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Apple i phone 5 y samsung galaxy s iii
1. Apple iPhone 5 y Samsung Galaxy S
III
Pese a las recíprocas acusaciones de violación de patentes que Apple y
Samsung llevan un tiempo profesándose ante tribunales de medio
mundo, en el fondo cada compañía entiende el concepto del
smartphone de forma bastante distinta. En esta comparativa
intentaremos poner de manifiesto estas diferencias, así como los pros y
los contras que suponen para el usuario, que es quien tiene la última
palabra sobre cuál de los dos se ajusta mejor a sus necesidades.
Cuestión de tamaño y estilo
El diseño es siempre la carta de presentación de un teléfono, y ya
desde este punto Apple y Samsung toman caminos distintos.
Especialmente en el tamaño: el Galaxy S III es capaz de tapar al
iPhone 5 tanto a lo alto como a lo ancho. Es consecuencia directa de
que el primero esté presidido por una pantalla de 4,8 pulgadas y el
segundo se conforme con 4 pulgadas.
2. Ambos son muy comedidos tanto en grosor (7,6 milímetros el iPhone
5, 8,6 milímetros el Galaxy S III) como en peso (112 y 133 gramos,
respectivamente), pero el modelo de Apple resulta más manejable para
la mayoría de mortales. A no ser que uno tenga manos y bolsillos
grandes, el equipo de Samsung es más incómodo de transportar y
requiere una sujeción más firme y un esfuerzo mayor del dedo pulgar
para ir haciendo pulsaciones sobre el panel.
Cada tamaño viene además asociado a estéticas muy distintas. La de
Apple, más uniforme, con más líneas rectas (como las que le permiten
sostenerse de pie por sí solo en cualquier posición) y con una carcasa
de aluminio que no puede abrirse; la de Samsung, más irregular, con
más detalles curvados (no hay más que mirarle el perfil), un uso
predominante del plástico y una tapa trasera para acceder a la batería.
3. Aunque sea una expresión más que manida, todo depende del gusto de
cada uno. Si uno valora sobre todo lo calidad de los materiales y del
ensamblaje de sus piezas, el iPhone 5 es mejor opción que el Galaxy S
III. Pero este último tiene un tacto más suave y el calentamiento de su
carcasa queda algo menos patente al usar aplicaciones de mucha
exigencia gráfica.
Por resumirlo en pocas palabras, podríamos decir que el teléfono de
Apple tiene un aspecto más elegante, mientras que el de Samsung
resulta visualmente más contundente. En cuanto a los colores, cabe
destacar que algunas tiendas españolas ya venden una versión roja del
Galaxy S III, que en los catálogos de las operadoras sólo está en
blanco o azul oscuro. El iPhone 5, por su parte, se queda con una
versión negra y otra blanca, ambas matizadas por acabados grisáceos
en la parte trasera.
Cuestión de pantalla
También debido a sus distintos tamaños, las pantallas de ambos
terminales pueden resultar más o menos prácticas en función de la
situación. Por ejemplo, el mayor espacio disponible le brinda algo más
de comodidad al Galaxy S III al escribir con los dos pulgares en el
teclado virtual en posición vertical; en apaisado, en cambio, es algo
más fácil pulsar con precisión las teclas de la zona central en el iPhone
5. No son en cualquier caso diferencias abismales, y tanto el uno como
el otro poseen una sensibilidad táctil exquisita.
4. Si nos centramos en la calidad de reproducción, el smartphone de
Apple tiene la mejor pantalla en términos objetivos. Más allá de los
píxeles de resolución (720 x 1280 el modelo de Samsung, 640 x 1136
el de Apple) y la densidad de puntos por pulgada (306 y 326,
respectivamente), una comparación sobre el terreno ayuda a entender
mejor otras diferencias técnicas.
Más de uno ya sabrá de qué va la historia: la matriz de subpíxeles
PenTile presente en la pantalla Super AMOLED del Galaxy S III sufre
carencias en aspectos que el panel LCD IPS del iPhone 5, con matriz
RGB, solventa con más soltura. El modelo de Samsung sólo se impone
claramente al de Apple en la pureza de los negros y en la ratio de
contraste.
5. Rigurosos estudios como el recientemente publicado
por DisplayMate ya han dado cuenta de estas diferencias. Ahora bien,
es probable que la mayoría de mortales no se lleguen a percatar de
ellas. El usuario más exigente en la materia apreciará la superioridad
del iPhone 5; al usuario de a pie le puede valer perfectamente con la
pantalla del Galaxy S III, no tan exquisita al mostrar los blancos o
forzar el ángulo de visión, pero bastante decente en términos de
nitidez.
Con todo, hay algo que igual merece una mención especial: el
tratamiento del color, que es la diferencia más visible cuando uno
compara en directo ambas pantallas mostrando una misma imagen. El
iPhone 5 es en este sentido muy neutral, pues se mantiene bastante
fiel a los colores del archivo original; el Galaxy S III los sobresatura
6. Debido a esto, habrá casos en los que una imagen quizá demasiado fría
parezca más vistosa en la pantalla del terminal de Samsung, pero
también otros en los que la saturación eche a perder los colores de una
imagen que ya estaba equilibrada. Como ya hemos dicho
anteriormente, todo depende del gusto de cada uno. Lo único cierto es
que la pantalla del iPhone 5 engaña menos, por así decirlo.
Android o iOS
Aunque la evolución del sistema operativo de Apple hasta su actual
versión iOS 6 ha acortado las distancias, Android sigue siendo la opción
visualmente más configurable. Tanto el iPhone 5 como el Galaxy S III
aceptan iconos de acceso directo y carpetas para aglutinar varios de
estos iconos. Pero si a uno le gusta tener los escritorios principales
repletos de "widgets" que vayan actualizando la información que
muestran e incluso permitan realizar algunas acciones sin entrar a una
aplicación aparte, sólo el modelo de Samsung puede satisfacer estas
necesidades.
Podría decirse que Apple es la que propone la interfaz más sencilla,
pero también la más limpia: básicamente, uno sólo tiene que
preocuparse por cómo distribuir los iconos en el escritorio y qué
complementos prefiere para el panel de notificaciones. La de Samsung
puede resultar más compleja, pero al mismo tiempo más
7. personalizable. Al fin y al cabo, uno es totalmente libre tanto de
recurrir a los "widgets" si le resultan útiles como prescindir de ellos si
no quiere complicarse mucho la vida con el aspecto de los escritorios
principales.
Ahora bien, conviene recordar un punto que no por estar ya muy
manido deja de ser importante: las actualizaciones del sistema
operativo. Ahora que Google acaba de presentar la nueva versión 4.2
de Android, el propietario de un Galaxy S III tendrá que cruzar los
dedos para que tanto Samsung como su operadora (en caso de que no
sea una unidad libre) no inviertan muchos meses en realizar las
adaptaciones pertinentes; con el iPhone 5, Apple pone la fecha de
llegada del nuevo firmware y no hay retrasos. O al menos así ha sido
siempre y hasta ahora.
8. Las aplicaciones
"Ya disponible en la App Store y próximamente en Google Play." Es el
mensaje que suele aparecer en las webs oficiales de muchas
aplicaciones durante sus primeros meses de vida. Esto no quita para
que la tienda virtual de Google tenga un catálogo de descargas
impresionante (unas 700.000, la misma cantidad aproximadamente
que en la de Apple). Y por supuesto, con el tiempo han aterrizado en
Android herramientas que en su día eran exclusivas de iOS, como
Instagram o Flipboard, entre otras.
Pero la App Store sigue marcando la referencia en términos generales
(siempre hay excepciones, claro). El usuario especialmente interesado
en probar cuanto antes nuevas aplicaciones de terceros encontrará en
el iPhone 5 una plataforma con más garantías. El que se contente con
las que ya están asentadas y no le importe esperar un poco más para
catar las más nuevas puede sentirse perfectamente cómodo con el
Galaxy S III.
9. Las cámaras
Auténticas rarezas del sector en cuestiones como el tamaño del sensor
o la presencia de un flash de xenón, los dos terminales que nos ocupan
en esta comparativa son de los que mejor solventan la asignatura de la
cámara.
10. Puntos de encuentro
Precisamente en las posibilidades
de las cámaras hay varios puntos
de encuentro entre ambos
smarphones: en los dos casos se
pueden ir tomando fotos en alta
resolución durante la grabación
de un vídeo, entre otras
características comunes que
también incluyen -por ejemplo-
un modo HDR.
Lo mismo sucede con varios
puntos de sus respectivas hojas
de especificaciones. Por ejemplo,
tanto el iPhone 5 como el Galaxy
S III son compatibles con la
conexión Wi-Fi de doble banda.
Ambos cuentan también con
micrófonos adicionales para la
cancelación de ruido durante las llamadas. Y aunque los auriculares de
tipo "in-ear" de Samsung y los EarPods de Apple sean completamente
distintos, los dos tienen el mismo objetivo: mejorar la calidad del
audio.
Tan distintos, tan parecidos
11. "Yo soy de iPhone de toda la vida, pero probé un Galaxy y estoy
encantando con el cambio", dirán unos. "Pues yo siempre he preferido
Android, pero hace poco me pasé al iPhone y me encuentro muy
cómodo", argumentarán otros. Basta darse una vuelta por los foros de
debate más populares para leer este tipo de frases, que ejemplifican
perfectamente cómo cada usuario busca el terminal que mejor se
adapte a sus necesidades e intereses.
Una búsqueda llena de aspectos que tendrán mayor o menor peso en
función de cada individuo, pero en la que también hay lugares
comunes. Sucede, sin ir más lejos, con la autonomía: tanto con el
iPhone 5 como con el Galaxy S III, el usuario intensivo enganchado a
Twitter e Instagram deberá recargar la batería cada 24 horas
aproximadamente; con un perfil también exigente pero quizás menos
compulsivo, se puede cubrir parcialmente una segunda jornada de uso.