Los animales no tienen un lenguaje propiamente dicho sino una comunicación rudimentaria basada en señales químicas, visuales y acústicas. A diferencia del lenguaje humano, la comunicación animal carece de productividad, dualidad, estructura y transmisión cultural. Experimentos han demostrado que aunque algunos animales pueden aprender símbolos, no entienden el significado de las palabras sino que reaccionan a estímulos.