El documento presenta una introducción a la literatura de la Antigüedad Clásica, mencionando a autores como Homero, quien escribió la Ilíada y la Odisea. Luego resume brevemente el primer canto de la Odisea, narrando cómo los dioses deciden en asamblea el regreso de Odiseo a Ítaca después de años de errancia. Finalmente, incluye extractos de otras obras literarias griegas como la Ilíada, Anacreonte y Safo, así como enlaces a páginas web sobre la liter
1. Antigüedad ClásicaLiteratura ii Integrantes: Ibarra Santiago Ignacio ( Sofoy exposición ) Garnica Paola (Creatividad y pegadora del periódico )Osuna Capetillo Anayantzi(Homero) Pacheco Diana (Exposición)Rios Rivas Norma Fernanda (Anacronte)
2. Contextualizaciónhistóricoliteraria La Antigüedad clásica es un término amplio que abarca un largo período en las áreas dominadas por Grecia y Roma; es decir, se identifica con el periodo greco-romano .Durante el período Helénico, el hombre alcanzó en todas las manifestaciones del espíritu, cimas que han quedado como modelos para la cultura europea.La invasión de los dorios durante el siglo XII antes de J.C. puso fin a la civilización micénica e inició un nuevo período de la historia de Grecia. Sin embargo, el recuerdo de aquella época se ha conservado en los dos grandes poemas de Homero (siglo LX a. de J.C.), la Ilíada que narra la guerra de Troya, y la Odisea, entre otros autores mas que veremos.
3. la ODISEA canto 1. LOS DIOSES DECIDEN EN ASAMBLEA. EL RETORNO DE ODISEO Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos, que anduvo errante muy mucho después de Troya sagrada asolar; vió muchas ciudades de hombres y conoció su talante, y dolores sufrió sin cuento en el mar tratando de asegurar la vida y el retorno de sus compañeros. Mas no consiguió salvarlos, con mucho quererlo, pues de su propia insensatez sucumbieron víctimas, ¡locas! de Hiperión Helios las vacas comieron, y en tal punto acabó para ellos el día del retorno. Diosa, hija de Zeus, también a nosotros, cuéntanos algún pasaje de estos sucesos. Ello es que todos los demás, cuantos habían escapado a la amarga muerte, estaban en casa, dejando atrás la guerra y el mar. Sólo él estaba privado de regreso y esposa, y lo retenía en su cóncava cueva la ninfa Calipso, divina entre las diosas, deseando que fuera su esposo. Y el caso es que cuando transcurrieron los años y le llegó aquel en el que los dioses habían hilado que regresara a su casa de Itaca, ni siquiera entonces estuvo libre de pruebas; ni cuando estuvo ya con los suyos. Todos los dioses se compadecían de él excepto Poseidón, quién se mantuvo siempre rencoroso con el divino Odiseo hasta que llegó a su tierra. Autor: HOMERO
4. 2) La ILIADA canto 1 1 Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles; cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves —cumplíase la voluntad de Zeus—desde que se separaron disputando el Atrida, rey de hombres, y el divino Aquiles. 8 ¿Cuál de los dioses promovió entre ellos la contienda para que pelearan? El hijo de Zeus y de Leto. Airado con el rey, suscitó en el ejército maligna peste y los hombres perecían por el ultraje que el Atrida infiriera al sacerdote Crises. Este, deseando redimir a su hija, habíase presentado en las veleras naves aqueas con un inmenso rescate y las ínfulas del flechador Apolo que pendían de áureo cetro, en la mano; y a todos los aqueos, y particularmente a los dos Atridas, caudillos de pueblos, así les suplicaba: 17 —¡Atridas y demás aqueos de hermosas grebas! Los dioses, que poseen olímpicos palacios, os permitan destruir la ciudad de Príamo y regresar felizmente a la patria. Poned en libertad a mi hija y recibid el rescate, venerando al hijo de Zeus, al flechador Apolo. 22 Todos los aqueos aprobaron a voces que se respetase al sacerdote y se admitiera el espléndido rescate: mas el AtridaAgamemnón, a quien no plugo el acuerdo, le mandó enhoramala con amenazador lenguaje: 26 —Que yo no te encuentre, anciano, cerca de las cóncavas naves, ya porque demores tu partida, ya porque vuelvas luego; pues quizás no te valgan el cetro y las ínfulas del dios. A aquélla no la soltaré; antes le sobrevendrá la vejez en mi casa, en Argos, lejos de su patria, trabajando en el telar y compartiendo mi lecho. Pero vete; no me irrites, para que puedas irte sano y salvo.
5. Autor: ANACRONTE ¿A qué me instruyes en las reglas de la retórica?Al fin y al cabo, ¿a qué tantos discursosque en nada me aprovechan?Será mejor que enseñes a saborearel néctar de Dionisiosy a hacer que la más bella de las diosasaun me haga digno de sus encantos.La nieve ha hecho en mi cabeza su corona;muchacho, dame agua y vino que el alma me adormezcanpues el tiempo que me queda por vivires breve, demasiado breve.Pronto me habrás de enterrary los muertos no beben, no aman, no desean.
6. autor: Safode MItilene Himno en honor a AfroditaOh, tú en cien tronos Afrodita reina,Hija de Zeus, inmortal, dolosa:No me acongojes con pesar y tedioRuégote, Cripria!Antes acude como en otros días,Mi voz oyendo y mi encendido ruego;Por mi dejaste la del padre JoveAlta morada.El áureo carro que veloces llevanLindos gorriones, sacudiendo el ala,Al negro suelo, desde el éter puroRaudo bajaba.Y tú ¡Oh, dichosa! en tu inmortal semblanteTe sonreías: ¿Para qué me llamas?¿Cuál es tu anhelo? ¿Qué padeces hora?-me preguntabas-¿Arde de nuevo el corazón inquieto?¿A quién pretendes enredar en suaveLazo de amores? ¿Quién tu red evita,Mísera Safo?Que si te huye, tornará a tus brazos,Y más propicio ofreceráte dones,Y cuando esquives el ardiente beso,Querrá besarte.Ven, pues, ¡Oh diosa! y mis anhelos cumple,Liberta el alma de su dura pena;Cual protectora, en la batalla lidiaSiempre a mi lado.
7. ANTIGONASófocles(496-406 a.C.) Estrofa:Amor, invencible en las batallas,que te abalanzas sobre nuestros animalesy que pernoctas en las delicadas mejillas de las doncellas.Amor que frecuentas los caminos del mary que habitas en las agrestes moradas.Nadie, ni entre los dioses ni entre los efímeros mortaleses capaz de rehuirte, y el que te posee enloquece.
8. II De la dulce vida, me queda poca cosa;esto me hace llorar a menudo porque temo al Tártaro;bajar hasta los abismos del Hades,es sobrecogedor y doloroso,aparte de que indefectiblementeya no vuelve a subir quien allí desciende.