Emilio albi público y privado. un acuerdo necesario.
Traducción james buchanan
1. Control de Lectura Daniel Ángel García Bautista
(b). Buchanan J, The Relat ed but disntict "Sciences" of Economics and Political Economy, Publicada en
Ed i t a d o por Jose Casas Pardo y Segundo Bru Parra. Vnivers it at de Valéncia.1988.87-97
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LO RELACIONADO, PERO DIFERENCIADO DE LAS CIENCIAS DE LA
ECONOMÍA Y DE LA POLÍTICA ECONÓMICA
INTRODUCCIÓN
“Ciencia”, en un sentido estrechamente definido que es descriptivo de las
disciplinas “ciencias duras”, es explícitamente positiva.
Ciencia es acerca del ser, “es”, o del conjetural de “es”, no del “debería”,
la ciencia es valuada debido a que es precursora hacia su utilidad en
control.
“Conoce la verdad y la verdad te hará productivo”, este lema implícito ha
servido a la ciencia bien y especialmente lo ha hecho hasta la aparición
de horribles preguntas morales surgidas en el la mitad y años finales del
siglo XX. El conocimiento de como el universo físico opera ha permitido al
hombre a asumir el incremento del control sobre los “procesos naturales”
que el observa acerca de él mismo.
Y, otra vez exceptuando los nuevos problemas morales de estos tiempos, este
control, hizo posible la aplicación de la ciencia, ha sido largamente
unidireccional en efecto. Ha sido dramáticamente mejorada por el mucho
hacer del hombre.
El hombre es del mundo y sus actividades son “procesos naturales”. ¿Es
entonces que el que siga aumentando el conocimiento sobre un hombre y
sus actividades, tiene su lugar apropiado en la ciencia? ¿Y deberíamos de
no esperar que semejante avance haga ceder resultados comparables a
aquellos demostrados para haber emergido de otros aspectos de desarrollo
científico general? ¿Por qué debería existir una categoría diferencial ente
la “ciencia del hombre” y la ciencia de cualquier otra cosa?
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Estas preguntas apuntan a respuestas unidireccionales si el propósito
normativo de la ciencia es olvidado. ¿Pueden las ciencias del hombre ser
hechas para corresponder con las ciencias que no son del hombre en este
respecto?
ROBINSON CRUSOE COMO CIENTÍFICO POSITIVISTA
Consideren a Robinson Crusoe solo en su isla. En un sentido, mucho de su
comportamiento puede interpretarse como el de un científico positivista
que hace y prueba hipótesis. “Este grano rojo me hace mal; este azul me
hace bien. Los peces están en la laguna del este, los tiburones en la del
oeste”. Crusoe esta probando hipótesis acerca de su propio cuerpo y
temperamento, así como acerca de los elementos externos de su nuevo
entorno. Su nivel de vivencia mejora, por su propio cálculo, en el momento
en que aplica su conocimiento nuevo adquirido, así como controla su
entorno, y a sí mismo, en la luz de este conocimiento.
Ahora cambiemos a la situación de Crusoe en el momento en que Friday
esta en la isla. Friday ahora es parte del ambiente natural de Crusoe, y
Crusoe tendrá un incentivo para adquirir conocimiento acerca de esta
situación así como cualquiera. El hará, por lo tanto, continuar
comportándose como un científico positivista. Avanzará y probará
hipótesis, así como lo hará, el conocimiento lo obtendrá; así como aplicado,
este conocimiento permitirá a Crusoe controlar el comportamiento de
Friday. En el momento que haga esto, Crusoe tendrá que mejorar su propio
bienestar, en sus propios términos. Para ilustrar esto, supongamos lo
siguiente: Crusoe descubre que Friday es extremadamente supersticioso
acerca de las serpientes, incluso se extiende al temor de las imágenes de
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serpientes; habiendo descubierto esto, que es genuinamente científico en
todo sentido, Crusoe puede, tal vez por medio del dibujo de imágenes en la
arena, modificar el comportamiento de Friday en maneras que le sean
deseables para Crusoe.
La historia hasta este punto rechaza la habilidad de Friday para
comportarse como un científico positivista, sin embargo, los dos son
científicos positivistas, Crusoe y Friday, están descubriendo aspectos de su
entorno, y están controlando este entorno a través de la aplicación de sus
descubrimientos científicos, cada uno para el mejoramiento de su nivel de
vida, así como ellos mismos lo evalúan. Crusoe esta explotando la
superstición de Friday y este explota lo que aprende acerca de Crusoe. Cada
persona individual esta mejor de lo que estaría en caso de no tener el
conocimiento científico que ha descubierto.
AÑADIENDO…
La moral de nuestra historia ilustrativa de Crusoe-Friday debe ser clara.
Cada persona, actuando como científico positivista y aplicando sus
descubrimientos para sus propios propósitos, encuentra gratificante dicha
actividad. Pero, debido a que no hay bases a priori para clamar que la
ciencia, así practicada en el estudio ilustrativo, mejora el bienestar del
grupo de dos personas. El soporte normativo para que la “ciencia”, como
actividad que parece tan evidente en ambos casos (introducción y caso
Crusoe), parece ahora cuestionable cuando se aplica el control y el control
para propósitos privados individualizados no necesitan llegar a beneficios
mutuos.
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El problema que Crusoe y Friday confrontan en vivir juntos no es científico
en el sentido estándar, y no importa que tan rápido los avances en el
conocimiento científico por una o ambas personas, el problema se
mantendrá en el ajuste mutuo. No hay realidad “allí afuera” para ser
descubierta que sea de ayuda en el cumplimiento del ajuste mutuo, cada
persona puede llegar a conocer las propiedades de todos los elementos de
entorno natural, y cada persona puede modelar el comportamiento del otro
con precisión razonable en una variedad de situaciones interactivas. En
la medida que Crusoe (Friday) descubre a Friday (Crusoe) que actuará en
ciertas formas en respuesta al incremento o decremento de provisiones de
bienes, cada persona puede usar algo que conocemos como la “ciencia
económica” en hacer predicciones acerca del comportamiento del otro. Pero
siempre y cuando cada persona actúa independientemente, el escenario
seguirá siendo uno de un juego no cooperativo. En dicho juego, la ciencia
puede, a lo mejor, indicar a los jugadores algo sobre selección de estrategia
óptima. Sugerimos que una sociedad de muchas personas es simplemente
el escenario de Crusoe-Friday con complicaciones.
LA IMAGINACIÓN, LA EVALUACIÓN DE INSTITUCIONES ALTERNATIVAS:
LA CIENCIA DE LA POLÍTICA ECONÓMICA
Supongamos, sin embargo, que Crusoe (o Friday) imagina (o sueña) un
mundo diferente, en el cual el y Friday (o Crusoe) permanecen solos en la
isla, pero uno en el cual la interacción entre dos personas se vuelve
cooperativa.
Pero ¿qué escenarios imaginativos son factibles dignos de consideración?,
Crusoe podría, por supuesto, imaginarse a si mismo y a Friday que sean
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criaturas totalmente diferentes, pero él podría contar con que tales
pensamientos podrían reflejar vanos sueños. Dentro de la esfera de
escenarios factibles en los cuales ambas personas permanezcan como
especímenes reconocibles de lo que son observados, Crusoe (o Friday)
pueden todavía imaginar “posibles” alternativas, para introducir un
término útil de G. L. S. Shackle (economista inglés post-keynesiano, crítico
de la decisión racional) en esta esfera. Un mundo en el que cada persona
se abstiene de la explotación de la vulnerabilidad conocida de otra
persona podría ser un mejor mundo para ambas personas. En su
imaginación de la interacción de esta alternativa, requiere participar en
la ciencia de una especie categóricamente diferente de la que describe su
búsqueda de verdades acerca de las cualidades comestibles de granos o las
supersticiones de Friday.
Lo que es requerido aquí es alguna imaginación del comportamiento de
otras personas que es categóricamente diferente de la sencilla reacción
patrón, que podría consistir simplemente en un conjunto de respuestas
predecibles para cambios en el entorno. Crusoe, actuando como un
científico positivista en el sentido más simplista, y subsecuentemente
actuando con el conocimiento obtenido, puede desarrollar un conjunto de
predicciones acerca de las reacciones de Friday hacia estímulos externos
(Friday puede por supuesto hacer lo mismo que Crusoe). Este conjunto de
predicciones no serán, sin embargo, de asistencia directa en la imaginación
de la interacción que sigue de un “brinco lejos de la anarquía”, a cambiar
del equilibrio de ajuste independiente a “un movimiento fuera del
dilema”. Crusoe (o Friday) deben imaginar a una persona que es, en cierto
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sentido, moralmente equivalente a si mismo con el fin de examinar las
perspectivas de los beneficios mutuos. Además, él debe modelar las
predichas propiedades trabajadas del escenario interactivo dentro del cual
cada parte se comporta dentro de los límites de reglas acordadas de
conducta. La “ciencia de la política económica” describe este proceso de
evaluación institucional.
Una interacción con un animal nunca podría proporcionar las bases para
dicha construcción imaginativa. La diferencia entre un humano y un
animal cuando interactúan fue acotada sensitivamente por Adam Smith
en un pasaje el cual varios economistas han rechazado mucho. Smith
presento los recursos del progreso humano rectamente en la propensión “ha
transportar, al trueque y al intercambio de una cosa por otra”, y el
específicamente declaró que nadie ha visto a “un perro hacer un
intercambio justo y deliberado de un hueso por otro con algún otro perro”.
AUTO-BÚSQUEDA DENTRO DE LOS LÍMITES
Es esencial el entender el significado preciso del término “moralmente
equivalente” en la anterior discusión. Crusoe no necesita imaginarse a
Friday como ser “moral” en el sentido ordinario del término; el no necesita
proyectar o modelar a Friday como una persona benevolente, una de las
cuales los intereses de Crusoe importen tan bien como sus propios, incluso
en el menor grado. Eso es decir, que Friday no necesita requerir que
“quiera” a Crusoe y viceversa, en la interacción potencialmente productiva
que garantice mutuamente una ventaja. Friday podría ser modelado como
una persona autónoma que se auto-busca, pero una de la cual su
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comportamiento predecible es restringido voluntariamente dentro de los
límites de los beneficios mutuos.
La contribución central de la filosofía moral del siglo XVIII fue que dichos
límites pueden ser trazados, de ambas realidades conceptual e
institucional. Sin semejante reconocimiento no hay escape de la actitud de
que el hombre debe ser “regido”, tanto como él se mantenga inmune de la
aceptación total de los preceptos morales de la iglesia. “Hombre libre”, como
una idea filosófica legitima, emergió solamente cuando fue reconocido que
los limites del comportamiento eran mínimos, en el sentido de que ellos
quedarían cortos de algunos niveles de “perfección ética” o del “amor
universal”. Para los filósofos medievales, el hombre no podía ser libre
porque no podía obtener una santidad.
Para los economistas modernos la rueda se ha vuelto un círculo completo.
Muchos de ellos modelaban al hombre como un maximizador de riqueza
neta en todos los aspectos de su comportamiento. Fallan en ver al hombre
como libre, en cualquier sentido de significado normativo, a menos que
sea restringido dentro de los límites de la ventaja mutua. El hombre
desencadenado es un animal; este es un simple y elemental hecho que debe
ser conocido por todos nosotros. Y, como se discutió anteriormente, si los
animales inteligentes pueden ser habilidosos en el uso de la llamada
“ciencia económica”, hasta y a menos que conozcan la relevancia
normativa de la imposición de límites del comportamiento, no pueden
actuar como “economistas políticos”. “Ciencia económica”, definida y
usada análogamente en las ciencias duras, requiere de que algunas
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personas sean parte de la masa, sujetos de manipulación y control de parte
de otros.
Más específicamente declarado, la contribución del siglo XVIII fue la
construcción del puente entre el homo economicus por una parte y “el
bienestar social” y “grupos de interés” del otro. Mandeville, Hume y Smith
no inventaron la noción de la auto-búsqueda, hombre autónomo. Tal
persona ha estado presente durante siglos, y ella enfáticamente ha sido
traída a la conciencia filosófica de Thomas Hobbes en el siglo XVII.
Mediante la construcción de las percepciones contractuales Hobbesianas, y
por la postulación de la posible existencia de la soberanía limitada
articulada por John Locke, los filósofos del siglo XVIII demostraron que,
dentro de tales límites del comportamiento, la motivación del interés
propio de parte de los individuos podría promover el bienestar de la
totalidad de una comunidad de personas.
Para regresar una vez más a la ilustración de Crusoe-Friday, y para
concentrar solamente los cálculos de una parte, Crusoe, podemos ver que él
debe imaginar como ambas partes deben interactuar en un escenario de
limitaciones o restricciones, donde cada parte es motivada por el interés
propio pero donde el ejercicio de este interés esta propiamente restringido
por alguna adherencia a la mutua aceptación de la ley, que podría ser
propiamente derivada moralmente, impuesta del exterior, evolucionada
como costumbre, o contractualmente establecida. Esta “imaginación” de tal
“economía” de personas con auto-búsqueda que toman sus decisiones
dentro de un sistema de leyes se vuelve una construcción “científica”, pero
es una que es categóricamente distinta de aquella donde sin rodeos modela
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a las personas como animales y la cual encarna ningún límite del
comportamiento maximizador.
CIENCIAS DE LA ECONOMÍA Y DE LA POLITÍCA ECONÓMICA
Hay dos diferentes usos o aplicaciones para el ejercicio de la imaginación
científica en relación con la interacción del comportamiento de personas
dentro de una economía bajo la ley. Postulando la auto-búsqueda en el
comportamiento de otras personas, dentro de los límites legales, el
individuo, actuando como “científico”, puede hacer y probar predicciones
acerca de su comportamiento, y estas predicciones pueden resultar útiles
ya sea para su propio bien, o para mejorar el bienestar del científico o
para aquellos donde actúa como agente. La predictiva “ciencia de la
economía” es positivamente valiosa para agentes del gobierno, firmas de
negocios, e individuos privados. Personas que pueden “jugar mejores juegos”
si es que pueden predecir las estrategias de sus oponentes de manera mas
precisa.
Pero ahí yace un ejercicio categórico diferente, el cual podemos llamar la
“ciencia de la política económica”. Su propósito es el evaluar la estructura
de los límites, “la ley”, con unos objetivos últimos para rediseñar o
reformar apuntando a asegurar la eficiencia mejorada en la explotación
de la potencial ventaja mutua. Esta ciencia de la economía política
requiere más que el hacer y probar las predicciones acerca del
comportamiento bajo un conjunto existente de restricciones, un sistema de
leyes dado, aunque la ultima ciencia hará por supuesto continuar siendo
una aportación necesaria en el ejercicio. La segunda ciencia, sin embargo,
también requiere alguna comparación de los resultados observados dentro
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de un sistema existente de restricciones y aquellas que puedan ser
predichas para emerger bajo sistemas alternativos. Por la simple razón que
hace que no existan ahora, los resultados de un conjunto de alternativas
de restricciones nunca puede ser observado. Las estructuras alternativas
existen solo como potencialidades, como límites que las personas pueden
crear por sus propias decisiones, del vacío donde estaban y no de una
realidad que está “ahí afuera” esperando a ser explorada y descubierta.
En este nivel el descubrimiento metafórico el cual ha probado ser útil
describiendo la actividad de búsqueda de ciencia ordinaria se vuelve
positivamente engañoso en la aplicación del análisis comparativo de
estructuras alternativas de restricciones.
Es en esta falla para distinguir entre dos distintas ciencias el que incluso
encarna el que la economía moderna a menudo predetermina en su propia
razón de ser. Modelando sus propias actividades en la exploración-descubrimiento
metafórica de las ciencias ordinarias, y la normativa-positiva
relación entre la ciencia y el control, los economistas modernos
con frecuencia inadvertidamente proporcionan ayuda a los esfuerzos del
subconjunto de personas que buscan siempre el tratar a otras personas como
potenciales respondedoras para controlar estímulos, apoyar a aquellos
autoritarios supuestos que actúan en favor de, como agentes del aparato
moderno del Estado. A menudo en una ignorancia al por mayor de lo que
ellos son o tratan, los economistas modernos pueden inventar los eslabones
por los cuales, ellos, junto con sus colegas, están encadenados por el Estado
moderno.
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CIENCIA PREDICTIVA, COMPORTAMIENTO Y DECISIÓN
El hombre no puede ser, en una y a la misma hora, un animal comportado
que es sujeto de la predicción científica y un agente decisorio que resta
como inmune del control por la manipulación de recompensas y castigos.
Este hecho es aplicable para la persona singular o para la colectividad de
personas en el sentido representativo o de promedio. Para poner este punto
diferenciado, no hay forma de explicar la existencia del orden civil entre
personas por recurrir a la predictiva ciencia del comportamiento
solamente. Los filósofos del siglo XVIII sabían esto, pero sus contrapartes
modernas lo olvidaron.
Crusoe debe inicialmente imaginar a Friday como una persona, como él
mismo, el conoce el atractivo de imponer limites en el comportamiento de
ambas partes, pero quien podría, necesariamente, rechazar la imposición
de límites unilateralmente. El salto de la anarquía hacia el orden es al
mismo tiempo el salto de ser ciencia predictiva. El orden civil requiere
acuerdos mutuos y la aceptación del comercio ético, o, más simple, respeto
por los acuerdos contractuales de cumplimiento de promesas. El orden civil
esta basado en el intercambio, en la forma más incluyente de este término.
La sociedad civil requiere e implica reciprocidad en los acuerdos entre sus
miembros.
Pero ¿que es verdad en los acuerdos recíprocos? La ciencia predictiva es por
naturaleza unidireccional en su búsqueda por y el descubrimiento de la
verdad, un atributo que la realidad presume estar “ahí afuera”, bastante
independiente de la mayoría, la cual es cerciorada o descubierta. “Los
granos rojos son venenosos” (esta declaración científica existe por Crusoe
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bastante diferenciada de los significados a través de los cuales ha
encontrado sobre su validez.
Pero en contraste con tal declaración con Crusoe especulando
filosóficamente el efecto de que ambos (él y Friday) pueden mejorar su
cantidad, y en sus propios términos, simplemente en el comercio basado en
la ventaja comparativa productiva. Luego últimamente se vuelve, para
Crusoe, una hipótesis especulativa de que él podría probar en sugerir a
Friday y por asegurar el acuerdo de Friday, el acuerdo debe ser expresado
conductualmente en términos de adherencia a los límites del bienestar
común.
Dentro de los límites acordados, Crusoe podría, en efecto, moldear a Friday
como un homo economicus, como uno que busca el ganar ventaja privada
y que esta despreocupado acerca del bienestar de su compañero a través de
la relación de intercambio. Recíprocamente, Friday moldea al
comportamiento de Crusoe en una forma similar. Es importante reconocer,
sin embargo, que, adhiriéndose a los límites, ambas partes pueden violar
el estricto postulado del homo economicus del bienestar neto maximizado.
Cada comerciante puede detenerse cerca de la explotación máxima de
ventaja privada definida, no sobre cualquier preocupación benevolente
por el bienestar del comercio en conjunto, pero en lugar de algún
reconocimiento de la mutua ganancia para todas las partes es de sine qua
nondel orden civil estable. En efecto, puede ser argumentado que el
comportamiento basado en un reconocimiento de tales límites como ha sido
discutido anteriormente es aproximadamente definido como “racional”
bajo una definición inclusiva de la racionalidad.
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DE LA SIMPLE A LA COMPLEJA SOCIEDAD
En medida que movemos nuestra atención de la simple interacción de dos
personas hacia la comunidad de muchas personas, sin embargo, cualquier
modelo de comportamiento que requiere adherencia voluntaria hacia los
límites de la ventaja mutua para todas las personas debe ser cuestionado.
Crusoe podría a lo mejor imaginar una sociedad de dos personas que
incorporara el acuerdo muto en límites del comportamiento que serian
cumplidos; él podría contar plausiblemente con una motivación de interés
propio ilustrada o de largo alcance para guiar a cada una de las partes
para extender los preceptos de racionalidad para incluir
retroalimentaciones predichas de comportamiento. Pero el imaginar tales
límites voluntarios en el comportamiento en el escenario de muchas
personas el comportamiento propio de uno en tal predicción de limitación
voluntarista podría llevar a consecuencias personales desastrosas.
En una sociedad compleja de muchas personas, se vuelve necesario el
moldear a los actores como si ellos voluntariamente no restringen su
comportamiento hacia los límites definidos por los beneficios mutuos. Tales
modelos de comportamiento hacen en efecto incorporar la asunción homo
economicus (o el maximizador de ganancias netas) en el sentido estricto.
Pero estos modelos no son usados como entradas para predecir y controlar
en el sentido de la ciencia ordinaria. Ellos son, en cambio, usados para el
propósito de permitir al individuo (cada individuo) hacer decisiones
informadas y sofisticadas junto a los límites alternativos institucionales,
límites que deben ser mutuamente conocidos y aceptados por todas las
partes y los cuales deben ser externamente forzados por la soberanía.
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En la sociedad compleja la aplicación del rol de la soberanía, de
gobernación, no pueden ser románticamente rechazadas; este rol debe ser
directamente reconocido. La soberanía debe “hacer cumplir la ley”,
“mantener la paz”, o en la terminología de este escrito, debe “mantener la
auto-búsqueda del comportamiento de las personas dentro de los límites
de la ventaja mutua”. La mira y rango de la autoridad otorgada a la
soberanía estará críticamente dependiente de los analíticos resultados que
emerjan de la construcción de modelos de interacción. Es en la precisión
de la construcción de dichos modelos que el homo economicus postula
acerca del comportamiento humano que asume un valor máximo. Solo con
examinar los trabajos de modelos en donde las personas son postulados
para comportarse exclusivamente como auto-buscadores maximizadores de
privatizado o individualizado bienestar de ganancia neta que pueden
apropiarse de “límites de la ley” ser definidos e insertados en las listas de
dialogo efectivo constitucional. Seria una locura el moldear a personas
como santos para los propósitos de generalizar resultados a una forma de
bases por “la ley” que sean aplicados por el agente soberano. Pero, por otra
parte, el moldear personas en términos del homo economicus para este
propósito de derivar una estructura constitucional no es lo mismo del todo
como las avanzadas predicciones que las personas tendrán necesariamente
que comportarse como homo economicus, incluso en un sentido promedio
o representativo. La legitima “ciencia de la política económica” (de
interacción entre personas que se comportan de acuerdo a preceptos de
maximización de ganancia neta) no es, no debería ser concebida que sea,
análoga a la “ciencia de la economía” la cual es concebida exclusivamente
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como preocupada con la generación de hipótesis refutables. La “ciencia
positiva de la política económica”, la cual incorpora a personas
comportadas como maximizadores de ganancia neta, no tiene su ultimo
propósito normativo la acumulación de conocimiento predictivo acerca de
las relaciones de comportamiento en el mundo real observable,
conocimiento que podría ser de asistencia ultima en establecer alguna
soberanía que ha sido, en cambio, el propósito ultimo de permitir a las
personas a analizar su propio comportamiento, junto con el de otros, en un
estado imaginado y, de semejante análisis, para definir el apropiado o
deseado conjunto de límites o restricciones que serán entonces incorporados
en la ley asignada a la soberanía para aplicarse.
MODELOS DE LA SOBERANÍA
Economistas modernos, quienes no gastan mucho pensamiento en las
preguntas metodológicas, podrían no objetar enérgicamente a las
distinciones esbozadas anteriormente. Si se presiona, podrían ellos
presumiblemente estar de acuerdo en que el conocimiento acerca de la
realidad económica que ellos buscan es ante todo útil en política
económica genuina como una entrada en el dialogo acerca de la reforma
legal-constitucional. Habiendo hecho esto, ellos podrían regresar a sus
coros, dejando abierto el conjunto completo de problemas creados
concernientes de los modelos de aplicación del agente, de la soberanía, del
gobierno, de las personas que actúan en beneficio del Estado moderno.
Una mayor deficiencia en la filosofía política-legal-social de los siglos XIX
y XX ha sido la falla al moldear el comportamiento de la soberanía, ó,
más preciso, el moldear el comportamiento de esas personas que son
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facultados con poder o autorizados para actuar en favor del Estado o del
gobierno. Esta falla ha sido bastante más penetrante que cualquier otra
falla parecida al moldear lo que llamaríamos “hombre privado”. Este
último ha sido continuamente moldeado como homo economicus para los
propósitos legítimos de asistencia en los diálogos en la reforma de ley. En
contraste, el “hombre público” ha sido raramente moldeado del todo, salvo
implícitamente como un “santo”. Esta perversidad en análisis ha llegado
solo a ser reconocida, y parcialmente corregida, a través de la influencia
de la teoría de la decisión pública en los años a partir de los 60’s.
La razón de esta perversidad yace parcialmente en la confusión acerca de
la “ciencia económica” y la “ciencia de la política económica”
previamente descrita. El “hombre público”, el agente que actúa en nombre
de la soberanía, el legislador electo, el juez, el burócrata, la persona que
elige dentro de las opciones que restringen y confinan las libertades del
ciudadano, no pueden conceptualmente ser moldeado como alguien que se
comporta para seguir su propio interés y al mismo tiempo ser justificado o
legitimado en su rol funcional en algunos terrenos del “bien general”. En
contraste y comparando, el busca-ganancia hombre de negocios (el
carnicero en la obra de Adam Smith) puede ser moldeado como un
maximizador de bienestar mientras al mismo tiempo ser justificado como
un continuador del “interés general”. Como se anoto anteriormente, sin
embargo, la auto-búsqueda en el mercado debe ser asumida para que sea
limitada o restringida por los límites de la ventaja mutua, incluso si la
necesidad de asumir tales límites no es tan frecuente reconocida
explícitamente.
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¿Cómo pueden los modelos del “hombre privado” y “hombre público” ser
locamente coherentes uno con el otro? “Hombre público” debe ser moldeado
en términos de auto-búsqueda si es que su comportamiento es comparado
con el de esas personas que interactúan en los modelos aceptados de
mercado. ¿Pero como, entonces, puede cualquier rol del “hombre público”
ser justificado del todo?
El reconocimiento de límites puede ser de ayuda en resolver lo que parece
ser un dilema aquí. Se vuelve necesario el diferenciar entre la predictiva
ciencia del comportamiento, la “ciencia de la economía” y el modelar de
los patrones de interacción para los propósitos de diseñar restricciones
legales y constitucionales apropiadas, la “ciencia de la política
económica”. En esta última, solo con modelar al “hombre privado” para
que sea exclusivamente un buscador de la ganancia máxima neta puede
el marco legal, las “leyes y las instituciones”, del mercado, ser diseñado
tanto para seguir el “interés general” y para prevenir la indebida
explotación del hombre por el hombre. Los principios comparables
deberían decirnos que el “hombre público” debe ser similarmente
modelado y por las mismas razones. La persona que es puesta en una
posición para actuar en favor del Estado debe ser modelada como un
maximizador de ganancias netas en su propio derecho si los límites
constitucionales y legales que definen su poder de autoridad y su
comportamiento dentro de esos poderes son apropiadamente diseñados. El
“hombre público”, como su contraparte en el mercado, puede ser
restringido para comportarse dentro de los límites de las ganancias mutuas.
El “hombre público” no necesita que le otorguen poder de explotación de
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su semejante probando que su comportamiento es apropiadamente
restringido.
El propósito de la construcción científica que incorpora al homo
economicus es la misma como entre los dos patrones de interacción, así
como entre las relaciones de personas dentro de mercados y las relaciones
entre personas dentro de las políticas del gobierno. La “teoría económica”,
así como emergida y desarrollada, ha sido casi enteramente devota al
análisis de personas dentro de mercados, e incluso yace con una
negligencia o vigilancia del último propósito de todo el ejercicio. Anterior
a la “revolución de la elección pública”, había esencialmente ninguna
comparación con la teoría de la interacción de personas dentro de la
política. En la ausencia de teorías de sujeto, las personas que actuaban en
favor de la soberanía eran implícitamente modelados como “santos”, con
consecuencias predichas. Había casi una total perdida de este conocimiento
del siglo XVIII que reconocía la necesidad de restricciones en los agentes del
gobierno. Había una falla desarrollándose para entender y apreciar la
razón de ser de los límites constitucionales y de los gobiernos. Ahí emergió
la sorprendente brecha normativa en la filosofía elemental social, una
brecha que parecía clara de ser atribuible a la ausencia de la teoría
científica usada en este sentido constructivo apropiado. Es tal vez, una
exageración que sugiere que millones de ciudadanos en muchos estados
modernos podrían haber escatimado las agonías y terrores del colectivismo
en casi todas las formas de realización tenían a la “ciencia de la política
económica” propiamente creada pero inapropiadamente usada.
19. Control de Lectura Daniel Ángel García Bautista
(b). Buchanan J, The Relat ed but disntict "Sciences" of Economics and Political Economy, Publicada en
Ed i t a d o por Jose Casas Pardo y Segundo Bru Parra. Vnivers it at de Valéncia.1988.87-97
19
CONCLUSIÓN
Los economistas por supuesto continuaran con enfrentar en ambas la
“ciencia de la economía” y la “ciencia de la política económica”. En el
antiguo rol ellos tratarían de construir modelos más satisfactorios del
comportamiento humano dentro de históricas estructuras observadas
institucionales, con pruebas empíricas siendo usadas como un importante
criterio de progreso científico. Estos esfuerzos deben ir hacia adelante, ya
que no hay nada en el argumento de este escrito que sugiera lo contrario.
Los economistas deben, sin embargo, entender que la normativa
subyacente, propósito de todo el ejercicio, es el de facilitar la comparación
de alternativas institucionales. La “ciencia económica” no debe ser
concebida como una asistencia ofrecida hacia agentes selectos que buscan
usar el conocimiento científico para controlar a otros. Incluso estas
advertencias son atendidas, sin embargo, el rol del economista, como
científico no limitarse a la “ciencia económica” como se definió aquí. En
la comparación de las alternativas institucionales, la “ciencia de la
política económica” emerge para ocupar un rol que es tal vez más
importante que su contraparte predictiva. En el último sentido, esta
ciencia, también, encuentra su propósito normativo en control (el cual es
ejercido por encima de nuestro comportamiento por la selección de los
límites institucional-constitucionales dentro los cuales interactuamos uno
con otro). Pero la distinción vital entre el uso de la ciencia para asistir en
el control de sujetos-objetos (animados o inanimados) y el uso de la ciencia
para asistir en el auto-control impuesto de nuestro comportamiento de
20. Control de Lectura Daniel Ángel García Bautista
(b). Buchanan J, The Relat ed but disntict "Sciences" of Economics and Political Economy, Publicada en
Ed i t a d o por Jose Casas Pardo y Segundo Bru Parra. Vnivers it at de Valéncia.1988.87-97
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aquellos que son simultáneamente controladores y controlados, debe
mantenerse en mente.