Reseña descriptiva goria bernal- guia de escritura
Sobre viajes, comprensiones y otras experiencias montaigne . prof@s milena morales, natalia daza y juanita gonzalez
1. Pontificia Universidad Javeriana Presentado por:
Facultad de Educación Natalia Catalina Daza Santos
Maestría en educación Juanita González Tobón
Modelos y métodos educativos contemporáneos. Milena Morales Silva
Prof. Rafael Reyes Abril 2 de 2011.
Sobre viajes, comprensiones y otras experiencias
El saborear el escrito de Montaigne desde nuestro ser, hace que sea difícil realizar una
reflexión de su texto desconociendo nuestros propios viajes y aprendizajes por la vida, por lo
anterior, escribirlo en tercera persona nos aleja de la posibilidad de sentirlo como propio negando el
viaje y su riqueza.
Hablar y escribir con claridad y no desde el lenguaje de los pedantes, es una de las
principales invitaciones de Montaigne, “Los sabios usan un lenguaje cada vez más alambricado,
inventando nuevas jergas más o menos incomprensibles” (Montaigne, 1580, en Melo 2008, p.11).
Así para el autor, el buen decir no es tan bueno como el buen hacer.
Aprovechamos este territorio de fuga que es la escritura, como pretexto para viajar
acompañadas de Konstantínos Kaváfis en su poema Ítaca, que constituirá nuestra embarcación para
explorar el espacio que Montaigne nos regala con su ensayo.
“Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca debes rogar que el viaje sea largo, lleno de
peripecias, lleno de experiencias (…) que sean muchos los días de verano; que te vean arribar con
gozo, alegremente, a puertos que tú antes ignorabas (…) Acude a muchas ciudades del Egipto para
aprender, y aprender de quienes saben” (Kaváfis).
Montaigne nos invita a pensar en la educación como un viaje, como un continuo devenir a
través del cual vamos dando forma a nuestra vida. “En verdad que es sujeto maravillosamente vano,
diverso y ondulante el hombre (Essais I.1). El ser ‘ondulante’ (ondoyant) es aquí fundamental; el
hombre no ‘es’ sino que ‘se hace’, y se hace, además, ‘hacia’ el futuro” (Bonet 1983, en Ferrater-
Mora 1998).
La concepción de educación como viaje, donde toma valor el camino que se recorre más
que el fin al que se pretende llegar, implica un viraje en la manera en que estamos viendo y
sintiendo el proceso educativo, así en palabras de Montaigne “no basta con que la educación no nos
dañe: es preciso que nos haga mejores (…) no basta pegar el saber al alma, sino que hace falta
incorporarlo a ella; no basta salpicarlo con él, sino que hay que impregnarla de él; y si no la cambia,
y mejora nuestro imperfecto estado, sería mucho mejor dejarla como está” (Montaigne, 1580, en
Melo 2008, p.39).
Lo anterior invita a que cada uno se haga responsable de dotar de valor su vivencia y de
construir su propia sabiduría, la cual, lejos de ser réplica de teorías ajenas es un proceso en el que el
2. ser se involucra por el simple hecho de existir, añadiendo puntadas de experiencia al tejido del
conocimiento en sus relaciones consigo mismo, con los otros y con un medio que lo invita a dudar,
a explorar y explorarse. “Aunque uno pueda ser erudito con la sabiduría de los demás, sabios de
verdad no podemos serlo sino con nuestra propia sabiduría” (Montaigne, 1580, en Melo 2008,
p.33).
“No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes, ni la cólera del airado Poseidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta si tu pensamiento es elevado, si una exquisita emoción
penetra en tu alma y en tu cuerpo, (ellos) no podrán encontrarte si tú no los llevas ya dentro, en tu
alma, si tu alma no los conjura ante ti” (Kaváfis).
La exploración de nosotras mismas pasa por reflexionar sobre lo que Montaigne (1580) en
Melo (2008) denomina ‘pedantismo’ al hacer referencia a “la actitud de presuntuoso aprecio del
conocimiento” (p. 21), donde podemos iluminar oscuridades que nos constituyen, evitando que
como los cíclopes, veamos parcialmente las cosas desconociendo el punto de vista de los otros o
perdiéndonos parte de la experiencia de estar vivas, o que como los gigantes lestrigones, en lugar de
llenar nuestra alma, nos limitemos a inflarla con teorías ajenas que tragamos entero como caníbales,
sin saborear su contenido.
En relación con la formación del sí mismo y el reconocimiento de las actitudes que pueden
alejarnos del sentido de nuestro viaje, Montaigne provoca con su texto que nos cuestionemos sobre
la manera como la prudencia es una vela que sirve de guía para definir nuestro rumbo. No basta,
según el autor, con acumular conocimientos, es preciso que contemos con la sensatez suficiente
para aprovecharlos de forma que podamos cuidar y preservar nuestra propia vida. Una persona
puede ser sabia pero no prudente cuando no pone suficiente atención a las cosas más útiles, la
prudencia entonces es la capacidad de gobernar la propia vida, de discernir cómo debe ser vivida, de
adentro hacia afuera; a su vez es la voz que nos permite hablarnos a nosotros mismos, a diferencia
de los pedantes que sólo cuentan con un lenguaje enmarañado para hablarle a los demás sin hacerse
comprender y sin comprenderse.
A pesar de que las aguas de nuestros viajes han cambiado, pareciera que siguiéramos en el
mismo mar de reflexiones que era habitado por Montaigne hace más de 400 años, por ello
quisiéramos abordar el concepto de comprensión desde autores contemporáneos, quienes al parecer
también comparten con Cicerón la idea de que este arte importantísimo de vivir bien, se aprende
más de la vida que de las letras (Cicerón, Tusculanas, IV, iii. Montaigne, 1580, en Melo 2008).
Para Vasco (2008) un elemento importante en la formación integral está referido a la
posibilidad de superar el entendimiento o asimilación de información y llegar a un nivel de
comprometerse vitalmente con el otro y consigo mismo: “Al comprender reconocemos el mundo y
3. al hacerlo nos reconocemos como seres en formación (…) la comprensión no es meramente
conocimiento, es re-apropiación de sentido, es asimilación del sentido del mundo y del propio en
continua interacción” (Campo, R. y Restrepo, M. 1999. p. 9)
La comprensión implica además ubicar al ser humano como un todo-con-sentido hacedor de
historia en este momento (Vasco, 2008). Como lo expresa Manfred Max-Neef, “estamos viviendo
en un mundo que necesita ser comprendido, más que ser conocido (…) nosotros insistimos en
acumular más conocimiento sobre él y rehuimos todo esfuerzo por comprender (…) el comprender
tiene que ver con una percepción profunda (…) supongamos que usted ha estudiado todo lo que se
puede estudiar, desde una visión teológica, sociológica, psicológica, biológica y hasta bioquímica
de un fenómeno que se conoce con el nombre de “amor” (…) pero nunca va a comprender el amor a
menos que se enamore. Comprender no es algo que se puede aprender, es algo que sólo se puede
vivir (…). Solo podemos comprender aquello de lo cual somos capaces de formar parte. Aquello
con lo cual somos capaces de integrarnos” (Max-Neef, M. 1991).
De esta manera, comprender y comprenderse pasa por sumergirse en lo que Montaigne
(1580) en su tiempo entendía como Institutio, que según Reyes (2011) se refiere a la producción de
uno mismo y que está relacionado con el proceso de formación personal que es inherente a la vida,
que es permanente y que trasciende los espacios tradicionales de aprendizaje. “No es un alma y un
cuerpo lo que se forma, sino un hombre: no hay que hacer dos seres de él” (Montaigne, 1580, en
Melo 2008, p.102).
El concepto de formación (Del lat. formatĭo,-ōnis) se define en el diccionario de la Real
Academia de la Lengua como: acción y efecto de formar o formarse. Campo (1999) lo define como
el “proceso mediante el cual los seres humanos van tomando determinada forma y este proceso es
propio de la vida” (Campo, R. y Restrepo, M. 1999. Pag. 10).
El recorrido de los caminos que hemos transitado en este escrito nos conducen de nuevo al
viaje como andadura, que nos forma y a la vez nos transforma de manera continua, permitiendo que
a partir de nuestras comprensiones de las experiencias logremos darle sentido a nuestra vida y
evitando que esta pase ante nuestros ojos sin haberla saboreado.
“Mas no hagas con prisas tu camino; mejor será que dure muchos años, y que llegues, ya
viejo, a la pequeña isla, rico de cuanto habrás ganado en el camino. No has de esperar que Ítaca te
enriquezca: Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje. Sin ellas, jamás habrías partido; mas no
tiene otra cosa que ofrecerte…Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado. Y siendo ya tan
viejo, con tanta experiencia, sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas”
4. Referencias
Bonnet, P. (1983). Bibliographie méthodique et analytique des ouvrages et documents rélatifs à M.
(jusqu'à 1975), en Ferrater Mora (1998) Diccionario de Filosofía. Recuperado de:
http://www.ferratermora.org/ency_filosofo_kp_montaigne.html el 15 de marzo de 2011.
Campo, R y Restrepo, M. (2000). Formación Integral: modalidad de educación posibilitadora de
lo humano. Formas en educación No. 1. Bogotá: Universidad Javeriana.
Diccionario de la Real Academia de la Lengua. Recuperado de
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=formación el 26 de marzo de
2011
Max-Neef, M. (1991). “El acto creativo” [Conferencia], Primer Congreso Internacional de
Creatividad, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá D.C.
Montaigne, M. (1580). Dos ensayos sobre la educación. En Melo, J (2008). Miguel de Montaigne.
Dos ensayos sobre la educación (traducción y presentación). Medellín: Fondo Editorial
Universidad EAFIT.
Reyes, R (2011). Cátedra de Modelos y métodos educativos contemporáneos (Apuntes de clase).
Pontificia Universidad Javeriana, Maestría en Educación. Bogotá.D.C.
Vasco Uribe, C.E. (2008) y otros. “Educación, pedagogía y didáctica: una perspectiva
epistemológica”, en Hoyos, G. (ed.) (2008), Filosofía de la educación. Madrid: Editorial
Trotta.