Tema 10. Dinámica y funciones de la Atmosfera 2024
Rep 2 Proceso Revolucionario
1. REPARTIDO n° 2 HISTORIA QUINTO AÑO
Correspondiente a Unidad 2: La Revolución en el Río de la Plata.
Fichas de Estudio sobre “La Banda Oriental en el siglo XVIII”
I) La Banda – frontera
1.- “La Banda Oriental es tierra de frontera, y frontera donde realmente se
enfrentan las dos grandes potencias colonizadoras de América del Sur, España y
Portugal (...) La Banda Oriental es tierra de porfía. Portugal defiende
permanentemente la tesis de los grandes ríos para demarcar los límites de las
Indias. No se trata de poseer unas miles de leguas cuadradas más o menos, ni
siquiera de ocupar una rica zona ganadera, sino de asegurarse las conexiones
fluviales al interior de sus comarcas mediterráneas sin sortear las penurias de los
senderos de la selva (...) La fundación de la Colonia del Sacramento en 1680
pretende afirmar, de hecho, la soberanía portuguesa sobre la costa norte del Río
de la Plata, a la vez que responde a determinados intereses económicos: Colonia
está llamada a ser la cabecera de puente desde la cual Inglaterra introducirá de
contrabando sus mercaderías hacia el interior del cerrado Imperio Español; por
Colonia drenará también la plata potosina, que todavía baja con abundancia del
altiplano hacia Buenos Aires, su centro de exportación clandestino. Entre
trámites burocráticos y asedios militares, Colonia será canjeada, conquistada,
arrasada casi por las balas del cañón hispánico. Medio siglo después del primer
establecimiento portugués de Colonia, la fundación de Montevideo será la
respuesta de España reafirmando así su posesión sobre las dos márgenes del Río
de la Plata (...) Montevideo tiene, pues un sentido estratégico militar. Se
construye para ser el fuerte desde el cual se detenga el avance portugués, se
defienda la entrada al río, y a la vez, servir de enclave estratégico al sistema de
defensas organizado en guardias y fuertes que irán diseminándose por todo el
litoral, desde la laguna Merim hasta el río Uruguay. Es concebido además como
barrera de contención al contrabando que accede por mar o por tierra y como
valla y freno de la evasión de ganados hacia los dominios del Portugal. No
obstante esos propósitos, de hecho y muy rápidamente, Montevideo se
transformará en el gran centro receptor e irradiador del contrabando extranjero y
local.”. (“Colonia y Revolución” de Blanca Paris de Oddone, incluido en “De
la colonia a la consolidación del Uruguay”, E.B.O., 1973, p18-19).
II).- La Banda – pradera
2.- “Dos grandes centros de procreación tuvo el ganado vacuno en la B.O.,
divididas entre sí por el curso del río Negro. La primera al Norte, en la zona
misionera, derivando de la gran reserva de los Padres de la Compañía de Jesús,
organizada en la gran “vacaria dos pinheiros” (...) La segunda al sur, desde el
núcleo originario introducido por Hernandarias, dispersándose lentamente en el
rumbo de las cuchillas, principalmente la del San Salvador y la que divide aguas
entre el Yí y el Santa Lucía, hasta traspasar las sierras del este, y llegar a las
1
2. llanuras de Rocha hacia el Yaguarón, constituyendo la famosa vaquería del mar,
rica en 5 millones de cabezas. (...) De aquí resulta un hecho excepcional en la
historia: el ganado precede al hombre; se reproduce libremente sin mediar
trabajo de este y acaba de incorporarse a la geografía, como un elemento
natural, que se ofrece a semejanza de un fruto. La formación de estas “minas de
carne y cuero” en la pradera oriental condiciona todo el proceso histórico, pero
particularmente en los inicios, porque aportó a la tierra baldía un incentivo
económico determinante de la fijación del blanco en ella. De la tierra ignorada,
“sin ningún provecho”, de los buscadores de oro y plata, hemos llegado a la
codiciada “banda – vaquería” de los faeneros, de los bucaneros y de los
banderaintes. Con las fundaciones de ciudades y pueblos se pasa del sistema
caótico de la vaquería al de la estancia. La vaquería implicaba la existencia del
ganado cimarrón o sin dueño y es independiente de la propiedad de la tierra; la
estancia presupone, en cambio, la propiedad sobre la tierra y las bestias. (...) Los
pobladores de Montevideo recibieron en donación una “suerte de estancia”,
media legua de frente por una y media de fondo, que en las condiciones técnicas
del siglo XVIII implicaba una receptividad de 900 reses por suerte. La tierra se
recibe con cargo a trabajo y población; el hacendado vive en el campo y realiza
faenas que implican al menos el comienzo de un sistema racional de
explotación: en una ganadería de campo abierto, sin cercados, se aplica el
sistema de las rinconadas, que aprovecha el embotellamiento del ganado en las
encrucijadas de los ríos y arroyos para amansarlo y evitar su dispersión (...) Pero
todos estos trabajos (la yerra, la matanza selectiva, etc.) y todos estos resultados
tienen por escenario los establecimientos organizados, de área moderada,
habidos por merced del fundador, simple denuncia o mera ocupación (...) Este
estanciero colonizador, propulsor de la riqueza, debió poseer la fortaleza
necesaria para afrontar la soledad y la rudeza del medio, expuesto a las
acechanzas del bandolerismo. Para los trabajos de la estancia se valió de gentes
que convivieron con él y al abandonar la vida errante, se convirtieron en peones,
los paisanos, que deben distinguirse de los gauchos o gauderios (...) La estancia
es un centro económico – social de vida autárquica, donde se ofrece la
posibilidad de trabajo; es un lugar de refugio en un medio inseguro, donde se
aguardan armas y puede organizarse una hueste para la guerra; es un núcleo
generador de relaciones humanas, de contactos civilizadores (religioso, de salud
o diversión) Ella forma, junto con las capillas y las pulperías diseminadas en la
semidesértica área rural, los centros básicos de la sociabilidad campesina. Pero
no todas estuvieron organizadas de esta forma, ni desempeñaron el mismo
papel. Los propietarios de las inmensas extensiones de tierra que formaron los
“latifundios coloniales” obtuvieron sus tierras por concesiones de la Corona o
con mayor frecuencia de las propias autoridades locales. Eran hombres
influyentes para los que no rigió la ley del trabajo y la obligación de la
residencia (...) El sistema de denuncia por el costo del procedimiento
administrativo, por la demora en el trámite, por las diligencias que requería, solo
estaba al alcance del opulento que además fuera habitante de la ciudad, donde
estas burocráticas gestiones se realizaban. Adquirido el bien, no lo poblaban; y
bastante corrientemente aplicaron la artimaña de efectuar la denuncia y tomar
posesión, sin haber pagado las compensaciones (...) Aquel latifundista,
agraciado por merced o denunciante avispado, no poblaba con rodeos ni
levantaba rancho, ni abandonaba la ciudad, donde era comerciante o barraquero.
Era un poseedor que detentaba la tierra no para colonizar, sino para utilizarla
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3. como lugar de faena de ganado cimarrón que allí penetraba en busca de pastos o
aguadas y que quedaba encerrado en las rinconadas. Para disimular o como
cebo, dejaba un rodeo con el que atraía ganado silvestre, pero lo básico de sus
actividades era la contratación de una partida de changadores para que efectuara
en su establecimiento una verdadera vaquería, o sea, una matanza de todo el
ganado que encontraran para extraerle los cueros y llevarlos a la ciudad a
efectos de comercializarlos por el puerto. Una tercera forma de explotación del
ganado la aplicaron los changadores, gauchos o gauderios, por su cuenta e
iniciativa en los campos realengos apartados. Se trata de una pura
supervivencia de la vaquería que, por lo tanto, coexiste en las formas más
avanzadas de la estancia.” (“La Banda Oriental. Pradera. Frontera. Puerto”, W.
Reyes Abadie - O. Bruschera – T. Melogno, E.B.O., 1970, pp.13 a 43)
3.- “Las autoridades españolas procedieron en los primeros repartos de estancia
a los pobladores de Montevideo de acuerdo a un criterio relativamente lógico en
lo social y en lo económico. A los primeros pobladores se les otorgaba una
“suerte” de campo, de media legua de frente por legua y media de fondo (el
frente era menor que el fondo porque limitaba con un río y arroyo o por lo que
debía distribuirse entre el mayor número posible la imprescindible aguada). Tal
extensión equiparable en la actualidad a una 1875 has. (...) podía ampliarse
reclamando para cada hijo nacido del matrimonio fundador una suerte más (...).
Los primeros reparto produjeron, por lo tanto, un hacendado medio que pobló la
tierra y residió habitualmente en ella, procurando por medio del rodeo, el
amanse de la novillada cimarrona, y vendiendo sus cueros a los comerciantes
montevideanos o alguna partida de contrabandistas que los pasaba al Brasil. (...)
Feliz de Azara (...) señaló en su famosa “Memoria sobre el estado rural del Río
de la Plata”, una de las principales causales del latifundio: la “ley o cédula que
ordena no dar tierra sino al que las compre” (...) Otra causal del latifundio, que
Azara no debió señalar por razones obvias, es la indicada por Real de Azúa: las
concesiones de la corona y en especial de las autoridades españolas locales a sus
favoritos y paniaguados, cuando no a sí mismas. Otras de las causas que
contribuyeron a consolidar el latifundio fue que la gran estancia era a menudo –
no siempre – una respuesta muy efectiva a la situación de endémica inseguridad
creada por los indígenas y sus correrías, los gauchos y sus depredaciones, los
portugueses y sus incursiones. La gran estancia por lo general era un fortín y
los peones armados, su mesnada. (...) El país fue colonizándose de sur a norte
(...) Desde la jurisdicción porteña y desde la montevideana, avanzó el
movimiento de extensión progresiva de las estancias. (Se ha) señalado que “(...)
desde mediados del siglo XVIII hasta el final del coloniaje, la lucha entre
latifundistas y ocupantes sin títulos se desarrolló en cuatro o cinco oleadas, en
cada una de las cuales se repitió el ciclo de apropiación de la tierra fronteriza
por hombres libres, despojo y apropiación por los grandes latifundistas y
emigración hacia una nueva frontera, seguida de nuevo despojo...”. Lo común
fue el asentamiento y el límite vago, hasta donde alcanzase el dominio efectivo
y real del propietario, con una tendencia natural pero perturbadora, a considerar
intrusos a todos los que se establecieran en las cercanías, y con una
predisposición al “pleito por tierras” (...) A la ausencia de delimitación original
clara como causa de (...) estafas debe sumarse la imprecisión de igual
3
4. denominación para arroyos que distaban entre sí ocho o diez leguas...” (“Bases
económicas de la revolución artiguista”, J.P.Barrán – B. Nahum, EBO 1972)
4.- “La “denuncia” era utilizada para desalojar anteriores poseedores o exigirles
un contrato de arrendamiento u otra forma de tenencia, o reducirlos a peones.
Pero mientras hubo tierra y libre y “desarreglo de los campos” los meros
poseedores se desplazaban hacia tierras no ocupadas, perpetuando su condición
itinerante. Los conflictos entre denunciantes y ocupantes se entrecruzaron con
otros entre distintos denunciantes.. Fueron frecuentes también los conflictos de
los Cabildos y las poblaciones con los grandes latifundistas que obstaculizaron
el establecimiento de poblados y de pequeña y mediana propiedad (...) A
comienzos del siglo XVIII comienza la explotación sistemática del ganado
oriental por expediciones de vaquería procedentes de Santa Fe y de Buenos
aires por un lado y de los pueblos de las Misiones por el otro. Este cambio lo
produce el aumento de la demanda interna de ganado y la demanda externa de
cueros. Los pueblos jesuitas, con una importante población, necesitaban
repoblar sus estancias destinadas al abasto (...). En la campaña de Buenos
Aires el ganado cimarrón se había ido internando en la pampa dominada por los
indígenas (...). Por eso fue necesario recurrir al ganado de la B.O. y las
primeras vaquerías de porteños y santafesinos fueron arreos de ganado para
repoblar sus estancias y para el abasto de Buenos Aires (...). Vaquería era el
lugar donde se concentraba el ganado cimarrón en grandes cantidades, por sus
aguadas y calidad de sus pastos, y también era el acto de “vaquear”, ya fuera
para reunir ganado que se arreaba para poblar las estancias de Buenos Aires,
Santa Fe, Misiones o Brasil, o las incipientes de Montevideo, ya fuera la caza
para hacer cueros, sebos y grasa. Todo ello sin apropiación de la tierra. (...) La
vaquería fue el modo de producción predominante – casi exclusivo – hasta
avanzada la segunda mitad del S. XVIII. Constituye un modo de producción
primitivo, depredatorio, puramente extractivo, anterior desde el punto de vista
del desarrollo de las fuerzas productivas al pastoreo... Es la caza
indiscriminada del ganado salvaje para aprovechar su cuero y su grasa,
desaprovechando el resto del animal (...) El bajo desarrollo de las fuerzas
productivas: escasa población, primitivismo del transporte, mínimo nivel
tecnológico de la explotación ganadera (la mera producción de cuero), es el
elemento que determina el predominio del latifundio (...) La estancia
latifundista, con predominio del ganado alzado y con una extensión
desmesurada para la cantidad efectiva de ganado manso que poseía, requería
escasa mano de obra y arrojaba al hombre de campo a la vida itinerante (...) La
propia existencia del latifundio fue un obstáculo al desarrollo de las fuerzas
productivas: Los latifundistas se negaban al marcaje del ganado. La
indefinición de la propiedad del ganado facilitaba la vaquería indiscriminada,
especialmente en tierras realengas, y el contrabando. La indefinición de la
propiedad de la tierra y el ganado, no solo por la falta de cercos sino también
por los títulos imperfectos, controvertidos o inexistentes y la lucha por la
propiedad, quitaba estímulo al poblamiento y a la cría del ganado (...) La
ganadería de rodeo supone la apropiación privada del ganado y también, aunque
no necesariamente, la apropiación de la tierra (...) La aparición de la propiedad
del ganado y de la tierra suponen una relación social de exclusión: a partir de
entonces hay hombres que poseen tierras y ganados y hay otros que no los
poseen (...) existían dentro de la unidad productiva estancia dos figura más. Una
4
5. es el “puestero”, que en los límites del establecimiento realiza una tarea de
vigilancia y rodeo. Generalmente posee algo de ganado y sus propios
instrumentos de trabajo... El puestero recibe una parte del procreo y a veces
alguna retribución en especie; o dinero y paga en trabajo por el uso de la tierra
(...) El “agregado” es alguien que vive en tierra de otro, con su autorización;
generalmente posee algunos animales y en algún caso siembra hortalizas, trigo y
maíz. Constituye para el estanciero una forma de obtener fuerza de trabajo
(escasa) a cambio del uso de la tierra (abundante). El agregado acceda a la
subsistencia (al uso de la tierra) a cambio de realizar determinadas tareas, de
reconocer la propiedad y de dar apoyo en las épocas de inseguridad (...) Puede
decirse en terminología feudalizante que el estanciero recibe una renta de
trabajo y el agregado el acceso a la tierra. (Millot, Julio; Bertino, Magdalena.
“Historia Económica del Uruguay”. Tomo 1. Montevideo. Fundación de
Cultura Universitaria, 1991.)
III).- La Banda – puerto
5.-“Durante el último cuarto del siglo XVIII, Montevideo acrecentó su giro
económico como centro acopiador de cueros y puerto introductor de esclavos.
Mientras el Reglamento de Comercio Libre de 1778, al habilitar el puerto,
promovió un considerable impulso material a la modesta ciudad, que cobra
desde entonces su definitiva fisonomía urbana (...) Comercio lícito e ilícito van
transformando rápidamente a la plaza fuerte y apostadero naval en un diligente
centro comercializador. Y si aquella gran barraca de corambre que fue
Montevideo a fines del siglo XVIII se convirtió en la “llave” comercial del Río
de la Plata, posición que motivara más de un enfrentamiento entre comerciantes
montevideanos y porteños” (Blanca Paris de Oddone, op.cit., p 25 –26)
6.- “En el permiso de libre comercio de 1778 concedido a Buenos Aires, se
facultó a ésta para extender el beneficio al puerto de Montevideo, cosa que se
decidió favorablemente instalando su Aduana el 22/VIII/78 (...) El mismo año
de 1779 se creo la Comandancia de Resguardo de todas las rentas en
Montevideo y Costas del Río de la Plata, con sede en Montevideo, encargada de
controlar buques y cargas, y reprimir el contrabando. La decisión de radicarla en
esta ciudad era lógica, ya que se preveía su contacto directo con España y la
posterior introducción de mercaderías en Buenos Aires e interior. (...). El libre
comercio del 78 estimuló enormemente la explotación ganadera de la Banda. Se
valorizaron los ganados ante la perspectiva de su segura venta y exportación, y
se empezó al aprovechamiento del animal en forma más racional y completa,
utilizándose ya no solo los cueros, sino también el sebo, la grasa, la carne, las
astas, etc. (...) En 1787 se concedió a la Compañía de Filipinas permiso para la
introducción de esclavos por Montevideo (...) los barcos podían (...)llevar de
retorno cueros y frutos del país. Esto provocó el contacto directo con Inglaterra
y Portugal, lo que estimuló la introducción de numerosos efectos de
contrabando que venían con los esclavos. Además, y es importante, la relación
directa puso en comunicación a Montevideo y su Banda con los mercados
compradores más amplio del mundo, lo que impulsó un aumento notable en la
cría del ganado y del comercio. Este beneficio y confirmó con el permiso de
5
6. 1791, que convirtió a Montevideo en el único puerto del Plata habilitado para la
introducción de esclavos, y suscitó la consiguiente oposición de Buenos Aires
(...) A esto se unía la exportación creciente de tasajo, iniciada en 1785 por el
capitán Juan Ros, quien condujo un primer cargamento hasta La Habana donde
lo colocó completamente (...) En 1795 se autorizó el comercio del Plata con las
colonias portuguesas del Brasil (...); todo este comercio, por resolución del
Virrey, debía concentrarse en Montevideo” (J.P.Barrán, op.cit.., p. 37 a 39)
7.- Lea el texto, analícelo y luego conteste la pregunta
“Una ley (...) que ordena no dar tierra sino al que la compre, ley la más
perjudicial y destructora de cuántas se podían imaginar, no sólo por lo que es
en sí, sino igualmente por sus formalidades. Exige que el que quiera un campo
lo pida en Buenos Aires. Allí le cuesta $53 con la vista fiscal y escribanía el
primer decreto, que se reduce a nombrar un juez que vaya a reconocer el
terreno y un agrimensor para medirlo, cada uno por la dieta de un peso por
legua y cuatro por día. Además prácticos para tasarlo, la conducción y
alimento, todo a expensas del pretendiente, quien gasta mucho porque las
distancias son muy largas. Vueltos a la capital, se pone el campo en pública
subasta con 30 pregones bien inútiles porque nadie ha visto ni sabe lo que se
vende. En esto, en cinco vistas fiscales y formalidades se pasan a lo menos dos
años y a veces seis y ocho; resultando que cuando se ha ofrecido más al erario
ha sido veinte pesos y a veces ni dos por legua cuadrada; aunque en realidad
cuestan al interesado muchos centenares las formalidades y derechos sin
contar las perjudicialísimas demoras. Solo las actuaciones del escribano se
acercan a $400; de modo que ninguno sin grande caudal pueda entablar
semejante pretensión, siendo esto tan positivo que no hay ejemplar de no haber
pretendido merced quien tenga mucho menos de diez mil cabezas de ganado o
mucho dinero. Y como los costos, sean casi lo mismo por poco que por mucho,
resulta que los ricos piden muchísimo para recompensarlos y que no lo
pueblen, sino que lo dejen baldío para irlo arrendando o vendiendo con
sacrificio de los pobres...” (Fragmento de la “Memoria del estado rural del Río
de la Plata”, 1801, Félix de Azara).
¿Cuál es la causa que según Azara origina el latifundio? ¿Por qué?
sobre la Banda Oriental en el siglo XVIII
6
7. I
En el país expresado
cualquiera soldado infante
deja de serlo al instante
y se pasa a ser montado;
para el más leve recado
que a un sirviente se le ofrece,
a donde bien le parece
pilla un caballo corriendo,
y aunque el dueño le está viendo,
ninguna pena merece
II
Las bolas, cuchillo y lazo,
en dicho país infiero,
que mucho más que el dinero
para comer son del caso;
pues cualquiera que de paso
se le antoja alguna res,
la bolea por los pies,
el lazo la arroja al cuello
entra el cuchillo al degüello
y se la come después
III
Las cabezas se desprecian
las asaduras se tiran
el menudo ni aún le miran
y las manos las desechan
únicamente aprovechan
de la res más extremada
el costillar y rabada
con la lengua y los riñones
dejando a los cimarrones
lo demás de la carnada
IV
Caballos, vacas y perros,
burros y demás ganados
que en España están criados,
con collares y cencerros
allí por montes y cerros
valles, campiñas y ríos,
silvestremente bravíos,
se divisan a montones;
y se llaman cimarrones
por sus libres albedríos
según un ignorado sargento de la expedición que destruyó la Colonia de
Sacramento en 1777
7
8. Más sobre la campaña…
8.- “En Indias, en razón de la Conquista, el propietario de la tierra era el Rey. El
origen de la propiedad privada estaba en la merced real y la compra en remate al
mejor postor. Pero quien pensara que la tierra en la Banda Oriental fue
apoderada de esa forma se alejaría mucho de la forma que adoptó ese proceso
en la realidad. En primer lugar el trámite era complicado y de un costo mayor
que el precio de la propia tierra, lo que fue un obstáculo para el acceso legal a
ella de la gente de pocos recursos y escasa instrucción, alejada de las ciudades.
Beneficiaba a los que poseían recursos y vinculaciones con funcionarios y
propiciaba la denuncia de tierras muy extensas. Pero aún en estos casos el
trámite era detenido en alguna de sus etapas. Con el trámite inconcluso se
poseía la tierra y se la comercializaba. Un análisis de la estructura de la
propiedad durante todo el periodo colonial muestra el predominio de los meros
denunciantes y de la ocupación pura y simple. El proceso fue violento y llenos
de litigios no sólo porque implicó el desplazamiento y el lento exterminio de los
indígenas sino porque hubo oposición entre si de distintos conquistadores-
colonizadores que alegaban derechos sobre una misma tierra o que litigaban
sobre límites. Por otra parte, según el derecho indiano la consolidación de la
propiedad exigía explotar la tierra y residir en ella por un plazo que variaba.
Estas condiciones en la Banda Oriental no se cumplieron. (…) La propiedad
debía ser sin agravio para los indígenas (lo que tampoco se cumplió), sin
perjuicios de terceros y no concedía facultades jurisdiccionales sobre los
habitantes de las tierras adjudicadas. En la primera mitad del siglo XVIII fue
muy lenta la apropiación de la tierra y muy escasa la comercialización de
terrenos, chacras y estancias. (…) A comienzos de la segunda mitad del siglo
XVIII el apoderamiento de la tierra comienza activarse como consecuencia de:
a) la posibilidad real de acceder a la tierra por las sucesivas derrotas de los
indígenas (…) b) La creación de un instrumento legal, la Real Instrucción del 15
de octubre de 1754 que derogó la real cédula del 24 de noviembre de 1735 (que
exigía la confirmación real para los títulos de propiedad) y reactualizó el
procedimiento de la composición c) El crecimiento del comercio de cueros
fundamentalmente a partir del Reglamento de 1778 (Millot, Julio; Bertino,
Magdalena. “Historia Económica del Uruguay”. Tomo 1. Montevideo.
Fundación de Cultura Universitaria, 1991.)
9.- “Por otra parte los documentos muestran que el costo de los trámites y los
impuestos eran superiores al precio de la tierra, de modo que el mismo régimen,
por lo menos en el Río de la Plata, tendía a fomentar la denuncia de grandes
extensiones y la no continuación del trámite, desvirtuando una de la finalidades
de la Real Instrucción. No sólo se denunciaban grandes extensiones, sino que la
imprecisión de los límites de la tierra denunciada servía de pretexto para
apropiar porciones mayores, lo que va a originar el problema de la propiedad de
las “sobras”. La denuncia era utilizada para desalojar anteriores poseedores o
exigirles un contrato de arrendamiento u otra forma de tenencia o reducirlos a
peones. Pero mientras hubo tierra libre y “desarreglo de los campos” los meros
poseedores se desplazaban hacia tierras no ocupadas, perpetuando su condición
de itinerante. Los conflictos entre denunciante y ocupantes se entrecruzaron con
otros entre distintos denunciantes. Fueron frecuentes también los conflictos de
los cabildos y las poblaciones con los grandes latifundistas (meros
8
9. denunciantes) que obstaculizaron el establecimiento de poblados y de pequeña
y mediana propiedad. (…) Tiende a configurarse así una estructura de
apropiación de la tierra que Lucía Sala, Julio Rodríguez y Nelson de la Torre
han analizado, con existencia de bolsones de pequeños propietarios surgidos de
los repartos o meros ocupantes, junto a inmensos latifundios que pugnaban por
ahogarlos” (Idem)
10.- La Banda Oriental se “fue colonizándose de sur a norte (...) Desde la
jurisdicción porteña y desde la montevideana, avanzó el movimiento de
extensión progresiva de las estancias. (Se ha) señalado que “(...) desde mediados
del siglo XVIII hasta el final del coloniaje, la lucha entre latifundistas y
ocupantes sin títulos se desarrolló en cuatro o cinco oleadas, en cada una de las
cuales se repitió el ciclo de apropiación de la tierra fronteriza por hombres
libres, despojo y apropiación por los grandes latifundistas y emigración hacia
una nueva frontera, seguida de nuevo despojo...”. Lo común fue el
asentamiento y el límite vago, hasta donde alcanzase el dominio efectivo y real
del propietario, con una tendencia natural pero perturbadora, a considerar
intrusos a todos los que se establecieran en las cercanías, y con una
predisposición al “pleito por tierras” (...) A la ausencia de delimitación original
clara como causa de (...) estafas debe sumarse la imprecisión de igual
denominación para arroyos que distaban entre sí ocho o diez leguas...”
(J.P.Barrán – B. Nahum, “Bases económicas de la revolución artiguista”, EBO
1972)
11.- “A comienzos del siglo XVIII comienza la explotación sistemática del
ganado oriental por expediciones de vaquería procedentes de Santa Fe y de
Buenos Aires por un lado y de los pueblos de las Misiones por el otro. Este
cambio lo produce el aumento de la demanda interna de ganado y la demanda
externa de cueros. Los pueblos jesuitas, con una importante población,
necesitaban repoblar sus estancias destinadas al abasto (...). En la campaña de
Buenos Aires el ganado cimarrón se había ido internando en la pampa dominada
por los indígenas (...). Por eso fue necesario recurrir al ganado de la Banda
Oriental y las primeras vaquerías de porteños y santafesinos fueron arreos de
ganado para repoblar sus estancias y para el abasto de Buenos Aires (...).
Vaquería era el lugar donde se concentraba el ganado cimarrón en grandes
cantidades, por sus aguadas y calidad de sus pastos, y también era el acto de
“vaquear”, ya fuera para reunir ganado que se arreaba para poblar las estancias
(…) ya fuera la caza para hacer cueros, sebos y grasa. Todo ello sin apropiación
de la tierra. (...) La vaquería fue el modo de producción predominante – casi
exclusivo – hasta avanzada la segunda mitad del S. XVIII. Constituye un modo
de producción primitivo, depredatorio, puramente extractivo, anterior desde el
punto de vista del desarrollo de las fuerzas productivas al pastoreo (...) Es la
caza indiscriminada del ganado salvaje para aprovechar su cuero y su grasa,
desaprovechando el resto del animal (...) El bajo desarrollo de las fuerzas
productivas: escasa población, primitivismo del transporte, mínimo nivel
tecnológico de la explotación ganadera (la mera producción de cuero), es el
elemento que determina el predominio del latifundio (...) La estancia
latifundista, con predominio del ganado alzado y con una extensión
desmesurada para la cantidad efectiva de ganado manso que poseía, requería
escasa mano de obra y arrojaba al hombre de campo a la vida itinerante (...) La
9
10. propia existencia del latifundio fue un obstáculo al desarrollo de las fuerzas
productivas: Los latifundistas se negaban al marcaje del ganado. La
indefinición de la propiedad del ganado facilitaba la vaquería indiscriminada,
especialmente en tierras realengas, y el contrabando. La indefinición de la
propiedad de la tierra y el ganado, no solo por la falta de cercos sino también
por los títulos imperfectos, controvertidos o inexistentes y la lucha por la
propiedad, quitaba estímulo al poblamiento y a la cría del ganado (...) La
ganadería de rodeo supone la apropiación privada del ganado y también, aunque
no necesariamente, la apropiación de la tierra (...) La aparición de la propiedad
del ganado y de la tierra suponen una relación social de exclusión: a partir de
entonces hay hombres que poseen tierras y ganados y hay otros que no los
poseen (...) existían dentro de la unidad productiva estancia dos figura más. Una
es el “puestero”, que en los límites del establecimiento realiza una tarea de
vigilancia y rodeo. Generalmente posee algo de ganado y sus propios
instrumentos de trabajo... El puestero recibe una parte del procreo y a veces
alguna retribución en especie; o dinero y paga en trabajo por el uso de la tierra
(...) El “agregado” es alguien que vive en tierra de otro, con su autorización;
generalmente posee algunos animales y en algún caso siembra hortalizas, trigo y
maíz. Constituye para el estanciero una forma de obtener fuerza de trabajo
(escasa) a cambio del uso de la tierra (abundante). El agregado acceda a la
subsistencia (al uso de la tierra) a cambio de realizar determinadas tareas, de
reconocer la propiedad y de dar apoyo en las épocas de inseguridad (...) Puede
decirse en terminología feudalizante que el estanciero recibe una renta de
trabajo y el agregado el acceso a la tierra. (Millot, Julio; Bertino, Magdalena
op cit)
12.- “(…)las continuas referencias de los documentos de la época a la “soledad
de los campos (y los) escasos y malos caminos, las cargas reducidas que se
podían transportar en las carretas, la inseguridad de su arribo motivada por
causas naturales como las lluvias, los ríos, los pantanos y las dificultades que
muchas veces creaban los indios, además de las enormes distancias a recorrer,
encarecían muchísimo los fletes, dificultando todavía más las posibilidades de
comunicación comercial entre las provincias” Barrán, J. P; Nahum, B.“Bases
económicas de la Revolución Artiguista”, Montevideo, Banda Oriental. 3ª
edición, 1984)
13.- “Este vacío que gravitaba decididamente en el estancamiento de las fuerzas
de producción, se puede cuantificar así: “Un hermoso domingo de 1831 iba yo
a caballo por una de las extensas llanuras de la Banda Oriental (...) hacía dos
días que cabalgaba sin encontrar el menor rastro de vida humana”
Oxenhunfnud (-) podemos admitir que un jinete, a marcha normal, podría
recorrer alrededor de setenta kilómetros en una jornada. En tal caso el viajero de
la información habría hecho ciento cuarenta kilómetros. Si (…) la vista puede
cubrir un radio de 1.500 metros, habría barrido cuatrocientos veinte kilómetros
cuadrados sin encontrar rastros de vida humana. Es posible que la expresión
del cronista haya traicionado su testimonio y que lo que realmente no vio fue
seres humanos; aún así, el vacío es realmente aterrador.” (Vázquez Franco,
Guillermo, op cit)
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11. 14.-“Esta relación entre ganadería y sociedad a través del caballo generaba una
forma de vida que proporcionaba una gran autonomía individual que la
literatura ha idealizado identificándola con la libertad. Sin embargo aquél jinete
transitando a campo traviesa, que no soportaba la coacción del poder ni estaba
controlado por el grupo, si lo estaba, en cambio, por la naturaleza envolvente
que, por contrapartida, lo condicionaba y podía pedirle cuentas hasta de su
descanso. Porque aquel hombre que parecía tan libre porque no padecía un
trabajo impuesto por la necesidad ni por la prepotencia ni por la ideología, y
porque comía cuando tenía hambre y dormía cuando tenía sueño, al contrario,
no tenía fines ni opciones ni más seguridades que las que le ofrecían sus
sentidos, su destreza y su resistencia. En todo caso, si podía ser libre para
moverse no lo era, en cambio, para discurrir. La soledad determinó un
acendrado individualismo, eliminando a un tiempo la necesidad de asociación
elaborada más allá de un insatisfecho instinto gregario (…) de ahí que si pudo
llegar a una concepción del mundo y de la vida (…) seguramente sin muchas
complejidades metafísicas, condicionada por el habitat y por el modo de
producción, nunca alcanzó una conciencia de clase ni de sentimiento de patria
porque, hasta tocar los tiempos de Martín Fierro, ya en la descomposición, no
soportó el control de ningún grupo dominante; el ganado y el espacio -no la
tierra y el dinero- eran los factores de su emancipación. No es que el gaucho
fuera libre – que no lo era – si era independiente porque estaba aislado” (Idem.)
15.- “La estancia es un centro económico –social de vida autárquica, donde se
ofrece una posibilidad de trabajo; es un lugar de refugio en un medio inseguro,
donde se guarda armas y puede organizar una hueste para la guerra, es un
núcleo generador de relaciones humanas, de contactos civilizadores. A veces
tiene oratorios para los oficios religiosos, o botiquines y “sangrador” para la
emergencia médica, o telares (…) y también canchas de bolos, carreras y
enramadas para payadas y bailes. Ella forma, junto con las capillas y las
pulperías desperdigadas por la semidesértica área rural, los centros básicos de la
sociabilidad campesina” Reyes Abadie et al “La Banda Oriental: Pradera,
Frontera y Puerto”. Ediciones de la Banda Oriental, 1965)
y el puerto…
16.- “Casi todo lo referente al puerto de Montevideo ha sido históricamente
ideologizado y teñido por la ancestral rivalidad con Buenos Aires (…) La
cuestión ha generado defensores y detractores no sólo a nivel de sus
contemporáneos, sino también de la perspectiva historiográfica. En su
consideración se han mezclado problemas impositivos, apasionamientos y
maniqueísmo de diversa índole. Conocido (quizá impropiamente) como lucha
de puertos, el tema ha dominado y condicionado los planteamientos de las
relaciones entre ambas ciudades. Distintas razones desataron una puja por la
condición portuaria en el centro económico político de la región y una
población muy cercana, que no ocultó sus aspiraciones de competir con aquel.”
(Bentancur, Arturo. “El puerto colonial de Montevideo”. Tomo 1
Montevideo, Facultad de Humanidades y Ciencias, 1998)
11
12. 17.-“En 1798, el Cabildo montevideano salía al paso de las primeras tentativas
por construir otra terminal en la Ensenada de Barragán con una manifestación
de temor por la suerte de todo el adelanto local “de 25 años a esta parte”. Entre
tanto el consulado de Buenos Aires reconocía un bienio más tarde el “estado
floreciente” de Montevideo y su zona de influencia, que entendía logrado a
expensas de aquellos comerciantes. Convencido el tribunal mercantil de la
exacta correspondencia entre puerto y progreso, esperaba generar con la
proyectada fundación un nuevo polo de desarrollo en su propia ribera”
(Bentancur, Arturo, op cit)
18- “Según los inteligentes, no tiene el Río de la Plata ningún puerto bueno,
pero el menos malo, y el más susceptible de mejoras por su situación,
proporciones de materiales para obra, y porque ya tiene algo hecho, es el de
Montevideo” (…) prácticamente nadie sostenía con sinceridad en esa época que
la terminal portuaria de la costa norte era buena. La hipótesis del mal menor
(…) fue enarbolada a lo largo de todo el alegato de 1801. (…) El puerto de
Montevideo presentaba tres grandes escollos, que no superaría hasta la
construcción de las obras del (siglo XX) : el fondo fangoso, la falta de abrigos
frente a los vientos del Sur, y los accidentes del acceso, sobre todo en el Banco
Inglés”. (encabeza fragmento del Telégrafo Mercantil, en 1801 citado por
Bentancur, Arturo, idem quien finaliza el parágrafo)
19- “La comunidad de intereses: Durante la últimas cuatro décadas de
pertenencia al imperio español, Montevideo funcionó como puerto de Buenos
Aires, primero con carácter exclusivo y luego mayoritario. La comunidad fue
completa y en varios momentos se escucharon referencias como las de constituir
“un mismo cuerpo” los comerciantes de una y otra margen. A su vez la propia
Contaduría General de Indias consideraba en 1803 a ambas terminales “una
misma” y “una sola”. La integración predominó en la relación de los dos
centros vecinos, unidos materialmente por un nutrido tráfico de lanchas. Hubo
entre ellas lógica unidad financiera, pero sobre todo identificación comercial
manifestada de diversas formas”. Se puede decir que ha comienzos del siglo se
llegó “a una racional complementación de ambas orillas (y que esta) no
afectaría la prosperidad montevideana, tocada sí seriamente por factores de
índole política, como la secesión iniciada en mayo de 1810 (…) De ese modo
puede afirmarse que en la última década de dominio colonial, el proceso
portuario rioplatense alcanzó una racionalidad operativa que diferentes
circunstancias habían demorado excesivamente. El único beneficiado por esa
forma inercial fue el centro económico surgido en torno a Montevideo, sobre la
bases de una verdadera especialización avalada por su condición de puerto
menos malo.” (Idem)
20.- “Buenos Aires libró su lucha de puertos, es verdad, pero la libró contra
Lima y ahí si fue ardua y dura la pulseada porque la por entonces poderosa
capital del Virreinato con más de 100.000 habitantes en el siglo XVIII, defendía
el monopolio de su puerto (El Callao) desde donde abastecer todo el mercado de
América del Sur. (…) Podríamos decir que la geografía condena a Buenos Aires
a ser la Cenicienta comercial del Río de la Plata y, sin embargo, a pesar de todas
las inlevantables demostraciones de aquella ciudad fue desde el siglo XVIII y
hasta nuestros días, el eje económico de la región. Pero pongámonos de
12
13. acuerdo. Un puerto no es tanto un hecho geográfico como sí un hecho
económico (…) Fue pues por esa ubicación priviliegiada, en la concurrencia de
las coordenadas económicas de su tiempo (…) que Buenos Aires fue la sede
física de todo los mecanismos de decisión (a escala colonial) del virreinato; (…)
Esa función nunca pudo tenerla Montevideo como efectivamente no la tuvo,
porque estaba mal ubicado (una “ubicación” siempre es referencial).” (Vázquez
Franco, Guillermo en “Historia política y social de Iberoamérica” Tomo 1.
Fundación de Cultura Universitaria. Montevideo. 1992.
Esquema sobre el “Arreglo de los campos”
Efectos del latifundio
– engendraba despoblación, atraso técnico y estancamiento económico
– impedía cualquier tipo de política de arraigar a la tierra al revoltoso elemento
rural, por lo que tornaba imposible el establecimiento de la ley y el orden en
la campaña
– impedía la consolidación de las fronteras
– imposibilitaba la imposición de un sistema fiscal sólido
Proyectos
I) Memorial de Antonio Pereira, 1786
II) “Noticias sobre los campos de la Banda Oriental”, anónimo, 1794
III) Plan de Joaquín de Soria, 1800
IV) “Memoria sobre el estado rural del Río de la Plata”, Azara, 1801
V) “Reorganización y Plan de Seguridad Exterior de las muy interesantes
colonias orientales del Río Paraguay o de la Plata”, Miguel Lastarria.
1804
VI) Plan del Capitán Jorge Pacheco, 1808.
Características comunes de los proyectos
• Redistribución de la propiedad rural, confiscando latifundios excesivos y
repartiendo tierras y ganados a indios y “pobres de toda condición”, como
forma de arraigarlos y aquietar el medio rural
• Regularización de las diferentes formas de propiedad, otorgando títulos a
quienes tuvieron sus tierras pobladas y que fueran moderadas extensiones,
confiscando las tierras despobladas o baldías
• Consolidación de la frontera, estableciendo guardias y fortines, poblando la
frontera y obligando a los hacendados a mantener armas para la defensa
fronteriza
• Moralización de la campaña, a través de la instalación de capillas y escuelas
El anónimo de 1794 sostenía
“Sin otra providencia que la de prohibir a los comerciantes el manejo de
las estancias, tendríamos andado la mitad del camino(...) Repartidas entre
hombres de campo las tierras que hoy poseen los comerciantes, harían
aquellos lo que no podían hacer éstos, que sería poblarlas, habitarlas,
13
14. cultivarlas y buscar en ellas por medios lícitos las ganancias (...) bastaría
poner toda la tierra en manos de hombres útiles, criados en la campaña
para que ninguno quisiese salir de su casa a buscar en la Sierra lo que
podía hallar en su Estancia (…) La experiencia nos ha enseñado que el que
tiene estancia poblada y pastoreada no necesita de otro arbitrio de buscar
la vida y así no roba ganado ni se dedica al contrabando; y solo ejerce dos
granjerías el que tiene una estancia yerma e inhabitada, sin otro fin que el
que le sirva de trampa para la caza del ganado y de pasaporte para
introducirlo. El que cría su ganado a rodeo, cuida de engordarlo, caparlo y
herrarlo, tiene cuero, grasa sebo y carne fresca o salada para el abasto y
comercio, con que le sobra para mantenerse honestamente y no necesita
robar. Si la tierra usurpada por los comerciantes y los ganados silvestres de
la campaña se repartiesen a los mismos changadores y peones de campo,
conseguiríamos hacer un vasallo útil de un ladrón y de un contrabandista:
porque teniendo tierras y ganado propio no codiciaría el ajeno a que los
conduce su ocio y su necesidad extrema. La exclusión de los comerciantes
del dominio y posesión de los terrenos que manejan con títulos de estancia
no es un proyecto que nos deba lisonjear. Es la pena que impone la Ley de
Indias a los pobladores que no edifican los solares ni labran las tierras que
les han sido repartidas.” Fragmento del Anónimo de 1794
Los hacendados:
21“Primeramente digan si es verdad, saben, les consta o han oído que en la
guerra última con Portugal fenecida en el año pasado de 1801, nos tomaron
los portugueses limítrofes el territorio que se comprende entre los puntos
que eran antes de la guerra, la línea de división y los ríos Uruguay e Ibicuy
Grande (…) y si después de publicada la paz, siguieron avanzando contra el
tenor de los tratados, habiéndose tomado después de la pacificación todo el
vasto territorio que se comprende entre el Ibicuy Grande y el Cerro de las
Palomas (…) y no solo los terrenos sino también los ganados, poblaciones y
demás haciéndose fuertes en dicho nuestro territorio injustamente avanzado
y privando que ningún español haga faena alguna, ni tampoco los indios
guaraníes, pues que lo resisten a viva fuerza, para conservar sus vaquerías
y establecimientos con notorio perjuicio del vecindario y consiguiente
atraso de la felicidad de la Provincia” Expediente de 1803 del Gremio de
Hacendados
La historiografía afirma:
22.- “los funcionarios españoles (...) coincidían en que era necesario
regularizar el régimen de propiedad, legitimando los títulos de los
poseedores; en que convenía limitar la extensión de las estancias, entregar
las tierras a quienes las trabajaran, reducir a los indígenas, moralizar sus
costumbres, colonizar la región fronteriza y habilitar a los pobladores para
que pudiesen defenderse de los portugueses. Algunas de las soluciones
propuestas, como ser la modificación de las jurisdicciones, chocaban contra
los intereses regionales; otras, como la subdivisión de las grandes
propiedades, con el egoísmo de los terratenientes; los proyectos de
establecer las poblaciones en el Norte, con la falta de recursos.” (“Raíces
coloniales de la Revolución Oriental de 1811”, de Pivel Devoto, varias
ediciones)
14
15. 23.-
Fragmento de la “Memoria” de Azara de 1801
“Primero: dar libertad y tierras a los indios cristianos pues de continuar la
opresión en que viven, se irán a Portugal la mayor parte, como sucede ya
Segundo: reducir a infieles Minuanes y Charrúas, ya sea pronto y
ejecutivamente si hay bastante tropa o si esta es poca, adelantar nuestras
estancias cubriéndolas siempre
Tercero: edificar en los terrenos que ocupan los infieles contenidos entre los ríos
Negro e Ibicuy, y entre el Uruguay y la frontera del Brasil, capillas distantes de
diez y seis a veinte leguas una de otra, y repartir las tierras en moderadas
estancias de balde y con los ganados alzados que hay allí, a los que quieran
establecerse cinco años personalmente, y no a los ausentes, sin precisar a
ninguno que haga casa y habite junto a la Capilla; porque esto no se conseguiría
siendo imposible a los pobres.
Cuarto: precisar a lo menos a las cabezas de familias, a que tengan escopeta y
municiones, haciéndoles entender que ellos han de costear las composturas,
deterioros, pérdidas de cualquier especie, y revistándolas a menudo para
castigar a los descuidados y poco instruidos en su manejo. No es regular decir
que esto es impracticable pues lo hacen los portugueses.
Quinto: formar del territorio destinado un gobierno separado del de Montevideo,
(...)
Sexto: dar títulos de propiedad de las tierras que tuviesen pobladas a los que no
lo tienen, y son los más desde el Río Negro a Montevideo quitándoles las que
no tengan bien pobladas para darles a otras siempre con la condición de vivir
cinco años en ellas y tener armas listas
Séptimo: anular las compras que se hubieran hecho fraudulentas, las de enormes
extensiones y las que no se hubiesen poblado en tiempo, repartiéndolas a
pobres.
Octavo: admitir en todas partes a los portugueses que vengan voluntariamente
Noveno: precisar a los pobladores desde el Río Negro a Montevideo, a que
edifiquen en cada diez y seis leguas una Iglesia, por el estilo de la de Batoví, y a
que pongan un maestro de escuela en recompensa de darles el título de
propiedad que no tienen. Yo he tanteado a varios, y he visto que
condescenderían con gusto.
Décimo: señalar linderos fijos en títulos, demarcándolos algún facultativo para
evitar los pleitos que apestarían al país.
Undécimo: establecer ferias anuales hacia la frontera del Brasil y establecer
fiestas en las capillas (...)
Duodécimo: exterminar los perros cimarrones (...) trayendo de Cataluña la fruta
silvestre llamada Mataca, para echar sus polvos sobre reses muertas (...).”
15
16. ¿Revolución o caída? La monarquía, los cabildos, la tradición y los
cambios
24.- “La crisis y disolución del orden colonial no proviene de la reacción
americana a esas reformas, sino de que – aún después de éstas – las metrópolis
ibéricas son incapaces de sobrevivir a los desafíos mortales de un conflicto
europeo y mundial súbitamente intensificado por la liberación de energías
guerreras y que la revolución provocó en una Francia que, ya antes de ella, era
la primera potencia militar del continente” (Tulio Halperín Donghi, “Reforma
y disolución de los imperios ibéricos, 1750-1850”. Historia de América Latina,
3, Alianza América, 383 Pag., Madrid 1985)
25.- “un punto de vista más verosímil que surge de los trabajos históricos de los
últimos tiempos es sustancialmente distinto: la independencia de las ex colonias
ibéricas habría sido más bien efecto conjugado del derrumbe de los imperios
ibéricos, de la presión, acrecida a todo lo largo del siglo XVIII, de la nueva
potencia dominante en la arena mundial, Inglaterra, y de los factores de
resentimiento y disconformidad existentes en casi todas las capas sociales
americanas hacia el dominio colonial.” (José Carlos Chiaramonte,
“Mercaderes del litoral. Economía y sociedad en la provincia de Corrientes,
primera mitad del siglo XIX”. Fondo de cultura económica. Buenos Aires.
1991).
26.- “Liberado (…) de la equívoca suposición de adosar a la Independencia
naciones inexistentes, y despojado de la obsesión de raíz romántica por la
cuestión de las nacionalidades, un problema que resulta central al propósito de
evaluar la etapa borbónica es el de la colisión entre las tendencias
centralizadoras de la monarquía y las tendencias autonómicas de sus súbditos.
En el caso de estos últimas, sería importante poder distinguir qué correspondía a
antiguas tradiciones que, al menos en América remiten generalmente a los
reinados de los Habsburgos y qué a la difusión de las doctrinas políticas
dieciochescas y a los ejemplos de la experiencia política norteamericana y
francesa, así como a la práctica surgidas durante la guerra antinapoleónica en
España. Porque (…) el grado de autogobierno fue considerable en las ciudades,
(y) aún así nos queda el problema de discernir en qué medida la emergencia de
la “soberanía de los pueblos” al estallar la Independencia pueda ser vinculadas a
esos antecedentes; es decir a una tradición que las reformas borbónica no habían
podido quebrar” (José Carlos Chiaramonte, “Ciudades, provincias, Estados:
Orígenes de la Nación Argentina. 1800 - 1846” Biblioteca del Pensamiento
Argentino I, Ariel 1997, 645 Pág. Argentina)
27.- “Un (…) problema que es necesario plantear, es el de la identidad
“provincial”, ligado a temas institucionales como el de la legitimidad de las
nuevas autoridades y los modos de representación, pero adscripto
fundamentalmente a las “percepciones” de los pueblos. El análisis desde una
perspectiva local nos permitirá apreciar cómo se produjo el pasaje de una
identidad de “pagos” (los fernandinos, los capilleros etc.) a una identidad
“provincial” . (…) Nuestra suposición es que el término “oriental” surgió para
denominar el “pueblo en armas”, esto es, al ejército, y que el calor de la guerra
contra españoles, porteños y portugueses, fue alcanzando a los habitantes de los
16
17. pueblos” (Ana Frega, “La constitución de la Banda Oriental como Provincia”
en “Historia y Docencia” Revista de la APHU, Año 1 No. 1, julio, 1994)
28.- “en la últimas décadas del siglo (XVIII) los cabildos ingresaron a una
etapa de renovado vigor que, en su mayor parte, coincidió con el régimen de
Intendencias. Trabajando en armonía con algunos intendentes, en crítica
oposición a otros, comenzaron a reavivar sus funciones municipales y a
rehabilitar su fuerza política. Pero a comienzos del nuevo siglo estaban en casi
todas partes en malas relaciones con los intendentes. Paradójicamente, el
régimen de intendencias, que en cuanto instrumento de la política centralizadora
borbónica se presumía como un factor adverso al autogobierno, se constituyó en
un estímulo del mismo, tanto en la primera fase de general colaboración entre
ambas partes, como posteriormente al ejercitar sus renovadas fuerzas en
confrontaciones con las autoridades coloniales. Pues en cuanto el aumento de
los ingresos municipales y la participación en nuevas tareas solicitadas por los
intendentes estimuló la actividad de los ayuntamientos, éstos comenzaron a
reclamar mayor participación en el gobierno local, lo que dio lugar a un
generalizado conflicto entre cabildos e intendentes durante la última década del
periodo colonial que estimuló en los ayuntamientos el ejercicio de sus
responsabilidades municipales. Asimismo, aún en el breve período en que por
efecto de las guerras de fines del siglo XVIII, los ayuntamientos vieron
mejoradas sus posibilidades de obtener concesiones, esto no hizo otra cosa que
servir de mayor acicate a ese descontento.” (José Carlos Chiaramonte,
“Ciudades, provincias, Estados: Orígenes de la Nación Argentina. 1800 - 1846”
Biblioteca del Pensamiento Argentino I, Ariel 1997, 645 Pág. Argentina)
17
18. Esquema sobre las etapas de la Revolución
Año XI
“el pueblo en armas”
protesta rural
espontánea
inorgánica
policlasista
antimontevideana
juntista (adhesión a Buenos Aires)
fernandista
finaliza con:
- decepción generada por la autoridad española
- diferencias políticas con el gobierno Buenos Aires
- Artigas: “Jefe de los Orientales”
- “La soberanía particular de los pueblos será precisamente
declarada y ostentada como objeto único de la revolución”
Año XIII
Definiciones políticas
Autonomía del pueblo oriental. Provincia Oriental
Instrucciones del año XIII. Tres Cruces
- Independencia ¿de quién frente a quién?
- República ¿en lugar de…?
- Confederación ¿entre quienes?
-
Finaliza con:
- diferencia entre orientales. Ruptura del policlasismo
- ruptura con Buenos Aires y preparación para la guerra
- inicio de la construcción del Protectorado
- ruptura definitiva con España
-
Año XV
Definiciones socio económicas
Avance del Protectorado. Inminente derrota de Buenos Aires. Peligro de
invasión portuguesa
Búsqueda de la justicia social
Etapa radical de la Revolución popular
Reglamento de tierras de 1815
Reglamento de comercio y aranceles de 1815
18
19. Finaliza con
- invasión portuguesa 1816
- derrota del artiguismo 1820
- triunfo del centralismo porteño
- Provincia Cisplatina 1820 –1825
Fragmento de la respuesta de Artigas a Elío del 20 de mayo de 1811
A tener en cuenta
*dos días después de la Batalla de la Piedras
* Elío pide cese de hostilidades al comenzar negociaciones con Buenos Aires
*Artigas responde ubicándose como subordinado e intérprete de la Junta y le recuerda
que solo es ella quien puede mandar sobre sus fuerzas.
* Entiende que el drama de Montevideo puede aliviarse reconociendo por su parte a la
Junta “de estas Provincias”
* y, que siguiendo a la Junta se sigue el modelo español, de defensa “de nuestro amado
Fernando”
29.- “La causa de los pueblos no admite, Señor, la menor demora. Si V.S desea
sinceramente evitar le efusión de sangre tan contraria a la humanidad, entre V.S. en
negociaciones conmigo, que bien penetrado de los deseos de la Excma. Junta, daré a V.
S. y a ese pueblo una nueva prueba de sus miras generosas y pacíficas (…) Este ejército
concluirá en breve la obra en que se halla tan adelantado, V.S. hará apurar la copa de las
desgracias a esos habitantes sino resuelve que reconocida la autoridad de la Excma.
Junta provisoria de estas Provincias por ese pueblo, y que lleve a ella sus votos por
medio de un representante conforme al reglamento publicado, y siguiendo así las
medidas que han adoptado todas las Provincias de España para conservar ilesos
los Dominios de nuestro augusto soberano el señor don Fernando séptimo de la
opresión del Tirano de Europa que ha causado tantos males”
*las negritas no corresponden al original
La revolución muestra su carácter fernandista, juntista y antimontevideano.
19
20. 30.-
Correspondencia a la Junta del Paraguay de diciembre de 1811
“Permítame V.S. que llame un momento su consideración sobre esta admirable
alarma con la que simpatizó la campaña toda y que hará su mayor y eterna
gloria. No eran los paisanos sueltos, ni aquellos que debían su existencia o su
jornal o sueldo, los solos que se movían; vecinos establecidos, poseedores de
buena suerte y de todas las comodidades que ofrece este suelo, eran los que se
convertían repentinamente en soldados, los que abandonaban sus intereses, sus
casas, sus familias; los que iban, acaso, por primera vez, a presentar su vida a
los riesgos de una guerra, los que dejaban acompañadas de un triste llanto a sus
mujeres e hijos (...)”
“Esa corporación respetable, en la necesidad de privarnos del auxilio de sus
bayonetas, creía que era preciso que nuestro territorio fuese ocupado por un
extranjero abominable, o por su antiguo tirano; y pensaba que asegurándose la
retirada de aquél, si negociaba con éste, y protegiendo en los tratados los
vecinos, aliviaba su suerte, si no podía evitar ya sus males pasados. Pero acaso
ignoraba que los orientales habían jurado en lo hondo de su corazón un odio
irreconciliable, un odio eterno, a toda clase de tiranía (...) ignoraba sin duda el
gobierno, hasta dónde se elevaban estos sentimientos, y por desgracia fatal, no
tenían en él los orientales un representante de sus derechos imprescriptibles; sus
votos no habían podido llegar puros hasta allí, ni era calculable una resolución
que casi podría llamarse desesperada: entonces el tratado se ratificó y el día 23
vino.”
“En esta crisis terrible y violenta, abandonadas las familias, perdidos los
intereses, acabado todo auxilio, sin recursos, entregados sólo a sí mismos ¿qué
podía esperarse de los orientales, sino que luchando con sus infortunios,
cediesen al fin al peso de ellos (...)? Pero (...) firmes siempre en la grandeza que
los impulsó cuando protestaron que jamás prestarían la necesaria expresión de
su voluntad para sancionar lo que el gobierno auxiliador había ratificado,
determinan gustosos dejar los pocos intereses que les restan y su país, y
trasladarse con sus familias a cualquier punto donde puedan ser libres, a pesar
de trabajos, de miserias y toda clase de males.”
“Yo no seré capaz de dar a V.S. una idea del cuadro que presenta al mundo la
B.O. desde ese momento: la sangre que cubría las armas de sus bravos hijos,
recordó las grandes proezas que, continuadas por muy poco más habrían puesto
fin a sus trabajos y sellado el principio de la felicidad más pura: llenos todos de
esa emoción, oyen sólo la voz de su libertad, y unidos en masa marchan
cargados de sus tiernas familias a esperar mejor proporción para volver a sus
antiguas operaciones; yo no he perdonado medio alguno de contener el digno
transporte de un entusiasmo tal; pero la inmediación de las tropas portuguesas
diseminadas por toda la campaña, que lejos de retirarse con arreglo al tratado, se
acercan y fortifican más y más; y la poca seguridad que fían sobre la palabra de
Elío a este respecto, les anima de nuevo y determinados a no permitir jamás que
20
21. su suelo sea entregado impunemente a un extranjero, destinan todos los
instantes a reiterar la protesta de dejar las armas de la mano hasta que él no haya
evacuado el país, y puedan gozar una libertad por la que vieron derramar la
sangre de sus hijos recibiendo con valor su postrer aliento. Ellos lo han resuelto
y yo veo que van a verificarlo: cada día miro con admiración sus rasgos
singulares de heroicidad y constancia: unos quemando sus casas y los muebles
que no podían conducir, otros caminando leguas a pie por falta de auxilio, o por
haber consumido sus cabalgaduras en el servicio: mujeres ancianas, viejos
decrépitos, párvulos inocentes acompañan esta marcha, manifestando todos la
mayor energía y resignación en medio de todas las privaciones. Yo llegaré muy
en breve a mi destino con este pueblo de héroes y a la frente de seis mil de ellos
que obrando como soldados de la patria, sabrán conservar sus glorias en
cualquiera parte, dando continuos triunfos a su libertad.”
Del XI al XIII
31.- “Los lances de la guerra separaron de entre nosotros los brazos fuertes de
nuestros auxiliadores, sellando éstos una convención para la neutralidad
recíproca con Montevideo, y entonces nosotros, en el goce de nuestros derechos
primitivos, lejos de entrar en un pacto con la tiranía, que mirábamos agonizante,
nos constituimos en una forma bajo todos los aspectos legal, y juramos
continuar la guerra (…) V.E. no puede ver en esto sino un pueblo abandonado a
sí solo, y que, analizadas las circunstancias, que le rodeaban pudo mirarse
como el primero de la tierra, sin que pudiese haber otro que reclamase su
dominio, y que en el uso de su soberanía inalienable pudo determinarse según el
voto de su voluntad suprema. Allí obligados por el tratado convencional del
Gobierno Superior, quedó roto el lazo (nunca expreso) que ligó a él nuestra
obediencia, y allí sin darla a el de Montevideo, celebramos el acto solemne
sacrosanto, siempre de una constitución social, erigiéndonos una cabeza en la
persona de nuestro dignísimo ciudadano Conciudadano Don José Artigas para el
orden militar que necesitábamos. (El) resultado que compraron nuestras
miserias, debe hacernos el objeto del reconocimiento de toda América (…) pero
cuando nosotros esperábamos esta expresión de justicia, se nos presenta un
derecho abominable nacido de la fuerza, con la que se pretende anular el voto
sagrado de nuestra voluntad general en la persona de nuestro jefe, y se nos
excluye de la parte que debemos tomar en la libertad de nuestro suelo . El
pueblo Oriental es éste. El reunido, y armado conserva sus derechos, y solo pido
un auxilio para disfrutarlos en sus hogares de una manera bastante mejor a sus
estabilidad. Sin embargo nosotros quedamos postergados, proscriptos,
abandonadas nuestras familias, sin el socorro menor mientras que nuestros
auxiliadores penetran en nuestras casas proclamando la libertad, y dejando
siempre para nuestro suelo la atroz alternativa de gustar otra vez la indigencia
más penosa, o marchar tras ellos, sin otra voz que la suya, ni más representación
que la que quiera darnos según el interés, que proponen. No sería esta la
conducta del conquistador más ambicioso.” (Fragmento de la comunicación
elevada al Gobierno de Buenos Aires por los jefes orientales desde el Ayuí
el 27 de agosto de 1812)
21
22. 32.- “El pueblo de Buenos Aires es y será siempre nuestro hermano , pero
nunca su gobierno actual. Las tropas que se hallan bajo las órdenes de V.E.,
serán siempre el objeto de nuestras consideraciones: pero de ningún modo V.E.
Yo prescindo de los males que puedan resultar de esta declaración hecha delante
de Montevideo; pero yo no soy el agresor, ni tampoco el responsable. (…) V.E.
sensible a la justicia de mi irritación, quiere eludir su efecto , proporcionando a
la patria la ventaja de reducir Montevideo, repase V.E. el Paraná dejándome
todos lo auxilios suficientes. Sus tropas, si V.E. gusta, pueden igualmente hacer
esa marcha retrógrada. Si solo continuamos nuestros afanes, no nos
lisonjearemos con la prontitud de coronarlos, pero al menos gustaremos la
ventaja de no ser tiranizados, cuando los prodigamos en odio de la opresión”
(Fragmento de la “Precisión del Yi” del 25 de diciembre de 1812).
33.- “La soberanía particular de los pueblos será precisamente declarada y
ostentada, como objeto único de nuestra Revolución”. (Cláusula 8ª. de la
Misión Tomás García de Zúñiga, Enero, 1813)
Fichas sobre las definiciones políticas del artiguismo
34.- “Tanto en una dirección como en otra (litoral, interior), Buenos Aires
estaba en el centro del comercio, tenía el monopolio portuario y financiero. Con
esas llaves podía dominar a todas las provincias. Esta es la base de la
concepción política porteña: el unitarismo. Esa ideología era sostenida por el
núcleo de comerciantes y banqueros porteños que se beneficiaba con los
privilegios de la ciudad puerto. Postulaban el establecimiento de un fuerte
estado centralizado, con amplios poderes políticos y económicos, que impusiera
un orden y un régimen político favorables a sus intereses, subordinando los
intereses propios de las provincias. Esto implicaría la dependencia de éstas a sus
directivas, reduciendo a lo mínimo la autonomía provincial. (...) Actuando como
precursor de todas las élites sudamericanas a lo largo del siglo XIX, el grupo
porteño se empeñará en reforzar la situación de monoproducción del país. Como
él manejaba con exclusividad ambas fuentes de riqueza, su situación no podía
verse sino mejorada con el librecambio con Inglaterra (...) El centro del
pensamiento provincial estaba en la defensa de la autonomía de las provincias y
en la repartición de los beneficios que obtenía el puerto de Buenos Aires entre
todas ellas (...) Por eso las provincias se vuelcan al federalismo. Esta doctrina
les ofrecía la formación de la nación respetando las particularidades
provinciales e integrando las provincias en un organismo armónico donde no
existan provincias ricas y provincias pobres, provincias subordinadas y
provincias directoras. El objetivo no consistía en segregarse de Buenos Aires
(...) sino en apoderarse de Buenos Aires y nacionalizarlo, para que sus ingresos
beneficiaran a todo el país (...). Todos coincidían en que las exigencias
económico regionales sólo podían ser subsanadas con un organismo federativo
que comprendiera a las provincias en pie de igualdad y donde el poder central
fuera el resultado de su directa intervención (...) (La política federal) Era el
reclamo de una política nacional frente a una política no – nacional, la
preocupación por las realidades locales (...), delegadas de un organismo
conjunto habilitado para resolverlas, frente a la preocupación y el interés
22
23. particular de los porteños (...) El aislamiento provincial, la dispersión de la
población, las dificultades económicas, la tradición localista española, todo
conducía al federalismo. Les faltaba un conductor y organizador nativo; lo
encontrarían en Artigas (...) ¿Por qué Artigas se convierte en el paladín del
federalismo y la Provincia Oriental (...) en su consecuente sostenedora.?Porque
además de otras causas políticas y sociales, la Provincia Oriental era la única
geográfica y económicamente independiente de Buenos Aires (...) Era la única
con puerto de salida al Océano, a Europa, que no dependía, que ya no podía ser
vigilada por la ex - capital virreinal” (“Bases económicas de la revolución
artiguista” J.P. Barrán – B. Nahum, EBO, 1972 – 3ª Ed.).
35.-
Fragmentos de la “Oración inaugural del Congreso de abril” del 4 de abril
de 1813, por José Artigas.
“Ciudadanos: El resultado de la campaña pasada me puso al frente de vosotros
por el voto sagrado de vuestra voluntad general. Hemos recorrido 17 meses
cubiertos de la gloria y la miseria, y tengo la honra de volver a hablaros en la
segunda vez que hacéis uso de vuestra soberanía. En ese periodo yo creo que el
resultado correspondió a vuestros designios grandes. (...) Mi autoridad emana de
vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana. Vosotros estáis en pleno
goce de vuestros derechos; ved ahí el fruto de mis desvelos y ved ahí todo el
premio de mi afán. Ahora en vosotros está el conservarlo (...) La asamblea
general tantas veces anunciada empezó ya sus sesiones en Buenos Aires. Su
reconocimiento nos ha sido ordenado. Resolver sobre este particular ha dado
motivo esta congregación, porque yo ofendería altamente vuestro carácter y el
mío, vulneraría enormemente vuestros derechos sagrados, si pasase a decidir
por mí una materia reservada sólo a vosotros. Bajo ese concepto yo tengo la
honra de proponeros los tres puntos que ahora deben hacer el objeto de esta
expresión soberana. 1° Si debemos proceder al reconocimiento de la Asamblea
General antes del allanamiento de nuestras pretensiones encomendadas a
vuestro diputado don Tomás García de Zúñiga. 2° Proveer del mayor número de
diputados que sufraguen por este territorio en dicha asamblea. 3° Instalar aquí
una autoridad que restablezca la economía del país. Para facilitar el acierto en
las resoluciones del primer punto, es preciso observar que aquellas pretensiones
fueron hechas consultando nuestra seguridad ulterior. (...) Ciudadanos: los
pueblos deben ser libres. Ese carácter debe ser su único objeto, y formar motivo
de su celo. Por desgracia va contar tres años nuestra revolución, y aún falta una
salvaguardia general al derecho popular. Estamos aún bajo la fe de los hombres
y no aparecen las seguridades del contrato. Todo extremo envuelve fatalidad;
por eso una desconfianza desmedida sofocaría los mejores planes ¿pero es acaso
menos terrible un exceso de confianza? Toda clase de precaución debe
prodigarse cuando se trata de fijar nuestro destino. Es muy veleidosa la probidad
de los hombres, solo el freno de la constitución puede afirmarla. Mientras ella
no exista es preciso adoptar las medidas que equivalgan a la garantía preciosa
que ella ofrece. Yo opinaré siempre que sin allanar las pretensiones pendientes,
no debe ostentarse el reconocimiento y jura que se exigen. Ellas son
consiguientes del sistema que defendemos y cuando el ejército las propuso no
23
24. hizo más que decir, quiero ser libre. Orientales: sean cuales fuesen los cálculos
que se forme todo es menos temible que un paso de degradación (...) Al
principio todo es remediable. (...) examinad si debéis reconocer la asamblea por
obedecimiento o por pacto. No hay un solo motivo de conveniencia para el
primer caso que no sea contrastable en el segundo, y al fin reportaréis la ventaja
de haberlo conciliado todo con vuestra libertad inviolable. Esto ni por asomo se
acerca a una separación nacional; garantir las consecuencias del reconocimiento
no es negar el reconocimiento, y bajo todo principio nunca será compatible un
reproche a vuestra conducta, en tal caso, con las miras liberales y fundamentos
que autorizan hasta la misma instalación de la asamblea. (...) pensad, meditad
(...) hacernos respetables es la garantía indestructible de vuestros afanes
ulteriores por conservarles”.
Fragmentos del Acta del 5 de abril de 1813
36 “El Pueblo de la Banda Oriental de las Provincias Unidas del Río de la Plata,
habiendo concurrido por medio de sus diputados a manifestar su parecer sobre
el reconocimiento de la Soberana Asamblea Constituyente, después de
examinada la voluntad general convinieron en el reconocimiento de dicha
Soberana Asamblea bajo las condiciones (siguientes) Primera: Se dará una
pública satisfacción a los orientales por la conducta antiliberal que han
manifestado en medio de ellos los señores Sarratea, Viana y demás expulsos. Y
en razón de que el Gral. D.n José Artigas y sus Tropas han garantido la
seguridad de la Patria especialmente en la Campaña del año 811 (...) 2ª. No se
levantará el sitio (...) 3ª. Continuarán suministrándose de Buenos Aires los
auxilios que sean posibles para el fin del asedio (...) 6ª. Será reconocida y
garantida la confederación ofensiva y defensiva de esta Banda con el resto de
las Provincias unidas, renunciando cualquiera de ellas la subyugación a la que
se ha dado lugar por la conducta del anterior Gobierno (...) 7ª. En consecuencia
de dicha confederación se dejará de esta Banda en la plena libertad que ha
adquirido como Provincia compuesta de pueblo libres; pero queda desde ahora
sujeta a la Constitución que emane y resulte del Soberano Congreso general de
la nación y a sus disposiciones consiguientes teniendo por base la libertad (...) .”
37.-
Instrucciones que se dieron a los diputados de la Provincia Oriental para el
desempeño de su misión ante la Asamblea Constituyente de Buenos Aires.
Alojamiento de Artigas, delante de Montevideo, 13 de abril de 1813
“Primeramente pedirá la declaración de la independencia absoluta de estas
colonias, que ellas están absueltas de toda obligación de fidelidad a la corona de
España, y familia de los Borbones, y que toda conexión política entre ellas y el
Estado de España, es, y debe ser totalmente disuelta.
Art. 2° - No admitirá otro sistema que el de confederación para el pacto
recíproco con las provincias que formen nuestro estado.
24
25. Art. 3° - Promoverá la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable.
Art. 4° - Como objeto y fin del gobierno debe ser conservar la igualdad,
libertad, y seguridad de los ciudadanos y de los pueblos, cada provincia formará
su gobierno bajo esas bases, a más del gobierno supremo de la nación.
Art. 5° - Así este como aquel se dividirá en poder legislativo, ejecutivo y
judicial.
Art. 6° - Estos tres resortes jamás podrán estar unidos entre sí, y serán
independientes en sus facultades.
Art. 7° - El gobierno supremo entenderá solamente en los negocios generales
del estado. El resto es peculiar al gobierno de cada provincia
Art. 8° - El territorio que ocupan estos pueblos de la costa oriental del Uruguay
hasta la fortaleza de Santa Teresa, forma una sola provincia, denominada: la
Provincia Oriental.
Art. 9° - Que los siete pueblos de Misiones, los de Batoví Santa Tecla, San
Rafael y Tacuarembó, que hoy ocupan injustamente los portugueses, y a su
tiempo deben reclamarse, serán en todo tiempo territorio de esta provincia.
Art. 10° - Que esta provincia por la presente entra separadamente en una firme
liga de amistad con cada una de las otras, para su defensa común, seguridad de
su libertad, y para su mutua y general felicidad, obligándose a asistir a cada una
de las otras contra toda violencia o ataques hechos sobre ellas, o sobre alguna
de ellas, por motivo de religión, soberanía, tráfico o algún pretexto, cualquiera
que sea.
Art. 11° - Que esta provincia retiene su soberanía, libertad e independencia,
todo poder, jurisdicción y derecho que no es delegado expresamente por la
confederación a las Provincia Unidas juntas en congreso.
(...)
Art. 14° - Que ninguna tasa o derecho se imponga sobre artículos exportados de
una provincia a otra; ni que ninguna preferencia se de por cualquiera regulación
de comercio o renta de puertos de una provincia sobre los de otra; ni los barcos
destinados de esta provincia o otra serán obligados a entrar, a anclar, o pagar
derechos en otra.
(...)
Art. 16° - Que esta provincia tendrá su constitución territorial; y que ella tiene el
derecho de sancionar la general de las Provincias Unidas que forme la
Asamblea Constituyente.
Art. 17° - Que esta provincia tiene derecho para levantar los regimientos que
necesite, nombrar los oficiales de compañía, reglar la milicia de ella para la
seguridad de su libertad, por lo que no podrá violarse el derecho de los pueblos
para guardar y tener armas.
25
26. Art. 18° - El despotismo militar será precisamente aniquilado con trabas
constitucionales que aseguren inviolables la soberanía de los pueblos.
Art. 19° - Que precisa e indispensable sea fuera de Buenos Aires donde resida el
sitio del gobierno de las Provincias Unidas.
Art. 20º - La Constitución garantirá a las Provincias Unidas una forma de
gobierno republicana, y que se asegure a cada una de ellas de las violencias
domésticas, usurpación de sus derechos, libertad y seguridad de su soberanía,
que con la fuerza armada intente alguna de ellas sofocar los principios
proclamados. Y asimismo prestará toda su atención, honor, fidelidad y
religiosidad, a todo cuanto crea, o juzgue necesario para preservar a esta
Provincia las ventajas de la libertad y mantener un gobierno libre, de piedad,
justicia, moderación e industria. Para todo lo cual, etc. Delante de Montevideo,
13 de abril de 1813. Es copia. Artigas.”
(Instrucciones que se dieron a los diputados de la Provincia Oriental para el
desempeño de su misión ante la Asamblea Constituyente de Buenos Aires, en el
Alojamiento de Artigas, delante de Montevideo, 13 de abril de 1813. Existiendo
más de un ejemplar y sin que haya entre ellas variantes de concepto, el presente
es el texto que Artigas le enviara a la Junta de Paraguay en una nota fechada el
17 de abril de 1813 )
Fichas sobre las definiciones socioeconómicas del artiguismo
38.- “la profundización de la revolución, a la manera jacobina (...) proclamando
el derecho preferente de “los más infelices”, y el “principal derecho” de los
indios inspiran toda la política agraria artiguista. Artigas y Monterroso
comprendieron que el llamado “arreglo de los campos” (...) que se había venido
arrastrando en el mundo colonial, no era un problema de cualquier relación
entre los hombres y la tierra, sino el del libre, democrático e igualitario acceso
de los hombres a la tierra, que solo se lograría con la liquidación de las
relaciones de subordinación personal entre los hombres (...) Por eso ya hemos
dicho una vez que el Reglamento Provisorio de 1815 fue la más avanzada y
gloriosa ley que tuvieron los orientales. La confluencia en un solo haz de la
revolución nacional anti-colonial, democrática, republicana y federalista, con la
revolución social dispensadora de tierras y enaltecedora de la dignidad humana,
transformó a la montonera oriental en el más formidable y peligroso de los
ejércitos: el de los hombres que viven y mueren por un ideal.” (“La oligarquía
Oriental en la Cisplatina”, Rosa Alonso, Lucía Sala, N. De la Torre y J.
Rodríguez, Ediciones Pueblos unidos, Montevideo,1970)
39.- “El Reglamento Provisorio de 1815 retomaba la tradición española en
cuanto a planes para el “arreglo de los campos”, se refiere e innovaba a la vez,
creando un verdadero derecho revolucionario (...) Para Artigas el derecho de
propiedad aparecía vinculado a la justicia revolucionaria, era un premio dado a
los valerosos gauchos, indios y mestizos, que habían expuestos su vida y
26
27. haciendas en la lucha, era un castigo (porque se les negaba) contra el mal
europeo y –nótese el diferente adjetivo- el peor americano que había
permanecido al margen de la misma o se había adherido a la contrarrevolución.
(...) La diversidad de fórmulas empleadas tanto por los funcionarios coloniales
como por el derecho revolucionario indica con claridad que el mayor problema
no era encontrar la tierra sino el habitante (...) El primer favorecido, entonces,
debía reunir la condición de pobre, americano y casado, curiosa mezcla por los
que esta preferencia está indicando, de caridad cristiana y sentido nacionalista.
Esta idea no era nueva aunque es posible que con la concreción que Artigas lo
manifestó aparezca más radical que la de los proyectos españoles (...) El
Reglamento Provisorio no solo establece un límite a las tierras donadas
gratuitamente sino que también, retomando otra sugerencia colonial, limita el
derecho de propiedad de los flamantes propietarios (...) En este rubro el
antecedente español no era tan completo ni unánime. Es indudable que la
presión debió ser mucha y fuerte para que este hombre que integraba sus
milicias precisamente con los “gauchos vagos” dictara una orden obligándose a
conchabarse en calidad de peones. Naturalmente que ese peón podía pedir una
“suerte de estancia” y, por las preferencias del Reglamento, verse agraciado de
inmediato con ella; más esta escapatoria no quita trascendencia a esta
innovación fundamental de la exigencia de la papeleta de trabajo a la población
rural (...) El Reglamento tenía un primer objetivo político social: crear una clase
media de propietarios rurales comprometida con el resultado de la revolución.
A él se vinculaba la necesidad de destruir en sus intereses al enemigo político
(el gran latifundista “mal europeo y peor americano”). Poseía un segundo
objetivo económico - social: proporcionar seguridad al hacendado y
sedentarizar al gaucho, elemento ambos que coadyuvaban a restaurar la
producción. Debemos señalar, sin embargo que la relación del Reglamento con
el gran hacendado criollo y patriota era ambivalente. Si bien pretendía
proporcionarle orden en la campaña, al atacar el derecho de propiedad – aunque
solo fuera el de los estancieros contrarrevolucionarios – los atemorizaba por
conmover las bases jurídicas sobre las que se asentaba su privilegiada clase. En
relación al gaucho el Reglamento pretendía encauzar la espontaneidad
revolucionaria que no tenía objetivos políticos definidos y sólo se manifestaba
por medio del saqueo y el pillaje. Era un intento de modernizar la actitud vital
del gaucho seminómada. La revolución (...) era la prosperidad de los “más
infelices” dentro del auge de la producción, solo posible si se frenaba la
violencia primaria del gauchaje”. (“Bases económicas de la revolución
artiguista”, J.P. Barrán – B. Nahum, EBO 1972).
40.- “La extensión de tierras a adjudicarse – “una suerte de estancia” quedaba
establecida en legua y media de frente por leguas de fondo (estimando) una
productividad anual de trescientos sesenta cueros, cifra suficiente para ubicar a
este propietario como integrante de una verdadera clase media rural (...) El
Reglamento recogía -en sus grandes líneas- la mejor tradición hispánica en
orden al concepto de Felipe II- condicionando la legitimidad del dominio a la
efectiva explotación dentro de una plazo dado, vencido el cual de no verificarse,
retrovertía al común para ser nuevamente repartible (...) En consecuencia, su
objetivo económico social era evidente: proporcionar seguridad a los
hacendados y sedentarizar a la población andariega de los campos (...);
defender la riqueza básica y acrecentar la producción por el trabajo. Pero
27
28. Artigas introducía, además, un claro principio político, procurando constituir un
estamento rural de medianos propietarios con los hombre que se habían jugado
por la Revolución afianzando así su adhesión y confianza en el eficacia y verdad
de los ideales de libertad y prosperidad (...). Estas adjudicaciones de tierras que
se hacían a expensas de sus antiguos propietarios y otras de las de “realengo”
en beneficio de familias humildes (...) despertaron alarma y recelo, entre
algunos de los ricos e influyentes patricios que habían acompañado en sus
orígenes el movimiento revolucionario oriental, esperando contar con Artigas
como “hombre de armas llevar que reuniese a las masas” para la defensa de sus
intereses y ambición y predominio político y que ahora veían amenazar, incluso,
por un igualitarismo social incomprensible y repugnante a su mentalidad
aristocratizante (“Artigas. Su significación en la revolución y en el proceso
institucional iberoamericano”, W. Reyes Abadie, O. Bruschera, T. Melogno,
Montevideo, 1966)
41.- “Los artículos referidos a la confiscación y distribución de tierras marcan
diferencias de este reglamento con otras propuestas. En primer lugar, al
confiscar la tierra de “malos europeos y peores americanos” hacía pasibles de
distribución los mejores campos y no los de una frontera disputada a los
lusitanos y amerindios. Por otro lado establecía la confiscación lisa y llana de
los terrenos, contrastando con la idea de derecho de propiedad “sagrado e
inviolable” que se aspiraba a confirmar por parte de algunos grupos sociales en
ambas orillas del Río de la Plata. En tercer término, consagraba el derecho de
acceder a la tierra a aquellos que hasta ese momento estaban privados del
mismo. (Así) el Reglamento de tierras fue una pieza básica de la república a
constituir. La asociación del trabajo con la virtud – y su contracara, del ocio con
el vicio – estaba presente en los proyectos reformistas españoles. Lo “nuevo”,
aunque presentado en términos de restitución de derechos primigenios, era el
proyecto de fundar una sociedad más igualitaria. El Reglamento, sin embargo,
no se propuso la limitación de las grandes extensiones de tierras si estas se
hallaban en manos de partidarios de la revolución. (…) Aunque las
disposiciones fueron planteadas como “provisorias” y sostenían la propiedad
individual, la combinación de una movilización militar amplia y la
proclamación de la defensa de “los más infelices” afirmaron los temores y
prevenciones de los grupos propietarios e incentivaron la búsqueda de alianzas
alternativas. (Ana Frega, “Pueblos y soberanía en la Revolución Artiguista. La
región de Santo Domingo de Soriano desde fines de la colonia a la ocupación
portuguesa”, Ediciones de la Banda Oriental, 2007, Montevideo).
28
29. 42.-
Fragmentos del “Reglamento Provisorio para el fomento de la campaña y
seguridad de sus hacendados” del 10 de setiembre de 1815.
“6ª.- (...) el señor alcalde y demás subalternos (revisarán) en sus respectivas
jurisdicciones, los terrenos disponibles; y los sujetos dignos de esta gracia con
prevención de que los más infelices sean los más privilegiados. En
consecuencia, los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los
criollos pobres, todos podrán ser agraciados con suerte de estancia, si con su
trabajo y hombría de bien propenden a su felicidad y a la de la provincia.”
“7ª.- Serán igualmente agraciadas las viudas pobres si tuvieran hijos. Serán
igualmente preferidos los casados a los americanos solteros, y estos a cualquier
extranjero.”
“11ª.- Después de la posesión serán obligados los agraciados (...) a formar un
rancho y dos corrales en el término preciso de dos meses, los que cumplidos, si
se advierte la misma negligencia, será aquel terreno donado a otro vecino más
laborioso y benéfico a la provincia.”
“12ª.- Los terrenos repartibles son todos aquellos de emigrados, malos europeos
y peores americanos que hasta la fecha no se hallan indultados por el jefe de la
provincia para poseer sus antiguas propiedades”
“13ª.- Serán igualmente repartibles todos aquellos terrenos que desde el año
1810 hasta el de 1815, en que entraron los orientales a la plaza de Montevideo,
hayan sido vendidos o donados por el gobierno de ella”
“15º.- Para repartir los terrenos de europeos y malos americanos se tendrá
presente si estos son casados o solteros. De éstos todo es disponible. De
aquellos se atenderá el número de sus hijos, y con concepto a que estos no sean
perjudicados, se les dará lo bastante para que puedan mantenerse en lo sucesivo,
siendo el resto disponible, si tuvieran demasiado terreno.”
“16ª.- La demarcación de los terrenos agraciados será legua y media de frente, y
dos de fondo, en la inteligencia (que) siempre se les proporcionarán aguadas
(...)”
“19º.- Los agraciados, ni podrán enajenar, ni vender estas suertes de estancia, ni
contraer sobre ellos débito alguno, bajo la pena de nulidad hasta el arreglo
formal de la provincia, en que ella deliberará lo conveniente.”
“27.º- (...) los hacendados darán papeleta a sus peones, y los que se hallaren sin
este requisito, y sin otro ejercicio que vagar, serán remitidos (...)”
29
30. El reglamento y su contexto
43.- Es 1815, cuando las tropas “porteñas” abandonaron la plaza de Montevideo
e ingresa en ella la “comparsa de gauchos, transformados en mariscales” de
Fernando Otorgués y se unificó así por primera vez la vieja Banda bajo un
gobierno oriental y revolucionario. Es en este período, en el que se logra la
insurrección desde el litoral y hasta la serranía cordobesa y desde el Plata hasta
Misiones, constituyendo la liga confederada de provincias que reconocen a
Artigas como el “Protector de los pueblos libres”. Es el momento cenital del
artiguismo. En “Purificación” se procesó el ordenamiento de la Provincia
Oriental y se estableció el diálogo con las provincias confederadas, mientras los
ejércitos avanzaron sobre Buenos Aires y se esperó la derrota final del
“unitarismo”. En tanto, se conocieron noticias sobre planes reconquistadores
desde la España, por lo que Artigas ordenó que salieran de Montevideo y
extramuros todos aquellos sospechosos de conspiración contra la causa y se
recluyeran en el campamento y capital del Protectorado, el villorrio de
Purificación. (…) El mencionado “jacobinismo”, del binomio Artigas y
Monterroso nos habla también de cómo el artiguismo fue poseedor de una
ideología sincrética, que incluye elementos del derecho tradicional español y de
la Ilustración española, de Thomas Payne, el inglés radical que actuó durante las
revoluciones francesa y norteamericana, del constitucionalismo norteamericano,
de la Revolución Francesa en su periodo republicano y radical y por supuesto de
un profundo “humanismo cristiano”. Así, la “relación personalizada y el
paternalismo se manifestará particularmente con respecto a charrúas y
caudillos guaraníes, y llama la atención, en este último caso, la utilización de
un lenguaje bíblico muy adecuado para dirigirse a autoridades de los pueblos
que pertenecieran a las Misiones Jesuíticas”. En tiendas católicas se ha
sostenido que aquellas ideas revolucionarias se fundamentaban “sobre el
principio ético de que las injusticias sociales deben ser reparadas”. Pero
también se sostenían en el principio de caridad cristiana que privilegia ante todo
a los más débiles y necesitados: “No parece aventurado, pues, afirmar que
Artigas, en su época realizó una opción evangélica y preferencial por los
pobres.” La Patria Vieja fue así escenario de la construcción de un tiempo
nuevo y por tanto “diversas modalidades se ensayaron para formar al “nuevo
ciudadano” (…) que debían realizar una “revolución interior y privada”, que
reflejara la revolución que se estaba produciendo”. La inminente derrota
militar de Buenos Aires, la convocatoria a un congreso provincial, el traslado de
los enemigos a Purificación “para su regeneración”, los Reglamentos de
Tierras y Aduanero, las “escuelas de la Patria”, la Biblioteca Pública, el
Periódico Oriental y “la conmemoración de las fechas de la revolución era,
(todo ello), una ocasión propicia para reafirmar los valores cívicos” predicados
por la “pedagogía” revolucionaria. (…) La obsesión por la virtud revolucionaria
se ve permanente señalada en el entramado de los temas políticos, religiosos y
educativos. Como se ha dicho, Artigas estableció una escuela en lo que
prácticamente era un campamento militar, el villorrio de Purificación y requirió
para este a “un religioso cuya doctrina franciscana facilitó la adhesión de su
orden a la revolución (y) la iniciativa inequívocamente ilustrada de fundar una
Biblioteca Pública (cuyo fundo bibliográfico fundamental estaba constituido
por el legado del sacerdote Pérez Castellano), fue confiada para su
30
31. implementación al muy ilustrado Vicario Larrañaga”. De esa manera, iba
cobrando forma y aplicación el ideario social del artiguismo, con su tendencia
“solidarista - cristiana” que sustentaron los frailes franciscanos que rodearon al
caudillo.” Es el Prof. Mario Cayota, “quien ha señalado reiteradamente sobre el
ideario artiguista que, en su enfoque social, en especial su providencia en
relación a la tenencia de la tierra, tiene su origen en esas tendencias
“solidaristas – cristianas” y no en la matriz “liberal” e “iluminista” de Félix de
Azara y asimismo, la influencia que ejerció en la raíz y desarrollo de la
revolución, la orden franciscana.” (Sánchez, Alejandro “Artiguismo, educación
y evangelización en las “Escuelas de la Patria” de 1815. A propósito del 10 de
setiembre como “Día de la Educación Católica del Uruguay”. Ed. AUDEC,
Montevideo, Setiembre 2007)
44. “Artigas no llegó a una concepción social radical y extrema de una vez y
para siempre. Tal como el periodo transcurrido de 1811 a 1815 lo ha
demostrado, Artigas era un hombre profundamente revolucionario. Pero esto
debe ser bien entendido. Ello sucedió no porque en él la revolución fuese cierta
particularidad congénita, sino porque era un hombre profundamente
consustanciado con el transcurrir propio de la revolución, porque fue en cada
momento el hombre radical que la revolución exigía, porque estando ora
delante, ora levemente atrás de las de las más profundas y radicales esperanzas
de las masas, siempre supo elevarlas a programa total de la revolución y de su
brazo: el Estado revolucionario. Si Artigas adquirió el inmenso prestigio
popular que le conocemos entre las masas de varias provincias platenses y en
especial de la Banda Oriental, no ha sido porque fue capaz de orientarlas desde
una comprensión mayor de la tarea revolucionaria, sino y además porque supo
descubrir y apoyar esa comprensión allí donde afloraba siempre: en las masas
pobres.” (“Artigas: tierra y revolución”, Lucía Sala, N. De la Torre y J.
Rodríguez, Ediciones Pueblos unidos, Montevideo,1970)
45- “Después de la obra discutible pero esclarecedora de Lucía Sala, J. C.
Rodríguez y N. De la Torre, parece cierto que aunque pudo haber sectores de la
población que no lucharon por obtener la tierra, hubo otros que sí lo hicieron y
la exigieron, y que si el caudillo apoyó y encauzó ese reclamo, no fue su único
origen (ya que) todos aquellos aherrojados por la gran propiedad y el
autoritarismo borbónico, cultivaron en la fraternidad del ejército artiguista entre
1811 y 1815, una temible conciencia de clase. Por ello, el 2 de enero de 1816, el
oficial y caudillejo de Soriano, Encarnación Benítez, escribió a Artigas que si
las estancias se entregaban a sus antiguos propietarios y no se repartían de
inmediato eso significaría “abrir un nuevo margen a otra revolución peor que
la primera. El clamor general es: nosotros hemos defendido la Patria (...)
hemos perdido cuánto teníamos (...) expuesto nuestras vidas (...) Y es posible
que (los que) en todo nos han perseguido (...) sigan disfrutando?” Es la
identificación de la Revolución con la tierra, la República, la libertad y el
caudillo intérprete de la voluntad general, la que explica los cuatro años de la
resistencia oriental al invasor portugués, una de las luchas más desiguales y
cruentas que (aquí se) conoció. Y no el endiosamiento del líder. El mito del
héroe creador solo sirve a las clases dominantes de todas las épocas al
31
32. minimizar el papel del pueblo. El Artigas verdadero es el conductor y el
conducido.” (“Artigas del culto a la traición”, José Pedro Barrán, en
Semanario Brecha, 20 de junio de 1986, pag. 11)
46.- En sus Memorias, Carlos María de Alvear lo presenta (a Artigas) como un
ambicioso y un demagogo pero también como un protagonista. Artigas es el
digitador de las masas: “fue el primero que entre nosotros conoció el partido
que se podía sacar de la bruta imbecilidad de las clases bajas, haciéndolas
servir en apoyo de su poder para esclavizar las clases superiores.” (...) Las
“clases bajas” debían ser paternalmente conducidas por las “superiores” en la
lucha contra España pues su ignorancia les impedía advertir los intereses de la
Nación. El deseo de que esos actores sociales no protagonizaran la revolución,
fruto del miedo, llevó al patriciado porteño a ver en la Revolución Oriental la
obra de un hombre, un caudillo diabólico que utilizaba el resentimiento de las
“castas” y el gauchaje – sus intereses no merecían otro nombre -. El que Artigas
fuera él solo el peligro y no los orientales, tenía en verdad, mucho de
tranquilizador. Paradojalmente, la historia oficial uruguaya sobre Artigas está
acorde con lo sustancial de este enfoque aunque invierte los valores y ve bien
donde el sector porteño vio el mal. Las dos interpretaciones coinciden en que
Artigas es el caudillo, el líder, el protagonista único, el conductor, que nunca fue
conducido, “el creador”. Todos, en otras palabras, temen que aparezca el
convidado de piedra: el pueblo oriental” (Idem)
El comienzo del fin
47.- “Excmo. Señor: ¿Hasta cuándo pretende vuestra excelencia apurar nuestros
sufrimientos? Ocho años de revolución, de afanes, de peligros, de contrastes y
miserias debieran haber sido suficiente prueba para justificar mi decisión y
rectificar el juicio de ese gobierno. Ha reconocido en él en varias épocas la
lealtad y dignidad del pueblo oriental y él debe reconocer mi delicadeza por el
respeto a sus sagrados derechos ¿y V.E. se atreve a profanarlos? ¿V.E. está
empeñado en provocar mi extensa moderación? Tema V.E. sólo en considerar
las consecuencias. Promovida la agresión de Portugal V.E. es altamente
criminal en repetir los insultos con que los enemigos consideran asegurada su
temeraria empresa (...) Por más que se pudiera hacer figurar el mérito y causa de
nuestras diferencias, la sana razón indica que su discusión es inoportuna en
presencia del enemigo y del extranjero ambicioso. He dado yo a V.E. más de
una vez el ejemplo. ¿Y. V.E. se atreve a insultarme? ¡Oh! ¡qué dulce es el
camino de la Patria y qué áspero el camino de la virtud! Confiese V.E. que sólo
por realizar vuestras intrigas puede representar el papel ridículo de neutral, por
lo demás, el Supremo Director de Buenos aires no puede ni debe serlo. Pero sea
V.S. un neutral o un indiferente, o un enemigo, tema con justicia el enojo de los
pueblos, que sacrificados por amor a la libertad, nada les acobarda, nada, tanto
como perderla... La grandeza de los orientales sólo es comparable a su
abnegación a la desgracia, ellos saben acometer y desafiar los peligros, y
dominarlos, resisten la imposición de sus opresores, y yo al frente de ellos
marcharé donde primero se presente el peligro V.E. lo sabe bien y tema la
justicia de la reconvención de los pueblos” (Fragmentos de la carta de Artigas
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