Después de una noche lluviosa, un grupo de voluntarios asó castañas para celebrar el Magosto en un día soleado, decorando cajas y coronas con castañas y calabazas. Comieron las castañas, que estaban ricas, y se divirtieron con sus compañeros jugando juegos tradicionales, pasándolo bien y quedándose con ganas de repetir el año siguiente.