El sistema penal como maquina y la paradoja de la ley
1. EL AUTOMATISMO DEL SISTEMA PENAL Y LA PARADOJA DE LA LEY.
I. A modo de introducción. Una lectura superficial sobre el problema del castigo en Franz
Kafka, puede llevarnos a considerar que se trata de un análisis épocal, es decir, una visión
profética del estado de excepción que se avecinaba con los totalitarismos del nacional-
socialismo y del fascismo, pero que una vez destruidos el problema del castigo da un paso
de los excesos de la pena hacia la proporcionalidad de la misma, incluso si se quiere a la
despenalización de ciertas conductas. Sin embargo, para Kafka el castigo como engranaje
de la maquina sacrificial es irrenunciable, no existe una posibilidad de cambio. En efecto
luchar contra el castigo significa luchar contra sí mismo. Tal como podemos observar, bajo
este horizonte hay un pesimismo que niega toda posibilidad de liberación; de ahí que
podemos preguntarnos: ¿qué utilidad epistemológica tiene una visión pesimista del castigo?
¿Sí por medio del castigo es la seguridad jurídica la que está en juego o el cumplimiento de
la ley como automatismo? ¿Sí la función de la ley es la culpabilización del hombre podrá
una sociedad vivir sin control social? Más allá de nuestras repuestas, la utilidad que tiene
este planteamiento es hacernos conscientes que cualquier intento de destrucción de la
maquina es un automatismo de repetición, es decir, al final terminaremos cambiando la
maquina actual por otra.
II. Kafka en la colonia penitenciaria. Con este cuento Kafka nos quiere ilustrar, que en la
colonia penitenciaria por mucho que se resista la comunidad y el nuevo comandante al
procedimiento penal vigente; asimismo por muy indiferente que se muestre el explorador
con la ejecución del condenado no se encuentran fuera del sistema sacrificial de la
maquina, pues tarde o temprano terminará ejecutándolos. En efecto al final verdugo se
sacrifica por la maquina y sin saber por qué. Por otra parte, es muy importante el énfasis
que Kafka pone en el sentido que todo rechazo e indiferencia del explorador al sistema
inhumano de castigo, no significa que está renunciando a la maquina sacrificial como
medio de control, pues su pretensión consiste en que se reemplace un sistema de
procedimiento que considera injusto, por otro que garantice los derechos del procesado. Sin
embargo, por buena que sea la intención del sujeto interpelado, la maquina de la ley
sobrepasará sus posibilidades y el sistema de justicia continuará aplastando al sujeto.
Ciertamente la obediencia interna del sujeto a la ley le impide sobrepasar la maquina, por lo
que sin discusión alguna asumirá su culpabilidad desde un principio. En esta línea, Kafka
dice: “el condenado tenía un aspecto tan caninamente sumiso, que al parecer hubieran
podido permitirle correr en libertad por los riscos circundantes, para llamarlo con un
simple silbido cuando llegará el momento de la ejecución.”1
Como jurista, esta reflexión nos parece chocante, máxime si a diario nos esforzamos por
humanizar el sistema de justicia penal, o bien sí a partir de la concepción del Derecho Penal
mínimo de Luigi Ferrajoli abogamos por la despenalización de ciertas conductas y la
aplicación de penas hasta de diez años de prisión como máximo. Pero lo cierto es que sí con
Kafka vemos más allá de lo usual, seremos conscientes que la modificación de las penas no
detiene el conjunto de la maquina sacrificial, al contrario, estaríamos en la posibilidad de
ver que la variación únicamente consiste en modificar el tipo de castigo, y que por lo tanto
1
Kafka, Franz. “En la colonia penitenciaria “, en Obras completas, Barcelona, Teorema, 1983, Tomo II. Pp.
707.
1
2. la maquinaria penal al igual que lo sostiene nuestro autor continuará escribiendo en el
cuerpo del condenado HONRA A TUS SUPERIORES o bien otra frase ilegible que lleve al
mismo resultado. De modo que es inútil todo intento por detener el engranaje de la
maquina. Al respecto Kafka dice: “El explorador quiso hacer algo que pudiera detener el
conjunto de la maquina, porque que esto no era la tortura que el oficial había buscado,
sino una franca matanza.” En este contexto, no existe una persona exterior a la maquina
sacrificial, pues toda lucha contra la maquina es una lucha contra si mismo, el explorador
está ahí pero no libera de la muerte.
III. El automatismo legal como parte de la vida humana. El orden y la convivencia
pacifica como estrategia de legitimación hacen creer a la humanidad, que la maquina
sacrificial funciona como el único medio para la vigencia de esos valores, y que por ende es
imposible libarnos de ella, a lo sumo lo que podemos hacer es cambiar la maquina, pero no
detenerla. De ahí, que el circulo vicioso nunca se rompe, al contrario, todo intento por parar
la maquina vuelve nuevamente a caer en la maquina.
Bajo este ejercicio de análisis, la vida es vista como automatismo y por lo tanto el hombre
es una maquina. De ahí, que la víctima convertida en objeto y a quien la ley de antemano
declara culpable, no es capaz de decir algo de sí mismo. En efecto, por mucho que se
esfuerce la civilización occidental en demostrar que su sistema de Derechos Humanos es
superior a las otras culturas, a la maquina sacrificial esto le es indiferente, pues no parará de
pedir sacrificios. Este resultado, explica porque en la actualidad cuando se agota el
sacrificio de víctimas, hay que buscarlas hasta encontrarlas y a como de lugar, ver por
ejemplo: la creación de leyes antiterroristas convierte a la persona humana en objeto del
sistema penitenciario, pues aunque no existan cargos en su contra es considerada culpable y
susceptible de cualquier abuso a su autonomía personal e integridad física; igual sucede con
las leyes antimaras en donde el mensaje que se envía a la comunidad política y civil,
consiste en hacerles creer que los excesos de la maquina sacrificial es la única forma de
detener el auge criminal; aunque la mayoría de los casos no es necesario convencer a los
ciudadanos de ello, la maquina que esta dentro de sus vidas le lleva a exigir el plan mano
dura o excesos en los castigos. De modo que el castigo no debe parar, el mismo núcleo
perverso y patológico de la maquina encontrará siempre una víctima que funcione como
delincuente o chivo expiatorio.
IV. Reflexión final. Desde la perspectiva de Kafka, el sistema penal es un sistema de
muerte. Sin embargo, no debemos luchar contra él porque toda pena esta hecha a la medida
humana y justamente por eso es aplastante. Esto lo reitera Kafka en la parábola sobre la
cuestión de las leyes y al hacer referencia a un enfoque esperanzador sostiene: “la ley
pertenecerá al pueblo y la nobleza desaparecerá. Esta opinión no es alimentada por un
espíritu de odio a la nobleza. Más inclinados nos sentimos a odiarnos a nosotros, porque
todavía no hemos hecho méritos para que las leyes nos sean confiadas. Según Kafka
vivimos al filo de la navaja porque nadie se atrevería a repudiar a la nobleza.”2
Trasladado este argumento al campo penal podemos decir, que nadie se atrevería a repudiar
lo que está debajo de la maquina sacrificial, pues como hemos venido diciendo la maquina
está dentro de nosotros, por tanto odiar a la maquina sería odiarnos a nosotros mismos.
2
Kafka, Franz. “Parábolas y paradojas.” Editorial errepar/ clásicos de bolsillo. Argentina. 2000. Pp. 85-86.
2
3. Finalmente, queremos decir que la irracionalidad del sistema penal que denuncia Kafka al
quedar fijada en una visión pesimista que horroriza, pero no libera, hace necesario dar un
salto complementario con el horizonte utópico que plantea Franz Hinkelammert, quien, al
poner al sujeto humano como soberano frente a la ley, rechaza implícitamente toda
dialéctica mala de automatismo de la ley. Ahora se trata pues, de la necesidad de construir
un nuevo orden en donde desaparezca el despotismo de la ley como ideología del poder
absoluto, y ponga como centro la soberanía del sujeto quien tomando control de su vida
profane todo culto de castigo que se defina como resocialización o expiación de culpa, ya
que en el fondo es un culto culpabilizante.
Presentado por: Edwin Godofredo Valladares Portillo.
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