1. LA SOCIEDAD DE LABRADORES DE ELCIEGO
Dentro de las transformaciones sociales y laborales que se vivieron en Elciego a
finales del XIX y principios del XX, tenemos un apartado muy especial con las
Asociaciones con fines laborales. Una de las más antiguas fue la “Sociedad de
Labradores”, fundada el 5 de noviembre de 1913, con un barniz religioso católico y con
un sustrato agrícola. La otra, “La Unión Obrera”, más fundamentada en ideas de luchas
de clases y con sentimiento no-religioso, se fraguó en 1914.
El 30 de junio de 1887 se promulga la ley de Asociaciones, por lo que da
cobertura y armazón legal para la constitución de Asociaciones civiles. Por otra parte el
papa León XIII, a través de su encíclica “Rerum Novarum” (1891) fomentó y dio pautas
para humanizar las relaciones laborales entre patronos y trabajadores, rechazando la
lucha de clases y fomentando ideas cristianas de convivencia, justicia, caridad,
derechos,… Esta corriente, propagada seguramente por el propio clero local, animó a un
grupo de vecinos a asociarse para solventar y solucionar los problemas que la actividad
agrícola les proporcionaba.
En su constitución definen al detalle por quiénes está compuesta: “ labradores,
propietarios, colonos, obreros del campo e individuos que ejerzan profesiones anejas a
la Agricultura y productos agrícolas”. Teniendo como domicilio social la casa número
3 de la calle del Monjío.
El lema de esta asociación deja claro su sustrato religioso: “Unos por otros y
Dios para todos”, teniendo como patrono oficial a San Isidro Labrador.
La finalidad tenía cuatro apartados: moral, económico, instructivo y
recreativo.
Moral: detalla la defensa y promoción de los intereses religiosos y morales de
los asociados, bajo la tutela de San Isidro, al que tenían que honrar todos los años.
Incluso animan a que “ la piedad de los asociados se exteriorice con actos de
devoción”.
Económico: compra, venta, exportación, conservación, elaboración y mejora
en común de productos agrícolas y ganaderos. La custodia de los frutos del campo tuvo
un papel importante en todo el apartado vitivinícola. La solidaridad a través de los
préstamos y mutualidades, también estuvo presente en el espíritu de la Asociación.
2. Instructivo: fomentar el conocimiento en temas agrícolas, viticultura y
ganaderías. Divulgando estos conocimientos a través de folletos, revistas, conferencias
y ensayos.
Recreativo: tener un local de expansión recreativa celebrando veladas,
representaciones literarias y cualquier otro acto lúdico bajo una revisión de un personaje
peculiar: el Consiliario.
Dentro del espíritu religioso de la Asociación se detalla la prohibición de
“blasfemia, palabras soeces y malsonantes y toda clase de conversaciones que ataquen
directa o indirectamente a la Religión o a la moral”.
La sociedad tiene como recursos aparte de las cuotas de los socios, las
ganancias obtenidas en la compra-venta colectiva de productos, préstamos a los socios,
donativos, arriendo de posesiones, etc..
Aparte de los distintos cargos directivos y de responsabilidad propios de
cualquier asociación, en ésta toma un papel peculiar la figura del Consiliario. A él se le
deja la “dirección espiritual y moral de la Sociedad”, puede “imponer su veto” a lo que
considere que va contra la Religión o buenas costumbres, vigila que no “circulen entre
los socios lecturas contrarias a la religión y a las buenas costumbres”. Suponemos que
para este cargo se pensaría en alguien del clero local. Años más tarde veremos al
párroco cumpliendo este cometido, como más tarde aparecerá con el nombre de
“comisario”.
El primer presidente fue Eusebio Palacios Uribe, el director de la Banda de
Música Municipal que ese mismo año llevó el grupo musical a Irún. Junto a él Víctor
Ruiz de Escudero y Antonio Pardo fueron las personas impulsoras de la fundación de
esta Asociación. Celebraron su primera reunión el 23 de noviembre de 1913, acordando
que fuera el último domingo de cada año cuando se celebrara la reunión general.
A lo largo de los distintos años los responsables de la Sociedad fueron variando.
Así tenemos que en 1918 estaban Luis Bañares, Eladio Vázquez y Marcelino Gómez.
3. Interesante es la solicitud en 1919, con Ricardo García como responsable de la
Asociación, de la posibilidad de establecer una fuerza motriz en el punto denominado
“el molinito” en el canal de Rubialga; para utilización de electricidad y con desarrollo y
explotación por parte de la propia Asociación.
De este mismo año, y tras una revisión por parte del Gobierno Civil de las
asociaciones de la provincia, se anota que “..esta sociedad viene funcionando con
regularidad y cumplimiento de cuando se ordena en las vigentes disposiciones…”
disponiendo de un capital activo de 18.817’16 pesetas. Aparecen como Junta Directiva:
Ricardo García ( Presidente), Epifanio Martínez (Vicepresidente), el párroco Andrés
Montoya ( Comisario), León Santos (Tesorero), Miguel Cenea (Secretario), Crescencio
Cenea ( Vicepresidente 2º) y como vocales: Urbano Pombo, Isaías Diez Caballero,
Amancio Rivacoba, Deogracias Sáenz y Ciriaco Morga
La Sociedad de Labradores de Elciego tuvo también un papel importante en la
creación de la Cooperativa Vinícola de Elciego en 1924. Parte de la Junta directiva de
una u otra agrupación estaban integradas por las mismas personas y el interés genérico
de ambos grupos fue la agricultura; pero la Cooperativa tuvo un papel más concreto en
la elaboración y venta del vino local, principal riqueza económica de la población.
Importante papel tuvieron Eustaquio Sáenz de Navarrete, Ricardo García, Antonio
Pardo, Julián Diez Caballero,…y otros muchos propietarios y agricultores locales.
Este mismo año de 1924 toman interés en las normas que la Junta de Reformas
Sociales de Bilbao está elaborando en cuanto a los horarios de cierre de los lugares de
consumo del vino en la capital vizcaína. Medidas que van “ en perjuicio del vino
vendido al chiquiteo como es el producido en esta localidad y consumido en Bilbao”;
por lo que solicitan a las autoridades locales que intercedan en el consistorio bilbaino.
Otro papel importante que jugó la Sociedad de Labradores fue en el impulso al
Regadío de Romaneda en 1925. La Sociedad, con el pensamiento de “unos en
beneficio de los otros” se comprometió a intervenir en los terratenientes afectados, en
temas de cesión para servidumbre de riego, acueductos,…..aunando voluntades y
facilitando al Ayuntamiento la realización de esa obra tan importante. Para ello colaboró
también con la aportación de 100 pesetas.