Colombia, el eslabón geoestratégico de Estados Unidos sumido en el criminal fin de la acumulación por desposesión.
Revelador libro de Renán Vega Cantor y Felipe Martín Novoa
Colombia, el eslabón geoestratégico de Estados Unidos y el imperialismo contemporáneo
1. Colombia, el eslabón geoestratégico de Estados Unidos sumido
en el criminal fin de la acumulación por desposesión
REVELADOR LIBRO DE RENÁN VEGA CANTOR Y FELIPE
MARTÍN NOVOA
ACUMULACIÓN POR DESPOSESIÓN
El Cronicón Virtual
"Colombia y el imperialismo contemporáneo", es el título del nuevo
libro del historiador, catedrático e investigador social Renán Vega
Cantor en coautoría con el antropólogo Felipe Martín Novoa, el cual
fue presentado el pasado 2 de mayo en el marco de la Feria
Internacional del Libro de Bogotá. En forma rigurosa los autores
explican la realidad de Colombia y América Latina en la geopolítica
imperialista norteamericana, detallando como este país andino se ha
consolidado como el portaaviones terrestre del Pentágono y su
Comando Sur.
El libro trae datos reveladores como por ejemplo que
simultáneamente a la suscripción del leonino Tratado de Libre
Comercio entre Estados Unidos y Colombia, va aparejada la
estrategia de Washington de convertir el territorio colombiano en uno
de los epicentros de la guerra de "cuarta generación" que el
2. imperialismo libra contra la República Bolivariana de Venezuela, así
como en el alfil para la consolidación de la Alianza del Pacífico, "un
verdadero caballo de troya con la clara intención de dinamitar el
ALBA, Mercosur y UNASUR".
Colombia, afirman en su bien documentado trabajo bibliográfico Vega
Cantor y Martín Novoa, es la actualidad "un laboratorio de
experimentación en el que se entrecruzan las viejas y nuevas formas
de dominación imperialista, en donde se entrelazan los intereses de
los Estados capitalistas centrales -a la cabeza de los cuales se
encuentran los Estados Unidos-, y sus aparatos militares con los del
capital financiero y las empresas multinacionales". Es lo que en
palabras del geógrafo británico inglés David Harvey se traduce como
"acumulación por desposesión", para lo cual se recurre a cualquier
medio con el delictivo fin de asaltar, explotar y diezmar pueblos y
obtener así el botín.
Por ello no es gratuito, como lo revela el libro, que en Colombia se
encuentren en pleno funcionamiento 15 bases militares
norteamericanas, "aunque oficialmente se hable de siete" en el
acuerdo suscrito en octubre de 2009, que si bien declaró inexequible
la Corte Constitucional, funcionan de facto.
Los autores de este importante trabajo investigativo demuestran
hasta la saciedad que, definitivamente, Colombia desde comienzos de
la década de los 90 se convirtió en la estructura militar
norteamericana para monitorear y controlar buena parta de
Latinoamérica, y a la vez en la plataforma de la especulación del
capital financiero transnacional. Por ello es que los gobernantes
colombianos ya no son líderes políticos sino que juegan el rol de
gerentes para favorecer los intereses de las multinacionales que
buscan arrasar con el territorio y sus recursos naturales sin importar
la suerte de millones de colombianos cuyo destino está en el
desplazamiento, el rebusque y la delincuencia común.
EL PEÓN DE BREGA DE LOS ESTADOS UNIDOS
Apartes de la presentación del libro Colombia y el imperialismo
norteamericano son los siguientes:
En los últimos años se acuñó la denominación del Israel de
Sudamérica para referirse al papel que el Estado colombiano viene
desempeñando como peón de brega de los Estados Unidos en su
tradicional "patio trasero", como todavía los voceros más francos del
imperialismo del norte se refieren a los territorios que se encuentran
al sur del Río Bravo. Dicho apelativo no es exagerado, si se tiene en
cuenta que el Estado y las clases dominantes de Colombia han dado
muestras de una vergonzosa sumisión ante sus amos de Washington,
3. como se ha rubricado con numerosos hechos en la última década,
entre los cuales pueden recordarse los más notables por su grado de
abyección: la aprobación y puesta en marcha del Plan Colombia -una
estrategia contrainsurgente que financia y dirige en forma directa el
Pentágono-; la adopción incondicional de la "guerra contra el
terrorismo" de George Bush por parte del uribismo y del santismo; el
crecimiento y rearme de las Fuerzas Armadas del país, hasta el punto
que son unas de las más grandes y peligrosas del continente; el
ataque artero al Ecuador, donde fueron asesinadas veintiséis
personas el primer día de marzo de 2008, en una maniobra en la que
participaron Israel y los Estados Unidos; la aprobación de leoninos
Tratados de Libre Comercio, siendo el más publicitado el que se firmó
con el gobierno de Barack Obama; la implantación en nuestro
territorio de unas quince bases militares de los Estados Unidos -
aunque oficialmente se hable de siete en el "acuerdo militar" de
octubre de 2009-; la conversión de este país en una de los epicentros
de la guerra de "cuarta generación" que el imperialismo libra contra
la República Bolivariana de Venezuela; el saboteo permanente por
parte del régimen a cualquier proyecto de integración autónomo e
independiente que se intente poner en marcha en Latinoamérica,
como se ratifica con la formación de la "Alianza del Pacífico", un
verdadero caballo de Troya imperial, con la clara intención de
dinamitar el ALBA, Mercosur y UNASUR.
Todos estos hechos que la propaganda oficial en los medios de
comunicación y en la mayor parte de la academia suelen presentar
como asuntos irreversibles que dicta la manida "globalización" -una
supuesta nueva época que nos beneficiaría a todos por igual y una
noción que se emplea en forma abusiva cuando no se puede o no se
quiere explicar algún fenómeno social- son una demostración
palpable de que el imperialismo existe, aunque el concepto haya sido
desterrado del ámbito de las ciencias sociales. Y, en ese sentido,
Colombia es un laboratorio de experimentación, en el que se
entrecruzan las viejas y nuevas formas de dominación imperialista,
en donde se entrelazan los intereses de los Estados capitalistas
centrales -a la cabeza de los cuales se encuentran los Estados
Unidos-, y sus aparatos militares con los del capital financiero y las
empresas multinacionales. En esas circunstancias, el ejemplo de
Colombia indica la importancia de retomar la categoría de
imperialismo como una imprescindible forma de análisis histórico y
social, para desentrañar los mecanismos de expansión del capitalismo
en la actualidad.
En Colombia y América Latina el imperialismo contemporáneo
impulsa procesos de recolonización, que se inscriben en la órbita de
la acumulación por desposesión, a la que el geógrafo marxista David
Harvey considera como una característica central de lo que él
denomina Nuevo Imperialismo. Entre los mecanismos de esa
4. acumulación por desposesión vale destacar la mercantilización de
todos los bienes comunes, entre ellos el agua, la biodiversidad, los
bosques y los saberes ancestrales de los pueblos indígenas, lo que
está ligado al renacer de la extracción minera y el resurgir de las
economías primarias de tipo exportador, lo cual a su vez se articula
con la desindustrialización, el despojo territorial, la expropiación de
indígenas, afros y campesinos, y la militarización de la vida cotidiana.
Todo esto, además, asegura el flujo de materia y energía hacia los
centros imperialistas, con el fin de mantener la acumulación de
capital, que perpetué sus niveles de producción y consumo.
Mayo de 2014.
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