1. José Hierro
Jaime Gil de Biedma
Algunos miembros de la
Generación del 36Blas de Otero
Gabriel Celaya
2. Durante los años 40 predomina la expresión de inquietudes religiosas
existenciales.
Dos poemarios publicados en 1944 marcan el inicio de esta poesía:
Hijos de la ira de Dámaso Alonso.
Sombra del paraíso de Vicente Aleixandre.
Los dos libros reflejan una visión pesimista, angustiada del mundo, que
regido por un dios arbitrario y cruel, se contempla como un caos sin
sentido. Manifiestan una gran disconformidad con la realidad, aunque sin
referencias explicitas a la situación política o social de España.
Abren el camino a poetas más jóvenes como Blas de Otero (Ángel
fieramente humano o Redoble de conciencia).
Otro autor destacado es Luis Rosales con su obra La casa encendida, donde
se afirma la esperanza a pesar del dolor inseparable de la existencia.
Mención aparte merece Miguel Hernández cuyas obras como El rayo que
no cesa o Cancionero y romancero, entronca temáticamente y
estilísticamente con la lírica del 27.
3. A principios de los años 50 predomina en España la poesía social.
Las características principales de esta poesía son:
La literatura se concibe como instrumento de transformación política
y social. Es, por tanto, una poesía comprometida que da testimonio de
la realidad de la época para agitar las conciencias.
Pretende denunciar las injusticias sociales y la falta de libertad y,
huye, en consecuencia, de la expresión autobiográfica de
sentimientos.
La voluntad de escribir una poesía útil, que llegue a la inmensa
mayoría, se traduce en el empleo de un lenguaje claro,
deliberadamente prosaico.
Destacan autores como Gabriel Celaya (Cantos iberos), Blas de Otero
(Pido la paz y la palabra) y José Hierro (Quinta del 42).
4. "La poesía no es un fin en sí. La poesía es un instrumento, entre otros, para
transformar el mundo. No busca una posteridad de admiradores. Busca un
porvenir en el que, consumada, dejará de ser lo que hoy es.
"Nada de lo que es humano debe quedar fuera de nuestra obra. En el poema debe
haber barro, con perdón de los poetas poetísimos. Debe haber ideas, aunque otra
cosa crean los poetas acéfalos. Debe haber calor animal. Y debe haber retórica,
descripciones y argumentos, y hasta política. Un poema es una integración y no
ese residuo que queda cuando en nombre de "lo puro", "lo externo" o "lo bello",
se practica un sistema de exclusiones” (Gabriel Celaya).
“Creo en la poesía social, a condición de que el poeta (el hombre) sienta estos
temas con la misma sinceridad y la misma fuerza que los tradicionales” (Blas de
Otero).
“Confieso que detesto la torre de marfil. El poeta es obra y artífice de su tiempo. El
signo de nuestro tiempo es colectivo, social. Nunca como hoy necesitó el poeta ser
tan narrativo, porque los males que nos acechan, los que nos modelan proceden
de los hechos” (José Hierro).