El documento es el testimonio de Simón de Cirene, quien fue obligado a ayudar a Jesús a cargar la cruz hacia el calvario. Aunque inicialmente lo hizo a la fuerza, al presenciar la compasión, el perdón y la fortaleza de Jesús frente al sufrimiento, Simón comenzó a admirarlo y eventualmente se convirtió en un seguidor suyo.
Luisa de Marillac y la educación de las niñas pobres
Obligados a llevar su cruz
1. 111111111
z
En este mundo muchas veces nos
enfrentamos a la falta de cupo, a no tener
lugar. En el cielo, en el seguro puerto, hay
sitio para ti y para mí, para todos.
Entonces nuestra débil naturaleza
humana, anclará y para siempre
estaremos seguros.
En el mundo actual hay una
obsesión por la velocidad en la
comunicación, nos damos cuenta de
tantas cosas, hay tantos acontecimientos
que captan nuestra atención, que nos
parece que los días transcurren más
rápido. Resultamos estar tan entretenidos
que muchas veces olvidamos la reflexión.
La reflexión, piedra fundamental de la
sabiduría, la reflexión, piedra fundamental
10 Predicación Dlnómlca
de la salud mental, la reflexión. piedra
fundamental de una vida eristiana
victoriosa. En el campo de la r ~flexión
meditar en tomo a la crucifixión d ~ Cristo
es el poder transformador más grande del
universo.
El egoísmo es la raíz de tedos los
males que enfrentamos todos los
humanos. El egoísmo fue la raí l de la
rebelión en el cielo. El egoísmo e la raíz
de pleitos, divisiones y disgustos.
Pero la ruta hacia el calvario dio un
golpe de muerte al egoísmo le d o en la
cabeza y todo aquel que ¡:articipe
continuamente de estas escefü s será
elevado a niveles de paz intnior, a
niveles de satisfacción íntima que ada en
este mundo le puede proporcionar.
LA RUTA HACIA EL CALV RIO
"Yo caminé la ruta del cahario, en
realidad no escogí hacerlo, me ot ligaron,
pero lo que en un princi¡:io fue
vergonzoso y en cierto modo ridículo, fue
cambiando. Yo no vivía en Jerusalén;
Alejandro y Rufo, mis hijos, me
escribieron a Cirene. Cirene f ra una
ciudad griega que estaba en Libia al norte
de África, había sido fundada en el siglo
VII antes de Cristo.
Durante el período de dominaciór: griega,
muchos Judíos asentaron en la ciu.iad, allí
habían venido mis antepasados, al í nací y
me crié, por supuesto en to fas las
costumbres Judías, en las que siempre
fuimos muy celósos. Las visitas q ie antes
había hecho a Jerusalén fuer n muy
especiales, por eso acepté que nis dos
hijos fueran a vivir allí, era mi deseo que
2. OBLIGADOS A LLEVAR SU CRUZ.
ellos profundizaran en nuestras
costumbres y en el conocimiento de la
ley. Pero yo no quería, no quise nunca
dejar Cirene, tal vez por eso me conocen
como Simón el de Cirene.
Les dije hace un momento, que mis
hijos me escribieron, más bien diría me
urgieron a venir a Jerusalén. Estaban tan
entusiasmados, por lo menos así lo
percibí, con un maestro de Nazaret que
despertaron mi curiosidad. ¡Tal ve pensé!,
¡tal vez, sea el Mesías!, ¡ojalá!.
Debo decirles que más bien me
desilusioné cuando lo conocí, no había en
él ninguna hermosura, no había ninguna
relación significativa con los dirigentes de
mi pueblo en quienes había confiado
desde pequeño, ni siquiera tenía una casa
para vivir, ni una oficina, y vestía como el
común de la gente.
Lo que sí me di cuenta es que las
cosas se iban poniendo cada vez más
dificiles para Jesús y para mis hijos. sobre
todo después del alboroto que armaron,
después de que miles querían proclamarlo
rey.
La mañana que siguió a ese
domingo fue la más que bien recuerdo los
rostros de Alejandro y Rufo.
Entre sollozos me contaron que
habían tomado preso a Jesús y que para
ellos todo había terminado, ya no vale la
pena vivir papá; como pude los animé y
les dije que se acercaba el día en que el
verdadero Cristo nacería.
Yo también les abrí mi corazón; les
dije que me sentía mal por mi religión tan
formalista, que además sentía el oprobio
de ser dominados por los romanos y que
sin duda, muy pronto nacería el 1esías,
muy pronto hijos, les dije, muy pro 1to.
Sentí pena por ellos, pero pensé
que muy pronto se les iba a pasar Como
se le pasa a todos los jóvenes, Como se le
pasa a toda la gente.
Nos dormimos, y tempra 10 me
levanté sin imaginarme lo qt e me
aguardaba ese día; me salí de la casa y
antes de salir de la ciudad, escuché
rumores de que a Jesús, lo habían
condenado a muerte; a mí me pare ~ió una
decisión exagerada y lo sentí pJr mis
hijos. Pasé el día en el campo, pero no
estuve a gusto, tal vez por mis hijos,
acaso por la insatisfacción qt e me
producía mi religión; no sé, pero al á en el
campo, comencé a ,simpatizar coi Jesús
de Nazaret. Me regresé al medio día y
cuando entré a la ciudad me enteré de que
a Jesús lo crucificarían? no es para tanto,
me dije, y comencé a temer por Alejandro
y_por Rufo.
J1e encaminé con pasos
apresurados hacia el palacio donde estaba
el gobernador. Las calles estaban
atestadas, pero no veía por ningún ugar a
mis hijos. Tampoco vi a ningún di ~cípulo
de Jesús que había conocido. Me abrí
paso rápidamente entre la gente, y de
repente me encontré frente al nismo
Jesús, su espalda descubierta sangraba, lo
azotaron, pensé, su frente ta nbién
sangraba, así que me fijé muy ben, le
habían puesto una corona con las espinas
más grandes que yo haya visto jamás.
Estaba pálido y parecía muy ébil.
De repente cayó desmayado bajo la
carga. Volví para todos lados buscando a
Predicación Dlnómlca 11
3. OBLIGADOS A . LLEVAR SU CRUZ
mis hijos pero no los vi. Lo que sí oí fue
toda clase de palabras, Jesús se levantó
otra vez y dije que no erajusto
Comenzaron a forzar a algunos
para que ayudaran con la cruz, pero no
querían; uno que estaba a mi lado dijo que
yo simpatizaba con el prisionero y apenas
volví a verlo y sentí unas pesadas manos
sobre mi espalda, luego otro me tomó de
los brazos, inmediatamente sentí sobre
mis hombros la pesada cruz. Miré a
Cristo y él me estaba mirando Ni siquiera
atiné a decirle que yo era papá de
Alejandro y Rufo sus seguidores.
Apenas Jesús se levantó escuche
las primeras muestras de compasión, unas
mujeres lloraban y expresaban su
simpatía. ¡Maestro! Usted sanó a mi hija y
le estaré eternamente agradecida. Señor,
yo fui quien tocó su manto por detrás y le
estaré eternamente agradecida por mi
salud. Yo no estoy contra usted, maestro,
yo le llevé a mis hijos para que los
bendijera, y usted los bendijo. Otra
expresaba gratitud por su hijo resucitado,
era de Naín la señora.
Cuando las escuchó, Jesús se
levantó y habló como profeta: ¡Hijas de
Jerusalén! dijo, no me lloréis a mí, mas
llorad por vosotras y por vuestros hijos.
Pensé este hombre no tiene nada de
egoísmo, no se valió de las mujeres para
clamar por justicia, no las usó como
testigos para probar su inocencia, para
demostrar que no merecía ese trato, que
no merecía ser condenado que no merecía
la cn1z, me pareció que era un hombre de
bien, me pareció que estaba por encima
de lo que hacían con él; como siempre le
12 Predicación Dlnómlca
interesaban más los otros que é mismo.
Me pareció que vivía en otra esfe a, como
que hablaba en otra frecuencia.
Cuando llegamos a la cm 1bre del
monte, al lugar de la ejecución, cejé caer
la cruz, pero me quedé allí. 1'.o podía
irme, solo unos momentos de estar junto a
él ya comenzaba a quererlo. Dos
prisioneros que también nos acmrpañaban
fueron atados a los elementos de tortura y
mientras los ataban se revolvía 1 en las
manos de los que los ataban, que los
ponían sobre la cruz, cómo ¡ eleaban,
tiraban puñetazos mientras lo ponían
sobre la cn1z, Pero Jesús no presentó
resistencia alguna. Pero pen ,é; éste
hombre está en otra cosa, le Í1 teresaba
. más yo. No podía creer, cuando vi que se
acercaban con martillos y clavos. Menos
cuando vi que estos se hundfr n en la
tien1a carne, Jesús no dejó oír un solo
munnullo de queja, su rostro pe 1naneció
sereno.
4. OBLIGADOS A LLEVAR SU CRUZ
Casi caí de rodillas cuando lo
escuché decir " Padre, perdónalos porque
no saben lo que hacen" ¿cómo puede ser
posible?, pensé, no, éste, no es un hombre
común y corriente, debe proceder de
Dios, porque de Dios procede el amor, de
Dios procede el perdón, de Dios procede
el buen trato con sus enemigos, Dios se
opone al egoísmo.
Cuando las tres cn1ces fueron
alzadas. Vi que los tres colgados
conversaban y me acerqué todo lo que
pude y escuché, el más joven le dijo,
"Acuérdate de mí cuando vinieres en tu
reino". ¿tu reino? ¿oí bien?, ¿de dónde
sacaron que éste es rey?. Prestamente
llegó la respuesta; el tono era suave y
melodioso, y las palabras llenas de amor,
comprensión y poder. "De cierto te digo
hoy, estarás conmigo en el paraíso"
¿paraíso? ¿escuché bien?. Este no es un
hombre pensé una vez más, pero ni modo
que sea Dios, ¿acaso será Dios? y
comencé a creer, vinieron unos momentos
de oscuridad, y luego el sol resplandeció.
Pero la cruz quedó rodeada de tinieblas
de repente la lobreguez se apartó de la
cruz y en tonos claros como de trompeta
que parecían repercutir por toda la
creación Jesús exclamó:
"Consumado es, Padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu." Una luz inundó
la cruz, y el rostro del Salvador brilló con
una gloria cómo · la del sol. Inclinó
entonces la cabeza sobre el pecho, se
produjo entonces un violento terremoto
que hizo caer a la gente por racimos,
surgió la más frenética confusión y
consternación. En las montafias
"Yo fuí forzado a llevar la
cruz...
Pero cuando el sol se puso
aquella tarde,
mi corazón rebosaba
de gratitud y gozo por tan
extraordinario... privilegio"
circundantes se partieron las rocas que
bajaron con fragor a las llanuras, par~cían
estremecerse hasta los átomos. Príncipes,
soldados, verdugos, y pueblo y tcían
postrados en el suelo.
Escuché entonces al centurión decir
"Verdaderamente, Hijo de Dios era este".
Yo también pensé lo mismo, y has a lo
dije en voz alta y así cómo lo pen .;aba,
rápidamente fui a buscar a mis 1ijos;
pasé el sábado con ellos, estuvimos muy
tristes, me contaron muchas cosa.~ de
Jesús que antes no quise escucha . El
domingo también yo supe de la
resurrección fui a buscar a Jesús y lo
escuché hablar antes que ascendiera,
estuve en pentecostés y fui fundador Je la
iglesia de Antioquía.
Yo fui forzado a llevar la cruz, me
obligaron. Pero cuando el sol se ;mso
aquella tarde mi corazón rebosabr de
gratitud y gozo por tan extraordinai io y
hennoso privilegio.
Un hennoso testimonio de Simón
de Cirene.
Predicación Dlnómlca 13
5. OBLIGADOS A LLEVAR SU CRUZ
Hermanos, la cn1z de Cristo una
vez más está vacante, y el recorrido al
calvario está abierto cada día para ir a
través de su palabra, una vez más les
quiero proponer que al iniciar el afío
tomemos los evangelios, bebamos de esa
fuente de inspiración, profundicemos en la
extraordinaria y rica personalidad de
Cristo, especialmente en las escenas
finales de su vida.
La semilla del egoísmo no puede
germinar a la luz que procede del
calvario, es imposible. Porque la carga de
la cn1z y el camino al calvario es el único
antídoto.
Puede ser que alguno de ustedes
sienta que lo están forzando, que lo hayan
obligado a venir acá. Si te sientes forzado,
y sientas que te es vergonzoso y ridículo,
te puedo asegurar, que al ponerse el sol
de h1 vida estarás eternamente agradecido
porque escucharás las mismas palabras
que Jesús dijo en la crnz "Estarás
conmigo en el paraíso"
"¡Estarás conmigo en el pan íso!".
Apocalipsis 7:9 14 Dice:
"Después de esto miré, y he aquí 1 na gran
compañía, la cual nadie podía co 1tar, de
todas naciones, y tribus y puC'blos y
lenguas que estaban delante del treno y en
la presencia del Cordero, vestldos de
ropas blancas y con palmas en sus manos;
..... Estos son los que han salid.) de la
gran tribulación, y han lavado sus opas, y
las han emblanquecido en la sa1 gre del
Cordero". ¡Qué hermoso, Una gran
compañía!. Es nuestro privilegio lavar y
blanquear nuestras ropas cada d1a en la
sangre del Cordero. A través de a diaria
reflexión de su palabra, y la entrega total
de nuestra vida. ¡Una gran comp iñía, de
t~do linaje, y tribus y pueblos y lenguas!.
Una gran compafiía, unas muje es que
lloraban aquel día estarán con st s hijos,
un joven ex-ladrón, un centurión omano,
Simón Cireneo, ojalá tú y yo.
iDeleite! iEmoción!
iJuegos! iCantos!
iManualidades!
AMIGO FIEL. Es editada trimes+ almente
e Impresa por el Centro de Prc>ducclón
de la Iglesia Adventista del Sé¡:::tlmo Dfa
A.R., con el propósito de transriltlr a los
niños y menores, la seguridad de una
vida plena y feliz, al lado de los altos va-
lores morales, fisicos y espiritualEs que se
encuentran en la Sagrada Biblicl .
Con los niños y menores
de todos los épocos
14 Predicación Dinámica
iExperimentos!
iDiversión! y
mucho mas....
Centro de Producciór
Iglesia Adventista del Séptimo l>ia A.R
Unión Mexicana del N0tte