1. Mateo 5, 38-48 . 7 Tiempo Ordinario –A- Autora: Asun Gutiérrez. El Señor es clemente y compasivo, paciente y lleno de amor. Como un padre siente ternura por sus hijos, así siente el Señor amor y ternura por todas sus criaturas. (Salmo 102)
2. Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal; En el discurso del monte continúan las antítesis entre “se les dijo” y el “pero yo les digo”. La ley del talión era una fórmula que sentaba las bases para superar los destructores efectos de la venganza: tal como ha sido la ofensa debe ser el castigo, sin infligir a nadie un castigo desmesurado, desproporcionado. Se puede decir que socialmente era ya un progreso y suponía una justicia equilibrada. Jesús dice claramente que la injusticia no se combate con la injusticia, que la violencia genera violencia. Supera la ley del talión, en la línea de las bienaventuranzas.
3. al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado . Jesús va mucho más allá de la ley y de la justicia. Por supuesto, no se trata de interpretar al pie de la letra cada uno de sus ejemplos (Jesús, cuando lo golpearon en una mejilla, ante el juez, pidió explicaciones al soldado que le pegó), sino de aprender la gran lección del amor generoso, gratuito, incondicional y de la no violencia. La enseñanza de Jesús siempre es el amor. Dar gratuitamente.
4. Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque Él hace salir el sol sobre malos y buenos, y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. El amor del Padre es universal. Jesús pide a sus seguidores relaciones nuevas fundamentadas en el amor. Lógicamente, no dice que hay que querer igual a todas las personas. No se refiere al ámbito del sentimiento, sino de la actitud. Amar al enemigo es hacer el bien a todos, actuar siempre con bondad y generosidad, prescindir de toda actitud, rencor, venganza, violencia... que pueda hacer daño a los demás. Y no esperar nada a cambio. El único motivo es porque el Padre actúa así, es bueno, compasivo, tierno con todos. La mayor felicidad para sus hijos es imitar su ejemplo.
5. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Nosotros no haremos llover ni salir el sol, pero sí podemos ofrecer buena cara a todos, acoger, ayudar, decir palabras amables, construir un ambiente de alegría, de comprensión y de paz. Mi prójimo son todas las personas. También las que tienen otro temperamento, otra cultura, otros gustos... Con ellas he de recordar, imitar y practicar el amor gratuito y universal de Dios, Padre de todos. Cuando los demás me resultan simpáticos y me interesa su amistad, no hace falta recordar ninguna consigna.
6. Sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo. Jesús nos propone al Padre como modelo. Estamos llamados a ser perfectos, a realizarnos plenamente como personas. Jesús no pide imposibles, sigue dando las pistas para que seamos realmente felices. Nos dice que nuestra actuación no debe basarse en la letra de la ley, sino en la forma de actuar del Padre. Él es el mejor espejo en el que mirarnos, “quien me ve a Mí, ve al Padre”. No tiene sentido sentirme hijo del Padre y no considerar y tratar a todos como hermanos. La clave es imitar su manera de actuar: siempre lleno de amor, de bondad y de ternura con todos. Amar a su estilo es posible.
7. COMO TÚ, PADRE Sobre buenos y malos, Padre, haces salir el sol y mandas la lluvia. A todos sostienes, a todos ofreces tu regazo y susurras palabras de vida y ternura, independientemente de sus méritos, de su dignidad, de su bondad o malicia, de su credo, de su autoestima. Graba en nosotros las claves de tu corazón, y da a nuestras entrañas los ritmos de tu querer para respetar a los que son diferentes, ser tolerantes con los que no coinciden, dialogar con los disidentes, acoger al extranjero, prestar sin esperar recompensa. defender al débil, saludar al caminante, y amar a todos por encima de nuestros gustos y preferencias. Enséñanos, Padre, a ser como Tú. Que todos puedan decir: Son hijos dignos de tal Padre. Ulibarri, Fl.