3. Jesucristo padeció y murió por nuestros pecados Dios quiere que todos los hombres se salven (1Tm 2,4) . Por amor nuestro, Dios Padre entregó a su Único Hijo (Ef 2,4-5; 1Jn 4,9-10). Cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió a su Hijo Unigénito, para que, redimidos del pecado, fuéramos constituidos hijos de Dios (Ga 4,5) , partícipes de la vida divina.
4. Jesucristo padeció y murió por nuestros pecados Cristo, “por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó del cielo... y por nuestra causa fue crucificado (Credo). Pecado = desobediencia a la voluntad divina Cristo se hizo “obediente hasta la muerte y muerte de cruz” (Flp 2,8). (CEC, 606-607) Toda su vida es entrega a la voluntad del Padre, sobre todo la Cruz.
5. Jesucristo padeció y murió por nuestros pecados Sólo Cristo, por ser Dios y Hombre, podía pagar el precio de nuestra libertad; y lo pagó, reparando por nuestros pecados, y con-siguiéndonos de nuevo la amistad con Dios. Lo aceptó libremente, por amor al Padre y porque nos “amó hasta el extremo” (Jn 13,1) (CEC, 609) Por esto Jesucristo es nuestro Redentor, y su obra nuestra Redención.
6. Jesucristo padeció y murió por nuestros pecados El dolor y la muerte habían entrado en el mundo como justo castigo por el pecado. Cristo asumió los sufrimientos (los del cuerpo y los del alma) en su naturaleza humana para obedecer al Padre y, así, los transformó en medio para redimirnos. El ofrecimiento de su vida tuvo un valor infinito pues era la vida humana del Hijo de Dios.
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8. El sacrificio del calvario En la Cruz, Cristo se ofreció a sí mismo como víctima inmaculada a Dios Padre por medio del Espíritu Santo (Hb 9, 14). Es Sacerdote y Víctima a la vez, y realizó un perfecto sacrificio , pues entregó su vida, en un acto de amor y obediencia a la voluntad del Padre, y “se ofreció a Dios por nosotros en obla-ción y hostia de olor suavísimo” (Ef 5,2) (CEC, 613). Este sacrificio es único, da plenitud y sobrepasa a todos los sacrificios (Hb 10,10) (CEC, 614).
9. El sacrificio del calvario CEC, 616 - El sacrificio de Cristo tiene valor de: Redención : Porque nos redime (rescata) de la esclavitud del pecado Expiación: Expía o sufre en nuestro lugar la pena del pecado Reparación : Sana la enfermedad, levanta la caída del pecado Satisfacción : Por la ofensa a Dios Reconciliándonos con Él.
10. Corredimir con Cristo La Redención obrada por Cristo en la Cruz es universal: se extiende a todo el género humano. Pero es preciso que se aplique a cada uno el fruto y los méritos de la Pasión y Muerte de Cristo, principalmente por medio de los sacramentos.
11. Corredimir con Cristo Cristo es el único mediador, Pero el Padre quiere que seamos no sólo redimidos, sino corredentores (CEC, 618). Cristo “ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de Dios sólo conocida, se asocien a este misterio pascual” (GS, 22).
12. Corredimir con Cristo Tomar la cruz y seguirle (Mt 16,24), Estoy crucificado con Cristo. Vivo, pero ya no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí ( Ga 2,20) Porque Él “sufrió por nosotros dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas (1Pe 2,21) Completo en mi carne lo que falta a la Pasión de Cristo, por su Cuerpo que es la Iglesia (Col 1,24)
13. Corredimir con Cristo Dios no ha querido librarnos de las penalidades de esta vida, para que aceptándolas nos identifiquemos con Cristo cooperemos en la Redención merezcamos la vida eterna En unión con Cristo, la enfermedad, el dolor y la mortificación voluntaria, libre y por amor (como la suya), alcanzan un gran valor redentor.
14. Corredimir con Cristo En la Cruz, Jesucristo nos da ejemplo de todas las virtudes: caridad, obediencia, humildad, desprendimiento de las cosas terrenas... Quizo asociar a su Madre, más íntimamente que nadie, al misterio de su sufrimiento redentor (Lc 2,35; CEC, 618): Ella nos enseña a estar junto a la Cruz de su Hijo.
15. Jesucristo fue sepultado Su cuerpo fue sepultado en un sepulcro nuevo, cerca del Calvario: esa sepultura manifiesta que su muerte es verdadera. Dios dispuso que Cristo sufriera el estado de muerte, es decir, de separación entre el alma y el cuerpo (CEC, 624).
16. Jesucristo fue sepultado Durante ese tiempo, su alma y su cuerpo, separados entre sí, continuaron unidos a la Persona divina (CEC, 626). El Cuerpo de Cristo no sufrió corrupción, a causa de la unión que conservó con la Persona del Hijo (CEC, 627; Hch 13,27).