El documento resume las reflexiones sobre la conmemoración del 11 de septiembre a 39 años del golpe de estado en Chile. Explica que existen múltiples memorias e interpretaciones de este evento que están en constante disputa. También describe los esfuerzos de los gobiernos militares y de transición para controlar la memoria e imponer una versión unificada de los hechos. Finalmente, argumenta que esta conmemoración debe servir para reflexionar como país sobre el pasado reciente y dejar atrás las visiones dicotómicas, buscando
TIPOLOGÍA TEXTUAL- EXPOSICIÓN Y ARGUMENTACIÓN.pptx
A 39 años del golpe
1. 11 DE SEPTIEMBRE DE 1973:
REFLEXIONES SOBRE UNA NUEVA DISPUTA CONMEMORATIVA
A 39 AÑOS DEL GOLPE DE ESTADO
Jorge Campos T.*
Se acerca una nueva conmemoración del 11 de septiembre y a casi cuarenta años
de este hecho traumático, se suscitan algunas interrogantes que aún no logran ser
clarificadas debido a la constante re-construcción del pasado, en disputa precisamente
por las memorias individuales y colectivas en torno al tema, lo que debe considerar sus
diversas implicancias en la vida nacional. Pareciera ser que esta fecha tiene mucho que
decir aún, pues nos convulsiona como chilenos y pone en el tapete temas inconclusos,
tales como la unidad nacional, la “reconciliación” o el reclamo de verdad y justicia que
lideran las agrupaciones de Derechos Humanos, de Familiares de Detenidos-
Desaparecidos y Presos Políticos, entre otras. De lo que estamos seguros es que las fechas
públicas se convierten en objeto de disputas y conflictos 1, en donde las mismas fechas nos
entregan diferentes apreciaciones según la vivencia de los diversos actores participantes o
según la visión de los analistas contemporáneos, por lo cual es vital conocer y comprender
la variedad de interpretaciones que caracteriza el acto conmemorativo. He aquí donde
podemos constatar una variedad de memorias, con las que el historiador ha de trabajar,
puesto que “La memoria es parte de la experiencia de un grupo y, por lo tanto, tiene que
ver con la manera en que el grupo se relaciona con su pasado y lo lleva como su presente y
su futuro”.2 Con lo cual se demuestra la proyección que tiene el acto conmemorativo y
memorial, puesto que desde el ejercicio del recuerdo se reproduce una actitud en el
presente y una visión de futuro acorde a los valores de los diversos grupos. Para Steve
* Profesor de Historia y Geografía, Licenciado en Educación (Universidad del Bío-Bío), Diplomado en
Patrimonio, Comunidad y Cultura Local, Universidad de Santiago de Chile, Santiago, Chile.
1
Elizabeth Jelin, “Fechas de la memoria social. Las conmemoraciones en perspectiva comparada”, en
ÍCONOS No. 18, Flacso-Ecuador, Quito, 2004, pp. 141-151.
2
Ana Carolina Ibarra, “Entre la historia y la memoria. Memoria colectiva, Identidad y Experiencia.
Discusiones recientes.”, Instituto de Investigaciones Históricas, p. 18
2. Stern existen cuatro memorias emblemáticas en torno a los recuerdos del 11 de
septiembre y del gobierno militar: a) La memoria como salvación, b) la memoria como
una ruptura lacerante no resuelta, c) la memoria como una prueba de consecuencia ética y
democrática, y por último, d) la memoria como olvido, o mejor dicho, como una caja
cerrada. Para explicar la primera de estas memorias, el autor sostiene que “Sus elementos
claves plantean que el trauma fundamental se ubica en el período antes de septiembre de
1973, que la economía andaba por un camino catastrófico y lleno de arbitrariedades y que
la violencia se había vuelto peligrosa, llevando el país al precipicio de una guerra civil o
una masacre inminente”3. En relación a la segunda memoria emblemática, Stern, afirma
que “la idea central en este caso es que el gobierno militar llevó al país a un infierno de
muerte y de tortura física y psicológica, sin precedente histórico o justificación moral, y que
aún no llega a su fin”4. Precisamente es a esta memoria que atribuyo la existencia de
interrogantes no clarificadas, las cuales se muestran hoy inconclusas, y por ende, lejanas
de una verdad absoluta que clarifique este suceso y sus consecuencias a nivel personal y
de país, en definitiva las consecuencias de la dictadura persisten hasta el día de hoy bajo
diversas manifestaciones y realidades políticas, sociales, económicas y culturales.
Durante la dictadura y también durante los gobiernos de la transición o de post-
dictadura, hubo esfuerzos políticos para controlar la memoria y encauzarla en el camino
que dichos gobiernos estimaban convenientes, es así como la clase política de turno
pretendió homogenizar su verdad. Fue así como el gobierno dictatorial de Augusto
Pinochet conmemoró el día 11 de septiembre como aquel reencuentro con la paz interna
del país, que atribuye la perdida de la paz a consecuencia del mal gobierno de la Unidad
Popular, idea con la que el mismo gobierno dictatorial intentó legitimarse durante sus 17
años de régimen y que hoy en día, sus defensores buscan legitimar también, justificando
lo necesario que era el “pronunciamiento militar” para recuperar el orden en el país y así
3
Steve Stern, “De la memoria suelta a la memoria emblemática: Hacia el recordar y el olvidar como proceso
histórico (Chile, 1973-1998)”. Este ensayo fue publicado en Jelin, Elizabeth (Comp.): “Las
conmemoraciones: Las disputas en las fechas “in-felices”. S. XXI de España editores. pp.11-33.
4
Steve Stern, Óp. Cit., pp. 11-33
3. exponer su interpretación de los hechos como una verdad unívoca de la historia político-
social de nuestro país. El control de los discursos de memoria también se evidencia en los
gobiernos de la denominada transición, en donde “se propuso neutralizar los choques de
fuerzas sociales y políticas ligadas al pasado traumático, desactivando el recuerdo de la
violencia histórica a través de un primer mecanismo: el consenso y su discurso de la
reconciliación nacional”5. Es así como constatamos una permanente lucha memorial,
entre el discurso oficial y las contra-memorias que surgen en legítima respuesta, ejemplo
de ello es la cuña que adopta Patricio Aylwin para prometer una luz de verdad a los
familiares de las víctimas, en donde propone una “justicia en la medida de lo posible”, a lo
que la Agrupación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos responde diciendo que “el
dolor de cada uno y de todos no se puede cuantificar”, por lo cual, en palabras de Richard,
se afirma que ninguna medida de restitución podrá compensar la pérdida causada por la
desaparición sino la verdad y la justicia absolutas, lo que se opone directamente a la
propuesta del mandatario Patricio Aylwin.
La habitual dicotomía en torno al 11 de septiembre establece que esta fecha pudo
ser una experiencia liberadora –del marxismo leninismo- con la cual volvió el orden al país
o bien una interpretación que considera esta fecha como símbolo de la peor desgracia
que se dejó caer sobre nuestro país. En términos sencillos esta sería la división
interpretativa de dicho suceso, pero habrá que considerar muchas aristas en este ejercicio
conmemorativo, marcadas por los avances del presente –verdad y justicia, que avanza
pero que aún sigue pendiente- por la visión de las nuevas generaciones y por la puesta en
valor que otorgan los chilenos a este suceso, proyectándolo como un legado que debe
seguir recordándose.
En este nuevo 11 de septiembre seguramente transitará el hombre libre por las
grandes alamedas (aunque no libre de represión), y volverán las marchas, los eventos
públicos, la romería hacia el cementerio general; volverá el luto personal y el dolor de
5
Nelly Richard, “La crítica de la memoria (1990-2010)”, Ediciones Universidad Diego Portales, Santiago,
2010, p. 31
4. quienes aún no encuentran a los suyos, pero también volverá la violencia y destrucción
que practican algunos jóvenes anti-sistema, los que se verán enfrentados al fantasma
represivo de la policía, que seguramente intentará erradicar y combatir las variadas
barricadas que iluminarán el despertar y el anochecer del país, tal como se hacía antes en
los barrios populares que sufrieron la peor represión durante el régimen dictatorial. Este
acto, vandálico para algunos, es también una conmemoración de la lucha que se dio en las
poblaciones (liderada principalmente por mujeres), en donde se entendía que las
barricadas o quema de neumáticos era la mejor forma de manifestar el descontento, ya
que hacer sonar las cacerolas era de momias.
Pero más allá de lo “bueno o malo” que suceda durante el transcurrir del día,
debemos aprovechar esta nueva oportunidad para que los usos del recuerdo no sólo nos
divida entre pinochetistas y allendistas o entre defensores y adversarios de la dictadura
militar, sino para reflexionar como país, y para que las diferentes ideologías o
pensamientos que involucran nuestras memorias como chilenos nos hagan comprender
de mejor forma nuestro pasado reciente.
Queda mucho por discutir y quedan muchas verdades por florecer, a 39 años del
golpe de Estado, VERDAD y JUSTICIA.