El documento resume las ideas de María Paulina Ortiz sobre cómo mejorar la calidad de las entrevistas periodísticas. Ortiz argumenta que las entrevistas periodísticas típicamente se limitan a transcripciones parciales de la conversación en lugar de aprovechar completamente el potencial narrativo del género. Ella propone que las entrevistas deben mezclar diálogos y narración como en una crónica para contar la historia del entrevistado y entrevistador. Además, sugiere que los periodistas deben prepararse mejor con un c
1. Taller de Periodismo y Literatura
Maestro: Martín Caparrós
Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano
y Corporación Andina de Fomento
Cartagena, 16 al 20 de diciembre
2003
Autora: María Paulina Ortiz
La entrevista
La entrevista es un género injustamente maltratado desde el punto de vista de la escritura.
Es un género que ejercita mal nuestro periodismo. En la entrevista la escritura renuncia a
cualquiera de sus atribuciones y lo único que hace es demostrar su inferioridad con respecto
a los demás canales: si uno ve una entrevista con fulano en televisión, lo está escuchando,
está viendo lo que hace y tiene una serie de información sobre él; si la oye por radio escucha
a fulano y sus tonos, además de lo que dice. Pero si esa entrevista la lee en la prensa, en el
98 por ciento de los casos va a leer solo el texto mal transcrito de lo que fulano dice. Es el
caso más claro en el cual la escritura se presenta inferior a los otros medios.
Supongo que es así básicamente por pereza: un periodista va a hacer una entrevista, pone el
grabador, charla un rato y después transcribe ocho preguntas y ocho respuestas. Me da la
sensación de que es mucho decir que eso es un periodista. Ha hecho el trabajo de tratar de
pensar algunas preguntas, también en la mayoría de los casos no ha pensado las preguntas.
Pero aún habiendo hecho todos los deberes –que para una entrevista es leer todo lo que uno
pueda sobre ese fulano y armar una sucesión de preguntas que es de alguna manera un
esqueleto de la nota que se va a hacer– desaprovecha las posibilidades de la escritura.
En nuestros medios hemos llegado a considerar entrevista a la transcripción notarial de los
fragmentos de un diálogo, con lo cual el periodista desde el momento en que sale de la casa
del entrevistado se transforma en un ser inútil. Un periodista tendría que tener un poco más
de orgullo y ser un poco más que eso. Cuando uno va a hacer una entrevista tiene que ir con
el mismo espíritu de la crónica, del cazador, con la mirada que busca. Una entrevista es un
texto periodístico en el cual puede usarse todo tipo de recursos, como en cualquier otro.
Debería estar prohibido hacer una entrevista sin tener un buen cuestionario armado. Saber
bien a dónde voy, intentar mostrarle al entrevistado que no solo conozco lo que hace, sino
mostrarle cierta complicidad sobre todo si es entrevista escrita. Esto le abre espacio para que
cuente y seguro va a dar un resultado infinitamente mejor que cuando uno va a pelearse con
el entrevistado.
Me parece que lo que funciona mucho en una entrevista es callarse la boca. No hay nada más
efectivo para hacer hablar a alguien que callarse la boca. No saltar rápidamente a la siguiente
pregunta, sino quedarse callado, esperando. El noventa por ciento de la gente habla y ahí es
cuando va a empezar a hablar sin saber qué va a decir. Ahí es cuando la charla se vuelve una
charla.
Hace muchos años me divertía haciendo siempre una pregunta: ¿para qué sirve lo que hace?
Es extraña, descoloca a la persona. En las entrevistas trato de preguntar por el poder. Es
interesante también una entrevista cuando de alguna manera consigue poner en escena las
obsesiones del entrevistador. Es lo que va hacer que esa entrevista no sea igual que las otras
cien mil que se publican.
En una entrevista la idea es ir mezclando diálogos con narración, tanto como en una crónica.
Esto le va a dar más riqueza. En el diálogo importa la verosimilitud. Que sea verosímil como
lenguaje del entrevistado, como lenguaje del entrevistador, como parte de esa situación. A
veces cambiar el orden de las preguntas cambia el sentido, si eso se produce yo no lo hago.
Pero si no lo cambia y además contribuye a mejorar el relato, a hacerlo más comprensible,
fluido, no tengo problema. Me gusta jugar con la mezcla de discurso indirecto y discurso
directo. Por un lado poner lo que dijo (discurso directo) y de repente cortar y decir “y
después siguió contándome que” (indirecto, uno dice lo que el otro dijo).
2. Una entrevista es un relato para cuya producción uno tiene que ir y hablar con alguien. Un
relato donde hay dos personajes, el entrevistado y el entrevistador. Hay un escenario, hay
datos que forman el contexto. Como una crónica, requiere encontrar una buena entrada, un
buen final, regular los tiempos, en un momento acelerar un poco, en otro hacerlo más lento –
si se quiere decir algo que exige más elaboración. Hacer uso de los tres tiempos centrales
que tiene el castellano.
Creo que todo lo que uno ve y oye es material periodístico. El off the record no termina de
convencerme. Me parece que es otra expresión del contubernio entre sectores de poder,
políticos y periodísticos. A mí no me interesa mucho el periodismo que tenga que ver con
gente que pueda desmentirme. Me interesa contar las historias de los que no salen
normalmente en los diarios.