invisible. Mientras el Profeta “habla” en el Espiritu, el vidente
apocalíptico está en Espiritu con toda su persona. El espíritu sólo (lo que nos conecta con Díos y el mundo invisible) es
activo, o más bien recipiente en la condición apocalíptica. Con Cristo este estar “en el Espíritu” no era la excepción,
sino su estado continuo. en el dia del Señor—Griego, “dominical” (kuriake), del Señor. Forzosamente detenido de la
comunión de la Iglesia con los hermanos en el santuario el día del Señor, la conmemoración semanal de la
resurrección. Juan estaba en comunión espiritual con ellos. Esta es la mención más primitiva del término “el día del
Señor.” Pero la consagración del día al culto, a la limosna, a la cena del Señdor, está implícita en Hechos 20:7; 1
Corintios 16:2; comp. Juan 20:19–26. El nombre (kuriake) corresponde a la “cena del Señor” (1 Corintios 11:20). Ignacio
parece aludir al “día del Señor” (ad Magnes. 9). Justino Mártir Apología, 2.98, etc.: “En domingo celebramos nuestra
reunión conjunta: [PAG. 766] porque el primer día es aquel en que Dios, habiendo quitado las tinieblas y el caos, hizo
el mundo, y Jesucristo nuestro Salvador resucitó de los muertos.” Al día del Señor Plinio sin duda se refiere (Exodo 97,
B. 10), “Los cristianos en un día fijo se reúnen antes del alba y cantan un himno a Cristo como a Dios <” Tertuliano
(De Coron. 3), “En el día del Señor juzgamos mal el ayunar” Melito, obispo de Sardis (siglo dos) escribió un libro sobre
el día del Señor (Eusebio, 4:26). También, Dionisio de Corinto en Eusebio, Historia Eclesiástica 4:23, 8. La teoría de que se
signifíque el dia de la segunda venida de Cristo es insostenible. “El día del Señor” es diferente en el griego del “día
dominical (del Señor)”, el cual día dominical en la Iglesia antigua siempre determina nuestro domingo, aunque no es
imposible que los dos vayan a coincidir (al menos en algunas partes de la tierra), de donde una tradición se menciona
en Jerónimo, sobre Mateo 25, de que la venida del Señor era esperada especialmente en el día dominical de la pascua.
Las visiones del Apocalipsis, los sellos, las trompetas, las copas, etc., están por grupos de siete, y naturalmente
empiezan en el primer día de los siete, el cumpleaños de la Iglesia, cuyo porvenir revelan. una gran voz—llamando
solemne atención. El orden griego: “voz fuerte como (la) de trompeta.” La trompeta convocaba las fiestas religiosas, y
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acompaña la revelación por Dios de sí mismo. 11. Yo soy el alpha y Omega. el primero y el último—La frase
completa omitida de los manuscritos más antiguos. Escribe en un libro—A este libro, que tiene semejante origen, y a
los otros libros de la Sagrada Escritura, ¿quién hay que les dé el peso que su importancia demanda, prefiriéndolos a
los muchos libros del mundo? [Bengel.] siete iglesias—Como había otras iglesias en el Asia Proconsular (Mileto,
Magnesia, Tralles), además de las siete especificadas, sin duda se elige a siete a causa de su significado místico, en
expresión de totalidad y universalidad. Las palabras “que están en Asia” son rechazadas por los manuscrítos más
antiguos, A, B, C, Cipriano, Vulgata y Siríaca; la Cóptica sola de las autoridades antiguas sostiene la lección. Estas siete
son iglesias representativas; y, como un todo complejo, encarnan las principales características espirituales de la
Iglesia, ya sea fiel, ya infiel, en todas las edades. Las iglesias elegidas no lo fueron de casualidad, pero tienen un
complemento multilateral. Por una parte, tenemos a Esmirna, iglesia expuesta a persecuciones de muerte; por otra, la
Sardis, que tiene un nombre de vida espiritual, estando muerta. Otra vez, Laodicea, rica y sin necesidad de nada en su
propia opinión, con amplios talentos, pero tibia en la causa de Cristo: mientras que Filadelfia, con poquita fuerza,
guardando empero la palabra de Cristo y teniendo delante una puerta de servicio provechoso abierta por Cristo mismo.
Otra vez, Efeso, intolerante de la maldad y de los falsos apóstoles. pero con su primer amor perdido; de la otra mano,
Tiatira, que abunda en amor, servicio y fe, permitiendo con todo que la falsa profetisa seduzca a muchos. En otro
aspecto. Efeso en conflicto con la falsa libertad. eso es, la concupiscencia carnal (los nicolaítas): así también Pérgamo
en conflicto con los tentadores cual Balaam a la fornicación y las comidas idólatras: por otra parte, Filadelfia. en
conflicto con la sinagoga judaica, vale decir, con la servidumbre legalista. Finalmente, Sardis y Laodicea sin activa
oposicion alguna que provoque sus energias espirituales; una posición pelígrosa, si se considera la indolencia natural
del hombre. En el plan de interpretación histórica, que nos parece fantástica, Efeso (que significa “amada” o
“deseada” [Stier], representa el periodo decadente de la edad apostólica. Esmirna (“mirra”), padecimiento amargo,
pero perfume dulce y costoso, el periodo de martirio bajo Deciano y Diocleciano. Pérgamo (“Castillo” o “torre”), la
iglesia que posee poder terrenal pero tiene espiritualidad menguante del tiempo de Constantino hasta el siglo siete.
Tiatira (“incansable en sacrificios”), la Iglesia Papal de la primer mitad de la Edad Media; como “Jezabel,” entusiasta
respecto al así llamado sacrificio de la misa, y degollando a los profetas y testigos de Dios. Sardis, desde el fin del siglo
doce hasta la Reforma. Filadelfia (“amor fraternal”), el primer siglo de la Reforma. Laodicea, la Iglesia Reformada
después que su primer celo se hubo enfriado. 12. ver la voz—es decir, para saber de dónde la voz venía; para ver de
quién era la voz. QUE—Griego, “qué suerte de voz la que …” La voz es la de Dios el Padre, como en el bautismo y
transfiguración, así aquí para presentar a Cristo como nuestro Sumo Sacerdote. siete candeleros—El mueble que
sostenía las lámparas. En Exodo 25:31, 32, los siete se unen en UNO; es decir, los seis brazos y una vara, o fuste,
central; así Zacarías 4:2, 11. Aquí los siete son candeleros separados, y tipifican, como aquél, la Iglesia entera, pero ya no
como la Igiesia Judaica (que se representaba por un solo candelero séptuplo) limitada a una unidad exterior y a un
solo lugar; las siete iglesias son mutuamente independientes cuanto a ceremonias y gobierno externos (siempre que
todas las cosas sean hechas para edificación y se eviten los cismas y separaciones innecesarios), pero son una en la
unidad del Espíritu y en Cristo la Cabeza. El candelero no es la luz, sino que mantiene la luz, presentándola para que
brille en derredor. La luz es del Señor, no de la Iglesia; de él la recibe ella. Ella ha de ser la portadora de la gloria de él.
El candelero estaba puesto en el santuario, tipo de la Iglesia en la tierra, como el lugar santísimo era el tipo de la
Iglesia en el cielo. La única luz del lugar santo (santuario) se derivaba del candelero, estando excluída la luz del día;
así el Señor Dios es la única luz de la Iglesia; la de ella es la luz de la gracia, no de la naturaleza. “De oro” simboliza a
la vez la mayor preciosura y santidad; del mismo modo, en el Zenda Vesta “de oro” es sinónimo de celestial o divino.
[Trench.] 13. Su forma humana glorificada pudo ser reconocida por Juan, quien le había visto en la transfiguración. en
medio de—que denota la presencia continua y la actividad incesante de Cristo en medio de su pueblo en la tierra. En el
cap. 4, cuando aparece en el cielo, su insignia sufre una correspondiente alteración: con todo, aun allí, el arco iris nos
recuerda su pacto perpetuo con ellos. siete—omitido en dos de los manuscritos más antiguos: aparece en uno. Hijo
del hombre—La forma que Juan había visto sufriendo la agonía de Getsemaní y la ignominia y angustia del Calvario,
ahora la ve glorificada Su gloria (como Hijo de hombre. no solamente como Hijo de Dios) es el resultado de su
humillación como Hijo de hombre. hasta los pies—Marca de alto rango. Su vestimenta y cinta de oro parece que son
emblemas de [PAG. 767] su sacerdocio. Véase Exodo 28:2, 4, 31, Version de los Setenta. El manto y cinturón de Aarón
eran “para gloria y hermosura,” y combinaron la insignia de alteza real y de sacerdocio, las características del
sacerdocio antitipico de Cristo, “según el orden de Melquisedec.” Este sacerdocio lo está ejerciendo desde su
ascensión; y por tanto, lleva sus emblemas aquí. El que está él en medio de los candeleros (vistos sólo en el templo),
demuestra que es como Rey sacerdote que está así vestido. Como Aarón llevaba estas insignias cuando sana del
santuario para bendecir al pueblo (Levítico 16:4, 23, 24, el chetoneth, la túnica santa de lino), así cuando Cristo vuelva
otra vez, aparecerá en ropaje similar de “hermosura y gloria” (Isaías 4:2). Los ángeles se visten en parte como su Señor
(15:6). El cinturón ordinario para uno ocupado activamente rodeaba los lomos; pero Josefo, Antigüedades, 3., 7. 2, nos
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dice expresamente que los sacerdotes levíticos se ceñían más arriba, por los pechos, propiamente para movimiento
calmoso, majestuoso. El cinto, afirmando todo el armazón, simboliza las fuerzas reunidas. La justicia y la fidelidad son
el cinto de Cristo. El cinto del sumo sacerdote era sólo entretejido de oro; pero el de Cristo es todo de oro; ei antitipo
sobrepuja al tipo. 14. como la lana—El color es el punto de comparación; significa la pureza, y la gloria. (Así en Isaías
1:18.) ojos como llama—todo escudriñadores y penetrantes como el fuego; al mismo tiempo, también, expresando la
indignación consumidora contra el pecado, especialmente en su venida, “en llama de fuego, vengándose” de todos los
impíos, lo que se confirma respecto del sentido aquí, por Apocalipsis 19:11, 12. 15. latón fino—Griego, “chalcolibanos”,
derivada según algunos de dos palabras, bronce y mirra: según Bochart, del Griego chalcos, bronce, y el hebreo libbeen,
emblanquecer; entonces, bronce que en el horno se torna blanco por el calor. Así corresponde a “bronce muy
bruñido,” de Ezequiel 1:7; y Apocalipsis 10:1, “sus pies como columnas de fuego.” Tradúzcase “incandescentes,”
hechos candentes en horno. Con los pies descalzos Servían los sacerdotes en el santuario. voz como … muchas
aguas—Ezequiel 43:2; en Daniel 10:6, es “como la voz de una multitud.” Como la voz del novio, así la de la novia, 14:2;
19:6; Ezequiel 1:24, los querubines, o la creación redimida. Su voz, sin embargo, se considera aquí en su terror para sus
enemigos. Véase en contraste Cantares 2:8; 5:2, con 3:20. 16. tenía—Griego, “teniendo <” Juan resume la descripción
de tiempo en tiempo, irrespectivamente de la construcción gramatical, a plumadas separadas. [Alford.] en su diestra,
etc.—(1:20; 2:1; 3:1.) Las tiene con una “corona de gloria” adornada de estrellas. “o diademas reales,” en la diestra; así
Isa. 62:3. El las posee y las sostiene. de su boca salía—No manejada, por la mano. Su palabra es omnipotente en
ejecutar su voluntad en castigo de los pecadores. Es la espada del Espíritu suyo. La reprensión y el castigo, más bien
que su poder de convertir y ganar, es el punto prominente aquí. Sin embargo, como anima a las iglesias tanto como las
amonesta, aquella cualidad de la Palabra no se excluve. Sus dos filos (delantero y trasero) pueden aludir a su doble
eficacia, de condenar a unos. de convertir a otros. Tertuliano. adv. Jud., los aplica al Antiguo y Nuevo Testamento.
Ricardo de San Víctor, “El Antiguo Testamento, que externamente corta nuestros pecados carnales, el Nuevo
Testamento internamente, los espirituales. espada—Griego, Romphaia, la espada tracia ancha, larga y pesada: seis veces
en el Apocalipsis, una sola otra vez en el Nuevo Testamento, a saber, Lucas 2:35. sol … en su fuerza—sol de
mediodía, sin nubes. Así resplandecerán los justos, reflejando la imagen del Sol de justicia. Trench observa que esta
descripción, sublime como un concepto puramente mental, sería intolerable si le diésemos forma externa. Con los
griegos, el gusto estético era la primera consideración, a la que todas las demás debían ceder. Con los hebreos, la
verdad, y la plena representación de la realidad religiosa eran la consderación importante, siendo diseñada dicha
representación no para ser encarnada externamente, sino para seguir siendo un concepto puramente mental. Este
ensalzamiento de la esencia por encima de la forma señala la profunda sinceridad religiosa de ellos. 17. Tan caído está
el hombre que la manifestación por Dios de su gloriosa presencia lo abruma. puso su diestra sobre mí—Lo mismo
hizo ei Señor Jesús en la transfiguración a los tres discípulos postrados, de los que Juan era uno, diciendo, “No tengáis
miedo.” El “toque” de su mano, como de antiguo, impartió fuerza. diciéndome—El pronombre “me” omitido en los
manuscritos más antiguos. el primero y el último—(Isaías 41:4; 44:6; 48:12). Desde la eternidad, y durando hasta la
eternidad: “el Primero por la creación, el Ultimo por la retribución; el Primero, porque antes de mí no hubo Dios
formado: el Ultimo, porque después de mí no habrá otro; el Primero, porque de mí son todas las cosas; el Ultimo,
porque a mí todas las cosas volverán.” [Ricardo de San Victor.] 18. Tradúzcase el griego, “Y el viviente:” conectada ésta
con la frase anterior (1:17). he sido—Griego, “y (con todo) se me dió la muerte (morir)” vivo—Griego, “estoy viviendo
hasta los siglos de los siglos:” no meramente “yo vivo;” sino tengo vida, y soy la fuente de la vida para mi pueblo. “A
él le pertenece el ser absoluto, en contraste con el ser relativo de la criatura; otros pueden participar de ella; él solo tiene
la inmortalidad: siendo inmortal en esencia, no meramente por la participación. [Teodoreto en Trench.] Un manuscrito de
los más antiguos dice con nuestra versión “Amén.” Otros dos y la mayoría de las versiones antiguas la omiten.
Habiendo pasado por la muerte como uno de nosotros, y viviendo ahora en la infinita plenitud de la vida, asegura a
su pueblo, puesto que por él la muerte es la puerta de la resurrección a la vida eterna. llaves del infierno—Griego,
“Hades:” Hebreo, “Sheol.” “Infierno” en el sentido del lugar de tormento, es vocablo diferente en el griego, a saber.
“gehenna.” Puedo librar del mundo invisible de espíritus y de la MUERTE a los que quiero. Los manuscritos más antiguos
dicen por transposición, “muerte y hades.” o infierno. Es la muerte (que entró por el pecado, despojando al hombre de
su primogenitura de la inmortalidad, Romanos 5:12) quien puebla al Hades, y por tanto debe estar primero en orden.
Llaves son emblemas de autoridad, las que abren y cierran a voluntad “las puertas del Hades” (Salmo 9:13, 14; Isaías
38:10; Mateo 16:18). 19. Los manuscritos más antiguos dicen, “Escribe pues” (por cuanto yo, “el Primero y el Ultimo.”
tengo las llaves de la muerte, y te concedo esta visión para el consuelo y amonestación de la Iglesia). las cosas que
son—“Las cosas que has visto” son aquellas relatadas en este [PAG. 768] capítulo (1:11). “Las que son” denota el
presente estado de cosas en las iglesias cuando Juan escribía, representadas en Caps. 2 y 3. “Las cosas que han de ser
después de éstas,” las cosas simbólicamente representadas tocante a la hístoria futura de Caps. 4–22. Alford traduce,
“Las cosas que significan;” pero la antítesís de la frase siguiente prohibe esto, “las cosas que han de ser (no significar)
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después de éstas;” Griego, “que están por acontecer.” El verbo en plural “son”, en vez de la construcción griega comun
del singular de cosas, se debe a que las iglesias y personas están comprendidas en “las cosas que son.” 20. en mi
diestra—Griego, “sobre mi diestra.” el misterio … candeleros—en aposición y en explicación de “las cosas que has
visto,” construídas con “escribe”. Misterio sígnifica la verdad escondida, velada bajo este simbolismo, y ahora
revelada; su correlativo es revelación. Estrellas símbolizan el señorío (Números 24:17; cf. Daniel 12:3, de los enseñadores
fieles; 8:10; 12:4; Judas 13). ángeles—No como Alford, sacado de Orígenes, homilía 13 sobre Lucas, y 20 sobre
Números, los ángeles guardadores de las iglesías, así como los individuos los tienen. Pues ¿cómo se podría reprochar
a los ángeles celestiales las delincuencias de que aquí se acusa a estos ángeles? Entonces, si se significa ángel humano
(como la analogía del Antiguo Testamento favorece, Hageo 1:13, “el envíado [Mensajero] < mandado de Jehová;”
Malaquías 2:7; 3:1), el obíspo, o pastor superintendente, debe ser el ángel (mensajero). Pues mientras que había muchos
presbíteros en cada una de las iglesias grandes (como Efeso, Esmirna, etc.), no había sino un solo ángel, al cual,
además, el Pastor Principal y Obispo de las almas responsabiliza por el estado espiritual de la iglesia a su cargo. El
térmíno ángel, que indica un oficio, de conformidad con el simbolismo enigmático de este libro, se transfiere de los
ministros celestiales a los terrenales superiores de Jehová; lo que les debe recordar que ellos, como los ángeles del
cielo arriba, deben cumplir la misión de Dios aquí abajo con celo, prontitud y eficiencia. “Sea hecha tu voluntad como
en el cielo, así también en la tierra.”

CAPITULO 2

     LAS EPISTOLAS A EFESO, ESMIRNA, PERGAMO, TIATIRA. Cada una de las siete epístolas de los Caps. 2. y 3.,
comienza con, “Yo sé tus obras.” Cada una contiene una promesa de Cristo, “al que vence.” Cada una termína con,
“El que tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” El título de nuestro Señor corresponde en cada caso a la
naturaleza del mensaje, y se saca mayormente de la imagen, o simbolismo de la visión del capítulo uno. Cada carta
tiene una amenaza o una promesa, y las más tienen ambas. Su orden parece ser eclesiástico, civil, y geográfico: Efeso
la primera, por ser la metrópoli asiática (llamada “la luz de Asia,” y “la primera cíudad de Asia”), la más cercana a
Patmos, donde Juan recibió la Epístola a las siete iglesias, y también por ser ella la iglesia más intimamente ascciada
con Juan; en segundo orden las iglesias de la costa occidental de Asia; luego las del interior. Esmírna y Filadelfia solas
reciben pura alabanza Sardis y Laodicea reciben casi exclusivamente censura. En Efeso, Pérgamo y Tiatra, hay cosas
que alabar y cosas que condenar, preponderando este segundo elemento en un caso (Efeso), y el anterior en los otros
dos (Pérgamo y Tiatira). Así las principales características de los diferentes estados de las diversas íglesias, de todos
los tiempos y lugares, están exhibidas y conformemente alabadas o amonestadas. 1. Efeso—famosa por el templo de
Diana, una de las siete maravillas del mundo. Por tres años trabajó Pablo allí. Subsecuentemente ordenó a Timoteo
sobrevedor u obispo en la misma; probablemente su cargo era de naturaleza temporaria. San Juan, hacia fines de su
vida, la hizo el centro de sus actividades en la provincia. El que tiene—Griego, “tiene firmes,” como en 2:25; 3:11;
véase Juan 10:28, 29. El título de Crísto aquí como “el que tiene asidas las siete estrellas (de 1:16, donde reza “tiene,”
en vez de “tiene asidas”), el cual anda en medio de los siete candeleros,” concuerda con el principio de su carta a las
siete iglesias en representación de la Iglesia universal. Andar expresa su actividad incansable en la Iglesia, guardándola
de males internos y externos, como el sumo sacerdote se mueve de acá para allá en el santuario. 2. Yo sé tus obras—
expresando su omniscencia. No meramente “tus profesiones, deseos, bucnas resoluciones” (14:13, fin). tu trabajo—
Dos de los manuscritos más antiguos omíten “tu”; el griego siginfica “labor fatigosa.” paciencia—soportar
perseverantemente. sufrir—Los hombres malos eran una carga que la Iglesia de Efeso juzgaba intolerable. Hemos de
llevar (el mismo griego, Gálatas 6:2) las cargas mutuas, en el caso de hermanos débiles; pero no llevar a hermanos falsos.
has probado—por la experiencia, no por el examen como en 1 Juan 4:1 (otro verbo en el griego). Las iglesias
apostólicas tenían el don milagroso de discernir los espíritus. Véase Hechos 20:28–30, donde Pablo con presciencia
advierte a los ancianos efesios la venida de falsos doctores, como también cuando escríbió a Timoteo cuando éste
estaba en Efeso. Tertuliano, De Bapt., 17, y Jerónimo, en Catal. Vir. Illus, in Lucca 7, dicen de Juan, que cuando un
escrito que pretendía ser la historia canónica de los hechos de Pablo, había sido compuesta por un presbítero de Efeso,
Juan censuró al autor y condenó la obra. En una ocasión se negó a posar bajo el mismo techo con Cerinto el hereje. se
dicen ser apóstoles—probablemente judaizantes. Ignacio, Ad Ephesum 6, dice subsecuentemente, “Onésimo alaba
mucho vuestra buena disciplina, que no queda herejía entre vosotros;” y 9, “No permitisteis a los que tienen malas
doctrinas sembrar sus semillas entre vosotros, sino que os tapasteis los oídos.” 3. sufrido … paciencia—Los
manuscrítos más antiguos transponen las frases y leen, “paciencia y < sufrido.” “Has sufrido (llevado) mi reproche,
mas no puedes sufrir los malos” (2:2). desfallecido—Dos de los manuscritos más antiguos omiten: “y no has
desfallecido.” 4. contra ti—¡Cuán característico de nuestro Señor de gracia que dice primero tado lo que puede
aprobar, y sólo después observa las imperfecciones! has dejado tu primer amor—tu amor a Cristo. Véase 1 Timoteo
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5:12, “falseado la primera fe” “no guardaron la primera fe.” Véase Efesios 1:15. “vuestra fe < amor.” Esta Epístola fué
escrita en el reinado de Domiciano, treinta años después de la redacción de la Epístola de Pablo a los Efesíos. Su
ferviente amor había dado lugar a una ortodoxia estéril Comp. la fe sin amor, 1 Corintios 13:2. 5. de dónde—de cuán
grande altura haz las primeras obras—las obras que manaban de tu primer [PAG. 769] amor. No meramente “siente tus
primeros sentimientos,” sino haz las obras que surgen del mismo principio como antes, de la “fe que obra en amor.”
presto—Omitida en dos manuscritos más antiguos, Vulgata y Coptica; consta en un manuscrito antiguo, vendré—
Griego, “vengo,” en juicio especial contra ti. quitaré … lugar—Removeré la Iglesia desde Efeso, y la llevaré a otra
parte. “Es la mudanza del candelero, no su extincion, con lo que se amonesta; juicio para algunos, pero dicho juicio es
la ocasión de misericordia para otros. Así ha sido. La sede de la Iglesia se ha cambiado, pero la Iglesia misma
sobrevive. Lo que el Oriente ha perdido, el Occidente ha ganado. Uno que hace poco visitó a Efeso, no encontró más
que tres cristianos allí, y éstos eran tan ignorantes que apenas hubieron oído jamás los nombres de Pablo y Juan,”
[Trench.] 6. Mas—Con cuánto amor, después de la necesaria censura, vuelve a alabar para nuestro consuelo, y como
ejemplo para nosotros, para que cuando reprochemos, tengamos más placer en alabar que en censurar. aborreces los
hechos—Debemos aborrecer los hechos malos de los hombres, no a los hombres mísmos. Nicolaítas—Ireneo, Haereses
1, 26. 3; y Tertuliano, Praescriptione Haereticorum 46, los tienen por los seguidores de Nicolás, uno de los siete
(mencionados honorablemente en Hechos 6:3, 5), Confundieron evidentemente (Clemente Alejandrino, Stromata 2. 20;
3.4; y Epifanio, Haereses 25) a los nicolaítas gnósticos posteriores, o los seguidores de un tal Nicolás, con los del
Apocalipsis. Es probable el parecer de Michaelis: Nicolaos (vencedor de pueblo) es la versión griega de Balaam, del hebreo
Belang Am, destructor del pueblo. El Apocalipsis abunda en tales nombres hebreos y griegos duplicados: como Apollyon
y Abaddon; Diablo, Satanás: Sí (Griego, Nai), Amén. Este nombre, como otros nombres, Egipto, Babilonia, Sodoma, es
símbólico, Véase vv. 14, 15, que dan el verdadero sentido de nicolaítas: no son una secta, sino cristianos profesados
que, como Balaam de antiguo, trataron de introducir en la Iglesia una falsa libertad, es decir, la licencia; ésta fué una
reacción radical en sentido contrario del judaísmo, el primer peligro que amenazó a la Iglesía, combatido que fue en el
concilio de Jerusalén y por Pablo en la Epístola a los Gálatas. Estos nicolaítas, o seguidores de Balaam, abusaban de la
doctrina paulina de la salvación por la gracia de Dios, convirtiéndola en una invitación a la lascivia (2 Pedro 2:15, 16
19; Judas 4, 11; los cuales dos describen la misma suerte de seductores como discípulos de Balaam). La dificultad, de
que éstos se tomaran un nombre estigmatizado en la Escritura con la infamia, la salva Trench, diciendo que los
gnósticos antinominianos fueron tan contrarios a Juan como apóstol judaizante que se asumieron por nombre del
mayor honor uno que Juan estampara con la ignominia. 7. El que tiene oídos—Esta frase precede la promesa en las
primeras tres cartas, y le sigue en las otras cuatro. De modo que las promesas están cercadas por ambos lados por el
precepto que urge la mayor atención como a las verdades más importantes. Todo hombre tiene “oído” natural, mas
sólo aquel puede oír espiritualmente a quien Dios le ha dado “oído para oír,” cuyo “oído Dios ha destapado.” Comp.
“La fe, los oídos del alma.” [Clemente de Alejandría.] el Espíritu dice—Lo que Cristo dice, el Espíritu dice: una pues
son la Segunda y Tercera Personas. a las iglesias—no meramente a las particulares, sino también a la Universal. daré
… árbol de la vida—La cosa prometida corresponde al carácter de la fidelidad manifestada. Los que se guardan de las
indulgencias nicolaítas (2:6) y de cosas sacrificadas a ídolos (vv. 14, 15), comerán comida infinitamente mejor, a saber,
del fruto del árbol de la vida, y del maná escondído (2:17). venciere—En el Evangelio de Juan (16:33) y la Primera
Epístola (2:13, 14; 5:4, 5) sigue al verbo un complemento, a saber, “al mundo,” “al inicuo.” Aqui, donde se trata del
resultado final, el vencedor se especifica en sentido absoluto. Pablo usa una figura similar, 1 Corintios 9:24, 25; 2
Timoteo 2:5; pero no la misma como la frase de Juan, salvo en Romanos 12:21. daré—yo como Juez. El árbol de la vida,
perdido por la caída del hombre, está restaurado por el Redentor. Alusiones a él ocurren en Proverbios 3:18; 11:30;
13:12; 15:4, y proféticamente, 22:2, 14; Ezequiel 47:12; con Juan 6:51. Es interesante notar cuán íntimamente estas
palabras iniciales están ligadas con el cuerpo del libro. Por ejemplo, el árbol de la vida aquí con el 22:1; la liberación de
la segunda muerte (2:11), con el 20:14; 21:8; el nuevo nombre (2:17) con el 14:1; poder sobre las naciones con el 20:4, la estrella
de la mañana (2:28) con el 22:16; el ropaje blanco (3:5) con el 4:4; 16:15; el nombre en el libro de la vida (3:5) con el 13:8; 20:15;
la nueva Jerusalén y su ciudadanía (3:12) con el 21:10. en medio del paraíso—Los manuscritos más antiguos omiten
“medio del.” En Génesis 2:9 estas palabras son pertinentes, porque había otros árboles en el huerto, pero no en el medio
de él. Aquí el árbol de la vida está sencillamente en el paraíso, pues no se menciona otro árbol en él: en el 22:2 el árbol de
la vida está “en medio de la plaza de Jerusalén;” lo que motivó la inserción de la frase. Paraíso (vocablo pérsico, o sí no,
semítico) originalmente se usaba para mentar cualquier jardín de deleite; luego en especial del Edén; después de la
morada temporaria de las almas separadas, ea la bienaventuranza; y por fin, del “Paraíso de Dios,” el tercer cielo, la
inmediata presencia de Dios. de Dios—(Ezequiel 28:13.) Uno de los manuscritos más antiguos, Vulgata, Siríaca y
Cóptica leen “mi Dios” como en el 3:12. Cristo así llama a Dios “mi Dios y vuestro Dios” (Juan 20:17; con Efesios 1:17).
Dios es nuestro Dios, en virtud de ser peculiarmente el Dios de Cristo. La dicha especial del Paraíso consiste en que es
el Paraíso de Dios; Dios mismo morando allí (21:3). 8. Smirna—en Jonia un poco al norte de Efeso. Policarpo,
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martirizado en el año 168, ochenta y cinco años después de su conversión, era obispo, y probablemente es “el ángel de
la Iglesia de Esmirna” aquí nombrado. Las alusiones a persecuciones y a la fidelidad concuerdan con este parecer.
Ignacio Martyrium Ignatiu 3), en viaje para su martirio en Roma, escribió a Policarpo entonces (año 108) obispo de
Esmirna: si su obispado comenzara díez o doce años antes, las fechas armonizarían. Tertuliano, Praescriptione
Haereticorum, 32, e Ireneo, quien había conversado con Policarpo de joven, nos dicen que Policarpo fué consagrado
obispo de Esmirna por Juan. El primero … y vivió—Los atributos de Cristo que más que otra cosa debieron consolar a
la Iglesía de Esmirna en sus persecuciones; palabras resumidas del 1:17, 18. Como la muerte no fué para él sino la
puerta a la vida eterna, así ha de ser para ellos [PAG. 770] (2:10, 11). 9. tus obras y—omitidas en dos manuscritos mas
antiguos, Vulgata y Coptica. Apoyadas por un manuscrito antiguo. tribulacion—debida a la persecucion. pobreza—
debida al “despojo de sus bienes.” pero tú eres rico—en la gracia. Comp. contraste de Laodicea, rica a los ojos propios
y del mundo, pobre delante de Dios. “Hay ricos pobres, y pobres ricos, delante de Dios.” [Trench.] blasfemia—la
calumnia blasfema de ti de parte de los: que se dicen ser Judíos—judíos por descendencia nacional, pero no
espiritualmente de “la verdadera círcuncision.” Los judíos blasfemaban a Cristo, tildándole de “el ahorcado”. Como
en otras partes, en Esmirna se opusieron acremente al cristianismo; y en el martirio de Policarpo se unieron con los
paganos en el clamoreo para que fuese echado a los leones; y habiendo obstáculo a ello, demandaron que fuese
quemado vivo; y con sus propias manos llevaron leña para la hoguera. sinagoga de Satanás—La única vez que se
emplea el término “sinagoga” en el Nuevo Testamento por la asamblea cristiana, y eso por el apóstol que por más
tiempo mantenía la unión de la Iglesia y la Sinagoga Judaica. Conforme los judíos se oponían más y más al
cristianismo, y éste se arraigaba más y más en el mundo gentil, el término “sinagoga” se dejaba del todo para
aquéllos, y los cristianos se apropiaron exclusivamente del honorable término de “iglesia;” contrástese un tiempo más
primitivo cuando la teocracia judaica es llamada “la Iglesia en el desierto.” Véase Números 16:3; 20:4, “congregación
del Señor.” Aun en Santiago 2:2, es “vuestra asamblea” (sinagoga; no de Dios). Los judíos, que podrían haber sido la
“Iglesia de Dios,” ya por su oposición e incredulidad, habían llegado a ser la sinagoga de Satanás. Así “el trono de
Satanás” (2:13) representa la oposición pagana al cristianismo; “las profundidades de Satanás” (2:24), la oposición de
los herejes. 10. No tengas … temor—“El Capitán de nuestra salvación no les guarda escondidas las cosas que sus fieles
testigos pueden tener que sufrir por su nombre; nunca trata de ganar adherentes con la promesa de que haya de
encontrar todo fácil y placentero allí.” *Trench.] el diablo—“el acusador.” El obró, por medio de los acusadores judíos,
contra Cristo y contra su pueblo. El conflicto de estos no era con mera carne y sangre, sino con los príncipes de las
tinieblas de este mundo. probados—con la tentación por “el diablo”. El mismo acontecimiento es tanto una tentación
de parte del diablo como una prueba de Dios—zarandeando Dios al hombre para separar el tamo del trigo; el diablo,
en la esperanza de no hallar en él nada más que tamo [Trench]. diez días—No las diez persecuciones desde Nerón
hasta Diocleciano. Lvra explica los diez años con el principie de año por dia. La brevedad de la persecución es
evidentemente la base del consuelo El plazo de la prueba será corto. la duración de vuestro gozo será eterna. Véase el
uso de “diez días” por un tiempo breve. Génesis 24:55; Números 11:19. Diez es el número de los poderes mundiales
hostiles a la Iglesia: véase los diez cuernos de la bestia (13:1). corona de la vida—Santiago 1:12; 2 Timoteo 4:8, “corona
de justicia;” 1 Pedro 5:4, “corona de gloria.” La corona es la quirnalda, emblema del vencedor, o de uno que se regocija, o
de fiesta, pero diadema es la enseña de un rey. 11. no recibirá daño—El griego es doblemente enfático: de ninguna
manera es posible que reciba daño. la muerte segunda—“el lago de fuego.” “La muerte en vida de los perdidos, como
contrastada con la vida en muerte de los salvos.” [Trench.] La frase “la segunda muerte” es peculiar del Apocalipsis.
¿Que importa esta primera muerte, que tarde o temprano debe tocarnos a todos, si nos escapamos de la segunda
muerte? Parece que los que mueren aquella muerte sufrirán daño, dolor, por ella; pero, si fuese la aniquilación y así la
terminación de los tormentos, no seria daño alguno, sino más bien beneficio para ellos. Pero los tormentos vivientes
son la segunda muerte.” [Pearson.] “La vida de los condenados es muerte.” [Agustín.] Esmirna (significa mirra) dió su
dulce perfume, magullada aun hasta la muerte. La mirra se usaba para embalsamar a los cadáveres (Juan 19:39); era
ingrediente del aceite santo de la unción (Exodo 30:23); un perfume del novio celestial (Salmo 45:8), y de la esposa
(Cantares 3:6). “La tribulación, como la mirra, es amarga para el presente, pero salutífera; preservando a los elegidos
de la corrupción, y sazonándolos para la inmortalidad, y da amplio campo para el ejercicio de las fragantes virtudes
cristianas.” [Vitringa.] Las palabras nobles de Policarpo dichas a sus jueces paganos que deseaban que abjurase, son
bien conocidas: “Ochenta y seis años ha que sirvo al Señor, y nunca me ha hecho mal alguno; ¿cómo pues puedo
blasfemar a mi Rey y Salvador?” La fidelidad de Esmirna fue recompensada con no haberle sido quitado su candelero
de su lugar (2:5); el cristianismo no fué del todo desarraigado; por tanto es llamada por los turcos “la incrédula
Esmirna.” 12. Pérgamo—Pergamus (prefiere Trench a Pergamum), sobre el río Caico. Fué capital del reino de Atalo
Segundo, legado por él a los romanos en el año 133 antes de Cristo. Famosa por su biblioteca, fundada por Eumeno II
(197–159), y destruída por el califa Omar. El pergamino (charta pergamena) fué descubierto allí para hacer libros.
También, famosa por el magnífico templo de Esculapio, el díos de la salud. [Tácito, Anales, 3. 63.] el que tiene la
Falconeris.blogspot.com        - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES
espada aguda de dos filos—Frase apropiada al doble propósito de esta carta, un poder escudriñador para redargüir y
convertir a algunos (2:13, 17), y para redargüir y condenar a castigo a otros (2:14–16; con nota, 1:16). 13. tus obras—
Dos manuscritos antiguos omiten estas palabras, uno las tiene. la silla de Satanás—más bien trono, como este vocablo
griego se traduce en todo el Apocalipsis. Satanás, en impía mímica del trono de Dios en el cielo, levanta su trono
terrenal (4:2). Esculapio era adorado allí bajo la forma de serpiente; y Satanás, la antigua serpiente, como instigador
(2:10) de los fanátícos devotos de Esculapio y, por medio de ellos, del supremo magistrado de Pérgamo, persiguió a
uno del pueblo de Dios (Antipas) aun a muerte. De modo que esta carta es un prefacio anticipante de 12:1–17; Nótese
“trono < dragón < guerra contra la simiente de la mujer.” 12:5, 9, 17. aun en los días—Dos manuscritos antiguos
omiten “aun,” otros dos lo retienen, Antipas es otra forma de Antipater (o Antípatro). Simeón Metafrases tiene una
leyenda, ignorada por los primeros padres, de que Antipas, en el reino de Domiciano, fué encerrado dentro de un
becerro de bronce candente. y terminó su vida en hacimiento de gracias y oración. Hengstenberg hace que el nombre,
como otros nombres apocalípticos, tenga un sentido simbólico [PAG. 771] de uno que se antepone a todo por amor de
Cristo. 14. pocas—encomparacion con las muchas señales de fidelidad. doctrina de Balaam—lo que “enseñó a Balac.”
Véase “consejo de Balaam,” Numeros 31:16. Bengel traduce, “enseñó (a los moabitas) para (agradar a) Balac.” Pero
aunque en Números no se dice expresamente que enseñara a Balac, tampoco se dice nada allí inconsecuente con
haberlo él hecho; y Josefo, Antigüedades, 4. 6, 6., dice que lo hizo. escándalo—lit., la parte de la trampa donde se ponía
el cebo y que, cuando se tocaba, hacia que la trampa encerrase a la presa; significando luego cualquier enredo para el
pie. [Trench.] comer de cosas sacrificadas a los ídolos;—práctica común de los israelitas de antiguo y de los nicolaítas
del tiempo de Juan; no dice que ellos sacrificasen a los ídolos, lo que fué peculiar de los israelitas. La tentación de
comer carne ofrecída a ídolos era especialmente fuerte para los convertidos gentiles. Porque el no hacerlo significaba
casi abstención de las comidas sociales con los paganos vecinos. Porque tales carnes, una parte ofrecida ya en
sacrificio, era casi seguro que se hallarían en la mesa del anfitrión; tal era así que “carnear” en el griego (thuein)
significaba en un principio “sacrificar.” De ahí surgió el decreto del Concilio de Jerusalén que prohibía comer tales
carnes; subsecuentemente algunos de Corinto comieron, a sabiendas e inescrupulosamente de dichas carnes, so
pretexto de que el ídolo no era nada; otros innecesariamente se torturaban por escrúpulos, por temor de comer de
ellas sin saberlo, cuando compraban carne del mercado y comían en casa del vecino. Pablo trata el asunto en 1
Corintios cap. 8 y 10:25–33 fornicación—a menudo relacionada con la idolatría. 15. tú—Enfático. Como Balac y los
moabitas de antiguo tenían a Balaam y sus seguidores literales, así tú también tienes a los que tienen la misma doctrina
balaamita o nicolaíta espiritual o simbólicamente. El comer literalmente de carne idolátrica y la fornicación en Pérgamo
eran acompañados por la idolatría y fornicación espirituales. Así explica Trench. Pero yo prefiero esto, “Tú también,
así como Efeso (“de la misma manera” que Efeso; véase abajo la lección más antigua), tienes < nicolaítas,” con esta
importante distinción; Efeso, como Iglesia, los aborrece, y los echa, pero tú “los tienes”, eso es, en la iglesia. doctrina—
Enseñanza (Nota, 2:6): a saber, tentando al pueblo de Dios a la idolatría. lo cual yo aborrezco—Es un pecado no
aborrecer lo que Dios aborrece. La iglesia efesia (2:6) tenía este punto de superioridad sobre Pérgamo. Pero los tres
manuscritos más antiguos. y Vulgata y Siríaca, dicen “del mismo modo,” en vez de, “lo cual yo aborrezco.” 16.
Arrepiéntete—Los tres manuscritos más antiguos agregan “pues”. No sólo a los nicolaítas, sino también a toda la
Iglesia de Pérgamo se la exhorta a arrepentirse de no haber aborrecido las enseñanzas y prácticas nicolaítas. Véase en
contraste, Pablo. en Hechos 20:26. vendré—vengo. pelearé—Griego, “haré guerra:” con los nicolaítas en primer orden;
pero inclusive también toda la Iglesia de Pérgamo: véase “Vendré a tí.” con la espada de mi boca—Resumido de 1:16,
pero con la alusión a la espada desenvainada, con la cual el ángel del Señor se enfrentó con Balaam, cuando iba para
maldecir a Israel: presagio de la espada por la cual él y los israelitas seducidos al fin cayeron. Los balaamitas
espirituales del día de Juan han de ser heridos por la espada espiritual del Señor, la palabra o la “vara de su boca.” 17.
a comer—Omitidas de los tres manuscritos más antiguos. del mana escondido—la comida celestial de Israel, en
contraste con las carnes idolátricas (2:14). Una olla de maná estaba puesta en el lugar santo del templo “delante del
testimonio.” Tal es la alusión aqui: probablemente tambien al discurso del Señor (Juan 6:31–35). Tradúzcase, “el maná
que está escondido.” Como el maná escondido en el santuario era por poder divino conservado de la corrupción, así
Cristo en su cuerpo incorruptible ha entrado en los cielos, y está escondido allí hasta el tiempo de su aparición. Cristo
mismo es el maná “escondido” del mundo, mas revelado al creyente, que así ya tiene el gusto anticipado de su
preciosura. Comp. la comida de Cristo mismo en tierra, escondida, Juan 4:32, 34, y Job 23:12. La plena manifestación
será en su venida. Los creyentes están ahora escondidos, como su comida está escondida. Como el maná en el
santuario, desemejante a otro maná, es incorruptible, así la fiesta espiritual que se ofrece a todos los que rechazan las
delicadezas del mundo por amor de Cristo, es eterna: un cuerpo incorruptible y la vida eterna con Cristo en su
resurrección. piedrecita blanca, etc.—La explicación de Trench parece la mejor: Blanco es el color y vestidura del cielo.
“Nuevo” denota algo del todo renovado y celestial. La piedrecita blanca es un diamante reluciente, el Urim llevado
por el sumo sacerdote dentro del choschen o coraza de juicio, con los nombres de las doce tribus sobre las doce piedras
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  • 2. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES [PAG. 757] EL APOCALIPSIS O REVELACION DE JUAN, EL TEOLOGO INTRODUCCION AUTENTICIDAD.—El autor se llama a sí mismo Juan (1:1, 4, 9; 22:8). Justino Mártir (Diálogo p. 308; años 139–161) cita el Apocalipsis como obra del apóstol Juan, la profecía del milenio de los santos, a ser seguido por la resurrección general y el juicio. Este testimonio de Justino es referido también por Eusebio (Historia Eclesiástica, 4:18). Justino, en la primera mitad del siglo dos, tuvo una controversia con Trifón, judío erudito, en Efeso, donde Juan había vivido hacía unos treinta o treinta y cinco años; él dice que la “revelación había sido dada a Juan, uno de los doce apóstoles de Cristo.” Melito, obispo de Sardis (alrededor del año 171), una de las “siete iglesias”, y así sucesor de uno de los “siete ángeles”, escribió, dice Eusebio (Historia Eclesiástica, 4:26), tratados sobre el Apocalipsis de Juan. El testimonio del obispo de Sardis es tanto más imparcial cuanto dicha iglesia fué una de las más severamente reprochadas (3:1). Así también Teófilo de Antioquía (como año 180), según Eusebio (4:26), citó testimonios del Apocalipsis de Juan. Eusebio dice lo mismo de Apolonio, quien vivió en Asia Menor al fin del segundo siglo. Ireneo (como 180 después de Cristo), oyente de Policarpo, el discípulo de Juan y el supuesto ángel de la Iglesia de Esmirna (según el arzobispo Usher), cita repetidas veces el Apocalipsis lo más decididamente como la obra del apóstol Juan (Haereses 4., 20:11; 4., 21. 3; 4., 30, 4; 5., 36.1; 5., 30.3; 5., 35.2). En 5., 30.1, aludiendo al número místico de la bestia (13:18), hallado en todas las copias antiguas, dice: “No aventuramos una teoría confidente tocante al nombre del Anticristo; porque si hubiese sido necesario que su nombre fuese proclamado abiertamente en la actualidad, hubiera sido declarado por aquel que vió la visión apocalíptica; porque fué vista no hace tanto tiempo atrás, sino casi en nuestra generación, hacia fines del reinado de Domiciano”. En su obra contra herejías, publicada diez años después del martirio de Policarpo, cita el Apocalipsis veinte veces, y hace largos extractos de él como de Escritura inspirada. Estos testimonios de personas contemporáneas con los sucesos inmediatos de Juan, y más o menos vinculadas con la región de las siete iglesias a las que se dirigió el Apocalipsis, son lo más convincentes. Tertuliano, del norte de Africa (como el año 220), Adversus Marción 3. 14, cita la descripción por Juan en el Apocalipsis de la espada que salía de la boca del Señor (19:15) y, 3. 24, la ciudad santa (cap. 20). Comp. De Resurrectione 27; De Anima 8, 9, etc.; De Praescriptione Haereticorum 33. El fragmento de Muratori del canon (como el año 200), hace saber que Juan escribió a las siete iglesias. Hipólito, obispo de Ostia, cerca de Roma (como año 240), De Antichristo, p. 67, cita el 17:1–18 como la escritura del apóstol Juan. Entre las obras de Hipólito, está especificado en el catálogo sobre su estatua, un tratado “sobre el Apocalipsis y el Evangelio según Juan”. Clemente de Alejandría (como año 200), Stromata 6:13, alude a los veinticuatro tronos donde están sentados los ancianos mencionados por Juan en el Apocalipsis (4:5); también en Quis Dives Salvus, sec. 42, menciona el retorno de Juan de Patmos a Efeso después de la muerte del tirano romano. Orígenes (como 233), Comentario de Mateo, en Eusebio (Historia Eclesiástica 6. 25), menciona a Juan como autor del Apocalipsis, sin expresar duda alguna acerca de su autenticidad; también en dicho Comentario, 16. 6, cita el 1:9, y dice: “Parece que Juan ha visto el Apocalipsis en la isla de Patmos”. Victorino, obispo de Petau de Panonia, quien sufrió el martirio bajo Diocleciano en el año 303, escribió el primer comentario actualmente en existencia sobre el Apocalipsis. Aunque la antigua versión siríaca (Peschito) no contiene dicho libro, sin embargo Efrem Ciro (como 378) cita frecuentemente el Apocalipsis como cánónico, y lo atribuye a Juan. Su canonicidad e inspiración (según un escolio de Andreas de Capadocia) están atestiguadas por Papias, oyente de Juan y compañero de Policarpo. Papias era obispo de Hierápolis, cerca de Laodicea, una de las siete iglesias. Conjetura Wordsworth que un sentimiento de vergüenza, a causa de las reprensiones en el Apocalipsis para con Laodicea, puede haber obrado sobre el Concilio de Laodicea, de modo que omitiera el Apocalipsis de la lista de libros de lectura pública. La Epístola de las iglesias de Lyons y Viena a las iglesias de Asia y Frigia (en Eusebio, Historia Eclesiástica 5. 1– 3), durante la persecución bajo Marco Aurelio, año 77, cita el 1:5; 3:14; 14:4, y 22:11, por Escritura. Cipriano (como 250) también cita el 2:5 como Escritura, así como el 3:21, como de la misma autoridad que el Evangelio. (Para otros ejemplos, véase Prolegómenos de Alford, de quien se derivó mayormente este resumen de evidencias.) Atanasio, en su Epístola Festival, [PAG. 758] enumera el Apocalipsis entre las Escrituras canónicas, a las que nadie debe agregar ni quitar. Jerónimo (en Epístola ad Paulinum) incluye el Apocalipsis en el canon, y dice: “Tiene tantos misterios como palabras. Faltan las palabras para alabar sus méritos. En cada una de sus palabras se disimulan muchos sentidos”. De modo que una cadena ininterrumpida de testimonio desde el período apostólico confirma la canonicidad y la autenticidad del Apocalipsis de Juan. Los Alogi (Epifanio, Haereses, 51) y Cayo el presbítero romano (Ensebio 3. 18), hacia fines del siglo dos y principios del tercero, rechazaron el Apocalipsis de Juan por razones meramente capciosas. Cayó, según Jerónimo, De Viris
  • 3. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES Illustribus, como el año 210, lo atribuía a Cerinto, por la razón de que sostenía el reinado milenial sobre la tierra. Dionisio de Alejandría menciona a muchos anteriores a su tiempo que lo rechazaban por su oscuridad, y porque parecía sostener el dogma de Cerinto de un reinado terrenal y carnal; por lo cual lo artibuía a Cerinto. Este Dionisio, discípulo de Orígenes y obispo de Alejandría (247), admite la inspiración del libro (en Eusebio, Historia Eclesiástica 7. 10), pero lo atribuye a otro Juan distinto de Juan el apóstol en base a la diferencia de estilo y carácter, en comparación con el Evangelio y Epístola de Juan, como también porque el nombre de Juan se menciona varias veces en el Apocalipsis y siempre se calla en el Evangelio y la Epístola; además ni hace alusión la Epístola al Apocalipsis, ni el Apocalipsis a la Epístola; y el estilo no es griego puro, sino que abunda en barbarismos y solecismos. Ensebio vacila en su opinión (Historia 24. 39) respecto de si debe o no debe ser clasificado entre las Escrituras de indubitable canonicidad. Su antipatia hacía la doctrina milenaria le inclinaría inconscientemente en su opinión del Apocalipsis. Cirilo de Jerusalén (año 386), Catechesis 4. 35, 36, omite el Apocalipsis al enumerar las Escrituras del Nuevo Testamento a ser leídas así privada como públicamente. “Todo lo que no se lee en las iglesias, no lo leas tú ni a solas; los apóstoles y antiguos obispos de la Iglesa que nos las transmitieron eran mucho más sabios que tú”. Vemos pues que en el día de Cirilo no se leía el Apocalipsis en las Iglesias. Sin embargo, en Catechesis 1. 4 él cita Apocalipsis 2:7, 17; y en Catecresis 1, 15. 13, saca del 17:11 la declaración profética de que el rey que ha de humillar a tres reyes (Daniel 7:8, 20) es el octavo rey. En caps. 15 y 27 asimismo cita Apocalipsis 12:3, 4. Alford conjetura que Cirilo en algún periodo cambió su opinión, y que estas referencias al Apocalipsis representan faltas de memoria por las que retenía la fraseología que pertenecía a sus opiniones anteriores, no a las subsecuentes. El 60o canon (si es genuino) del Concilio de Laodicea de a mediados del siglo cuatro omite el Apocalipsis de los libros canónicos. La Iglesia Oriental en parte dudaba del Apocalipsis; la Occidental, después del siglo cinco lo reconocía universalmente. Cirilo de Alejandría, De Adoratione 146, aunque admite el hecho de que algunos dudaban su genuinidad, lo acepta él mismo como indubitablemente obra de San Juan. Andreas de Cesárea, de Capadocia, lo reconoció por genuino y canónico, y escribió el primer comentario completo y conectado de dicho libro. Los orígenes de la duda parecen haber sido: (1) el antagonismo de muchos contra el milenismo, expuesto en él; (2) la oscuridad y el simbolismo que hicieron que no se leyese en las iglesias y que no se enseñase a los niños. Pero la tradición más primitiva está inequívocamente en su favor. En una palabra, la evidencia objetiva lo apoya decididamente; los únicos argumentos en su contra parecen haber sido subjetivos. Las notas personales de Juan ocurren en el 1:1, 4, 9; 22:8. Además, el que el autor se dirige a las iglesias del Asia Proconsular (2:1) concuerda con la tradición corriente de que, suelto Juan de su destierro en Patmos, a la muerte de Domiciano, bajo Nerva residió por mucho tiempo en Efeso, donde murió al fin en el tiempo de Trajano (Eusebio, Historia 3. 20, 23). Si el Apocalipsis no fuese la obra inspirada de Juan, significando como significa que es un mensaje de su superior a las siete iglesias del Asia Proconsular, sin duda hubiera sido rechazado en aquella región; mientras que los primeros testimonios en dichas iglesias estuvieron todos a su favor. Una sola persona tenía el derecho de usar lenguaje de autoridad tal como aquel dirigido a los siete ángeles de las iglesias—a saber, Juan, como el último apóstol sobreviviente y superintendente de todas las iglesias. También, concuerda con el modo de Juan de confirmar la certeza de su testimonio tanto al principio como al fin de su libro (véase el 1:2, 3, y 22:8, con Juan 1:14; 21:24; 1 Juan 1:1, 2). Otra vez, concuerda con la opinión de que el escritor era apóstol inspirado que se dirige a los ángeles, o presidentes de las varias iglesias en el tono de un superior que se dirige a inferiores. Además, él alaba a la Iglesia de Efeso por haber juzgado y condenado a “los que se dicen apóstoles y no lo son”, por lo cual expresa su propia prerrogativa indudable de la inspiración apostólica (2:2), declarando en las siete epístolas la voluntad de Cristo que le fué revelada. Cuanto a la diferencia de estilo, en comparación con el Evangelio y la Epístola, la diferencia de tema en parte la explica; las visiones del vidente, transportado [PAG. 759] como estaba más allá de la región de los sentidos, relatadas propiamente en forma abrupta de expresión, y libres de las reglas gramaticales que rigen en sus escritos de carácter más calmoso y más pensado. Además, siendo como era hebreo galileo, Juan, escribiendo una Revelación semejante a las profecías del Antiguo Testamento, naturalmente volvió al estilo hebraico de ellos. Alford observa, entre los rasgos de semejanza entre el estilo del Apocalipsis y el del Evangelio y la Epístola de Juan: (1) el nombre característico dado a nuestro Señor, peculiar a Juan exclusivamente, “el Verbo de Dios” (19:13, con Juan 1:1; 1 Juan 1:1). (2) la frase “el que vence” (2:7, 11, 17; 3:5, 12, 21; 12:11; 15:2; 17:14; 21:7, con Juan 16:33; 1 Juan 2:13, 14; 4:4; 5:4, 5). (3) El término griego (alethinos) por “verdadero”, en contraposición a lo que es oscuro e irreal (3:7, 14; 6:10; 15:3; 16:7; 19:2, 9, 11; 21:5; 22:6). Este término, usado una sola vez por Lucas (16:11), cuatro veces por Pablo (1 Tesalonicenses 1:9; Hebreos 8:2; 9:24; 10:22), se halla nueve veces en el Evangelio de Juan (1:9; 4:23, 37; 6:32; 7:28; 8:16; 15:1; 17:3; 19:35), cuatro veces en la Primera Epístola (1 Juan 2:8, 5:20), y diez veces en el Apocalipsis (3:7, 14; 6:10; 15:3; 16:7; 19:2, 9, 11; 21:5; 22:6). (4) El
  • 4. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES diminutivo griego por “Corderito” (arnion) ocurre veintinueve veces en el Apocalipsis, y el único otro lugar donde ocurre es en Juan 21:15. Sólo en los escritos de Juan se le llama a Cristo directamente “el Cordero” (Juan 1:29, 36). En 1 Pedro 1:19, se le llama “como un cordero sin mancha”, aludiendo a Isaías 53:7. Asimismo el uso del vocablo “testimonio” (1:2, 9; 6:9; 11:7, etc.; comp. Juan 1:7, 8, 15, 19, 32; 1 Juan 1:2; 4:14; 5:6–11). “Guardar la palabra”, o “mandamientos” (3:8, 10; 12:17, etc., con Juan 8:51, 55; 14:15). La aseveración de la misma cosa positiva y luego negativamente (2:2, 6, 8, 13; 3:8, 17, 18; con Juan 1:3, 6, 7, 20; 1 Juan 2:27, 28). Véase también 1 Juan 2:20, 27 con el 3:18, cuanto a la unción espiritual. Los solecismos aparentes de estilo son atribuíbles a aquella elevación Inspirada que está por encima de las meras reglas gramaticales, y están destinados a captar la atención del lector por la peculiaridad de la frase, de manera que se detenga y escudriñe alguna verdad profunda que pueda haber. El fervor del escritor inspirado que trata un asunto que trasciende a todo otro, lo eleva por encima de toda adherencia servil a las reglas ordinarias, de modo que a veces pasa de una construcción gramatical a otra, conforme va exponiendo gráficamente la cosa descrita ante los ojos del lector. Esto no se debe a la ignorancia de la gramática, porque Juan “ha desplegado un conocimiento de reglas gramaticales en otras construcciones mucho más difíciles”. [Winer.] Se da más atención a la conexión del pensamiento que a la conexión meramente gramatical. Debe tomarse en cuenta otra consideración, y es que por cuanto las dos quintas partes del todo es lenguaje de otros, él amolda su estilo conformemente. Véase Tregelles: Introduction to Revelation from Heathen Authorities. Tregelles bien dice (Evidencia Histórica Neotestamentaria), “No hay libro del Nuevo Testamento del que tengamos testimonios tan claros, amplios, y numerosos como los que tenemos a favor del Apocalipsis. Cuanto más intimamente se relacionaban los testigos a Juan (como en el caso de Ireneo), tanto más explícito es su testimonio. Que prevaleciesen dudas en épocas posteriores deben haberse originado o en la ignorancia del testimonio primitivo, o si no, en alguna supuesta intuición de lo que el apóstol debiera haber escrito. Las objeciones basadas en el estilo interno no pueden tener peso en contra de la evidencia efectiva. Es en vano que se arguya, a priori, que Juan no pudo haber escrito este libro, cuando tenemos la evidencia de varios testigos competentes de que él lo escribió. LA RELACION DEL APOCALIPSIS AL RESTO DEL CANON.—Gregorio Niceno, Tomo 3, página 601, llama Revelación “el último libro de la gracia”. Completa el volumen de la inspiración, de modo que no hemos de esperar ninguna revelación más hasta que venga Crísto mismo. Apropiadamente el último libro para cerrar el canon fué escrito por Juan, el último apóstol sobreviviente. El Nuevo Testamento se compone de los libros históricos, los Evangelios y los Hechos; las Epístolas doctrinarias; y un libro profético, el Apocalipsis. El mismo apóstol escribió el último de los Evangelios, y probablemente la última de las Epístolas, y el único libro profético del Nuevo Testamento. Todos los libros del Nuevo Testamento habían sido escritos y eran leídos en las asambleas de las iglesias, unos años antes de la muerte de Juan. Su vida fué prolongada providencialmente a fin de que diese la final atestación a la Escritura. Cerca del año cien, los obispos de Asia (los ángeles de las siete iglesias) vinieron a Juan en Efeso, trayendo ejemplares de los tres Evangelios, de Mateo, Marcos, y Lucas, y desearon de él una declaración de su criterio apostólico acerca de los mismos; por lo que los pronunció auténticos, genuinos, e inspirados, y al pedido de ellos agregó su propio Evangelio para completar el aspecto cuádruplo del Evangelio de Cristo (véase el Canon de Muratori; Ensebio 3. 24; Jerónimo, Proaemium in Matthaeum; Victorino, Apocalipsis; Theodoret, Mopsuestia). Un clérigo griego, citado en Aliatio, llama el Apocalipsis “el sello de toda la Biblia”. El canon estaría incompleto sin [PAG. 760] el Apocalipsis. La Escritura es un todo completo, sus libros componentes escritos durante un período de más de 1.500 años, estando mutuamente relacionados. La unidad de propósito y de espíritu atraviesa el todo, de tal modo que el fin es la necesaria consecuencia del centro, y el centro del principio. El Génesis presenta ante nosotros al hombre y a la novia en la inocencia y bienaventuranza, seguido por la caída del hombre debido a la sutileza de Satanás, y la consiguiente miseria del hombre, su exclusión del Paraíso y del árbol de la vida y de los ríos deleitosos. La Revelación presenta en orden inverso al hombre, antes expuesto al pecado y a la muerte, pero después hecho vencedor por la sangre del Cordero; el primer Adán y Eva, representados por el segundo Adán, Cristo y la Iglesia, su esposa inmaculada, en el Paraíso con libre acceso al árbol de la vida y al agua cristalina de la vida que surge del trono de Dios. Como el Génesis predijo el aplastamiento de la cabeza de la serpiente por la simiente de la mujer, así el Apocalipsis declara el cumplimiento final de dicha predicción (caps. 19, 20). LUGAR Y FECHA.—Las más reconocidas autoridades declaran que Juan fue desterrado bajo Domiciano (Ireneo, 5. 30; Clemente de Alejandría; Eusebio, Historia Eclesiástica 3. 20). Victorino dijo que tuvo que trabajar en las minas de Patmos. A la muerte de Domiciano, año 95, volvió a Efeso bajo el emperador Nerva. Es probable que fuese inmediatamente después de su retorno cuando escribiese, bajo la inspiración divina, el relato de las visiones que le fueron concedidas en Patmos (1:2, 9). Sin embargo, el 10:4 parece indicar que escribió las visiones inmediatamente
  • 5. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES después de haberlas visto. Patmos es una de las Espórades. Su circunferencia es de como cincuenta kilómetros. “Era propio que cuando se le impedía ir más allá de límites terrenales, se le permitiese penetrar en los secretos del cielo”. [Beda, Apocalipsis.] Los siguientes argumentos favorecen una fecha anterior, es decir, bajo Nerón: (1) Eusebio (en Demostraciones Evangélicas) junta en la misma proposición el destierro de Juan con el apedreo de Jacobo y el degüello de Pablo, ocurridos bajo Nerón. (2) El relato de Clemente de Alejandría del ladrón restaurado por Juan, después que hubo corrido tras de él y alcanzándolo con dificultad, concuerda mejor con el Juan de edad más joven que la que tenía bajo Domiciano, de cerca ya de 100 años, Aretas, en el siglo seis, aplica el sexto sello a la destrucción de Jerusalén por Nerón el César. Laodicea fué destruída por terremoto en el año 60, pero fué inmediatamente reedificada, de modo que el ser ella “rica y aumentada en bienes” no es incompatible con el que el libro fuese escrito durante la persecución neroniana (año 64). Pero las posibles alusiones a ella en Hebreos hacen posible una fecha anterior a la destrucción de Laodicea, a saber: Hebreos 10:37, compárese Apocalipsis 1:4, 8; 4:8; 22:12; Hebreos 11:10, comp. el 21:14; Hebreos 12:22, 23, comp. el 14:1; Hebreos 8:1, 2, comp. el 11:19; 15:5; 21:3; Hebreos 4:12, comp. el 1:16; 2:12, 16; 19:13, 15; Hebreos 4:9, comp. cap. 20; 1 Pedro 1:7, 13; 4:13, comp. 1:1; 1 Pedro 2:9, con el 5:10; 2 Timoteo 4:8, con el 2:26, 27; 3:21; 11:18; Efesios 6:12. con el 12:7–12; Filipenses 4:3, con el 3:5; 13:8; 17:8; 20:12, 15; Colosenses 1:18, con el 1:5; 1 Corintios 15:52, con el 10:7; 11:15–18. Se dice que Cerinto murió antes que Juan: como él tomó del libro de Juan mucho material para su seudo apocalipsis, es probable que aquél fuese de una fecha anterior al reinado de Domiciano. Véase Tilloch, Introducción al Apocalipsis. Pero la bendición paulina del 1:4 indica que fué escrito después de la muerte de Pablo bajo Nerón. LOS DESTINATARIOS.—La inscripción afirma que fué dirigido a las siete iglesias de Asia, eso es, el Asia Proconsular. La razón de Juan para elegir el número siete (pues había más de siete iglesias en la región indicada, por ejemplo, las de Magnesia y Tralles), fué sin duda porque siete es el número sagrado que expresa totalidad y universalidad: de modo que está implícito que Juan, por medio de las siete iglesias, se dirige en el Espíritu, a la Iglesia de todos los lugares y edades. La iglesia en sus varios estados de vida o de muerte espiritual, de todas las edades y lugares, está representada por las siete iglesias, y de consiguiente son dirigidas a ella las palabras de consuelo y de amonestación. Esmirna y Filadelfia solas son honradas con alabanza pura, como fieles en la tribulación y ricas en buenas obras. Herejías de género distinto ya se habían levantado en las iglesias de Asia, y el amor de muchos se había enfriado, mientras que otros habían progresado a mayor celo, y uno había sellado su testimonio con su sangre. EL OBJETIVO.—Principia con amonestaciones a las siete iglesias de parte del divino Hijo del hombre, a quien Juan vió en visión, después de una breve introducción que expone el tema principal del libro, a saber, “para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder presto” (caps. 1–3). Del capítulo 4 al fin es mayormente profecía, con exhortaciones y consolaciones prácticas, sin embargo, diseminadas, semejantes a las enviadas a las siete iglesias (representativas de la Iglesia universal de toda edad), que así relacionan el cuerpo del libro con su principio, que forma por tanto su debida introducción. Existen tres escuelas de interpretación: (1.) Los preteristas, que sostienen [PAG. 761] que casi todo ya se ha cumplido. (2.) Los intérpretes históricos, que sostienen que el libro comprende la historia de la Iglesia desde el tiempo de Juan hasta el fin del mundo, siendo los sellos cronológicamente sucedidos por las trompetas, y éstas por los vasos. (3.) Los futuristas, que consideran que casi todo es aún futuro, y ha de ser cumplido inmediatamente antes de la segunda venida de Cristo. La primera teoría no fue aceptada por ninguno de los primeros padres, y ahora sólo por los racionalistas, que limitan la visión de Juan a las cosas que estaban dentro de su propio horizonte, las persecuciones de los cristianos por la Roma pagana, y su anticipada destrucción en consecuencia. La escuela futurista está abierta a esta grande objecion: su teoría dejaría a la Iglesia de Cristo sin dirección profética alguna ni fortaleza para sus pruebas ardientes durante los siglos de su existencia. Pues Dios ha dicho: “Porque no hará nada el Señor Jehová; sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.” Los judíos tuvieron una sucesión de profetas que los guiaron con la luz de la profecía: lo que los profetas fueron para ellos, eso mismo han sido, y son, para nosotros las escrituras apocalípticas. Alford, siguiendo a Isaac Williams, llama la atención a la relación paralela entre el Apocalipsis y el discurso de Cristo en el Monte de las Olivas, de Mateo 24. Los sellos claramente nos llevan hasta la segunda venida de Cristo, como lo hacen también las trompetas (comp. 6:12–17; 8:1, etc; 11:15), y asimismo también las copas (16:17): los tres temas corren paralelos, y terminan en el mismo punto. Ciertas palabras claves (“reclamos”, las llama Wordswodth) unen las tres series de símbolos. Estas no se suceden una a otra en orden histórico ni cronológico, sino paralelamente, las series posteriores llenando en detalle el mismo cuadro que las precedentes habían dibujado en bosquejo. Así Victorino (sobre 7:2), el primer comentador del Apocalipsis, dice, “El orden de las cosas no ha de tomarse en cuenta,
  • 6. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES puesto que a menudo el Espíritu Santo, cuando ha corrido hasta el fin del último tiempo, otra vez vuelve a los mismos tiempos, y suple lo que ha expresado menos explícitamente.” Y Primasius (Ad Apocalypsin in fine), “En las trompetas da una descripción mediante una repetición agradable, según es su costumbre.” Desde el principio Juan se apresura, por anticipación (como era la tendencia de todos los profetas), a la gran consumación: “He aquí viene en las nubes” (1:7); “Yo soy el principio y el fin, el primero y el último” (8:17). Así las siete epístolas exhiben la misma anticipación de la terminación: “Al que venciere,< escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalem, la que desciende del cielo <” (3:12); comp. 21:2. También, “Le daré la estrella de la mañana” (2:12); comp. “Yo soy la estrella resplandeciente y de la mañana” (22:16). Otra vez, el terremoto que sucede al abrirse el sexto sello es una de las palabras claves: es decir, un eslabón que une cronológicamente este sexto sello con la sexta trompeta (9:13; 11:13): comp. también la séptima copa (16:17, 18). Los concomitantes de la apertura del sexto sello, está claro, no se aplican en sentido pleno y amplio a evento alguno, sino a los terrores que tomarán a los impíos en vísperas de la venida del Juez. Otra vez, la bestia del abismo, entre la sexta y séptima trompetas, conecta esta serie con la sección de caps. 12, 13, 14, tocante a la Iglesia y sus adversarios. Otra vez, la selladura de los 144.000 bajo el sexto sello une este sello con la sección de caps. 12–14. Asimismo, la soltura de los cuatro vientos por los cuatro ángeles sobre los cuatro ángulos de la tierra, bajo el sexto sello, corresponde a la soltura de los cuatro ángeles en el Eufrates, bajo la sexta trompeta. Además, ocurren eslabones en el Apocalipsis que lo relacionan con el Antiguo Testamento. Por ejemplo, “la boca que habla grandezas,” conecta la bestia que habla blasfemias contra Dios, y hace guerra contra los santos, con el cuerno pequeño, o el último rey, que, surgiendo después de los diez reyes, hablará contra el Altísimo y lidiará contra los santos; también comp. los “cuarenta y dos meses” (13:5), o los “mil doscientos sesenta días” (12:6), con los “tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo” de Daniel 7:25. Además, “los cuarenta y dos meses,” (11:2), correspondientes a 12:6 y 13:5, unen el período bajo la sexta trompeta a la sección, caps. 12, 13, 14. Auberlen observa, “La historia de la salvación está gobernada misteriosamente por números santos. Son el andamio del edificio espiritual. No son meramente indicaciones exteriores de tiempo, sino indicaciones de naturaleza y esencia. No sólo la naturaleza, sino también la historia, está basada en números. La Escritura y la antigüedad ponen números por las formas fundamentales de las cosas, donde nosotros ponemos ideas.” Como el número es el regulador de las relaciones y las proporciones del mundo natural, del mismo modo entra muy a menudo en las revelaciones del Apocalipsis, el que expone las armonías de lo sobrenatural, de lo divino inmediato. Así la revelación más sobrenatural nos lleva lo [PAG. 762] más lejos en la natural, como era de esperar, puesto que el Dios de la naturaleza y de la revelación es uno. Siete es el número de la perfección (1:4; 4:5, los siete espíritus delante del trono: 5:6, los siete cuernos y los siete ojos del Cordero). Así las siete iglesias representan la Iglesia católica en su totalidad. Los siete sellos‐trompetas‐ copas, son particularmente una serie completa cada una en sí, cumpliendo perfectamente el curso divino de los juicios. Tres y medio denota un número opuesto al divino (siete), pero roto en sí, el cual, en el memento del mayor triunfo, queda derrotado por el juicio y la ruina absoluta. Cuatro es el número de la extensión mundial; siete es el número de la revelación de Dios en el mundo. En las cuatro bestias de Daniel hay un reconocimiento de algún poder sobre ellos, al mismo tiempo que hay una pantomima de los cuatro querubines de Ezequiel, los símbolos celestiales de toda la creación en su debida sujeción a Dios (4:6–8). Así los cuatro ángulos de la tierra, los cuatro vientos, los cuatro ángeles desatados en el Eufrates, y Jerusalén que está puesta en cuadro, representan la extensión mundial. El séptuplo de espíritus de parte de Dios corresponde a los cuatro querubines de parte de la creación. Juan, viendo más profundamente el carácter esencialmente antidivino del mundo, nos presenta, no las cuatro bestias de Daniel, sino las siete cabezas de la bestia, por lo que se arroga la bestia la perfección séptupla de los espíritus de Dios; al mismo tiempo que, con característica contradicción de sí misma, tiene diez cuernos, el número peculiar al poder mundial. Su usurpación injusta del número sagrado siete está señalada por la adición de una octava al número de siete cabezas, y también por el número de la bestia misma, 666, el cual en unidades, décimas y centésimas, se acerca, pero carece de la perfección del siete. Los juicios sobre el mundo son completos en seis. Después del sexto sello y la séptima trompeta, hay una pausa. Cuando llega el siete, sobreviene “el reino de nuestro Señor y de su Cristo.” Seis es el número del mundo entregado a juicio. Además, seis es la mitad de doce, como tres y medio es la mitad de siete. Doce es el número de la Iglesia: comp. las doce tribus de Israel, las doce estrellas en la cabeza de la mujer (12:1), y doce las puertas de la nueva
  • 7. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES Jerusalén. Seis así simboliza el mundo quebrado, y sin fundamento sólido. Dos veces doce es el número de los ancianos celestiales; doce veces doce mil el número de los elegidos sellados; el árbol de la vida lleva doce géneros de frutos. Sin duda, además de esta fuerza simbólica, hay algún significado cronológico especial en los números; pero hasta ahora, aunque son tema de investigación encomendada, no han recibido solución alguna que podamos aceptar con seguridad como la verdadera. Su propósito es de estimular reverente investigación, no para agradar la ociosa curiosidad especulativa; y cuando los eventos hayan tenido lugar, demostrarán la divina sabiduría de Dios, quien ordenó todas las cosas en relaciones minuciosamente armoniosas, y no dejó para la casualidad ni los tiempos ni los medios. Los argumentos para la teoría de año por día son los siguientes: Daniel 9:24, “Setenta semanas están determinadas <” donde el hebreo puede significar setenta sietes; pero Mede observa, la palabra hebrea siempre significa siete de días, y nunca siete de años (Levítico 12:5; Deuteronomio 16:9, 10, 16). Otra vez, el número de años de peregrinación de los israelitas resulta corresponder al número de días en que los espías escudriñaron la tierra; a saber cuarenta: comp. “cada día por un año,” Números 14:33, 34. Así en Ezequiel 4:5, 6, “Yo te he dado los años de tu maldad por número de los días (390) < día por año <” Juan en Apocalipsis mismo, usa días en un sentido que apenas puede ser literal. 2:10, “Tendréis tribulación por diez días:” los diez años de persecución relatados por Eusebio parecen corresponderles. En dicha teoría hay aún bastante obscuridad para ejercitar la paciencia y probar la fe, porque no podemos decir con precisión cuándo empiezan los 1260 años: de modo que esta teoría es bastante compatible con las palabras de Cristo, “De aquel día y hora nadie sabe <” Con todo, una dificultad que hay con esta teoría es que “mil años” (20:6, 7) apenas puede significar 1.000 por 360 días, o sea 360.000 años. La primera resurrección allí debe ser literal, así como 20:5 debe ser entendido como literal, “el resto de los muertos no tornaron a vivir hasta que sean cumplidos los mil años.” Interpretar lo primero espiritualmente nos obligaría a interpretar espiritualmente esto último, lo que sería lo más improbable; porque significaría que los otros espiritualmente muertos no tornaron a vivir espiritualmente hasta el fin de los mil años, y entonces sí llegaron a vivir espiritualmente. 1 Corintios 15:23, “Los que son de Cristo en su venida,” confirma la interpretación literal. CAPITULO 1 TITULO: ORIGEN Y PROPOSITO DE ESTA REVELACION: BENDICION SOBRE EL LECTOR Y GUARDADOR DE ELLA, POR ESTAR CERCANO EL TIEMPO: LAS SIETE IGLESIAS: SALUTACION APOSTOLICA: LA NOTA TONICA, “HE AQUI VIENE” (Comp. 22:20, “Ciertamente vengo en breve”): VISION PBELIMIAR DEL HIJO DEL HOMBRE EN LA GLORIA, ENTRE LOS SIETE CANDELEROS, CON LAS [PAG. 763] SIETE ESTRELLAS EN SU DIESTRA. 1. revelación—Un apocalipsis o descubrimiento de las cosas que habían estado veladas. Un manifiesto del reino de Cristo. El manual de viaje de la Iglesia para los tiempos de los cristianos gentiles. No una historia detallada del futuro, sino una representación de las grandes épocas y principales poderes en el desarrollo del reino de Dios en relación con el mundo. La teoría eclesio histórica va contra el gran principio de que la Escritura se interpreta a sí misma. La Revelación ha de enseñarnos a entender los tiempos, no los tiempos de interpretarnos el Apocalipsis, aunque está en la naturaleza del caso que una influencia reflexiva se ejerce aquí, y es entendida por los prudentes. [Auberlen.] El libro se compone de series de grupos paralelos, no en orden cronológico. Con todo hay un desarrollo histórico orgánico del reino de Dios. En este libro todos los demás libros de la Biblia se encuentran y terminan: en él está la consumación de toda profecía previa. Daniel predice al Cristo y la destrucción de Jerusalén, por los romanos, y al último Anticristo. Pero la Revelación de Juan llena el período intermedio, y describe el milenio y el estado final de más allá del Anticristo. Daniel, como piadoso estadista, contempla la historia del pueblo de Dios en relación con los cuatro imperios mundiales. Juan, como apóstol, contempla la historia desde el aspecto de la Iglesia Cristiana. El término apocalipsis no se aplica a ningún libro del Antiguo Testamento. Daniel se acerca a ello más que ninguno; pero lo que se le dijo a Daniel que sellara y cerrara hasta el tiempo del fin, a Juan, ya que el tiempo está cercano (1:3), se le ordena que lo revele. de Jesucristo—que viene de él. Jesucristo es el Autor del Apocalipsis, no Juan el escritor. Cristo enseñó muchas cosas antes de su partida; pero las que no convenía anunciar en aquel entonces las reunió en el Apocalipsis, [Bengel.] Comp. su promesa, Juan 15:15, “Todas las cosas que he oído de mi Padre, os las he hecho conocer;” también, Juan 16:13, “El Espíritu de verdad os enseñará cosas por venir.” Los Evangelios y Hechos son los libros, respectivamente, de su primer advenimiento, en la carne y en el Espíritu; las Epístolas son comentarios inspirados sobre los mismos. El Apocalipsis es el libro de su segundo advenimiento y de los eventos preliminares a él. que Dios le dió—El Padre se revela a sí y su voluntad, en su Hijo y por su Hijo. para manifestar—la palabra vuelve a aparecer en 22:6; tan perfectamente las partes del Apocalipsis tienen referencia las unas a las otras. Es su excelencia particular el que comprende un perfecto compendio de cosas futuras, y éstas que difieren extensamente: cosas cercanas, cosas lejanas,
  • 8. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES cosas entre aquéllas y éstas; cosas grandes y pequeñas; que destruyen y que salvan; repetidas de profecías antiguas y nuevas, y éstas entretejidas unas con otras, contrarias y mutuamente concordantes; que se envuelven y se desenvuelven mutuamente; de modo que en ningún otro horo más que en éste tendría la adición o la substracción de una sola palabra o frase (22:18, 19) el efecto de desfigurar el contexto y el cotejo de los pasajes. [Bengel.] a sus siervos—no solamente a “su siervo Juan,” sino a todos sus siervos (22:3). en breve—“Presto,” Griego, “rápidamente;” lit., “con rapidez.” Comp. “el tiempo está cercano” (1:3; 22:6); “he aquí vengo presto” (22:7). No que las cosas profetizadas estuviesen cercanas según la computación de los hombres; sino que esta palabra “presto” envuelve un correctivo de nuestra estimación de los eventos y períodos del mundo. Aunque los “mil años” (cap. 20) están incluídos, se declara que el tiempo está cercano. Lucas 18:8, “Presto.” La Iglesia Israelita vehemente se apresuró hasta su predicho fin, la cual ansia prematura, la profecía retarda (Daniel 9). La Iglesia Gentilica necesita que se le recuerde lo pasajero que es este mundo, que ella fácilmente puede creerlo su hogar permanente, y lo cercano que está el advenimiento de Cristo. Por una parte la Revelación dice, “el tiempo está cerca;” por otra, la sucesión de los sellos, etc., manifiestan que muchos eventos deben intervenir primero. enviándola—el Señor Jesús. por su ángel—El ángel no se presenta para “significar” las cosas a Juan sino hasta el 17:1; 19:9, 10. Antes de entonces Juan recibe la información de otros. Jesucristo principia la Revelación (1:10, 11; 4:1; en 6:1 uno de los cuatro seres animados es su informante; en 7:13, uno de los ancianos; en 10:8, 9 el Señor y su ángel, que se pararon en el mar y en la tierra). Sólo al fin (17:1) se pone a su lado un ángel (comp. Daniel 8:16; 9:21; Zacarías 1:19). 2. ha dado testimonio—“testificó la palabra de Dios” en este libro. Nosotros diríamos “testifica;” los antiguos en comunicaciones epistolares usaban el aoristo. La palabra de Dios constituye su testimonio; 1:3, “las palabras de esta profecía.” testimonio de Jesucristo—es “el espíritu de la profecía” (19:10). y de todas las cosas—Los manuscritos más antiguos omiten “y”, y leen “cuantas cosas viste,” en aposición a la frase, “la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.” 3. el que lee, y los que oyen— eso es, el lector público en las asambleas de la iglesia y los que le escuchan. En primer lugar, aquel por el cual Juan envió el libro desde Patmos a las siete iglesias y los leyó públicamente: un uso muy escriturario y provechoso. Una bendición especial acompaña al que lee y al que oye la “profecía” apocaliptica con el propósito de guardar las cosas de ella. No hay dos clases; la bendición es para los que oyen la palabra y la guardan, Romanos 2:13; aunque no encuentren la clave para la interpretación de ella, hallan un estímulo para su fe. su esperanza, y paciente espera de Cristo. Nota: el término “profecía” tiene relacíón al medio humano, o sea el profeta inspirado (en este caso Juan); el término “Revelación”, al Ser divino que revela su voluntad (aquí Jesucristo). Dios dió la revelación a Jesús; él mediante su ángel la dió a Juan, quien había de manifestarla a la Iglesia. 4. Juan—el apóstol. Pues nadie sino él (descontado que el autor es honrado) se hubiera firmado así sin especificativo alguno. Como el solo sobreviviente y representante de los apóstoles y testigos oculares del Señor, no necesitaba de otra designación más que su nombre, para ser reconocido por sus lectores. siete iglesias—no que no hubiese más que siete en aquella región. sino que siete se elige porque significa totalidad. Estas siete iglesias representan la Iglesia universal de todos los lugares y tiempos. Véase Trench (Epístolas a las Siete Iqlesias), nota interesante sobre el 1:20, el número siete. Es el número del pacto, la señal de la relación del pacto de Dios con la humanidad, y especialmente con la Iglesia. Por ejemplo, el séptimo día, sábado (Génesis 2:3; Ezequiel 20:12). La circuncisión, señal del pacto, después de siete días (Génesis 17:12). Los sacrificios (Números 23:1, 14, 29; [PAG. 764] 2 Crónicas 29:21). Comp. también los actos de Dios tipicos de su pacto (Josué 6:4, 15, 16; 2 Reyes 5:10). Las fiestas ordenadas por períodos de siete. (Deuteronomio 15:1; 16:9, 13, 15). Es una combinación de tres: el número divino (así la Trinidad, el tres veces santo, Isaías 6:3; la bendición trina de Números 6:24–26), y de cuatro el número del mundo organizado en su extensión (así los cuatro elementos, las cuatro estaciones, los cuatro vientos, los cuatro puntos cardinales, los cuatro seres animados, emblemas de la vida redimida de la creación, 4:6; Ezequiel 1:5, 6, con las cuatro caras, y cuatro alas cada uno; las cuatro bestias, y los cuatro metales, que representaban los cuatro imperios mundiales, Daniel 2:32, 33; 7:3; el evangelio cuadrilateral destinado para todas partes del mundo; el líenzo atado de los cuatro cabos, Hechos 10:11; los cuatro cuernos, la suma de las fuerzas del mundo contrarias a la Iglesia, Zacarías 1:18). En el Apocalipsis, donde el pacto de Dios con la Iglesia llega a su culminación, en forma propia el número siete ocurre aun más frecuentemente que en otras partes de la Escritura. Asia—Proconsular, gobernada por un procónsul romano: que comprende a Frigia, Misia, Caria, y Lidia: el reino que Atalo III había legado a Roma. gracia … paz— salutación apostólica paulina. En sus epístolas pastorales agrega la palabra “misericordia:” 2 Juan 3. del que es … era … ha de venir—Una perífrasis por el incomunicable nombre de Jehová, existente por sí solo, inmutable. Por ser indeclinable la designación en el griego aquí denota su inmutabilidad. Tal vez la razón por qué usa la frase “el que ha de venir”, y no “el que vendrá,” es porque el gran tema del Apocalipsis es la venida del Señor (1:7). Con todo, es el Padre en distinción de “Jesucristo” (1:5) que aquí se significa. Pero tan uno son el Padre e Hijo, que la designación “que ha de venir”, más inmediatamente aplicable a Cristo, se usa aquí del Padre. los siete Espíritus que están delante de su trono—los manuscritos más antiguos omiten “están.” delante—“en la presencia de.” El Espíritu Santo en su energía séptula (eso es, perfecta, completa, y universal). Corresponde así a “las siete iglesias.” Uno en su esencia,
  • 9. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES múltiple en sus influencias benévolas. Los siete ojos contemplan la piedra puesta por Jehová (5:6). Cuatro es el número de los seres creados (comp. el querubín cuádruple); siete es el número de la revelación de Dios en el mundo. 5. el testigo fiel—de la verdad tocante a sí mismo y a su misión de Profeta, Sacerdote, y Rey Salvador. “El fue el testigo fiel, porque todo lo que ha oído del Padre fielmente lo ha hecho conocer a sus discípulos. También, porque enseñó el camino de Dios en verdad, y no se cuidó del hombre, ni tuvo acepción de personas. También, porque la verdad que enseñó con palabras la confirmó con milagros. También, porque el testimonio; de él mismo de parte del Padre no lo negó ni aun en la muerte. En fin, porque dará testimonio verdadero de las obras de buenos y de malos en el día del juicio.” [Ricardo de San Víctor en Trench.] El caso nominativo del griego en aposición al genitívo, “Jesucristo”, da realce a “testigo fiel”. el primogénito de los muertos—(Colosenses 1:19) Lázaro resucitó para morir de nuevo. Cristo se levantó para no morir más. La figura no es como si la tumba fuese la matriz del nacimiento de resurrección [Alford]: sino como Hechos 13:33 y Romanos 1:4 tratan la resurrección de Cristo como la época y el evento que cumplieron la Escritura, Salmo 2:7, “Hoy (en la resurrección) yo te he engendrado.” Fué entonces cuando su filiación divina como el Dios‐hombre fué manifestada y abiertamente atestiguada por el Padre. Así nuestra resurrección y nuestra filiación, o generatión, manifestada, están conectadas. Por tanto, “regeneración” se usa para determinar el estado de resurrección de la restitución de todas las cosas (Mateo 19:28). príncipe—o Gobernador. La dignidad real del mundo que el Tentador ofreció a Jesús a condición de que le rindiera homenaje y evitara así la cruz, la ha alcanzado con la cruz. “Los reyes de la tierra” conspiraron en contra del Ungido del Señor (Salmo 2:2): a éstos los desmenuzará (Salmo 2:9). Los que a tiempo son sabios y besan al Hijo le traerán su gloria en su manifestación como Rey de reyes, cuando haya destruído a sus enemigos. Al que nos amó—Los manuscritos más antiguos leen, “< nos ama.” Es su crácter perdurable, nos ama. Su amor reposa para siempre sobre su pueblo. nos ha lavado—Los manuscritos más antiguos leen, “nos desató:” así Andreas y Primasius. Un manuscrito muy antiguo, la Vulgata y Cóptica, leen, acaso sacado de 7:14, “Nos desató (libró) en (virtud de) su sangre,” siendo la más difícil lección de entender, es menos probable que sea de los copistas. La referencia es al griego lutron, el rescate pagado por nuestra liberación (Mateo 20:28). En favor de nuestra versión (ha lavado) está el uso de los sacerdotes que, antes de ponerse la vestidura sagrada para servir en el templo, se lavaban: así los creyentes espirituales, como sacerdotes a Dios, deben primero ser lavados en la sangre de Cristo de toda mancha, antes que puedan servir a Dios debidamente ahora y administrar después como dispensadores de la bendición a las naciones sojuzgadas en el reino milenial, o servir delante de Dios en el cielo. 6. Y nos ha hecho reyes—Los manuscritos más antiguos leen, “un reino:” uno de ellos, “para nosotros”. Más preferible es, “Nos hizo (ser) un reino <” Así Exodo 19:6, “un reino de sacerdotes:” 1 Pedro 2:9, “un sacredocio real.” Los santos constituirán un reino único de Dios, y ellos mismos serán reyes (5:10). Compartirán de su trono regiosacerdotal en el reino milenial. El énfasis cae más en reino que en sacerdotes: mientras que en nuestra versión se distribuye por igual en ambas palabras. Este libro hace notable hincapié en el reino de los santos. Son reyes porque son sacerdotes: el sacerdocio es la base continua y la legitimación de su dignidad real; son reyes en relación con los hombres, sacerdotes en relación con Dios, sirviéndole día y noche en su templo (7:15; 5:10). Los sacerdotes reyes gobernarán, no de una manera mecánica externa, sino simplemente en virtud de lo que son, por el poder de la atracción y convicción que subyugan al corazón. [Auberlen.] sacerdotes—que tienen preeminentemente el privilegio de cercano acceso del rey. Los hijos de David eran sacerdotes (hebreo), 2 Samuel 8:18. La distinción de sacerdotes y pueblo, más cercanos y más lejanos de Dios, dejarán de existir; todos tendrán acceso inmediato a Dios. Todas las personas y cosas serán santas al Señor. para Dios y su Padre—Hay un solo articulo en el grisgo: tradúzcase pues, “Al que es a la vez el Dios y Padre suyo.” gloria e imperio—Griego, “la [PAG. 765] gloria y el poder.” La doxología trina ocurre en el 4:9, 11; cuádrupla en el 5:13; Judas 25; séptula en el 7:12; 1 Crónicas 29:11. La doxología ocupa lugar de importancia en el cielo, como la oración en la tierra. Si pensáramos primero en la gloria de Dios (como en la oración modelo), y diésemos segunda importancia a nuestras necesidades, agradaríamos más a Dios y obtendríamos nuestras peticiones mejor de lo que hacemos. para siempre jamás—Griego, “Hasta los siglos de los siglos.” 7. con las nubes—eso es, del cielo. “Una nube le ocultó de la vista de ellos” en su ascensión (Hechos 1:9). Su ascensión corresponde a la manera de su retorno (Hechos 1:11). Las nubes son símbolos de ira para los pecadores. todo ojo—su venida será pues una aparición personal, visible. le verá—Es porque no lo ven ahora qne no quieren creer. Comp. en contraste Juan 20:29. y los que— éstos en particular; “cuales fuesen.” En primer orden, en su venida premilenial, los judíos, “que mirarán a aquel a quien traspasaron” y llorarán en arrepentimiento, y dirán “bienaventurado el que viene en el nombre del Señor.” En segundo término, y aquí principalmente, en el juicio general, todos los impíos, no sólo los que en efecto le traspasaron, sino también los que lo hicieron con sus pecados, le contemplarán temblando de temor. Juan es el único de los evangelistas que recuerda el lanzazo en el costado del Señor. Esta alusión lo identifica por autor del Apocalipsis. La realidad de la humanidad de Cristo y de su muerte se comprueba por el hecho del costado abierto; y el agua y sangre de su costado eran el antitipo de las aguas levíticas de purificación y ofrendas sangrientas. todos los linajes … lamentarán—todos los inconversos en el juicio general, y en especial en su venida premilenial, la confederación anticristiana (Zacarías
  • 10. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES 12:3–6, 9; 14:1–4; Mateo 24:30). “Linajes,” Griego “tribus.” Sobre la limitación de “todos,” véase 13:8. Aun los piadosos, regocijándose en el amor de Dios, con todo sentirán la tristeza penitencial por sus pecados, los que serán manifestados todos en el juicio general. Así sea. Amén—El sello de Dios para su propia palabra; al que corresponde la oración del creyente (22:20). El “así sea” es griego; el “amén” es hebreo. A los gentiles asi como a los judíos sus promesas y sus amonestaciones son inalterables. 8. el Alpha y la Omega—la primera y última letras del alfabeto. Dios en Cristo comprende todo lo que va en medio, así como también el principio y fin. principio y fin—Omitidas en los manuscritos más antiguos, halladas en la Vulgata y Cóptica. Los copistas las habrán insertado por la frase del 21:6. En Cristo, el Génesis, el Alfa del Antiguo Testamento y el Apocalipsis, la Omega del Nuevo Testamento, se encuentran: el último libro nos presenta al hombre y Dios reconciliados en el Paraíso,, como el primer libro presentó al hombre en el principio inocente, gozando el favor de Dios en el Paraíso. Dios termina al fin lo que principió. Siempre el mismo: delante del dragón, de la bestia, del falso profeta, de todos los enemigos. La consolación anticipadora para los santos bajo las venideras tribulaciones de la Iglesia. el Señor—Los manuscritos más antiguos: “el Señor Dios,” o “Jehová el Dios.” Todopoderoso—Hebreo, Shaddai, y Jehová Sabaoth, eso es, de los ejércitos: Comandante de las huestes o poderes en cielo y tierra, poderoso por tanto para vencer a todos los enemigos de la Iglesia. Cita de Isaías, repetida a menudo en el Apocalipsis, no hallada en otra parte del Nuevo Testamento salvo 2 Corintios 6:18. 9. Yo Juan—Así “Yo Daniel” (Daniel 7:28; 9:2; 10:2). Uno de los muchos rasgos de semejanza entre los videntes apocalípticos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento. Ningún otro escritor de la Escritura usa la frase. vuestro hermano—así como también apóstol. En su Evangelio y Epístolas no hace mención de su nombre, aunque se describe como “el discípulo a quien Jesús amó.” Aquí, con igual humildad, se nombra, pero no hace mención de su apostolado. partícipante— Griego, “copartícipe en la tribulación.” La tribulación es el necesario precursor del “reino,” por tanto, va un solo artículo prefijado: “la tribulación, reino y paciencia.” Así los manuscritos más antiguos. La tribulación del reino debe llevarse con paciencia. Las tres cosas son inseparables. paciencia—Tradúzcase, “el soportar,” “continuación perseverante duradera” (Hechos 14:22); “la reina de las gracias (virtudes).” [Crisóstomo.] de—Los manuscritos más antiguos leen “en Jesús,” o “Jesucristo.” Es en él en quien los creyentes tienen el derecho al reino, y la fuerza espiritual para poder soportar con paciencía en pro del reino. estaba—Griego, “fuí hecho presente.” en … Patmos—Véase Introducción tocante a esta isla, y el destierro de Juan bajo Domiciano, libertado luego bajo Nerva. Restringido a este punto de terreno, se le permitió penetrar en las amplias esferas y los secretes del cielo. Así bebió Juan de la copa de Cristo, y fué bautizado en su bautismo (Mateo 20:22). por la palabra—Griego, “en bien de,” o “a causa de la palabra de Dios y < testimonío.” Dos de los manuscritos más antiguos omiten el segundo “por,” así “la palabra de Dios” y el testimonio de Jesús (Cristo, omitido en dos de los manuscritos más antiguos) están más intimamente unídos. El Apocalipsis siempre ha sido más apreciado por la Iglesia en tiempos de adversidad. Así la Iglesia Asiática lo apreció menos en los tiempos prósperos de Constantino. La Iglesia Africana estando más expuesta a la cruz, lo aprovechó mucho más. 10. Yo fuí—Griego, Fuí hecho, o resulté estar: “en (el) Espíritu,” en un estado de éxtasis; estando excluído el mundo exterior, y poseída la vida íntima y superior, o el espíritu, por el Espíritu de Dios, de modo que queda establecida inmediatamente la conexión con el mundo invisible. Mientras el Profeta “habla” en el Espiritu, el vidente apocalíptico está en Espiritu con toda su persona. El espíritu sólo (lo que nos conecta con Díos y el mundo invisible) es activo, o más bien recipiente en la condición apocalíptica. Con Cristo este estar “en el Espíritu” no era la excepción, sino su estado continuo. en el dia del Señor—Griego, “dominical” (kuriake), del Señor. Forzosamente detenido de la comunión de la Iglesia con los hermanos en el santuario el día del Señor, la conmemoración semanal de la resurrección. Juan estaba en comunión espiritual con ellos. Esta es la mención más primitiva del término “el día del Señor.” Pero la consagración del día al culto, a la limosna, a la cena del Señdor, está implícita en Hechos 20:7; 1 Corintios 16:2; comp. Juan 20:19–26. El nombre (kuriake) corresponde a la “cena del Señor” (1 Corintios 11:20). Ignacio parece aludir al “día del Señor” (ad Magnes. 9). Justino Mártir Apología, 2.98, etc.: “En domingo celebramos nuestra reunión conjunta: [PAG. 766] porque el primer día es aquel en que Dios, habiendo quitado las tinieblas y el caos, hizo el mundo, y Jesucristo nuestro Salvador resucitó de los muertos.” Al día del Señor Plinio sin duda se refiere (Exodo 97, B. 10), “Los cristianos en un día fijo se reúnen antes del alba y cantan un himno a Cristo como a Dios <” Tertuliano (De Coron. 3), “En el día del Señor juzgamos mal el ayunar” Melito, obispo de Sardis (siglo dos) escribió un libro sobre el día del Señor (Eusebio, 4:26). También, Dionisio de Corinto en Eusebio, Historia Eclesiástica 4:23, 8. La teoría de que se signifíque el dia de la segunda venida de Cristo es insostenible. “El día del Señor” es diferente en el griego del “día dominical (del Señor)”, el cual día dominical en la Iglesia antigua siempre determina nuestro domingo, aunque no es imposible que los dos vayan a coincidir (al menos en algunas partes de la tierra), de donde una tradición se menciona en Jerónimo, sobre Mateo 25, de que la venida del Señor era esperada especialmente en el día dominical de la pascua. Las visiones del Apocalipsis, los sellos, las trompetas, las copas, etc., están por grupos de siete, y naturalmente empiezan en el primer día de los siete, el cumpleaños de la Iglesia, cuyo porvenir revelan. una gran voz—llamando solemne atención. El orden griego: “voz fuerte como (la) de trompeta.” La trompeta convocaba las fiestas religiosas, y
  • 11. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES acompaña la revelación por Dios de sí mismo. 11. Yo soy el alpha y Omega. el primero y el último—La frase completa omitida de los manuscritos más antiguos. Escribe en un libro—A este libro, que tiene semejante origen, y a los otros libros de la Sagrada Escritura, ¿quién hay que les dé el peso que su importancia demanda, prefiriéndolos a los muchos libros del mundo? [Bengel.] siete iglesias—Como había otras iglesias en el Asia Proconsular (Mileto, Magnesia, Tralles), además de las siete especificadas, sin duda se elige a siete a causa de su significado místico, en expresión de totalidad y universalidad. Las palabras “que están en Asia” son rechazadas por los manuscrítos más antiguos, A, B, C, Cipriano, Vulgata y Siríaca; la Cóptica sola de las autoridades antiguas sostiene la lección. Estas siete son iglesias representativas; y, como un todo complejo, encarnan las principales características espirituales de la Iglesia, ya sea fiel, ya infiel, en todas las edades. Las iglesias elegidas no lo fueron de casualidad, pero tienen un complemento multilateral. Por una parte, tenemos a Esmirna, iglesia expuesta a persecuciones de muerte; por otra, la Sardis, que tiene un nombre de vida espiritual, estando muerta. Otra vez, Laodicea, rica y sin necesidad de nada en su propia opinión, con amplios talentos, pero tibia en la causa de Cristo: mientras que Filadelfia, con poquita fuerza, guardando empero la palabra de Cristo y teniendo delante una puerta de servicio provechoso abierta por Cristo mismo. Otra vez, Efeso, intolerante de la maldad y de los falsos apóstoles. pero con su primer amor perdido; de la otra mano, Tiatira, que abunda en amor, servicio y fe, permitiendo con todo que la falsa profetisa seduzca a muchos. En otro aspecto. Efeso en conflicto con la falsa libertad. eso es, la concupiscencia carnal (los nicolaítas): así también Pérgamo en conflicto con los tentadores cual Balaam a la fornicación y las comidas idólatras: por otra parte, Filadelfia. en conflicto con la sinagoga judaica, vale decir, con la servidumbre legalista. Finalmente, Sardis y Laodicea sin activa oposicion alguna que provoque sus energias espirituales; una posición pelígrosa, si se considera la indolencia natural del hombre. En el plan de interpretación histórica, que nos parece fantástica, Efeso (que significa “amada” o “deseada” [Stier], representa el periodo decadente de la edad apostólica. Esmirna (“mirra”), padecimiento amargo, pero perfume dulce y costoso, el periodo de martirio bajo Deciano y Diocleciano. Pérgamo (“Castillo” o “torre”), la iglesia que posee poder terrenal pero tiene espiritualidad menguante del tiempo de Constantino hasta el siglo siete. Tiatira (“incansable en sacrificios”), la Iglesia Papal de la primer mitad de la Edad Media; como “Jezabel,” entusiasta respecto al así llamado sacrificio de la misa, y degollando a los profetas y testigos de Dios. Sardis, desde el fin del siglo doce hasta la Reforma. Filadelfia (“amor fraternal”), el primer siglo de la Reforma. Laodicea, la Iglesia Reformada después que su primer celo se hubo enfriado. 12. ver la voz—es decir, para saber de dónde la voz venía; para ver de quién era la voz. QUE—Griego, “qué suerte de voz la que …” La voz es la de Dios el Padre, como en el bautismo y transfiguración, así aquí para presentar a Cristo como nuestro Sumo Sacerdote. siete candeleros—El mueble que sostenía las lámparas. En Exodo 25:31, 32, los siete se unen en UNO; es decir, los seis brazos y una vara, o fuste, central; así Zacarías 4:2, 11. Aquí los siete son candeleros separados, y tipifican, como aquél, la Iglesia entera, pero ya no como la Igiesia Judaica (que se representaba por un solo candelero séptuplo) limitada a una unidad exterior y a un solo lugar; las siete iglesias son mutuamente independientes cuanto a ceremonias y gobierno externos (siempre que todas las cosas sean hechas para edificación y se eviten los cismas y separaciones innecesarios), pero son una en la unidad del Espíritu y en Cristo la Cabeza. El candelero no es la luz, sino que mantiene la luz, presentándola para que brille en derredor. La luz es del Señor, no de la Iglesia; de él la recibe ella. Ella ha de ser la portadora de la gloria de él. El candelero estaba puesto en el santuario, tipo de la Iglesia en la tierra, como el lugar santísimo era el tipo de la Iglesia en el cielo. La única luz del lugar santo (santuario) se derivaba del candelero, estando excluída la luz del día; así el Señor Dios es la única luz de la Iglesia; la de ella es la luz de la gracia, no de la naturaleza. “De oro” simboliza a la vez la mayor preciosura y santidad; del mismo modo, en el Zenda Vesta “de oro” es sinónimo de celestial o divino. [Trench.] 13. Su forma humana glorificada pudo ser reconocida por Juan, quien le había visto en la transfiguración. en medio de—que denota la presencia continua y la actividad incesante de Cristo en medio de su pueblo en la tierra. En el cap. 4, cuando aparece en el cielo, su insignia sufre una correspondiente alteración: con todo, aun allí, el arco iris nos recuerda su pacto perpetuo con ellos. siete—omitido en dos de los manuscritos más antiguos: aparece en uno. Hijo del hombre—La forma que Juan había visto sufriendo la agonía de Getsemaní y la ignominia y angustia del Calvario, ahora la ve glorificada Su gloria (como Hijo de hombre. no solamente como Hijo de Dios) es el resultado de su humillación como Hijo de hombre. hasta los pies—Marca de alto rango. Su vestimenta y cinta de oro parece que son emblemas de [PAG. 767] su sacerdocio. Véase Exodo 28:2, 4, 31, Version de los Setenta. El manto y cinturón de Aarón eran “para gloria y hermosura,” y combinaron la insignia de alteza real y de sacerdocio, las características del sacerdocio antitipico de Cristo, “según el orden de Melquisedec.” Este sacerdocio lo está ejerciendo desde su ascensión; y por tanto, lleva sus emblemas aquí. El que está él en medio de los candeleros (vistos sólo en el templo), demuestra que es como Rey sacerdote que está así vestido. Como Aarón llevaba estas insignias cuando sana del santuario para bendecir al pueblo (Levítico 16:4, 23, 24, el chetoneth, la túnica santa de lino), así cuando Cristo vuelva otra vez, aparecerá en ropaje similar de “hermosura y gloria” (Isaías 4:2). Los ángeles se visten en parte como su Señor (15:6). El cinturón ordinario para uno ocupado activamente rodeaba los lomos; pero Josefo, Antigüedades, 3., 7. 2, nos
  • 12. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES dice expresamente que los sacerdotes levíticos se ceñían más arriba, por los pechos, propiamente para movimiento calmoso, majestuoso. El cinto, afirmando todo el armazón, simboliza las fuerzas reunidas. La justicia y la fidelidad son el cinto de Cristo. El cinto del sumo sacerdote era sólo entretejido de oro; pero el de Cristo es todo de oro; ei antitipo sobrepuja al tipo. 14. como la lana—El color es el punto de comparación; significa la pureza, y la gloria. (Así en Isaías 1:18.) ojos como llama—todo escudriñadores y penetrantes como el fuego; al mismo tiempo, también, expresando la indignación consumidora contra el pecado, especialmente en su venida, “en llama de fuego, vengándose” de todos los impíos, lo que se confirma respecto del sentido aquí, por Apocalipsis 19:11, 12. 15. latón fino—Griego, “chalcolibanos”, derivada según algunos de dos palabras, bronce y mirra: según Bochart, del Griego chalcos, bronce, y el hebreo libbeen, emblanquecer; entonces, bronce que en el horno se torna blanco por el calor. Así corresponde a “bronce muy bruñido,” de Ezequiel 1:7; y Apocalipsis 10:1, “sus pies como columnas de fuego.” Tradúzcase “incandescentes,” hechos candentes en horno. Con los pies descalzos Servían los sacerdotes en el santuario. voz como … muchas aguas—Ezequiel 43:2; en Daniel 10:6, es “como la voz de una multitud.” Como la voz del novio, así la de la novia, 14:2; 19:6; Ezequiel 1:24, los querubines, o la creación redimida. Su voz, sin embargo, se considera aquí en su terror para sus enemigos. Véase en contraste Cantares 2:8; 5:2, con 3:20. 16. tenía—Griego, “teniendo <” Juan resume la descripción de tiempo en tiempo, irrespectivamente de la construcción gramatical, a plumadas separadas. [Alford.] en su diestra, etc.—(1:20; 2:1; 3:1.) Las tiene con una “corona de gloria” adornada de estrellas. “o diademas reales,” en la diestra; así Isa. 62:3. El las posee y las sostiene. de su boca salía—No manejada, por la mano. Su palabra es omnipotente en ejecutar su voluntad en castigo de los pecadores. Es la espada del Espíritu suyo. La reprensión y el castigo, más bien que su poder de convertir y ganar, es el punto prominente aquí. Sin embargo, como anima a las iglesias tanto como las amonesta, aquella cualidad de la Palabra no se excluve. Sus dos filos (delantero y trasero) pueden aludir a su doble eficacia, de condenar a unos. de convertir a otros. Tertuliano. adv. Jud., los aplica al Antiguo y Nuevo Testamento. Ricardo de San Víctor, “El Antiguo Testamento, que externamente corta nuestros pecados carnales, el Nuevo Testamento internamente, los espirituales. espada—Griego, Romphaia, la espada tracia ancha, larga y pesada: seis veces en el Apocalipsis, una sola otra vez en el Nuevo Testamento, a saber, Lucas 2:35. sol … en su fuerza—sol de mediodía, sin nubes. Así resplandecerán los justos, reflejando la imagen del Sol de justicia. Trench observa que esta descripción, sublime como un concepto puramente mental, sería intolerable si le diésemos forma externa. Con los griegos, el gusto estético era la primera consideración, a la que todas las demás debían ceder. Con los hebreos, la verdad, y la plena representación de la realidad religiosa eran la consderación importante, siendo diseñada dicha representación no para ser encarnada externamente, sino para seguir siendo un concepto puramente mental. Este ensalzamiento de la esencia por encima de la forma señala la profunda sinceridad religiosa de ellos. 17. Tan caído está el hombre que la manifestación por Dios de su gloriosa presencia lo abruma. puso su diestra sobre mí—Lo mismo hizo ei Señor Jesús en la transfiguración a los tres discípulos postrados, de los que Juan era uno, diciendo, “No tengáis miedo.” El “toque” de su mano, como de antiguo, impartió fuerza. diciéndome—El pronombre “me” omitido en los manuscritos más antiguos. el primero y el último—(Isaías 41:4; 44:6; 48:12). Desde la eternidad, y durando hasta la eternidad: “el Primero por la creación, el Ultimo por la retribución; el Primero, porque antes de mí no hubo Dios formado: el Ultimo, porque después de mí no habrá otro; el Primero, porque de mí son todas las cosas; el Ultimo, porque a mí todas las cosas volverán.” [Ricardo de San Victor.] 18. Tradúzcase el griego, “Y el viviente:” conectada ésta con la frase anterior (1:17). he sido—Griego, “y (con todo) se me dió la muerte (morir)” vivo—Griego, “estoy viviendo hasta los siglos de los siglos:” no meramente “yo vivo;” sino tengo vida, y soy la fuente de la vida para mi pueblo. “A él le pertenece el ser absoluto, en contraste con el ser relativo de la criatura; otros pueden participar de ella; él solo tiene la inmortalidad: siendo inmortal en esencia, no meramente por la participación. [Teodoreto en Trench.] Un manuscrito de los más antiguos dice con nuestra versión “Amén.” Otros dos y la mayoría de las versiones antiguas la omiten. Habiendo pasado por la muerte como uno de nosotros, y viviendo ahora en la infinita plenitud de la vida, asegura a su pueblo, puesto que por él la muerte es la puerta de la resurrección a la vida eterna. llaves del infierno—Griego, “Hades:” Hebreo, “Sheol.” “Infierno” en el sentido del lugar de tormento, es vocablo diferente en el griego, a saber. “gehenna.” Puedo librar del mundo invisible de espíritus y de la MUERTE a los que quiero. Los manuscritos más antiguos dicen por transposición, “muerte y hades.” o infierno. Es la muerte (que entró por el pecado, despojando al hombre de su primogenitura de la inmortalidad, Romanos 5:12) quien puebla al Hades, y por tanto debe estar primero en orden. Llaves son emblemas de autoridad, las que abren y cierran a voluntad “las puertas del Hades” (Salmo 9:13, 14; Isaías 38:10; Mateo 16:18). 19. Los manuscritos más antiguos dicen, “Escribe pues” (por cuanto yo, “el Primero y el Ultimo.” tengo las llaves de la muerte, y te concedo esta visión para el consuelo y amonestación de la Iglesia). las cosas que son—“Las cosas que has visto” son aquellas relatadas en este [PAG. 768] capítulo (1:11). “Las que son” denota el presente estado de cosas en las iglesias cuando Juan escribía, representadas en Caps. 2 y 3. “Las cosas que han de ser después de éstas,” las cosas simbólicamente representadas tocante a la hístoria futura de Caps. 4–22. Alford traduce, “Las cosas que significan;” pero la antítesís de la frase siguiente prohibe esto, “las cosas que han de ser (no significar)
  • 13. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES después de éstas;” Griego, “que están por acontecer.” El verbo en plural “son”, en vez de la construcción griega comun del singular de cosas, se debe a que las iglesias y personas están comprendidas en “las cosas que son.” 20. en mi diestra—Griego, “sobre mi diestra.” el misterio … candeleros—en aposición y en explicación de “las cosas que has visto,” construídas con “escribe”. Misterio sígnifica la verdad escondida, velada bajo este simbolismo, y ahora revelada; su correlativo es revelación. Estrellas símbolizan el señorío (Números 24:17; cf. Daniel 12:3, de los enseñadores fieles; 8:10; 12:4; Judas 13). ángeles—No como Alford, sacado de Orígenes, homilía 13 sobre Lucas, y 20 sobre Números, los ángeles guardadores de las iglesías, así como los individuos los tienen. Pues ¿cómo se podría reprochar a los ángeles celestiales las delincuencias de que aquí se acusa a estos ángeles? Entonces, si se significa ángel humano (como la analogía del Antiguo Testamento favorece, Hageo 1:13, “el envíado [Mensajero] < mandado de Jehová;” Malaquías 2:7; 3:1), el obíspo, o pastor superintendente, debe ser el ángel (mensajero). Pues mientras que había muchos presbíteros en cada una de las iglesias grandes (como Efeso, Esmirna, etc.), no había sino un solo ángel, al cual, además, el Pastor Principal y Obispo de las almas responsabiliza por el estado espiritual de la iglesia a su cargo. El térmíno ángel, que indica un oficio, de conformidad con el simbolismo enigmático de este libro, se transfiere de los ministros celestiales a los terrenales superiores de Jehová; lo que les debe recordar que ellos, como los ángeles del cielo arriba, deben cumplir la misión de Dios aquí abajo con celo, prontitud y eficiencia. “Sea hecha tu voluntad como en el cielo, así también en la tierra.” CAPITULO 2 LAS EPISTOLAS A EFESO, ESMIRNA, PERGAMO, TIATIRA. Cada una de las siete epístolas de los Caps. 2. y 3., comienza con, “Yo sé tus obras.” Cada una contiene una promesa de Cristo, “al que vence.” Cada una termína con, “El que tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” El título de nuestro Señor corresponde en cada caso a la naturaleza del mensaje, y se saca mayormente de la imagen, o simbolismo de la visión del capítulo uno. Cada carta tiene una amenaza o una promesa, y las más tienen ambas. Su orden parece ser eclesiástico, civil, y geográfico: Efeso la primera, por ser la metrópoli asiática (llamada “la luz de Asia,” y “la primera cíudad de Asia”), la más cercana a Patmos, donde Juan recibió la Epístola a las siete iglesias, y también por ser ella la iglesia más intimamente ascciada con Juan; en segundo orden las iglesias de la costa occidental de Asia; luego las del interior. Esmírna y Filadelfia solas reciben pura alabanza Sardis y Laodicea reciben casi exclusivamente censura. En Efeso, Pérgamo y Tiatra, hay cosas que alabar y cosas que condenar, preponderando este segundo elemento en un caso (Efeso), y el anterior en los otros dos (Pérgamo y Tiatira). Así las principales características de los diferentes estados de las diversas íglesias, de todos los tiempos y lugares, están exhibidas y conformemente alabadas o amonestadas. 1. Efeso—famosa por el templo de Diana, una de las siete maravillas del mundo. Por tres años trabajó Pablo allí. Subsecuentemente ordenó a Timoteo sobrevedor u obispo en la misma; probablemente su cargo era de naturaleza temporaria. San Juan, hacia fines de su vida, la hizo el centro de sus actividades en la provincia. El que tiene—Griego, “tiene firmes,” como en 2:25; 3:11; véase Juan 10:28, 29. El título de Crísto aquí como “el que tiene asidas las siete estrellas (de 1:16, donde reza “tiene,” en vez de “tiene asidas”), el cual anda en medio de los siete candeleros,” concuerda con el principio de su carta a las siete iglesias en representación de la Iglesia universal. Andar expresa su actividad incansable en la Iglesia, guardándola de males internos y externos, como el sumo sacerdote se mueve de acá para allá en el santuario. 2. Yo sé tus obras— expresando su omniscencia. No meramente “tus profesiones, deseos, bucnas resoluciones” (14:13, fin). tu trabajo— Dos de los manuscritos más antiguos omíten “tu”; el griego siginfica “labor fatigosa.” paciencia—soportar perseverantemente. sufrir—Los hombres malos eran una carga que la Iglesia de Efeso juzgaba intolerable. Hemos de llevar (el mismo griego, Gálatas 6:2) las cargas mutuas, en el caso de hermanos débiles; pero no llevar a hermanos falsos. has probado—por la experiencia, no por el examen como en 1 Juan 4:1 (otro verbo en el griego). Las iglesias apostólicas tenían el don milagroso de discernir los espíritus. Véase Hechos 20:28–30, donde Pablo con presciencia advierte a los ancianos efesios la venida de falsos doctores, como también cuando escríbió a Timoteo cuando éste estaba en Efeso. Tertuliano, De Bapt., 17, y Jerónimo, en Catal. Vir. Illus, in Lucca 7, dicen de Juan, que cuando un escrito que pretendía ser la historia canónica de los hechos de Pablo, había sido compuesta por un presbítero de Efeso, Juan censuró al autor y condenó la obra. En una ocasión se negó a posar bajo el mismo techo con Cerinto el hereje. se dicen ser apóstoles—probablemente judaizantes. Ignacio, Ad Ephesum 6, dice subsecuentemente, “Onésimo alaba mucho vuestra buena disciplina, que no queda herejía entre vosotros;” y 9, “No permitisteis a los que tienen malas doctrinas sembrar sus semillas entre vosotros, sino que os tapasteis los oídos.” 3. sufrido … paciencia—Los manuscrítos más antiguos transponen las frases y leen, “paciencia y < sufrido.” “Has sufrido (llevado) mi reproche, mas no puedes sufrir los malos” (2:2). desfallecido—Dos de los manuscritos más antiguos omiten: “y no has desfallecido.” 4. contra ti—¡Cuán característico de nuestro Señor de gracia que dice primero tado lo que puede aprobar, y sólo después observa las imperfecciones! has dejado tu primer amor—tu amor a Cristo. Véase 1 Timoteo
  • 14. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES 5:12, “falseado la primera fe” “no guardaron la primera fe.” Véase Efesios 1:15. “vuestra fe < amor.” Esta Epístola fué escrita en el reinado de Domiciano, treinta años después de la redacción de la Epístola de Pablo a los Efesíos. Su ferviente amor había dado lugar a una ortodoxia estéril Comp. la fe sin amor, 1 Corintios 13:2. 5. de dónde—de cuán grande altura haz las primeras obras—las obras que manaban de tu primer [PAG. 769] amor. No meramente “siente tus primeros sentimientos,” sino haz las obras que surgen del mismo principio como antes, de la “fe que obra en amor.” presto—Omitida en dos manuscritos más antiguos, Vulgata y Coptica; consta en un manuscrito antiguo, vendré— Griego, “vengo,” en juicio especial contra ti. quitaré … lugar—Removeré la Iglesia desde Efeso, y la llevaré a otra parte. “Es la mudanza del candelero, no su extincion, con lo que se amonesta; juicio para algunos, pero dicho juicio es la ocasión de misericordia para otros. Así ha sido. La sede de la Iglesia se ha cambiado, pero la Iglesia misma sobrevive. Lo que el Oriente ha perdido, el Occidente ha ganado. Uno que hace poco visitó a Efeso, no encontró más que tres cristianos allí, y éstos eran tan ignorantes que apenas hubieron oído jamás los nombres de Pablo y Juan,” [Trench.] 6. Mas—Con cuánto amor, después de la necesaria censura, vuelve a alabar para nuestro consuelo, y como ejemplo para nosotros, para que cuando reprochemos, tengamos más placer en alabar que en censurar. aborreces los hechos—Debemos aborrecer los hechos malos de los hombres, no a los hombres mísmos. Nicolaítas—Ireneo, Haereses 1, 26. 3; y Tertuliano, Praescriptione Haereticorum 46, los tienen por los seguidores de Nicolás, uno de los siete (mencionados honorablemente en Hechos 6:3, 5), Confundieron evidentemente (Clemente Alejandrino, Stromata 2. 20; 3.4; y Epifanio, Haereses 25) a los nicolaítas gnósticos posteriores, o los seguidores de un tal Nicolás, con los del Apocalipsis. Es probable el parecer de Michaelis: Nicolaos (vencedor de pueblo) es la versión griega de Balaam, del hebreo Belang Am, destructor del pueblo. El Apocalipsis abunda en tales nombres hebreos y griegos duplicados: como Apollyon y Abaddon; Diablo, Satanás: Sí (Griego, Nai), Amén. Este nombre, como otros nombres, Egipto, Babilonia, Sodoma, es símbólico, Véase vv. 14, 15, que dan el verdadero sentido de nicolaítas: no son una secta, sino cristianos profesados que, como Balaam de antiguo, trataron de introducir en la Iglesia una falsa libertad, es decir, la licencia; ésta fué una reacción radical en sentido contrario del judaísmo, el primer peligro que amenazó a la Iglesía, combatido que fue en el concilio de Jerusalén y por Pablo en la Epístola a los Gálatas. Estos nicolaítas, o seguidores de Balaam, abusaban de la doctrina paulina de la salvación por la gracia de Dios, convirtiéndola en una invitación a la lascivia (2 Pedro 2:15, 16 19; Judas 4, 11; los cuales dos describen la misma suerte de seductores como discípulos de Balaam). La dificultad, de que éstos se tomaran un nombre estigmatizado en la Escritura con la infamia, la salva Trench, diciendo que los gnósticos antinominianos fueron tan contrarios a Juan como apóstol judaizante que se asumieron por nombre del mayor honor uno que Juan estampara con la ignominia. 7. El que tiene oídos—Esta frase precede la promesa en las primeras tres cartas, y le sigue en las otras cuatro. De modo que las promesas están cercadas por ambos lados por el precepto que urge la mayor atención como a las verdades más importantes. Todo hombre tiene “oído” natural, mas sólo aquel puede oír espiritualmente a quien Dios le ha dado “oído para oír,” cuyo “oído Dios ha destapado.” Comp. “La fe, los oídos del alma.” [Clemente de Alejandría.] el Espíritu dice—Lo que Cristo dice, el Espíritu dice: una pues son la Segunda y Tercera Personas. a las iglesias—no meramente a las particulares, sino también a la Universal. daré … árbol de la vida—La cosa prometida corresponde al carácter de la fidelidad manifestada. Los que se guardan de las indulgencias nicolaítas (2:6) y de cosas sacrificadas a ídolos (vv. 14, 15), comerán comida infinitamente mejor, a saber, del fruto del árbol de la vida, y del maná escondído (2:17). venciere—En el Evangelio de Juan (16:33) y la Primera Epístola (2:13, 14; 5:4, 5) sigue al verbo un complemento, a saber, “al mundo,” “al inicuo.” Aqui, donde se trata del resultado final, el vencedor se especifica en sentido absoluto. Pablo usa una figura similar, 1 Corintios 9:24, 25; 2 Timoteo 2:5; pero no la misma como la frase de Juan, salvo en Romanos 12:21. daré—yo como Juez. El árbol de la vida, perdido por la caída del hombre, está restaurado por el Redentor. Alusiones a él ocurren en Proverbios 3:18; 11:30; 13:12; 15:4, y proféticamente, 22:2, 14; Ezequiel 47:12; con Juan 6:51. Es interesante notar cuán íntimamente estas palabras iniciales están ligadas con el cuerpo del libro. Por ejemplo, el árbol de la vida aquí con el 22:1; la liberación de la segunda muerte (2:11), con el 20:14; 21:8; el nuevo nombre (2:17) con el 14:1; poder sobre las naciones con el 20:4, la estrella de la mañana (2:28) con el 22:16; el ropaje blanco (3:5) con el 4:4; 16:15; el nombre en el libro de la vida (3:5) con el 13:8; 20:15; la nueva Jerusalén y su ciudadanía (3:12) con el 21:10. en medio del paraíso—Los manuscritos más antiguos omiten “medio del.” En Génesis 2:9 estas palabras son pertinentes, porque había otros árboles en el huerto, pero no en el medio de él. Aquí el árbol de la vida está sencillamente en el paraíso, pues no se menciona otro árbol en él: en el 22:2 el árbol de la vida está “en medio de la plaza de Jerusalén;” lo que motivó la inserción de la frase. Paraíso (vocablo pérsico, o sí no, semítico) originalmente se usaba para mentar cualquier jardín de deleite; luego en especial del Edén; después de la morada temporaria de las almas separadas, ea la bienaventuranza; y por fin, del “Paraíso de Dios,” el tercer cielo, la inmediata presencia de Dios. de Dios—(Ezequiel 28:13.) Uno de los manuscritos más antiguos, Vulgata, Siríaca y Cóptica leen “mi Dios” como en el 3:12. Cristo así llama a Dios “mi Dios y vuestro Dios” (Juan 20:17; con Efesios 1:17). Dios es nuestro Dios, en virtud de ser peculiarmente el Dios de Cristo. La dicha especial del Paraíso consiste en que es el Paraíso de Dios; Dios mismo morando allí (21:3). 8. Smirna—en Jonia un poco al norte de Efeso. Policarpo,
  • 15. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES martirizado en el año 168, ochenta y cinco años después de su conversión, era obispo, y probablemente es “el ángel de la Iglesia de Esmirna” aquí nombrado. Las alusiones a persecuciones y a la fidelidad concuerdan con este parecer. Ignacio Martyrium Ignatiu 3), en viaje para su martirio en Roma, escribió a Policarpo entonces (año 108) obispo de Esmirna: si su obispado comenzara díez o doce años antes, las fechas armonizarían. Tertuliano, Praescriptione Haereticorum, 32, e Ireneo, quien había conversado con Policarpo de joven, nos dicen que Policarpo fué consagrado obispo de Esmirna por Juan. El primero … y vivió—Los atributos de Cristo que más que otra cosa debieron consolar a la Iglesía de Esmirna en sus persecuciones; palabras resumidas del 1:17, 18. Como la muerte no fué para él sino la puerta a la vida eterna, así ha de ser para ellos [PAG. 770] (2:10, 11). 9. tus obras y—omitidas en dos manuscritos mas antiguos, Vulgata y Coptica. Apoyadas por un manuscrito antiguo. tribulacion—debida a la persecucion. pobreza— debida al “despojo de sus bienes.” pero tú eres rico—en la gracia. Comp. contraste de Laodicea, rica a los ojos propios y del mundo, pobre delante de Dios. “Hay ricos pobres, y pobres ricos, delante de Dios.” [Trench.] blasfemia—la calumnia blasfema de ti de parte de los: que se dicen ser Judíos—judíos por descendencia nacional, pero no espiritualmente de “la verdadera círcuncision.” Los judíos blasfemaban a Cristo, tildándole de “el ahorcado”. Como en otras partes, en Esmirna se opusieron acremente al cristianismo; y en el martirio de Policarpo se unieron con los paganos en el clamoreo para que fuese echado a los leones; y habiendo obstáculo a ello, demandaron que fuese quemado vivo; y con sus propias manos llevaron leña para la hoguera. sinagoga de Satanás—La única vez que se emplea el término “sinagoga” en el Nuevo Testamento por la asamblea cristiana, y eso por el apóstol que por más tiempo mantenía la unión de la Iglesia y la Sinagoga Judaica. Conforme los judíos se oponían más y más al cristianismo, y éste se arraigaba más y más en el mundo gentil, el término “sinagoga” se dejaba del todo para aquéllos, y los cristianos se apropiaron exclusivamente del honorable término de “iglesia;” contrástese un tiempo más primitivo cuando la teocracia judaica es llamada “la Iglesia en el desierto.” Véase Números 16:3; 20:4, “congregación del Señor.” Aun en Santiago 2:2, es “vuestra asamblea” (sinagoga; no de Dios). Los judíos, que podrían haber sido la “Iglesia de Dios,” ya por su oposición e incredulidad, habían llegado a ser la sinagoga de Satanás. Así “el trono de Satanás” (2:13) representa la oposición pagana al cristianismo; “las profundidades de Satanás” (2:24), la oposición de los herejes. 10. No tengas … temor—“El Capitán de nuestra salvación no les guarda escondidas las cosas que sus fieles testigos pueden tener que sufrir por su nombre; nunca trata de ganar adherentes con la promesa de que haya de encontrar todo fácil y placentero allí.” *Trench.] el diablo—“el acusador.” El obró, por medio de los acusadores judíos, contra Cristo y contra su pueblo. El conflicto de estos no era con mera carne y sangre, sino con los príncipes de las tinieblas de este mundo. probados—con la tentación por “el diablo”. El mismo acontecimiento es tanto una tentación de parte del diablo como una prueba de Dios—zarandeando Dios al hombre para separar el tamo del trigo; el diablo, en la esperanza de no hallar en él nada más que tamo [Trench]. diez días—No las diez persecuciones desde Nerón hasta Diocleciano. Lvra explica los diez años con el principie de año por dia. La brevedad de la persecución es evidentemente la base del consuelo El plazo de la prueba será corto. la duración de vuestro gozo será eterna. Véase el uso de “diez días” por un tiempo breve. Génesis 24:55; Números 11:19. Diez es el número de los poderes mundiales hostiles a la Iglesia: véase los diez cuernos de la bestia (13:1). corona de la vida—Santiago 1:12; 2 Timoteo 4:8, “corona de justicia;” 1 Pedro 5:4, “corona de gloria.” La corona es la quirnalda, emblema del vencedor, o de uno que se regocija, o de fiesta, pero diadema es la enseña de un rey. 11. no recibirá daño—El griego es doblemente enfático: de ninguna manera es posible que reciba daño. la muerte segunda—“el lago de fuego.” “La muerte en vida de los perdidos, como contrastada con la vida en muerte de los salvos.” [Trench.] La frase “la segunda muerte” es peculiar del Apocalipsis. ¿Que importa esta primera muerte, que tarde o temprano debe tocarnos a todos, si nos escapamos de la segunda muerte? Parece que los que mueren aquella muerte sufrirán daño, dolor, por ella; pero, si fuese la aniquilación y así la terminación de los tormentos, no seria daño alguno, sino más bien beneficio para ellos. Pero los tormentos vivientes son la segunda muerte.” [Pearson.] “La vida de los condenados es muerte.” [Agustín.] Esmirna (significa mirra) dió su dulce perfume, magullada aun hasta la muerte. La mirra se usaba para embalsamar a los cadáveres (Juan 19:39); era ingrediente del aceite santo de la unción (Exodo 30:23); un perfume del novio celestial (Salmo 45:8), y de la esposa (Cantares 3:6). “La tribulación, como la mirra, es amarga para el presente, pero salutífera; preservando a los elegidos de la corrupción, y sazonándolos para la inmortalidad, y da amplio campo para el ejercicio de las fragantes virtudes cristianas.” [Vitringa.] Las palabras nobles de Policarpo dichas a sus jueces paganos que deseaban que abjurase, son bien conocidas: “Ochenta y seis años ha que sirvo al Señor, y nunca me ha hecho mal alguno; ¿cómo pues puedo blasfemar a mi Rey y Salvador?” La fidelidad de Esmirna fue recompensada con no haberle sido quitado su candelero de su lugar (2:5); el cristianismo no fué del todo desarraigado; por tanto es llamada por los turcos “la incrédula Esmirna.” 12. Pérgamo—Pergamus (prefiere Trench a Pergamum), sobre el río Caico. Fué capital del reino de Atalo Segundo, legado por él a los romanos en el año 133 antes de Cristo. Famosa por su biblioteca, fundada por Eumeno II (197–159), y destruída por el califa Omar. El pergamino (charta pergamena) fué descubierto allí para hacer libros. También, famosa por el magnífico templo de Esculapio, el díos de la salud. [Tácito, Anales, 3. 63.] el que tiene la
  • 16. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES espada aguda de dos filos—Frase apropiada al doble propósito de esta carta, un poder escudriñador para redargüir y convertir a algunos (2:13, 17), y para redargüir y condenar a castigo a otros (2:14–16; con nota, 1:16). 13. tus obras— Dos manuscritos antiguos omiten estas palabras, uno las tiene. la silla de Satanás—más bien trono, como este vocablo griego se traduce en todo el Apocalipsis. Satanás, en impía mímica del trono de Dios en el cielo, levanta su trono terrenal (4:2). Esculapio era adorado allí bajo la forma de serpiente; y Satanás, la antigua serpiente, como instigador (2:10) de los fanátícos devotos de Esculapio y, por medio de ellos, del supremo magistrado de Pérgamo, persiguió a uno del pueblo de Dios (Antipas) aun a muerte. De modo que esta carta es un prefacio anticipante de 12:1–17; Nótese “trono < dragón < guerra contra la simiente de la mujer.” 12:5, 9, 17. aun en los días—Dos manuscritos antiguos omiten “aun,” otros dos lo retienen, Antipas es otra forma de Antipater (o Antípatro). Simeón Metafrases tiene una leyenda, ignorada por los primeros padres, de que Antipas, en el reino de Domiciano, fué encerrado dentro de un becerro de bronce candente. y terminó su vida en hacimiento de gracias y oración. Hengstenberg hace que el nombre, como otros nombres apocalípticos, tenga un sentido simbólico [PAG. 771] de uno que se antepone a todo por amor de Cristo. 14. pocas—encomparacion con las muchas señales de fidelidad. doctrina de Balaam—lo que “enseñó a Balac.” Véase “consejo de Balaam,” Numeros 31:16. Bengel traduce, “enseñó (a los moabitas) para (agradar a) Balac.” Pero aunque en Números no se dice expresamente que enseñara a Balac, tampoco se dice nada allí inconsecuente con haberlo él hecho; y Josefo, Antigüedades, 4. 6, 6., dice que lo hizo. escándalo—lit., la parte de la trampa donde se ponía el cebo y que, cuando se tocaba, hacia que la trampa encerrase a la presa; significando luego cualquier enredo para el pie. [Trench.] comer de cosas sacrificadas a los ídolos;—práctica común de los israelitas de antiguo y de los nicolaítas del tiempo de Juan; no dice que ellos sacrificasen a los ídolos, lo que fué peculiar de los israelitas. La tentación de comer carne ofrecída a ídolos era especialmente fuerte para los convertidos gentiles. Porque el no hacerlo significaba casi abstención de las comidas sociales con los paganos vecinos. Porque tales carnes, una parte ofrecida ya en sacrificio, era casi seguro que se hallarían en la mesa del anfitrión; tal era así que “carnear” en el griego (thuein) significaba en un principio “sacrificar.” De ahí surgió el decreto del Concilio de Jerusalén que prohibía comer tales carnes; subsecuentemente algunos de Corinto comieron, a sabiendas e inescrupulosamente de dichas carnes, so pretexto de que el ídolo no era nada; otros innecesariamente se torturaban por escrúpulos, por temor de comer de ellas sin saberlo, cuando compraban carne del mercado y comían en casa del vecino. Pablo trata el asunto en 1 Corintios cap. 8 y 10:25–33 fornicación—a menudo relacionada con la idolatría. 15. tú—Enfático. Como Balac y los moabitas de antiguo tenían a Balaam y sus seguidores literales, así tú también tienes a los que tienen la misma doctrina balaamita o nicolaíta espiritual o simbólicamente. El comer literalmente de carne idolátrica y la fornicación en Pérgamo eran acompañados por la idolatría y fornicación espirituales. Así explica Trench. Pero yo prefiero esto, “Tú también, así como Efeso (“de la misma manera” que Efeso; véase abajo la lección más antigua), tienes < nicolaítas,” con esta importante distinción; Efeso, como Iglesia, los aborrece, y los echa, pero tú “los tienes”, eso es, en la iglesia. doctrina— Enseñanza (Nota, 2:6): a saber, tentando al pueblo de Dios a la idolatría. lo cual yo aborrezco—Es un pecado no aborrecer lo que Dios aborrece. La iglesia efesia (2:6) tenía este punto de superioridad sobre Pérgamo. Pero los tres manuscritos más antiguos. y Vulgata y Siríaca, dicen “del mismo modo,” en vez de, “lo cual yo aborrezco.” 16. Arrepiéntete—Los tres manuscritos más antiguos agregan “pues”. No sólo a los nicolaítas, sino también a toda la Iglesia de Pérgamo se la exhorta a arrepentirse de no haber aborrecido las enseñanzas y prácticas nicolaítas. Véase en contraste, Pablo. en Hechos 20:26. vendré—vengo. pelearé—Griego, “haré guerra:” con los nicolaítas en primer orden; pero inclusive también toda la Iglesia de Pérgamo: véase “Vendré a tí.” con la espada de mi boca—Resumido de 1:16, pero con la alusión a la espada desenvainada, con la cual el ángel del Señor se enfrentó con Balaam, cuando iba para maldecir a Israel: presagio de la espada por la cual él y los israelitas seducidos al fin cayeron. Los balaamitas espirituales del día de Juan han de ser heridos por la espada espiritual del Señor, la palabra o la “vara de su boca.” 17. a comer—Omitidas de los tres manuscritos más antiguos. del mana escondido—la comida celestial de Israel, en contraste con las carnes idolátricas (2:14). Una olla de maná estaba puesta en el lugar santo del templo “delante del testimonio.” Tal es la alusión aqui: probablemente tambien al discurso del Señor (Juan 6:31–35). Tradúzcase, “el maná que está escondido.” Como el maná escondido en el santuario era por poder divino conservado de la corrupción, así Cristo en su cuerpo incorruptible ha entrado en los cielos, y está escondido allí hasta el tiempo de su aparición. Cristo mismo es el maná “escondido” del mundo, mas revelado al creyente, que así ya tiene el gusto anticipado de su preciosura. Comp. la comida de Cristo mismo en tierra, escondida, Juan 4:32, 34, y Job 23:12. La plena manifestación será en su venida. Los creyentes están ahora escondidos, como su comida está escondida. Como el maná en el santuario, desemejante a otro maná, es incorruptible, así la fiesta espiritual que se ofrece a todos los que rechazan las delicadezas del mundo por amor de Cristo, es eterna: un cuerpo incorruptible y la vida eterna con Cristo en su resurrección. piedrecita blanca, etc.—La explicación de Trench parece la mejor: Blanco es el color y vestidura del cielo. “Nuevo” denota algo del todo renovado y celestial. La piedrecita blanca es un diamante reluciente, el Urim llevado por el sumo sacerdote dentro del choschen o coraza de juicio, con los nombres de las doce tribus sobre las doce piedras