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Informe Misionero Mundial 11/05/2013
- 1. [Pídale a una mujer que presente este reporte
en primera persona]
Yo trabajo como laboratorista en la Clínica
Adventista de Mwanza.
Allí, me encargo de analizar la sangre y otros
fluidos corporales de los pacientes, en busca de
pistas que nos indiquen si sufren infecciones o
enfermedades. A mí me encanta mi trabajo, y
sé lo importante que es, pues ayuda a los médicos
a diagnosticar y tratar a los pacientes. Pero, lo
que hace que mi trabajo sea tan satisfactorio y
significativo son las personas que conozco gra-
cias a él.
La gente que viene a la clínica muchas veces
tiene necesidades que van más allá de la sim-
ple atención médica. A veces necesitan un lu-
gar donde dormir, o algo que comer. A veces
vienen con un vacío espiritual. Yo los escucho,
y trato de ayudarlos.
Si están buscándole un significado a la vida,
les cuento lo que Dios ha hecho por mí y les
ofrezco orar con ellos. Muchos responden de
manera positiva.
Tanzania | 11 de Mayo
Esther
Los miembros de la iglesia y otras personas
buenas de la comunidad nos ayudan a proveer
a nuestros pacientes una atención que vaya más
allá de lo médico. En la Clínica Adventista de
Mwanza, nuestro ministerio consiste en ayudar
a las personas.
Misterio resuelto
Hace poco le saqué sangre a un hombre que
había sufrido de llagas dolorosas en la piel des-
de hacía diez años. Este hombre había visitado
varios centros de salud, pero nadie había sido
capaz de identificar la razón del problema. Le
prescribían cremas tópicas para tratar las llagas,
pero no funcionaban. Entonces, un amigo le di-
jo que por qué no iba a la clínica de los adven-
tistas.
Cuando examiné su sangre, encontré eviden-
cia de un parásito que vive en el agua dulce y
que se introduce en la piel de las personas, y se
aloja en sus órganos. Una vez que identifica-
mos el parásito que causaba los síntomas, pu-
dimos tratarlo con un fármaco que mata el pa-
rásito. No pasó mucho tiempo antes de que los
parásitos fueran desechados por el cuerpo y que
su piel sanara. Este hombre estaba sumamente
agradecido por haber hallado una solución a su
sufrimiento. Le conté que, antes de examinar las
muestras de sangre, siempre le pido a Dios que
abra mis ojos y mi mente, y que me permita ver
las cosas que él quiere que vea.
15 Material adaptado y facilitado por RECURSOS ESCUELA SABÁTICA © www.escuela-sabatica.com
MISIÓNADVENTISTA-DIVISIÓNAFRICANACENTRO--ORIENTAL
Más que
un trabajo
Más que
un trabajo
- 2. Cápsula informativa
En 1972, abrió sus puertas la primera clínica
operada por la Iglesia Adventista en las afue-
ras de la ciudad de Mwanza, y funcionaba en
la sala de la casa del pastor. La clínica creció
con el paso de los años, y sus servicios se
multiplicaron. Actualmente, la clínica cuenta
con 15 camas de hospitali-zación, y sirve a
unas 100 personas diarias. Es la única clínica
de la región que atiende las 24 horas.
La Clínica Adventista de Mwanza provee una
amplia variedad de servicios, que incluyen:
atención de emergencia, atención ambulatoria,
educación o la comunidad, servicios de odon-
tología, laboratorio y cuidado materno-infantil.
La iglesia ya comenzó a construir un hos-
pital en los terrenos de la clínica. Parte de
la ofrenda del decimotercer sábado ayudará
a terminar el hospital y ampliar la atención
médica a los 8 millones de personas que vi-
ven en su área de servicio.
16
www.AdventistMission.org
tanzania
Material adaptado y facilitado por RECURSOS ESCUELA SABÁTICA © www.escuela-sabatica.com
Paz más allá de la curación
Otro día, una mujer llamada Marta vino al
laboratorio para unos exámenes de sangre.
Cuando le estaba sacando la sangre, comenzó a
hacerme preguntas sobre Dios, y le hablé de las
cosas que Dios estaba haciendo en mi vida.
La dolencia de Marta requería que ella regresara
a menudo a la clínica a hacerse exámenes, así
que tuve varias oportunidades de conversar con
ella. En una de esas ocasiones, invité a Marta a
estudiar la Biblia, y ella aceptó la invitación.
Sin embargo, cuando nos reunimos para es-
tudiar, me di cuenta de que Marta no sabía
leer. Comencé a enseñarle, y así fuimos poco a
poco, leyendo solo unos cuantos versículos cada
vez. En seis meses, la capacidad de leer de Mar-
ta había mejorado muchísimo, y le encantaba el
hecho de poder leer la Biblia por sí misma. Al
poco tiempo, pidió ser bautizada en la Iglesia
Adventista.
A medida que la fui conociendo, Marta me
contó que su esposo la abandonó porque ella
no podía tener hijos. Necesitaba un trabajo
para poder mantenerse, así que me puse a ayu-
darla a conseguir uno. Me enteré de que ne-
cesitábamos a alguien que ayudara a limpiar la
clínica. Marta está haciendo un muy buen tra-
bajo, y ahora gana dinero para poder sobrevivir.
Compartiendo los libros de Dios
Compartir el amor de Dios es un placer para
mí. Cada vez que alguien muestra interés en las
cosas de Dios, le regalo algunas revistas gratuitas
o un libro. Cuando alguien me pregunta algo
sobre Dios o sobre lo que creemos los adventis-
tas, le regalo un libro como El Deseado de todas
las gentes. Siempre cargo conmigo libros sobre
salud, los cuales son muy populares, porque la
mayoría de los que visitan la clínica son perso-
nas que no se sienten bien. Siempre oro para
que Dios me dirija a la hora de escoger buenos
libros y revistas para regalarle a la gente. Tal vez
yo no conozca cuáles son sus necesidades, pero
Dios sí las conoce. Los que tienen recursos su-
ficientes para comprar los libros suelen hacerlo
con gusto, lo que me permite comprar más
libros para regalarles a aquellos que no pue-
den pagarlos. La gente siempre regresa y me
cuenta lo felices que están de leerlos.
Todo el personal de la Clínica Adventista de
Mwanza trata de hacer lo más que puede por la
gente. Les ofrecemos atención médica adecuada,
pero también tratamos de satisfacer otro tipo de
necesidades y proveer apoyo espiritual. Cuando
el nuevo hospital esté listo, podremos realizar esta
misma obra pero en una escala mucho mayor.
Mi trabajo consiste en ayudar a las personas,
pero mi ministerio es llevarlas al conocimiento
del gran Médico divino. Todo el personal de la
Clínica Adventista de Mwanza siente lo mismo,
y lo menos que podemos hacer es dar lo mejor
de nosotros, porque trabajamos para Dios.