No hay instancias para controlar a las multinacionales
1. “No hay instancias para controlar a las multinacionales”
28/01/13 Por Berta Del Río
Entrevista a Erika González y Pedro Ramiro (OMAL) en La
Marea
Desde 2003, Telefónica, Santander, Endesa y muchas otras empresas
saben que tienen tras ellas la lupa de los investigadores
del Observatorio de Multinacionales América Latina (OMAL). Ante un
mapa colombiano de puntos de extracción de recursos y zonas de
comunidades indígenas, nos reciben los investigadores Erika González
y Pedro Ramiro en su despacho de la Gran Vía de Madrid, igual que lo
han hecho con algunos representantes de las más influyentes
empresas españolas. A ellas, en cambio, les han dejado su clara su
postura; no se dialoga si no es en un debate público, algo que las
empresas raramente han aceptado.
¿Se está preparando Europa para la vuelta de la pobreza?
Pedro Ramiro: El último año se está acelerando el cambio de
discurso de la lucha contra la pobreza. Es una evidencia que el
discurso de la lucha contra la pobreza está dejando de ser exclusivo
de los países del sur. La pobreza en Europa vuelve a ser una realidad.
De hecho, está empezando a tener más peso la pobreza “de aquí”,
que la “de allí”. Está calando como justificación para acabar con la
cooperación, pues se repite el argumento de que “ya tenemos
bastante con los pobres de aquí”. Todavía no estamos en las mismas
condiciones que tras las medidas de ajuste estructural que se dieron
2. allí, pero vamos de camino a ello. Por eso algunas empresas ya están
trasladando aquí modelos de negocio de América Latina.
Como por ejemplo…
PR: Las monodosis de Unilever. No puedes pagar 1 litro, pero sí 5
envases pequeños. El objetivo es conseguir que la gente más pobre
pueda seguir consumiendo estos productos.
¿Evidencia este ejemplo un cambio de estrategia de las
transnacionales para adaptarse a la crisis?
PR: La rueda del capitalismo exige un crecimiento continuado para
que no caiga la máquina y, en el caso de Latinoamérica, por ejemplo,
ya no es suficiente con las élites que se incorporaron al mercado al
principio. Les es necesario extender los nichos de mercado y abrirse a
los que antes no les resultaban rentables porque han agotado las
clases altas y medias altas. Se ve muy bien en el caso de los bancos:
en América Latina el 60% de la población no domicilia su nómina, a
partir de una serie de programas de responsabilidad social como los
del BBVA, de negocios inclusivos y de microcréditos la idea es que
toda esta gente pase a ser clientes a medio plazo. Y luego hay toda
una argumentación de que eso es positivo para el desarrollo. Pues
bien, todo eso se repite en el sector de las comunicaciones, de la
electricidad, en el agua…
¿Pero las empresas transnacionales no producen beneficios
sociales, por ejemplo, al crear empleo?
Erika González: Eso es algo que nosotros también contra-
argumentamos, si es cierto o no que la internacionalización de las
empresas produce beneficios, tanto en el lugar donde van, como del
que proceden. Muchas de las multinacionales españolas que están en
los países del sur pertenecen al sector servicios y no van a crear una
nueva empresa, sino a comprar una existente a buen precio. Para
recuperar rápidamente la inversión recurren a la reducción de costes,
generalmente laborales a través de la subcontratación en estos
países. Así, Telefónica en 2010 recortó un 20% su plantilla española a
la vez que marcaba un récord de beneficio de cerca de 10.000
millones de euros. Conclusión: la obtención de enormes beneficios no
repercute en el empleo en el estado español, sino todo lo contrario.
PR: El empleo se debe medir en calidad y cantidad del mismo. Cada
vez que Telefónica alardea de la gran cantidad de trabajadores que
tiene deberíamos comparar con el número que tenía hace 10 años. Y
hay que tener en cuenta también la calidad, es decir, ahora los
trabajadores son subcontratados, externalizados, con cada vez menos
3. sueldo, más horario y sin derechos sindicales. No se puede concluir
que el balance es positivo para los trabajadores.
Si no repercute en el país en el que opera, ni del que procede,
¿adónde va el dinero?
PR: Al bolsillo del accionista y los grandes ejecutivos. En 2010, con
ese récord histórico, el 70% de los beneficios fue en dividendos a los
accionistas. Eso sin contar los sueldos millonarios de sus directivos,
como el de su presidente, que se calcula ronda los 10 millones de
euros anuales. Todo el rato tratamos de desmantelar el mito de
“nuestras empresas” por el mundo, esas empresas son propiedad de
sus accionistas y les rinden beneficio a ellos, a sus grandes ejecutivos
y a los políticos que las favorecen y que luego forman parte del
entramado de puertas giratorias del que beneficiarse.
En un fragmento del documental The Corporation, aparece
Michael Moore, que tras hablar con el dueño de Nike explica
que era obvio que éste no había estado nunca en sus fábricas.
¿Son conscientes los directivos de lo que hacen sus empresas?
PR: En The Corporation se ve muy bien con el propietario de Shell,
cuando los activistas acaban tomando té en el jardín con él y su
mujer. Como dice Noam Chomsky, “analizar una corporación es como
analizar al propietario de un esclavo, tienes que distinguir entre la
institución (la esclavitud) y el individuo.” Aún así, empresa como tal
no es sino las personas que la dirigen, más que los que trabajan en
ella. No tengo ninguna duda de que grandes accionistas saben los
efectos que tienen en el planeta sus empresas.
¿Pero estas personas y sus corporaciones tienen margen de
maniobra dentro del capitalismo?
EG: El margen es muy limitado, más allá de algún tipo de medida
muy concreta que pueda dar un beneficio local temporal. El propio
sistema no permite hacer cambio estructural alguno.
¿Por qué?
EG: La máxima del capitalismo es el máximo beneficio en el menor
plazo posible. Además, los accionistas exigen una retribución de
mínimo dos dígitos año tras año. La manera de conseguir ese
beneficio no puede ser a través del respeto de los derechos
ambientales, de los derechos humanos, laborales… porque esto
conlleva un coste y un límite del beneficio privado. En una lógica
“para que no me coman, yo tengo que comerme al de al lado”, es
imposible que una multinacional intente ser “de las buenas.”
4. Son las propias empresas las que se obligan a tener esa
actitud…
PR: Claro. Repsol está haciendo todo tipo de artificios contables para
mantener sus indicadores de crecimiento y sus beneficios ahora que
no tiene YPF porque si no pasado mañana, que presumiblemente es
lo que pasará, será absorbida por una empresa china o rusa.
Entonces, ¿cómo y quién puede frenar esto?
PR: Sin un cambio en la filosofía del modelo económico es imposible
salir de ahí.
¿Y quién las vigila?
PR: Nadie. No hay instancias nacionales e internacionales creadas
para controlar empresas.
¿No hay interés?
PR: Hay interés en que no las haya. No hay interés en controlar a las
empresas a nivel internacional. En los años 70 en Naciones Unidas se
quiso crear un centro internacional de seguimiento para las empresas
transnacionales y hacer una normativa internacional o al menos un
código, igual que hay sobre los derechos humanos. No fue posible
porque los grandes lobbies empresariales y los grandes gobiernos de
los países del centro se opusieron a ello. Al final lo que ha primado es
la responsabilidad social corporativa y los códigos de buena conducta:
papel mojado a nivel legal.
¿Y cómo reaccionan los pueblos a esta falta de vigilancia?
PR: Hay países como Bolivia que históricamente tienen una tradición
de lucha social, conquistas, nacionalizaciones y expulsión de las
oligarquías capitalistas. Aquí, en cambio seguimos teniendo la cultura
de la transición, del pacto y del consenso, sobre todo de no disputarle
a las clases altas sus privilegios. No tenemos ejemplos de lucha social
que nos digan cómo tenemos que reivindicar las cosas. Estamos
buscando en ese tipo de conquistas y referentes que puedan ser un
ejemplo de adonde queremos ir.
¿Qué países están cambiando las reglas del juego para las
trasnacionales?
PR: Aunque no son el ejemplo a seguir en muchos aspectos, países
como Bolivia, Venezuela y Ecuador están cambiando las condiciones
de fiscalidad a lasmultinacionales, que es un muy buen primer paso.
Pero a medio plazo hay una discusión a abordar sobre el modelo de
5. desarrollo. Si no se disputa la pelea de la propiedad de los medios de
producción y éstos siguen estando en manos de las oligarquías
nacionales o élites transnacionales no va a haber un cambio en las
relaciones de poder.
¿Se acelerará todo cuando el planeta diga ‘basta’?
EG: Está mal vista la palabra decrecimiento, y más ahora que
estamos haciéndolo a la fuerza, pero muchos ecologistas nos están
avisando de que vamos a tener que decrecer, bien sea por las malas
(con desastres para todos y riqueza para algunos), o planteándonos
otro modelo de redistribución que impida eso y en el que el
decrecimiento sea justo socialmente. Porque lo que ya es obvio es
que esta situación de colapso ambiental va a llegar sí o sí.
Nuevas ideas están surgiendo en el plano teórico. La Economía
del Bien Común de Christian Felber propone, por ejemplo, que
se “premie” con mejores condiciones fiscales a las empresas
que sean respetuosas con sus trabajadores y el entorno.
¿Sería un buen comienzo para construir un nuevo modelo?
PR: La realidad es que no se puede, hay todo un entramado legal de
tratados de libre comercio y bilaterales y acuerdos de la Organización
Mundial del Comercio y el Fondo Monetario Internacional que impiden
que un país pueda poner incentivos fiscales a las empresas que traten
bien a sus trabajadores y respeten los derechos fundamentales.
¿Qué podemos hacer ante esto?
PR: Como pasos prioritarios, abrir un debate público y reapropiarse
de los sectores privatizados mediante la nacionalización y, una vez
sea público, decidir cuál es el sujeto de decisión. ¿Público o común?
EG: Hay un montón de líneas que se pueden abordar, por ejemplo, la
línea de la auditoría de la deuda ilegítima. El movimiento de protesta
contra la privatización de la sanidad y la educación en el Estado
español es también una lucha por otro modelo y porque no
incremente el poder de las transnacionales aumentando su negocio
sobre bienes y servicios básicos para la población. Las cooperativas
de consumo, fuera de la lógica de la mercantilización, son otra vía.
Todas esas propuestas, ensayos y experimentos son muy válidas
para ir caminando hacia otros modelos, sobre todo si se dan en un
contexto de gran movilización social. No hay una receta única.
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Entrevista realizada por Berta Del Río .
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