1. LA REVOLUCIÓN NEOLÍTICA
Las nuevas relaciones de los hombres con la naturaleza
Los hombres del Paleolítico obtenían su alimento de la caza y la recolección, es decir, eran depredadores.
Aproximadamente diez mil años antes de Cristo, los hombres empezaron, paulatinamente, a producir sus propios
alimentos. Empezó entonces la Revolución Neolítica.
Atraídos por los restos de las plantas silvestres, algunos animales se acercaron a los grupos recolectores. Los
hombres del Neolítico comenzaron a domesticar los animales en vez de matarlos, y así se aseguraron su carne y su
leche. Se originó entonces la actividad ganadera.
Hacia la misma época, las mujeres observaron que donde caían semillas silvestres aparecían plantas. Esta
observación llevó a experimentar con las semillas y comenzaron a sembrar. El descubrimiento de la agricultura les
permitió conseguir una mayor cantidad de alimentos, Esta “domesticación de los vegetales” se produjo en distintos
lugares de Asia y África, hace nueve mil años antes de Cristo.
Las nuevas relaciones entre los hombres
La necesidad de vigilar los cultivos y los rebaños hizo que
los hombres se volvieran sedentarios. La sedentarización permitió
el surgimiento de los primeros poblados: las aldeas, es decir
conjuntos de chozas o cabañas hechas con diferentes materiales
(barro paja, madera, piedra). En las aldeas vivían los clanes que
eran pobladores que estaban emparentados entre sí a través de un
vínculo familiar. Cada aldea tenía un jefe. Ese jefe gobernaba con
ayuda de una asamblea, integrada por los jefes de cada clan.
La domesticación de plantas y animales también permitió
tener mayor disponibilidad de alimentos, lo que posibilitó el
aumento de la población. A su vez, los excedentes de la
producción (lo que quedaba de la cosecha y la cría de ganado,
una vez que el grupo había satisfecho sus necesidades) permitía
contar con reservas de alimentos en caso de sequías o
inundaciones. De igual forma, esos excedentes servían para
intercambiarse por otros productos que la aldea necesitaba y no
podía producir. Al intercambio de bienes por otros se lo denominó
trueque.
Las aldeas se transforman en ciudades
Con el tiempo, la aldea que centralizaba las funciones de defensa, de producción y almacenamiento de alimentos
aumentó su población. La agrupación de clanes dio origen a las tribus y la aldea se transformó paulatinamente en una
ciudad.
En las ciudades se profundizó la división del trabajo, que ya existían en las aldeas: los jefes se encargaban de
mantener el orden, la conducción y defensa; los sacerdotes tenían a su cargo el culto; los soldados, la defensa; los
funcionarios, la administración; los diversos artesanos, los trabajos de cerámica, metal, tejido, piedra, etc.; los
comerciantes, el intercambio. De esta forma la sociedad quedaba jerarquizada en dirigentes (jefes y sus ayudantes, y los
sacerdotes y militares), que tenían poder y riqueza y los subordinados (campesinos y artesanos) que producían todos los
bienes que la sociedad consumía, y pagaban tributo a los poderosos. El tributo no se pagaba solo con bienes sino también
con trabajo. Por ejemplo, los jefes podían ordenarle a una parte de la población que trabajara en la construcción de obras
públicas, mientras llevaban a cabo estas tareas, se las alimentaba con excedentes de la producción. A cambio los
subordinados obtenían de sus jefes la protección, y en caso de necesidad, también se beneficiaban con el reparto de la
producción.
Las rivalidades entre grandes aldeas o entre ciudades por las tierras fértiles y el agua llevaron a enfrentamientos
armados, que causaban muertes en ambos bandos. Pero los vencedores descubrieron que, en vez de eliminar a los
vencidos sobrevivientes, convenía tomarlos prisioneros y aprovechar su fuerza de trabajo. Así aparecieron los esclavos,
sometidos a trabajos obligatorios, que no eran considerados personas sino objetos.
Las primeras ciudades de las que se tiene noticia fueron fundadas hacia el 7.000 a.C., en el Cercano Oriente; entre
las más importantes figuran Jericó, en Palestina y Çatal Hüjük en Turquía.
Una aceleración en los cambios técnicos. Los metales
Los hombres del Neolítico experimentaron nuevos cambios materiales: con la piedra pulida se realizaban azadas
para abrir la tierra y echar las semillas y hoces para cortar las cosechas. Se elaboraron vasijas de barro y cerámica para
guardar granos. La aparición de la rueda permitió mover carros con la ayuda de animales de tiro. Se construyeron
embarcaciones hechas con troncos ahuecados y movidos por remos. Surge además el tejido a partir de fibras de
animales.
Sin embargo, hacia el 4.000 a.C., los hombres del Neolítico descubrieron que los metales eran más resistentes
que la piedra o el hueso. Se alejaron de los yacimientos de minerales, y aprendieron a extraerlos, a fundirlos y a darles la
forma deseada. El cobre fue el primer metal fundido y moldeado para hacer puntas de flechas, recipientes y hachas. Más
tarde, en aleación con el estaño, permitió llegar a la producción de bronce hacia el 3.000 a.C. Desde entonces los metales
desplazaron a la piedra en la producción de instrumentos agrícolas y armas. Hacia el 1.000 a.C. se difundió el hierro.
Bibliografía
• Ciencias Sociales. Historia 7EGB. Editorial Santillana. Edición 1997.
• Historia. Desde las primeras sociedades hasta el siglo XV. Editorial antillana Saberes clave. Edición 2010.