MINERIA: Real Potencial Minero del Ecuador, por Pablo Duque
ECUADOR: En el País del Pájaro Loco - El Estado contra los ciudadanos
1. En el País del Pájaro Loco
El Estado
contra los
ciudadanos
Manuel Salgado Tamayo
No pude estar en el lanzamiento del último libro de Diego Cornejo “Nux Vómica”, pero he
pasado unas horas espléndidas leyendo la presentación soberbia del Pájaro Febres
Cordero y la respuesta, no menos lúcida, de ese “anarquista emboscado e indócil”, como
se autodefine el autor.
En éstos “tiempos oscuros” en que “la purulencia del poder” pretende convertir “lo
auténtico en falso y en legal lo tramposo” le vuelve a uno el alma al cuerpo saber que hay
“sicarios de tinta” que, en la mejor tradición iniciada por Montalvo, nos hacen reír
rememorando a los jueces del “chucky seven con el análisis ya escrito”, a las huestes del
copy paste de los “revolucionarios de mentirijillas que buscan erigirse en dueños
absolutos de la verdad” y a los posesos del dinero que tratan de extorsionar millones de
dólares a los poseídos por el demonio de la libertad que resisten al nacionalismo de
opereta.
Frente a los que, en el sendero de Goebbels, pretenden impregnarnos a todos del “mal
olor de la sospecha”, es bueno y saludable saber que hay homeópatas y alquimistas de la
palabra que persisten en los prodigios generosos, soñadores, solidarios, tiernos e
inclaudicables de los que luchan por las causas más justas, emulando con don Quijote y
coincidiendo también, Diego, con la ética de la rebelión de don Carlitos que, en suma,
nada tiene que ver con el oxímoron del oportunismo y el silencio cómplice.
2. Aunque la antología - muy personal - del Diego mete miedo con sus 500 páginas creo que
somos más los que, como él, no hemos renunciado a nuestra forma de ser lírica, épica,
ética y estética, por lo mismo, lo acompañaremos en la lectura – de un fragmento de lo
que ha producido en apenas cuatro de sus “estúpidamente creativas” vidas fecundas
como periodista, novelista, pintor, diseñador, diagramador, gourmet y aficionado a las
TICs del mundo.
Finalmente, no creo que valga la pena aludir más a la ignominia que esclareció con su sola
palabra don Pedro que sigue siendo el símbolo de la dignidad intacta y es que pesan más,
Diego, las décadas del deber cumplido en esa estoica decisión de mirar de qué lado están
el deber y el honor de los seres humanos.
Estaba tentado a firmar “Un escritor en motocicleta”, pero me doy cuenta de que no hay
espacio para los seudónimos y por ello suscribo en Quito el cuatro de diciembre del 2011,
Manuel Salgado Tamayo