1. Aportes - 1amar y ayudar al enfermo a curarse. Por otra parte, vemos que nuestras justicias, condenas y cárceles poco logran convertir al delincuente.
Ahora bien, a veces obramos como policías de tránsito, autorizando o no el paso, nos creemos con derecho o la obligación de acusar y reprochar errores o defectos ajenos, y ¡cuidado!, que podemos volvernos insufribles y merecernos que nos hagan callar: ¡Mirá quien habla! ¿Quién sos vos para decirme eso? Ahí deberíamos empezar a entender que no somos nada para tirar piedras a nadie, sólo somos hermanos en desgracia, caminando a los tropezones, ayudándonos a no caer, con comprensión y caridad, hoy por ti, mañana por mí, corrigiéndonos siempre con el corazón en la mano, con tal de ganar al hermano, como pide Jesús, pero ganarlo para el Señor, no para nosotros.
Eso va de la mano con la humilde sensatez de no creernos mejores que los demás, pues sólo Dios conoce el fondo de cada corazón. Nosotros sólo vemos lo exterior, ignoramos qué pasa al interior del otro, ¡que muchas veces ni él mismo sabe, y sufre queriendo desentrañar las fuerzas que lo dominan!, o no clamamos a veces, ¡no puedo con mi genio, es más fuerte que yo! Entendamos que muchas veces las apariencias engañan y que,
Corrige a tu hermano con el corazón en la mano
Ez 33, 7-9; Sal 94; Rom 13, 8-10;
Mt 18, 15-20
Por allí escuchamos: ¡Justicia, justicia!, a veces con sabor a venganza y desquite o como cuando arrastraron a la adúltera reclamando a Jesús que la condene, y merecieron una sabia y justa réplica: Quien esté sin pecado que le tire la primera piedra. Pero, ¿está mal denunciar y condenar lo malo? Todo pecado está mal, no importa quien lo cometa. Lo que no está bien es hundir al pecador sin ayudarlo a arrepentirse. En la Biblia leemos que Dios no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y viva. Además, Jesús declara que no vino a condenar sino a salvar, y que hay más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que no creen necesitar convertirse.
Jesús vino a enseñarnos a amar a Dios y al prójimo. Amor al prójimo que también es procurar que quien obra mal se arrepienta. Jesús advertía a quienes le reprochaban sentarse a comer con Mateo y sus amigos: Los enfermos necesitan médico, no los que se creen sanos. Y luego, desde la cruz, pedía: ¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen! El mal es también una enfermedad, y de allí que, antes de condenar hemos de
(Continúa en la p. 4).
Aportes para la homilía
23 domingo durante el año 7 de septiembre de 2014
Ciclo A. Color: Verde Año XVIII - Nº 1039
Aportes
Celebración
para la
Homilía y guión para la Santa Misa
2. Aportes - 2
1) Introducción
Hermanos: en la Última Cena, Jesús nos mandó claramente: ¡Ámense unos a otros como los amo yo, que doy mi vida por ustedes! Amor sin mezcla alguna de egoísmo, sin excepciones ni acomodos, decididos a darlo todo por el bien y la felicidad del prójimo. Quizá nos preguntemos: ¿Cómo amar y hasta dónde? Las lecturas de hoy nos lo van a aclarar.
Comencemos cantando…
2) Saludo de bienvenida
Bienvenidos hermanos. Venimos a celebrar a Dios, Amor en persona. Amor que supera infinitamente lo sentimental, afectivo y placentero. Amor que es olvido de sí mismo, capaz de cualquier sacrificio, feliz en desvivirse por nuestro mayor bien y felicidad. ¿Cuesta entenderlo porque es un misterio o porque si lo asumimos nos veríamos obligados a rechazar todo egoísmo?
Que la paz y el amor de Dios Padre, y de Jesucristo, que nos amó hasta dar su vida en cruz, en la unidad del Espíritu Santo, permanezca ahora y siempre con todos ustedes.
3) Acto penitencial
Dios es Abbá, Papito querido, que nos reprende con amor y dulzura para que asumamos nuestro pecado, nos corrijamos y reparemos el mal hecho.
– Cuando vemos al hermano obrar mal y no oramos por él ni le damos buen ejemplo, y por evitar contratiempos dejamos se hunda en su pecado. Perdónanos Señor.
– Porque a veces nos dejamos dominar por la soberbia y rechazamos advertencias o reproches de quienes nos corrigen, porque nos quieren bien. Perdónanos Señor.
– Porque somos rápidos en criticar las faltas del hermano, en vez de ayudarlo a superar sus debilidades y pecados, en privado y con humilde mansedumbre. Perdónanos Señor.
– Porque, como comunidad cristiana, estamos llamados a ser luz, sal y buena levadura en medio del mundo, pero fallamos y poco nos corregimos. Perdónanos Señor.
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos dé la vida eterna. Amén.
4) Liturgia de la Palabra
Primera lectura (Ez 33, 7-9): Dios constituye a Ezequiel vocero de sus palabras y centinela de su pueblo: Diles lo que yo te mando, aunque no quieran escucharte.
Salmo responsorial (Sal 94): El Salmo nos exhorta a ser fieles y obedientes al Señor, y alabarlo con toda devoción pues él es nuestro buen Pastor y nosotros sus ovejas. Respondemos: Ojalá hoy escuchen la voz del Señor.
Segunda lectura (Rom 13, 8-10): Pablo nos exhorta a vivir en toda circunstancia en el amor fraterno, síntesis de los mandamientos.
Evangelio (Mt 18, 15-20): Jesús nos manda ayudarnos mutuamente a crecer y madurar en la caridad, también mediante la corrección fraterna.
5) Oraciones de los fieles
Dios quiere que descubramos la verdad y alcancemos la salvación. Es Padre y nos llama a vivir en
Guión para la Santa Misa
3. Aportes - 3
así lograremos el mayor bien, nuestra paz y felicidad. Y al ser Iglesia, precisamente, nos ayudamos a lograrlo para mostrar al mundo la única razón de nuestra existencia. Al ofrecer ahora el pan y el vino renovemos el compromiso y el empeño nuestro de cada día.
Cantemos…
7) Comunión
La misión del cristiano pareciera sobrehumana, y no nos equivocamos: ¡A Jesús le costó la cruz! Pero, ya resucitado, nos asegura: Nada teman, yo he vencido al mundo, y sepan que estaré siempre con ustedes hasta el fin. Esta comunión ratifica su promesa y nos da ánimo para gritar: ¡Juntos podemos, manos a la obra!
Nos acercamos a comulgar cantando…
8) Despedida y bendición final
Algunos predican desde el balcón: ¡Anímense y vayan!, pero allí se quedan. Nosotros perseveremos de la mano de Cristo, alentándonos y corrigiéndonos unos a otros pues, como afirmaba Pablo: ¡Con Cristo todo lo bueno es posible, porque él nos reconforta!
Vayamos con la bendición de Dios todopoderoso Padre, X Hijo y Espíritu Santo, Y que el nos proteja, tenga piedad y nos muestre su rostro, Nos mire siempre con amor y nos conceda su paz. Amén.
su verdad salvadora. Agradezcamos su amor diciendo:
¡Te doy gracias, Señor, por tu amor, no abandones la obra de tus manos!
4 Señor, tu sabes cuánto daño nos hace la rebeldía que nos separa de ti y no quieres que nos perdamos en esa desobediencia mortal. Por eso te decimos:…
4 Si para grandes males hay grandes remedios, y no es admisible menospreciar el sacrificio de Jesús, ayúdanos a aprovechar también tus correcciones. Por eso te decimos…
4 Ayúdanos a aceptar paciente y humildemente las advertencias y correcciones de los demás, ya sea con bondad y dulzura o también con dureza y agresividad. Por eso te decimos…
4 Cuando veamos al prójimo en pecado oremos por él y, sin creernos mejores que nadie, ayudémoslo a volver a ti con bondad, prudencia y respeto. Por eso te decimos…
4 Cuando el bien común peligra por la incompetencia o la inmoralidad de gobernantes y dirigentes, es deber común denunciar y exigir corrección. Por eso te decimos…
Jesus bendito, que proclamaste el amor, la verdad y la justicia, danos reconocer y corregir los errores propios y ajenos, con toda firmeza, pero con caridad, como tu padre, que nos quiere fraternos y solidarios, y así alcanzar de tu mano la vida eterna. Amén.
6) Presentación de las ofrendas
Jesús vino a dar gloria a Dios y paz a los hombres, a mostrarnos cómo hacer de Dios el centro absoluto, el eje dinamizador de cuanto somos y hacemos, y a convencernos de que sólo
¿No te importan las heridas de tu hermano? Le ves perecer o que ha perecido, ¿y te encoges de hombros? Peor eres tú callando que él faltando. Debemos pues, corregir por amor; no con deseos de hacer daño, sino con la cariñosa intención de lograr su enmienda... ¿Por qué le corriges? ¿Por qué te ha molestado ser ofendido por él? No lo quiera Dios. Si lo haces por amor propio, nada haces.
San Agustín (Sermón 82)
4. Aportes - 4
(Viene de la p. 1).
con nuestras apreciaciones muy ligeras y superficiales, podemos herir mucho al prójimo ¡y entonces, resulta peor el remedio que la enfermedad! Jesús advierte: No juzguen, no condenen ni pretendan sacar basuritas del ojo ajeno cuando ustedes tienen un tronco en el propio.
Hoy también se nos habla de la corrección fraterna, tan necesaria como si al ver un pozo ponemos una señal de precaución o gritamos ¡cuidado! a quien está por caer en él. Una tarea que hay que afrontar, aunque a veces dan ganas de lavarse las manos ¡y que el prójimo se las arregle! ¿Qué hacer entonces? Primero, analizar la situación del prójimo, para ver cómo encarar mejor la corrección. En caso, consultar con otros o también buscar quién pueda concretar la tarea con más éxito que nosotros. Segundo, sin presumir delante del Señor, que muy bien nos conoce, rezar por el prójimo pidiéndole que ponga en nuestros labios las mejores palabras en el momento más propicio. Tercero, armarse de mucha humildad, caridad y paciencia ante cualquier reacción intempestiva. Finalmente, acompañar al hermano en su esfuerzo por corregirse, sin esperar que nos agradezca nada y, si lo hiciera, pedirle tenga la bondad de amonestarnos cuando necesitemos ser corregidos. ¿Estaríamos así dispuestos a corregirnos unos a otros?
Teniendo en cuenta que, ante todo, la corrección fraterna debe apoyarse en nuestro mejor buen ejemplo, utilicemos eso como cuando en el fútbol los defensores adelantan la línea del outside a los contrarios, de modo que quien obra mal se sienta desubicado ante el entorno que obra bien. Eso también es acción apostólica, levadura nueva que va neutralizando la vieja. Porque somos rápidos para quejarnos: ¡Qué país de corruptos y malvivientes! ¿Qué pasaría si los que nos creemos buenos y honestos nos empeñamos firmemente en vivir el evangelio sin concesiones ni componendas, con toda fe, humildad y amor fraterno, amando fielmente a Dios, ayudando al prójimo con incansable perseverancia, animando a todos con nuestro entusiasmo y buen ejemplo? ¿Nos comprometemos de ahora en adelante a encarar esta patriada?
¡SEÑOR JESÚS,
haz de nosotros instrumentos de tu paz!
Donde haya odio, pongamos amor,
donde haya ofensa, pongamos perdón,
donde haya discordia, pongamos unión,
donde haya error, pongamos verdad.
Donde haya duda, pongamos la fe,
donde haya angustia,
pongamos esperanza,
donde haya tinieblas, pongamos tu luz,
donde haya tristeza,
pongamos alegría…
Maestro, que no busquemos tanto,
ser consolados como consolar,
ser comprendidos como comprender,
ser amados como amar…
Porque dando se recibe,
olvidando se encuentra,
perdonando se es perdonado,
y muriendo se resucita a la vida eterna.
Amén.
Aportes para la Celebración es un subsidio litúrgico preparado por el equipo de redacción de El Domingo, periódico religioso de la editorial SAN PABLO, propiedad de SOCIEDAD DE SAN PABLO (PAULINOS). Riobamba 230, C1025ABF BUENOS AIRES, Argentina. Teléfono: (011) 5555-2416/17/21/24. Fax: (011) 5555-2439. E-mail: director.eldomingo@sanpablo.com.ar - www.sanpablo.com.ar - Impreso por G. S. Gráfica s.r.l., Cnel. Charlone 958, B1868DZF Piñeyro, AVELLANEDA (Bs. As.), Argentina.
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