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Julio Sanjinés Goitia
La Paz - Bolivia
2007
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CAPITULO I
LA MÚSICA MILITAR
3 - 64
LA ESENCIA DE LA MÚSICA MILITAR
I. Prevalece el criterio de que la música militar se limita al campo exclusivo de las
marchas, pero si viene esta convierte en expresiones melódicas la voluntad y
tradición guerrera de un pueblo, evocando antiguas glorias y vaticinando futuras
victorias, no es menos cierto que la música militar mediante interpretaciones de
música solemne y emotiva originó, por ejemplo, los himnos nacionales de muchos
países.
Es así como el año 1789, en uno de los momentos estelares de la humanidad, en
Estrasburgo, Francia, el Capitán de Ingenieros Claude Joseph Rouget de Lisle
(1760-1836) compone la música y letra de la Marsellesa. Ésta marcha
denominada inicialmente Canto de Guerra de Ejército del Rin, la hizo suya el
ejército revolucionario que partió de Marsella a París, convirtiéndola,
posiblemente, en el Himno Nacional más famoso de todos los tiempos. (1)
Alrededor de la misma época, en Inglaterra, apareció una marcha de inspiración
patriótica que luego se tomó en un segundo himno nacional, ahora conocido como
“Rule Britannia” y cuyas melodías acompañaron al Ejército Británico en la
conquista de sus imperios.
“Deutschland, Deutschlan “Uber Alles”, el vigoroso nacional que fue primero de
Austria y luego de Alemania, obra del notable compositor austriaco Joseph
Haydyn (1732-1809), de fines de siglo XVIII, asimismo obedece a una notoria
influencia de la música militar propia de esos años. La “Marcha de los
Granaderos”, fue otra que también adquirió renombre y dio origen al Himno
Nacional de España. (2)
Sobre todo en Europa, muchas marchas rebasando sus meros objetivos militares,
se transformaron en Himnos Patrios, los mismos que son la evocación musical
que expresa los sentimientos patrióticos más profundos de una Nación.
No fue distinto el camino que siguieron en América las Repúblicas emancipadas
España. Fue la música militar la que inspiró composiciones para la creación de la
mayoría de nuestros Himnos Nacionales. En Bolivia, el autor de la música del
Himno Nacional fue Benedetto Vincenti, músico militar asimilado al grado de
Teniente Coronel del Ejército de Bolivia. Éste distinguido ciudadano de origen
italiano fue contratado por el General José Ballivián para organizar las bandas del
Ejército como Director General. En esa calidad impuso una marcha militar para
conmemorar el Cuarto Aniversario de la Batalla de Ingavi, marcha que, como se
dice antes, se convirtió en el Himno Nacional y fue interpretada, por primera vez,
la noche del 18 de noviembre de 1845, en el Teatro Municipal, por una orquesta
integrada por músicos civiles que tocaron los instrumentos de cuerda y por varios
músicos militares de los batallones 5, 6, 7 de Infantería a cuyo cargo estuvieron
los instrumentos de viento. (3)
4 - 64
Las marchas también sirvieron en la década de los treinta de nuestro siglo, para
exteriorizar en himnos y canciones los objetivos y el espíritu de movimientos
políticos y de partidos. Así tenemos en Alemania el famoso “Horst Wessel Lied”
del Partido Nazi, en Italia la “Giovenezza” expresión del racismo y en España
“Cara al Sol”, que es el himno de la Falange. En el campo menos formal, la música
militar, adaptada según las circunstancias e interpretada en verbenas, retretas,
conciertos y otras actuaciones de esta índole, penetro profundamente el espíritu
y en el alma del pueblo, convirtiéndose en un acicate se revive el patriotismo en
las concentraciones cívicas, estimula la alegría en las fiestas, produce
recogimiento en los funerales y da solemnidad a los actos religiosos.
II. EVOLUCIÓN DE LA MÚSICA MILITAR (4)
La música militar ha experimentado tres etapas históricas. La primera se inicia en
la antigüedad y perdura hasta la Edad Media. En esas épocas remotas son
instrumentos primitivos de percusión, tales como tambores de cuero tesado de
animales, hasta aquellos manufacturados con la piel de los “Jefes” muertos en
combate, los que transmitían ruidos y mensajes para levantar, mediante
tonalidades sordas y graves, el ánimo guerrero de los combatientes.
Posteriormente, para dada sonoridad y mejor alcance acústico se utilizó
artificiosos naturales de viento tales como cuernos, caracoles o silbatos de hueso.
Estos instrumentos primitivos que producían sonidos perceptibles a distancia, son
gradualmente reemplazados, en el Medio Oriente y en el mundo asiático, por
bocinas, cuernos metálicos y, finalmente, rústicas flautas y trompetas.
La Biblia relata a episodios en los que los hebreos se agrupaban por medio de
soplos de trompetas, los que en una ocasión fueron tan poderosos que
derrumbaron las murallas de Jericó. Asimismo, existen referencias históricas del
origen de los actuales toques de corbeta que fueron iniciados por Alejandro el
Grande para comunicarse con sus tropas, espaciadas a lo largo de varios
kilómetros de distancia, mediante un código de tonalidades musicales ejecutado
con primitivos instrumentos de viento.
En Europa los guerreros utilizaban las trompas y trompetas, fundamentalmente
para producir ruidos violentos. Recién después de las Cruzadas de los siglos XII
y XIII estos combatientes optaron por combinar tales ruidos para conformar
música marcial que tocaban durante el desarrollo de la batalla, utilizando para
ello primitivos instrumentos musicales de percusión y de viento, al igual que sus
adversarios islámicos.
III. DESDE LA EDAD MEDIA ASTA A FINES DEL SIGLO XVIII (5)
Al inicio de la Edad Media ya existía música instrumental que tenía orígenes en
Grecia y Roma. Los romanos crearon trompetas retorcidas llamadas “cornu” y
“buccina” que permitían tocar música militar con el apoyo rítmico de tambores de
origen suizo, que tenían dos caras de cuero tesado con abrazaderas a los
extremos, de madera o metal. El otro instrumento de percusión utilizado para tales
menesteres, era el timbal que se construía en base a grandes recipientes cónicos
5 - 64
de metal con cuero tesados sólo en la parte superior. Los timbales fueron llevados
a Europa principalmente por los turcos otomanos, como instrumentos rítmicos
utilizados por las tropas montadas.
Por otro lado, hicieron su aparición los instrumentos de metal, consistentes en
trompetas, trompas de caza, cornetas de postillón y hornos franceses y se mejoró,
en cuanto a rendimiento musical, los pífanos y flautas en el ámbito en el ámbito
de los instrumentos de viento fabricados de madera. Durante este periodo
histórico se introdujo la costumbre que se convirtió en un verdadero auge del
ceremonial militar consistente en convocatorias de torneos y tributos a reyes y
autoridades superiores, mediante interpretaciones de música, originándose con
ello la costumbre de rendir honores, costumbre que pervive hasta nuestros días.
Junto a estas exteriorizaciones melódicas surgieron los cánticos para remembrar.
Hazañas bélicas, los mismos que cobraron verdadera importancia con la
aparición de la himnodia guerrera de los antiguos germanos. Con el transcurso
del tiempo estos cánticos se convirtieron en melodías emotivas entonadas por
tropas en marcha o en descanso cubriendo un ámbito que va desde las
evocaciones de los antiguos israelíes hasta aquellas famosas canciones como
“Yo tenía un camarada” y “Lily Marlene”, que fueron adoptadas por los ejércitos
alemanes, y aún por los aliados en las últimas conflagraciones mundiales.
En la segunda etapa histórica de la música militar, que abarca desde los
promedios de la Edad Media hasta el siglo XVIII, los países europeos como
España, Inglaterra, Francia, Austria e Italia, entre otros, incluyeron en la
estructura orgánica de sus ejércitos bandas de música y a que poseían tambores,
trompetas y pífanos.
En esta larga época del acontecer mundial, cobró importancia la música como
elemento estimulante para el combate. Los españoles incorporaron a sus bandas
fagots, clarinetes y chirimías; por su parte los ingleses y escoceses lo hicieron
con las gaitas, bombos timbales y flautas.
Es así que gaita se ha convertido el símbolo de las bandas militares inglesas. No
obstante de que su origen parece haber sido romano y de que es utilizada en
varios otros países, la tradición la identificado como escocesa.
En el siglo XVI, el pífano de origen suizo, se convirtió en el instrumento primordial
de la música militar, conjuntamente con los tambores, fue el elemento básico para
la ejecución de las marchas de infantería. Aún hoy en día la banda de guerra
integrada por tambores y pífanos, es una parte muy importante de las bandas
militares de música que poseen, adicionalmente, una variedad de otros
instrumentos de viento metálicos y de madera.
Al mando de estas formaciones militares, inicialmente, sólo marchaba un Capitán
que tenía pito para controlar lavanda y no han sido algún oficial subalterno que
no tenía jerarquía para ello.
Éste hecho dio lugar a que cuando asumía el mando un suboficial alterno o de
escasa significación se le dijera “usted que pito toca?”,
6 - 64
Para hacer notar la falta de jerarquía para la conducción de la banda. (6)
En épocas posteriores se comenzó a designar a algún antiguo Suboficial músico
como “tambor mayor”. Este individuo se caracterizaba por ser siempre de llevada
estatura y muy elegantemente ataviado. Llevaba un gigantesco bastón de enorme
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empuñadura, con el que marcaba el compás y efectuaba vistosas filigranas y
complicados molinetes.
Un siglo más tarde, el oboe desplazo al pífano como instrumento principal de las
bandas de música. Durante el reinado de Luis XVI (1632-1687), colaborador de
Moliere y cofundador de la Ópera de París, utilizando el oboe innovó la música
militar, componiendo la marcial para empleo militar y la ceremonial para fines de
concierto y de atracción popular.
A fines del siglo XVIII, Joseph Haydyn, autor de Himno Nacional alemán; Carl
Philipp Emanuel Bach (1714-1778), “cinbalista” de las bandas de música de
Federico El Grande; y George Andel (1685-1759), todos ellos notables
compositores de la época, incursionaron en la música militar de conciertos, desde
luego ajena a toda identificación dedicada. Con estas interpretaciones y otras, las
bandas militares adquirieron un “statusSierra “social que nunca habían tenido
antes, estableciéndose así una marcada diferencia entre la música marcial y la
de conciertos. (7)
La corneta, instrumentos de viento capaz de producir diversas tonalidades se
constituyó, a mediados del siglo XVIII, en una verdadera innovación con relación
a los instrumentos existentes hasta esa época. Se hizo popular no sólo como
integrante de las bandas militares, sino como medio para efectuar variados
toques a través de los cuales se daban diversas órdenes de las tropas. Este es
el caso de los “toques” de descanso, ataque, repliegue, diana y silencio.
IV. TERCER PERÍODO
En el período que se inicia en el tercer cuarto de Siglo XVIII, y que perdura hasta
nuestros días, la música militar adquirió verdadera trascendencia, tanto por la
profusión de las marchas, cuanto por la música de cámara, para lo cual sexenios
de la fama de Wolfgang Amadeo Mozart (1756-1791), compusieron serenatas
que tienen una perceptible influencia detonadas militares. Fue en esta época en
la que hicieron su aparición las bandas militares de Federico El Grande (1712-
1786), que orientaron, sin duda, la música militar hacia marchas destinadas a
crear una marcial disciplina en los desfiles y una férrea voluntad de lucha en los
combates.
La marcha de ejercicios con el paso de parada, comúnmente conocido como el
paso de ganso, se convirtió en una verdadera tradición, la misma que hoy, dos
siglos más tarde practican casi todos los países sudamericanos, como máxima
demostración de uniformidad, disciplina e impecabilidad de sus ejércitos. Su
implantación no obedeció a un capricho del gran monarca alemán, sino que fue
el medio para obtener exactitud en los movimientos y giros requeridos por tropas
de a pie que avanzaban marchando, en bloques en compactos, hacía el enemigo.
El éxito de estos ejercicios en una época de la historia en la que, debido al
delimitado alcance de los proyectiles de las batallas se realizaban en espacios
restringidos, permitió a Federico el Grande contar con agrupaciones de infantes
8 - 64
que actuaban prácticamente como autómatas convertidos en verdaderas
máquinas de guerra. (8)
Tanto los franceses, cuando ingleses y austriacos trataron emular a los prusianos,
desde ahí que sus marchas también respondían a ritmos que imprimían una
cadencia y un compás similar al de los ejecutados por las tropas de Federico El
Grande.
España tampoco fue ajena este fenómeno. Su estrecha vinculación con Austria,
país que perfeccionó los instrumentos de viento, y su posible mejores
interpretaciones de la música militar mediante la combinación de sonidos
armónicos con diferentes y variados instrumentos. Ésta influencia también
repercutió en sus colonias, a través de las bandas de música que integraban sus
ejércitos de ocupaciones acantonadas especialmente en los Virreynatos de Lima
y México.
Es así como las bandas militares de origen hispano, con instrumentos de viento,
llegaron a nuestro continente y se incorporaron a nuestra vida cotidiana, sobre
todo a inicios del siglo XIX; época en la que debido a la ocupación francesa de la
península española, la música
Militar reflejaba una actitud de patriótica rebeldía, semejante a la que empezó a
prevalecer en nuestra América.
9 - 64
En el resto de Europa, con la introducción de pistones para controlar el tono de
las trompetas y trompas, pistones que fueron inventados en Francia por Clagget,
en 1792, y perfeccionados, posteriormente, en Alemania por Blümel y Heinrich
Stalzel, los instrumentos de viento ampliaron sus aspectos de sonidos
desarrollando una variedad de instrumentos de metal que podrían tocar más que
las simples fanfarrias de antaño. Los nuevos sistemas de llaves también dieron a
los instrumentos tradicionales, mucha mayor versatilidad. (9)
A mediados del siglo XIX, Adolfo Sax (1814-1849), fabricante de instrumentos de
origen belga, logró perfeccionar uno que lleva su nombre, el saxofón, combinando
las cualidades de madera con las de metal y este, por su variada aplicación
musical, desplazó a los oboes, cornos y fagots que hasta entonces, fueron las
piezas principales de las bandas de música militar.
Como resultado de su progreso surgieron las tubas, los bajos, los trombones de
vara, los serpentones y los clarinetes, como dotación orgánica de las bandas de
música. Asimismo, se introdujo instrumentos de percusión de procedencia turca,
tales como el triángulo, la lira y el árbol de campanas, los mismos imprimieron
una singular tonalidad tanto a las marchas como a los conciertos. Todo este
variado instrumental, en dio origen a que, en Francia, se organizará la banda de
la Guardia Republicana, con 80 músicos cuyo prestigio logrado en múltiples
conciertos y verbenas, a lo largo de muchos años, aún perdura hasta nuestros
días.
Por otro lado, con la incorporación de tal variedad de instrumentos a las bandas
y orquestas, muchos distinguidos compositores se dedicaron a componer óperas
y música para conciertos con marcada influencia militar. Guiseppe Verdi (1813-
1901), compuso la ópera Aida que fue estrenada en el Cairo el año 1871, para
celebrar la inauguración del Canal de Suez.
Partes de esta ópera, sobre todo la ejecutada con clarines, se ha convertido en
una singular marcha de caballería y procesional.
En otras partes del continente europeo, también la música militar influyó en las
composiciones de talentosos compositores. Nicolai RIMSKY Korsakov (1844-
1908), siendo cadete del Colegio Naval de San Petersburgo, compuso sus
primeros logros musicales los mismos que, a su vez, influyeron en la música
marcial rusa. Otro compositor ruso, Modesto Patrovic Mussorgsky (1839-81),
mientras estudiaba en la Academia Militar de San Petersburgo, desarrolló varias
obras musicales igualmente tuvieron repercusión en la himnodia militar rusa. (10)
El compositor alemán Ricardo Wagner (1813-1883), también contribuyó
notoriamente con su talento a la música militar. Sus marchas "Kaisermarch" y
"Huldigungsmarch", sus óperas y dramas musicales, como "Tannhaüser",
"Göterdamerung" y "Siegfreid" tuvieron una marcada influencia en la composición
de las marchas militares austriacas y alemanas del siglo XIX. (11)
10 - 64
En esta parte del mundo, a mediados del siglo XIX, se hicieron famosos
compositores norteamericanos de marchas militares que demostraron estar a la
altura sus colegas europeos. Las marchas estadounidenses más famosas son
"Barras y Estrellas", "Semper Fidelis", el "Himno de los Infantes de Marina" y el
de la "Fuerza Naval" fueron permanentemente interpretadas y lo propio ocurrió
con otras, entre ellas la del notable compositor americano John Philip Sousa
(1854-1932), que fue Director de la Banda del Cuerpo de Infantes de Marina, a
partir del año 1880 por varias décadas. Bajo su dirección esta banda, que adquirió
reconocido prestigio, recorrió el mundo llevando mensajes de buena voluntad, a
través de actuaciones musicales de variada índole y disfrutó, a raíz de ello, de
una enorme popularidad en su propia tierra así como en el extranjero.
Otro insigne compositor americano-irlandés se influyó con su música en las
marchas militares americanas, que fue Víctor Herbert (1859-1924). Como
Director de Banda del conocido Regimiento 22 de Infantería, impuso un nuevo
estilo de presentación que marcó época. Fue, adicionalmente, un prolífico autor
de operetas, entre las que se destacó una de sus últimas creaciones la "Ziegfled
Follies". (12)
Sintetizando la Música Militar como se le interpreta actualmente en Europa y en
América, evolucionó durante varios siglos desde los toques musicales primitivos
hasta las expresivas y vibrantes marchas de la actualidad.
El periodo romántico musical ejerció una marcada influencia en el desarrollo de
la música militar, pero el de mayor impacto fue el nacionalista en el que afloraron
las características especiales de los diferentes países, hecho que se reflejó
notoriamente en las marchas militares de esa época.
En nuestros días la música militar no sólo se la practican en los cuarteles sino
que es interpretada por escolares de todas las edades, mediante vistosas bandas
que participan en los periódicos desfiles que realizan en las concentraciones de
carácter estudiantil. Los "tambores mayores" ahora son, generalmente, atractivas
muchachas que han perfeccionado, con enorme habilidad, el manejo de la
guaripola (tambor mayor) con la que establecen la cadencia y el ritmo de desfile
y producen un espectáculo aparte.
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COMPOSICIÓN INSTRUMENTAL DE LAS BANDAS MILITARES ESPAÑOLAS
DESDE MEDIADOS DE SIGLO XVIII HASTA ESTE SIGLO
1750-1815 1815-1830 1830-1900
1 Flautín en Fa
1 Flautín tercerola
1 Pequeño clarinete
en fa
2 Clarinetes en Do
1 Oboe
1 Fagot
2 Trompas
2 Clarines
3 Trombones
1 Serpenton
1 Platillo
6 Tambores
1 Triángulo Chinesco
1 Bombo
……………
1 Director
1 Sub. Director
1 Tambor Mayor
……………
……………
Personal Incluyendo
Dirección
26 Músicos
1 Flautín en Bi bemol
1 tercerola
1 Requinto
3 Clarinetes en Si bemol
1 Fagot
4 Trompas
2 Clarines
2 Clarines
3 Trombones
1 Serpenton
1 Fagot Ruso
1 Platillo
6 Tambores
1 Bombo
1 Triángulo Chinesco
…………..
1 Director
1 Sub. Director
1 Tambor Mayor
………….
………….
………….
32 Músicos
1 Flautín en Mi bemol
1 Requinto en Mi bemol
4 clarinetes en bemol
1 Fagot
4 Trompas
2 Clarines de Cilindro
2 Clarines de Cilindro
2 Cortines de pistones
4 Cornetas
3 Trombones
2 Figles
2 Tubas
1 Platillo
……….
6 Tambores
6 Pífanos
1 Bombo
1 Triángulo Chinesco
1 Director
1 Sub Director
1 Tambor Mayor
……………….
46 Músico
CUADRO SEGÚN ANTOLOGÍA DE LA MÚSICA MILITAR DE ESPAÑA DE
RICARDO FERNÁNDEZ
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CAPITULO II
EVOLUCIÓN DE LAS BANDAS
MILITARES EN BOLIVIA
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I. EL COLONIAJE
Los españoles, a su arribo en América, encontraron tres importantes imperios, el
azteca en México, el maya en Centro América y el Inca en la Costa Oeste de
Sudamérica. Cada uno de ellos tenía una vasta cultura con una arquitectura
reflejada en impresionantes construcciones, cerámica policroma y conocimiento
en la utilización de los minerales, especialmente el oro y de la plata.
En el imperio Incaico hallaron un desarrollo musical destinado a fines sociales,
guerreros y religiosos ejecutado con primitivos instrumentos repercusión
(membranófonos) y de viento (aerófonos). (13)
Los instrumentos repercusión estaban hechos de troncos huecos cubiertos en
ambos lados con cuero de llama y existían otros más pequeños con una sola
membrana. También tenían, dentro de tales instrumentos percusión sonajeras
confeccionadas con pezuñas de llamas, cascabeles y unas especies de
campanillas para producir ruidos de acompañamiento. Relatos de estos fueron
descritos por los primeros cronistas de las costumbres de los pobladores
autóctonos de nuestra América.
Los instrumentos de viento que fueron de madera, barro, cobre y de tibia humana,
los encontramos en dibujos o grabaciones de monolitos, vasijas u otros utensilios
de uso doméstico de la época. Los sonidos, similares a los existentes en el Medio
Oriente antes de la Era Cristiana. Adicionalmente, para tocar con mayor armonía
la música nativa, perfeccionaron ciertos instrumentos tales como el pinkillo
(pequeño flautín); la quena (una flauta mayor) y la zampoña construida con varias
cañas de diferente largo con la finalidad que cada una de estas produzcan una
nota determinada dentro de una escala musical.
Un instrumento que tuvo origen en la concha marina fue el “pututu” que luego fue
hecho como una especie de vasija de barro en forma de cono, y posteriormente,
en base al cuerno del ganado vacuno, introducido por los españoles, utilizando
acústicamente, para concentrar a tribus o comunidades con fines pacíficos o
bélicos. Su sonido ronco y atronador de gran alcance le ha dado continuada
utilizarlo y lo ha perpetuado hasta nuestros días.
No obstante la existencia de esta variedad de instrumentos musicales que
interpretaban expresiones nativas, los españoles no supieron, ni quisieron
comprender el arte musical autóctono; lo juzgaron e idólatra, carente de armonía
y trataron de erradicarlo de la cultura de los pueblos que subyugaron.
Con ésa finalidad introdujeron nuevos instrumentos musicales, tanto de viento
tanto de cuerda, para imponer la música de origen español. Los de viento, tales
como los pífanos, fagots y oboes fueron traídos por las bandas militares que
formaban parte de las tropas de conquista. En sudamericana se hallaban
concentradas en los Virreinatos del Perú y del Plata, por tratarse, principalmente
de puertos de acceso al resto de los territorios colonizados y por ello, proclives a
eventuales ataques de corsarios ingleses o de otras nacionalidades que
14 - 64
pretendían posesiones de ultramar. En el Alto Perú, en cambio, no obstante de
tener sitios densamente poblados, como Potosí, las guarniciones españolas eran
reducidas y estaban constituidas, mayormente, por tropas de infantería incluían
a unos cuantos músicos, organizados en pequeñas bandas que cumplían con
una infinidad de actividades, como las de acompañar al “tambor mayor” que se
desempeñaba como pregonero en la lectura diaria de los bandos, mediante los
cuales las autoridades españolas informaban a la población civil acerca de
disposiciones y órdenes.
Si bien al inicio, los músicos eran oriundos de España, con el transcurso de los
años, la mayoría de ellos fueron de origen nativo y éste es el motivo por el cual
la música militar española, consistente no sólo de marcharse, sino de boleros,
pasodobles, canciones populares y religiosas, empezó a ser difundida en el
ámbito criollo en retretas, verbenas y actos públicos, en los que se entremezcló
con la música autóctona, que pese a la reticencia inicial que encontró de parte de
los colonizadores, concluyó por amalgamar la cultura española con la nativa. (14)
LA REPÚBLICA
Al producirse la resistencia a la ocupación española, los criollos que aspiraban a
ser dueños de sus propios destinos se organizaron inicialmente en grupos
guerrilleros. En estas improvisadas agrupaciones no faltaban músicos
voluntarios, que contribuyeron a mantener el ánimo y el espíritu combativo de los
patriotas rebeldes. Posteriormente cuando estos grupos guerrilleros se
transformaron en unidades militarmente estructuradas, las agrupaciones de
músicos dispersos se constituyeron, oficialmente, en bandas militares. Esto
ocurrió tanto en los ejércitos del Libertador Bolívar como en aquellos
conformados por el General San Martín, en el Sud este de nuestra América. (15)
En las diferentes batallas de liberación sostenidas contra los españoles, los
ejércitos del Libertador Bolívar, integrados en un gran porcentaje por tropas
procedentes de la Gran Colombia, tenían bandas de música como parte orgánica
de la mayoría de sus regimientos. Estas participaron, a la cabeza de las tropas,
en las diferentes batallas, pero donde tuvieron singular actuación fue en la Batalla
de Ayacucho. En este epopéyico combate, la banda del Batallón Voltígeros de
Colombia, al oír la orden dada por el General José María Córdoba “ Armas a
discreción! Paso de Vencedores” irrumpió tocando con toda fuerza bambucos,
que son aires nacionales de Colombia, los que provocaron en las tropas una
actitud de frenético patriotismo con el que contribuyeron a arrasar la obstinada
defensa española del General Monet. (16)
Las otras bandas de música que rivalizaron con la del Batallón Voltígeros fueron
las del Batallón Legión Peruana No. 1, que durante el combate interpretaron
marchas militares y música vernacular de sus respectivos países. Con la derrota
de los españoles en la Batalla de Ayacucho, se consolidó la independencia de
Bolivia, no obstante la posición intransigente del ejército realista del Alto Perú,
bajo las órdenes del General Pedro Olañeta. Para neutralizar éste último foco de
resistencia, el Mariscal Sucre, al mando del Ejército Expedicionario, resolvió
15 - 64
proseguir su marcha hacia el Sur con una división integrada por batallones
colombianos y una tropa alta peruana. No fue necesaria una acción militar contra
el General Plañeta, puesto que a su arribo Chuquisaca, el Mariscal de Ayacucho
fue informado de que el Coronel boliviano Carlos Medinacelli había dado fin con
las últimas tropas realistas y con el propio General Olañeta en la batalla de
Tumusla.
Ante este hecho Sucre resolvió el entorno de su ejército a Colombia. Sin
embargo, a solicitud de varias poblaciones del Alto Perú, lo mantuvo en el país
distribuyéndolo para guarnecer las ciudades de La Paz, Oruro, Potosí y
Cochabamba. Debido a ello, las marchas militares que se oyeron desde entonces
en Bolivia, tuvieron influencia colombiana, la misma que, a su vez, era una
simbiosis de tonalidades españolas y música de origen criollo.
Una excepción a lo expuesto, novela música de la primera banda militar
auténticamente boliviana del general guerrillero José Miguel Lanza, la que estaba
integrada por 20 músicos voluntarios procedentes de las provincias de Ayopaya,
Inquisivi y Yungas, provistos de pífanos y tambores. Esta banda formaba parte
del “Batallón 2 de Infantería”, unidad con la que el antes citado General, ocupó la
ciudad de La Paz el 29 de enero de 1825. (17)
La presencia de tropas colombianas en el Alto Perú se mantuvo por algún tiempo
hasta que esta abandonó Bolivia una vez aprobada la ley orgánica de 1º de Enero
de 1827 creando El Ejército Nacional. Mediante esta disposición ejecutiva se
organizó dos batallones de infantería, dos escuadrones de caballería y una
batería de artillería con sus respectivas bandas de música, las que incluían
algunos niños que se enrolaban como aprendices, iniciándose como tamboreros
para luego convertirse en experimentados músicos, que no solamente tocaban
marchas, sino que animaban bailes, conciertos y retretas. Este es el origen del
hecho de que, aún hoy en día se cuenta con niños en calidad de tamboreros en
las bandas de guerra.
Durante la Presidencia del Mariscal Santa Cruz, periodo en el que el Ejército de
Bolivia adquirió en América un reconocido prestigio, se institucionalizaron las
bandas de música como parte orgánica de los regimientos. Una de estas
principales agrupaciones militares de la época fue el “Regimiento Nº 1, Lanceros
de Bolivia”, creado por el Decreto Supremo de 8 de noviembre de 1831. Esta era
una unidad de caballería que servía de escolta al Mariscal Santa Cruz que estaba
integrada por personal seleccionado, y que contaba con una numerosa banda de
música. Los componentes de dicha banda, quienes participaron en las batallas
de la Confederación Perú-Boliviana, tenían, de acuerdo al citado Decreto, un
vistoso uniforme consistente “en una casaca amarilla, cuello botamanga y barras
verdes, caponas encarnadas, faja celeste, pantalón encarnado con galón amarillo
en las costuras, botín negro y morrión de paño”. (18)
En Yanacocha y en Socabaya la banda de “Batallón 1º de la Guardia”, así como
la del “Batallón No. 5” actuaron junto a las unidades combatientes. Lo propio
16 - 64
ocurrió con la banda de “Batallón Socabaya, 6 de Línea” en la batalla de
Montenegro.
Después del Combate Yungay, que puso término a la Confederación, varias de
estas bandas, que fueron organizadas en forma improvisada para actuar en
forma conjunta, antes y durante el combate. Al amanecer el día 18 de noviembre
de 1841, tanto el ejército invasor cuando el boliviano, iniciaron el día con una
sucesión de dianas para avivar el espíritu combativo de las tropas. Ambos
ejércitos vestidos con uniformes de gala como era la usanza de la época dieron
inicio al combate a las 9 de la mañana de aquel memorable día. Las proféticas
palabras pronunciadas por el General José Ballivián al comenzar la contienda:
“¡Soldados! A esos enemigos que tenéis al frente los veréis desaparecer como
las nubes cuando las bate el viento”, se cumplieron a la letra, vencieron las tropas
bolivianas y consolidaron la independencia de Bolivia. En ésta batalla participaron
con heroísmo y abnegación los músicos de los “Batallones 5, 6 y 7 de Infantería”
y del “Escuadrón de Caballería”.
Una vez restaurada la paz entre Bolivia y el Perú, el Presidente Ballivián procedió
a reorganizar el ejército dentro de normas de rígida disciplina y asignó especial
importancia a las bandas de música, cuya actuación en la batalla de Ingavi, lo
dejaron muy impresionado.
Para llevar adelante esta determinación, contrató los servicios de Benedetto
Vincenti, como Director de las Bandas de Ejército y bajo su acertada dirección se
reorganizó varias de ellas, como ser las de los “Batallones 5, 6 y 8 de Infantería”
que estaban acantonadas en La Paz. A partir de esa época cada unidad ya fuera
de ésta infantería, caballería o artillería, tuvo su propia banda de música que
amenizó la vida del cuartel de la localidad y la que estaba la guarnición.
Durante el Gobierno de General José María de Achá, se oficializó la participación
de las bandas de música en retretas semanales. La orden general del 11 de enero
de 1862 determina lo siguiente: “Los músicos de los batallones que guarnecen la
ciudad tocarán en la Alameda (Hoy paseo del Prado) a las cuatro y media de la
tarde los Jueves, Domingos y los demás días de fiesta”. La música o el repertorio
que se ejecutaba, consistía en boleros, marchas, huayños y meca pequeñas e
inspiraciones melódicas propias de la época no se conocían entonces los atriles
y en su lugar se empleaban a los niños curiosos, muchos de los cuales,
posteriormente, se incorporaban a los regimientos como aprendices de músicos.
(20)
Las retretas en esos tiempos eran, prácticamente, el único entretenimiento que
existía y pueblos y ciudades, alrededor de las cuales se reunían familias que
llevaban meriendas y bebidas para compartirlas con los músicos, costumbre que
después de la Guerra del Pacífico fue expresamente prohibida.
Así transcurrieron los años en los que las bandas de música tuvieron que tener
un carácter itinerante, trasladando se juntó con los regimientos a los que
pertenecían, de acuerdo a las determinaciones de los gobernantes de turno
17 - 64
quienes movilizaban al ejército para sofocar revoluciones o para ejercitar el poder
desde cualquier ciudad de la República. Esto aconteció sobre todo en los
gobiernos de Belzu, Córdoba y Melgarejo, tres presidentes desprovistos de toda
sensibilidad artística o cultural.
Durante éste periodo histórico, sin embargo hicieron su aparición en el escenario
nacional, tres insignes músicos (21) que contribuyeron himnos, marchas y arias de
óperas. El primero fue Adolfo Ballivián (1831-1874) hijo del vencedor de Ingavi.
En su juventud estudió en Europa la carrera militar, profesión en la que llegó a
ostentar el grado de Teniente Coronel y fue como su padre presidente de la
República. Tuvo desde niño una prodigiosa aptitud literaria musical, lo que le
permitió componer diversos valses, mazurcas, marchas militares, polcas y
variaciones sobre música de ópera, no obstante de su corta vida, pues murió a
los 43 años.
Eloy Salmón (1842-1899) fue el segundo, quienes el autor de el memorable
Himno a La Paz que se lo ha considerado como la Marsellesa boliviana y que fue
interpretado por primera vez por la banda del Batallón 2 de línea acantonada en
La Paz con el acompañamiento de un coro de noventa y cinco señoritas, el 16 de
Julio de 1863 en el Salón de Actos Públicos de Loreto. Compuso otras marchas
y piezas musicales entre ellas notable “Canto Fúnebre”, “Los Mártires de la
Compañía”, 6 de Octubre y variadas piezas de aires populares. Finalmente lo
tenemos a Manuel Norberto Luna (1856-1899) quien al primer llamado del ejército
se alistó en el Regimiento Murillo para concurrir a la Guerra del Pacífico. Por sus
conocimientos musicales fue nombrado Director de las Bandas Militares que se
encontraban acantonadas junto con sus respectivos crecimientos en Arica.
Posteriormente una vez terminado el conflicto retornó al país acompañando a los
heridos de la Batalla del Alto de la Alianza y organizó conciertos a benefició de
los prisioneros de guerra. Este distinguido compatriota fue organista de la
Catedral y un prolífico compositor de piezas musicales entre ellas algunos de
carácter religioso tales como: su célebre “Te Deum”.
18 - 64
CAPITULO III
DESDE LA GUERRA DEL
PACÍFICO HASTA INICIOS DE
SIGLO
19 - 64
I. GUERRA DEL PACÍFICO
El año 1874, el entonces Coronel Hilarión Daza, Comandante del “Batallón
Colorados (22) 1 de Infantería”, organizó una banda integrada por 50 músicos con
instrumental moderno bajo la dirección del Tcnl. de Música Mateo Medrano. Esta
banda tuvo el singular privilegio de contar, entre sus componentes, con el
Sargento de Música Mauricio Mancilla, autor de las dos marchas tradicionales del
Ejército de Bolivia que hoy, como entonces, hacen vibrar el espíritu cívico de los
bolivianos, la “Llamada de Ordenanza del Regimiento Colorados” y la “Marcha
del Batallón Colorados”.
Con los acordes de estas marchas y bajo el mando del Coronel Idelfonso
Murguía, el Renacimiento Colorados, escribió una de las más heroicas páginas
de la historia, en la batalla del Alto de la Alianza. En esta acción los músicos, junto
con el Segundo Director de la Banca, Bernardo Palacios, tuvieron que combatir
al igual que el resto de las tropas, emulando al ejemplar Corneta Mamani, quien
en la Batalla de San Francisco, en medio de la debacle general, cabalgando en
un cañón, siguió tocando ataque hasta caer muerto por el fuego enemigo. Así
mismo, el “Batallón Sucre, 2 de Infantería (Amarillos), incluyendo su banda de
música, bajo la dirección del Sgto. Mayor de Música Inocencio Vargas, debido a
su aguerrido comportamiento en la batalla del Alto de la Alianza perdió más de
50% de su efectivo. Otra banda de músicos que participó en la Guerra del Pacífico
fue la de “Regimiento Bolívar, 1 de Caballería”, con el Comandante Vicente
García como Director de Banda, asistido por el Capitán Músico, asimilado, Pedro
Gutiérrez.
Durante toda la contienda, estuvieron presentes, animando a la tropa inspirándola
para el combate, varias bandas más bajo la dirección de abnegados músicos tales
como el Capitán Músico Noel Ávila y los Tenientes Asimilados Manuel Valdez,
Rómulo Tudela y Antolín López, pertenecientes a los Batallones abrir “Viedma 5
de Línea” y “Padilla 6 de Línea”, quiénes, en más de una ocasión tuvieron que
participar activamente en acciones de combate.
La valerosa actuación de los músicos en la Guerra del Pacífico, que la historia no
registra en su verdadero valor, ‘evitó más de un desbanden en pleno campo de
batalla, entonando música marcial que tuvo que incluir al propio Himno Nacional’.
Al finalizar la Guerra del Pacífico, el ejército así como el país todo, quedaron
prácticamente destruidos. Solamente la indómita voluntad del General Narciso
Campero quién tuvo que dedicar todo su esfuerzo para reconstruir al país, pudo
restituir el orden, la moral y la disciplina. Ésta labor fue continuada por el
Presidente Gregorio Pacheco, quién dicto una serie de disposiciones
reglamentarias, entre ellas la prohibición de que las bandas de música
participarán en fiestas particulares, misas, procesiones o entierros, salvo a
autorización expresa del Estado Mayor. Esta determinación fue oficializada por
Orden General del 1º de Octubre de 1884.
20 - 64
II. PRIMERAS ESCUELAS MILITARES DE MÚSICA
Durante la Presidencia de Don Aniceto Arce se dieron los primeros pasos para
crear una verdadera Escuela Militar de Música. Es así como el 20 de Mayo de
1889, se dictó en la ciudad de La Farsa, por instrucciones expresas del primer
mandatario, una Orden firmada por su Ministro de Guerra, General Julián López,
que determinaba lo siguiente: “El Señor Presidente de la República deseando
renovar las bandas de ejército y darles para su mayor adelanto una nueva
organización conforme a las exigencias de la disciplina militares dispone: Artículo
único: Después de pasada la última revista de Comisario, todos los jefes enviarán
a los aprendices de sus bandas a este cuartel para establecer una academia de
música con arreglo a las órdenes que oportunamente se expedirán por este
Ministerio. Comuníquese el General Ministro Julián M. López”.
Adicionalmente, en el Reglamento Orgánico del Colegio Militar, fundado por el
mismo Presidente Arce, el año 1991 se estableció la cátedra de música. Para su
dirección se contrató al Subteniente Lorenzo Andreotti, quién a su vez, tenía bajo
su responsabilidad la “Banda del Colegio Militar”.
La Academia Militar de Música inició sus actividades en forma regular a inicios
del año 1890 en un local proporcionado por el “Batallón Sucre 1º de Línea”, que
se encontraba de guarnición en La Paz. A este establecimiento fueron enviados
los músicos participantes de los diferentes regimientos para dar cumplimiento a
la orden del 20 de Mayo. Lamentablemente, por falta de profesorado idóneo y de
un presupuesto adecuado, la Academia Militar de Música fue clausurada poco
antes de la Revolución Federal.
Restablecida la paz interna surgió un conflicto internacional con la insurrección
filibustera del Acre. Para sofocarla se organizó, de inmediato, un cuerpo
expedicionario bajo el comando del propio Ministro de Guerra Montes. Esta
agrupación militar fue el “Batallón Independencia, 2 de Línea”, con un efectivo de
240 soldados y 25 músicos. Estos últimos, estuvieron bajo las órdenes del
Teniente Néstor Terrazas y del Subteniente Manuel Delgado.
Luego de una epopéyico marcha, cubriendo 824 kilómetros por regiones
tropicales desconocidas e insalubres, el abnegado grupo de patriotas logró en la
Batalla de Riosiño, sofocar el levantamiento separatista promovido por el Brasil.
En esta acción tuvo destacada actuación la Banda de éste Batallón, la misma
que, con sus incesantes toques bélicos, animaba la contienda, según lo descrito
por el insigne historiador militar Coronel Julio Díaz, en su libro “Historia del
Ejército de Bolivia”.
Al término de esta contienda bélica, el presidente José Manuel Pando, mediante
resolución de 2 de Diciembre de 1902, organizó nuevamente una Escuela Militar
de Música bajo la dirección del Teniente Coronel Francisco Suárez. Este
destacado compositor y músico, que asistió Guerra del Pacífico, fue el primer
Director General de las Bandas del Ejército y a él se deben marchas de
imperecedero recuerdo que interpretan la auténtica expresión emotiva y
sentimental del soldado boliviano. La más conocida, sobre todo para aquellos que
han hecho su servicio militar, son “Talacocha”, “Canterías” y “Recuerdos de
Oruro”.
21 - 64
III. GUERRA DEL ACRE (24)
Lamentablemente, un segundo conflicto en el Acre causó la clausura de esta
incipiente Escuela Militar de Música. La nueva contienda exigió que se organizará
un cuerpo expedicionario integrado, fundamentalmente, por la “Columna
Porvenir”, pero hoy la actuación, él “Batallón Murillo, 1 de Infantería”, y él “Batallón
Campero, 5 de Infantería”. Este último tenía un efectivo de 300 hombres que
incluya una banda con 20 músicos, dirigida por el Subteniente de Músicos,
Teodoro Rodríguez, autor de la marcha “1ª. Compañía” de inolvidable
remembranza.
Éste batallón que estaba comandado por el propio Presidente Pando, siguió la
ruta Mapiri – Rurrenabaque para continuar por el río Beni hacia el Acre. En el
curso de la marcha se le comunico que en Puerto Acre, la población que se
pretendía defender había capitulado, desapareciendo con ello el objetivo principal
de la campaña. A raíz de ello, Pando dispuso que la mitad del efectivo del Batallón
retornará a La Paz prosiguiendo con el resto, que incluía parte de la banda de
música, hacía Riberalta. Al llegar a Rurrenabaque, localidad a la que ya había
arribado el “Batallón 1º de Infantería”, el Presidente fue recibido en medio de la
algazara popular por la banda de la citada unidad dirigida por el Subteniente de
Música Cipriano Ibáñez. De Rurrenabaque, prosiguió la fuerza expedicionaria
hacia el Norte, en embarcaciones y batelotes hasta Puerto Rico, lugar en el que
el Presidente fue informado del cese de las hostilidades a raíz del protocolo
acordado entre Bolivia y Brasil el 21 de marzo de 1903, el mismo que restableció
la paz entre los dos países.
Por los relatos y crónicas de la época se establece que en los conflictos
suscitados en la región del Acre, las bandas de música tuvieron una destacada
actuación, marchando a vanguardia de las unidades, animando a la tropa durante
el esforzado y prolongado trayecto a pie y participando, en más de una ocasión
en acciones de armas a la par que las unidades regulares.
IV. INICIO DE SILO
Concluido el conflicto con el Brasil, siendo Presidente el General Ismael Montes,
se restableció la Escuela Militar de Música como una Institución adscrita a la
Intendencia General de Guerra, mediante Decreto de 4 de Noviembre de 1904.
Fue nombrado, nuevamente como Director, Tcnl. Francisco Suárez, habiendo,
durante su Comando cobrado verdadera trascendencia la Escuela antes citada.
Rally
Se estableció un régimen “sui-géneris”, mediante el cual jóvenes entre los 14
años eran admitidos no sólo para prender a tocar un instrumento, sino para
perfeccionarse en un oficio en los Talleres de la Intendencia, sujetos a un
compromiso de servir 5 años en las bandas del ejército. Lamentablemente, por
falta de recursos para su mantenimiento, esta Escuela fue clausurada el año
1910, después de haber funcionado seis años con un promedio actual de 70 a 80
alumnos.
22 - 64
Banda de Música del Regimiento “Colorados”
En el año 1905, el Gobierno de Bolivia contrató una Misión Militar francesa
precedida por el General Jacques Sever e integrada por cuatro oficiales más.
Ellos dieron inicio a la modernización del Ejército, introduciendo métodos,
preceptos, uniformes y música militar francesa. Con ésa finalidad, se importó de
Francia un instrumental completo de una famosa firma fabricante de tubas,
trombones y clarinetes.
De ese periodo aún existen algunos instrumentos, en las bandas del Ejército así
como marchas que aún hoy se las toca ocasionalmente, entre ellas “Lorraine”, el
“Regimiento de Sambre et Meuse” y “Marche du Sacre de Napoleón I”. (25)
También de esta época han quedado marchas argentinas como consecuencia de
la influencia que ejercieron a su retorno de dicho país hermano, oficiales y
cadetes que fueron enviados por varios años para estudiar allá. Una de las más
conocidas es “San Lorenzo”.
Asimismo, parece existir el criterio de que la Fanfarria de Caballería tales como:
“Campo de Mayo” y el “10 de Caballería”, de cadencia tranquila y acompasada,
influyó en la composición de nuestros famosos “Boleros de Caballería”.
A este respecto, el Contralmirante José Vargas Valenzuela, en su singular y
anecdótica historia sobre el “Bolero de Caballería”, sugiere que su origen se debe
al Bolero Español, que a nuestro influjo telúrico, creó un aire música al:
"Adoptando el paso marchante del Caballo en su retorno lento del compás tres
por cuatro interpretada por nuestras propias bandas de música que con el juego
del redoble marcial de tambores y el solemne diapasón de sus oboes dan toda la
versatilidad humana en su magistral interpretación tanto en la presencia de la vida
o muerte, como la de victoria o la gloria".
23 - 64
Prevalece también la opinión de que nuestros "Boleros de Caballería en un ritmo
similar al de los toques de Caballería española de inicios del Siglo XIX, ejecutados
por bandas montadas provistas de clarines y timbales, que producían tonalidades
pausadas y graves, alterados ocasionalmente por variaciones agudísimas de una
trompeta que ocasionaba "una tristeza de extraña y una rara melancolía". (26). En
todo caso, nuestros Boleros de Caballería son únicos, sea que éstos respondan
a la influencia de melodías de origen español o argentino, lo evidente es que
expresan un auténtico y profundo sentimiento propio de nuestras extensas
llanuras altiplánicas y de los pintorescos valles bolivianos.
24 - 64
CAPITULO IV
MISIÓN MILITAR ALEMANA
25 - 64
I. INFLUENCIAS DE LA MISIÓN MILITAR ALEMANA (26)
El General Ismael Montes, en su segunda Presidencia, restableció la Escuela
Militar de Música, nuevamente adjunta A Intendencia de Guerra con asiento en
La Paz.
A partir del año 1911, concluyó el asesoramiento militar francés y se contrató uno
de origen alemán. Este vino precedido por el Mayor Hans Kundt, quién fue
ascendido al grado de General del Ejército de Bolivia e incorporado en calidad de
Jefe de Estado Mayor. Juntamente con él vinieron cuatro Oficiales Instructores
de armas y 14 Sargentos. Uno de ellos, el Capitán Carl Friedich Muther, asignado
como Director del colegio Militar, se preocupó en forma especial de las Bandas
de Música y fue uno de los que influyó para la reapertura de la Escuela de Música
el año 1913. La misión alemana implantó una férrea disciplina basada en
reglamentos alemanes, varios de ellos ya traducidos por los Ejércitos de Chile y
Argentina que también habían contratado, con anterioridad, misiones militares de
Alemania.
En Bolivia se adoptó el uniforme alemán para uso diario y el prusiano para
eventos de solemnidad y de desfile. Asimismo, se optó por usar cascos con
flamines para el uniforme de gala. Cabe aclarar que el casco con flamines era
propio del Ejército Prusiano de inicios del siglo y que después de la Primera
Guerra Mundial, el Ejército Alemán no lo utilizó más. Las prácticas de orden
cerrado, la gimnasia en aparatos, así como las marchas con paso de parada
fueron los principales elementos que caracterizaron la disciplina alemana.
Se introdujo durante ese periodo, marchas alemanas que constituyeron la
esencia de la música militar de esa época. Varias de éstas, como “Alexander
March”, (27) “Alte Kamaredn”, “Ferbelinereite March” y “Federicus Rex”, fueron
adaptadas como propias por varias unidades e institutos. Es así como “Alexander
March” se convirtió en la marcha oficial del Colegio Militar, con la que
generaciones de cadetes marcharon y aun lo siguen haciendo.
No obstante de que las marchas respondían a estímulos musicales wagnerianos,
acordes con la actitud triunfalista que tenían su ejército, integrado por individuos
de mentalidad y características físicas diferentes a las de los nuestros, estas
marchas tuvieron la virtud de promover un genuino fervor cívico. Para su
adaptación al medio boliviano, se tuvo que variar la cadencia del compás con la
finalidad de que individuos de contextura física diferente, mucho menor en
realidad pudieran marchar con un adecuado ritmo.
En esa época se importó de Alemania un moderno instrumental para poder
interpretar y tocar, debidamente, estas marchas de origen teutón. Instrumentos
tales como el árbol de campanas, la lira y el triángulo, desconocidos hasta
entonces (por su origen turco, introducidos al Ejército alemán a través de las
Misiones Militares Alemanas asesoras de ese país a inicios del siglo) pasaron a
formar parte orgánica de nuestras bandas.
26 - 64
II. LA DÉCADA DE LOS AÑOS VEINTE
La Escuela Militar de Música, que fue restablecida en 1913 y que dependía de la
Intendencia de Guerra hasta 1919, desarrolló una intensa labor bajo la marcada
influencia alemana. Su Director, durante ese periodo, fue el mayor Asimilado
Néstor terrazas, meritorio músico militar que participó en la Guerra del Acre y que
fue considerado por el Senado Nacional por su sobresaliente actuación.
Durante este periodo ocupó un local del edificio asignado a la Intendencia, al inicio
de El Prado, que era el antiguo Cuartel del “Regimiento Bolívar 2 2 de Artillería”,
edificio que aún, hoy en día, luce sobre sus ventanas y puertas los cañones
entrecruzados.
El año 1919, la Escuela de Música fue nuevamente trasladada, esta vez como
dependiente de la Escuela de Clases de reciente creación, al cuartel de la calle
Sucre. Este destino fue relativamente breve, pues el año 1920, al transformarse
la escuela de Clases en un Regimiento de infantería, la escuela de Música fue
nuevamente adscrito a la intendencia de Guerra y albergado en su local original
de la Avenida 16 de Julio. De este establecimiento no se movió hasta su clausura,
a raíz de la Campaña del Chaco, el año 1932.
El periodo de su permanencia adscrita a la Intendencia, entre los años 1920 y
1932, fue determinante para la vida de la Escuela militar de Música. Bajo la hábil
dirección de distinguidos músicos asimilados a oficiales, tales como Mayor César
Achaval, compositor de marchas y cuecas; el Tte. Alfredo Aguirre; y, nuevamente,
el Tcnl. Francisco Suárez, la Escuela no sólo preparó músicos para las bandas
militares, sino para las Orquestas Sinfónicas, estableciéndose una tradición por
la cual los músicos que tocan los instrumentos de viento, en las citadas orquestas,
casi siempre provienen de estratos militares.
Se puede decir que, prácticamente, todos los músicos de conjuntos musicales ya
sean de éstos de orquesta sinfónica o de baile, excepto los que tocan
instrumentos de cuerda, tuvieron como origen la Escuela Militar de Música. Lo
propio ocurrió, años más tarde, con los músicos que formaron las bandas de la
Fuerza Aérea, de la Armada y de la Policía.
Una demostración de la efectiva preparación y formación de los músicos militares
bolivianos fue la presentación que hicieron en Buenos Aires cuando asistieron,
con el Colegio Militar, el año 1927, a la inauguración del monumento erigido en
honor del General Mitre, evento al que fueron invitados las Academias Militares
de varios países latinoamericanos. En esa oportunidad la actuación que tuvieron,
tanto en el desfile como en el concierto que dieron en el Teatro del Coliseo,
mereció los más elogios comentarios de la prensa argentina que calificó a la
Banda Militar de Música de Bolivia, así como al Colegio Militar, como a los de
mejor prestancia.
Una certificación adicional de este hecho es el cable de felicitación, enviado
desde Buenos Aires al General José Quiroz, entonces Ministro de Guerra, por el
Director de Bandas del ejército Uruguayo, José Ferrari, quién relievaba la
27 - 64
actuación de la Banda Militar de Bolivia en los diversos actos en los participó, la
misma que pertenecía al “Regimiento Pérez, 3 de infantería” y estuvo dirigida por
un joven oficial de música, el Subteniente Adrián Patiño Carpio, autor de la
famosa “Macha Sargento Tejerina” y de la actual “Marcha Presidencial”. Años
más tardes el Subteniente Adrián Patiño se consagró como un extraordinario
profesional que compuso varias otras marchas más, así como música popular
boliviana y piezas de concierto. La Escuela Militar de Música lleva su nombre
como merecido homenaje a su memoria.
La actuación de nuestra Banda de Música en este rememorado encuentro
internacional no fue otra cosa que el reflejo del entusiasmo y capacidad de los
directores d bandas que tuvimos en las décadas de los años diez y veinte,
quiénes no sólo prepararon a nuestros músicos para tocar marchas en forma
impecable, sino que fueron prolíficos compositores de marchas, cuecas y
bailecitos. Cada regimiento tenía su propia marcha, la que normalmente había
sido compuesta por el Director de Banda asignado a esa unidad.
El año 1928, se hizo una nueva importación de instrumental de bandas desde
Francia la misma que incluyó un conjunto especial para conciertos. Con ello se
pudo equipar, con un mejor instrumental, a las diferentes bandas militares. Se
reemplazó los instrumentos que habían sufrido el desgaste ocasionado por el
transcurso del tiempo y se dotó a los músicos, que hasta entonces acudían al
cuartel con sus propios instrumentos, con aquellos proporcionados por el ejército.
Se organizó dos bandas principales, la del Colegio Militar que vestía un uniforme
igual a la de los cadetes y la de la propia Escuela Militar de Música. Esta última
era requerida, permanentemente, para diferentes actos de carácter cívico y
cultural. Asumió su comando, el año 1929, el entonces Teniente Adrián Patiño y
permaneció como Director, desde el año 1929, hasta el inicio de la guerra, en el
año 1032.
Las banda de los Regimientos de Caballería, entre esta la del “Abaroa 1° de
Caballería”, eran dignas de toda admiración. Se trataba de Bandas de Música
montadas y provistas de trompetas, clarines y timbales que producían acordes
largos y sostenidos. En una combinación de armonías resonantes, lentas y
profundas, interpretaban los famosos boleros de caballería al compás de los
cuales desfilaban airosas las tropas montadas de nuestro ejército. Otro tanto
ocurrió con las bandas de los regimientos de artillería en estrecha competencia
con las de las otras armas.
Los desfiles en los días de las fiestas patrias se convertían fundamentalmente,
en una competencia entre las diferentes unidades que participaban en las
paradas militares, pero sobre todo entre sus respectivas bandas. Una vez
terminado el desfile, en diferentes plazas y plazuelas, cada una de ellas daba
retretas llenando el ambiente de alegría con una variada interpretación de cuecas,
taquiraris, boleros y huayños.
Para los músicos era motivo de gran satisfacción y orgullo el poder interpretar
música nacional. Hasta cierto punto era la prueba final de toda una práctica que,
día a día, durante todo un año habían realizado amenizado y dado vida a las
poblaciones de la localidad en la que el regimiento al que pertenecían estaba de
guarnición.
28 - 64
CAPITULO V
GUERRA DEL CHACO Y
POSTGUERRA
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I. GUERRA DEL CHACO (28)
Al iniciarse la Guerra del chaco, el Ejército Boliviano tenía alrededor de
seiscientos músicos distribuidos en quince bandas de acuerdo al siguiente
detalle:
En la ciudad de La Paz, se tenía la banda de la Escuela Militar de Música. En la
Primera División, con asiento en Oruro, las bandas de los Regimientos “Sucre, 2
de Infantería”, “Pérez 3 de Infantería”, “Campero 5 de Infantería”, “Ballivián 2 de
Caballería” y “Camacho 1° de Artillería”. En la segunda División, con asiento en
La Paz, las bandas de los “Regimientos Azurduy, 7 de Infantería”, “Abaroa 1° de
Caballería” y “Bolívar 2 de Artillería”. En la tercera División, con asiento en
Roboré, las bandas de los regimientos “Colorados 1° de Infantería” e “Ingavi 4 de
Caballería”. En la cuarta división, con asiento en Fortín Muñoz, la banda del
Regimiento “Loa 4 de Infantería”. En la quinta División, con asiento en Puerto
Suárez, la banda del Regimiento “Warnes 9 de Infantería” y finalmente, en la
Sexta división, con asiento en Riberalta, la banda del Regimiento “Bagé 11 de
Infantería”.
Los regimientos de la Tercera, Cuarta, Quinta y Sexta división, fueron movilizados
de inmediato a la zona de operaciones con sus respectivas bandas. Estas
bandas regimentarías se convirtieron, en la mayoría de los casos, en bandas
divisionarias, mediante la fusión e bandas de varios regimientos. En La Paz, se
clausuró la Escuela Militar de Música y los alumnos de edad de Servicio Militar
fueron movilizados e incorporados a diferentes regimientos. En virtud a que parte
de su formación profesional había sido como fusileros de infantería, se les otorgó
grados de cabos, constituyéndose así en un escalón más de la fuerza
combatiente que marchó al Chaco.
Los menores de edad, junto con los músicos viejos, conformaron las bandas de
música que en los primeros meses de la movilización actuaron en los centros de
reclutamiento. Al cabo de algún tiempo estas bandas, incluyendo a la de la
Escuela de Música, fueron movilizadas volviendo a integrar, muchas de ellas, sus
antiguos regimientos o formando bandas para las Divisiones o, para los Cuerpos
de Ejército.
La presencia de las bandas fue especialmente apreciada en las emotivas
despedidas de los contingentes que partían al Sudeste Chaqueño y en las
recepciones a las unidades que ingresaban a la zona de operaciones. Boleros de
Caballería, Cuecas, Huayños y Carnavalitos constituyeron melodías que se
convirtieron en imperecederos recuerdos que acompañaron a las tropas hasta las
primeras líneas de combate, como las de dos cuecas de evocación letras, cuyas
versiones resumimos a continuación:
“Destacamento 111”. “Mañana me voy, muy lejos de aquí/ Cuando me vaya,
cuando me ausente/ a dios vidita, no has de llorar por mi/ Bravo soldado,
Chuquisaqueño/ en tu divisa, pecho de bronce/ van los tres unos del 111”
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“”Infierno Verde” (letra del importante poeta cruceño Otero Reiche) “Si aún
queda llanto en tus ojos, para llorar mi partida/no llores mientras la vida, deja un
minuto de vida, a la orilla de la muerte tiene el encanto de verte resignada ante el
dolor / llorarás cuando mañana ya de mi nadie se acuerde porque en el infierno
verde, sólo Dios se acordará”
Otras que reflejaban la añoranza y el valor que prevalecía en el ánimo de los
combatientes que marcharon cientos de kilómetros para defender a la Patria,
animados permanentemente a lo largo de su camino por los músicos militares de
nuestro ejército, quiénes participaron, no solo con la música sino empuñando el
fusil y combatiendo como los más resueltos soldados en varias acciones de
guerra, fueron la “Despedida de Tarija”, “El Terremoto de Sipe Sipe”, y “Boquerón
Abandonado”. También los músicos actuaron como camilleros, estafetas y
transportando municiones en muchas oportunidades.
En alihuatá y en Kilómetro 7, los músicos de banda del “Regimiento Loa, 4 de
Infantería”, al mando de su Director, el Capitán de Música Alfredo Aguirre,
tuvieron una destacada intervención habiendo perecido varios de ellos en estas
acciones de armas. Fue esta banda la que, al entonar el himno nacional, impulsó
a mil voluntarios a dar “Un paso al frente” para construir la columna vertebral de
la Defensa de km. 7. Otra actuación importante fue la realizada por la Banda del
“Regimiento Ballivián, 2 de caballería”, dirigida por el Tte. De Música Marcos
Sardón, en la Defensa de Aguas Calientes cerca de Charagua.
II. UNA ACTITUD HEROICA
En la guerra del Chaco existieron episodios de coraje individual excepcional,
similares a aquellos protagonizados en la Guerra del Pacífico como los del
Corneta Mamani. De acuerdo a los relatos del meritorio Coronel Jorge Antezana
Villagrán, en su libro “La Guerra del Chaco”, el músico Jesús Arce Quinteros tuvo
una singular y heroica actuación. Al ordenarse la evacuación del Fortín Arce, en
Octubre del año 1932, debido a la incontenible ofensiva paraguaya y ante la falta
de personal disponible, se designó al músico Jesús Arce Quinteros como
telefonista, para que recibiera hasta el final, los mensajes que aún eran
transmitidos desde Fortín Platanillos. Arce, al hacerse cargo de la central
telefónica, se dio cuenta de que cualquier mensaje podía ser inmediatamente
retransmitido al comando paraguayo.
En esas circunstancias, recibió un mensaje del Teniente Heliodoro Galindo para
el Coronel Enrique Peñaranda, a lo que el Soldado Arce respondió en quechua,
indicando su sospecha e informando que el Fortín ya había sido evacuado y
sugerido, más bien, que se simulara una conferencia en español en la que él
personificaría al coronel Peñaranda, para no dar la impresión del abandono del
Fortín. Sugirió, además, que en la conversación se mencionara que un fuerte
contingente de refuerzo iba en camino con el grueso de una supuesta reserva.
Así se hizo y el convenido diálogo entre Arce y el Teniente Galindo fue captado
por el Intruso paraguayo, (identificado después de la Guerra como Tte. Pantaleón
Aguirre) quién, de inmediato, pasó el informe a su comando.
31 - 64
El efecto de este ardid fue el de demorar la persecución de las fuerzas que se
replegaban de fortín Arce, hasta que los paraguayos pudieron verificar la
información, permitiéndose con ello, un repliegue ordenado de otra manera,
hubiera sido caótico. El Soldado Arce permaneció en el Fortín. Habiendo
abandonado su puesto solamente cuando se convención de que no habían más
mensajes a ser recibidos o transmitidos. Este destacado músico se reincorporó a
su unidad y permaneció en ella, hasta el final del conflicto. Una vez terminada la
guerra siguió prestando sus servicios en las banda del ejército, habiendo sido,
con el transcurso del tiempo, Director de varias de ellas.
El año 1961 tuvo el privilegio de iniciar la primera banda del comando de la Fuerza
Aérea con el grado de Capitán de Música.
Al término de la cruenta guerra del Chaco, cuando se repartió a los ex -
prisioneros, fueron las bandas militares las que los recibieron, instándolos a
olvidar las durísimas experiencias pasadas y a encaminar sus vidas un nuevo y
mejor destino, siempre al servicio del país.
Por referencias que se tienen, se sabe, que durante el conflicto chaqueño varios
músicos han tenido meritorias actuaciones, pero lamentablemente no existe
documentación que nos permita dar mayor información al respecto.
III. DESPUÉS DE LA GUERRA DEL CHACO
Finalizada la Guerra del Chaco, una vez concluida la evacuación de los
conscriptos y repatriados los ex – prisioneros se procedió a reorganizar al Ejército.
El Colegio Militar fue reabierto el año 1937, con un contingente de 115 alumnos,
de los cuales 40 eran oficiales de reserva que habían retornado de la Campaña
del Chaco, para graduarse en un año y el resto ingresó al primer año para egresar
de oficiales después de cinco años de estudio. Paralelamente a ello se rehabilitó
la Banda del Colegio Militar.
Para cumplir esta nueva tarea se tuvo que acondicionar el cuartel de San Jorge
mientras se construía el nuevo Colegio Militar en Irpavi, para el funcionamiento
de este Instituto, en vista de que su antiguo edificio de la Avenida Villazón había
sido vendido a la Universidad de La Paz.
En 1938, se organizó la Escuela Militar de Música, bajo la dirección del Mayor
Adrián Patiño Carpio. La misma que fue trasladada de un lugar a otro.
Inicialmente estuvo en el cuartel de la Calle Sucre y posteriormente, por un corto
tiempo, en el San Jorge. A partir del año 1945, asumió la dirección de la
mencionada Escuela, el mayor Rigoberto Sáenz y el año 1946, el Capitán Antonio
Montes Calderón.
La escuela fue trasladada, en ese mismo año a Irpavi, a un Cuartel anexo al
Colegio Militar que se construyó para este propósito y permaneció en ese
establecimiento hasta el 12 de Abril de 1952. En esa fecha, a raíz de la
“Revolución del 9 de Abril”, el Cuartel de la escuela Militar de Música fue
sumariamente ocupado por el Batallón General Federico Román, 2 de Ingeniería.
32 - 64
Los oficiales de esta unidad que habían perdido su cuartel de Seguencoma, el
mismo que fue tomado por militares del Movimiento Nacionalista Revolucionario,
decidieron reagruparse en el Colegio Militar, dispuestos, si fuese necesario, a
ofrecer resistencia con el saldo de la tropa que quedaba a fin de evitar que el
Batallón de reciente creación desapareciera, lo que seguramente hubiese
ocurrido si éste se dispersaba y sus oficiales abandonaban a sus soldados. Es
así que se ocupó el cuartel de la Escuela Militar de Música cuyos alumnos, debido
a los acontecimientos revolucionarios antes mencionado, no estaban presentes.
Una vez concluida la revolución y restablecido la orden, se acordó con el Director
de la Escuela militar de Música, Coronel Antonio montes Calderón, el traslado de
la misma a un pabellón del cuartel General de Miraflores que había quedado
vacante. Es así como el Batallón, General Federico Román, permaneció en el
cuartel de la Escuela Militar de Música, adyacente en el Colegio Militar, con
efectivos reducidos, pero efectuando la guardia del Instituto hasta su reapertura,
la misma que produjo una año más tarde.
No obstante esta situación, la unidad de Ingenieros continuó con el trabajo
emprendido de construir la carretera a Mallasa en la zona de Aranjuez. Asimismo,
dio inicio a la primera escuela de tractoristas para el reciente creado Ministerio de
Asuntos Campesinos. (29) Posteriormente, el Batallón fue trasladado a Caranavi,
la Escuela Militar de Música quedó permanentemente ubicada en el cuartel
General de Miraflores.
La presencia de bandas de música en este periodo fue importante para la
supervivencia del propio Ejército cuya tropa fue, en gran parte, licenciada como
consecuencia del triunfo de la “Revolución del Abril”. Se clausuró el Colegio Militar
y se ordenó, inicialmente, la disolución de los regimientos que habían definido a
la junta Militar de Gobierno. Es por ello, pus, que muchas unidades tradicionales,
tales como los Regimientos “Bolívar” en Viacha, “Abaroa” en Guaqui, “Lanza” en
La Paz, “Camacho” en Oruro, “Ingavi” en Challapata, “Sucre” en Corocoro,
estuvieron a punto de desaparecer, a no ser por la firme actitud de las
poblaciones, donde estas unidades estaban de guarnición, poblaciones que
impidieron que las banda de música de tales regimientos fueran eliminadas, ya
que estas constitúyanle centro de la actividad recreativa y cívica de esas
localidades. Otro tanto ocurrió con las bandas de música de los regimientos
estacionados en el resto del país. Al ser licenciada la tropa, por lo tanto quedaron
los músicos militares prácticamente como guardianes de los cuarteles,
asumiendo la responsabilidad de su seguridad y mantenimiento. Entonces, por
un prolongado periodo, una parte de la infraestructura del Ejército estuvo
constituida por las bandas de música de los distintos Regimientos, las que no sólo
mantuvieron la tradición, sino que contribuyeron a que las Fuerzas Armadas
recuperaran el respeto y afecto del pueblo, reiniciando su participación en varias
actividades. Se hicieron presente en los desfi8les escolares y en las retretas en
las Plazas. Se transformaron en orquestas para dar conciertos y para amenizar
las fiestas y eventos de carácter cultural. Multiplicaron sus actuaciones,
demostrando que eran una parte importante de la esencia y del espíritu del
ejército.
33 - 64
Pasada la primera etapa post-revolucionaria fue necesario reestablecer el
ordenamiento protocolar que exigía la presencia de bandas de música para la
realización de diferentes actos públicos, entre ellos la de presentación de
credenciales de representante diplomáticos con este propósito, tuvo que ser
restituida la banda del Colegio Militar, un año antes de la reapertura de este
instituto de formación de oficiales.
Transcurrido un tiempo, se autorizó nuevamente el reclutamiento anual de
soldados en toda la república permitiéndose con ello que las banda de música,
además de la labor que realizaban, retornaron a sus antiguas y normales
funciones (1952 – 1970) en el Cuartel General de Miraflores y durante este tiempo
se organizó mejor las diferentes bandas, entre ellas las del Colegio Militar y de la
Escuela Militar de Música.
Es importante anotar que esta etapa fue una etapa en la que se empezó a tocar,
en las FF. AA. Marchas de origen americano, como resultado de la importancia
que adquirió el Ejército Americano en el ámbito mundial después de la II Guerra
y de la influencia que ejercían las Misiones Militares de ese país en muchas
naciones sobre todo en las latinoamericanas. Pese a que las marchas americanas
tienen el ritmo propio de una revista musical a diferencia de las alemanas cuyo
compás es el marcial, definido y marcado, estas fueron adoptadas y adquirieron
popularidad en la FF. AA. De Bolivia, sobre todo en la Fuerza Aérea y en la
Armada.
Algo similar ocurrió con la marcha inglesa “Coronel Boggie”, mejor conocida como
la del “Puente Sobre el Río Kway”.
34 - 64
CAPITULO VI
ETAPA CONTEMPORÁNEA
35 - 64
I. NUEVO INSTRUMENTAL ALEMÁN PARA LAS BANDAS MILITARES DE
MÚSICA
El año 1962, el entonces Ministro de Defensa de Bolivia Don Juan Luís Gutiérrez
Granier, fue invitado a Alemania por su colega alemán, el Doctor Franz Joseph
Strauss, (30) para realizar una visita de carácter oficial.
Esta invitación era significativa pues demostraba que Alemania, nuevamente,
expresaba interés en establecer vínculos con las Fuerzas Armadas de Bolivia,
con las que tradicionalmente había mantenido estrecho contacto a través de las
diferentes Misiones Militares Alemanas que asesoraron a la Nación boliviana a
principios de siglo y hasta la Guerra del Chaco.
Pese a las múltiples ocupaciones propias de un Ministro de Defensa Alemán, el
recibimiento que le brindó al Ministro Gutiérrez Granier fue excepcional, habiendo
lo esperado, personalmente, a su llegada en el aeropuerto de Bonn. A su partida,
le ofreció una singular cena de carácter oficial, con la asistencia de los
Comandantes de las tres Fuerzas y de todo el Estado Mayor Alemán.
En cada una de las guarniciones que visitó el Ministro de Bolivia acompañado de
su ayudante, Mayor Julio Sanjinés Goitia y del agregado militar de Bolivia en
Bonn, Teniente Coronel Juan Lechín Suárez, fue recibido por el Comandante
Superior del distrito Militar y por guardias de honor que portaban en sus
bayonetas la bandera boliviana.
En el curso de toda la gira, que duró diez días, en la que se visitó la Escuela de
Estado Mayor en Hamburgo, varias divisiones y unidades motorizadas en
diferentes ciudades alemanas, se percibió que, si bien existía un manifiesto deseo
de ayudar al Ejército de Bolivia, difícilmente se podría obtener una colaboración
significativa consistente en equipos militares, ya fuese ésta en calidad de venta
nominal o a ser adquiridos con facilidades de pago, por la propia situación del
ejército Alemán de posguerra que aún se encontraba en una etapa de
reorganización.
En virtud de ello, se llegó a la conclusión de que se debía solicitar la cooperación
del Ejército Alemán en algo factible. En el curso de la cena despedida al Ministro
boliviano, los Oficiales Bolivianos que lo acompañaban explicaron la importancia
que, en la formación del Ejército Boliviano, había tenido la disciplina alemana y,
sobre todo, sus marchas e indagaron sobre la posibilidad de obtener una
asistencia técnica para la reorganización de las bandas de música bolivianas.
El General Huessinger, Inspector General del Ejército Alemán, escuchó con
atención el relato y de inmediato dijo que no sólo era factible sino que además el
Ejército Alemán obsequiaría un moderno instrumental para una banda de música.
Indicó, asimismo, que lo único que se requería para materializar éste obsequio,
era el envío de unas pequeñas misiones integradas por dos oficiales de música
del Ejército Alemán, quienes establecerían las necesidades que se tenía e
instrumentos y partituras musicales. Es así como, dos meses después, llegaron
36 - 64
dos músicos militares alemanes: el Teniente de Música Joachim Trettner y el
Suboficial Hans Lützow, ex - Mayor de música del antiguo ejército Alemán, para
efectuar el estudio de las necesidades en materia de música e instrumentos.
Esta misión venía ya imbuida de la mentalidad americana de preparar un perfil,
luego un estudio de prefactibilidad, otro de factibilidad antes de emitir
recomendación alguna. Sin embargo, el primer día de su arribo, tuvo oportunidad
de escuchar a la Banda del Regimiento "Waldo Ballivián" tocando la marcha
alemana "Baden Baden" acerca de cuatro mil metros de altura, de subida por la
empinada Calle Ayacucho hacia la Plaza Murillo, donde debía asistir a una
presentación de credenciales. Debido a lo empinado de la cuesta, la cadencia era
más lenta que de costumbre, lo cual hacía mucho más reconocible, a los sutiles
oídos de músicos experimentados, una marcha alemana que se tocaba,
normalmente, con ritmo más acelerado y algo diferente de la originalmente traída
a Bolivia por la Primera Misión Alemana a inicios del siglo, interpretada mediante
inexactas partituras transcritas a pulso en difusos pentagramas.
La banda llegó a la plaza y efectuó al mejor estilo germano, los diferentes giros
que incluye "el traspaso", o sea la marcha de la banda de guerra consistente en
tambores y pífanos delante del resto, ejercicio y modalidad exclusiva de las
bandas de música alemanas. Este hecho entusiasmó a ambos expertos, sobre
todo porque este movimiento había sido virtualmente suprimido de su propio
ejército, después de la Segunda Guerra Mundial. Una vez que terminó la pieza
que estaban ejecutando y el Director de Banda junto con el "guaripolero" dieron
las órdenes de alto y descanso, el Suboficial Lützow se acercó a uno de los
músicos y trató de alzar la tuba que él portaba. Al sentir el enorme peso de esta,
que seguramente ya había sido reparada a lo largo de sesenta años con
soldaduras de plomo, quedó admirado de que con semejantes instrumentos de
tanto peso, a casi cuatro mil metros de altura, se pudiera interpretar marchas
alemanas y exclamó en alemán "Hier existiert echt musikaliches talent " (Aquí
existe talento musical auténtico).
Con esta observación se pudo saltar directamente de la prefactibilidad a la
solicitud final que fue recomendada y, dos meses después, arribaron en un avión
expreso de Lufthansa doscientos cincuenta instrumentos musicales de variada
naturaleza y partituras de música militar alemana.
Para su entrega en Alemania, el propio Ministro Strauss citó al Agregado Militar
en Bonn y le manifestó que sentía especial satisfacción por haber efectuado esta
donación. A su arribo a La Paz, en el Comando de Ingeniería se abrió los cajones
y se armó algunos instrumentos tales como pífanos, liras, triángulos y
particularmente el árbol de campanas que, con la Guerra del Chaco y el tiempo,
habían desaparecido del instrumental de las bandas de música del Ejército de
Bolivia. En el proceso del armado del árbol de campanas, instrumentos que es un
verdadero tronco metálico, con ramas que contienen campañas y que se lo porta
en una bandolera, y que no requiere de otro movimiento para producir tonalidades
sino el de la propia marcha con adecuada cadencia, se produjo un desajuste, en
cuanto al centro de gravedad del mismo, por acople erróneo de las partes. Esto
37 - 64
sumado al zarandeo al que quiso someterlo el instrumentalista alto y de color
negro, quien por tradición y estatura había sido reclutado en Coripata, produjo
una espectacular caída del portador y la destrucción de las campanitas, las que
tuvieron que ser reemplazadas, posteriormente, también por vía aérea, para
recién procederse al estreno del instrumental completo de la banda.
Éste fue el origen, no sólo de la Banda del Regimiento " Waldo Ballivián ", con
instrumental nuevo, si no el de varias bandas más del ejército que hoy,
orgullosamente, lucen en sus trompetas las insignias patrias de Alemania y
Bolivia.
II. ETAPA CONTEMPORÁNEA
En el año 1970, se dispuso el traslado de la Escuela Militar de Música a
Cochabamba, bajo la dependencia de la Escuela Militar de Clases, Sargento
Maximiliano Paredes y esta funcionó, durante dos años hasta fines del año 1971,
en dicha ciudad, fecha en la que tuvo que ser nuevamente clausurada, por falta
de presupuesto. Se reabrió posteriormente, gracias a la acción del Mayor Mario
García Prado, el 18 de Diciembre de 1981, disponiendo sé que esta institución
funcionará en la localidad de Viacha cercana a la ciudad de La Paz, en una parte
de las dependencias del Regimiento " Bolívar, 2 de Artillería ", contando con 80
alumnos postulantes. El local era muy pequeño e incómodo, a raíz de lo cual el
entonces Coronel Gary Prado, miembro del Estado Mayor de Ejército, trató de
obtener una mejor ubicación. Al ser informado por el Comandante de la Escuela
Militar de Música, que todos los músicos de las Fuerzas Armadas, durante un
prolongado periodo habían estado efectuando un aporte voluntario para adquirir
un local propio, ordenó que se buscara un establecimiento apropiado para
comprar, comprometiéndose a conseguir un aporte adicional del Ministerio de
Defensa. Este gesto encomiable de desprendimiento y de amor a su institución,
realizado por los Músicos de las Fuerzas Armadas, de asegurar el funcionamiento
del escuela adquiriendo con sus propios fondos las instalaciones en las que debía
fusionar, demostró la fe y determinación que aquéllos tienen para mantener
vigente la institución en la que fueron formados.
38 - 64
 Tcnl. Mús. Francisco Suárez Pando 1902 - 1912
 My. Mús. Néstor Terrazas 1914 - 1921
 My. Mús. César Achaval 1921 - 1926
COMANDANTES DE LA ESCUELA MILITAR DE MÚSICA “TNCL. ADRIÁN
PATIÑO C.”
 Tte. Mús. Alfredo Aguirre 1926 – 1927
 Tcnl. Mús. Francisco Suárez Pando 1927 – 1929
 Tte. Mús. Adrián Patiño Carpio 1929 – 1932
 My. Mús. Adrián Patiño Carpio 1939 – 1944
 Cáp. Mús. Antonio Montes Calderón 1945
 My. Mús. Rigoberto Sainz Castro 1946 – 1948
 Cáp. Mús. Rafael Vargas Moreno 1949
 Cáp. Mús. Teófilo Molina 1952
 My. Mús. Enrique Barrientos Guerra 1953 – 1959
 Cáp. Mús. Humberto Ríos Averanga 1960 – 1961
 Cáp. Mús. Isaac Alarcón Hinojosa 1962 – 1968
 My. Mús. Antonio Amurrio Lara 1969 – 1970
 Cáp. Mús. Mario García Prado 1981 – 1983
 My. Mús. Raúl Sánchez de la Barra 1984 – 1985
 Cáp. Mús. Zenón López Arce 1986
 My. Mús. Rafael W. Iturri Gonzáles 1987 – 1988
 My. Mús. Lindolfo Valderrama Torrico 1989
 Cáp. Mús. Luís Lafuente Arias 1990
 Tcnl. Com. David Quiroz Pacheco 1991
 Tcnl. Inf. Walter Bautista Pérez 1992 – 1993
 Cáp. Mús. Anatolio Huanca Colque 1994
 Cáp. Mús. Florencio Clares Cruz 1995 – 1996
 My. Mús. Florencio Clares Cruz 1997
 My. Mús. Anatolio Huanca Colque 1998 – 1999
 Tcnl. Mús. Luís E. Vallejos Ramos 2000
 My. Mús. Rubén Veizaga Cordero 2001
 Tcnl. DEM. José A. Jaimes Camacho 2002
 Tcnl. DEM. Néstor Sahonero Ampuero 2003
 Tcnl. DEM. Marcos Blacutt Monje 2004 – 2005
 Tcnl. DEM. Demetrio Camacho Blanco 2006 – 2007
39 - 64
CAPITULO VII
BANDAS DE MÚSICA
BOLIVIANAS
40 - 64
I. HISTORIA DE LAS BANDAS DE MÚSICA DEL EJERCITO
Periodo de la Independencia
Se establece que la organización de las primeras Bandas de Música de nuestro
Glorioso Ejército, tienen origen en los grupos guerrilleros de la independencia,
que se organizaron para luchar contra la dominación española, donde no faltaban
músicos voluntarios que contribuyeron a mantener el ánimo y el espíritu
combativo de los patriotas rebeldes.
Las Bandas de Música que marcharon a la vanguardia de los Regimientos del
Libertador Simón Bolívar, participaron en las diferentes batallas, sobresaliendo
la Banda del Regimiento Voltígeros de Colombia, quienes tocaban aires
nacionales colombianas, provocando en las tropas una actitud de enardecido
patriotismo, contribuyendo aniquilar la obstinada defensa española del General
Monet, Sobresaliendo también las Bandas de Música del batallón colombiano
Vencedores y del batallón peruano “Legión Peruana No. 1”, que durante el
combate interpretaron marchas militares y música tradicional de sus respectivos
países. De ahí la fusión de tonalidades españolas, colombianas y de origen criollo
que aún persisten en el repertorio militar de nuestras bandas de música.
Una vez consolidada la República se organizó dos Batallones de Infantería, dos
Escuadrones de Caballería y una Batería de Artillería con sus respectivas Bandas
de Música.
La primera Banda Militar auténticamente boliviana fue organizada por el General
Guerrillero Don José Miguel Lanza, conformado por músicos voluntarios oriundos
de las provincias Ayopaya, Inquisive, Sicasica, Tapacarí y los Yungas, quienes
dotados de instrumentos como pífanos y tambores, formaban parte del batallón 2
de Infantería, Unidad con la que el General José Miguel Lanza ingresó a la ciudad
de La Paz el 29 de enero de 1825.
Después del combate de Yungay que puso término a la Confederación, varias de
estas bandas se dispersaron y solamente fueron restablecidos el año 1841, para
participar en la Batalla de “Ingavi” donde al amanecer del 18 de noviembre de
1841, se inició el día con una sucesión de dianas para levantar el espíritu
combativo de las tropas. En esta Batalla participaron con heroísmo y abnegación
los músicos de los Batallones 5,6 y 7 de Infantería y del Escuadrón de Caballería.
Una vez restablecida la paz entre Bolivia y el Perú, el Presidente Ballivián
procedió a reorganizar el Ejército dentro de normas de rígida disciplina y asignó
especial importancia a las Bandas de Música, por su participación en la Batalla
de Ingavi quedó muy impresionado.
Para el 18 de Noviembre de 1845, se preparaban actos importantes, para celebrar
el cuarto aniversario de la Batalla de Ingavi, El General Don José Ballivián, tuvo
41 - 64
conocimiento que el prestigioso maestro Don Leopoldo Benedetto Vincenti Franti,
se encontraba en Valparaíso (Chile) invitándole con un contrato para componer
la música del “Himno Nacional” y reorganizar las bandas de música, siendo el
primer Director General de Bandas de Música del Ejército.
Periodo Actual
Las Bandas de Música del Ejército Boliviano, actualmente se encuentran
organizadas en bandas de Tipo “A” con un efectivo de 40 a 50, “B” con un efectivo
de 30 a 40 y “C” con un efectivo de 20 a 25, distribuidas en todos los confines de
nuestra Patria de la siguiente manera: Comando en Jefe de las FF.AA., Comando
General del Ejército, Institutos Militares, Unidades Directamente Dependientes
del Ejército, Grandes y Pequeñas Unidades, cumpliendo su sagrado deber con
su Glorioso Ejército y la Patria toda.
II. BANDAS DE MÚSICA DE LA POLICÍA BOLIVIANA
La creación de la Policía boliviana se remonta a la fundación de la República,
cuando el Mariscal José Antonio de Sucre promulgó la Ley Reglamentaria de
Policía. Como consecuencia de esta disposición, mediante Orden Presidencial de
23 de mayo de 1827, se establecieron piquetes de policía en cada Departamento.
Esta orden era bastante extensa y explícita. Denominaba a los piquetes de
Policía, Columnas de Policía, establecía la procedencia que debían tener sus
integrantes, el uniforme que debían llevar y el armamento que debían tener.
Algunos meses más tarde, mediante una orden complementaria del 25 de
Octubre del mismo año, se fijó el efectivo que debían tener estas columnas en los
diferentes departamentos y se estableció su directa dependencia del Intendente
Departamental.
Durante el gobierno del Mariscal Santa Cruz, como complemento al código Penal,
se estableció un Reglamento de Policía mediante el Decreto de 3 de Mayo de
1837 en el que se precisaron las precauciones y medidas que debían adoptarse
para evitar crímenes y desórdenes sin menoscabar la libertad de los habitantes.
Las Columnas de Policía que tenían como misión mantener el orden público, se
constituyeron en agrupaciones a las que se incorporaron, con carácter voluntario,
varios músicos. Con el transcurso del tiempo, las Columnas de Policía, no
obstante su precaria organización, llegaron a cumplir en forma eficiente sus
funciones específicas. Como el personal que las constituía provenían de las filas
del ejército regular, tanto de jefes, clases y soldados, la organización de estas
columnas de Policía respondía a un criterio más militar que policial. Este hecho
fue advertido por el General Narciso Campero cuando retornó de Francia después
de graduarse como Ingeniero en el Politécnico de París. En un folleto que publicó
el año 1857 sugería que la Policía Boliviana adoptase la instrucción y
organización que prevalecía en Inglaterra. Anotaba que en la Policía inglesa
denominada Scotland Yard estaba constituida para hacer cumplir las leyes y
42 - 64
ejercer autoridad en forma persuasiva y no represiva como lo hacen las
organizaciones paramilitares.
Lamentablemente, por el caos que imperaba en el país y por la especial
idiosincrasia del pueblo boliviano, no se pudo llevar adelante esta sugerencia. Las
columnas de Policía fueron organizadas como unidades propias de un Ejército,
incluyendo en su estructura departamental, bandas de música. Esta modalidad
se mantuvo hasta el año 1888, cuando con la finalidad de reducir el presupuesto,
mediante una orden de 16 de noviembre, se suprimió las bandas de las Columnas
de Policía, dejando solamente las cornetas y los tambores exigidos por el Servicio
para transmitir órdenes, tocar dianas y silencios.
Durante el presente siglo las columnas de Policía volvieron a incrementar sus
efectivos, asemejándose cada vez más a regimientos de infantería con el núcleo
central destinado a la capital del departamento y con un desdoblamiento de
pequeñas unidades, y hasta de individuos, en pueblos y poblaciones
pertenecientes al ámbito de su jurisdicción departamental. Se reestablecieron las
bandas con directores y músicos que provenían de las filas del Ejército y en
especial, de la Escuela Militar de Música. Los diferentes conflictos bélicos tales
como la Campaña del Acre, pero principalmente la del chaco, alteraron el normal
funcionamiento de las unidades de Policía. Los reservistas comprendidos en las
categorías movilizables fueron incorporados a diferentes unidades del Ejército,
habiendo tenido varios de ellos una destacada actuación.
Al término de la Guerra del Chaco, se reorganizó la Policía habiéndose
incorporado a ella muchos ex – combatientes tanto de oficiales, de clases como
de soldados. Mediante un Decreto, expedido el 20 de Febrero de 1937, por el
General David Toro, entonces Presidente de la República, se creó la Escuela
Nacional de Policías con la finalidad de incorporar conocimientos propios del
funcionamiento y ordenamiento policial, a los futuros conductores de la Policía
Boliviana. Se organizó, nuevamente, las agrupaciones policiales en los diferentes
Departamentos en regimientos y, por varios años, estas unidades constituyeron
lo que se denominó el Cuerpo de Carabineros. Los regimientos, así organizados,
incorporaron a sus efectivos bandas de música estableciendo la necesidad de
tener un director general de las bandas de la institución policial. Con el
reordenamiento experimentado en estas últimas décadas por la Policía Nacional,
denominativo que hoy tiene, y que agrupa en su seno a diferentes especialidades
que anteriormente, sin mayor coordinación, eran independientes, tales como el
Tránsito y la
43 - 64
Foto Banda de Música de la Policía Boliviana.
Dirección de Investigación entre otras, esta Institución del Orden ha logrado
consolidar una organización de carácter nacional muy superior a la existente en
varios países Sudamericanos.
Las bandas de música, asimismo, se han convertido en agrupaciones musicales
de prestigio, que se debe, fundamentalmente, al trabajo realizado por los
directores de las diferentes bandas policiales que se formaron en la Escuela
Militar de Música y por el de los propios músicos quienes en su gran mayoría,
fueron integrantes de las bandas del ejército. A esta labor han contribuido varios
oficiales, muchos de los cuales se encuentran ya en servicio pasivo.
Como primer Director de Bandas de la Policía fue nombrado el Teniente Coronel
Manuel Gutiérrez, egresado de la Escuela Militar de Música. Se incorporó a la
Policía y ejerció la dirección de diferentes bandas, tanto en La Paz cuanto en el
interior del país, hasta culminar su carrera como Inspector Nacional de Bandas.
Otro conocido Director de Bandas, compositor de varias marchas y otras
interpretaciones musicales, que se incorporó a la Policía, fue el Teniente Coronel
Agustín Pozo Castro, también egresado de la Escuela Militar de Música. Fue
director de banda de los regimientos "Ingavi”, " Lanza” y "Azurduy ", después de
haber concurrido a la Guerra del Chaco como joven combatiente.
Otros directores de banda egresados de la Escuela Militar de Música que
contribuyeron a formar las bandas de la Policía Boliviana, a partir del año 1936,
fueron, entre otros, el Teniente Coronel Tomás Guzmán Jáuregui, el Mayor Juan
de Dios Flores Aramayo, los Capitanes Luis Fernández Meneses, Luis Alarcón
Cuba, Pedro Araoz Terán y los Subtenientes Ricardo Escobar y Juan Boyán.
44 - 64
III. HISTORIAL DE LAS BANDAS DE MÚSICA DE LA ARMADA
Bolivia, nació a su vida independientemente con una amplia costa, de la que fue
privada hace más de 100 años por una agresión injusta por parte de Chile. El país
al surgir como República Independiente no tuvo otra aspiración que la de
mantener una convivencia pacífica con sus vecinos, quienes habían logrado su
emancipación de España en una guerra comúnmente liberada. Este fue uno de
los motivos por los cuales Bolivia, lamentablemente, no ejerció una presencia
militar importante en sus territorios costeños, a excepción de una gendarmería
que formaba el piquete de Policía en Antofagasta, ciudad convertida en el Puerto
más importante de Bolivia sobre el Pacífico.
Solamente durante la Presidencia del Mariscal Santa Cruz, mediante Decreto de
30 de Diciembre de 1832, se ordenó la construcción de una fortaleza consistente
en una batería de 12 cañones para la protección del Puerto y Bahía de Cobija. El
mismo Mariscal también tomó providencias para la organización de la marina de
guerra del país, para infortunadamente ni esta intención, ni el anterior decreto
fueron cumplidos.
Solamente, cuando se estableció la Confederación Perú-Boliviana, se determinó
la creación de una Escuadra Marítima, integrada por marineros bolivianos y
peruanos, para repeler en Noviembre de 1837 la agresión de Chile a la
Confederación. Al término del conflicto, en el que resultaron victoriosas las armas
consideradas, mediante Decreto de 20 de Noviembre, se dispuso que la escuadra
se mantuviera en "Estado de Paz”.
Este Decreto establecido, en su Decreto 2º, lo siguiente: " Las embarcaciones de
que se compondrá la escuadra serán; 2 corbetas, 3 bergatines y 1 goleta
distribuidas en los aportaderos del Callao, Arica, y Cobija. Al primero le
corresponde la corbeta Confederación, el bergantín Fundador y la goleta
Yanacocha, al segundo la corbeta Socabaya y bergantín Arequipeño; y al de
Cobija el bergantín Junín”.
De acuerdo a las crónicas de la época, la marina de izquierda peruana tenía
algunos músicos como parte de la tripulación normal de sus barcos para impartir,
mediante toques de corbeta, órdenes de diversa naturaleza.
45 - 64
Banda de Música de la Armada Boliviana
Por lo tanto, es de suponer, que en el Bergantín "Junín”, asignado al Puerto de
Cobija, hubiera habido músicos quienes serían los primeros integrantes de esa
especialidad de la Armada Boliviana.
Según el Vice Almte. José Vargas, en su obra " Tradición Naval del Pueblo de
Bolivia ", indica que en épocas posteriores a la confederación, Bolivia tuvo en su
marina de guerra tres barcos, el Guardacostas "Gral. Sucre”, el Bergantín “María
Luisa " y el Cañonero " El Morro ", los que, seguramente, tenían también músicos
a bordo.
La Guerra del Pacífico postergó, la posibilidad de que Bolivia pudiera establecer
una fuerza naval importante y, consiguientemente, las bandas de música por
radicalmente pertenecientes a esta.
Al producirse el artero ataque a Antofagasta, el 14 de Febrero de 1879, los jefes
chilenos conminaron a las autoridades bolivianas a entregar la ciudad. En esa
época la población boliviana era reducida, pero ésta resolvió enfrentar al invasor.
Solamente se disponía de una columna de gendarmes con un efectivo
aproximado de 60 hombres que contaban entre ellos algunos tambores y una
corneta. Adicionalmente, vivían en el Puerto algunos músicos civiles procedentes
de unidades militares del interior de la República que se habían instalado haya.
Al producirse el repliegue de este heroico grupo de patriotas, hacia Calama, para
enfrentarse en dicha localidad al ejército invasor, los pocos músicos civiles, así
como los tambores los y el corneta se incorporaron al puñado de hombres,
quienes trajo la dirección de Abaroa, decidieron defender en el Puente del Topáter
el paso del Río Loa. En esta acción fue nombrado como Corneta de Órdenes del
Músico Segundino Balladares (33) quien fue muerto por las propuestas chilenas y
ocuparon Calama.
46 - 64
La misma suerte parece que tuvieron el resto de los músicos, motivo por el cual
pensamos que estos músicos que recibían en la costa y que brindaron su vida
por el país, debían ser considerados como los precursores de ésta especialidad
en la Armada.
A los ochenta y cuatro años de esa fecha, las Fuerzas Armadas con densidad de
la necesidad de crear una conciencia marítima que debiera iniciarse por el
dominio de nuestros cuerpos de agua internos, es decir los lagos y ríos del país,
establecieron la Fuerza Fluvial y Lacustre mediante decreto de 4 de Enero de
1963. Para hacer efectiva dicha medida pasaron a la Fuerza Fluvial y Lacustre
todas las guarniciones militares de los Departamentos de Beni y Pando, así como
una parte de las de Cochabamba, Santa Cruz y La Paz.
Como consecuencia de ello se creó la primera Banda en el Distrito Fluvial Nº 1
en Riberalta denominada " Cuenca del Beni” habiendo sido su primer Director el
Alférez Músico Nicolás Chávez Chevaca. Posteriormente, el año 1966 se creó la
Segunda Banda en el entonces Batallón Fluvial “Riosiño”, bajo la dirección del
teniente de Fragata José Torrico Valencia.
IV. BANDAS DE LA FUERZA AÉREA
La Fuerza Aérea de Bolivia se inició mediante arriesgados y heroicos actos,
protagonizados primeramente por aviadores extranjeros y luego por bolivianos
que desafiando desconocidos fenómenos atmosféricos y de altura hicieron
posibles el establecimiento de una aviación militar.
El año 1923 se fundó la Escuela Evitar de Aviación en el Alto, la misma que
proporcionó los primeros pilotos incursionando en los cielos de Bolivia
participaron activamente y en forma eficiente en la contienda bélica con el
Paraguay. Durante la campaña tuvieron que improvisar escuelas de
entrenamiento de Pilotos primero en el Fortín Muñoz, luego en el Ballivián,
Villamontes y finalmente en Choreti.
Terminar esta contienda bélica la Escuela de Aviación sufrió una serie de cambios
de localidad. De Sucre se trasladó a Cochabamba luego a La Paz y
posteriormente con el nombre de Escuela Militar de Aviación Boquerón a Santa
Cruz. En esta ciudad dejó de ser una escuela itinerante y se convirtió el 24 de
Julio de 1953 en el Colegio Militar de Aviación " Tte. Gral. Germán Busch” en
homenaje al héroe de la Guerra del Chaco y ex - Presidente de la República. Es
en esta localidad donde surgió la necesidad de disponer de una banda de música
para efectos de los ejercicios, desfiles y marchas propias de un instituto de
formación militar.
Con esta finalidad el Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas el año 1954
dispuso el traspaso de un grupo de músicos del Ejército al mando del Teniente
Músico Jesús Arce Quinteros a la aviación. Cabe señalar que el Tte. Quinteros
era el legendario músico que actuó como telefonista evitando con su heroica
actitud una mayor pérdida de hombres y de pertrechos en la retirada del Fortín
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Historia de la música militar en bolivia

  • 1. 1 - 64 Julio Sanjinés Goitia La Paz - Bolivia 2007
  • 2. 2 - 64 CAPITULO I LA MÚSICA MILITAR
  • 3. 3 - 64 LA ESENCIA DE LA MÚSICA MILITAR I. Prevalece el criterio de que la música militar se limita al campo exclusivo de las marchas, pero si viene esta convierte en expresiones melódicas la voluntad y tradición guerrera de un pueblo, evocando antiguas glorias y vaticinando futuras victorias, no es menos cierto que la música militar mediante interpretaciones de música solemne y emotiva originó, por ejemplo, los himnos nacionales de muchos países. Es así como el año 1789, en uno de los momentos estelares de la humanidad, en Estrasburgo, Francia, el Capitán de Ingenieros Claude Joseph Rouget de Lisle (1760-1836) compone la música y letra de la Marsellesa. Ésta marcha denominada inicialmente Canto de Guerra de Ejército del Rin, la hizo suya el ejército revolucionario que partió de Marsella a París, convirtiéndola, posiblemente, en el Himno Nacional más famoso de todos los tiempos. (1) Alrededor de la misma época, en Inglaterra, apareció una marcha de inspiración patriótica que luego se tomó en un segundo himno nacional, ahora conocido como “Rule Britannia” y cuyas melodías acompañaron al Ejército Británico en la conquista de sus imperios. “Deutschland, Deutschlan “Uber Alles”, el vigoroso nacional que fue primero de Austria y luego de Alemania, obra del notable compositor austriaco Joseph Haydyn (1732-1809), de fines de siglo XVIII, asimismo obedece a una notoria influencia de la música militar propia de esos años. La “Marcha de los Granaderos”, fue otra que también adquirió renombre y dio origen al Himno Nacional de España. (2) Sobre todo en Europa, muchas marchas rebasando sus meros objetivos militares, se transformaron en Himnos Patrios, los mismos que son la evocación musical que expresa los sentimientos patrióticos más profundos de una Nación. No fue distinto el camino que siguieron en América las Repúblicas emancipadas España. Fue la música militar la que inspiró composiciones para la creación de la mayoría de nuestros Himnos Nacionales. En Bolivia, el autor de la música del Himno Nacional fue Benedetto Vincenti, músico militar asimilado al grado de Teniente Coronel del Ejército de Bolivia. Éste distinguido ciudadano de origen italiano fue contratado por el General José Ballivián para organizar las bandas del Ejército como Director General. En esa calidad impuso una marcha militar para conmemorar el Cuarto Aniversario de la Batalla de Ingavi, marcha que, como se dice antes, se convirtió en el Himno Nacional y fue interpretada, por primera vez, la noche del 18 de noviembre de 1845, en el Teatro Municipal, por una orquesta integrada por músicos civiles que tocaron los instrumentos de cuerda y por varios músicos militares de los batallones 5, 6, 7 de Infantería a cuyo cargo estuvieron los instrumentos de viento. (3)
  • 4. 4 - 64 Las marchas también sirvieron en la década de los treinta de nuestro siglo, para exteriorizar en himnos y canciones los objetivos y el espíritu de movimientos políticos y de partidos. Así tenemos en Alemania el famoso “Horst Wessel Lied” del Partido Nazi, en Italia la “Giovenezza” expresión del racismo y en España “Cara al Sol”, que es el himno de la Falange. En el campo menos formal, la música militar, adaptada según las circunstancias e interpretada en verbenas, retretas, conciertos y otras actuaciones de esta índole, penetro profundamente el espíritu y en el alma del pueblo, convirtiéndose en un acicate se revive el patriotismo en las concentraciones cívicas, estimula la alegría en las fiestas, produce recogimiento en los funerales y da solemnidad a los actos religiosos. II. EVOLUCIÓN DE LA MÚSICA MILITAR (4) La música militar ha experimentado tres etapas históricas. La primera se inicia en la antigüedad y perdura hasta la Edad Media. En esas épocas remotas son instrumentos primitivos de percusión, tales como tambores de cuero tesado de animales, hasta aquellos manufacturados con la piel de los “Jefes” muertos en combate, los que transmitían ruidos y mensajes para levantar, mediante tonalidades sordas y graves, el ánimo guerrero de los combatientes. Posteriormente, para dada sonoridad y mejor alcance acústico se utilizó artificiosos naturales de viento tales como cuernos, caracoles o silbatos de hueso. Estos instrumentos primitivos que producían sonidos perceptibles a distancia, son gradualmente reemplazados, en el Medio Oriente y en el mundo asiático, por bocinas, cuernos metálicos y, finalmente, rústicas flautas y trompetas. La Biblia relata a episodios en los que los hebreos se agrupaban por medio de soplos de trompetas, los que en una ocasión fueron tan poderosos que derrumbaron las murallas de Jericó. Asimismo, existen referencias históricas del origen de los actuales toques de corbeta que fueron iniciados por Alejandro el Grande para comunicarse con sus tropas, espaciadas a lo largo de varios kilómetros de distancia, mediante un código de tonalidades musicales ejecutado con primitivos instrumentos de viento. En Europa los guerreros utilizaban las trompas y trompetas, fundamentalmente para producir ruidos violentos. Recién después de las Cruzadas de los siglos XII y XIII estos combatientes optaron por combinar tales ruidos para conformar música marcial que tocaban durante el desarrollo de la batalla, utilizando para ello primitivos instrumentos musicales de percusión y de viento, al igual que sus adversarios islámicos. III. DESDE LA EDAD MEDIA ASTA A FINES DEL SIGLO XVIII (5) Al inicio de la Edad Media ya existía música instrumental que tenía orígenes en Grecia y Roma. Los romanos crearon trompetas retorcidas llamadas “cornu” y “buccina” que permitían tocar música militar con el apoyo rítmico de tambores de origen suizo, que tenían dos caras de cuero tesado con abrazaderas a los extremos, de madera o metal. El otro instrumento de percusión utilizado para tales menesteres, era el timbal que se construía en base a grandes recipientes cónicos
  • 5. 5 - 64 de metal con cuero tesados sólo en la parte superior. Los timbales fueron llevados a Europa principalmente por los turcos otomanos, como instrumentos rítmicos utilizados por las tropas montadas. Por otro lado, hicieron su aparición los instrumentos de metal, consistentes en trompetas, trompas de caza, cornetas de postillón y hornos franceses y se mejoró, en cuanto a rendimiento musical, los pífanos y flautas en el ámbito en el ámbito de los instrumentos de viento fabricados de madera. Durante este periodo histórico se introdujo la costumbre que se convirtió en un verdadero auge del ceremonial militar consistente en convocatorias de torneos y tributos a reyes y autoridades superiores, mediante interpretaciones de música, originándose con ello la costumbre de rendir honores, costumbre que pervive hasta nuestros días. Junto a estas exteriorizaciones melódicas surgieron los cánticos para remembrar. Hazañas bélicas, los mismos que cobraron verdadera importancia con la aparición de la himnodia guerrera de los antiguos germanos. Con el transcurso del tiempo estos cánticos se convirtieron en melodías emotivas entonadas por tropas en marcha o en descanso cubriendo un ámbito que va desde las evocaciones de los antiguos israelíes hasta aquellas famosas canciones como “Yo tenía un camarada” y “Lily Marlene”, que fueron adoptadas por los ejércitos alemanes, y aún por los aliados en las últimas conflagraciones mundiales. En la segunda etapa histórica de la música militar, que abarca desde los promedios de la Edad Media hasta el siglo XVIII, los países europeos como España, Inglaterra, Francia, Austria e Italia, entre otros, incluyeron en la estructura orgánica de sus ejércitos bandas de música y a que poseían tambores, trompetas y pífanos. En esta larga época del acontecer mundial, cobró importancia la música como elemento estimulante para el combate. Los españoles incorporaron a sus bandas fagots, clarinetes y chirimías; por su parte los ingleses y escoceses lo hicieron con las gaitas, bombos timbales y flautas. Es así que gaita se ha convertido el símbolo de las bandas militares inglesas. No obstante de que su origen parece haber sido romano y de que es utilizada en varios otros países, la tradición la identificado como escocesa. En el siglo XVI, el pífano de origen suizo, se convirtió en el instrumento primordial de la música militar, conjuntamente con los tambores, fue el elemento básico para la ejecución de las marchas de infantería. Aún hoy en día la banda de guerra integrada por tambores y pífanos, es una parte muy importante de las bandas militares de música que poseen, adicionalmente, una variedad de otros instrumentos de viento metálicos y de madera. Al mando de estas formaciones militares, inicialmente, sólo marchaba un Capitán que tenía pito para controlar lavanda y no han sido algún oficial subalterno que no tenía jerarquía para ello. Éste hecho dio lugar a que cuando asumía el mando un suboficial alterno o de escasa significación se le dijera “usted que pito toca?”,
  • 6. 6 - 64 Para hacer notar la falta de jerarquía para la conducción de la banda. (6) En épocas posteriores se comenzó a designar a algún antiguo Suboficial músico como “tambor mayor”. Este individuo se caracterizaba por ser siempre de llevada estatura y muy elegantemente ataviado. Llevaba un gigantesco bastón de enorme
  • 7. 7 - 64 empuñadura, con el que marcaba el compás y efectuaba vistosas filigranas y complicados molinetes. Un siglo más tarde, el oboe desplazo al pífano como instrumento principal de las bandas de música. Durante el reinado de Luis XVI (1632-1687), colaborador de Moliere y cofundador de la Ópera de París, utilizando el oboe innovó la música militar, componiendo la marcial para empleo militar y la ceremonial para fines de concierto y de atracción popular. A fines del siglo XVIII, Joseph Haydyn, autor de Himno Nacional alemán; Carl Philipp Emanuel Bach (1714-1778), “cinbalista” de las bandas de música de Federico El Grande; y George Andel (1685-1759), todos ellos notables compositores de la época, incursionaron en la música militar de conciertos, desde luego ajena a toda identificación dedicada. Con estas interpretaciones y otras, las bandas militares adquirieron un “statusSierra “social que nunca habían tenido antes, estableciéndose así una marcada diferencia entre la música marcial y la de conciertos. (7) La corneta, instrumentos de viento capaz de producir diversas tonalidades se constituyó, a mediados del siglo XVIII, en una verdadera innovación con relación a los instrumentos existentes hasta esa época. Se hizo popular no sólo como integrante de las bandas militares, sino como medio para efectuar variados toques a través de los cuales se daban diversas órdenes de las tropas. Este es el caso de los “toques” de descanso, ataque, repliegue, diana y silencio. IV. TERCER PERÍODO En el período que se inicia en el tercer cuarto de Siglo XVIII, y que perdura hasta nuestros días, la música militar adquirió verdadera trascendencia, tanto por la profusión de las marchas, cuanto por la música de cámara, para lo cual sexenios de la fama de Wolfgang Amadeo Mozart (1756-1791), compusieron serenatas que tienen una perceptible influencia detonadas militares. Fue en esta época en la que hicieron su aparición las bandas militares de Federico El Grande (1712- 1786), que orientaron, sin duda, la música militar hacia marchas destinadas a crear una marcial disciplina en los desfiles y una férrea voluntad de lucha en los combates. La marcha de ejercicios con el paso de parada, comúnmente conocido como el paso de ganso, se convirtió en una verdadera tradición, la misma que hoy, dos siglos más tarde practican casi todos los países sudamericanos, como máxima demostración de uniformidad, disciplina e impecabilidad de sus ejércitos. Su implantación no obedeció a un capricho del gran monarca alemán, sino que fue el medio para obtener exactitud en los movimientos y giros requeridos por tropas de a pie que avanzaban marchando, en bloques en compactos, hacía el enemigo. El éxito de estos ejercicios en una época de la historia en la que, debido al delimitado alcance de los proyectiles de las batallas se realizaban en espacios restringidos, permitió a Federico el Grande contar con agrupaciones de infantes
  • 8. 8 - 64 que actuaban prácticamente como autómatas convertidos en verdaderas máquinas de guerra. (8) Tanto los franceses, cuando ingleses y austriacos trataron emular a los prusianos, desde ahí que sus marchas también respondían a ritmos que imprimían una cadencia y un compás similar al de los ejecutados por las tropas de Federico El Grande. España tampoco fue ajena este fenómeno. Su estrecha vinculación con Austria, país que perfeccionó los instrumentos de viento, y su posible mejores interpretaciones de la música militar mediante la combinación de sonidos armónicos con diferentes y variados instrumentos. Ésta influencia también repercutió en sus colonias, a través de las bandas de música que integraban sus ejércitos de ocupaciones acantonadas especialmente en los Virreynatos de Lima y México. Es así como las bandas militares de origen hispano, con instrumentos de viento, llegaron a nuestro continente y se incorporaron a nuestra vida cotidiana, sobre todo a inicios del siglo XIX; época en la que debido a la ocupación francesa de la península española, la música Militar reflejaba una actitud de patriótica rebeldía, semejante a la que empezó a prevalecer en nuestra América.
  • 9. 9 - 64 En el resto de Europa, con la introducción de pistones para controlar el tono de las trompetas y trompas, pistones que fueron inventados en Francia por Clagget, en 1792, y perfeccionados, posteriormente, en Alemania por Blümel y Heinrich Stalzel, los instrumentos de viento ampliaron sus aspectos de sonidos desarrollando una variedad de instrumentos de metal que podrían tocar más que las simples fanfarrias de antaño. Los nuevos sistemas de llaves también dieron a los instrumentos tradicionales, mucha mayor versatilidad. (9) A mediados del siglo XIX, Adolfo Sax (1814-1849), fabricante de instrumentos de origen belga, logró perfeccionar uno que lleva su nombre, el saxofón, combinando las cualidades de madera con las de metal y este, por su variada aplicación musical, desplazó a los oboes, cornos y fagots que hasta entonces, fueron las piezas principales de las bandas de música militar. Como resultado de su progreso surgieron las tubas, los bajos, los trombones de vara, los serpentones y los clarinetes, como dotación orgánica de las bandas de música. Asimismo, se introdujo instrumentos de percusión de procedencia turca, tales como el triángulo, la lira y el árbol de campanas, los mismos imprimieron una singular tonalidad tanto a las marchas como a los conciertos. Todo este variado instrumental, en dio origen a que, en Francia, se organizará la banda de la Guardia Republicana, con 80 músicos cuyo prestigio logrado en múltiples conciertos y verbenas, a lo largo de muchos años, aún perdura hasta nuestros días. Por otro lado, con la incorporación de tal variedad de instrumentos a las bandas y orquestas, muchos distinguidos compositores se dedicaron a componer óperas y música para conciertos con marcada influencia militar. Guiseppe Verdi (1813- 1901), compuso la ópera Aida que fue estrenada en el Cairo el año 1871, para celebrar la inauguración del Canal de Suez. Partes de esta ópera, sobre todo la ejecutada con clarines, se ha convertido en una singular marcha de caballería y procesional. En otras partes del continente europeo, también la música militar influyó en las composiciones de talentosos compositores. Nicolai RIMSKY Korsakov (1844- 1908), siendo cadete del Colegio Naval de San Petersburgo, compuso sus primeros logros musicales los mismos que, a su vez, influyeron en la música marcial rusa. Otro compositor ruso, Modesto Patrovic Mussorgsky (1839-81), mientras estudiaba en la Academia Militar de San Petersburgo, desarrolló varias obras musicales igualmente tuvieron repercusión en la himnodia militar rusa. (10) El compositor alemán Ricardo Wagner (1813-1883), también contribuyó notoriamente con su talento a la música militar. Sus marchas "Kaisermarch" y "Huldigungsmarch", sus óperas y dramas musicales, como "Tannhaüser", "Göterdamerung" y "Siegfreid" tuvieron una marcada influencia en la composición de las marchas militares austriacas y alemanas del siglo XIX. (11)
  • 10. 10 - 64 En esta parte del mundo, a mediados del siglo XIX, se hicieron famosos compositores norteamericanos de marchas militares que demostraron estar a la altura sus colegas europeos. Las marchas estadounidenses más famosas son "Barras y Estrellas", "Semper Fidelis", el "Himno de los Infantes de Marina" y el de la "Fuerza Naval" fueron permanentemente interpretadas y lo propio ocurrió con otras, entre ellas la del notable compositor americano John Philip Sousa (1854-1932), que fue Director de la Banda del Cuerpo de Infantes de Marina, a partir del año 1880 por varias décadas. Bajo su dirección esta banda, que adquirió reconocido prestigio, recorrió el mundo llevando mensajes de buena voluntad, a través de actuaciones musicales de variada índole y disfrutó, a raíz de ello, de una enorme popularidad en su propia tierra así como en el extranjero. Otro insigne compositor americano-irlandés se influyó con su música en las marchas militares americanas, que fue Víctor Herbert (1859-1924). Como Director de Banda del conocido Regimiento 22 de Infantería, impuso un nuevo estilo de presentación que marcó época. Fue, adicionalmente, un prolífico autor de operetas, entre las que se destacó una de sus últimas creaciones la "Ziegfled Follies". (12) Sintetizando la Música Militar como se le interpreta actualmente en Europa y en América, evolucionó durante varios siglos desde los toques musicales primitivos hasta las expresivas y vibrantes marchas de la actualidad. El periodo romántico musical ejerció una marcada influencia en el desarrollo de la música militar, pero el de mayor impacto fue el nacionalista en el que afloraron las características especiales de los diferentes países, hecho que se reflejó notoriamente en las marchas militares de esa época. En nuestros días la música militar no sólo se la practican en los cuarteles sino que es interpretada por escolares de todas las edades, mediante vistosas bandas que participan en los periódicos desfiles que realizan en las concentraciones de carácter estudiantil. Los "tambores mayores" ahora son, generalmente, atractivas muchachas que han perfeccionado, con enorme habilidad, el manejo de la guaripola (tambor mayor) con la que establecen la cadencia y el ritmo de desfile y producen un espectáculo aparte.
  • 11. 11 - 64 COMPOSICIÓN INSTRUMENTAL DE LAS BANDAS MILITARES ESPAÑOLAS DESDE MEDIADOS DE SIGLO XVIII HASTA ESTE SIGLO 1750-1815 1815-1830 1830-1900 1 Flautín en Fa 1 Flautín tercerola 1 Pequeño clarinete en fa 2 Clarinetes en Do 1 Oboe 1 Fagot 2 Trompas 2 Clarines 3 Trombones 1 Serpenton 1 Platillo 6 Tambores 1 Triángulo Chinesco 1 Bombo …………… 1 Director 1 Sub. Director 1 Tambor Mayor …………… …………… Personal Incluyendo Dirección 26 Músicos 1 Flautín en Bi bemol 1 tercerola 1 Requinto 3 Clarinetes en Si bemol 1 Fagot 4 Trompas 2 Clarines 2 Clarines 3 Trombones 1 Serpenton 1 Fagot Ruso 1 Platillo 6 Tambores 1 Bombo 1 Triángulo Chinesco ………….. 1 Director 1 Sub. Director 1 Tambor Mayor …………. …………. …………. 32 Músicos 1 Flautín en Mi bemol 1 Requinto en Mi bemol 4 clarinetes en bemol 1 Fagot 4 Trompas 2 Clarines de Cilindro 2 Clarines de Cilindro 2 Cortines de pistones 4 Cornetas 3 Trombones 2 Figles 2 Tubas 1 Platillo ………. 6 Tambores 6 Pífanos 1 Bombo 1 Triángulo Chinesco 1 Director 1 Sub Director 1 Tambor Mayor ………………. 46 Músico CUADRO SEGÚN ANTOLOGÍA DE LA MÚSICA MILITAR DE ESPAÑA DE RICARDO FERNÁNDEZ
  • 12. 12 - 64 CAPITULO II EVOLUCIÓN DE LAS BANDAS MILITARES EN BOLIVIA
  • 13. 13 - 64 I. EL COLONIAJE Los españoles, a su arribo en América, encontraron tres importantes imperios, el azteca en México, el maya en Centro América y el Inca en la Costa Oeste de Sudamérica. Cada uno de ellos tenía una vasta cultura con una arquitectura reflejada en impresionantes construcciones, cerámica policroma y conocimiento en la utilización de los minerales, especialmente el oro y de la plata. En el imperio Incaico hallaron un desarrollo musical destinado a fines sociales, guerreros y religiosos ejecutado con primitivos instrumentos repercusión (membranófonos) y de viento (aerófonos). (13) Los instrumentos repercusión estaban hechos de troncos huecos cubiertos en ambos lados con cuero de llama y existían otros más pequeños con una sola membrana. También tenían, dentro de tales instrumentos percusión sonajeras confeccionadas con pezuñas de llamas, cascabeles y unas especies de campanillas para producir ruidos de acompañamiento. Relatos de estos fueron descritos por los primeros cronistas de las costumbres de los pobladores autóctonos de nuestra América. Los instrumentos de viento que fueron de madera, barro, cobre y de tibia humana, los encontramos en dibujos o grabaciones de monolitos, vasijas u otros utensilios de uso doméstico de la época. Los sonidos, similares a los existentes en el Medio Oriente antes de la Era Cristiana. Adicionalmente, para tocar con mayor armonía la música nativa, perfeccionaron ciertos instrumentos tales como el pinkillo (pequeño flautín); la quena (una flauta mayor) y la zampoña construida con varias cañas de diferente largo con la finalidad que cada una de estas produzcan una nota determinada dentro de una escala musical. Un instrumento que tuvo origen en la concha marina fue el “pututu” que luego fue hecho como una especie de vasija de barro en forma de cono, y posteriormente, en base al cuerno del ganado vacuno, introducido por los españoles, utilizando acústicamente, para concentrar a tribus o comunidades con fines pacíficos o bélicos. Su sonido ronco y atronador de gran alcance le ha dado continuada utilizarlo y lo ha perpetuado hasta nuestros días. No obstante la existencia de esta variedad de instrumentos musicales que interpretaban expresiones nativas, los españoles no supieron, ni quisieron comprender el arte musical autóctono; lo juzgaron e idólatra, carente de armonía y trataron de erradicarlo de la cultura de los pueblos que subyugaron. Con ésa finalidad introdujeron nuevos instrumentos musicales, tanto de viento tanto de cuerda, para imponer la música de origen español. Los de viento, tales como los pífanos, fagots y oboes fueron traídos por las bandas militares que formaban parte de las tropas de conquista. En sudamericana se hallaban concentradas en los Virreinatos del Perú y del Plata, por tratarse, principalmente de puertos de acceso al resto de los territorios colonizados y por ello, proclives a eventuales ataques de corsarios ingleses o de otras nacionalidades que
  • 14. 14 - 64 pretendían posesiones de ultramar. En el Alto Perú, en cambio, no obstante de tener sitios densamente poblados, como Potosí, las guarniciones españolas eran reducidas y estaban constituidas, mayormente, por tropas de infantería incluían a unos cuantos músicos, organizados en pequeñas bandas que cumplían con una infinidad de actividades, como las de acompañar al “tambor mayor” que se desempeñaba como pregonero en la lectura diaria de los bandos, mediante los cuales las autoridades españolas informaban a la población civil acerca de disposiciones y órdenes. Si bien al inicio, los músicos eran oriundos de España, con el transcurso de los años, la mayoría de ellos fueron de origen nativo y éste es el motivo por el cual la música militar española, consistente no sólo de marcharse, sino de boleros, pasodobles, canciones populares y religiosas, empezó a ser difundida en el ámbito criollo en retretas, verbenas y actos públicos, en los que se entremezcló con la música autóctona, que pese a la reticencia inicial que encontró de parte de los colonizadores, concluyó por amalgamar la cultura española con la nativa. (14) LA REPÚBLICA Al producirse la resistencia a la ocupación española, los criollos que aspiraban a ser dueños de sus propios destinos se organizaron inicialmente en grupos guerrilleros. En estas improvisadas agrupaciones no faltaban músicos voluntarios, que contribuyeron a mantener el ánimo y el espíritu combativo de los patriotas rebeldes. Posteriormente cuando estos grupos guerrilleros se transformaron en unidades militarmente estructuradas, las agrupaciones de músicos dispersos se constituyeron, oficialmente, en bandas militares. Esto ocurrió tanto en los ejércitos del Libertador Bolívar como en aquellos conformados por el General San Martín, en el Sud este de nuestra América. (15) En las diferentes batallas de liberación sostenidas contra los españoles, los ejércitos del Libertador Bolívar, integrados en un gran porcentaje por tropas procedentes de la Gran Colombia, tenían bandas de música como parte orgánica de la mayoría de sus regimientos. Estas participaron, a la cabeza de las tropas, en las diferentes batallas, pero donde tuvieron singular actuación fue en la Batalla de Ayacucho. En este epopéyico combate, la banda del Batallón Voltígeros de Colombia, al oír la orden dada por el General José María Córdoba “ Armas a discreción! Paso de Vencedores” irrumpió tocando con toda fuerza bambucos, que son aires nacionales de Colombia, los que provocaron en las tropas una actitud de frenético patriotismo con el que contribuyeron a arrasar la obstinada defensa española del General Monet. (16) Las otras bandas de música que rivalizaron con la del Batallón Voltígeros fueron las del Batallón Legión Peruana No. 1, que durante el combate interpretaron marchas militares y música vernacular de sus respectivos países. Con la derrota de los españoles en la Batalla de Ayacucho, se consolidó la independencia de Bolivia, no obstante la posición intransigente del ejército realista del Alto Perú, bajo las órdenes del General Pedro Olañeta. Para neutralizar éste último foco de resistencia, el Mariscal Sucre, al mando del Ejército Expedicionario, resolvió
  • 15. 15 - 64 proseguir su marcha hacia el Sur con una división integrada por batallones colombianos y una tropa alta peruana. No fue necesaria una acción militar contra el General Plañeta, puesto que a su arribo Chuquisaca, el Mariscal de Ayacucho fue informado de que el Coronel boliviano Carlos Medinacelli había dado fin con las últimas tropas realistas y con el propio General Olañeta en la batalla de Tumusla. Ante este hecho Sucre resolvió el entorno de su ejército a Colombia. Sin embargo, a solicitud de varias poblaciones del Alto Perú, lo mantuvo en el país distribuyéndolo para guarnecer las ciudades de La Paz, Oruro, Potosí y Cochabamba. Debido a ello, las marchas militares que se oyeron desde entonces en Bolivia, tuvieron influencia colombiana, la misma que, a su vez, era una simbiosis de tonalidades españolas y música de origen criollo. Una excepción a lo expuesto, novela música de la primera banda militar auténticamente boliviana del general guerrillero José Miguel Lanza, la que estaba integrada por 20 músicos voluntarios procedentes de las provincias de Ayopaya, Inquisivi y Yungas, provistos de pífanos y tambores. Esta banda formaba parte del “Batallón 2 de Infantería”, unidad con la que el antes citado General, ocupó la ciudad de La Paz el 29 de enero de 1825. (17) La presencia de tropas colombianas en el Alto Perú se mantuvo por algún tiempo hasta que esta abandonó Bolivia una vez aprobada la ley orgánica de 1º de Enero de 1827 creando El Ejército Nacional. Mediante esta disposición ejecutiva se organizó dos batallones de infantería, dos escuadrones de caballería y una batería de artillería con sus respectivas bandas de música, las que incluían algunos niños que se enrolaban como aprendices, iniciándose como tamboreros para luego convertirse en experimentados músicos, que no solamente tocaban marchas, sino que animaban bailes, conciertos y retretas. Este es el origen del hecho de que, aún hoy en día se cuenta con niños en calidad de tamboreros en las bandas de guerra. Durante la Presidencia del Mariscal Santa Cruz, periodo en el que el Ejército de Bolivia adquirió en América un reconocido prestigio, se institucionalizaron las bandas de música como parte orgánica de los regimientos. Una de estas principales agrupaciones militares de la época fue el “Regimiento Nº 1, Lanceros de Bolivia”, creado por el Decreto Supremo de 8 de noviembre de 1831. Esta era una unidad de caballería que servía de escolta al Mariscal Santa Cruz que estaba integrada por personal seleccionado, y que contaba con una numerosa banda de música. Los componentes de dicha banda, quienes participaron en las batallas de la Confederación Perú-Boliviana, tenían, de acuerdo al citado Decreto, un vistoso uniforme consistente “en una casaca amarilla, cuello botamanga y barras verdes, caponas encarnadas, faja celeste, pantalón encarnado con galón amarillo en las costuras, botín negro y morrión de paño”. (18) En Yanacocha y en Socabaya la banda de “Batallón 1º de la Guardia”, así como la del “Batallón No. 5” actuaron junto a las unidades combatientes. Lo propio
  • 16. 16 - 64 ocurrió con la banda de “Batallón Socabaya, 6 de Línea” en la batalla de Montenegro. Después del Combate Yungay, que puso término a la Confederación, varias de estas bandas, que fueron organizadas en forma improvisada para actuar en forma conjunta, antes y durante el combate. Al amanecer el día 18 de noviembre de 1841, tanto el ejército invasor cuando el boliviano, iniciaron el día con una sucesión de dianas para avivar el espíritu combativo de las tropas. Ambos ejércitos vestidos con uniformes de gala como era la usanza de la época dieron inicio al combate a las 9 de la mañana de aquel memorable día. Las proféticas palabras pronunciadas por el General José Ballivián al comenzar la contienda: “¡Soldados! A esos enemigos que tenéis al frente los veréis desaparecer como las nubes cuando las bate el viento”, se cumplieron a la letra, vencieron las tropas bolivianas y consolidaron la independencia de Bolivia. En ésta batalla participaron con heroísmo y abnegación los músicos de los “Batallones 5, 6 y 7 de Infantería” y del “Escuadrón de Caballería”. Una vez restaurada la paz entre Bolivia y el Perú, el Presidente Ballivián procedió a reorganizar el ejército dentro de normas de rígida disciplina y asignó especial importancia a las bandas de música, cuya actuación en la batalla de Ingavi, lo dejaron muy impresionado. Para llevar adelante esta determinación, contrató los servicios de Benedetto Vincenti, como Director de las Bandas de Ejército y bajo su acertada dirección se reorganizó varias de ellas, como ser las de los “Batallones 5, 6 y 8 de Infantería” que estaban acantonadas en La Paz. A partir de esa época cada unidad ya fuera de ésta infantería, caballería o artillería, tuvo su propia banda de música que amenizó la vida del cuartel de la localidad y la que estaba la guarnición. Durante el Gobierno de General José María de Achá, se oficializó la participación de las bandas de música en retretas semanales. La orden general del 11 de enero de 1862 determina lo siguiente: “Los músicos de los batallones que guarnecen la ciudad tocarán en la Alameda (Hoy paseo del Prado) a las cuatro y media de la tarde los Jueves, Domingos y los demás días de fiesta”. La música o el repertorio que se ejecutaba, consistía en boleros, marchas, huayños y meca pequeñas e inspiraciones melódicas propias de la época no se conocían entonces los atriles y en su lugar se empleaban a los niños curiosos, muchos de los cuales, posteriormente, se incorporaban a los regimientos como aprendices de músicos. (20) Las retretas en esos tiempos eran, prácticamente, el único entretenimiento que existía y pueblos y ciudades, alrededor de las cuales se reunían familias que llevaban meriendas y bebidas para compartirlas con los músicos, costumbre que después de la Guerra del Pacífico fue expresamente prohibida. Así transcurrieron los años en los que las bandas de música tuvieron que tener un carácter itinerante, trasladando se juntó con los regimientos a los que pertenecían, de acuerdo a las determinaciones de los gobernantes de turno
  • 17. 17 - 64 quienes movilizaban al ejército para sofocar revoluciones o para ejercitar el poder desde cualquier ciudad de la República. Esto aconteció sobre todo en los gobiernos de Belzu, Córdoba y Melgarejo, tres presidentes desprovistos de toda sensibilidad artística o cultural. Durante éste periodo histórico, sin embargo hicieron su aparición en el escenario nacional, tres insignes músicos (21) que contribuyeron himnos, marchas y arias de óperas. El primero fue Adolfo Ballivián (1831-1874) hijo del vencedor de Ingavi. En su juventud estudió en Europa la carrera militar, profesión en la que llegó a ostentar el grado de Teniente Coronel y fue como su padre presidente de la República. Tuvo desde niño una prodigiosa aptitud literaria musical, lo que le permitió componer diversos valses, mazurcas, marchas militares, polcas y variaciones sobre música de ópera, no obstante de su corta vida, pues murió a los 43 años. Eloy Salmón (1842-1899) fue el segundo, quienes el autor de el memorable Himno a La Paz que se lo ha considerado como la Marsellesa boliviana y que fue interpretado por primera vez por la banda del Batallón 2 de línea acantonada en La Paz con el acompañamiento de un coro de noventa y cinco señoritas, el 16 de Julio de 1863 en el Salón de Actos Públicos de Loreto. Compuso otras marchas y piezas musicales entre ellas notable “Canto Fúnebre”, “Los Mártires de la Compañía”, 6 de Octubre y variadas piezas de aires populares. Finalmente lo tenemos a Manuel Norberto Luna (1856-1899) quien al primer llamado del ejército se alistó en el Regimiento Murillo para concurrir a la Guerra del Pacífico. Por sus conocimientos musicales fue nombrado Director de las Bandas Militares que se encontraban acantonadas junto con sus respectivos crecimientos en Arica. Posteriormente una vez terminado el conflicto retornó al país acompañando a los heridos de la Batalla del Alto de la Alianza y organizó conciertos a benefició de los prisioneros de guerra. Este distinguido compatriota fue organista de la Catedral y un prolífico compositor de piezas musicales entre ellas algunos de carácter religioso tales como: su célebre “Te Deum”.
  • 18. 18 - 64 CAPITULO III DESDE LA GUERRA DEL PACÍFICO HASTA INICIOS DE SIGLO
  • 19. 19 - 64 I. GUERRA DEL PACÍFICO El año 1874, el entonces Coronel Hilarión Daza, Comandante del “Batallón Colorados (22) 1 de Infantería”, organizó una banda integrada por 50 músicos con instrumental moderno bajo la dirección del Tcnl. de Música Mateo Medrano. Esta banda tuvo el singular privilegio de contar, entre sus componentes, con el Sargento de Música Mauricio Mancilla, autor de las dos marchas tradicionales del Ejército de Bolivia que hoy, como entonces, hacen vibrar el espíritu cívico de los bolivianos, la “Llamada de Ordenanza del Regimiento Colorados” y la “Marcha del Batallón Colorados”. Con los acordes de estas marchas y bajo el mando del Coronel Idelfonso Murguía, el Renacimiento Colorados, escribió una de las más heroicas páginas de la historia, en la batalla del Alto de la Alianza. En esta acción los músicos, junto con el Segundo Director de la Banca, Bernardo Palacios, tuvieron que combatir al igual que el resto de las tropas, emulando al ejemplar Corneta Mamani, quien en la Batalla de San Francisco, en medio de la debacle general, cabalgando en un cañón, siguió tocando ataque hasta caer muerto por el fuego enemigo. Así mismo, el “Batallón Sucre, 2 de Infantería (Amarillos), incluyendo su banda de música, bajo la dirección del Sgto. Mayor de Música Inocencio Vargas, debido a su aguerrido comportamiento en la batalla del Alto de la Alianza perdió más de 50% de su efectivo. Otra banda de músicos que participó en la Guerra del Pacífico fue la de “Regimiento Bolívar, 1 de Caballería”, con el Comandante Vicente García como Director de Banda, asistido por el Capitán Músico, asimilado, Pedro Gutiérrez. Durante toda la contienda, estuvieron presentes, animando a la tropa inspirándola para el combate, varias bandas más bajo la dirección de abnegados músicos tales como el Capitán Músico Noel Ávila y los Tenientes Asimilados Manuel Valdez, Rómulo Tudela y Antolín López, pertenecientes a los Batallones abrir “Viedma 5 de Línea” y “Padilla 6 de Línea”, quiénes, en más de una ocasión tuvieron que participar activamente en acciones de combate. La valerosa actuación de los músicos en la Guerra del Pacífico, que la historia no registra en su verdadero valor, ‘evitó más de un desbanden en pleno campo de batalla, entonando música marcial que tuvo que incluir al propio Himno Nacional’. Al finalizar la Guerra del Pacífico, el ejército así como el país todo, quedaron prácticamente destruidos. Solamente la indómita voluntad del General Narciso Campero quién tuvo que dedicar todo su esfuerzo para reconstruir al país, pudo restituir el orden, la moral y la disciplina. Ésta labor fue continuada por el Presidente Gregorio Pacheco, quién dicto una serie de disposiciones reglamentarias, entre ellas la prohibición de que las bandas de música participarán en fiestas particulares, misas, procesiones o entierros, salvo a autorización expresa del Estado Mayor. Esta determinación fue oficializada por Orden General del 1º de Octubre de 1884.
  • 20. 20 - 64 II. PRIMERAS ESCUELAS MILITARES DE MÚSICA Durante la Presidencia de Don Aniceto Arce se dieron los primeros pasos para crear una verdadera Escuela Militar de Música. Es así como el 20 de Mayo de 1889, se dictó en la ciudad de La Farsa, por instrucciones expresas del primer mandatario, una Orden firmada por su Ministro de Guerra, General Julián López, que determinaba lo siguiente: “El Señor Presidente de la República deseando renovar las bandas de ejército y darles para su mayor adelanto una nueva organización conforme a las exigencias de la disciplina militares dispone: Artículo único: Después de pasada la última revista de Comisario, todos los jefes enviarán a los aprendices de sus bandas a este cuartel para establecer una academia de música con arreglo a las órdenes que oportunamente se expedirán por este Ministerio. Comuníquese el General Ministro Julián M. López”. Adicionalmente, en el Reglamento Orgánico del Colegio Militar, fundado por el mismo Presidente Arce, el año 1991 se estableció la cátedra de música. Para su dirección se contrató al Subteniente Lorenzo Andreotti, quién a su vez, tenía bajo su responsabilidad la “Banda del Colegio Militar”. La Academia Militar de Música inició sus actividades en forma regular a inicios del año 1890 en un local proporcionado por el “Batallón Sucre 1º de Línea”, que se encontraba de guarnición en La Paz. A este establecimiento fueron enviados los músicos participantes de los diferentes regimientos para dar cumplimiento a la orden del 20 de Mayo. Lamentablemente, por falta de profesorado idóneo y de un presupuesto adecuado, la Academia Militar de Música fue clausurada poco antes de la Revolución Federal. Restablecida la paz interna surgió un conflicto internacional con la insurrección filibustera del Acre. Para sofocarla se organizó, de inmediato, un cuerpo expedicionario bajo el comando del propio Ministro de Guerra Montes. Esta agrupación militar fue el “Batallón Independencia, 2 de Línea”, con un efectivo de 240 soldados y 25 músicos. Estos últimos, estuvieron bajo las órdenes del Teniente Néstor Terrazas y del Subteniente Manuel Delgado. Luego de una epopéyico marcha, cubriendo 824 kilómetros por regiones tropicales desconocidas e insalubres, el abnegado grupo de patriotas logró en la Batalla de Riosiño, sofocar el levantamiento separatista promovido por el Brasil. En esta acción tuvo destacada actuación la Banda de éste Batallón, la misma que, con sus incesantes toques bélicos, animaba la contienda, según lo descrito por el insigne historiador militar Coronel Julio Díaz, en su libro “Historia del Ejército de Bolivia”. Al término de esta contienda bélica, el presidente José Manuel Pando, mediante resolución de 2 de Diciembre de 1902, organizó nuevamente una Escuela Militar de Música bajo la dirección del Teniente Coronel Francisco Suárez. Este destacado compositor y músico, que asistió Guerra del Pacífico, fue el primer Director General de las Bandas del Ejército y a él se deben marchas de imperecedero recuerdo que interpretan la auténtica expresión emotiva y sentimental del soldado boliviano. La más conocida, sobre todo para aquellos que han hecho su servicio militar, son “Talacocha”, “Canterías” y “Recuerdos de Oruro”.
  • 21. 21 - 64 III. GUERRA DEL ACRE (24) Lamentablemente, un segundo conflicto en el Acre causó la clausura de esta incipiente Escuela Militar de Música. La nueva contienda exigió que se organizará un cuerpo expedicionario integrado, fundamentalmente, por la “Columna Porvenir”, pero hoy la actuación, él “Batallón Murillo, 1 de Infantería”, y él “Batallón Campero, 5 de Infantería”. Este último tenía un efectivo de 300 hombres que incluya una banda con 20 músicos, dirigida por el Subteniente de Músicos, Teodoro Rodríguez, autor de la marcha “1ª. Compañía” de inolvidable remembranza. Éste batallón que estaba comandado por el propio Presidente Pando, siguió la ruta Mapiri – Rurrenabaque para continuar por el río Beni hacia el Acre. En el curso de la marcha se le comunico que en Puerto Acre, la población que se pretendía defender había capitulado, desapareciendo con ello el objetivo principal de la campaña. A raíz de ello, Pando dispuso que la mitad del efectivo del Batallón retornará a La Paz prosiguiendo con el resto, que incluía parte de la banda de música, hacía Riberalta. Al llegar a Rurrenabaque, localidad a la que ya había arribado el “Batallón 1º de Infantería”, el Presidente fue recibido en medio de la algazara popular por la banda de la citada unidad dirigida por el Subteniente de Música Cipriano Ibáñez. De Rurrenabaque, prosiguió la fuerza expedicionaria hacia el Norte, en embarcaciones y batelotes hasta Puerto Rico, lugar en el que el Presidente fue informado del cese de las hostilidades a raíz del protocolo acordado entre Bolivia y Brasil el 21 de marzo de 1903, el mismo que restableció la paz entre los dos países. Por los relatos y crónicas de la época se establece que en los conflictos suscitados en la región del Acre, las bandas de música tuvieron una destacada actuación, marchando a vanguardia de las unidades, animando a la tropa durante el esforzado y prolongado trayecto a pie y participando, en más de una ocasión en acciones de armas a la par que las unidades regulares. IV. INICIO DE SILO Concluido el conflicto con el Brasil, siendo Presidente el General Ismael Montes, se restableció la Escuela Militar de Música como una Institución adscrita a la Intendencia General de Guerra, mediante Decreto de 4 de Noviembre de 1904. Fue nombrado, nuevamente como Director, Tcnl. Francisco Suárez, habiendo, durante su Comando cobrado verdadera trascendencia la Escuela antes citada. Rally Se estableció un régimen “sui-géneris”, mediante el cual jóvenes entre los 14 años eran admitidos no sólo para prender a tocar un instrumento, sino para perfeccionarse en un oficio en los Talleres de la Intendencia, sujetos a un compromiso de servir 5 años en las bandas del ejército. Lamentablemente, por falta de recursos para su mantenimiento, esta Escuela fue clausurada el año 1910, después de haber funcionado seis años con un promedio actual de 70 a 80 alumnos.
  • 22. 22 - 64 Banda de Música del Regimiento “Colorados” En el año 1905, el Gobierno de Bolivia contrató una Misión Militar francesa precedida por el General Jacques Sever e integrada por cuatro oficiales más. Ellos dieron inicio a la modernización del Ejército, introduciendo métodos, preceptos, uniformes y música militar francesa. Con ésa finalidad, se importó de Francia un instrumental completo de una famosa firma fabricante de tubas, trombones y clarinetes. De ese periodo aún existen algunos instrumentos, en las bandas del Ejército así como marchas que aún hoy se las toca ocasionalmente, entre ellas “Lorraine”, el “Regimiento de Sambre et Meuse” y “Marche du Sacre de Napoleón I”. (25) También de esta época han quedado marchas argentinas como consecuencia de la influencia que ejercieron a su retorno de dicho país hermano, oficiales y cadetes que fueron enviados por varios años para estudiar allá. Una de las más conocidas es “San Lorenzo”. Asimismo, parece existir el criterio de que la Fanfarria de Caballería tales como: “Campo de Mayo” y el “10 de Caballería”, de cadencia tranquila y acompasada, influyó en la composición de nuestros famosos “Boleros de Caballería”. A este respecto, el Contralmirante José Vargas Valenzuela, en su singular y anecdótica historia sobre el “Bolero de Caballería”, sugiere que su origen se debe al Bolero Español, que a nuestro influjo telúrico, creó un aire música al: "Adoptando el paso marchante del Caballo en su retorno lento del compás tres por cuatro interpretada por nuestras propias bandas de música que con el juego del redoble marcial de tambores y el solemne diapasón de sus oboes dan toda la versatilidad humana en su magistral interpretación tanto en la presencia de la vida o muerte, como la de victoria o la gloria".
  • 23. 23 - 64 Prevalece también la opinión de que nuestros "Boleros de Caballería en un ritmo similar al de los toques de Caballería española de inicios del Siglo XIX, ejecutados por bandas montadas provistas de clarines y timbales, que producían tonalidades pausadas y graves, alterados ocasionalmente por variaciones agudísimas de una trompeta que ocasionaba "una tristeza de extraña y una rara melancolía". (26). En todo caso, nuestros Boleros de Caballería son únicos, sea que éstos respondan a la influencia de melodías de origen español o argentino, lo evidente es que expresan un auténtico y profundo sentimiento propio de nuestras extensas llanuras altiplánicas y de los pintorescos valles bolivianos.
  • 24. 24 - 64 CAPITULO IV MISIÓN MILITAR ALEMANA
  • 25. 25 - 64 I. INFLUENCIAS DE LA MISIÓN MILITAR ALEMANA (26) El General Ismael Montes, en su segunda Presidencia, restableció la Escuela Militar de Música, nuevamente adjunta A Intendencia de Guerra con asiento en La Paz. A partir del año 1911, concluyó el asesoramiento militar francés y se contrató uno de origen alemán. Este vino precedido por el Mayor Hans Kundt, quién fue ascendido al grado de General del Ejército de Bolivia e incorporado en calidad de Jefe de Estado Mayor. Juntamente con él vinieron cuatro Oficiales Instructores de armas y 14 Sargentos. Uno de ellos, el Capitán Carl Friedich Muther, asignado como Director del colegio Militar, se preocupó en forma especial de las Bandas de Música y fue uno de los que influyó para la reapertura de la Escuela de Música el año 1913. La misión alemana implantó una férrea disciplina basada en reglamentos alemanes, varios de ellos ya traducidos por los Ejércitos de Chile y Argentina que también habían contratado, con anterioridad, misiones militares de Alemania. En Bolivia se adoptó el uniforme alemán para uso diario y el prusiano para eventos de solemnidad y de desfile. Asimismo, se optó por usar cascos con flamines para el uniforme de gala. Cabe aclarar que el casco con flamines era propio del Ejército Prusiano de inicios del siglo y que después de la Primera Guerra Mundial, el Ejército Alemán no lo utilizó más. Las prácticas de orden cerrado, la gimnasia en aparatos, así como las marchas con paso de parada fueron los principales elementos que caracterizaron la disciplina alemana. Se introdujo durante ese periodo, marchas alemanas que constituyeron la esencia de la música militar de esa época. Varias de éstas, como “Alexander March”, (27) “Alte Kamaredn”, “Ferbelinereite March” y “Federicus Rex”, fueron adaptadas como propias por varias unidades e institutos. Es así como “Alexander March” se convirtió en la marcha oficial del Colegio Militar, con la que generaciones de cadetes marcharon y aun lo siguen haciendo. No obstante de que las marchas respondían a estímulos musicales wagnerianos, acordes con la actitud triunfalista que tenían su ejército, integrado por individuos de mentalidad y características físicas diferentes a las de los nuestros, estas marchas tuvieron la virtud de promover un genuino fervor cívico. Para su adaptación al medio boliviano, se tuvo que variar la cadencia del compás con la finalidad de que individuos de contextura física diferente, mucho menor en realidad pudieran marchar con un adecuado ritmo. En esa época se importó de Alemania un moderno instrumental para poder interpretar y tocar, debidamente, estas marchas de origen teutón. Instrumentos tales como el árbol de campanas, la lira y el triángulo, desconocidos hasta entonces (por su origen turco, introducidos al Ejército alemán a través de las Misiones Militares Alemanas asesoras de ese país a inicios del siglo) pasaron a formar parte orgánica de nuestras bandas.
  • 26. 26 - 64 II. LA DÉCADA DE LOS AÑOS VEINTE La Escuela Militar de Música, que fue restablecida en 1913 y que dependía de la Intendencia de Guerra hasta 1919, desarrolló una intensa labor bajo la marcada influencia alemana. Su Director, durante ese periodo, fue el mayor Asimilado Néstor terrazas, meritorio músico militar que participó en la Guerra del Acre y que fue considerado por el Senado Nacional por su sobresaliente actuación. Durante este periodo ocupó un local del edificio asignado a la Intendencia, al inicio de El Prado, que era el antiguo Cuartel del “Regimiento Bolívar 2 2 de Artillería”, edificio que aún, hoy en día, luce sobre sus ventanas y puertas los cañones entrecruzados. El año 1919, la Escuela de Música fue nuevamente trasladada, esta vez como dependiente de la Escuela de Clases de reciente creación, al cuartel de la calle Sucre. Este destino fue relativamente breve, pues el año 1920, al transformarse la escuela de Clases en un Regimiento de infantería, la escuela de Música fue nuevamente adscrito a la intendencia de Guerra y albergado en su local original de la Avenida 16 de Julio. De este establecimiento no se movió hasta su clausura, a raíz de la Campaña del Chaco, el año 1932. El periodo de su permanencia adscrita a la Intendencia, entre los años 1920 y 1932, fue determinante para la vida de la Escuela militar de Música. Bajo la hábil dirección de distinguidos músicos asimilados a oficiales, tales como Mayor César Achaval, compositor de marchas y cuecas; el Tte. Alfredo Aguirre; y, nuevamente, el Tcnl. Francisco Suárez, la Escuela no sólo preparó músicos para las bandas militares, sino para las Orquestas Sinfónicas, estableciéndose una tradición por la cual los músicos que tocan los instrumentos de viento, en las citadas orquestas, casi siempre provienen de estratos militares. Se puede decir que, prácticamente, todos los músicos de conjuntos musicales ya sean de éstos de orquesta sinfónica o de baile, excepto los que tocan instrumentos de cuerda, tuvieron como origen la Escuela Militar de Música. Lo propio ocurrió, años más tarde, con los músicos que formaron las bandas de la Fuerza Aérea, de la Armada y de la Policía. Una demostración de la efectiva preparación y formación de los músicos militares bolivianos fue la presentación que hicieron en Buenos Aires cuando asistieron, con el Colegio Militar, el año 1927, a la inauguración del monumento erigido en honor del General Mitre, evento al que fueron invitados las Academias Militares de varios países latinoamericanos. En esa oportunidad la actuación que tuvieron, tanto en el desfile como en el concierto que dieron en el Teatro del Coliseo, mereció los más elogios comentarios de la prensa argentina que calificó a la Banda Militar de Música de Bolivia, así como al Colegio Militar, como a los de mejor prestancia. Una certificación adicional de este hecho es el cable de felicitación, enviado desde Buenos Aires al General José Quiroz, entonces Ministro de Guerra, por el Director de Bandas del ejército Uruguayo, José Ferrari, quién relievaba la
  • 27. 27 - 64 actuación de la Banda Militar de Bolivia en los diversos actos en los participó, la misma que pertenecía al “Regimiento Pérez, 3 de infantería” y estuvo dirigida por un joven oficial de música, el Subteniente Adrián Patiño Carpio, autor de la famosa “Macha Sargento Tejerina” y de la actual “Marcha Presidencial”. Años más tardes el Subteniente Adrián Patiño se consagró como un extraordinario profesional que compuso varias otras marchas más, así como música popular boliviana y piezas de concierto. La Escuela Militar de Música lleva su nombre como merecido homenaje a su memoria. La actuación de nuestra Banda de Música en este rememorado encuentro internacional no fue otra cosa que el reflejo del entusiasmo y capacidad de los directores d bandas que tuvimos en las décadas de los años diez y veinte, quiénes no sólo prepararon a nuestros músicos para tocar marchas en forma impecable, sino que fueron prolíficos compositores de marchas, cuecas y bailecitos. Cada regimiento tenía su propia marcha, la que normalmente había sido compuesta por el Director de Banda asignado a esa unidad. El año 1928, se hizo una nueva importación de instrumental de bandas desde Francia la misma que incluyó un conjunto especial para conciertos. Con ello se pudo equipar, con un mejor instrumental, a las diferentes bandas militares. Se reemplazó los instrumentos que habían sufrido el desgaste ocasionado por el transcurso del tiempo y se dotó a los músicos, que hasta entonces acudían al cuartel con sus propios instrumentos, con aquellos proporcionados por el ejército. Se organizó dos bandas principales, la del Colegio Militar que vestía un uniforme igual a la de los cadetes y la de la propia Escuela Militar de Música. Esta última era requerida, permanentemente, para diferentes actos de carácter cívico y cultural. Asumió su comando, el año 1929, el entonces Teniente Adrián Patiño y permaneció como Director, desde el año 1929, hasta el inicio de la guerra, en el año 1032. Las banda de los Regimientos de Caballería, entre esta la del “Abaroa 1° de Caballería”, eran dignas de toda admiración. Se trataba de Bandas de Música montadas y provistas de trompetas, clarines y timbales que producían acordes largos y sostenidos. En una combinación de armonías resonantes, lentas y profundas, interpretaban los famosos boleros de caballería al compás de los cuales desfilaban airosas las tropas montadas de nuestro ejército. Otro tanto ocurrió con las bandas de los regimientos de artillería en estrecha competencia con las de las otras armas. Los desfiles en los días de las fiestas patrias se convertían fundamentalmente, en una competencia entre las diferentes unidades que participaban en las paradas militares, pero sobre todo entre sus respectivas bandas. Una vez terminado el desfile, en diferentes plazas y plazuelas, cada una de ellas daba retretas llenando el ambiente de alegría con una variada interpretación de cuecas, taquiraris, boleros y huayños. Para los músicos era motivo de gran satisfacción y orgullo el poder interpretar música nacional. Hasta cierto punto era la prueba final de toda una práctica que, día a día, durante todo un año habían realizado amenizado y dado vida a las poblaciones de la localidad en la que el regimiento al que pertenecían estaba de guarnición.
  • 28. 28 - 64 CAPITULO V GUERRA DEL CHACO Y POSTGUERRA
  • 29. 29 - 64 I. GUERRA DEL CHACO (28) Al iniciarse la Guerra del chaco, el Ejército Boliviano tenía alrededor de seiscientos músicos distribuidos en quince bandas de acuerdo al siguiente detalle: En la ciudad de La Paz, se tenía la banda de la Escuela Militar de Música. En la Primera División, con asiento en Oruro, las bandas de los Regimientos “Sucre, 2 de Infantería”, “Pérez 3 de Infantería”, “Campero 5 de Infantería”, “Ballivián 2 de Caballería” y “Camacho 1° de Artillería”. En la segunda División, con asiento en La Paz, las bandas de los “Regimientos Azurduy, 7 de Infantería”, “Abaroa 1° de Caballería” y “Bolívar 2 de Artillería”. En la tercera División, con asiento en Roboré, las bandas de los regimientos “Colorados 1° de Infantería” e “Ingavi 4 de Caballería”. En la cuarta división, con asiento en Fortín Muñoz, la banda del Regimiento “Loa 4 de Infantería”. En la quinta División, con asiento en Puerto Suárez, la banda del Regimiento “Warnes 9 de Infantería” y finalmente, en la Sexta división, con asiento en Riberalta, la banda del Regimiento “Bagé 11 de Infantería”. Los regimientos de la Tercera, Cuarta, Quinta y Sexta división, fueron movilizados de inmediato a la zona de operaciones con sus respectivas bandas. Estas bandas regimentarías se convirtieron, en la mayoría de los casos, en bandas divisionarias, mediante la fusión e bandas de varios regimientos. En La Paz, se clausuró la Escuela Militar de Música y los alumnos de edad de Servicio Militar fueron movilizados e incorporados a diferentes regimientos. En virtud a que parte de su formación profesional había sido como fusileros de infantería, se les otorgó grados de cabos, constituyéndose así en un escalón más de la fuerza combatiente que marchó al Chaco. Los menores de edad, junto con los músicos viejos, conformaron las bandas de música que en los primeros meses de la movilización actuaron en los centros de reclutamiento. Al cabo de algún tiempo estas bandas, incluyendo a la de la Escuela de Música, fueron movilizadas volviendo a integrar, muchas de ellas, sus antiguos regimientos o formando bandas para las Divisiones o, para los Cuerpos de Ejército. La presencia de las bandas fue especialmente apreciada en las emotivas despedidas de los contingentes que partían al Sudeste Chaqueño y en las recepciones a las unidades que ingresaban a la zona de operaciones. Boleros de Caballería, Cuecas, Huayños y Carnavalitos constituyeron melodías que se convirtieron en imperecederos recuerdos que acompañaron a las tropas hasta las primeras líneas de combate, como las de dos cuecas de evocación letras, cuyas versiones resumimos a continuación: “Destacamento 111”. “Mañana me voy, muy lejos de aquí/ Cuando me vaya, cuando me ausente/ a dios vidita, no has de llorar por mi/ Bravo soldado, Chuquisaqueño/ en tu divisa, pecho de bronce/ van los tres unos del 111”
  • 30. 30 - 64 “”Infierno Verde” (letra del importante poeta cruceño Otero Reiche) “Si aún queda llanto en tus ojos, para llorar mi partida/no llores mientras la vida, deja un minuto de vida, a la orilla de la muerte tiene el encanto de verte resignada ante el dolor / llorarás cuando mañana ya de mi nadie se acuerde porque en el infierno verde, sólo Dios se acordará” Otras que reflejaban la añoranza y el valor que prevalecía en el ánimo de los combatientes que marcharon cientos de kilómetros para defender a la Patria, animados permanentemente a lo largo de su camino por los músicos militares de nuestro ejército, quiénes participaron, no solo con la música sino empuñando el fusil y combatiendo como los más resueltos soldados en varias acciones de guerra, fueron la “Despedida de Tarija”, “El Terremoto de Sipe Sipe”, y “Boquerón Abandonado”. También los músicos actuaron como camilleros, estafetas y transportando municiones en muchas oportunidades. En alihuatá y en Kilómetro 7, los músicos de banda del “Regimiento Loa, 4 de Infantería”, al mando de su Director, el Capitán de Música Alfredo Aguirre, tuvieron una destacada intervención habiendo perecido varios de ellos en estas acciones de armas. Fue esta banda la que, al entonar el himno nacional, impulsó a mil voluntarios a dar “Un paso al frente” para construir la columna vertebral de la Defensa de km. 7. Otra actuación importante fue la realizada por la Banda del “Regimiento Ballivián, 2 de caballería”, dirigida por el Tte. De Música Marcos Sardón, en la Defensa de Aguas Calientes cerca de Charagua. II. UNA ACTITUD HEROICA En la guerra del Chaco existieron episodios de coraje individual excepcional, similares a aquellos protagonizados en la Guerra del Pacífico como los del Corneta Mamani. De acuerdo a los relatos del meritorio Coronel Jorge Antezana Villagrán, en su libro “La Guerra del Chaco”, el músico Jesús Arce Quinteros tuvo una singular y heroica actuación. Al ordenarse la evacuación del Fortín Arce, en Octubre del año 1932, debido a la incontenible ofensiva paraguaya y ante la falta de personal disponible, se designó al músico Jesús Arce Quinteros como telefonista, para que recibiera hasta el final, los mensajes que aún eran transmitidos desde Fortín Platanillos. Arce, al hacerse cargo de la central telefónica, se dio cuenta de que cualquier mensaje podía ser inmediatamente retransmitido al comando paraguayo. En esas circunstancias, recibió un mensaje del Teniente Heliodoro Galindo para el Coronel Enrique Peñaranda, a lo que el Soldado Arce respondió en quechua, indicando su sospecha e informando que el Fortín ya había sido evacuado y sugerido, más bien, que se simulara una conferencia en español en la que él personificaría al coronel Peñaranda, para no dar la impresión del abandono del Fortín. Sugirió, además, que en la conversación se mencionara que un fuerte contingente de refuerzo iba en camino con el grueso de una supuesta reserva. Así se hizo y el convenido diálogo entre Arce y el Teniente Galindo fue captado por el Intruso paraguayo, (identificado después de la Guerra como Tte. Pantaleón Aguirre) quién, de inmediato, pasó el informe a su comando.
  • 31. 31 - 64 El efecto de este ardid fue el de demorar la persecución de las fuerzas que se replegaban de fortín Arce, hasta que los paraguayos pudieron verificar la información, permitiéndose con ello, un repliegue ordenado de otra manera, hubiera sido caótico. El Soldado Arce permaneció en el Fortín. Habiendo abandonado su puesto solamente cuando se convención de que no habían más mensajes a ser recibidos o transmitidos. Este destacado músico se reincorporó a su unidad y permaneció en ella, hasta el final del conflicto. Una vez terminada la guerra siguió prestando sus servicios en las banda del ejército, habiendo sido, con el transcurso del tiempo, Director de varias de ellas. El año 1961 tuvo el privilegio de iniciar la primera banda del comando de la Fuerza Aérea con el grado de Capitán de Música. Al término de la cruenta guerra del Chaco, cuando se repartió a los ex - prisioneros, fueron las bandas militares las que los recibieron, instándolos a olvidar las durísimas experiencias pasadas y a encaminar sus vidas un nuevo y mejor destino, siempre al servicio del país. Por referencias que se tienen, se sabe, que durante el conflicto chaqueño varios músicos han tenido meritorias actuaciones, pero lamentablemente no existe documentación que nos permita dar mayor información al respecto. III. DESPUÉS DE LA GUERRA DEL CHACO Finalizada la Guerra del Chaco, una vez concluida la evacuación de los conscriptos y repatriados los ex – prisioneros se procedió a reorganizar al Ejército. El Colegio Militar fue reabierto el año 1937, con un contingente de 115 alumnos, de los cuales 40 eran oficiales de reserva que habían retornado de la Campaña del Chaco, para graduarse en un año y el resto ingresó al primer año para egresar de oficiales después de cinco años de estudio. Paralelamente a ello se rehabilitó la Banda del Colegio Militar. Para cumplir esta nueva tarea se tuvo que acondicionar el cuartel de San Jorge mientras se construía el nuevo Colegio Militar en Irpavi, para el funcionamiento de este Instituto, en vista de que su antiguo edificio de la Avenida Villazón había sido vendido a la Universidad de La Paz. En 1938, se organizó la Escuela Militar de Música, bajo la dirección del Mayor Adrián Patiño Carpio. La misma que fue trasladada de un lugar a otro. Inicialmente estuvo en el cuartel de la Calle Sucre y posteriormente, por un corto tiempo, en el San Jorge. A partir del año 1945, asumió la dirección de la mencionada Escuela, el mayor Rigoberto Sáenz y el año 1946, el Capitán Antonio Montes Calderón. La escuela fue trasladada, en ese mismo año a Irpavi, a un Cuartel anexo al Colegio Militar que se construyó para este propósito y permaneció en ese establecimiento hasta el 12 de Abril de 1952. En esa fecha, a raíz de la “Revolución del 9 de Abril”, el Cuartel de la escuela Militar de Música fue sumariamente ocupado por el Batallón General Federico Román, 2 de Ingeniería.
  • 32. 32 - 64 Los oficiales de esta unidad que habían perdido su cuartel de Seguencoma, el mismo que fue tomado por militares del Movimiento Nacionalista Revolucionario, decidieron reagruparse en el Colegio Militar, dispuestos, si fuese necesario, a ofrecer resistencia con el saldo de la tropa que quedaba a fin de evitar que el Batallón de reciente creación desapareciera, lo que seguramente hubiese ocurrido si éste se dispersaba y sus oficiales abandonaban a sus soldados. Es así que se ocupó el cuartel de la Escuela Militar de Música cuyos alumnos, debido a los acontecimientos revolucionarios antes mencionado, no estaban presentes. Una vez concluida la revolución y restablecido la orden, se acordó con el Director de la Escuela militar de Música, Coronel Antonio montes Calderón, el traslado de la misma a un pabellón del cuartel General de Miraflores que había quedado vacante. Es así como el Batallón, General Federico Román, permaneció en el cuartel de la Escuela Militar de Música, adyacente en el Colegio Militar, con efectivos reducidos, pero efectuando la guardia del Instituto hasta su reapertura, la misma que produjo una año más tarde. No obstante esta situación, la unidad de Ingenieros continuó con el trabajo emprendido de construir la carretera a Mallasa en la zona de Aranjuez. Asimismo, dio inicio a la primera escuela de tractoristas para el reciente creado Ministerio de Asuntos Campesinos. (29) Posteriormente, el Batallón fue trasladado a Caranavi, la Escuela Militar de Música quedó permanentemente ubicada en el cuartel General de Miraflores. La presencia de bandas de música en este periodo fue importante para la supervivencia del propio Ejército cuya tropa fue, en gran parte, licenciada como consecuencia del triunfo de la “Revolución del Abril”. Se clausuró el Colegio Militar y se ordenó, inicialmente, la disolución de los regimientos que habían definido a la junta Militar de Gobierno. Es por ello, pus, que muchas unidades tradicionales, tales como los Regimientos “Bolívar” en Viacha, “Abaroa” en Guaqui, “Lanza” en La Paz, “Camacho” en Oruro, “Ingavi” en Challapata, “Sucre” en Corocoro, estuvieron a punto de desaparecer, a no ser por la firme actitud de las poblaciones, donde estas unidades estaban de guarnición, poblaciones que impidieron que las banda de música de tales regimientos fueran eliminadas, ya que estas constitúyanle centro de la actividad recreativa y cívica de esas localidades. Otro tanto ocurrió con las bandas de música de los regimientos estacionados en el resto del país. Al ser licenciada la tropa, por lo tanto quedaron los músicos militares prácticamente como guardianes de los cuarteles, asumiendo la responsabilidad de su seguridad y mantenimiento. Entonces, por un prolongado periodo, una parte de la infraestructura del Ejército estuvo constituida por las bandas de música de los distintos Regimientos, las que no sólo mantuvieron la tradición, sino que contribuyeron a que las Fuerzas Armadas recuperaran el respeto y afecto del pueblo, reiniciando su participación en varias actividades. Se hicieron presente en los desfi8les escolares y en las retretas en las Plazas. Se transformaron en orquestas para dar conciertos y para amenizar las fiestas y eventos de carácter cultural. Multiplicaron sus actuaciones, demostrando que eran una parte importante de la esencia y del espíritu del ejército.
  • 33. 33 - 64 Pasada la primera etapa post-revolucionaria fue necesario reestablecer el ordenamiento protocolar que exigía la presencia de bandas de música para la realización de diferentes actos públicos, entre ellos la de presentación de credenciales de representante diplomáticos con este propósito, tuvo que ser restituida la banda del Colegio Militar, un año antes de la reapertura de este instituto de formación de oficiales. Transcurrido un tiempo, se autorizó nuevamente el reclutamiento anual de soldados en toda la república permitiéndose con ello que las banda de música, además de la labor que realizaban, retornaron a sus antiguas y normales funciones (1952 – 1970) en el Cuartel General de Miraflores y durante este tiempo se organizó mejor las diferentes bandas, entre ellas las del Colegio Militar y de la Escuela Militar de Música. Es importante anotar que esta etapa fue una etapa en la que se empezó a tocar, en las FF. AA. Marchas de origen americano, como resultado de la importancia que adquirió el Ejército Americano en el ámbito mundial después de la II Guerra y de la influencia que ejercían las Misiones Militares de ese país en muchas naciones sobre todo en las latinoamericanas. Pese a que las marchas americanas tienen el ritmo propio de una revista musical a diferencia de las alemanas cuyo compás es el marcial, definido y marcado, estas fueron adoptadas y adquirieron popularidad en la FF. AA. De Bolivia, sobre todo en la Fuerza Aérea y en la Armada. Algo similar ocurrió con la marcha inglesa “Coronel Boggie”, mejor conocida como la del “Puente Sobre el Río Kway”.
  • 34. 34 - 64 CAPITULO VI ETAPA CONTEMPORÁNEA
  • 35. 35 - 64 I. NUEVO INSTRUMENTAL ALEMÁN PARA LAS BANDAS MILITARES DE MÚSICA El año 1962, el entonces Ministro de Defensa de Bolivia Don Juan Luís Gutiérrez Granier, fue invitado a Alemania por su colega alemán, el Doctor Franz Joseph Strauss, (30) para realizar una visita de carácter oficial. Esta invitación era significativa pues demostraba que Alemania, nuevamente, expresaba interés en establecer vínculos con las Fuerzas Armadas de Bolivia, con las que tradicionalmente había mantenido estrecho contacto a través de las diferentes Misiones Militares Alemanas que asesoraron a la Nación boliviana a principios de siglo y hasta la Guerra del Chaco. Pese a las múltiples ocupaciones propias de un Ministro de Defensa Alemán, el recibimiento que le brindó al Ministro Gutiérrez Granier fue excepcional, habiendo lo esperado, personalmente, a su llegada en el aeropuerto de Bonn. A su partida, le ofreció una singular cena de carácter oficial, con la asistencia de los Comandantes de las tres Fuerzas y de todo el Estado Mayor Alemán. En cada una de las guarniciones que visitó el Ministro de Bolivia acompañado de su ayudante, Mayor Julio Sanjinés Goitia y del agregado militar de Bolivia en Bonn, Teniente Coronel Juan Lechín Suárez, fue recibido por el Comandante Superior del distrito Militar y por guardias de honor que portaban en sus bayonetas la bandera boliviana. En el curso de toda la gira, que duró diez días, en la que se visitó la Escuela de Estado Mayor en Hamburgo, varias divisiones y unidades motorizadas en diferentes ciudades alemanas, se percibió que, si bien existía un manifiesto deseo de ayudar al Ejército de Bolivia, difícilmente se podría obtener una colaboración significativa consistente en equipos militares, ya fuese ésta en calidad de venta nominal o a ser adquiridos con facilidades de pago, por la propia situación del ejército Alemán de posguerra que aún se encontraba en una etapa de reorganización. En virtud de ello, se llegó a la conclusión de que se debía solicitar la cooperación del Ejército Alemán en algo factible. En el curso de la cena despedida al Ministro boliviano, los Oficiales Bolivianos que lo acompañaban explicaron la importancia que, en la formación del Ejército Boliviano, había tenido la disciplina alemana y, sobre todo, sus marchas e indagaron sobre la posibilidad de obtener una asistencia técnica para la reorganización de las bandas de música bolivianas. El General Huessinger, Inspector General del Ejército Alemán, escuchó con atención el relato y de inmediato dijo que no sólo era factible sino que además el Ejército Alemán obsequiaría un moderno instrumental para una banda de música. Indicó, asimismo, que lo único que se requería para materializar éste obsequio, era el envío de unas pequeñas misiones integradas por dos oficiales de música del Ejército Alemán, quienes establecerían las necesidades que se tenía e instrumentos y partituras musicales. Es así como, dos meses después, llegaron
  • 36. 36 - 64 dos músicos militares alemanes: el Teniente de Música Joachim Trettner y el Suboficial Hans Lützow, ex - Mayor de música del antiguo ejército Alemán, para efectuar el estudio de las necesidades en materia de música e instrumentos. Esta misión venía ya imbuida de la mentalidad americana de preparar un perfil, luego un estudio de prefactibilidad, otro de factibilidad antes de emitir recomendación alguna. Sin embargo, el primer día de su arribo, tuvo oportunidad de escuchar a la Banda del Regimiento "Waldo Ballivián" tocando la marcha alemana "Baden Baden" acerca de cuatro mil metros de altura, de subida por la empinada Calle Ayacucho hacia la Plaza Murillo, donde debía asistir a una presentación de credenciales. Debido a lo empinado de la cuesta, la cadencia era más lenta que de costumbre, lo cual hacía mucho más reconocible, a los sutiles oídos de músicos experimentados, una marcha alemana que se tocaba, normalmente, con ritmo más acelerado y algo diferente de la originalmente traída a Bolivia por la Primera Misión Alemana a inicios del siglo, interpretada mediante inexactas partituras transcritas a pulso en difusos pentagramas. La banda llegó a la plaza y efectuó al mejor estilo germano, los diferentes giros que incluye "el traspaso", o sea la marcha de la banda de guerra consistente en tambores y pífanos delante del resto, ejercicio y modalidad exclusiva de las bandas de música alemanas. Este hecho entusiasmó a ambos expertos, sobre todo porque este movimiento había sido virtualmente suprimido de su propio ejército, después de la Segunda Guerra Mundial. Una vez que terminó la pieza que estaban ejecutando y el Director de Banda junto con el "guaripolero" dieron las órdenes de alto y descanso, el Suboficial Lützow se acercó a uno de los músicos y trató de alzar la tuba que él portaba. Al sentir el enorme peso de esta, que seguramente ya había sido reparada a lo largo de sesenta años con soldaduras de plomo, quedó admirado de que con semejantes instrumentos de tanto peso, a casi cuatro mil metros de altura, se pudiera interpretar marchas alemanas y exclamó en alemán "Hier existiert echt musikaliches talent " (Aquí existe talento musical auténtico). Con esta observación se pudo saltar directamente de la prefactibilidad a la solicitud final que fue recomendada y, dos meses después, arribaron en un avión expreso de Lufthansa doscientos cincuenta instrumentos musicales de variada naturaleza y partituras de música militar alemana. Para su entrega en Alemania, el propio Ministro Strauss citó al Agregado Militar en Bonn y le manifestó que sentía especial satisfacción por haber efectuado esta donación. A su arribo a La Paz, en el Comando de Ingeniería se abrió los cajones y se armó algunos instrumentos tales como pífanos, liras, triángulos y particularmente el árbol de campanas que, con la Guerra del Chaco y el tiempo, habían desaparecido del instrumental de las bandas de música del Ejército de Bolivia. En el proceso del armado del árbol de campanas, instrumentos que es un verdadero tronco metálico, con ramas que contienen campañas y que se lo porta en una bandolera, y que no requiere de otro movimiento para producir tonalidades sino el de la propia marcha con adecuada cadencia, se produjo un desajuste, en cuanto al centro de gravedad del mismo, por acople erróneo de las partes. Esto
  • 37. 37 - 64 sumado al zarandeo al que quiso someterlo el instrumentalista alto y de color negro, quien por tradición y estatura había sido reclutado en Coripata, produjo una espectacular caída del portador y la destrucción de las campanitas, las que tuvieron que ser reemplazadas, posteriormente, también por vía aérea, para recién procederse al estreno del instrumental completo de la banda. Éste fue el origen, no sólo de la Banda del Regimiento " Waldo Ballivián ", con instrumental nuevo, si no el de varias bandas más del ejército que hoy, orgullosamente, lucen en sus trompetas las insignias patrias de Alemania y Bolivia. II. ETAPA CONTEMPORÁNEA En el año 1970, se dispuso el traslado de la Escuela Militar de Música a Cochabamba, bajo la dependencia de la Escuela Militar de Clases, Sargento Maximiliano Paredes y esta funcionó, durante dos años hasta fines del año 1971, en dicha ciudad, fecha en la que tuvo que ser nuevamente clausurada, por falta de presupuesto. Se reabrió posteriormente, gracias a la acción del Mayor Mario García Prado, el 18 de Diciembre de 1981, disponiendo sé que esta institución funcionará en la localidad de Viacha cercana a la ciudad de La Paz, en una parte de las dependencias del Regimiento " Bolívar, 2 de Artillería ", contando con 80 alumnos postulantes. El local era muy pequeño e incómodo, a raíz de lo cual el entonces Coronel Gary Prado, miembro del Estado Mayor de Ejército, trató de obtener una mejor ubicación. Al ser informado por el Comandante de la Escuela Militar de Música, que todos los músicos de las Fuerzas Armadas, durante un prolongado periodo habían estado efectuando un aporte voluntario para adquirir un local propio, ordenó que se buscara un establecimiento apropiado para comprar, comprometiéndose a conseguir un aporte adicional del Ministerio de Defensa. Este gesto encomiable de desprendimiento y de amor a su institución, realizado por los Músicos de las Fuerzas Armadas, de asegurar el funcionamiento del escuela adquiriendo con sus propios fondos las instalaciones en las que debía fusionar, demostró la fe y determinación que aquéllos tienen para mantener vigente la institución en la que fueron formados.
  • 38. 38 - 64  Tcnl. Mús. Francisco Suárez Pando 1902 - 1912  My. Mús. Néstor Terrazas 1914 - 1921  My. Mús. César Achaval 1921 - 1926 COMANDANTES DE LA ESCUELA MILITAR DE MÚSICA “TNCL. ADRIÁN PATIÑO C.”  Tte. Mús. Alfredo Aguirre 1926 – 1927  Tcnl. Mús. Francisco Suárez Pando 1927 – 1929  Tte. Mús. Adrián Patiño Carpio 1929 – 1932  My. Mús. Adrián Patiño Carpio 1939 – 1944  Cáp. Mús. Antonio Montes Calderón 1945  My. Mús. Rigoberto Sainz Castro 1946 – 1948  Cáp. Mús. Rafael Vargas Moreno 1949  Cáp. Mús. Teófilo Molina 1952  My. Mús. Enrique Barrientos Guerra 1953 – 1959  Cáp. Mús. Humberto Ríos Averanga 1960 – 1961  Cáp. Mús. Isaac Alarcón Hinojosa 1962 – 1968  My. Mús. Antonio Amurrio Lara 1969 – 1970  Cáp. Mús. Mario García Prado 1981 – 1983  My. Mús. Raúl Sánchez de la Barra 1984 – 1985  Cáp. Mús. Zenón López Arce 1986  My. Mús. Rafael W. Iturri Gonzáles 1987 – 1988  My. Mús. Lindolfo Valderrama Torrico 1989  Cáp. Mús. Luís Lafuente Arias 1990  Tcnl. Com. David Quiroz Pacheco 1991  Tcnl. Inf. Walter Bautista Pérez 1992 – 1993  Cáp. Mús. Anatolio Huanca Colque 1994  Cáp. Mús. Florencio Clares Cruz 1995 – 1996  My. Mús. Florencio Clares Cruz 1997  My. Mús. Anatolio Huanca Colque 1998 – 1999  Tcnl. Mús. Luís E. Vallejos Ramos 2000  My. Mús. Rubén Veizaga Cordero 2001  Tcnl. DEM. José A. Jaimes Camacho 2002  Tcnl. DEM. Néstor Sahonero Ampuero 2003  Tcnl. DEM. Marcos Blacutt Monje 2004 – 2005  Tcnl. DEM. Demetrio Camacho Blanco 2006 – 2007
  • 39. 39 - 64 CAPITULO VII BANDAS DE MÚSICA BOLIVIANAS
  • 40. 40 - 64 I. HISTORIA DE LAS BANDAS DE MÚSICA DEL EJERCITO Periodo de la Independencia Se establece que la organización de las primeras Bandas de Música de nuestro Glorioso Ejército, tienen origen en los grupos guerrilleros de la independencia, que se organizaron para luchar contra la dominación española, donde no faltaban músicos voluntarios que contribuyeron a mantener el ánimo y el espíritu combativo de los patriotas rebeldes. Las Bandas de Música que marcharon a la vanguardia de los Regimientos del Libertador Simón Bolívar, participaron en las diferentes batallas, sobresaliendo la Banda del Regimiento Voltígeros de Colombia, quienes tocaban aires nacionales colombianas, provocando en las tropas una actitud de enardecido patriotismo, contribuyendo aniquilar la obstinada defensa española del General Monet, Sobresaliendo también las Bandas de Música del batallón colombiano Vencedores y del batallón peruano “Legión Peruana No. 1”, que durante el combate interpretaron marchas militares y música tradicional de sus respectivos países. De ahí la fusión de tonalidades españolas, colombianas y de origen criollo que aún persisten en el repertorio militar de nuestras bandas de música. Una vez consolidada la República se organizó dos Batallones de Infantería, dos Escuadrones de Caballería y una Batería de Artillería con sus respectivas Bandas de Música. La primera Banda Militar auténticamente boliviana fue organizada por el General Guerrillero Don José Miguel Lanza, conformado por músicos voluntarios oriundos de las provincias Ayopaya, Inquisive, Sicasica, Tapacarí y los Yungas, quienes dotados de instrumentos como pífanos y tambores, formaban parte del batallón 2 de Infantería, Unidad con la que el General José Miguel Lanza ingresó a la ciudad de La Paz el 29 de enero de 1825. Después del combate de Yungay que puso término a la Confederación, varias de estas bandas se dispersaron y solamente fueron restablecidos el año 1841, para participar en la Batalla de “Ingavi” donde al amanecer del 18 de noviembre de 1841, se inició el día con una sucesión de dianas para levantar el espíritu combativo de las tropas. En esta Batalla participaron con heroísmo y abnegación los músicos de los Batallones 5,6 y 7 de Infantería y del Escuadrón de Caballería. Una vez restablecida la paz entre Bolivia y el Perú, el Presidente Ballivián procedió a reorganizar el Ejército dentro de normas de rígida disciplina y asignó especial importancia a las Bandas de Música, por su participación en la Batalla de Ingavi quedó muy impresionado. Para el 18 de Noviembre de 1845, se preparaban actos importantes, para celebrar el cuarto aniversario de la Batalla de Ingavi, El General Don José Ballivián, tuvo
  • 41. 41 - 64 conocimiento que el prestigioso maestro Don Leopoldo Benedetto Vincenti Franti, se encontraba en Valparaíso (Chile) invitándole con un contrato para componer la música del “Himno Nacional” y reorganizar las bandas de música, siendo el primer Director General de Bandas de Música del Ejército. Periodo Actual Las Bandas de Música del Ejército Boliviano, actualmente se encuentran organizadas en bandas de Tipo “A” con un efectivo de 40 a 50, “B” con un efectivo de 30 a 40 y “C” con un efectivo de 20 a 25, distribuidas en todos los confines de nuestra Patria de la siguiente manera: Comando en Jefe de las FF.AA., Comando General del Ejército, Institutos Militares, Unidades Directamente Dependientes del Ejército, Grandes y Pequeñas Unidades, cumpliendo su sagrado deber con su Glorioso Ejército y la Patria toda. II. BANDAS DE MÚSICA DE LA POLICÍA BOLIVIANA La creación de la Policía boliviana se remonta a la fundación de la República, cuando el Mariscal José Antonio de Sucre promulgó la Ley Reglamentaria de Policía. Como consecuencia de esta disposición, mediante Orden Presidencial de 23 de mayo de 1827, se establecieron piquetes de policía en cada Departamento. Esta orden era bastante extensa y explícita. Denominaba a los piquetes de Policía, Columnas de Policía, establecía la procedencia que debían tener sus integrantes, el uniforme que debían llevar y el armamento que debían tener. Algunos meses más tarde, mediante una orden complementaria del 25 de Octubre del mismo año, se fijó el efectivo que debían tener estas columnas en los diferentes departamentos y se estableció su directa dependencia del Intendente Departamental. Durante el gobierno del Mariscal Santa Cruz, como complemento al código Penal, se estableció un Reglamento de Policía mediante el Decreto de 3 de Mayo de 1837 en el que se precisaron las precauciones y medidas que debían adoptarse para evitar crímenes y desórdenes sin menoscabar la libertad de los habitantes. Las Columnas de Policía que tenían como misión mantener el orden público, se constituyeron en agrupaciones a las que se incorporaron, con carácter voluntario, varios músicos. Con el transcurso del tiempo, las Columnas de Policía, no obstante su precaria organización, llegaron a cumplir en forma eficiente sus funciones específicas. Como el personal que las constituía provenían de las filas del ejército regular, tanto de jefes, clases y soldados, la organización de estas columnas de Policía respondía a un criterio más militar que policial. Este hecho fue advertido por el General Narciso Campero cuando retornó de Francia después de graduarse como Ingeniero en el Politécnico de París. En un folleto que publicó el año 1857 sugería que la Policía Boliviana adoptase la instrucción y organización que prevalecía en Inglaterra. Anotaba que en la Policía inglesa denominada Scotland Yard estaba constituida para hacer cumplir las leyes y
  • 42. 42 - 64 ejercer autoridad en forma persuasiva y no represiva como lo hacen las organizaciones paramilitares. Lamentablemente, por el caos que imperaba en el país y por la especial idiosincrasia del pueblo boliviano, no se pudo llevar adelante esta sugerencia. Las columnas de Policía fueron organizadas como unidades propias de un Ejército, incluyendo en su estructura departamental, bandas de música. Esta modalidad se mantuvo hasta el año 1888, cuando con la finalidad de reducir el presupuesto, mediante una orden de 16 de noviembre, se suprimió las bandas de las Columnas de Policía, dejando solamente las cornetas y los tambores exigidos por el Servicio para transmitir órdenes, tocar dianas y silencios. Durante el presente siglo las columnas de Policía volvieron a incrementar sus efectivos, asemejándose cada vez más a regimientos de infantería con el núcleo central destinado a la capital del departamento y con un desdoblamiento de pequeñas unidades, y hasta de individuos, en pueblos y poblaciones pertenecientes al ámbito de su jurisdicción departamental. Se reestablecieron las bandas con directores y músicos que provenían de las filas del Ejército y en especial, de la Escuela Militar de Música. Los diferentes conflictos bélicos tales como la Campaña del Acre, pero principalmente la del chaco, alteraron el normal funcionamiento de las unidades de Policía. Los reservistas comprendidos en las categorías movilizables fueron incorporados a diferentes unidades del Ejército, habiendo tenido varios de ellos una destacada actuación. Al término de la Guerra del Chaco, se reorganizó la Policía habiéndose incorporado a ella muchos ex – combatientes tanto de oficiales, de clases como de soldados. Mediante un Decreto, expedido el 20 de Febrero de 1937, por el General David Toro, entonces Presidente de la República, se creó la Escuela Nacional de Policías con la finalidad de incorporar conocimientos propios del funcionamiento y ordenamiento policial, a los futuros conductores de la Policía Boliviana. Se organizó, nuevamente, las agrupaciones policiales en los diferentes Departamentos en regimientos y, por varios años, estas unidades constituyeron lo que se denominó el Cuerpo de Carabineros. Los regimientos, así organizados, incorporaron a sus efectivos bandas de música estableciendo la necesidad de tener un director general de las bandas de la institución policial. Con el reordenamiento experimentado en estas últimas décadas por la Policía Nacional, denominativo que hoy tiene, y que agrupa en su seno a diferentes especialidades que anteriormente, sin mayor coordinación, eran independientes, tales como el Tránsito y la
  • 43. 43 - 64 Foto Banda de Música de la Policía Boliviana. Dirección de Investigación entre otras, esta Institución del Orden ha logrado consolidar una organización de carácter nacional muy superior a la existente en varios países Sudamericanos. Las bandas de música, asimismo, se han convertido en agrupaciones musicales de prestigio, que se debe, fundamentalmente, al trabajo realizado por los directores de las diferentes bandas policiales que se formaron en la Escuela Militar de Música y por el de los propios músicos quienes en su gran mayoría, fueron integrantes de las bandas del ejército. A esta labor han contribuido varios oficiales, muchos de los cuales se encuentran ya en servicio pasivo. Como primer Director de Bandas de la Policía fue nombrado el Teniente Coronel Manuel Gutiérrez, egresado de la Escuela Militar de Música. Se incorporó a la Policía y ejerció la dirección de diferentes bandas, tanto en La Paz cuanto en el interior del país, hasta culminar su carrera como Inspector Nacional de Bandas. Otro conocido Director de Bandas, compositor de varias marchas y otras interpretaciones musicales, que se incorporó a la Policía, fue el Teniente Coronel Agustín Pozo Castro, también egresado de la Escuela Militar de Música. Fue director de banda de los regimientos "Ingavi”, " Lanza” y "Azurduy ", después de haber concurrido a la Guerra del Chaco como joven combatiente. Otros directores de banda egresados de la Escuela Militar de Música que contribuyeron a formar las bandas de la Policía Boliviana, a partir del año 1936, fueron, entre otros, el Teniente Coronel Tomás Guzmán Jáuregui, el Mayor Juan de Dios Flores Aramayo, los Capitanes Luis Fernández Meneses, Luis Alarcón Cuba, Pedro Araoz Terán y los Subtenientes Ricardo Escobar y Juan Boyán.
  • 44. 44 - 64 III. HISTORIAL DE LAS BANDAS DE MÚSICA DE LA ARMADA Bolivia, nació a su vida independientemente con una amplia costa, de la que fue privada hace más de 100 años por una agresión injusta por parte de Chile. El país al surgir como República Independiente no tuvo otra aspiración que la de mantener una convivencia pacífica con sus vecinos, quienes habían logrado su emancipación de España en una guerra comúnmente liberada. Este fue uno de los motivos por los cuales Bolivia, lamentablemente, no ejerció una presencia militar importante en sus territorios costeños, a excepción de una gendarmería que formaba el piquete de Policía en Antofagasta, ciudad convertida en el Puerto más importante de Bolivia sobre el Pacífico. Solamente durante la Presidencia del Mariscal Santa Cruz, mediante Decreto de 30 de Diciembre de 1832, se ordenó la construcción de una fortaleza consistente en una batería de 12 cañones para la protección del Puerto y Bahía de Cobija. El mismo Mariscal también tomó providencias para la organización de la marina de guerra del país, para infortunadamente ni esta intención, ni el anterior decreto fueron cumplidos. Solamente, cuando se estableció la Confederación Perú-Boliviana, se determinó la creación de una Escuadra Marítima, integrada por marineros bolivianos y peruanos, para repeler en Noviembre de 1837 la agresión de Chile a la Confederación. Al término del conflicto, en el que resultaron victoriosas las armas consideradas, mediante Decreto de 20 de Noviembre, se dispuso que la escuadra se mantuviera en "Estado de Paz”. Este Decreto establecido, en su Decreto 2º, lo siguiente: " Las embarcaciones de que se compondrá la escuadra serán; 2 corbetas, 3 bergatines y 1 goleta distribuidas en los aportaderos del Callao, Arica, y Cobija. Al primero le corresponde la corbeta Confederación, el bergantín Fundador y la goleta Yanacocha, al segundo la corbeta Socabaya y bergantín Arequipeño; y al de Cobija el bergantín Junín”. De acuerdo a las crónicas de la época, la marina de izquierda peruana tenía algunos músicos como parte de la tripulación normal de sus barcos para impartir, mediante toques de corbeta, órdenes de diversa naturaleza.
  • 45. 45 - 64 Banda de Música de la Armada Boliviana Por lo tanto, es de suponer, que en el Bergantín "Junín”, asignado al Puerto de Cobija, hubiera habido músicos quienes serían los primeros integrantes de esa especialidad de la Armada Boliviana. Según el Vice Almte. José Vargas, en su obra " Tradición Naval del Pueblo de Bolivia ", indica que en épocas posteriores a la confederación, Bolivia tuvo en su marina de guerra tres barcos, el Guardacostas "Gral. Sucre”, el Bergantín “María Luisa " y el Cañonero " El Morro ", los que, seguramente, tenían también músicos a bordo. La Guerra del Pacífico postergó, la posibilidad de que Bolivia pudiera establecer una fuerza naval importante y, consiguientemente, las bandas de música por radicalmente pertenecientes a esta. Al producirse el artero ataque a Antofagasta, el 14 de Febrero de 1879, los jefes chilenos conminaron a las autoridades bolivianas a entregar la ciudad. En esa época la población boliviana era reducida, pero ésta resolvió enfrentar al invasor. Solamente se disponía de una columna de gendarmes con un efectivo aproximado de 60 hombres que contaban entre ellos algunos tambores y una corneta. Adicionalmente, vivían en el Puerto algunos músicos civiles procedentes de unidades militares del interior de la República que se habían instalado haya. Al producirse el repliegue de este heroico grupo de patriotas, hacia Calama, para enfrentarse en dicha localidad al ejército invasor, los pocos músicos civiles, así como los tambores los y el corneta se incorporaron al puñado de hombres, quienes trajo la dirección de Abaroa, decidieron defender en el Puente del Topáter el paso del Río Loa. En esta acción fue nombrado como Corneta de Órdenes del Músico Segundino Balladares (33) quien fue muerto por las propuestas chilenas y ocuparon Calama.
  • 46. 46 - 64 La misma suerte parece que tuvieron el resto de los músicos, motivo por el cual pensamos que estos músicos que recibían en la costa y que brindaron su vida por el país, debían ser considerados como los precursores de ésta especialidad en la Armada. A los ochenta y cuatro años de esa fecha, las Fuerzas Armadas con densidad de la necesidad de crear una conciencia marítima que debiera iniciarse por el dominio de nuestros cuerpos de agua internos, es decir los lagos y ríos del país, establecieron la Fuerza Fluvial y Lacustre mediante decreto de 4 de Enero de 1963. Para hacer efectiva dicha medida pasaron a la Fuerza Fluvial y Lacustre todas las guarniciones militares de los Departamentos de Beni y Pando, así como una parte de las de Cochabamba, Santa Cruz y La Paz. Como consecuencia de ello se creó la primera Banda en el Distrito Fluvial Nº 1 en Riberalta denominada " Cuenca del Beni” habiendo sido su primer Director el Alférez Músico Nicolás Chávez Chevaca. Posteriormente, el año 1966 se creó la Segunda Banda en el entonces Batallón Fluvial “Riosiño”, bajo la dirección del teniente de Fragata José Torrico Valencia. IV. BANDAS DE LA FUERZA AÉREA La Fuerza Aérea de Bolivia se inició mediante arriesgados y heroicos actos, protagonizados primeramente por aviadores extranjeros y luego por bolivianos que desafiando desconocidos fenómenos atmosféricos y de altura hicieron posibles el establecimiento de una aviación militar. El año 1923 se fundó la Escuela Evitar de Aviación en el Alto, la misma que proporcionó los primeros pilotos incursionando en los cielos de Bolivia participaron activamente y en forma eficiente en la contienda bélica con el Paraguay. Durante la campaña tuvieron que improvisar escuelas de entrenamiento de Pilotos primero en el Fortín Muñoz, luego en el Ballivián, Villamontes y finalmente en Choreti. Terminar esta contienda bélica la Escuela de Aviación sufrió una serie de cambios de localidad. De Sucre se trasladó a Cochabamba luego a La Paz y posteriormente con el nombre de Escuela Militar de Aviación Boquerón a Santa Cruz. En esta ciudad dejó de ser una escuela itinerante y se convirtió el 24 de Julio de 1953 en el Colegio Militar de Aviación " Tte. Gral. Germán Busch” en homenaje al héroe de la Guerra del Chaco y ex - Presidente de la República. Es en esta localidad donde surgió la necesidad de disponer de una banda de música para efectos de los ejercicios, desfiles y marchas propias de un instituto de formación militar. Con esta finalidad el Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas el año 1954 dispuso el traspaso de un grupo de músicos del Ejército al mando del Teniente Músico Jesús Arce Quinteros a la aviación. Cabe señalar que el Tte. Quinteros era el legendario músico que actuó como telefonista evitando con su heroica actitud una mayor pérdida de hombres y de pertrechos en la retirada del Fortín