2. Adorar a Dios, que se hizo hombre para toda la humanidad. Bendecir su nombre siempre y en cada momento de la vida.
3. Contemplar el gran misterio de la noche santa, la noche del nacimiento de Jesús. Desprenderse del hombre viejo y vivir según el Espíritu.
4. Enaltecer lo bueno que hay en cada uno, imagen de Dios. Fortalecer las actitudes del Evangelio en nuestra vida.
5. Generar nueva vida a la luz de la familia de Nazaret. Humillarse desde nuestra pequeñez ante la divinidad de Dios.
6. Intensificar los momentos de encuentro con quien sabemos nos ama. Jerarquizar nuestras opciones buscando lo más urgente, oportuno y eficaz.
7. Llenarse de la ternura del Niño Dios y derrocharla a los demás. Maravillarse ante la pequeñez de un Dios poderoso y cercano.
8. Narrar la historia de salvación en nuestra vida. Ofrecer todo lo que somos para que otros sean más felices.
9. Postrarse ante la pobreza y sencillez del Niño de Belén. Quitar las barreras que entorpecen y dificultan nuestro caminar.
10. Rendirse a la belleza y al Amor de Emmanuel, el Dios con nosotros. Saborear la vida en todos sus colores y dar respuesta a los desafíos que surjan en nuestro camino.
11. Tender las manos vacías y acoger la gracia que viene de la bondad de Dios. Unir fuerzas para hacer puentes de fraternidad y trabajar por la paz.
12. Vaciarse de la autosuficiencia, del egoísmo,… Y abandonarse en manos del Padre. X es la incógnita que invita a cuestionarnos constantemente sobre nuestras motivaciones.
13. Yuxtaponer ilusiones y esperanzas por una fe viva y comprometida. Zambullirse sin miedo y vivir con un corazón abierto a las “sorpresas” de Dios.