El consumo de refrescos en México es alto, con los mexicanos bebiendo 163 litros por persona al año. Esto contribuye a altas tasas de obesidad y diabetes en el país. Además, muchos niños en la Ciudad de México desayunan con refrescos en lugar de agua o leche, lo que puede afectar negativamente su nutrición y desarrollo. El alto consumo de refrescos también está relacionado con problemas de salud como anemia, gastritis y efectos negativos en los dientes y huesos.