El documento presenta un cuento narrado por una abuela a sus nietos sobre una niña del pueblo diaguita que encuentra un trozo de cerámica antigua. La abuela cuenta que los diaguitas vivían en armonía con la tierra y que la niña fue enviada a llevar un mensaje urgente a otro pueblo a través de un sendero. Al llegar, los pobladores entendieron el significado de la vasija rota y se dispersaron para advertir a otros sobre una amenaza inminente. El cuento deja abierta la pregunta sobre el dest
1. La hojitade los niños
Año XIX • nº 1.289 • 13 de marzo de 2016
¡La buena noticia para todos! • Domingo 5º de Cuaresma
LABERINTO
DE LA MISERICORDIA
Mensaje de
La Palabra de Dios
para esta semana
Cada domingo de Cuaresma
reflexionaremos un paso del
camino de la misericordia.
1.- El primer paso es:
“mirarse para adentro”.
2.- El segundo paso es:
“salir de uno mismo”.
3.- El tercer paso es: “ver”.
4.- El cuarto paso es: “hacer”.
Poner manos a la obra, acer-
carnos al otro con acciones
concretas. Pueden ser muy
simples, como alcanzar un
vaso de agua a un hermano
que está mirando la tele o
no condenar al otro rápida-
mente.
Ojalá que esta Cuaresma nos
haya ayudado a vivir el ca-
mino de la misericordia para
prepar nuestro corazón para
la Pascua.
L u Q E u N
E U T O
R P A E N
M I L E G
E A u P J A
R D E I O q
A R R R P
E u A O D E
U Q S A C
Entrar al laberinto por la flecha roja y recorrer-
lo en forma horizontal, vertical u oblícua hasta
salir por la flecha verde para leer una frase de
Jesús. Las letras se utilizan una sola vez. Cada
palabra está en un color diferente.
Jesús dijo:
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2. La Biblia, el libro de la Palabra de Dios
Las lecturas de la misa del domingo
Primera lectura: Isaías 43, 16-21
sí habla el Señor: el que abrió un camino a través del
mar y un sendero entre las aguas impetuosas; el que
hizo salir carros de guerra y caballos, todo un ejército de hombres
aguerridos; ellos quedaron tendidos, no se levantarán, se extiguie
ron, se consumieron como una mecha.
No se acuerden de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas; yo estoy
por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta?
Sí, pondré un camino en el desierto y ríos en la estepa.
Me glorificarán las fieras salvajes, los chacales y los avestruces; porque haré
brotar agua en el desierto y ríos en la estepa, para dar de beber a mi pueblo,
mi elegido, el pueblo que yo me formé para que pregonara mi alabanza.
A
esús fue al monte de los Olivos. Al amanecer volvió al
Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y
comenzó a enseñarles.
Los escribas y los fariseos le llevaron a una mujer que había si
do sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús:
–Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué
dices?
Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, incli
nándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían, se ende
rezó y les dijo:
–Aquél de ustedes que no tenga pecado, que arroje la primera piedra.
E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo.
Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más
ancianos.
Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le pre
guntó:
–Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Nadie te ha condenado?
Ella le respondió: –Nadie, Señor.
–Yo tampoco te condeno –le dijo Jesús–. Vete, no peques más en adelante.
Evangelio: Juan 1, 1-18
J
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3. Por la tarde, la familia salió a caminar por los senderos
de la montaña. Prepararon la mochila con galletitas,
el equipo de mate, una manta grande para sentarse y
varias botellas de agua fresca. Los más pequeños co-
rrían yendo y viniendo por el camino. Se adelantaban
y regresaban, siempre acom-
pañados por los perros. Las
madres, los padres, las tías y
la abuela caminaban detrás,
conversando o iban en silen-
cio. A veces, el espectáculo
era tan maravilloso, que per-
manecían absortos contem-
plándolo.
El camino de tierra se trans-
formó en un sendero plagado
de piedras por donde no po-
día pasar ningún vehículo.
—Este era el camino que co-
municaba los pueblos vecinos
de las cumbres más altas, pe-
ro como no era muy transita-
do, nadie se ocupó de mantenerlo. No hay peligro, ni
problema de que los niños se adelanten— explicaban
a la abuela que se ponía nerviosa cuando no los tenía
a la vista.
Sin embargo, se inquietaron cuando los vieron, a lo
lejos, agachados en el medio del camino. Creyeron
que alguno se había caído o lastimado. Cuando los
alcanzaron, los encontraron mirando restos de cerá-
mica que habían quedado al descubierto después de
las últimas lluvias. Algunos trozos eran simples piezas,
pero otros, estaban adornados con líneas y colores.
Por la noche le pidieron a la abuela que contara una
historia de cerámicas.
—Hace muchos, muchos años, mucho antes de que
mis abuelos nacieran, estas tierras estaban habitadas
por el pueblo diaguita. Era un pueblo agricultor, que
disfrutaba vivir en armonía con la tierra, la Pachama-
ma; cultivaban en terrazas, para que el agua, que en-
cauzaban desde lo alto de la montaña, llegara a todos
los cultivos.
Los niños jugaban a la sombra de grandes algarro-
bos, árboles que les brindaban generosamente un
alimento muy nutritivo. Una tarde, una niña que es-
taba recolectando las vainas del algarrobo para que
su abuela preparara el patay, vio llegar corriendo a su
mamá. Llevaba en las manos una vasija, una de esas
que no se le permitía tocar;
destinada a las grandes fies-
tas religiosas. Era la más bella
que tenían en su casa, deco-
rada con dibujos geométricos
en diferentes tonos de rojo.
La mamá, agitada, se sentó en
una piedra junto a su hija. Se
tomó un tiempo para recupe-
rar el aliento. Luego, envolvió
con un poncho la vasija, se la
entregó a la niña y le dijo que
la llevara a sus parientes que
vivían en el pueblo vecino.
— ¿Recuerdas el camino que
se extiende hacia donde sa-
le el sol? Sigue ese sendero,
aunque te parezca que en algún momento desapare-
ce, búscalo tras los espinos; lo vas a encontrar. Si escu-
chas ruidos, refúgiate detrás de una piedra y quédate
quieta hasta que el peligro haya pasado. Sujeta fuerte
la vasija y llévasela a nuestros familiares, dentro de
ella hay un mensaje muy importante.
La niña estaba asustada, nunca había visto así a su
madre, tampoco había recorrido ese sendero sola ni
le habían dado una tarea tan importante. Ella era la
más veloz entre los niños, parecía que estaba soste-
nida por el viento y que las piedras del camino no le
lastimaban las plantas de sus pies. Ignoraba el mensa-
je que debía entregar, pero era evidente su urgencia.
La niña abrazó la vasija como si llevara un bebé en-
tre sus brazos y corrió con los pies descalzos hacia el
sendero. Su madre la vio partir y luego regresó hacia
donde estaba el resto de las mujeres, y los niños se
preparaban para una larga caminata.
La niña corrió más veloz que nunca, con el sol en la es-
palda. Las espinas de las tunas no llegaban a penetrar
la piel de sus pies.
Cuentos de vida
Cuento de cerámica
de María Inés Casalá - Dibujo de Hania Kollenberger
La abuela fue a visitar a sus nietos y nietas que vivían en la montaña. Todas las noches, antes de
dormir, les contaba un cuento. “Un cuento de la cabeza”, decía la nieta menor, es decir un cuento
inventado. La abuela estaba convencida de que los relatos salían de la vida, pero le resultaba
muy interesante el decir de su nieta. Puedes pedir todos los relatos a: inescasala@gmail.com
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4. El Bebéhojita
y sus amigos
por Gladys y Margarita Pérez
Las Melli
Escuchó ruidos y se ocultó rápidamente tras una
piedra. Era un zorro con su familia, que se dirigían
a la madriguera, al costado del camino. El sol estaba
poniéndose, pero la oscuridad no era un problema
para ese pueblo acostumbrado a caminar por la no-
che, con la luz de la luna o de las estrellas. En el pue-
blo vecino estaban por comer la última comida del
día, cuando divisaron a la niña sosteniendo entre sus
brazos la vasija. La vieron llegar y salieron corriendo
a su encuentro. Uno de los varones la sostuvo, cuan-
do casi cayó al piso agotada por los kilómetros re-
corridos para dar la entrega. Las mujeres la llevaron
hacia una de las casas de adobe donde le frotaron
los pies con una pasta de jarilla, y le ofrecieron agua
fresca con hojas de menta.
No pudo estar presente cuando los mayores miraron
la vasija, con mucho cuidado, a la luz de la luna. Sa-
bían perfectamente el significado de esos adornos y
ese color: la sangre correría por sus tierras en poco
tiempo. Rompieron la vasija contra el suelo, cada
uno tomó un pedazo y salió corriendo para llevar el
mensaje a otros habitantes más alejados. No nota-
ron que, en medio del camino, confundida entre las
piedras, un pequeño trozo de cerámica permaneció
en el suelo... hasta nuestros días.
Voy por un caminito, voy por el otro y mañana… te
cuento otro.
—No, dale abuela, ¿cómo terminó la historia? ¿Ter-
minó bien o mal?
— No es tan simple, no es posible responder en el
ratito antes de dormir esa pregunta.
La historia continúa, la continuamos nosotros cuan-
do somos capaces de regresar a nuestras raíces.
www.sanpablo.com.ar
La hojita de los niños. Semanario religioso infantil de uso litúrgico. No reemplaza el uso de los leccionarios.
Nihil Obstat: Conferencia Episcopal Argentina. Imprimatur: Arquidiócesis de Buenos Aires. Edita: Sociedad de San Pablo.
Propietario Sociedad de San Pablo (Paulinos). Registro Nacional de la Propiedad Intelectual: nº 5.233.004 del 29/5/2014
Dirección: P. Aderico Dolzani. Redactora: Inés Casalá.
Dibujos: Hania Kollenberger (cuento). Gladys y Margarita «Las Melli» Pérez.
Dirección y administración: Riobamba 230 C1025ABF Bs. As., Argentina.
Horario: Lunes a viernes de 9.00 a 18.00
Teléfono (011) 5555-2424 / Fax: (011) 5555-2425 / E-mail: inescasala@gmail.com / Impreso en G.S.Gráfica s.r.l.
Charlone 958 - B1868DZF Piñeyro, Avellaneda, Bs. As. Correo Argentino Suc. 2 (B): Franqueo a pagar cuenta 14.471.
En Uruguay: SAN PABLO, Colonia 1591 (11200) MONTEVIDEO.
Tel.:24018332, cels.:09494307/095728681, Mail: libreria@san-pablo.com.uy
Para pensar y
conversar después
de leer el relato
Hay juegos que no requieren más que
imaginación, por ejemplo inventar histo-
rias a partir de hechos reales, como hizo la
abuela con el trozo de cerámica. Te propo-
nemos que hagas lo mismo, que juegues a
crear historias.
Alegrarse por el bien
del otro nos hace crecer.
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