2. Estamos en
Adviento, que
significa
preparación para
la venida del
Señor. El
domingo primero
nos fijábamos
más en la última
venida del Señor.
Ahora ya vamos a fijarnos en su primera venida en
Navidad, sabiendo que nuestra navidad debe ser una
nueva vivencia en el corazón de las venidas constantes
que Él nos hace.
3. En este domingo la palabra de Dios nos va a hablar
especialmente de “consolación”. Dios viene a traer la
bendición y viene en persona. Por eso la esperanza es
alegre, si está fundamentada en el amor.
9. Siempre que
hablamos de la
venida de Dios a
nosotros, siempre
debemos ver a este
Dios compasivo,
lleno de bondad y
misericordia. Es lo
más importante que
Jesús nos enseñó.
Es el mismo que
esperaban los
profetas. Y el mismo
que esperaba san
Juan Bautista.
10. Todos los años en este 2º y tercer domingo de Adviento,
la Iglesia nos presenta la figura de san Juan Bautista
como el precursor del Señor. Es quien anuncia la venida
y cómo debemos prepararnos para la venida de Jesús.
11. Hoy san Marcos, el
evangelista del
ciclo B, nos
presenta el
principio de su
evangelio. Dicen
que era como el
secretario de san
Pedro para
transcribir sus
predicaciones. Dice
así:
Marcos 1,1-8
12. Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
Como está escrito en el profeta Isaías: "Yo envío mi
mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino. Una
voz grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor,
enderezad sus senderos.” Se presentó Juan en el
desierto bautizando y predicando un bautismo de
conversión para el perdón de los pecados. Acudía a él
toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén. Él
los bautizaba en el río Jordán confesaba y confesaban
sus pecados. Juan iba vestido de piel de camello, con
una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de
saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: "Detrás de mí
viene el que es más fuerte que yo, y no merezco
agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo
os he bautizado con agua, pero él os bautizará con
Espíritu Santo."
13. “Evangelio” significa “Buena Noticia”.
Es como un grito de alegría y de esperanza y
consuelo al comenzar su escrito.
Buena noticia, porque
Jesús, el Mesías, es
una realidad entre
nosotros. Toda la vida
de Jesús, el Hijo de
Dios, con sus
mensajes, es una
buena noticia.
14. Después
del
enunciado,
el evangelio
presenta a
Juan el
Bautista.
Así se le llama porque su actuación era predicar y
bautizar. El bautismo de agua era una consecuencia de la
respuesta a su predicación. Ese bautismo no perdonaba
los pecados, pero manifestaba que quien se bautizaba
estaba arrepentido de los pecados. Esa era una
conversión.
15. San Juan sabía que él no era el Mesías. Así se lo decía a
quienes se lo preguntaban. “Él era la voz del que clama
en el desierto”. Y lo que clamaba era: “Preparad el
camino del Señor, enderezad sus senderos.”
18. Y ¿qué quería decir el
Bautista con lo de
“preparad el camino?” –
En aquel tiempo todas
las personas religiosas
recordaban al profeta
Isaías, quien lo había
explicado muchos años
antes. Hoy nos lo trae en
la 1ª lectura. La parte del
preparar el camino decía
así el profeta Isaías:
19. Una voz grita: "En el desierto
preparadle un camino al Señor;
allanad en la estepa una calzada para
nuestro Dios; que los valles se
levanten, que montes y colinas se
abajen, que lo torcido se enderece y
lo escabroso se iguale.
Se revelará la gloria del Señor, y la
verán todos los hombres juntos - ha
hablado la boca del Señor“.
20. En los tiempos antiguos los caminos solían ser muy
malos. Por eso, cuando un rey debía ir de una región a
otra, debían ir por delante muchos obreros o soldados
preparando el camino.
Así iba a
ser la vuelta
del
destierro
para Isaías;
y así debía
ser la
venida del
Mesías para
Juan el
Bautista.
21. Dios pone lo principal. Pero nosotros debemos poner
nuestra parte: la verdad y el optimismo. A veces los
cristianos debemos elevar los valles del complejo de
inferioridad. Hay cristianos que en su trabajo, en su
ambiente, se sienten cohibidos. Hay que poner la verdad,
la alegría y, con la ayuda de Dios, mucha fe, esperanza y
amor.
22. Debemos rebajar la altivez de nuestro orgullo, el
engreimiento de la soberbia y el egoísmo, para
poder tener, con humildad el sentido de servicio
hacia los demás, como nos enseñará Jesús.
23. “Que lo torcido se
enderece y lo
escabroso se iguale”.
Lo torcido y escabroso
son los pecados, los
vicios y malas
pasiones.
Hay muchas cosas que
enderezar. A veces actuamos
de modo diferente por delante
y por detrás. Vayamos con la
franqueza de Dios.
24. Es necesaria una conversión. En la vida puede
haber muchos momentos y grados de
conversión. El Adviento nos invita a ello.
La conversión
suele comenzar
por la
inteligencia, por
la manera de
pensar: dejar de
pensar según lo
mundano para
pensar según
Jesucristo.
25. Y hace falta
una gran
decisión.
Dios está
deseando
ofrecernos la
salvación;
pero espera
nuestra
respuesta,
espera que lo queramos de verdad, espera que nos
preparemos y nos capacitemos, para que el premio,
además de ser pleno don de Dios, sea también mérito
nuestro y pueda ser mayor la alegría.
26. Hay algunos que necesitarán pequeña conversión,
porque ya van bastante rectos en el camino del bien.
Pero habrá otros que necesitaremos una mayor
conversión quizá una conversión drástica o total.
Entonces podremos decirle a Dios:
37. Si Dios quiere
nuestra
conversión, es
para darnos
mayor alegría,
sumergidos en
el verdadero
amor.
38. La gente creía a Juan Bautista,
porque predicaba con el ejemplo. Su
manera de vestir y actuar era la de
aquel que vivía entregado en las
manos de Dios.
39. Juan iba vestido de
piel de camello, con
una correa de cuero
a la cintura, y se
alimentaba de
saltamontes y miel
silvestre.
40. Juan Bautista, al mismo tiempo que predicaba el
arrepentimiento de los pecados, tenía el deber de
consolar. Si citaba al profeta Isaías, era porque se sentía,
como él, consolador del pueblo.
No se puede
hablar de
misericordia
de Dios sin
querer sentir
el consuelo
de Dios.
41. El profeta Isaías de
la lectura 1ª de hoy
es el 2º Isaías, unos
150 años después
del 1º. Este hombre
de Dios, el 2º, estaba
en el destierro con
muchos israelitas y
siente la llamada de
Dios para consolar
al pueblo que estaba
abatido. Consuela
viendo que ya se
termina el destierro.
Así comienza la 1ª
lectura de hoy:
42. "Consolad, consolad a mi
pueblo, -dice vuestro Dios-;
hablad al corazón de Jerusalén,
gritadle, que se ha cumplido su
servicio, y está pagado su
crimen, pues de la mano del
Señor ha recibido doble paga
por sus pecados."
43. El Adviento es tiempo de
consuelo porque Dios
viene a visitarnos. Es el
Dios de la paz, de la
misericordia, el Dios de la
bondad. Y así cuando
venga al final de los
tiempos, como vimos el
domingo pasado. Y así
cuando estamos por
contemplar en toda su
vivencia la venida primera
en la Navidad. Siempre es
el Dios de la consolación.
44. Pero este consuelo quiere que sea a través de nosotros
mismos. Dios quiere personas entregadas en espíritu,
como el profeta Isaías, como san Juan Bautista, que
escuchen de una manera viva en su corazón sus
palabras: Consolad a mi pueblo.
53. En nuestra vida
tendremos pruebas que
nos parecerán hasta
castigo terrible de Dios,
como les parecía a los
israelitas. Pero Dios es
siempre consolador: Él
viene a nuestro
encuentro. Salgamos
hacia Él con nuestras
buenas obras. Y una de
las buenas obras para
Dios es ser
consoladores de los
demás.
54. Dios está en toda nuestra
vida, pero de una manera
muy especial está en el
sufrimiento. Como una
madre está con sus hijos,
pero de una manera
especial con el que sufre.
Nuestra religión cristiana
puede dar una respuesta
positiva y convincente al
interrogante universal
sobre el sufrimiento. Dios
desde que se hizo niño
quiso sufrir con nosotros.
55. Así hasta que murió en la
cruz, dando al sufrimiento
un valor de mérito eterno.
Dios no nos consoló sólo
con palabras, sino
acompañándonos en el
dolor, como nos
acompaña en la alegría, la
de ahora y la que será
para siempre.
56. Si actuamos
consolando, daremos
testimonio y “todos
verán la gloria de Dios”,
como dice el profeta. Así
lo decimos en Adviento.
Esa revelación de la
gloria de Dios no va a
ser como fuego
devorador, sino como el
susurro de una brisa
suave. Se va a revelar en
la ternura y la sonrisa de
un niño.
57. Dios parece que se
oculta bajo el velo de
ese Niño adorable.
Pero la gloria de Dios
se revela en la fuerza
de un amor victorioso,
amor que vence
incluso a la muerte.
Pero no es fácil verla.
La verán todos los que
quieran verla, porque
“no hay peor ciego que
el que no quiere ver”.
58. La gloria de Dios en aquel niño la vieron María y José;
y los pastores que se volvieron alabando y glorificando
a Dios; y la vieron algunos ancianos como Simeón y
Ana; y la vieron los magos de oriente; y la verían luego
Juan Bautista y los discípulos.
A los
primeros
Jesús les
dijo: “Venid y
veréis”. Y la
verán todos
los que
tengan el
corazón
limpio.
59. Pero no tengamos
prisa, si no estamos
preparados. Dios tiene
paciencia porque
conoce nuestra
debilidad. Pero llegará
“un cielo nuevo y una
tierra nueva en que
habite la justicia”,
como nos dice hoy san
Pedro en la 2ª lectura.
Parece ser que lo
escribió un discípulo
suyo varios años
después de morir el
apóstol. Dice así:
2Pedro 3,8-14
60. Queridos hermanos: No perdáis de vista una cosa: para el
Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El
Señor no tarda en cumplir su promesa, como creen algunos.
Lo que ocurre es que tiene mucha paciencia con vosotros,
porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se
conviertan. El día del Señor llegará como un ladrón. Entonces
el cielo desaparecerá con gran estrépito; los elementos se
desintegrarán abrasados, y la tierra con todas sus obras se
consumirá. Si todo este mundo se va a desintegrar de este
modo,¡qué santa y piadosa ha de ser vuestra vida! Esperad y
apresurad la venida del Señor, cuando desaparecerán los
cielos, consumidos por el fuego, y se derretirán los elementos.
Pero nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos
un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia. Por
tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos
acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con
él, inmaculados e irreprochables.
61. Dios tiene paciencia y quiere que también nosotros la
tengamos. Pero, al mismo tiempo que esperamos,
siempre avanzando, siempre con optimismo, siempre
yendo hacia adelante. Esperamos un cielo nuevo y una
tierra nueva, ya desde ahora aquí, trabajando por ello.
Esa es la verdadera revolución cristiana.
62. El Señor viene, el Señor vendrá, decimos en Adviento.
Nosotros podemos adelantar su venida, si lo deseamos
con fuerza, si lo preparamos con esmero, si lo
testificamos con valentía y sobre todo si lo vivimos con
amor.
63. En este mundo hay
mucho sufrimiento,
hay mucha gente
vacía, muchos que
están sin esperanza,
sin amor. Pero desde
el fondo de nuestro
ser, escuchemos en
este segundo domingo
de Adviento la voz del
Señor que nos dice:
Consolad a mi pueblo,
tu puedes ser
consolación.