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Cartas a los Tesalonicenses


Capítulo 3


Encontrar a la gente
donde está



C       uanto más familiarizado estés con la Biblia, tanto más claro resulta
        que Dios dio cada parte de ella en el tiempo, el lugar, el lenguaje y
        la cultura, a seres humanos específicos. Pablo, con su doctorado,
expresa la revelación de Dios de una manera diferente de la de Pedro, el
pescador. Juan escribió en un griego sencillo, claro, casi infantil, mientras
que el autor del libro de Hebreos escribe en un griego complejo y literario.
En Mateo tienes a alguien que entiende la mentalidad judía y procura al-
canzarla, mientras Marcos, por otro lado, procura alcanzar la mentalidad
gentil.
   El griego del Nuevo Testamento es bastante diferente del griego clásico
de Platón y Aristóteles. En el siglo XIX, muchos eruditos pensaron que el
Nuevo Testamento griego era una especie de “lenguaje celestial”, diferente
de cualquier otra forma del antiguo griego. Luego, en 1896, dos arqueólo-
gos británicos comenzaron a excavar el antiguo pueblo de Oxyrhynchus.
Tropezaron con un depósito de basura enorme, con numerosas montículos
de hasta diez metros de altura constituidos por escombros de varios siglos
alrededor del tiempo de Cristo y los apóstoles. Los arqueólogos también
encontraron documentos de la vida diaria en las ruinas de las casas, y otros
documentos que habían sido enterrados en tumbas, algunos que habían sido
usados para decorar las envolturas de las momias, tanto humanas como
animales. En el clima seco de Egipto había ocurrido muy poca descompo-
sición, de modo que la “basura” antigua contenía un tesoro de documentos
bien conservados de la vida diaria en los tiempos del Nuevo Testamento:
cartas personales, testamentos, cuentas, facturas y recibos, y acuerdos con
respecto a divorcios, casamientos, adopciones y la venta de tierras.

                         © Recursos Escuela Sabática
Cuando los eruditos estudiaron esos documentos de la vida diaria del
antiguo mundo mediterráneo, hicieron un descubrimiento asombroso: El
lenguaje en que estaban escritos no era el griego erudito de Platón y Aristó-
teles, ni era el griego de las leyes públicas y el gobierno. Más bien, ¡era el
lenguaje que los escritores del Nuevo Testamento habían usado! En otras
palabras, el Nuevo Testamento no fue escrito en un lenguaje celestial ni en
el lenguaje culto de la elite tradicional. En cambio, fue escrito en el lengua-
je diario de personas corrientes. ¡En el lenguaje del Nuevo Testamento ve-
mos a Dios que se sale del camino para encontrar a la gente donde esta se
encuentra!

Un ejemplo de Daniel

   Podríamos alegar que el Nuevo Testamento fue escrito en el lenguaje
diario porque aquellos que lo escribieron eran personas comunes, no inte-
lectuales o miembros de la clase alta, y sencillamente usaban el lenguaje
que conocían, de modo que Dios no tuvo nada que ver con esto. Pero, la
evidencia que encontramos en la Biblia muestra otra cosa. Por ejemplo, es
evidente que Dios ajustó el contenido de las visiones del libro de Daniel
con el fin de comunicar su mensaje de la forma más efectiva posible. El
texto lo muestra claramente.
   Daniel 2 y Daniel 7 presentan el mismo mensaje básico de dos maneras
diferentes; dos “profetas” diferentes, si se quiere. Dios reveló a cada hom-
bre una visión de cuatro reinos consecutivos que fueron seguidos por un
reino dividido que, a su vez, fue seguido por el reino de Dios (ver Daniel
2:28ff; cf. 7:lff). El mensaje de cada visión era que Dios está en el control
de los asuntos de la historia humana. Él es quien pone reyes y los quita: Y
su “hijo del hombre” tendrá el dominio sobre los reinos de este mundo
(Daniel 2:21; 7:13, 14, 27). De modo que los dos mensajes tienen, virtual-
mente, el mismo contenido.
   Con el fin de comunicar su mensaje acerca del futuro al pagano rey Na-
bucodonosor, Dios se valió de la imagen de un ídolo, algo que Nabucodo-
nosor podía comprender fácilmente (Daniel 2:29-36). Que la “imagen” de
Daniel 2 era un ídolo es claro por Daniel 3. Nabucodonosor sabía exacta-
mente qué hacer con esa imagen: ¡levantarla, para ser adorada! Para Nabu-
codonosor, las grandes naciones del mundo eran ejemplos brillantes y res-
plandecientes de los dioses que ellos adoraban. Dios lo encontró donde él
estaba.
   Para el profeta hebreo Daniel, por otro lado, Dios pintó el futuro en tér-
minos de la historia de la Creación (Daniel 7:2-14; cf. Génesis 1 y 2). La

                          © Recursos Escuela Sabática
visión comienza con un mar tormentoso sobre el cual sopla un viento (Da-
niel 7:2; cf. Génesis 1:2). Luego, aparecen los animales (Daniel 7:3-6; cf.
Génesis 2:19, 20). Y, finalmente, hay un “hijo de hombre”, a quien se le
otorga el dominio sobre los animales (Daniel 7:13, 14; Génesis 1:26, 28).
La visión de Daniel es un recuerdo poderoso de la historia de Adán, en la
narración de la Creación. El mensaje dado en estas imágenes y referencias
fue algo así: tal como Adán tuvo dominio sobre los animales en la Crea-
ción, el “hijo de hombre” de Dios, cuando venga, tendrá dominio sobre las
naciones que estaban dañando al pueblo de Daniel. En otras palabras, Dios
todavía está en el control de la historia, aun cuando los sucesos parezcan
enteramente fuera de control. Estas dos visiones muestran que Dios se en-
cuentra con su pueblo donde ellos están. Ciertamente se encontró con Da-
niel y con Nabucodonosor donde ellos estaban.
   El ejemplo máximo del principio de que Dios se encuentra con la gente
donde está es Jesús mismo. 1 Cuando Dios escogió revelarse en persona, no
vino como “Jesucristo, superestrella”. En cambio, llegó a ser un humilde
judío del primer siglo que vivía en Palestina, y que hablaba en términos
apropiados al lenguaje y la cultura locales. Se ensució, tuvo hambre y se
cansó. Aun, a veces, llegó a frustrarse, a enojarse y a estar triste (ver Mar-
cos 1:40,41; 3:4,5; 6:6; 10:13,14). Dios no eligió enviar a una superestrella;
nos envió a alguien igual a nosotros. Este principio está claramente articu-
lado en Mensajes selectos:
   “Los escritores de la Biblia tuvieron que expresar sus ideas con lenguaje
humano. Fue escrita por seres humanos. Ellos fueron inspirados por el Es-
píritu Santo. [...]
   “Las Escrituras fueron dadas a los hombres, no en una cadena continua
de declaraciones ininterrumpidas, sino parte tras parte, a través de genera-
ciones sucesivas, a medida que Dios, en su providencia, veía una
oportunidad adecuada para impresionar a los hombres en varios tiempos y
en diversos lugares. [...]
   “La Biblia fue escrita por hombres inspirados, pero no es la forma del
pensamiento y de la expresión de Dios. Es la forma de la humanidad. Dios
no está representado como escritor. [...]
   “La Biblia, perfecta en su sencillez, no responde a las grandes ideas de
Dios: pues las ideas infinitas no pueden ser perfectamente incorporadas en
los vehículos finitos del pensamiento”. 2
   Este principio de encarnación motivó a Pablo en sus empresas mi-
sioneras.
   En 1 Corintios 9:19 al 23, Pablo nos cuenta que se requiere un sacrificio
considerable a fin de alcanzar a las personas que difieren de nosotros.

                          © Recursos Escuela Sabática
“Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que
están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la
ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como
si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de
Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a los débiles,
para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos
modos salve a alguno*”.
   Elena de White notó: “Las lecciones debían ser dadas a la humanidad en
su propio lenguaje”. 3 La gente necesitaba que se le hablara en un lenguaje
con el que estuviese familiarizada. El mensaje adventista se está expan-
diendo como fuego en el rastrojo en lugares como Nueva Guinea, las Fili-
pinas, Kenia y partes del Caribe, porque generalmente expresamos nuestro
mensaje en términos que representa exactamente lo que la gente en esas re-
giones está buscando. En otros lugares, el mismo mensaje y en los mismos
términos no tocaría el corazón de la población.

Pablo aplica el principio

    Los capítulos 17 y 18 del libro de Los Hechos pintan a Pablo adaptando
su mensaje de modo de atender a diferentes clases de situaciones. En Tesa-
lónica, comenzó su obra en una sinagoga, comenzando con un cuidadoso
repaso de lo que enseña el Antiguo Testamento con respecto al Mesías
(Hechos 17:2, 3). Cuando su audiencia comprendió los problemas básicos
que presenta la Escritura, él entonces compartió la historia de Jesús y la
evidencia de que él cumplía los criterios para ser el Mesías.
    Pero, cuando Pablo fue a Atenas, no fue directamente al Areópago
(también conocido como la colina de Marte) y presentó a los filósofos la
misma exposición que había brindado en la sinagoga de Tesalónica. En
cambio, caminó un poco por la ciudad observando a la gente. Luego, fue al
mercado de Atenas y razonó con todo el que estuviera dispuesto (Hechos
17:16, 17, 22, 23). En el proceso, provocó la curiosidad de algunos filóso-
fos estoicos y epicúreos, que lo invitaron a hablarles en el Areópago, el lu-
gar tradicional para tales discusiones (versículo 18).
    Cuando Pablo se dirigió a los intelectuales de Atenas, comenzó con ob-
servaciones respecto de su ciudad y de sus religiones (versículos 22, 23).
Entonces habló de la Creación, un tema que interesaba a él y a ellos (ver-
sículos 24-26). En contraste con su enfoque en la sinagoga, Pablo no discu-
tió su caso desde las Escrituras, sino desde los escritos que los intelectuales
habrían conocido (Hechos 17:27, 28, ambos son ecos y citas de escritores
griegos). Era casi como si Pablo estuviera buscando alguna clase de “Anti-

                          © Recursos Escuela Sabática
guo Testamento” en el fondo del pensamiento de los atenienses; algunos
puntos de contacto que abrieran sus mentes al evangelio. Pero, mientras
Pablo pudo alcanzar a algunas personas en Atenas, tuvo que dejar la ciudad
antes de que pudiera iniciar una congregación importante allí.
    Pablo no debió haber quedado satisfecho con los resultados de su en-
cuentro con los filósofos de Atenas porque, cuando fue a Corinto, decidió
utilizar un enfoque más directo para la mentalidad griega (1 Corintios 1:18-
2:2). No rechazaba la idea de “encontrar a la gente donde estaba”, porque
claramente promovió ese acercamiento en la misma carta (1 Corintios
9:19-23). Lo que demostró tanto en Atenas como en Corinto es que encon-
trar a la gente donde está no es una ciencia exacta; requiere de constante
aprendizaje y ajustes. Pablo no usaba el mismo enfoque en cada ciudad.
Era sensible a los tiempos, las culturas y las circunstancias cambiantes.
    En Tesalónica, Pablo hizo más que solo hablar a los judíos sobre la base
de la Escritura. Parece haber actuado algo así como lo hacen los predicado-
res callejeros hoy. La cultura greco-romana apoyaba la proliferación de fi-
lósofos populares, que procuraban influenciar a las personas y los grupos
en lugares públicos. Estos filósofos se daban cuenta de la necesidad de va-
riar el mensaje para llegar a diferentes mentes, y la importancia de la inte-
gridad tanto del maestro como de su mensaje. Por eso hay muchos parale-
los entre estos maestros populares y Pablo, quien, como ellos, viajaba de
ciudad en ciudad y trabajaba en los lugares públicos (Hechos 17:17; 19:9,
10).
    Por supuesto, promover una filosofía era una manera más fácil de ga-
narse la vida que trabajar con las manos. Eso significaba que había multi-
tudes de “vendedores viajeros”, que trataban de sacar a la gente su dinero.
Los antiguos se daban cuenta de la diferencia entre contenidos y enseñan-
zas auténticos y el deseo de dinero. En realidad, Dion Crisóstomo, un con-
temporáneo de Pablo, de quien se sabe que visitó Tesalónica, escribió las
siguientes palabras, que recuerdan notablemente Tesalonicenses 2:3 al 6:
    “Encontrar a un hombre que, en términos sencillos y sin engaño, dice lo
que piensa con franqueza, y no por su reputación o por ganancia, sino de
buena voluntad y preocupación por sus conciudadanos y que está listo, si
fuera necesario, a someterse al ridículo y al desorden y a la conmoción de
la turba. Encontrar a un hombre tal no es fácil, sino más bien la buena for-
tuna de una ciudad de mucha suerte; tan grande es la escasez de almas no-
bles e independientes, y tal la abundancia de aduladores, de charlatanes y
de sofistas. En mi propio caso, por ejemplo, siento que he elegido ese rol,
no por mi propio deseo, sino por la voluntad de algún dios. Porque cuando
la divina providencia está operando en favor de los hombres, los dioses

                         © Recursos Escuela Sabática
proveen, no solo buenos consejeros que no necesitan que se les ruegue,
sino también palabras que son apropiadas y beneficiosas para el oyente”.
   Aunque había algunos maestros honestos, también había mucho cinismo
acerca de los oradores itinerantes. Pablo procuraba evitar algo de ese ci-
nismo rehusando generalmente aceptar dinero de sus oyentes y, en cambio,
hacer trabajo manual duro para sostenerse. Esto, junto con sus sufrimien-
tos, demostraba que él realmente creía lo que predicaba y que no estaba
comprometido en ello por ganancia personal, como hacían muchos otros.
Pablo se acercó a los tesalonicenses, entonces, por medio de una forma fa-
miliar para ellos. Y, siendo que esa forma de enfoque podía ser mal inter-
pretada, la adaptó para evitar ser confundido con la clase de filósofos que
explotaban a la gente.

Adaptación del mensaje

    Además de emplear una forma de comunicación que fuera familiar al
promedio de quienes hablaban griego en Tesalónica, Pablo parece haber
adaptado el mensaje del evangelio a la situación de Tesalónica. Cuando los
romanos tomaron la ciudad unos doscientos años antes, el pueblo común -
especialmente las clases trabajadoras- había sufrido mucho. Los trastornos
producidos por la guerra y los cambios de gobierno los afectaron más fuer-
temente a ellos que a las clases más acomodadas. Y la clase trabajadora su-
fría por causa de la explotación que acompaña, en forma inevitable, a la
ocupación de un país por otro. Los oficiales romanos exigían porciones de
las cosechas, los minerales y otros productos locales, y los enviaban a Ro-
ma, para sostener el imperio.
    A medida que pasaban las décadas, los tesalonicenses llegaron a sentirse
más y más frustrados, y sus anhelos de un cambio de situación crecieron.
Los cambios políticos parecían estar fuera de las posibilidades, de modo
que buscaron un alivio en el ámbito espiritual. Surgió, entre los paganos,
un movimiento que los eruditos llaman el culto de Cabirus. Este culto se
basaba en un hombre histórico llamado Cabirus, quien habló por los que no
tenían derechos civiles, y fue asesinado por sus hermanos. Los seguidores
de ese culto lo consideraban como un héroe martirizado, y lo sepultaron
con símbolos de la realeza.
    Las clases inferiores creían que el nacimiento de Cabirus había sido mi-
lagroso, y que exhibió poderes milagrosos cuando vivía. También creían
que de tiempo en tiempo volvía silenciosamente a la vida, con la intención
de ayudar a la gente; y que un día regresaría públicamente, para introducir
una nueva era, con justicia para las clases inferiores, y para restaurar a la

                         © Recursos Escuela Sabática
ciudad a su antigua independencia y grandeza. El culto de Cabirus propor-
cionaba una esperanza para los oprimidos, que recuerda la esperanza bíbli-
ca, algo como un “mesianismo pagano”. 4
    Las cosas se ponen más interesantes cuando descubrimos que la ado-
ración de Cabirus incluía el bautismo, la confesión, y los sacrificios de
sangre que conmemoraban su martirio. En palabras que oímos de Pablo, los
tesalonicenses hablaban de la “participación en su sangre”, por medio de la
cual obtenían alivio de la culpa. En el culto de Cabirus, la distinción de cla-
ses era abolida, y todos sus miembros eran tratados como iguales.
    Los romanos se apropiaron del culto de Cabirus y dejaron un vacío espi-
ritual en los corazones de los tesalonicenses; un vacío que solamente Cristo
podía realmente llenar. El evangelio proveyó no solo paz interior en el pre-
sente, sino también la promesa de un cambio en las realidades económicas
y políticas en la segunda venida. En ese tiempo, los últimos llegarían a ser
primeros, y los explotadores serían explotados.

Todavía sirve hoy

    En el mundo actual, tanto como en los días de Pablo, hay algunas perso-
nas que pueden ser alcanzadas directamente por la predicación bíblica por-
que han oído esa predicación desde la niñez y respetan la autoridad de la
Biblia.
    Estas personas son quienes los evangelistas, a menudo, llaman “in-
tereses calientes”: personas cuyos corazones ya se han preparado para el
mensaje adventista. Otros, como los más pobres en Tesalónica, pudieron no
estar familiarizados con la Biblia; no obstante, cuando se les es presentada,
la encuentran fascinante porque les habla directamente a sus necesidades y
preocupaciones. Podríamos decir que Dios dejó sus huellas en la cultura te-
salonicense, que el evangelio podía colmar.
    Antes de que Pablo llegara a la ciudad, los tesalonicenses estaban prepa-
rados exactamente para el contenido y la forma del evangelio, por medio de
la cultura que se había desarrollado durante los doscientos años anteriores.
Aunque los tesalonicenses no conocían la Biblia, el culto de Cabirus los
había preparado como para responder positivamente a Pablo y a sus com-
pañeros. Sin embargo, también incitó a las clases superiores de la ciudad a
resistir al evangelio e instigar alborotos.
    Había, también, mucha gente como los atenienses, cuyos corazones se
habían abierto por otros medios diferentes a la predicación directa de la Es-
critura. Los misioneros y evangelistas que se encuentran en tales situacio-
nes necesitan estudiar el ambiente cultural, buscando puntos de contacto

                          © Recursos Escuela Sabática
entre ese ambiente y el evangelio. Encontrarse con la gente donde está, ge-
neralmente, significa encontrarlos en alguna necesidad sentida, o percibida.
Todos necesitan del evangelio, pero la mayoría de la gente no sabe que eso
es lo que está anhelando. Sin embargo, saben que desean un mejor matri-
monio, un mejor trabajo, una mejor manera de manejar el dinero. Necesitan
curación de sus males; quieren aprender a criar hijos responsables; quieren
sentir que tienen valor.
   Los atenienses sentían que necesitaban respuestas a las grandes in-
cógnitas de la vida. Los judíos tesalonicenses anhelaban la venida del Me-
sías; y los griegos de Tesalónica anhelaban liberación de la opresión de
Roma. A menudo, la gente se interesa en el evangelio cuando lo presentan
cristianos que muestran un ministerio de preocupación por ellos, lleno de
gracia, en un punto de necesidad que ellos sienten.
   Para el evangelista impaciente, esta clase de trabajo preparatorio podría
parecer una pérdida de tiempo. A menudo, dicen: “Usa tu tiempo con la
gente que está lista para tomar decisiones por Cristo”. Sin embargo, todo el
que está listo para tomar una decisión llegó a esa instancia gracias a un
proceso que desarrolló esa preparación. Animar a la gente por medio de ese
proceso es tan ciertamente evangelismo auténtico como los llamados a pa-
sar al frente y la apelación a las decisiones. Cuando las necesidades que la
gente más percibe son atendidas, es probable que descubran que padecen
necesidades más profundas, y entonces es cuando están más abiertas al
evangelio.
   A lo largo de todas las Escrituras, Dios es presentado como encon-
trándose con la gente donde se encuentra. Los misioneros testifican que
Dios estaba presente en la cultura a la cual fueron enviados antes de que
ellos llegaran allí. Cuando nos encontramos con la gente donde está, esta-
mos caminando en los pasos de Dios. Pablo utilizó este enfoque casi dos
mil años atrás, y nosotros también podemos usarlo.


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1
  Elena de White habla acerca de esto en su libro El Deseado de todas las gentes, pp. 23-28.
2
  Elena de White, Mensajes selectos (Mountain View, Cal.: Publicaciones Interamericanas,
1966), tomo 1, pp. 22-26.
3
  White, El Deseado de todas las gentes (Mountain View, Cal.: Publicaciones Interamericanas,
1955), p. 25.
4
  Robert Jewett, The Thessalonian Correspondence: Pauline Rhetoric and Millenarian Piety
(Filadelfia: Fortress Press, 1986), p. 132.

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2012 03-03 complementariobt23

  • 1. Cartas a los Tesalonicenses Capítulo 3 Encontrar a la gente donde está C uanto más familiarizado estés con la Biblia, tanto más claro resulta que Dios dio cada parte de ella en el tiempo, el lugar, el lenguaje y la cultura, a seres humanos específicos. Pablo, con su doctorado, expresa la revelación de Dios de una manera diferente de la de Pedro, el pescador. Juan escribió en un griego sencillo, claro, casi infantil, mientras que el autor del libro de Hebreos escribe en un griego complejo y literario. En Mateo tienes a alguien que entiende la mentalidad judía y procura al- canzarla, mientras Marcos, por otro lado, procura alcanzar la mentalidad gentil. El griego del Nuevo Testamento es bastante diferente del griego clásico de Platón y Aristóteles. En el siglo XIX, muchos eruditos pensaron que el Nuevo Testamento griego era una especie de “lenguaje celestial”, diferente de cualquier otra forma del antiguo griego. Luego, en 1896, dos arqueólo- gos británicos comenzaron a excavar el antiguo pueblo de Oxyrhynchus. Tropezaron con un depósito de basura enorme, con numerosas montículos de hasta diez metros de altura constituidos por escombros de varios siglos alrededor del tiempo de Cristo y los apóstoles. Los arqueólogos también encontraron documentos de la vida diaria en las ruinas de las casas, y otros documentos que habían sido enterrados en tumbas, algunos que habían sido usados para decorar las envolturas de las momias, tanto humanas como animales. En el clima seco de Egipto había ocurrido muy poca descompo- sición, de modo que la “basura” antigua contenía un tesoro de documentos bien conservados de la vida diaria en los tiempos del Nuevo Testamento: cartas personales, testamentos, cuentas, facturas y recibos, y acuerdos con respecto a divorcios, casamientos, adopciones y la venta de tierras. © Recursos Escuela Sabática
  • 2. Cuando los eruditos estudiaron esos documentos de la vida diaria del antiguo mundo mediterráneo, hicieron un descubrimiento asombroso: El lenguaje en que estaban escritos no era el griego erudito de Platón y Aristó- teles, ni era el griego de las leyes públicas y el gobierno. Más bien, ¡era el lenguaje que los escritores del Nuevo Testamento habían usado! En otras palabras, el Nuevo Testamento no fue escrito en un lenguaje celestial ni en el lenguaje culto de la elite tradicional. En cambio, fue escrito en el lengua- je diario de personas corrientes. ¡En el lenguaje del Nuevo Testamento ve- mos a Dios que se sale del camino para encontrar a la gente donde esta se encuentra! Un ejemplo de Daniel Podríamos alegar que el Nuevo Testamento fue escrito en el lenguaje diario porque aquellos que lo escribieron eran personas comunes, no inte- lectuales o miembros de la clase alta, y sencillamente usaban el lenguaje que conocían, de modo que Dios no tuvo nada que ver con esto. Pero, la evidencia que encontramos en la Biblia muestra otra cosa. Por ejemplo, es evidente que Dios ajustó el contenido de las visiones del libro de Daniel con el fin de comunicar su mensaje de la forma más efectiva posible. El texto lo muestra claramente. Daniel 2 y Daniel 7 presentan el mismo mensaje básico de dos maneras diferentes; dos “profetas” diferentes, si se quiere. Dios reveló a cada hom- bre una visión de cuatro reinos consecutivos que fueron seguidos por un reino dividido que, a su vez, fue seguido por el reino de Dios (ver Daniel 2:28ff; cf. 7:lff). El mensaje de cada visión era que Dios está en el control de los asuntos de la historia humana. Él es quien pone reyes y los quita: Y su “hijo del hombre” tendrá el dominio sobre los reinos de este mundo (Daniel 2:21; 7:13, 14, 27). De modo que los dos mensajes tienen, virtual- mente, el mismo contenido. Con el fin de comunicar su mensaje acerca del futuro al pagano rey Na- bucodonosor, Dios se valió de la imagen de un ídolo, algo que Nabucodo- nosor podía comprender fácilmente (Daniel 2:29-36). Que la “imagen” de Daniel 2 era un ídolo es claro por Daniel 3. Nabucodonosor sabía exacta- mente qué hacer con esa imagen: ¡levantarla, para ser adorada! Para Nabu- codonosor, las grandes naciones del mundo eran ejemplos brillantes y res- plandecientes de los dioses que ellos adoraban. Dios lo encontró donde él estaba. Para el profeta hebreo Daniel, por otro lado, Dios pintó el futuro en tér- minos de la historia de la Creación (Daniel 7:2-14; cf. Génesis 1 y 2). La © Recursos Escuela Sabática
  • 3. visión comienza con un mar tormentoso sobre el cual sopla un viento (Da- niel 7:2; cf. Génesis 1:2). Luego, aparecen los animales (Daniel 7:3-6; cf. Génesis 2:19, 20). Y, finalmente, hay un “hijo de hombre”, a quien se le otorga el dominio sobre los animales (Daniel 7:13, 14; Génesis 1:26, 28). La visión de Daniel es un recuerdo poderoso de la historia de Adán, en la narración de la Creación. El mensaje dado en estas imágenes y referencias fue algo así: tal como Adán tuvo dominio sobre los animales en la Crea- ción, el “hijo de hombre” de Dios, cuando venga, tendrá dominio sobre las naciones que estaban dañando al pueblo de Daniel. En otras palabras, Dios todavía está en el control de la historia, aun cuando los sucesos parezcan enteramente fuera de control. Estas dos visiones muestran que Dios se en- cuentra con su pueblo donde ellos están. Ciertamente se encontró con Da- niel y con Nabucodonosor donde ellos estaban. El ejemplo máximo del principio de que Dios se encuentra con la gente donde está es Jesús mismo. 1 Cuando Dios escogió revelarse en persona, no vino como “Jesucristo, superestrella”. En cambio, llegó a ser un humilde judío del primer siglo que vivía en Palestina, y que hablaba en términos apropiados al lenguaje y la cultura locales. Se ensució, tuvo hambre y se cansó. Aun, a veces, llegó a frustrarse, a enojarse y a estar triste (ver Mar- cos 1:40,41; 3:4,5; 6:6; 10:13,14). Dios no eligió enviar a una superestrella; nos envió a alguien igual a nosotros. Este principio está claramente articu- lado en Mensajes selectos: “Los escritores de la Biblia tuvieron que expresar sus ideas con lenguaje humano. Fue escrita por seres humanos. Ellos fueron inspirados por el Es- píritu Santo. [...] “Las Escrituras fueron dadas a los hombres, no en una cadena continua de declaraciones ininterrumpidas, sino parte tras parte, a través de genera- ciones sucesivas, a medida que Dios, en su providencia, veía una oportunidad adecuada para impresionar a los hombres en varios tiempos y en diversos lugares. [...] “La Biblia fue escrita por hombres inspirados, pero no es la forma del pensamiento y de la expresión de Dios. Es la forma de la humanidad. Dios no está representado como escritor. [...] “La Biblia, perfecta en su sencillez, no responde a las grandes ideas de Dios: pues las ideas infinitas no pueden ser perfectamente incorporadas en los vehículos finitos del pensamiento”. 2 Este principio de encarnación motivó a Pablo en sus empresas mi- sioneras. En 1 Corintios 9:19 al 23, Pablo nos cuenta que se requiere un sacrificio considerable a fin de alcanzar a las personas que difieren de nosotros. © Recursos Escuela Sabática
  • 4. “Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a alguno*”. Elena de White notó: “Las lecciones debían ser dadas a la humanidad en su propio lenguaje”. 3 La gente necesitaba que se le hablara en un lenguaje con el que estuviese familiarizada. El mensaje adventista se está expan- diendo como fuego en el rastrojo en lugares como Nueva Guinea, las Fili- pinas, Kenia y partes del Caribe, porque generalmente expresamos nuestro mensaje en términos que representa exactamente lo que la gente en esas re- giones está buscando. En otros lugares, el mismo mensaje y en los mismos términos no tocaría el corazón de la población. Pablo aplica el principio Los capítulos 17 y 18 del libro de Los Hechos pintan a Pablo adaptando su mensaje de modo de atender a diferentes clases de situaciones. En Tesa- lónica, comenzó su obra en una sinagoga, comenzando con un cuidadoso repaso de lo que enseña el Antiguo Testamento con respecto al Mesías (Hechos 17:2, 3). Cuando su audiencia comprendió los problemas básicos que presenta la Escritura, él entonces compartió la historia de Jesús y la evidencia de que él cumplía los criterios para ser el Mesías. Pero, cuando Pablo fue a Atenas, no fue directamente al Areópago (también conocido como la colina de Marte) y presentó a los filósofos la misma exposición que había brindado en la sinagoga de Tesalónica. En cambio, caminó un poco por la ciudad observando a la gente. Luego, fue al mercado de Atenas y razonó con todo el que estuviera dispuesto (Hechos 17:16, 17, 22, 23). En el proceso, provocó la curiosidad de algunos filóso- fos estoicos y epicúreos, que lo invitaron a hablarles en el Areópago, el lu- gar tradicional para tales discusiones (versículo 18). Cuando Pablo se dirigió a los intelectuales de Atenas, comenzó con ob- servaciones respecto de su ciudad y de sus religiones (versículos 22, 23). Entonces habló de la Creación, un tema que interesaba a él y a ellos (ver- sículos 24-26). En contraste con su enfoque en la sinagoga, Pablo no discu- tió su caso desde las Escrituras, sino desde los escritos que los intelectuales habrían conocido (Hechos 17:27, 28, ambos son ecos y citas de escritores griegos). Era casi como si Pablo estuviera buscando alguna clase de “Anti- © Recursos Escuela Sabática
  • 5. guo Testamento” en el fondo del pensamiento de los atenienses; algunos puntos de contacto que abrieran sus mentes al evangelio. Pero, mientras Pablo pudo alcanzar a algunas personas en Atenas, tuvo que dejar la ciudad antes de que pudiera iniciar una congregación importante allí. Pablo no debió haber quedado satisfecho con los resultados de su en- cuentro con los filósofos de Atenas porque, cuando fue a Corinto, decidió utilizar un enfoque más directo para la mentalidad griega (1 Corintios 1:18- 2:2). No rechazaba la idea de “encontrar a la gente donde estaba”, porque claramente promovió ese acercamiento en la misma carta (1 Corintios 9:19-23). Lo que demostró tanto en Atenas como en Corinto es que encon- trar a la gente donde está no es una ciencia exacta; requiere de constante aprendizaje y ajustes. Pablo no usaba el mismo enfoque en cada ciudad. Era sensible a los tiempos, las culturas y las circunstancias cambiantes. En Tesalónica, Pablo hizo más que solo hablar a los judíos sobre la base de la Escritura. Parece haber actuado algo así como lo hacen los predicado- res callejeros hoy. La cultura greco-romana apoyaba la proliferación de fi- lósofos populares, que procuraban influenciar a las personas y los grupos en lugares públicos. Estos filósofos se daban cuenta de la necesidad de va- riar el mensaje para llegar a diferentes mentes, y la importancia de la inte- gridad tanto del maestro como de su mensaje. Por eso hay muchos parale- los entre estos maestros populares y Pablo, quien, como ellos, viajaba de ciudad en ciudad y trabajaba en los lugares públicos (Hechos 17:17; 19:9, 10). Por supuesto, promover una filosofía era una manera más fácil de ga- narse la vida que trabajar con las manos. Eso significaba que había multi- tudes de “vendedores viajeros”, que trataban de sacar a la gente su dinero. Los antiguos se daban cuenta de la diferencia entre contenidos y enseñan- zas auténticos y el deseo de dinero. En realidad, Dion Crisóstomo, un con- temporáneo de Pablo, de quien se sabe que visitó Tesalónica, escribió las siguientes palabras, que recuerdan notablemente Tesalonicenses 2:3 al 6: “Encontrar a un hombre que, en términos sencillos y sin engaño, dice lo que piensa con franqueza, y no por su reputación o por ganancia, sino de buena voluntad y preocupación por sus conciudadanos y que está listo, si fuera necesario, a someterse al ridículo y al desorden y a la conmoción de la turba. Encontrar a un hombre tal no es fácil, sino más bien la buena for- tuna de una ciudad de mucha suerte; tan grande es la escasez de almas no- bles e independientes, y tal la abundancia de aduladores, de charlatanes y de sofistas. En mi propio caso, por ejemplo, siento que he elegido ese rol, no por mi propio deseo, sino por la voluntad de algún dios. Porque cuando la divina providencia está operando en favor de los hombres, los dioses © Recursos Escuela Sabática
  • 6. proveen, no solo buenos consejeros que no necesitan que se les ruegue, sino también palabras que son apropiadas y beneficiosas para el oyente”. Aunque había algunos maestros honestos, también había mucho cinismo acerca de los oradores itinerantes. Pablo procuraba evitar algo de ese ci- nismo rehusando generalmente aceptar dinero de sus oyentes y, en cambio, hacer trabajo manual duro para sostenerse. Esto, junto con sus sufrimien- tos, demostraba que él realmente creía lo que predicaba y que no estaba comprometido en ello por ganancia personal, como hacían muchos otros. Pablo se acercó a los tesalonicenses, entonces, por medio de una forma fa- miliar para ellos. Y, siendo que esa forma de enfoque podía ser mal inter- pretada, la adaptó para evitar ser confundido con la clase de filósofos que explotaban a la gente. Adaptación del mensaje Además de emplear una forma de comunicación que fuera familiar al promedio de quienes hablaban griego en Tesalónica, Pablo parece haber adaptado el mensaje del evangelio a la situación de Tesalónica. Cuando los romanos tomaron la ciudad unos doscientos años antes, el pueblo común - especialmente las clases trabajadoras- había sufrido mucho. Los trastornos producidos por la guerra y los cambios de gobierno los afectaron más fuer- temente a ellos que a las clases más acomodadas. Y la clase trabajadora su- fría por causa de la explotación que acompaña, en forma inevitable, a la ocupación de un país por otro. Los oficiales romanos exigían porciones de las cosechas, los minerales y otros productos locales, y los enviaban a Ro- ma, para sostener el imperio. A medida que pasaban las décadas, los tesalonicenses llegaron a sentirse más y más frustrados, y sus anhelos de un cambio de situación crecieron. Los cambios políticos parecían estar fuera de las posibilidades, de modo que buscaron un alivio en el ámbito espiritual. Surgió, entre los paganos, un movimiento que los eruditos llaman el culto de Cabirus. Este culto se basaba en un hombre histórico llamado Cabirus, quien habló por los que no tenían derechos civiles, y fue asesinado por sus hermanos. Los seguidores de ese culto lo consideraban como un héroe martirizado, y lo sepultaron con símbolos de la realeza. Las clases inferiores creían que el nacimiento de Cabirus había sido mi- lagroso, y que exhibió poderes milagrosos cuando vivía. También creían que de tiempo en tiempo volvía silenciosamente a la vida, con la intención de ayudar a la gente; y que un día regresaría públicamente, para introducir una nueva era, con justicia para las clases inferiores, y para restaurar a la © Recursos Escuela Sabática
  • 7. ciudad a su antigua independencia y grandeza. El culto de Cabirus propor- cionaba una esperanza para los oprimidos, que recuerda la esperanza bíbli- ca, algo como un “mesianismo pagano”. 4 Las cosas se ponen más interesantes cuando descubrimos que la ado- ración de Cabirus incluía el bautismo, la confesión, y los sacrificios de sangre que conmemoraban su martirio. En palabras que oímos de Pablo, los tesalonicenses hablaban de la “participación en su sangre”, por medio de la cual obtenían alivio de la culpa. En el culto de Cabirus, la distinción de cla- ses era abolida, y todos sus miembros eran tratados como iguales. Los romanos se apropiaron del culto de Cabirus y dejaron un vacío espi- ritual en los corazones de los tesalonicenses; un vacío que solamente Cristo podía realmente llenar. El evangelio proveyó no solo paz interior en el pre- sente, sino también la promesa de un cambio en las realidades económicas y políticas en la segunda venida. En ese tiempo, los últimos llegarían a ser primeros, y los explotadores serían explotados. Todavía sirve hoy En el mundo actual, tanto como en los días de Pablo, hay algunas perso- nas que pueden ser alcanzadas directamente por la predicación bíblica por- que han oído esa predicación desde la niñez y respetan la autoridad de la Biblia. Estas personas son quienes los evangelistas, a menudo, llaman “in- tereses calientes”: personas cuyos corazones ya se han preparado para el mensaje adventista. Otros, como los más pobres en Tesalónica, pudieron no estar familiarizados con la Biblia; no obstante, cuando se les es presentada, la encuentran fascinante porque les habla directamente a sus necesidades y preocupaciones. Podríamos decir que Dios dejó sus huellas en la cultura te- salonicense, que el evangelio podía colmar. Antes de que Pablo llegara a la ciudad, los tesalonicenses estaban prepa- rados exactamente para el contenido y la forma del evangelio, por medio de la cultura que se había desarrollado durante los doscientos años anteriores. Aunque los tesalonicenses no conocían la Biblia, el culto de Cabirus los había preparado como para responder positivamente a Pablo y a sus com- pañeros. Sin embargo, también incitó a las clases superiores de la ciudad a resistir al evangelio e instigar alborotos. Había, también, mucha gente como los atenienses, cuyos corazones se habían abierto por otros medios diferentes a la predicación directa de la Es- critura. Los misioneros y evangelistas que se encuentran en tales situacio- nes necesitan estudiar el ambiente cultural, buscando puntos de contacto © Recursos Escuela Sabática
  • 8. entre ese ambiente y el evangelio. Encontrarse con la gente donde está, ge- neralmente, significa encontrarlos en alguna necesidad sentida, o percibida. Todos necesitan del evangelio, pero la mayoría de la gente no sabe que eso es lo que está anhelando. Sin embargo, saben que desean un mejor matri- monio, un mejor trabajo, una mejor manera de manejar el dinero. Necesitan curación de sus males; quieren aprender a criar hijos responsables; quieren sentir que tienen valor. Los atenienses sentían que necesitaban respuestas a las grandes in- cógnitas de la vida. Los judíos tesalonicenses anhelaban la venida del Me- sías; y los griegos de Tesalónica anhelaban liberación de la opresión de Roma. A menudo, la gente se interesa en el evangelio cuando lo presentan cristianos que muestran un ministerio de preocupación por ellos, lleno de gracia, en un punto de necesidad que ellos sienten. Para el evangelista impaciente, esta clase de trabajo preparatorio podría parecer una pérdida de tiempo. A menudo, dicen: “Usa tu tiempo con la gente que está lista para tomar decisiones por Cristo”. Sin embargo, todo el que está listo para tomar una decisión llegó a esa instancia gracias a un proceso que desarrolló esa preparación. Animar a la gente por medio de ese proceso es tan ciertamente evangelismo auténtico como los llamados a pa- sar al frente y la apelación a las decisiones. Cuando las necesidades que la gente más percibe son atendidas, es probable que descubran que padecen necesidades más profundas, y entonces es cuando están más abiertas al evangelio. A lo largo de todas las Escrituras, Dios es presentado como encon- trándose con la gente donde se encuentra. Los misioneros testifican que Dios estaba presente en la cultura a la cual fueron enviados antes de que ellos llegaran allí. Cuando nos encontramos con la gente donde está, esta- mos caminando en los pasos de Dios. Pablo utilizó este enfoque casi dos mil años atrás, y nosotros también podemos usarlo. Material facilitado por RECURSOS ESCUELA SABATICA © http://ar.groups.yahoo.com/group/Comentarios_EscuelaSabatica http://groups.google.com.ar/group/escuela–sabatica?hl=es Suscríbase para recibir gratuitamente recursos para la Escuela Sabática 1 Elena de White habla acerca de esto en su libro El Deseado de todas las gentes, pp. 23-28. 2 Elena de White, Mensajes selectos (Mountain View, Cal.: Publicaciones Interamericanas, 1966), tomo 1, pp. 22-26. 3 White, El Deseado de todas las gentes (Mountain View, Cal.: Publicaciones Interamericanas, 1955), p. 25. 4 Robert Jewett, The Thessalonian Correspondence: Pauline Rhetoric and Millenarian Piety (Filadelfia: Fortress Press, 1986), p. 132. © Recursos Escuela Sabática