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CUENTOS SOBRE:


       EL OTOÑO
       EL CUERPO
       LA NAVIDAD
       EL FRÍO Y EL INVIERNO
       LOS JUGUETES
       EL CARNAVAL
       LA CASA.
       LAS PLANTAS / LA PRIMAVERA
       LOS ANIMALES
       LAS VACACIONES




                                EL OTOÑO

       Eolito, el mago de los vientos.

golondrina solitaria.

       La hormiga presumida.

       El pequeño abeto.

       ¿Porqué algunos árboles...?
                                             1
Eolito, el mago de los vientos




   Eolito era el hijo travieso de un

mago. Un día jugando con las cosas

de su padre, encontró la caja de los

vientos. Recordó las palabras mágicas

"Abracadabra, pata de cabra, caja

quiero   que        te         abras,           tontiloqui,


                                                          2
carrasclascas". Nada más acabar de

decirlo,   salieron   todas   las   brisas,

vientos, huracanes, etc.; resoplaban,

golpeaban, buscaban las rendijas y

poco a poco todos iban consiguiendo

escapar de la habitación dejando tras

de sí una larga cola de polvo. El niño

los quería coger pero ninguno se

dejaba, al final cogió a uno pequeño,

azul y que cojeaba. Era el viento del
                                          3
reuma, después de revolverse, intentar

escapar y llamarle abusón se ofreció a

ayudarle a cambio de que también a

el le dejará dar una vueltecita. Le

explicó   como     tenía   que    irlos

capturando. Tenían que salir a la calle

con la caja e irlos buscando, luego

sabiendo el nombre era sencillo, sólo

tenían que decir la fórmula y el viento

se veía obligado a meterse de nuevo
                                      4
en la caja. Al primero que vieron fue a

Levante y el niño dijo: ¡Levante,

Levanteras a la caja o te enteras!.

Levante no tuvo más remedio que irse

a la caja. Así fueron cogiendo a

Poniente Ponienteras, Norte Norteras,

Sur Sureras y a todos los demás. A

muchos los cogieron poniendo una

hoja de papel en el suelo y cuando el

viento iba corriendo a moverla de un
                                      5
lado a otro, a los vientos les encanta

jugar a eso, le atrapaban. Al final

consiguieron capturarlos a todos y el

pillo cojuelo se fue a soplar por el

mundo durante unos días.

Santiago Calvo (Adaptación)




                              La Hormiga presumida




      Había una vez una hormiga tan

presumida que en vez de buscar

                                                     6
comida   siempre     estaba   buscando

cosas para ponerse guapa. Cuando

por la noche todas contaban lo que

habían recogido, ella no hacía más

que pavonearse de lo guapa que

estaba. Sus compañeras le llamaban

la atención pero no había manera, un

día se hacía un traja con un trocito de

tela, otro día se lo pasaba peinándose

con   una   espina   de   pescado,   al
                                      7
siguiente encontraba un trozo de

espejo y no paraba de mirarse, etc.


   Un día encontró un sombrero de

copa y ya no hubo nada más para ella.

Casi no se la veía pero ella se

encontraba guapísima. De pronto el

cielo se puso negro y empezó a llover,

todas se refugiaron pero ella no podía

correr por culpa del sombrero. Por fin

llegó al hormiguero pero el sombrero
                                      8
no cabía, se subió encima para

empujarlo y el agua lo arrastro con ella

subida.   Todas       se         quedaron   muy

apenadas pensando que se iba a

ahogar pero al día siguiente apareció

mojada, cansada y sucia.


   Después de este susto fue una

hormiga casi normal ya que siempre

llevaba una bonita cinta en la cabeza.

              La golondrina solitaria



                                              9
Érase una golondrina que perdió su

nido porque derribaron la casa donde

lo tenía. Volando, volando llegó a un

sitio   maravillosos,   una    ermita

abandonada en medio de un bosque,

junto a una laguna. Allí con barro y

ramas hizo su nido nuevo. Tenía

mucha comida, el sitio era bonito y se



                                     10
hizo   amiga    de      una   ardilla   muy

simpática y juguetona.


  Charlaban de todo y la golondrina le

confesó a su amiga que tenía miedo

de no saber cuando tenía que irse ya

que siempre había seguido a sus

compañeras y ahora estaba sola. La

ardilla le dijo que no se preocupase

que ella le avisaría.


                                          11
Cuando   el   tiempo   empezó   a

refrescar, las hojas amarillearon, las

uvas estaban maduras, etc. La ardilla

subió a un pino que estaba muy cerca

del nido de su amiga y le dijo que su

amigo el lagarto había hecho más

profundo su agujero, que cada vez

había menos ranas en la charca y que

ella pensaba que había llegado el



                                     12
momento de que la golondrina se

marchara.


  La golondrina le dio las gracias, se

despidió de ella con mucha pena y le

prometió    volver   al   año   siguiente.

Después se fue al pueblo y se junto

con sus compañeras que se estaban

reuniendo para irse en los cables del

teléfono, al rato una arranco y todas la


                                        13
siguieron para buscar un sitio más

cálido para pasar el invierno.

Guía Didáctica "Mi Libro" H.S.R.




                                   El Pequeño Abeto




     Érase una vez un pequeño abeto.

Solo, en el bosque, en medio de los

demás árboles cubiertos de hojas, el

sólo tenía agujas, nada más que

agujas.


                                                      14
El siempre se quejaba de que todos

los demás tenían hermosas hojas

verdes, una noche deseo tener hojas

de oro para poder dar envidia a los

demás. A la mañana siguiente se

despertó cubierto de las hojas que

tanto había deseado y se puso loco de

contento,   todos   sus   vecinos   se

pusieron a comentar lo guapo que

estaba con sus hojas de oro. Un ladrón
                                     15
que estaba por el bosque lo oyó y esa

misma noche fue y le arrancó las hojas

sin dejar ni una.


   A la mañana siguiente el abeto se

vio y se puso a llorar desconsolado y a

pensar que lo mejor era que hubiese

pedido sus hojas de cristal bien

brillante. A la mañana siguiente el

abeto   estaba      resplandeciente,   su

deseo se había cumplido y en todo el
                                        16
bosque no se hablaba de otra cosa.

Pero esa noche hubo una tempestad y

el viento sacudió las hojas con tal

fuerza que todas se rompieron y el

pequeño abeto volvió a pasar un mal

rato. Pensó que lo que de verdad

quería era tener hojas de un bonito

color verde, igual que sus vecinos y al

igual que los días anteriores cuando

amaneció tenía las hojas más verdes
                                      17
de todo el bosque y sus vecinos le

felicitaron, sólo había un problema,

como el abeto era muy pequeño y una

cabra y sus hijos acertaron a pasar por

allí y se comieron todas sus hojas.


   El pequeño abeto, desnudo, frío y

triste lo único que deseaba era ser

como siempre había sido, al día

siguiente se despertó con sus agujas y

su aspecto habitual. Nada mas verse
                                      18
se puso contentísimo y se echo a reir y

a llamar a sus vecinos que se

alegraron mucho de verle tan feliz.


       A partir de entonces el pequeño

abeto no volvió a quejarse de su

suerte.

N. Willer (Recogido por Sara Cone Bryant)




                               Por que algunos árboles...




        Una vez, hace mucho tiempo,

empezó a hacer mucho frío porque el
                                                            19
invierno   se   acercaba.   Todos      los

pájaros que se iban cuando llegaba

este momento en busca de sitios más

cálidos    ya   habían   partido.   Sólo

quedaba un pobre pajarito que tenía

un ala rota. El pobre pensaba que si

no encontraba pronto un lugar donde

refugiarse se moriría de frío, miró

alrededor y vio un montón de árboles

que seguro que le prestarían cobijo.
                                        20
Saltando y aleteando cuando podía,

llegó al bosque y encontró un árbol

que le impresionó por lo grande que

era y lo fuerte que parecía, era un

roble, el pájaro le pidió permiso para

refugiarse entre sus ramas hasta la

llegada del buen tiempo. El roble le

dijo, muy enfadado, que si le dejaba

picotearía sus bellotas y le echó de

mala manera.
                                     21
El pájaro vio un árbol precioso de

hojas plateadas y tronco blanco, era

un álamo y pensó que le daría refugio.

Le contó su problema y el álamo le

echó             con            cajas

destempladas diciéndole que iba a

manchar sus bonitas hojas y su

blanquísimo tronco.


  Cerca de allí había un sauce que

con sus largas ramas colgando hasta
                                     22
el suelo le pareció al pajarito que sería

una buena casa para los fríos que se

avecinaban. Pero igual que los demás

le rechazó argumentando que no

trataba nunca con desconocidos y

pidiéndole que se marchara cuanto

antes.


   El pajarito empezó a saltar como

podía con su ala rota sin llevar un

rumbo fijo, un abeto le vio y le
                                       23
preguntó que le pasaba, el pobre se lo

contó y el abeto le ofreció sus ramas

mientras le indicaba donde hacía más

calorcito. El pájaro le explicó que sería

para todo el invierno y el árbol le dijo

que así tendría compañía. El pino, que

estaba cerca de su primo el abeto, se

ofreció para rotegerle del viento ya que

sus ramas eran más grandes y fuertes.



                                       24
El pájaro se preparo un lugar bien

abrigadito en la rama más grande del

abeto y protegido del viento por el pino

se dispuso a pasar el invierno. El

enebro se ofreció para que pudiera

comer de sus bayas y no muriera de

hambre.


  Estaba muy contento y charlaba con

sus amigos, los demás árboles hacían

comentarios despectivos sobre ellos.
                                       25
Aquella noche empezó a soplar el

Viento del Norte fuerte y frío, iba

pasando de árbol a árbol y sus hojas

iban cayendo una tras otra. De pronto

giró y de dirigió hacia donde estaban

los amigos del pajarito, el Rey de los

Vientos le frenó y le dijo que podía

desnudar a todos los árboles menos a

los que habían ayudado al pájaro.



                                     26
El Viento del Norte los dejó en paz y

conservaron sus hojas durante todo el

invierno y desde entonces siempre ha

sido así.

                      Miss Florence Holbroock




  Los cuatro hermanos.

  Los dos hermanos.

  Juan Sucio.

  El Ratoncito Pérez.

  Los tres sastres.




                                                27
Juan Sucio




  Juan era un niño que nunca se

quería lavar, peinar, cortar las uñas, ni

hacer nada que fuera para estar

limpio. Su madre ya no sabía que

hacer para convencerle para que se

diera cuenta de lo sucio que iba.


  Le mandó a buscar un amigo para

jugar. Salió y vio una ardilla que era

alegre,   saltarina,     divertida   y   muy
                                           28
limpia... pero no quiso jugar con el

porque estaba muy sucio.


  Esperó a que pasará alguien y

fueron    pasando      muchos     niños

(emplear nombres de los niños de la

clase) y ninguno quiso jugar con el.


  Pasaron     muchos     animales      (ir

nombrando) y con todos le pasaba lo

mismo.


                                        29
De pronto oyó una voz detrás de el

que le decía que quería ser su amigo.

Se volvió muy contento y se encontró

con   un   cerdo   lleno   de   barro   y

porquería. Puso mucha cara de asco y

le dijo que no. El cerdo le contesto que

no lo entendía ya que el estaba igual

de sucio. Al darse cuenta de que era

verdad se fue corriendo a su casa, le



                                        30
pidió a su mamá que lo arreglará y

nunca más volvió a estar tan sucio.


                Los dos hermanos




  Leal y Desleal salieron a correr

mundo. Desleal era malo y robó a su

hermano y la abandonó. Leal se fue

andando por el bosque y se puso a

comer las pocas provisiones que le

quedaban     poco       después    fueron

                                        31
llegando un oso, un zorro y una liebre

a los que fue invitando, le contaron

que el rey estaba ciego y sólo se

curaría   con   las   gotas   de   rocío

recogidas de un árbol del patio de

palacio y que la princesa que era

sordomuda se curaría si echaban a un

sapo que vivía oculto bajo una baldosa

de su habitación.



                                       32
El joven fue a palacio, primero curó

al rey y le dijo que también podía curar

a la princesa. Llamaron a un montón

de soldados y fueron levantando las

baldosas hasta encontrar al sapo y

echarle del reino.


   La princesa se curó y se enamoro

del joven, se casaron y vivieron felices

para siempre.


                                       33
El príncipe iba al bosque de vez en

cuando   con      mucha              comida   que

compartía   con           sus        amigos   los

animales que le habían ayudado con

su información.


                  Los tres sastres




     Había una princesa que no se

quería casar y despreciaba a todos los

pretendientes.              Finalmente          y


                                                34
presionada por sus padres, dijo que se

casaría con el que adivinase un

acertijo. Consistía en decir de que dos

colores tenía el pelo la princesa.


   Unos hermanos, que eran sastres,

pensaron que quien mejor que ellos

iba a distinguir los colores de un pelo

que, al fin y al cabo, era lo más

parecido a un hilo. Primero fue el

mayor y no supo dar una contestación,
                                      35
al segundo le pasó lo mismo. El

tercero insistió en ir, después de

observarlo durante un rato, aseguró

que eran plata y oro y acertó. A la

princesa no la parecía bien casarse

con   un   sastre   y   le   puso   como

condición que pasará la noche con un

oso que estaba en el establo y el

sastre aceptó.



                                       36
El sastre entró comiendo nueces y

el oso, al que le gustaban mucho, le

pidió, le dio unas piedras en forma de

nueces y el oso intento partirlas con

los dientes y se hizo tanto daño que no

podía ni pensar en morder a nadie. Al

momento el sastre sacó un violín y se

puso a tocarlo con mucha gracia, Al

oso le dio mucha envidia y le pidió que

le enseñara. El sastre le explicó que
                                      37
para tocar el violín tenía que cortarse

las uñas, el oso estuvo de acuerdo y

se las dejó cortar. Ahora ya no podía ni

morder ni cogerle con sus zarpas y el

sastre pudo dormir tranquilo.


  Al día siguiente la princesa accedió

a casarse con él admirada de su

ingenio y valentía. El oso nunca

aprendió a tocar el violín.


               Los Cuatro Hermanos
                                       38
Cuatro hermanos muy pobres se

fueron a correr mundo a aprender un

oficio y quedaron en volver a los cuatro

años. Uno de ellos se fue con un

astrónomo que le enseño su ciencia y

le facilitó instrumentos para su trabajo,

otro estuvo con un cazador, el tercero

con un sastre y el último con un ladrón




                                        39
que le enseñó a coger lo que fuera sin

que nadie se enterase.


    Cuando     volvieron   cada   uno

demostró al padre sus habilidades; el

astrónomo localizo un huevo con su

telescopio, el que había estado con el

ladrón quito un huevo sin que la madre

se enterase, el cazador lo atravesó

desde muy lejos con un sólo disparo y


                                     40
el sastre lo cosió sin que se notase el

agujero.


  El rey que se había enterado se su

destreza, les pidió que fueran a

rescatar   a   su   hija   que   estaba

secuestrada en una isla.


  El astrónomo encontró la isla y vio

que la custodiaba un dragón, el ladrón

fue a la isla se la llevó y la subió al

barco sin que el dragón se despertara,
                                      41
cuando finalmente se dio cuenta los

persiguió pero el cazador le mató de

un sólo disparo, cayó sobre la nave

destrozándola pero el sastre la cosió y

pudieron seguir navegando.


  Cuando se la devolvieron al rey les

dio un gran rescate a cada uno.

               El Ratoncito Pérez




  Cuando a Elsa se le cae un diente,

tiene por costumbre colocarlo debajo
                                      42
de la almohada y durante la noche el

ratoncito Pérez viene a buscarlo.


   Desde que comenzó de nuevo el

curso, a Elsa se le han caído ya tres

dientes. Y cada vez, el ratoncito se lo

llevó sin decir a dónde, naturalmente.


    -¿Pero qué puede hacer este

ratoncito con todos mis dientes? ¿Para

qué quieren los ratoncitos todos los

dientes que recogen en la casa de la
                                         43
gente?- le preguntó Elsa a su padre un

día- ¿Acaso los utilizan para sustituir

los que a ellos se les han roto? ¿O los

tiran dentro de un foso?


   -Nada más simple- respondió el

padre-, busca un agujero de ratón a

ras del suelo, estírate boca abajo y

mira por el. Veras que pasa dentro.


   Dicho y hecho. Elsa encontró un

orificio de ratón debajo del aparador
                                      44
del comedor. Abrió muy bien un ojo y

lo pegó al agujero. Que sorpresa

descubrir a través del orificio, al otro

lado del muro, una verdadera ciudad

de ratones. Los hay delgados, grises,

blancos, con los ojos verdes y algunos

hasta con ojos rojos ¡Pero si detrás de

la pared del comedor de Elsa hay una

autentica ciudad de ratoncitos! Corrían

en   todas   direcciones,   empujando
                                       45
carretillas, estirando cordeles. Un gran

ratón marrón lanzó un silbido y gritó.


  - Atención, cada uno a su lugar de

trabajo, aquí llega el convoy de la

noche.


   Los ratoncitos y las ratitas se

alinearon a lo largo de las calles. El

convoy se aproximaba. Decenas de

ratoncitos y ratitas arrastraban carros

repletos   de   dientes    recolectados
                                         46
debajo de las almohadas. Los había

para todos los gustos: dientes jóvenes,

viejos, dientes blancos, con caries, con

plomo, puntiagudos y planos.


  Cada ratoncito descargó su carretilla

en la plaza, apilándolos en forma de

pirámide. A la hora del mercado los

ratoncitos gritaban:




                                       47
-Vengan a ver mi lote de dientes.

Por aquí, un diente nuevo...¡Dientes

frescos, dientes frescos!


   Elsa retuvo la respiración y no se

movió. Los ratoncitos acudían de todas

partes de la ciudad con sus cestos.

Una pequeña ratita dijo:


   -Quiero tres dientes huecos para

hacer tazas de café. Y un ratón gordo

gruñó:
                                     48
-Le he encargado cinco dientes

dorados para terminar mi palacio.

Dese prisa en dármelos.


  Una mamá ratita, acompañada por

todos sus pequeños, se llevó ocho

muelas para hacer taburetes. Y un

ratón de largo morro pidió:


  -¿Tendría un gran canino?




                                49
- Lo siento, no me queda más que

un diente de leche -respondió la

vendedora.


  Elsa se sobresalto:


  -¡Es mi diente! Lo reconozco- gritó


   Pero los ratoncitos no la oían. El

agujero era demasiado pequeño para

dejar pasar su voz




                                        50
Ahora un joven ratoncito se acercó y

preguntó con aire interesado:


   -¿Está en venta este magnífico

diente de leche? Es precisamente lo

que estaba buscando. Tierno y limpio,

como deseo. Haré con él cuatro anillos

para las patas de mi novia.


  Y se lo llevó encantado. Elsa estaba

sorprendida. -¡Hacer cuatro anillos con


                                      51
mi diente de leche! Es una idea

extraña...


  Aunque también estaba contenta de

saber lo que los ratoncitos hacen con

todos los dientes. Y al alejarse del

agujero de la pared, se preguntó un

poco preocupada:


    -¿Será   mi    diente   de   leche

suficientemente bonito para un anillo

de prometida?
                                     52
(Texto de Chantal Crov. Revista Parastú)




                                  LA NAVIDAD


El regalo de la araña.

Papa Noel y Rodolfo.

La estrella juguetona.

El mejor regalo.

El árbol de Navidad.

Calixto y el pesebre.

El leñador y los animales del bosque.

El cuento de Navidad de Hogol.




                                  Calixto y el pesebre




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La puerta se abre despacio y

Calixto asoma la nariz. El olor familiar

de la habitación le da confianza, pero

aún así, Calixto pega un salto y

aterriza en el interior de una zapatilla.

Éste es un escondrijo seguro. ¡Lo sabe

bien!.Y   desde   ahí   inspecciona    la

habitación hasta que lo ve.


     Si, ve aquello que la niña de la

casa ha estado preparando toda la
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tarde. El corazón empieza a palpitarle

muy deprisa. ¿Será capaz de subirse

hasta la mesa para verlo de cerca?. El

es un ratón muy pequeño, nunca se ha

atrevido a husmear más allá del

suelo... Pero ahora la curiosidad lo

rodea con sus finas alas y es más

fuerte   que   el   temor    que    siente.

Silenciosamente     sale    del    calzado,

pasa veloz por debajo de la cama de la
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niña que duerme placidamente y llega

a su objetivo. Y con cuatro saltos

planta sus patitas en la superficie de la

mesa. Encima de ella hay un pesebre.

Pero Calixto no sabe que es. Y admira,

fascinado, esas montañas nevadas,

esos arbolillos que son tan altos como

el, y esas figuras que, de pie en medio

del camino, parecen que quieran echar

a correr hacia el portal.
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El ratón se ha quedado tan

impresionado que no se atreve a

moverse, además, si lo hace, sus

patitas se hundirán en el musgo suave

y aún húmedo. De pronto oye un ruido

y   sin   detenerse    a   comprobar   si

encierra algún peligro o no, salta al

suelo     y   sale    disparado   de   la

habitación.    Al     galope   cruza   el

vestíbulo, trepa por las escaleras, llega
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a su escondrijo y no se detiene hasta

que tropieza con el abuelo Pascual,

que duerme cerca de la chimenea.


     -Abuelo -dice Calixto jadeando-.

¿Qué es lo que ha hecho la niña de la

casa?    Hay     montañas,     árboles,

muñecos...


     El abuelo abre los ojos y lo mira

con las cejas fruncidas hasta que, bajo

el poblado bigote, nace una ancha
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sonrisa.     -¡Ah!-    exclama-.      Es   el

pesebre.     Las      personas   lo   ponen

cuando llega la Navidad.


        Calixto abre los ojos de par en

par.


       ¿ Por qué ?.


       Esta noche Calixto no ha querido

acostarse hasta que el abuelo le ha

explicado con todo detalle todo lo

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referente al pesebre y sus figuras. Lo

que mas le ha emocionado ha sido lo

de los Reyes Magos. Al final le ha

preguntado al abuelo si el podía

escribir les su carta y el le ha dicho

que si.


     Ahora el abuelo esta preocupado

porque los Reyes nunca han traído

juguetes a los ratones.


                                     60
Por fin llega la noche de Reyes y

el ratón esta tan excitado y feliz que no

puede dormir, por fin cae rendido.


     El abuelo se prepara para llevar a

cabo su idea. Se pone una capa roja,

una corona y coge el regalo que ha

preparado para su nieto. Con el a

cuestas sale por un agujerito para ir a

ponérselo en la ventana a su nieto.

Cuando pone sus patitas en la nieve
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del alfeizar, aparece ante sí el rey

Baltasar en persona que le pega un

buen susto.


      El rey Baltasar se dirige a el

amablemente y le pregunta:


     -Buenas noches, ¿es aquí donde

vive Calixto el ratón?


          -Sss...sssi-   tartamudea   el

abuelo.

                                      62
El rey mira un pequeño papelito y

le dice que han recibido su carta y le

pregunta donde prefiere que dejen los

juguetes de Calixto.


     El abuelo le señala donde espera

encontrarlos el ratoncito, el Rey los

deposita con suavidad y se despide

hasta el año siguiente. El abuelo le

contesta emocionado y tembloroso.


                                     63
Al día siguiente se puede ver a un

ratón pequeño, pequeño, pequeño

que, envuelto en una larga bufanda,

chilla y brinca de alegría en medio de

la nieve y los juguetes que hay en el

vano de la ventana.

     Mercè Company (Revista Parastú)




                  El leñador y los animales del bosque




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Érase una vez un leñador que

vivía con su mujer en una vieja cabaña

en lo más profundo del bosque.


     Era la víspera de Navidad y

estaban muy tristes porque no tenían

nada para comer y el tiempo era

malísimo para salir a caza. Así que se

tumbaron   junto   al   fuego    y   se

prepararon para dormir. De pronto

alguien llamó a la puerta. El leñador,
                                      65
un poco asustado pregunto que quien

era. Le contestó una liebre que estaba

muerta de frío y quería pasar la noche

dentro de la casa, al leñador no le

gustaba dejar entrar a extraños en su

cabaña pero le dio pena y la dejó

pasar.


     Al rato volvió a sonar la puerta,

esta vez era un lobo y ahora el leñador

se negó por miedo a que se los
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comiera, el lobo le rogó tanto y le

prometió tan solemnemente que no les

atacaría, que el leñador se ablandó y

también le dejó entrar.


     Cuando parecía que finalmente

iban a poder dormir se oyeron unos

fuertes golpes en la puerta. El leñador

se acercó a ver quien era. Se encontró

con un oso enorme que, muerto de

frío, también quería entrar. El leñador,
                                       67
que tenía mucho miedo, le dijo que no.

Pero el oso juro y perjuró que no les

iba a hacer daño y al final le

convenció.


    Durmieron calientes toda la noche

juntos alrededor del fuego. A la

mañana       siguiente   los   animales

preguntaron al leñador como podían

agradecérselo y el les explicó que era

el día de Navidad y no tenían nada
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para     comer.    Los   animales   se

comprometieron a traer algo cada uno

y se fueron.


       (Final 1)


       Antes de la hora de comer se

fueron presentando, la liebre trajo

coles y zanahorias, el lobo tajo un

carnero y el oso un cordero. La mujer

del leñador lo guisó todo y se dieron

una gran comilona. Desde entonces
                                     69
fueron muy amigos, de vez en cuando,

en las noches mas frías del año, los

animales dormían en la cabaña y

todas las navidades comían juntos.


    (Final 2. Tradicional).


     La primera en llegar fue la liebre

que traía coles y zanahorias, el

leñador la invitó a tumbarse junto al

fuego y cuando estaba descuidada le


                                      70
echo un puñado de brasas en la tripa y

la liebre huyo chillando.


     El siguiente fue el lobo con un

carnero, al igual que a la liebre, el

leñador le invitó a echar un sueñecito

junto al fuego, en cuanto estuvo

dormido, el leñador cogió un hacha y

le cortó la cola. El lobo salió aullando

tan deprisa como pudo.


                                       71
Por último llegó el oso que traía

un cordero, venía cansado, se sentó

junto al fuego y cuando se durmió el

leñador le dio con un mazo un fuerte

golpe en la cabeza, el oso salió

aturdido y haciendo eses.


      El leñador se quedo con la

comida y tranquilo ya que temía que si

los   animales    seguían    volviendo

acabarían devorándolos. El leñador y
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su mujer pasaron una feliz Navidad y

los     animales       nunca             volvieron   a

acercarse a la casa.


                   Papá Noel y Rodolfo




      Papá Noel miró por la ventana el

paisaje nevado mientras oía silbar el

aire helado y pensó lo estupendo que

sería poder quedarse sentado junto al

fuego mientras cenaba algo calentito.


                                                     73
Pero no tenía mas remedio que salir,

era la noche de Navidad y todo el

mundo esperaba su regalo.


   Se puso su ropa interior más

caliente   y   luego   un   montón    de

prendas,   unas    sobre    otras,   para

combatir el frío, para rematar se coloco

sus pantalones y chaquetón rojos y se

miró al espejo pensando que era


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normal que todo el mundo creyera que

era muy gordo ¡con toda esa ropa!


  Cuando salió, Rodolfo ya le estaba

esperando, Papá Noel comprobó que

los regalos estaban bien sujetos y

arrancó a volar antes de que los

patines se pegaran al suelo por culpa

del hielo. Mientras iban hacia la

primera casa comentó con el reno que

cada vez lo pasaba peor y que estaba
                                    75
cansado de pasar frío, Rodolfo estuvo

de acuerdo.


  Se pararon en el primer tejado y

Papá Noel casi no cabía por la

chimenea, se quedo atascado y solo

se libró cuando Rodolfo le echó el

saco y este le empujo hacia abajo.

Salió disparado y quedó en medio de

la alfombra rodeado de juguetes y


                                    76
dulces. Dejó sus paquetes y subió

gruñendo.


  Rodolfo y el se pusieron de acuerdo

en que al año siguiente el reparto lo

harían en verano.


  Cuando llegó el verano prepararon

un carro, no hacia falta el trineo, Papá

Noel se puso ropa fresquita, se afeito y

allá se fueron volando con el carro.

Los tejados estaban secos y era fácil
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trepar a ellos, bajar por la chimenea

sin tanta ropa fue facilísimo... pero allí

pasaba algo raro, no había copita de

jerez,   ni   adornos,      ni     tarjetas,   ni

guirnaldas. Todo parecía un poco triste

y solitario. Papá Noel entendió lo que

pasaba ¡La familia se había ido de

vacaciones! Como no había zapatos

donde dejar los regalos tuvo que

volver   a    subir   con        ellos   por   la
                                               78
chimenea. En casi todas las casas

ocurrió igual, en algunas fue peor

porque los niños estaban despiertos

por el calor y casi le pillan, en una

hasta llamaron a la policía al oir ruidos

en la chimenea.


    Papá Noel y Rodolfo salieron

corriendo y totalmente convencidos de

que el reparto nunca mas se haría en

verano.
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Cuando llegó Navidad se repitió el

rito de siempre, Papá Noel se abrigó

todo lo que pudo y Rodolfo y el

salieron con su trineo sin hablar ni una

palabra, disgustados por el frío y el

fracaso de su anterior expedición.

Cuando llegaron a la primera casa,

Papá     Noel    bajo    gruñendo     y

protestando pero cuando llegó al salón

y vio todas las guirnaldas, el árbol
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adornado con montones de bombillas,

los paquetes... y su vasito de jerez

con un trozo de pastel con un cartel

"Para Papá Noel". Comió y bebió muy

emocionado. Fue a las habitaciones y

vio a los niños durmiendo, puso sus

regalos en todos los zapatos y recogió

las tarjetas que los niños le habían

escrito. Mientras iba pensando en lo

maravillosa que era la Navidad. Iba tan
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entusiasmado                      que              subió    por   la

chimenea sin darse cuenta, cuando

llego arriba vio a Rodolfo sonriendo y

se dio cuenta de que el reno pensaba

como el. El resto de la noche lo

pasaron                    divertidos,                     hablando,

recordando otras noches parecidas y

sabiendo que nunca más se iban a

quejar del frío ni de nada.

                                El Mejor Regalo.

 (Es un resumen de una obra de guiñol).

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Cuando el rey Baltasar descubre la

estrella que le llevará hasta el lugar

donde ha nacido el niño Jesús su hijo

Irenus esta con el y Baltasar le explica

lo que significa la estrella. Irenus

intenta convencerle de que le deje ir

pero el Rey se niega.


  Cuando Baltasar se ha ido con su

regalo, Irenus piensa que el no va a

                                       83
ser menos y se prepara para hacer el

también el viaje, cuando va a partir se

da cuenta de que le falta algo

fundamental: EL REGALO. Cogió la

pelota que mas le gustaba y un libro

de     estampas     precioso   y   salió

siguiendo la estrella y esperando que

su padre no se enfadara mucho con el.


     Ya llevaba recorrido un buen trecho

cuando se encontró con una niña que
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estaba llorando al lado del camino y

que parecía estar muy triste. Le

preguntó que le pasaba y ella le

explicó que no tenía ningún juguete y

que los demás niños no querían jugar

con ella. En el momento en que Irenus

le dijo que el era hijo de un rey fue

todavía peor pues le hizo sentirse aun

mas desgraciada. Irenus sacó su

maravillosa pelota y la invito a jugar.
                                      85
Lo pasaron muy bien y se hicieron

amigos, pero Irenus tenía que seguir

su viaje y así se lo explicó a la niña

que se puso inmediatamente a llorar.

Irenus la regaló su pelota y ella se

puso muy contenta porque los demás

niños ya si jugarían con ella. Irenus

siguió su camino detrás de la estrella.


  Estaba muy cansado de tanto andar

y a lo lejos vio una cabaña. Se acercó
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y llamó a la puerta. Le abrió un

anciano muy amable que le invito a

pasar y a cenar con el. Le contó que

había sido marinero, pero que ahora

no podía alejarse de su casa por

motivo de su edad y se sentía muy mal

ya que nunca podría visitar los lejanos

lugares por donde tanto había viajado.

Irenus sacó su libro de estampas y se

pusieron a verlo juntos, el anciano
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conocía muchos de los lugares que

aparecían y se fue entusiasmando

mientras le contaba cosas a Irenus. Al

final se fueron a dormir muy cansados.

Al día siguiente Irenus le explicó que

tenía que seguir su viaje , el anciano

se puso muy triste y el niño le dio su

libro de estampas para que se pudiera

entretener   mirándolas    cuando se

sintiera solo. El anciano se quedo mas
                                     88
conforme y se despidieron.


  Tras mucho andar consiguió llegar a

donde había nacido ese niño tan

especial y se acercó a verle. A la

Virgen María le hizo gracia verle tan

pequeño y se acercó a preguntarle

quien era, como había venido... Irenus

le contó su historia y la razón por la

cual no traía ningún regalo. La Virgen

María se agacho a darle un beso y le
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dijo que el le había traído el regalo

mas valioso con su generosidad.

              El regalo de la araña




  La vida era tranquila para la araña

que vivía en el techo del portal y que

sólo tenía que preocuparse de poner

su tela en algún sitio nuevo de vez en

cuando para cazar su comida.


      Una      noche                  aparecieron,

acompañados del dueño, un hombre
                                                 90
con una gran barba y una mujer

embarazada, parecían muy cansados

y se acomodaron como pudieron para

pasar la noche.


  Cuando la araña se había quedado

medio dormida empezaron a pasar

cosas, la mujer dio a luz y el niño

debía ser alguien muy especial porque

una   gran   estrella   con   una   cola

resplandeciente estaba parada sobre
                                       91
el portal y de todas partes empezó a

aparecer   gente.    Todos    llevaban

regalos, los del pueblo le llevaban

ropa, mantas y toda clase de cosas

útiles para un recién nacido, los

pastores venían con leche, queso y

contando que un ángel les había dicho

lo del nacimiento del niño. Lo mas

espectacular fue cuando aparecieron

tres reyes venidos de lejanas tierras y
                                      92
que decían haber seguido a la estrella

hasta allí, ellos le regalaron oro,

incienso y mirra.


  La araña estaba triste porque ella no

tenía regalo. De pronto noto un gesto

de preocupación en la cara de la

madre, en una de las paredes había

un agujero por el que entraba un

chorro de aire frío que le daba al niño,

intentó taparlo con un chal pero se
                                       93
resbalaba y el frío seguía entrando. La

araña se puso a trabajar e hizo una

tela tapando el agujero, sobre esa hizo

otra y otra... hasta que no pudo entrar

ni el más ligero soplo. La araña se

columpió agotada pero contenta, se

dio cuenta de que la madre la estaba

mirando y le daba las gracias con una

sonrisa, La araña supo que también

ella había hecho su regalo a ese niño
                                      94
tan especial.




                El Árbol de Navidad




  Cuando el Niño Jesús nació en

Belén, el mundo se llenó de alegría y a

Belén llegaban gentes de todas partes

para ofrecer regalos al Niño.


   Cerca del establo donde el Niño

Dios descansaba, se dice que había
                                      95
tres árboles: una palmera, un olivo y

un pino. Al ver tanta gente que iba y

venía, ellos también sintieron deseos

de ofrecer algo al Niño Jesús.


  -Yo- dijo la palmera- voy a desgajar

una de mis ramas. La voy a colocar

cerca de la cuna y cuando el Niño

Jesús tenga calor, yo, suavemente,

dulcemente, le abanicaré. No puedo

hacer otra cosa.
                                     96
-Pues yo- dijo el olivo- pienso hacer

aceite de mis olivas y ofrecérselo a su

madre, la Virgen, para que haga

comida y puede ungir los piececitos

del Niño.


  El pino estaba tristísimo. No sabía

que ofrecer. Además, la palmera y el

olivo se burlaban de el y le decían:

-No, tu no tienes nada que regalar.

Con tus hojas, que parecen agujas,
                                      97
pincharías al Niño. Nadie te quiere ni

te querrá.


  Y el pino tenía mucha pena.


   Pero un ángel que contemplaba la

escena, se compadeció de él y decidió

ayudarle


  -No tengas pena- le dijo- Yo te voy a

ayudar. Pediré a las estrellas que

bajen del cielo y se posen en tus

                                      98
ramas y con su luz alumbrarás al

Niño y además servirás de guía a

todos los caminantes que acudan a la

cueva.


  Así lo hizo, y al poco tiempo el pino

se vio todo lleno de luces de colores,

porque muchas estrellas bajaron del

cielo y se posaron en sus ramas.


   Y hasta el Niño Jesús desde su

cunita se fijó en el pino. Sus ojitos
                                      99
brillaron al contemplar luces tan bellas.

El pino se llenó de alegría.


  La gente que llegaba a la cueva vio

aquel pino tan adornado, tan lleno de

luces, tan bonito... Y al llegar a sus

casas ponían un pino tan bonito en

recuerdo de la cueva de Belén. Desde

entonces, el pino es elemento de

adorno en todos los hogares del

mundo en la época de Navidad, como
                                       100
recuerdo de aquel pino que un día

brillo ante la cuna del Niño Jesús.

     (Leyenda alemana)




                               La Estrella Juguetona (guiñol)



  (Se les presentan a los niños los diferentes personajes y se les explica que Baltasar esta
dormido en un rincón y que tienen que despertarlo).

NIÑOS: ¡Baltasar! ¡Baltasar!
                                                                                        101
BALTASAR: ¡Eh! ¿Quién me llama? ¡Ah! Sois vosotros. ¡Buenas tardes!

NIÑOS: ¡Buenas tardes!

BALTASAR: Me había quedado dormido cansado de tanto mirar al cielo esperando que
aparezca la estrella. Porque estoy esperando que aparezca una estrella que me guíe...
Bueno, luego os lo explico. Vamos a hacer una cosa para que pueda echar un sueñecito. Si
aparece la estrella me llamáis ¿vale?. Me tenéis que decir ¡La estrella! ¡La estrella! Vamos a
hacer un ensayo. Cuando yo diga tres melo decis ¡Una, dos y tres!

NIÑOS: ¡La estrella! ¡La estrella!

BALTASAR: ¿Dónde está? No la veo. ¡Ah, si era un ensayo! No me acordaba. Bueno voy a
dormir y vosotros me avisáis. (Se duerme)

(Aparece la estrella juguetona)

NIÑOS: ¡La estrella! ¡La estrella!

BALTASAR: ¿Dónde? ¿Dónde? (Mira por todos lados menos donde está)

¡No la veo (Hacer que se callen). Yo os pregunto y vosotros me decís donde está.¿Abajo?

NIÑOS: ¡No!

BALTASAR: ¿Arriba?

NIÑOS: ¡Si!

BALTASAR: (Señalando mal) ¿Allí?

NIÑOS: ¡No!

BALTASAR: (Señalando bien) ¿Allí?

NIÑOS: ¡Si!

BALTASAR: ¡Ay, ay, ay...! Que esta no es la que esperaba. Esta es una estrella fugaz y
juguetona que le gusta perseguirme y hacerme correr. ¡Ya viene! (La estrella le persigue y
Baltasar corre) ¡Socorro! ¡Déjame en paz! ¡Vete de una vez! (La estrella se va) Menos mal.
Voy a dormir y vosotros me avisáis. (Se duerme y aparece la estrella de verdad)

NIÑOS: ¡La estrella! ¡La estrella!

BALTASAR: ¿Dónde? ¿Dónde? ¡No la veo!. Vamos a hacer como antes. (Hacer que se
callen). ¿Está ahí debajo?

NIÑOS: ¡No!
                                                                                          102
BALTASAR: (Señalando mal) ¿Está por allí?

NIÑOS: ¡No!

BALTASAR: (Señalando la estrella) ¿Está por allí?

NIÑOS: ¡Si!

BALTASAR: ¡Esta si que es! Vamos a saludarla. Decidla todos: ¡Buenas tardes estrella!

NIÑOS: ¡Buenas tardes estrella!

BALTASAR: Espera estrella que me voy contigo. (Echa a andar detrás de la estrella). ¡Adiós
niños y niñas!

NIÑOS: ¡Adiós! (Desaparecen la estrella y el rey por un lado del escenario).

(Se les explica a los niños que va a aparecer Melchor, entra cantando)

MELCHOR: Soy Melchor, de los reyes el mejor. Soy Melchorcete, de los reyes el mas
currete. (Se para y mira a los niños) ¡Buenas tardes!

NIÑOS: ¡Buenas tardes!

MELCHOR: ¿Me conocéis?

NIÑOS: ¡Si!

MELCHOR: ¿Quién soy?

NIÑOS: ¡Melchor!

MELCHOR: ¡Muy bien! Estoy buscando una estrella... ¿Habéis visto una estrella?

NIÑOS: ¡Si!

MELCHOR: ¿Por dónde se ha ido?

NIÑOS: ¡Por allí!

MELCHOR: (Señalando el extremo opuesto) ¿Por allí?

NIÑOS: ¡No!

MELCHOR: (Señalando bien) ¿Por allí?

NIÑOS: ¡Si!


                                                                                        103
(Va andando en esa dirección cuando aparece la estrella juguetona)

MELCHOR: ¿Es esa, verdad?.

NIÑOS: ¡No!

MELCHOR: Entonces ¿Quién es esa?

NIÑOS: ¡La estrella juguetona!

MELCHOR: ¿Porqué se llamará así? (La estrella baja y le persigue por todo el escenario)
¡Socorro! ¡Qué me pincha en el culo! ¡Ay! (Siguen un rato hasta que desaparecen por un
lado)

(Aparece la estrella buena y después Baltasar, cuando van por el medio de la escena
aparece Melchor)

MELCHOR: ¡Eh! ¡Tu! Si, no te hagas el tonto que te estoy llamando

BALTASAR: (Volviéndose a mirar a Melchor) ¿Quién eres tu?

MELCHOR: No lo sabe el tontorrón este. Decídselo niños. ¡Yo soy...!

NIÑOS: ¡Melchor!

BALTASAR: ¡Y qué quieres?

MELCHOR: Que dejes en paz a mi estrella.

BALTASAR: ¡Esa es mi estrella!

MELCHOR; ¡Es mía!

BALTASAR: ¡No! ¡Es mía!

(Siguen discutiendo y al final se pelean. Cuando están peleando aparece Gaspar)

GASPAR: ¡Alto! Por favor no discutáis mas! ¡Parad la pelea!

(Dejan de pelear y se le quedan mirando)

MELCHOR: ¿Y este de dónde ha salido?

BALTASAR: A este paso no vamos a caber en el escenario. ¿Quién eres tu?

GASPAR: Niños ¿vosotros lo sabéis?

NIÑOS: ¡Si!
                                                                                   104
GASPAR: ¿Quién soy?

NIÑOS: ¡Gaspar!

GASPAR: En lugar de discutir podíamos seguir el viaje los tres juntos detrás de la estrella.
Sería más entretenido y podríamos hacernos muy amigos.

MELCHOR: Se lo podíamos preguntar a los niños. ¡Niños! ¿Seguimos juntos?

NIÑOS: ¡Si!

BALTASAR: Vale seguimos juntos y así entre los tres podemos vigilar mejor para que no
nos pille descuidados la estrella juguetona.

MELCHOR: Avisadnos si la veis aparecer. ¿Vale?

NIÑOS: ¡Si!

   (Salen los tres andando detrás de la estrella, enseguida aparece la juguetona por el
extremo opuesto. Los niños chillan y la juguetona desaparece).

GASPAR: ¿Qué pasaba? No veo nada que me asuste.

NIÑOS: ¡La estrella juguetona!

BALTASAR: ¿Por dónde?

   (Mientras están mirando a un extremo aparece por el otro y se repite el juego con los
niños hasta que de pronto la ven y gritan).

MELCHOR: ¡Cuidado que viene! (Gritan y corren por el escenario uno detrás de otro
perseguidos por la estrella hasta que uno tropieza y los otros le caen encima. La estrella
juguetona se va y los reyes se levantan).

GASPAR: M e tiene harto. Esperad un momento que esto lo arreglo yo. (Se agacha y sale
con una estaca bien grande). Cuando venga otra vez se va a llevar una sorpresa. Vamos a
seguir.

(Siguen caminando y aparece la estrella juguetona. Melchor y Baltasar se ponen a gritar y a
correr)

GASPAR: ¡Meteos detrás de mi! (Cuando la estrella llega a su altura le da un garrotazo y la
persigue por todo el escenario). ¡Toma y toma y toma! (La estrella sube y se queda medio
escondida)

MELCHOR Y BALTASAR: ¡Bien! ¡Bravo!


                                                                                        105
GASPAR: ¡Baja, vamos, atrévete! (La estrella se va)

MELCHOR: Ya podemos seguir tranquilos

BALTASAR: No me fío. La estrella juguetona igual nos hace una mala pasada. (Siguen
caminando detrás de su estrella)

(De pronto aparece la juguetona con una cuerda, ata a la estrella buena y la obliga a ir en
dirección contraria)

GASPAR: Me parece que vamos al revés... (La juguetona cambia de rumbo y los reyes van
detrás)

MELCHOR: ¿Sabéis lo que os digo?. Yo me he cansado de dar vueltas, vamos a dormir un
poco. (Los tres reyes se tumban y duermen, las estrellas se paran a esperar)

(Aparece el Ángel)

ANGEL: ¿Que pasa aquí? ¿Qué hacen estos dormidos? Así como iban a llegar a Belén.
Niños, ayudadme a despertarlos. Cuando yo diga tres, decimos ¡Gaspar, Melchor,
Baltasar! Venga. ¡A la una, a las dos y a las tres!

NIÑOS: ¡Gaspar, Melchor, Baltasar! (No se despiertan)

ÁNGEL: Así no. Mucho más fuerte. ¡A la una, a las dos, a las tres!

NIÑOS: ¡Gaspar, Melchor, Baltasar! (Los reyes se despiertan).

GASPAR: ¿Qué pasa? ¿Porqué gritáis?

ÁNGEL: ¿Qué hacéis aquí y encima durmiendo? El Niño Jesús está esperando sus regalos y
vosotros aquí dormidos. Pero...

MELCHOR: (Le interrumpe). ¡Espera, espera! No es culpa nuestra. La estrella se ha vuelto
loca y no hace más que dar vueltas.

ÁNGEL: ¿La estrella se ha vuelto loca? Me extraña mucho, voy a ver que ha pasado. (Sube
y ve lo que ha hecho la juguetona) Así que has sido tu otra vez, la estrella juguetona. ¿No te
da vergüenza? Niños ¿esto está bien?

NIÑOS: ¡Nooo!

ÁNGEL: ¡Quita ahora mismo la cuerda a la pobre estrella y ayúdala a guiar a los Reyes al
portal! (Le quita la cuerda, se pone a su lado y empiezan a moverse despacito en dirección
correcta)

GASPAR: ¿Ya está todo arreglado?

                                                                                          106
MELCHOR: ¿Podemos seguir?

ÁNGEL: Si, podéis seguir, y más vale que vayáis deprisa, que estarán cansados de
esperaros. Niños me han dicho que os sabéis un villancico de los Reyes, vamos a cantarlo
mientras ellos siguen su camino.

(Los niños cantan y los Reyes y las estrellas salen del escenario).

Fernando Moreno




                               El cuento de Navidad de Hogol.




Cuenta una leyenda que hace ya

mucho tiempo un joven hogol llegó al

mundo de los humanos, en busca de

un         nuevo                lugar             donde               vivir.    Allí

encontró ríos y lagos, montañas y

llanuras, marismas y desiertos, nieve,

agua, nubes, y el mar... que bonito es
                                                                                    107
el mar (pensaba el hogol). Pero lo que

más abundaba allí era la gente. El

mundo de los humanos está repleto de

gente y la gran mayoría viven en

pueblos y ciudades. A buen seguro

que son buenas personas para poder

convivir todos juntos, y con este

pensamiento el hogol decidió quedarse

a vivir con los humanos.



                                    108
Pero rápidamente se dio cuenta que

las cosas no eran tan bonitas como él

imaginaba. La gente que allí vivía era

físicamente    igual    que       él   y

externamente no se podían diferenciar.

Pero el interior, la esencia de su ser

tenía algo desconocido para él.

Se dio cuenta que los humanos no

decían lo que pensaban. Muchas

veces incluso decían lo contrario de lo
                                       109
que pensaban. Se enteró que muchas

personas    luchaban    contra    otras

personas por motivos que él no

entendía, que la ignorancia y el

desconocimiento provocaba el miedo y

el odio. El hogol no comprendía nada...

allí nadie hacía nada por el mero

placer de hacerlo. Todas las cosas

tenían un precio. Alguien le dijo que

incluso la amistad tenía un precio.
                                     110
¿Como      se    pueden   comprar     los

sentimientos, y con que moneda se

pueden pagar? Poco a poco, la

pequeña lamparita que iluminaba su

corazón se fue apagando cada vez

más. Aquello era muy diferente de lo

que él había imaginado y se sentía

atrapado    en   un   mundo   cruel    y

despiadado. La gente lo miraba de

reojo y a veces podía sorprender a
                                       111
alguien que lo señalaba con el dedo

tras de si.

'Aquí el primero es uno mismo y el

resto importa poco', pensó Hogol

mientras una lágrima se resistía a salir

de sus ojos

Aun así, había una cosa de aquel

mundo que él amaba: el mar. Era tan

inmenso, tan misterioso, tan tranquilo

cuando    estaba   en   calma,   y   tan
                                      112
poderoso     cuando     se     enojaba...

Siempre que se sentía triste iba hasta

la playa y allí, solo, mirando el

horizonte a menudo lloraba su tristeza.

Pero un día, mientras el hogol se

encontraba       en       la      playa,

repentinamente un viento suave y

lejano acarició sus mejillas. Y entre el

rumor del viento pudo reconocer la voz

del Hermano Árbol, el árbol sabio que
                                       113
vive en Hogoland y gran amigo de

todos los hogol.

-   Hermano!       Que   alegría   poder

escuchar tu voz!

- Hace tiempo que te veo en esta

playa, joven hogol. Y cada vez que lo

hago te veo llorando. ¿Cual es el mal

que ha ahogado tu corazón?

-   Tengo      mucho     miedo     Gran

Hermano...
                                      114
- De que tienes miedo?

- La gente... aquí la gente es diferente.

No dicen lo que piensan y no hacen lo

que sienten. Tengo miedo de volverme

como ellos, Hermano.

- No creas que son tan diferentes de

vosotros pero tienes razón: podrías

convertirte en uno de ellos. Ten

cuidado.



                                       115
-   ¿Quizás   tú   podrías   ayudarme

Hermano?

- ¿Ayudarte como, joven hogol?

- Quizás podrías evitar que me vuelva

como ellos y hacer que sea feliz para

siempre y que nunca más vuelva a

llorar. O aun mejor, ¿por que no los

cambias a todos? Este mundo sería

mucho mejor, Gran Hermano!



                                   116
-   Sí,   realmente    seria   un      sitio

maravilloso para vivir, pero aunque

tengo poderes mágicos, no son tan

poderosos como para conseguirlo.

La expresión de ilusión que por un

momento se había dibujado en la cara

del Hogol se volvió a convertir en

tristeza y volvió a bajar su mirada.

- No llores, joven hogol. Así no

solucionarás tu problema.
                                          117
-¿Yqué quieres que haga, Hermano?

Ni siquiera tú, con tus poderes puedes

hacer nada! ¿Que puede hacer este

pobre Hogol?

- Puedes hacer muchas cosas (le

sonrió la voz). Tu mismo lo has dicho

antes, piénsalo un poco.

- ¿Qué es lo que he dicho antes?

- Que tenías miedo de volverte como

ellos. Si te puedes volver como ellos,
                                    118
no crees que ellos se pueden volver

como tú?

- ¿Como?

- Los humanos son como vosotros en

una cosa muy importante: no son

malos por instinto. Los hacen volverse

así. Por los motivos que sean se

vuelven así pero no lo son por

naturaleza. Ahora piensa un poco: si a

ti te sorprende su manera de ser, de
                                    119
vivir, de sentir, no crees que ellos

también se sorprenden cuando te ven

a ti? Quizás les puedas enseñar a ver

las cosas de otro modo, a hacer

sonreír cuando alguien está triste, a

abrazar cuando alguien tiene miedo, a

dar   amor      cuando   encuentras   un

corazón roto.




                                      120
- ¿Crees que serviría de algo? Aquí

hay muchísima gente y yo conozco a

muy pocas personas.

- No te preocupes por la cantidad, lo

importante   es   que    contagies    tu

felicidad a la gente que conozcas. La

felicidad de uno mismo nunca lo es del

todo si la gente que te rodea no es

feliz. Si haces lo que te pido Hogol, yo



                                      121
te concederé lo que me has pedido

antes.

- Hacer feliz todo este mundo?

- Hacer feliz todo este mundo, sí, pero

únicamente un día al año. Mis poderes

no son tan grandes, pero puedo hacer

feliz a todos una vez al añol, siempre

que tu cumplas tu parte del trato.

- Parece muy difícil eso que me pides

Hermano, los humanos tienen un
                                     122
mundo maravilloso pero viven de

espaldas a él. Pero lo intentaré, Gran

Hermano.

- Has hablado con mucha sabiduría

joven hogol, recuerda: mientras tu

hagas   lo   que    has   prometido   yo

cumpliré mi parte, ¿de acuerdo?

- Sí, de acuerdo!

El hogol se descubrió de pié en la

playa con los brazos extendidos, igual
                                      123
que hacía cuando era pequeño allá en

Hogoland, junto al Gran Hermano

cuando el viento soplaba.

Ya no lloraba, se sentía muy bien. El

Gran Hermano había venido de muy

lejos para hablar con él. Esto no era

muy   corriente...   Quizás   era   una

persona especialmente querida por el

Gran Hermano. Por primera vez en

mucho tiempo el hogol sonrió mientras
                                     124
miraba como el sol se hundía en el

horizonte y la Luna empezaba a

perseguirle.

¿Que le habrá hecho el Sol a la Luna

para     que    siempre    lo      esté

persiguiendo?   (se   preguntaba     el

Hogol) Y con este enigma en su

cabeza volvió a casa para pasar la

noche.



                                     125
Al día siguiente por la mañana, el

hogol salió a la calle y se quedó

maravillado. Había nevado! Todo era

de color blanco, que bonito! Pero algo

extraño pasaba... todas las personas

que caminaban por la calle llevaban

una sonrisa en su cara, y cuando se

cruzaban se saludaban. Y mirándolos

a los ojos mientras lo hacían el hogol

vio que esta vez sí decían lo que
                                    126
pensaban y sí hacían lo que sentían.

Las calles estaban llenas de luces y

colores y los niños corrían de un lugar

a otro para poder verlas todas, igual

que las mariposas que vuelan hasta la

luz de un farol.

- ¿Que sucede? (preguntó el hogol a

un hombre que paseaba por la calle)

- Hoy es Navidad!

- ¿ Navidad ?
                                      127
- Claro! Hoy es un día de felicidad para

todos. Nos reunimos en nuestras

casas y pasamos el día con la gente

que queremos y deseamos a todos

que sean felices.

El hogol sonrió al darse cuenta que el

Gran Hermano había cumplido su

palabra y que al menos, una vez al

año   aquel   mundo    se   parecía   a

Hogoland.
                                      128
Y desde entonces aquel hogol ha

estado viajando por aquel mundo,

siempre   intentando    compartir   su

felicidad con la gente que ha ido

conociendo. Haciendo sonreír al que

está triste, abrazando al que tiene

miedo y dando amor al que tiene el

corazón roto, tal como le pidió el Gran

Árbol. El Gran Hermano a cambio,

cada año envía un día de felicidad
                                     129
para todos. Y así será mientras el

hogol cumpla su parte del trato. Fin.




                                        130
EL FRÍO Y EL INVIERNO


  La abuela.

  Las castañas asadas.

  La reina de las nieves.

  Morozko.

  Baira y el fuego.

  La invernada de los animales


                         La Reina de las Nieves




    Un día el demonio hizo un espejo

que sólo mostraba lo más feo del

mundo y además transformaba lo

bonito en horrible. Cuando lo llevaba

                                                  131
al cielo se rompió y se hizo trocitos

pequeños     que   cayeron    al   suelo,

cuando uno se esos trozos se metía

en el ojo de alguien, sólo podía ver lo

peor y se volvía frío e insensible.


     En una gran ciudad vivían dos

niños que se querían como hermanos,

el niño se llamaba Kay y la niña

Gerda. Vivian en dos áticos que

estaban enfrente y casi se tocaban.
                                       132
Un día a Kay se le metió un trozo de

espejo en el ojo y todo le parecía feo y

desagradable , poco a poco se

convirtió en un niño odioso.


     Un día de invierno se fue a la

plaza para jugar con el trineo y

engancho el suyo a uno muy lujoso

que pasaba, fue cogiendo velocidad y

cuando    quiso   soltarse     no   podía,

cuando estaban lejos de la ciudad el
                                        133
trineo paró y se le acercó una

hermosa mujer que le invitó a subir al

trineo, le abrazo y su abrazo era frío

como la nieve, cuando le besó olvidó

todo lo que había sido su vida anterior

y se fue con ella. Era la Reina de las

Nieves.


      Gerda, mientras tanto, sufría

buscándole pensó que estaba en el

río y cuando se lo estaba preguntando
                                     134
subida en una barca, la barca se soltó

y fue rio abajo hasta la casa de una

anciana muy amable pero que no

quería estar sola y como era medio

bruja se puso a peinarla y consiguió

que   olvidará   todo,   arrancó   los

rosales para que no le recordaran su

pasado, sin saber la razón Gerda

estaba triste, se puso a llorar donde

habían estado los rosales y salieron
                                    135
de nuevo. Recordó todo y se fue a

buscar a Kay .


     Se encontró con un cuervo al que

contó su historia, el le dijo que

conocía a un joven que podía ser Kay.

La princesa de ese país, que era muy

inteligente,    decidió       buscar    un

pretendiente    a    su altura,    cuando

conversaba     con    ellos   ninguno   la

convencía,     por   fin   uno    que   se
                                        136
correspondía con las señas de Kay la

impresionó tanto que se casó con el.

El cuervo le dijo que la podía colar en

el     palacio   (su    novia     estaba

domesticada y vivía en el), una noche

se colaron y Gerda fue hasta la cama

del príncipe, por detrás le pareció Kay

pero cuando le vio la cara se llevo una

gran     decepción,    no   era    el. La

descubrieron, les contó su historia y
                                       137
como les dio pena la dieron una

carroza, ropa y comida para que

siguiera su viaje.


      Unos ladrones la asaltaron y

cuando iban a matarla una niña que

era hija de uno de ellos les pidió que

la dejarán con ella. Hacía lo que

quería,   era    caprichosa   y   tenía

animales encerrados, palomas, un

reno, conejos, etc. Le contó su historia
                                      138
y la pequeña se quedo dormida, las

palomas le contaron que habían visto

a Kay sentado en el trineo de la Reina

de las Nieves rumbo a Laponia donde

el hielo y la nieve son permanentes. El

reno le explicó que vivía en Laponia,

pero que también tenía un palacio

muy cerca del Polo Norte Consiguió

hacerse amiga de la pequeña y un día

la ayudó a escapar montada en el
                                     139
reno.   Cabalgaron   durante    mucho

tiempo, finalmente llegaron a una

pequeña casa donde una anciana les

dejó calentarse y les dio de comer. les

explicó que el palacio estaba muy

cerca pero que lo defendían copos de

nieve embrujados que atacaban a

todo el que se acercaba. El reno la

llevó hasta la orilla de un lago helado

en cuyo centro estaba el palacio,
                                     140
luego siguió sola, cuando los copos la

atacaron empezó a cantar y los copos

se deshacían y estallaban. Consiguió

llegar al palacio que era inmenso, todo

de hielo y nieve. Todo era fastuoso

pero resultaba frío, vacío y poco

acogedor. En el centro del palacio

había un salón enorme con un trono

en el medio. En el se sentaba la Reina

de las Nieves y a su lado, sentado en
                                     141
el suelo, estaba Kay       su cara era

totalmente   inexpresiva    y   estaba

intentando montar un puzzle de piezas

de hielo, enorme y sin ningún dibujo.


     La Reina de las Nieves le dijo

que se iba a dar una vuelta por los

países cálidos para blanquear los de

nieve. Cuando Kay se quedo solo ella

salió y se abrazó a el llorando de

alegría, el no reaccionó pero poco a
                                        142
poco su cara fue cambiando y unas

grandes lágrimas rodaron por su

rostro, con una de ellas salió el trozo

de espejo que se le había metido y de

pronto recordó a Gerda y toda su vida

anterior. Se dió cuenta del frío que

hacía en aquel lugar y le pidió a Gerda

que salieran cuanto antes de allí.

Fueron hasta donde se encontraba el

reno que estaba en compañía de una
                                     143
joven hembra. Saltaron sobre ellos

que les llevaron hacia sitios más

cálidos, cuando llegaron donde ya no

había nieve se separaron de los renos

y volvieron caminando a su ciudad

donde vivieron felices para siempre.


(Hay   muchas    versiones   de   este

cuento de Ándersen que el subtitulo

como Cuento de los siete cuentos.)

                La Abuela.



                                       144
Había una abuela que siempre

estaba triste y sola en casa. No sabía

cuentos, ni juegos, ni canciones, ni

nada para entretener a los niños. La

pobre abuela no hacía nada más que

coser y aburrirse. Un día que hacía

mucho frío y llovía, la abuela oyó unos

golpes en el cristal, era un pajarito que

se estaba helando y tenía mucha

hambre. La abuela le dejo entrar y le
                                       145
dio miguitas y leche, el pájaro se

quedo todo el invierno con ella y

estuvieron muy bien juntos.


      Cuando llegó el verano y el

pajarito se iba a ir, la abuela se echó a

llorar. El pájaro la explicó que tenía

que irse con sus compañeros, ella le

explicó que los podía llevar al jardín.

Ella les haría una fuente y les echaría

comida. El pájaro fue a buscar a sus
                                       146
amigos y pasaban largos ratos en el

jardín de la abuela que ya nunca

estuvo sola. La abuela y y su jardín se

hicieron   famosos    porque   siempre

estaba lleno de pájaros y la gente

acudía a verlos y oírlos. La abuela

hizo muchos amigos y siempre estaba

alegre y optimista.




                                     147
Las castañas asadas.




  La vieja castañera tiene su puesto

desde hace mucho tiempo, ya no le

hace falta para vivir pero se ha hecho

amiga de muchos de los que todos los

días pasan y unas veces le compran y

otras no, pero siempre le dicen algo e

incluso se paran a charlar un rato con

ella. Además se ha acostumbrado a
                                     148
levantarse,      irse    a   su   puesto    y

preparar      todo      lo   necesario,    las

castañas, los cucuruchos, el carbón,

el horno, etc.


     Su familia ya no quiere que ella

vaya al puesto y la han dicho que

cuando tenga algún problema tendrá

que dejarlo, de pronto se da cuenta de

que no se ha llevado cerillas y que si

no puede encender el horno tendrá
                                            149
que pensar en dejarlo. El Sol que se

ha acostumbrado a ver aparecer a

aquella viejecita tan amable cuando

sus rayos pierden fuerza y no pueden

calentar a la gente, le da mucha pena

y haciendo un gran esfuerzo, tiene

muy poca fuerza, extiende un dedo

muy largo y poniendo en el todo el

calor que puede lo mete en el horno

de la castañera y sopla con cuidado;
                                   150
de pronto una llamita sale y el carbón

empieza a arder. La castañera no

sabe muy bien lo que ha pasado pero

esta           muy     contenta             y   siente    un

calorcito que no sabe bien de donde

sale            pero   que          le      resulta      muy

agradable.

(Aurora Díaz Plaja).

                         Baira y el fuego




                                                          151
Hace muchos años las personas no

conocían el fuego y vivían muy mal.

Un enorme cuervo negro, Urubu, se

había   apoderado    del fuego        y   lo

escondía bajo sus alas para que no se

lo robaran y el aire no lo apagara.


   Baira era el jefe de una tribu. Era

valiente,   generoso,   bondadoso         e

inteligente. Se propuso robarle el

fuego a Urubu.
                                          152
Caminó y caminó por la selva hasta

que llegó a la cueva donde dormía

Urubu y se escondió. Cuando llegó

Urubu con todos sus hijos le descubrió

y decidió cocinarle y comérsele. Fue a

por más leña para hacer un fuego más

grande.   Baira   aprovechó   y   salió

corriendo con el fuego tan rápido como

pudo. Los hijos de Urubu se pusieron a

chillar y Urubu salió volando detrás de
                                     153
Baira. El jefe de la tribu iba tan deprisa

que el cuervo no podía alcanzarle.


  Justo antes de llegar a la tribu había

un río y Baira iba tan cansado que no

podía cruzarlo. Pidió a una culebra de

agua que pasase el fuego al otro lado

pero no aguantó el calor, se lo dijo a

un cangrejo que tampoco fue capaz,

finalmente un sapo lo cruzo saltando

rápidamente      cuando     ya    estaba
                                        154
llegando Urubu . Todos los guerreros

de la tribu cogieron sus arcos y flechas

y Urubu tuvo que irse temblando de

rabia.


        Desde              entonces       los   hombres

pudieron utilizar el fuego y su vida

cambió totalmente.

 (Fernando Alonso) (Resumido)

                                Morozko




                                                     155
Érase una vez una madrastra que

además tenía una hija. Todo lo que

hacía la hija estaba bien y sin embargo

la hijastra, por más que se esforzaba,

nunca      lograba     que     estuviera

satisfecha. La madrastra se empeñó

en    echarla   de   casa y   finalmente

consiguió convencer a su marido de

que abandonase a la niña en la nieve.

El la metió en el trineo la llevo a un
                                      156
campo desierto y la dejo en un montón

de nieve mientras volvía llorando a su

casa. La niña se sentó bajo un pino sin

saber que hacer. De pronto oyó un

ruido extraño. Morozko (una especie

de genio del hielo) estaba en un árbol

vecino haciendo chasquear los dedos,

cada vez que lo hacia el frío era mas

intenso. Se acercó a la niña y le dijo -

¡Mocita que haces aquí, yo soy Moroz!
                                      157
La niña le contesto -¡Buenos días

Moroz!


  Moroz chasqueaba los dedos y le

preguntaba si tenía frío. La niña

contestaba que estaba a gusto con el y

que no le importaba el frío. La verdad

es que casi no podía respirar, cuando

estaba a punto de morir, Morozko se

ablandó, la envolvió en pieles para

hacerla entrar en calor, después cargó
                                    158
un cofre lleno de riquezas en un gran

trineo, le dio un vestido de novia lleno

de oro y plata y con el puesto la llevo a

su casa. Cuando abrió la puerta y

entró, la madrastra se puso mala del

susto, cuando se recuperó y se enteró

de lo que había pasado, mandó a su

marido que cogiera a su hija y la

llevara al mismo sitio.



                                       159
El marido cumplió sus ordenes y

cuando la hija de la madrastra estaba

sola apareció Morozko chasqueando

sus dedos y preguntándola si estaba a

gusto, ella lo mando al cuerno. El se

esforzaba   en   hace   cabriolas   y

chasqueaba los dedos y la niña no

hacía mas que insultarlo. Al final la

niña murió de frío. La madrastra

viendo que no volvía mandó al marido
                                    160
a por ella. Cuando volvió con ella

muerta lloro de arrepentimiento al ver

que su hija había muerto por su culpa.


(Cuento ruso clásico).


             La Invernada de los Animales




Un toro que pasaba por un bosque se

encontró con un cordero.


-¿Adónde vas, Cordero? -le preguntó.



                                            161
-Busco un refugio para resguardarme

del frío en el invierno que se aproxima

-contestó el Cordero.


-Pues vamos juntos en su busca.


Continuaron andando los dos y se

encontraron con un cerdo.


-¿Adónde vas, Cerdo? -preguntó el

Toro.




                                     162
-Busco un refugio para el crudo

invierno -contestó el Cerdo.


-Pues ven con nosotros.


Siguieron andando los tres y a poco se

les acercó un ganso.


-¿Adónde vas, Ganso? -le preguntó el

Toro.


-Voy buscando un refugio para el

invierno -contestó el Ganso.

                                    163
-Pues síguenos.


Y   el   ganso     continuó   con   ellos.

Anduvieron un ratito y tropezaron con

un gallo.


-¿Adónde vas, Gallo? -le preguntó el

Toro.


-Busco      un   refugio   para   invernar

-contestó el Gallo.




                                        164
-Pues todos buscamos lo mismo.

Síguenos -repuso el Toro.


Y juntos los cinco siguieron el camino,

hablando entre sí.


-¿Qué haremos? El invierno está

empezando     y   ya   se   sienten   los

primeros fríos. ¿Dónde encontraremos

un albergue para todos?


Entonces el Toro les propuso:

                                       165
-Mi parecer es que hay que construir

una cabaña, porque si no, es seguro

que nos helaremos en la primera

noche fría. Si trabajamos todos, pronto

la veremos hecha.


Pero el Cordero repuso:


-Yo tengo un abrigo muy calentito.

¡Miren qué lana! Podré invernar sin

necesidad de cabaña.


                                     166
El Cerdo dijo a su vez:


-A mí el frío no me preocupa; me

esconderé    entre   la    tierra   y   no

necesitaré otro refugio.


El Ganso dijo:


-Pues yo me sentaré entre las ramas

de un abeto, un ala me servirá de

cama y la otra de manta, y no habrá




                                        167
frío capaz de molestarme; no necesito,

pues, trabajar en la cabaña.


El Gallo exclamó:


-¿Acaso no tengo yo también alas

para preservarme contra el frío? Podré

invernar muy bien al descubierto.


El Toro, viendo que no podía contar

con la ayuda de sus compañeros y que

tendría que trabajar solo, les dijo:

                                       168
-Pues bien, como quieran; yo me haré

una casita bien caliente que me

resguardará; pero ya que la hago yo

solo, no vengan luego a pedirme

amparo.


Y poniendo en práctica su idea,

construyó una cabaña y se estableció

en ella.


Pronto llegó el invierno, y cada día que

pasaba el frío se hacía más intenso.
                                      169
Entonces el Cordero fue a pedir

albergue al Toro, diciéndole:


-Déjame entrar, amigo Toro, para

calentarme un poquito.


-No, Cordero; tú tienes un buen abrigo

en tu lana y puedes invernar al

descubierto. No me supliques más,

porque no te dejaré entrar.




                                    170
-Pues si no me dejas entrar -contestó

el Cordero- daré un topetazo con toda

mi fuerza y derribaré una viga de tu

cabaña y pasarás frío como yo.


El Toro reflexionó un rato y se dijo: «Lo

dejaré entrar, porque si no será peor

para mí.»


Y dejó entrar al Cordero. Al poco rato

el Cerdo, que estaba helado de frío,

vino a su vez a pedir albergue al Toro.
                                       171
-Déjame entrar, amigo, tengo frío.


-No. Tú puedes esconderte entre la

tierra y de ese modo invernar sin tener

frío.


-Pues si no me dejas entrar hozaré

con mi hocico el pie de los postes que

sostienen tu cabaña y se caerá.




                                     172
No hubo más remedio que dejar entrar

al Cerdo. Al fin vinieron el Ganso y el

Gallo a pedir protección.


-Déjanos entrar, buen Toro; tenemos

mucho frío.


-No, amigos míos; cada uno de

ustedes tiene un par de alas que les

sirven de cama y de manta para pasar

el invierno calentitos.


                                     173
-Si no me dejas entrar -dijo el Ganso-

arrancaré todo el musgo que tapa las

rendijas de las paredes y ya verás el

frío que va a hacer en tu cabaña.


-¿Que no me dejas entrar? -exclamó el

Gallo-. Pues me subiré sobre la

cabaña y con las patas echaré abajo

toda la tierra que cubre el techo.


El Toro no pudo hacer otra cosa sino

dar alojamiento al Ganso y al Gallo. Se
                                     174
reunieron,     pues,       los     cinco

compañeros, y el Gallo, cuando se

hubo calentado, empezó a cantar sus

canciones.


La Zorra, al oírlo cantar, se le abrió un

apetito enorme y sintió deseos de

darse un banquete con carne de gallo;

pero se quedó pensando en el modo

de cazarlo. Recurriendo a sus amigos,


                                       175
se dirigió a ver al Oso y al Lobo, y les

dijo:


-Queridos amigos: he encontrado una

cabaña en que hay un excelente botín

para los tres. Para ti, Oso, un toro;

para ti, Lobo, un cordero, y para mí, un

gallo.


-Muy bien, amigo -le contestaron

ambos-. No olvidaremos nunca tus

buenos    servicios;   llévanos   pronto
                                      176
adonde     sea      para   matarlos   y

comérnoslos.


La Zorra los condujo a la cabaña y el

Oso dijo al Lobo:


-Ve tú delante.


Pero éste repuso:


-No. Tú eres más fuerte que yo. Ve tú

delante.



                                      177
El Oso se dejó convencer y se dirigió

hacia la entrada de la cabaña; pero

apenas había entrado en ella, el Toro

embistió y lo clavó con sus cuernos a

la pared; el Cordero le dio un fuerte

topetazo en el vientre que lo hizo caer

al suelo; el Cerdo empezó a arrancarle

el pellejo; el Ganso le picoteaba los

ojos y no lo dejaba defenderse, y,



                                     178
mientras tanto, el Gallo, sentado en

una viga, gritaba a grito pelado:


-¡Déjenmelo a mí! ¡Déjenmelo a mí!


El Lobo y la Zorra, al oír aquel grito

guerrero, se asustaron y echaron a

correr. El Oso, con gran dificultad, se

libró de sus enemigos, y alcanzando al

Lobo le contó sus desdichas:




                                     179
-¡Si supieras lo que me ha ocurrido! En

mi vida he pasado un susto semejante.

Apenas entré en la cabaña se me echó

encima una mujer con un gran tenedor

y me clavó a la pared; acudió luego

una gran muchedumbre, que empezó

a darme golpes, pinchazos y hasta

picotazos en los ojos; pero el más

terrible de todos era uno que estaba

sentado en lo más alto y que no
                                     180
dejaba de gritar: «¡Déjenmelo a mí!» Si

éste me llega a coger por su cuenta,

seguramente que me ahorca.

A. N. Afanasiev




                   LOS JUGUETES

                    El juguete de madera.




                  El juguete de madera

                                            181
Cuando Quimet nació, su

padre plantó un árbol como

siempre habían hecho en su

familia.


      Cuando el niño cumplía

cinco años se hacía una fiesta

para cortar el árbol y preparar

                             182
la madera para hacer un

juguete. Cuidaron el árbol,

regándole, enderezándole y

librándole de todas las plagas.

Finalmente llegó el día y

después de guardar la única

semilla que daba (era un árbol

muy   especial)   para   poder
                             183
seguir la costumbre, lo cortó.


      Todo en el taller estaba

preparado,       limpio          y

engrasado.


       El padre empezó a

serrar y el niño iba quitando

las virutas, miraba a su padre

                                 184
y   sabia   que   el    sería   el

próximo que prepararía un

juguete para su hijo.


      Olía a madera recién

cortada y el sol atravesaba el

polvo haciendo que el taller

pareciera un sitio mágico.


                                185
Al padre le parecía que

algo iba mal y el trozo de

madera era cada vez más

pequeño,        de        pronto   se

encontró con que en la mano

solo    tenía        un      pequeño

triángulo de madera, se volvió

muy triste y vio que su hijo le
                                    186
miraba lleno de orgullo y

felicidad.    El    triángulo   que

tenia en la mano servia para

rematar      el    más     hermoso

paisaje jamás soñado y que el

niño había ido formando con

los   restos       de    madera   y

virutas.
                                  187
Horacio Elena




                EL   CARNAVAL




                El caballo encantado.

                Clavel Hermoso.

                La princesa encantada.




                  Clavel hermoso.




                                         188
Una joven reina tenía un hijo

pequeño    que   tenía   el   poder   de

convertir en realidad lo que pensaba y

el cocinero se lo llevo. El rey creyó que

la reina no había tenido cuidado y se lo

habían comido las fieras. Enfadado

encerró a la reina en una torre.


  Pasaron unos años y el niño iba

convirtiendo en realidad todo lo que le

pedía el cocinero. Como se aburría
                                       189
pensó en una niña para que jugase

con el, a pesar de todo estaba triste

sin saber porque. Un pájaro que iba

todas las tardes se enterneció y le

contó toda su historia.


  El niño convirtió al cocinero en un

perro y a la niña en un hermoso clavel

y se fue a su casa, se presentó como

un príncipe extranjero que venía a

cazar. El rey le dijo que en sus tierras
                                      190
no había caza y el príncipe la hizo

aparecer. Dieron una gran cacería y

después el rey dio una fiesta, el

príncipe puso como condición que

asistiera la reina.


   En la fiesta convirtió al clavel en la

niña y contó todo lo que había pasado

demostrando su poder.




                                       191
Vivieron   todos       felices        menos   el

cocinero que fue para siempre perro

vagabundo.




              El Caballo Encantado.




  Sulima y Abukimbad eran hijos del

sultán y les gustaba mucho salir los

días del mercado. Uno de esos días

vieron a un mercader que maltrataba a
                                              192
un caballo blanco. El príncipe se lo

recriminó,   le   recordó   que   estaba

prohibido pegar a los animales y se lo

compró para que no volviese a ocurrir.


   Cuando salieron del mercado se

encontraron a un viejo que les pidió

algo   de    comer,    se    pararon    y

compartieron con el la comida que

llevaban, al finalizar el les dio una vela

mágica.
                                        193
Los jóvenes estaban encantados

con el caballo y le querían y cuidaban

mucho.


  Una noche encendieron la vela y el

caballo se convirtió en príncipe, les

explicó   que   era   victima   de     un

encantamiento    y    que   sólo     sería

príncipe si le devolvían la vela y la

conservaba en su poder. Los dos

hermanos se la dieron inmediatamente
                                        194
y el se marchó muy agradecido a su

reino.


   Al poco tiempo volvió a pedir la

mano de Sulima y se caso con ella.


              La Princesa Encantada.




  Había una vez un rey que tenía tres

hijos. Un día les dijo que tenían que

buscar esposa. El procedimiento sería

que cada uno lanzaría una flecha en

                                       195
distinta dirección y la que recogiera su

flecha sería su mujer. Así lo hicieron,

la flecha del primero cayo en el jardín

de un general, la recogió su hija y le

pidió la mano; la del segundo cayo en

el patio de un comerciante y su hija,

que   la   recogió,   fue   pedida   en

matrimonio. El tercer hermano mando

la flecha a una ciénaga y cuando fue a

buscarla la tenía una rana en la
                                      196
boca. La rana le dijo que tendría que

cumplir su compromiso y casarse con

ella. Se presentaron los tres hermanos

ante el rey y este les dijo que debían

casarse cada uno con la que había

encontrado   la   flecha,   incluso   el

pequeño.


  El rey, pasados unos días, les pidió

a las princesas que tejieran unos

tapices para ver cual era mas hábil.
                                      197
Las dos de los mayores se habían

vuelto perezosas y les dijeron a los

sirvientes que las hicieran ellos. La

rana le dijo al pequeño que se fuera a

dormir tranquilo. Cuando se hubo

dormido, la rana se transformó en una

princesa bellísima, se acercó a la

ventana y le pidió a una araña seda de

su tela, a la luna le pidió un rayo de

plata y de un jarrón cogió un puñado
                                    198
de flores. Con todo esto tejió su tapiz.


  Al día siguiente, otra vez convertida

en rana, se lo dio al príncipe metido en

un cofre y con la recomendación de

que lo enseñara el último. Los dos

hermanos     mayores     mostraron    los

suyos y el rey comentó que sus

sirvientes los hacían iguales a esos.

Cuando el pequeño enseño el suyo,

suave como la seda, brillante como la
                                           199
luna y con el color y la fragancia de las

flores; el rey se quedo encantado y

felicitó a su hijo, Después los invitó a

todos a un baile.


   El pequeño llegó a su casa muy

apenado y le contó a su esposa lo que

ocurría. Ella le dijo que se fuera

tranquilo que el rey quedaría tan

satisfecho con su baile como había

quedado con el tapiz.
                                       200
Cuando entró al salón de baile solo,

el príncipe tuvo que soportar las burlas

de sus hermanos y sus esposas que le

reprochaban que no hubiera traído a la

rana. Pero mientras la princesa había

recuperado su forma humana y llego al

baile como la mas bella de todas las

presentes. Su esposo se dio cuenta

inmediatamente de quien era y le



                                      201
ofreció su mano llevándola a la mesa

del rey.


   Las otras dos      tuvieron muchos

celos y la espiaron. En un momento

vieron que se echaba unos huesos de

pollo en una manga y vino en la otra,

ellas hicieron lo mismo. El rey invito al

hijo pequeño a que abriera el baile con

su esposa, cuando se puso a bailar, la

princesa hacia un leve gesto y de su
                                       202
manga salían bandadas de pájaros de

bellos colores, si lo hacía con la otra

se entreveían hermosos paisajes con

grandes cascadas. Las otras dos

intentaron hacer lo mismo y llenaron a

todo el mundo de sobras de pollo y

manchas    de   vino.   El    rey,   muy

enfadado, las mandó sentar.


  Cuando acabó el baile, que fue todo

un triunfo para la princesa, todos los
                                      203
caballeros de la corte querían bailar

con ella, volvieron a casa. El príncipe

encontró la piel de rana y la quemó,

acabando así con la maldición.


      A partir de entonces vivieron felices

para siempre.

(Cuento tradicional ruso).




                                         204
LA CASA.




Los piratas en casa.

Puff el elefante que no tenía casa.

Hermanito y Hermanita.

Zarevna, la belleza inextinguible.

La casa de los muñecos de pan.




                        Los piratas en casa




                                              205
Mi abuelo era marino. Su casa

estaba llena de recuerdos. Me gustaba

ir a su casa y que me contara historias.

Lo que mas me gustaba era un velero

encerrado en una botella. Una noche

me desperté y sin saber como me

encontré con la botella del barco en la

mano y delante de la pila de la cocina.

Cuando di el grifo estalló una tormenta

que el barco resistió, de pronto me di
                                      206
cuenta de que era un barco pirata. Los

piratas salieron de la botella en sus

botes y su capitán empezó a dar

ordenes. Saltaron de un mueble a otro

y trepaban por los cables de los

electrodomésticos, Saquearon toda la

casa:      monederos,        cristalería,

cubiertos, relojes, etc. Mi abuelo se

despertó, al oírlo los piratas volvieron

corriendo a su barco y yo lo coloque
                                       207
en su sitio. Mi abuelo no me regañó,

parecía como si lo supiera todo.

           Puff, el elefante que no tenía casa.




 A Puff no le gustaba la selva porque

cuando llovía o hacía frío no tenía una

casa donde meterse. Por eso se fue a

buscar una. Andando, andando llegó al

bosque y se encontró con un caracol y

le preguntó como podía hacer una

casa, el caracol le explicó que no
                                                  208
podía ayudarle porque el nacía con su

casa puesta. Después se encontró con

un pájaro que le enseñó como se

hacía un nido. Tardó mucho y le costó

mucho trabajo, cuando acabó y se

metió dentro el nido se aplastó, la

rama se rompió y se pego un golpazo.

Siguió andando y se encontró un

conejo, este le enseñó su madriguera

y el elefante empezó a hacerse una.
                                   209
Cuando empezó a escarbar y a sacar

tierra y rocas, toda la montaña tembló

y los demás animales fueron a pedirle

que parará, la montaña se hundía.

Después se encontró con un hombre

que le llevó al pueblo, allí entre todos

le hicieron una casa, el a cambio

ayudaba a los hombres con su gran

fuerza.

            La casa de los muñecos de pan.



                                             210
La señora Remedios hacía muñecas

de trapo muy bonitas y con el pelo de

lana. También iba a la montaña a

buscar seta, un día, con la cesta ya

llena, olió a pan recién hecho y al

seguirlo, llegó a una casita que estaba

en un claro del bosque. Llamó y

merendó un pan riquísimo y habló

mucho con la señora de la casa que

vivía sola, se llamaba Lucía y quería
                                     211
tener compañía,     se hicieron muy

amigas y la invitó a quedarse a vivir

con ella. Remedios, que estaba harta

de vivir en la ciudad, aceptó. Se fue a

recoger las muñecas que más quería y

regaló las demás, cerró su casa de la

ciudad y se fue a vivir con Lucía.

Aprendió   a   hacer   panes,   barras,

bollos, etc. Un día se le ocurrió hacer

muñecos de pan. Los hizo sonrientes y
                                     212
con los brazos abiertos, todo el mundo

quería comprarlos y Lucía y Milagros

iban           vendiendo                  su       pan        por   los

mercadillos de los pueblos cercanos. A

su casa la llamaron desde entonces

"La Casa de los Muñecos de Pan"

Valentina Cruz (Teide).




                          La Zarevna Belleza Inextinguible.




           Hace mucho tiempo un famoso

Zar iba viendo como envejecía y esto

                                                                     213
le preocupaba, un día tuvo un sueño,

la Zarevna Belleza Inextinguible que

gobernaba en algún desconocido y

lejano lugar, tenía bajo la almohada un

frasco de agua de la vida, si bebía de

ese frasco rejuvenecería treinta años.

Cuando se despertó pregunto a sus

consejeros y ninguno sabía donde se

hallaba   ese   lugar,   sus   hijos   se

ofrecieron para ir a buscarlo. Partieron
                                       214
al día siguiente, el pequeño se fue por

un camino y los demás por otro, los

mayores    se   encontraron   con   un

anciano que les preguntó donde iban,

le contestaron de mala manera y

siguieron su camino, mas adelante se

encontraron perdidos y preguntaron a

otro anciano que encontraron, este les

explicó cual era el camino pero les

advirtió que tendrían que cruzar tres
                                     215
ríos, en el primero los barqueros les

cortarían un brazo, en el segundo el

otro y en el tercero la cabeza. Los

hermanos    pensaron   que   era   una

tontería arriesgarse y se instalaron en

una gran tienda comiendo y bebiendo

hasta que llegara su hermano.


   El pequeño se encontró con el

mismo anciano y le explicó donde iba,

este agradecido, le dice que tiene que
                                     216
volver y elegir el caballo mas brioso y

pedirle a su padre su espada para

poder vencer los peligros del camino.

Cabalgó durante mucho tiempo hasta

que encontró una cabaña sobre una

gran pata de gallina de la bruja Baba

Yaga. Esta le explicó lo de los tres ríos

y que tendría que luchar para poder

escapar de los barqueros. Le fueron

pasando los ríos y cuando intentaron
                                       217
cortarle los brazos y la cabeza tuvo

que luchar y matar a algunos para

poder seguir su viaje. Se encontró con

un gigante que no le dejo pasar,

viendo que sería imposible vencerle se

interno en el bosque y una vieja que

vivía en una cabaña le dio unas

hierbas, debía encender un fuego y

arrojar las hierbas cuidando que el

humo fuera hacía el gigante que se
                                    218
debilitaría, cuando le hubiera vencido

tenía que quitarle una pelota que al

arrojarla ante el le llevaría    hasta

donde se encontraba el elixir. Llegó a

robarlo de debajo de la almohada de la

Zarevna y al ir a cogerlo se quedo

prendado de su belleza. Cogió el

frasco y salió huyendo en su corcel, la

Zarevna le persiguió y le atravesó con

su espada. Pero se enamoró de el y
                                     219
con el agua de la vida le curó y le dijo

que iría a buscarlo a su reino. El

volvió para llevar a su padre el agua,

cuando se encontró con sus hermanos

y les contó la historia, le robaron el

frasco y le dejaron abandonado.


  Después de muchas aventuras logró

llegar a su casa justo cuando la

Zarevna iba a buscarle, se aclaró todo

y los hermanos fueron expulsados del
                                      220
reino y ellos vivieron felices para

siempre.

               Hermanito y hermanita.




   Eran dos hermanos que desde que

se habían quedado huérfanos eran

muy     desgraciados               ya   que   su

madrastra los maltrataba y decidieron

irse   de   casa.       Anduvieron        mucho

tiempo hasta que se internaron en un

inmenso bosque, tenían mucha sed y
                                              221
por fin encontraron una fuente, pero la

madrastra, que además era una bruja,

había hechizado todas las fuentes.

Cuando ya iban a beber la niña oyó un

murmullo del agua que decía: "Quien

me beba se convertirá en tigre". Sujetó

a su hermano justo a tiempo. En la

siguiente pasó lo mismo solo que la

fuente decía: "Quien me beba se

convertirá en lobo", la niña también lo
                                     222
sujetó pero en la siguiente no le dio

tiempo y el niño se convirtió en un

corzo. Le consoló y siguieron andando

por   el   bosque,   encontraron   una

pequeña casita con la puerta abierta y

se instalaron en ella, la niña salía

todas las mañanas a buscar comida

para ella y para el corzo y vivían

felices con la única pena de no saber

cuanto duraría el hechizo.
                                    223
Un día el rey salió de caza y el

bosque se llenó de ladridos de perros

y de llamadas de los cazadores y sus

cuernos. El corzo pidió a su hermana

que lo dejará salir, ella no quería pero

al final la convenció. Le dijo: "Cuando

vuelvas    me    tienes    que    decir:

Hermanita déjame entrar". El corzo se

paso el día huyendo de los cazadores

y cuando anochecía volvió y le dijo a
                                      224
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El otoño y otros cuentos más infantil punteada 4 lineas 28 puntos

  • 1. CUENTOS SOBRE: EL OTOÑO EL CUERPO LA NAVIDAD EL FRÍO Y EL INVIERNO LOS JUGUETES EL CARNAVAL LA CASA. LAS PLANTAS / LA PRIMAVERA LOS ANIMALES LAS VACACIONES EL OTOÑO Eolito, el mago de los vientos. golondrina solitaria. La hormiga presumida. El pequeño abeto. ¿Porqué algunos árboles...? 1
  • 2. Eolito, el mago de los vientos Eolito era el hijo travieso de un mago. Un día jugando con las cosas de su padre, encontró la caja de los vientos. Recordó las palabras mágicas "Abracadabra, pata de cabra, caja quiero que te abras, tontiloqui, 2
  • 3. carrasclascas". Nada más acabar de decirlo, salieron todas las brisas, vientos, huracanes, etc.; resoplaban, golpeaban, buscaban las rendijas y poco a poco todos iban consiguiendo escapar de la habitación dejando tras de sí una larga cola de polvo. El niño los quería coger pero ninguno se dejaba, al final cogió a uno pequeño, azul y que cojeaba. Era el viento del 3
  • 4. reuma, después de revolverse, intentar escapar y llamarle abusón se ofreció a ayudarle a cambio de que también a el le dejará dar una vueltecita. Le explicó como tenía que irlos capturando. Tenían que salir a la calle con la caja e irlos buscando, luego sabiendo el nombre era sencillo, sólo tenían que decir la fórmula y el viento se veía obligado a meterse de nuevo 4
  • 5. en la caja. Al primero que vieron fue a Levante y el niño dijo: ¡Levante, Levanteras a la caja o te enteras!. Levante no tuvo más remedio que irse a la caja. Así fueron cogiendo a Poniente Ponienteras, Norte Norteras, Sur Sureras y a todos los demás. A muchos los cogieron poniendo una hoja de papel en el suelo y cuando el viento iba corriendo a moverla de un 5
  • 6. lado a otro, a los vientos les encanta jugar a eso, le atrapaban. Al final consiguieron capturarlos a todos y el pillo cojuelo se fue a soplar por el mundo durante unos días. Santiago Calvo (Adaptación) La Hormiga presumida Había una vez una hormiga tan presumida que en vez de buscar 6
  • 7. comida siempre estaba buscando cosas para ponerse guapa. Cuando por la noche todas contaban lo que habían recogido, ella no hacía más que pavonearse de lo guapa que estaba. Sus compañeras le llamaban la atención pero no había manera, un día se hacía un traja con un trocito de tela, otro día se lo pasaba peinándose con una espina de pescado, al 7
  • 8. siguiente encontraba un trozo de espejo y no paraba de mirarse, etc. Un día encontró un sombrero de copa y ya no hubo nada más para ella. Casi no se la veía pero ella se encontraba guapísima. De pronto el cielo se puso negro y empezó a llover, todas se refugiaron pero ella no podía correr por culpa del sombrero. Por fin llegó al hormiguero pero el sombrero 8
  • 9. no cabía, se subió encima para empujarlo y el agua lo arrastro con ella subida. Todas se quedaron muy apenadas pensando que se iba a ahogar pero al día siguiente apareció mojada, cansada y sucia. Después de este susto fue una hormiga casi normal ya que siempre llevaba una bonita cinta en la cabeza. La golondrina solitaria 9
  • 10. Érase una golondrina que perdió su nido porque derribaron la casa donde lo tenía. Volando, volando llegó a un sitio maravillosos, una ermita abandonada en medio de un bosque, junto a una laguna. Allí con barro y ramas hizo su nido nuevo. Tenía mucha comida, el sitio era bonito y se 10
  • 11. hizo amiga de una ardilla muy simpática y juguetona. Charlaban de todo y la golondrina le confesó a su amiga que tenía miedo de no saber cuando tenía que irse ya que siempre había seguido a sus compañeras y ahora estaba sola. La ardilla le dijo que no se preocupase que ella le avisaría. 11
  • 12. Cuando el tiempo empezó a refrescar, las hojas amarillearon, las uvas estaban maduras, etc. La ardilla subió a un pino que estaba muy cerca del nido de su amiga y le dijo que su amigo el lagarto había hecho más profundo su agujero, que cada vez había menos ranas en la charca y que ella pensaba que había llegado el 12
  • 13. momento de que la golondrina se marchara. La golondrina le dio las gracias, se despidió de ella con mucha pena y le prometió volver al año siguiente. Después se fue al pueblo y se junto con sus compañeras que se estaban reuniendo para irse en los cables del teléfono, al rato una arranco y todas la 13
  • 14. siguieron para buscar un sitio más cálido para pasar el invierno. Guía Didáctica "Mi Libro" H.S.R. El Pequeño Abeto Érase una vez un pequeño abeto. Solo, en el bosque, en medio de los demás árboles cubiertos de hojas, el sólo tenía agujas, nada más que agujas. 14
  • 15. El siempre se quejaba de que todos los demás tenían hermosas hojas verdes, una noche deseo tener hojas de oro para poder dar envidia a los demás. A la mañana siguiente se despertó cubierto de las hojas que tanto había deseado y se puso loco de contento, todos sus vecinos se pusieron a comentar lo guapo que estaba con sus hojas de oro. Un ladrón 15
  • 16. que estaba por el bosque lo oyó y esa misma noche fue y le arrancó las hojas sin dejar ni una. A la mañana siguiente el abeto se vio y se puso a llorar desconsolado y a pensar que lo mejor era que hubiese pedido sus hojas de cristal bien brillante. A la mañana siguiente el abeto estaba resplandeciente, su deseo se había cumplido y en todo el 16
  • 17. bosque no se hablaba de otra cosa. Pero esa noche hubo una tempestad y el viento sacudió las hojas con tal fuerza que todas se rompieron y el pequeño abeto volvió a pasar un mal rato. Pensó que lo que de verdad quería era tener hojas de un bonito color verde, igual que sus vecinos y al igual que los días anteriores cuando amaneció tenía las hojas más verdes 17
  • 18. de todo el bosque y sus vecinos le felicitaron, sólo había un problema, como el abeto era muy pequeño y una cabra y sus hijos acertaron a pasar por allí y se comieron todas sus hojas. El pequeño abeto, desnudo, frío y triste lo único que deseaba era ser como siempre había sido, al día siguiente se despertó con sus agujas y su aspecto habitual. Nada mas verse 18
  • 19. se puso contentísimo y se echo a reir y a llamar a sus vecinos que se alegraron mucho de verle tan feliz. A partir de entonces el pequeño abeto no volvió a quejarse de su suerte. N. Willer (Recogido por Sara Cone Bryant) Por que algunos árboles... Una vez, hace mucho tiempo, empezó a hacer mucho frío porque el 19
  • 20. invierno se acercaba. Todos los pájaros que se iban cuando llegaba este momento en busca de sitios más cálidos ya habían partido. Sólo quedaba un pobre pajarito que tenía un ala rota. El pobre pensaba que si no encontraba pronto un lugar donde refugiarse se moriría de frío, miró alrededor y vio un montón de árboles que seguro que le prestarían cobijo. 20
  • 21. Saltando y aleteando cuando podía, llegó al bosque y encontró un árbol que le impresionó por lo grande que era y lo fuerte que parecía, era un roble, el pájaro le pidió permiso para refugiarse entre sus ramas hasta la llegada del buen tiempo. El roble le dijo, muy enfadado, que si le dejaba picotearía sus bellotas y le echó de mala manera. 21
  • 22. El pájaro vio un árbol precioso de hojas plateadas y tronco blanco, era un álamo y pensó que le daría refugio. Le contó su problema y el álamo le echó con cajas destempladas diciéndole que iba a manchar sus bonitas hojas y su blanquísimo tronco. Cerca de allí había un sauce que con sus largas ramas colgando hasta 22
  • 23. el suelo le pareció al pajarito que sería una buena casa para los fríos que se avecinaban. Pero igual que los demás le rechazó argumentando que no trataba nunca con desconocidos y pidiéndole que se marchara cuanto antes. El pajarito empezó a saltar como podía con su ala rota sin llevar un rumbo fijo, un abeto le vio y le 23
  • 24. preguntó que le pasaba, el pobre se lo contó y el abeto le ofreció sus ramas mientras le indicaba donde hacía más calorcito. El pájaro le explicó que sería para todo el invierno y el árbol le dijo que así tendría compañía. El pino, que estaba cerca de su primo el abeto, se ofreció para rotegerle del viento ya que sus ramas eran más grandes y fuertes. 24
  • 25. El pájaro se preparo un lugar bien abrigadito en la rama más grande del abeto y protegido del viento por el pino se dispuso a pasar el invierno. El enebro se ofreció para que pudiera comer de sus bayas y no muriera de hambre. Estaba muy contento y charlaba con sus amigos, los demás árboles hacían comentarios despectivos sobre ellos. 25
  • 26. Aquella noche empezó a soplar el Viento del Norte fuerte y frío, iba pasando de árbol a árbol y sus hojas iban cayendo una tras otra. De pronto giró y de dirigió hacia donde estaban los amigos del pajarito, el Rey de los Vientos le frenó y le dijo que podía desnudar a todos los árboles menos a los que habían ayudado al pájaro. 26
  • 27. El Viento del Norte los dejó en paz y conservaron sus hojas durante todo el invierno y desde entonces siempre ha sido así. Miss Florence Holbroock Los cuatro hermanos. Los dos hermanos. Juan Sucio. El Ratoncito Pérez. Los tres sastres. 27
  • 28. Juan Sucio Juan era un niño que nunca se quería lavar, peinar, cortar las uñas, ni hacer nada que fuera para estar limpio. Su madre ya no sabía que hacer para convencerle para que se diera cuenta de lo sucio que iba. Le mandó a buscar un amigo para jugar. Salió y vio una ardilla que era alegre, saltarina, divertida y muy 28
  • 29. limpia... pero no quiso jugar con el porque estaba muy sucio. Esperó a que pasará alguien y fueron pasando muchos niños (emplear nombres de los niños de la clase) y ninguno quiso jugar con el. Pasaron muchos animales (ir nombrando) y con todos le pasaba lo mismo. 29
  • 30. De pronto oyó una voz detrás de el que le decía que quería ser su amigo. Se volvió muy contento y se encontró con un cerdo lleno de barro y porquería. Puso mucha cara de asco y le dijo que no. El cerdo le contesto que no lo entendía ya que el estaba igual de sucio. Al darse cuenta de que era verdad se fue corriendo a su casa, le 30
  • 31. pidió a su mamá que lo arreglará y nunca más volvió a estar tan sucio. Los dos hermanos Leal y Desleal salieron a correr mundo. Desleal era malo y robó a su hermano y la abandonó. Leal se fue andando por el bosque y se puso a comer las pocas provisiones que le quedaban poco después fueron 31
  • 32. llegando un oso, un zorro y una liebre a los que fue invitando, le contaron que el rey estaba ciego y sólo se curaría con las gotas de rocío recogidas de un árbol del patio de palacio y que la princesa que era sordomuda se curaría si echaban a un sapo que vivía oculto bajo una baldosa de su habitación. 32
  • 33. El joven fue a palacio, primero curó al rey y le dijo que también podía curar a la princesa. Llamaron a un montón de soldados y fueron levantando las baldosas hasta encontrar al sapo y echarle del reino. La princesa se curó y se enamoro del joven, se casaron y vivieron felices para siempre. 33
  • 34. El príncipe iba al bosque de vez en cuando con mucha comida que compartía con sus amigos los animales que le habían ayudado con su información. Los tres sastres Había una princesa que no se quería casar y despreciaba a todos los pretendientes. Finalmente y 34
  • 35. presionada por sus padres, dijo que se casaría con el que adivinase un acertijo. Consistía en decir de que dos colores tenía el pelo la princesa. Unos hermanos, que eran sastres, pensaron que quien mejor que ellos iba a distinguir los colores de un pelo que, al fin y al cabo, era lo más parecido a un hilo. Primero fue el mayor y no supo dar una contestación, 35
  • 36. al segundo le pasó lo mismo. El tercero insistió en ir, después de observarlo durante un rato, aseguró que eran plata y oro y acertó. A la princesa no la parecía bien casarse con un sastre y le puso como condición que pasará la noche con un oso que estaba en el establo y el sastre aceptó. 36
  • 37. El sastre entró comiendo nueces y el oso, al que le gustaban mucho, le pidió, le dio unas piedras en forma de nueces y el oso intento partirlas con los dientes y se hizo tanto daño que no podía ni pensar en morder a nadie. Al momento el sastre sacó un violín y se puso a tocarlo con mucha gracia, Al oso le dio mucha envidia y le pidió que le enseñara. El sastre le explicó que 37
  • 38. para tocar el violín tenía que cortarse las uñas, el oso estuvo de acuerdo y se las dejó cortar. Ahora ya no podía ni morder ni cogerle con sus zarpas y el sastre pudo dormir tranquilo. Al día siguiente la princesa accedió a casarse con él admirada de su ingenio y valentía. El oso nunca aprendió a tocar el violín. Los Cuatro Hermanos 38
  • 39. Cuatro hermanos muy pobres se fueron a correr mundo a aprender un oficio y quedaron en volver a los cuatro años. Uno de ellos se fue con un astrónomo que le enseño su ciencia y le facilitó instrumentos para su trabajo, otro estuvo con un cazador, el tercero con un sastre y el último con un ladrón 39
  • 40. que le enseñó a coger lo que fuera sin que nadie se enterase. Cuando volvieron cada uno demostró al padre sus habilidades; el astrónomo localizo un huevo con su telescopio, el que había estado con el ladrón quito un huevo sin que la madre se enterase, el cazador lo atravesó desde muy lejos con un sólo disparo y 40
  • 41. el sastre lo cosió sin que se notase el agujero. El rey que se había enterado se su destreza, les pidió que fueran a rescatar a su hija que estaba secuestrada en una isla. El astrónomo encontró la isla y vio que la custodiaba un dragón, el ladrón fue a la isla se la llevó y la subió al barco sin que el dragón se despertara, 41
  • 42. cuando finalmente se dio cuenta los persiguió pero el cazador le mató de un sólo disparo, cayó sobre la nave destrozándola pero el sastre la cosió y pudieron seguir navegando. Cuando se la devolvieron al rey les dio un gran rescate a cada uno. El Ratoncito Pérez Cuando a Elsa se le cae un diente, tiene por costumbre colocarlo debajo 42
  • 43. de la almohada y durante la noche el ratoncito Pérez viene a buscarlo. Desde que comenzó de nuevo el curso, a Elsa se le han caído ya tres dientes. Y cada vez, el ratoncito se lo llevó sin decir a dónde, naturalmente. -¿Pero qué puede hacer este ratoncito con todos mis dientes? ¿Para qué quieren los ratoncitos todos los dientes que recogen en la casa de la 43
  • 44. gente?- le preguntó Elsa a su padre un día- ¿Acaso los utilizan para sustituir los que a ellos se les han roto? ¿O los tiran dentro de un foso? -Nada más simple- respondió el padre-, busca un agujero de ratón a ras del suelo, estírate boca abajo y mira por el. Veras que pasa dentro. Dicho y hecho. Elsa encontró un orificio de ratón debajo del aparador 44
  • 45. del comedor. Abrió muy bien un ojo y lo pegó al agujero. Que sorpresa descubrir a través del orificio, al otro lado del muro, una verdadera ciudad de ratones. Los hay delgados, grises, blancos, con los ojos verdes y algunos hasta con ojos rojos ¡Pero si detrás de la pared del comedor de Elsa hay una autentica ciudad de ratoncitos! Corrían en todas direcciones, empujando 45
  • 46. carretillas, estirando cordeles. Un gran ratón marrón lanzó un silbido y gritó. - Atención, cada uno a su lugar de trabajo, aquí llega el convoy de la noche. Los ratoncitos y las ratitas se alinearon a lo largo de las calles. El convoy se aproximaba. Decenas de ratoncitos y ratitas arrastraban carros repletos de dientes recolectados 46
  • 47. debajo de las almohadas. Los había para todos los gustos: dientes jóvenes, viejos, dientes blancos, con caries, con plomo, puntiagudos y planos. Cada ratoncito descargó su carretilla en la plaza, apilándolos en forma de pirámide. A la hora del mercado los ratoncitos gritaban: 47
  • 48. -Vengan a ver mi lote de dientes. Por aquí, un diente nuevo...¡Dientes frescos, dientes frescos! Elsa retuvo la respiración y no se movió. Los ratoncitos acudían de todas partes de la ciudad con sus cestos. Una pequeña ratita dijo: -Quiero tres dientes huecos para hacer tazas de café. Y un ratón gordo gruñó: 48
  • 49. -Le he encargado cinco dientes dorados para terminar mi palacio. Dese prisa en dármelos. Una mamá ratita, acompañada por todos sus pequeños, se llevó ocho muelas para hacer taburetes. Y un ratón de largo morro pidió: -¿Tendría un gran canino? 49
  • 50. - Lo siento, no me queda más que un diente de leche -respondió la vendedora. Elsa se sobresalto: -¡Es mi diente! Lo reconozco- gritó Pero los ratoncitos no la oían. El agujero era demasiado pequeño para dejar pasar su voz 50
  • 51. Ahora un joven ratoncito se acercó y preguntó con aire interesado: -¿Está en venta este magnífico diente de leche? Es precisamente lo que estaba buscando. Tierno y limpio, como deseo. Haré con él cuatro anillos para las patas de mi novia. Y se lo llevó encantado. Elsa estaba sorprendida. -¡Hacer cuatro anillos con 51
  • 52. mi diente de leche! Es una idea extraña... Aunque también estaba contenta de saber lo que los ratoncitos hacen con todos los dientes. Y al alejarse del agujero de la pared, se preguntó un poco preocupada: -¿Será mi diente de leche suficientemente bonito para un anillo de prometida? 52
  • 53. (Texto de Chantal Crov. Revista Parastú) LA NAVIDAD El regalo de la araña. Papa Noel y Rodolfo. La estrella juguetona. El mejor regalo. El árbol de Navidad. Calixto y el pesebre. El leñador y los animales del bosque. El cuento de Navidad de Hogol. Calixto y el pesebre 53
  • 54. La puerta se abre despacio y Calixto asoma la nariz. El olor familiar de la habitación le da confianza, pero aún así, Calixto pega un salto y aterriza en el interior de una zapatilla. Éste es un escondrijo seguro. ¡Lo sabe bien!.Y desde ahí inspecciona la habitación hasta que lo ve. Si, ve aquello que la niña de la casa ha estado preparando toda la 54
  • 55. tarde. El corazón empieza a palpitarle muy deprisa. ¿Será capaz de subirse hasta la mesa para verlo de cerca?. El es un ratón muy pequeño, nunca se ha atrevido a husmear más allá del suelo... Pero ahora la curiosidad lo rodea con sus finas alas y es más fuerte que el temor que siente. Silenciosamente sale del calzado, pasa veloz por debajo de la cama de la 55
  • 56. niña que duerme placidamente y llega a su objetivo. Y con cuatro saltos planta sus patitas en la superficie de la mesa. Encima de ella hay un pesebre. Pero Calixto no sabe que es. Y admira, fascinado, esas montañas nevadas, esos arbolillos que son tan altos como el, y esas figuras que, de pie en medio del camino, parecen que quieran echar a correr hacia el portal. 56
  • 57. El ratón se ha quedado tan impresionado que no se atreve a moverse, además, si lo hace, sus patitas se hundirán en el musgo suave y aún húmedo. De pronto oye un ruido y sin detenerse a comprobar si encierra algún peligro o no, salta al suelo y sale disparado de la habitación. Al galope cruza el vestíbulo, trepa por las escaleras, llega 57
  • 58. a su escondrijo y no se detiene hasta que tropieza con el abuelo Pascual, que duerme cerca de la chimenea. -Abuelo -dice Calixto jadeando-. ¿Qué es lo que ha hecho la niña de la casa? Hay montañas, árboles, muñecos... El abuelo abre los ojos y lo mira con las cejas fruncidas hasta que, bajo el poblado bigote, nace una ancha 58
  • 59. sonrisa. -¡Ah!- exclama-. Es el pesebre. Las personas lo ponen cuando llega la Navidad. Calixto abre los ojos de par en par. ¿ Por qué ?. Esta noche Calixto no ha querido acostarse hasta que el abuelo le ha explicado con todo detalle todo lo 59
  • 60. referente al pesebre y sus figuras. Lo que mas le ha emocionado ha sido lo de los Reyes Magos. Al final le ha preguntado al abuelo si el podía escribir les su carta y el le ha dicho que si. Ahora el abuelo esta preocupado porque los Reyes nunca han traído juguetes a los ratones. 60
  • 61. Por fin llega la noche de Reyes y el ratón esta tan excitado y feliz que no puede dormir, por fin cae rendido. El abuelo se prepara para llevar a cabo su idea. Se pone una capa roja, una corona y coge el regalo que ha preparado para su nieto. Con el a cuestas sale por un agujerito para ir a ponérselo en la ventana a su nieto. Cuando pone sus patitas en la nieve 61
  • 62. del alfeizar, aparece ante sí el rey Baltasar en persona que le pega un buen susto. El rey Baltasar se dirige a el amablemente y le pregunta: -Buenas noches, ¿es aquí donde vive Calixto el ratón? -Sss...sssi- tartamudea el abuelo. 62
  • 63. El rey mira un pequeño papelito y le dice que han recibido su carta y le pregunta donde prefiere que dejen los juguetes de Calixto. El abuelo le señala donde espera encontrarlos el ratoncito, el Rey los deposita con suavidad y se despide hasta el año siguiente. El abuelo le contesta emocionado y tembloroso. 63
  • 64. Al día siguiente se puede ver a un ratón pequeño, pequeño, pequeño que, envuelto en una larga bufanda, chilla y brinca de alegría en medio de la nieve y los juguetes que hay en el vano de la ventana. Mercè Company (Revista Parastú) El leñador y los animales del bosque 64
  • 65. Érase una vez un leñador que vivía con su mujer en una vieja cabaña en lo más profundo del bosque. Era la víspera de Navidad y estaban muy tristes porque no tenían nada para comer y el tiempo era malísimo para salir a caza. Así que se tumbaron junto al fuego y se prepararon para dormir. De pronto alguien llamó a la puerta. El leñador, 65
  • 66. un poco asustado pregunto que quien era. Le contestó una liebre que estaba muerta de frío y quería pasar la noche dentro de la casa, al leñador no le gustaba dejar entrar a extraños en su cabaña pero le dio pena y la dejó pasar. Al rato volvió a sonar la puerta, esta vez era un lobo y ahora el leñador se negó por miedo a que se los 66
  • 67. comiera, el lobo le rogó tanto y le prometió tan solemnemente que no les atacaría, que el leñador se ablandó y también le dejó entrar. Cuando parecía que finalmente iban a poder dormir se oyeron unos fuertes golpes en la puerta. El leñador se acercó a ver quien era. Se encontró con un oso enorme que, muerto de frío, también quería entrar. El leñador, 67
  • 68. que tenía mucho miedo, le dijo que no. Pero el oso juro y perjuró que no les iba a hacer daño y al final le convenció. Durmieron calientes toda la noche juntos alrededor del fuego. A la mañana siguiente los animales preguntaron al leñador como podían agradecérselo y el les explicó que era el día de Navidad y no tenían nada 68
  • 69. para comer. Los animales se comprometieron a traer algo cada uno y se fueron. (Final 1) Antes de la hora de comer se fueron presentando, la liebre trajo coles y zanahorias, el lobo tajo un carnero y el oso un cordero. La mujer del leñador lo guisó todo y se dieron una gran comilona. Desde entonces 69
  • 70. fueron muy amigos, de vez en cuando, en las noches mas frías del año, los animales dormían en la cabaña y todas las navidades comían juntos. (Final 2. Tradicional). La primera en llegar fue la liebre que traía coles y zanahorias, el leñador la invitó a tumbarse junto al fuego y cuando estaba descuidada le 70
  • 71. echo un puñado de brasas en la tripa y la liebre huyo chillando. El siguiente fue el lobo con un carnero, al igual que a la liebre, el leñador le invitó a echar un sueñecito junto al fuego, en cuanto estuvo dormido, el leñador cogió un hacha y le cortó la cola. El lobo salió aullando tan deprisa como pudo. 71
  • 72. Por último llegó el oso que traía un cordero, venía cansado, se sentó junto al fuego y cuando se durmió el leñador le dio con un mazo un fuerte golpe en la cabeza, el oso salió aturdido y haciendo eses. El leñador se quedo con la comida y tranquilo ya que temía que si los animales seguían volviendo acabarían devorándolos. El leñador y 72
  • 73. su mujer pasaron una feliz Navidad y los animales nunca volvieron a acercarse a la casa. Papá Noel y Rodolfo Papá Noel miró por la ventana el paisaje nevado mientras oía silbar el aire helado y pensó lo estupendo que sería poder quedarse sentado junto al fuego mientras cenaba algo calentito. 73
  • 74. Pero no tenía mas remedio que salir, era la noche de Navidad y todo el mundo esperaba su regalo. Se puso su ropa interior más caliente y luego un montón de prendas, unas sobre otras, para combatir el frío, para rematar se coloco sus pantalones y chaquetón rojos y se miró al espejo pensando que era 74
  • 75. normal que todo el mundo creyera que era muy gordo ¡con toda esa ropa! Cuando salió, Rodolfo ya le estaba esperando, Papá Noel comprobó que los regalos estaban bien sujetos y arrancó a volar antes de que los patines se pegaran al suelo por culpa del hielo. Mientras iban hacia la primera casa comentó con el reno que cada vez lo pasaba peor y que estaba 75
  • 76. cansado de pasar frío, Rodolfo estuvo de acuerdo. Se pararon en el primer tejado y Papá Noel casi no cabía por la chimenea, se quedo atascado y solo se libró cuando Rodolfo le echó el saco y este le empujo hacia abajo. Salió disparado y quedó en medio de la alfombra rodeado de juguetes y 76
  • 77. dulces. Dejó sus paquetes y subió gruñendo. Rodolfo y el se pusieron de acuerdo en que al año siguiente el reparto lo harían en verano. Cuando llegó el verano prepararon un carro, no hacia falta el trineo, Papá Noel se puso ropa fresquita, se afeito y allá se fueron volando con el carro. Los tejados estaban secos y era fácil 77
  • 78. trepar a ellos, bajar por la chimenea sin tanta ropa fue facilísimo... pero allí pasaba algo raro, no había copita de jerez, ni adornos, ni tarjetas, ni guirnaldas. Todo parecía un poco triste y solitario. Papá Noel entendió lo que pasaba ¡La familia se había ido de vacaciones! Como no había zapatos donde dejar los regalos tuvo que volver a subir con ellos por la 78
  • 79. chimenea. En casi todas las casas ocurrió igual, en algunas fue peor porque los niños estaban despiertos por el calor y casi le pillan, en una hasta llamaron a la policía al oir ruidos en la chimenea. Papá Noel y Rodolfo salieron corriendo y totalmente convencidos de que el reparto nunca mas se haría en verano. 79
  • 80. Cuando llegó Navidad se repitió el rito de siempre, Papá Noel se abrigó todo lo que pudo y Rodolfo y el salieron con su trineo sin hablar ni una palabra, disgustados por el frío y el fracaso de su anterior expedición. Cuando llegaron a la primera casa, Papá Noel bajo gruñendo y protestando pero cuando llegó al salón y vio todas las guirnaldas, el árbol 80
  • 81. adornado con montones de bombillas, los paquetes... y su vasito de jerez con un trozo de pastel con un cartel "Para Papá Noel". Comió y bebió muy emocionado. Fue a las habitaciones y vio a los niños durmiendo, puso sus regalos en todos los zapatos y recogió las tarjetas que los niños le habían escrito. Mientras iba pensando en lo maravillosa que era la Navidad. Iba tan 81
  • 82. entusiasmado que subió por la chimenea sin darse cuenta, cuando llego arriba vio a Rodolfo sonriendo y se dio cuenta de que el reno pensaba como el. El resto de la noche lo pasaron divertidos, hablando, recordando otras noches parecidas y sabiendo que nunca más se iban a quejar del frío ni de nada. El Mejor Regalo. (Es un resumen de una obra de guiñol). 82
  • 83. Cuando el rey Baltasar descubre la estrella que le llevará hasta el lugar donde ha nacido el niño Jesús su hijo Irenus esta con el y Baltasar le explica lo que significa la estrella. Irenus intenta convencerle de que le deje ir pero el Rey se niega. Cuando Baltasar se ha ido con su regalo, Irenus piensa que el no va a 83
  • 84. ser menos y se prepara para hacer el también el viaje, cuando va a partir se da cuenta de que le falta algo fundamental: EL REGALO. Cogió la pelota que mas le gustaba y un libro de estampas precioso y salió siguiendo la estrella y esperando que su padre no se enfadara mucho con el. Ya llevaba recorrido un buen trecho cuando se encontró con una niña que 84
  • 85. estaba llorando al lado del camino y que parecía estar muy triste. Le preguntó que le pasaba y ella le explicó que no tenía ningún juguete y que los demás niños no querían jugar con ella. En el momento en que Irenus le dijo que el era hijo de un rey fue todavía peor pues le hizo sentirse aun mas desgraciada. Irenus sacó su maravillosa pelota y la invito a jugar. 85
  • 86. Lo pasaron muy bien y se hicieron amigos, pero Irenus tenía que seguir su viaje y así se lo explicó a la niña que se puso inmediatamente a llorar. Irenus la regaló su pelota y ella se puso muy contenta porque los demás niños ya si jugarían con ella. Irenus siguió su camino detrás de la estrella. Estaba muy cansado de tanto andar y a lo lejos vio una cabaña. Se acercó 86
  • 87. y llamó a la puerta. Le abrió un anciano muy amable que le invito a pasar y a cenar con el. Le contó que había sido marinero, pero que ahora no podía alejarse de su casa por motivo de su edad y se sentía muy mal ya que nunca podría visitar los lejanos lugares por donde tanto había viajado. Irenus sacó su libro de estampas y se pusieron a verlo juntos, el anciano 87
  • 88. conocía muchos de los lugares que aparecían y se fue entusiasmando mientras le contaba cosas a Irenus. Al final se fueron a dormir muy cansados. Al día siguiente Irenus le explicó que tenía que seguir su viaje , el anciano se puso muy triste y el niño le dio su libro de estampas para que se pudiera entretener mirándolas cuando se sintiera solo. El anciano se quedo mas 88
  • 89. conforme y se despidieron. Tras mucho andar consiguió llegar a donde había nacido ese niño tan especial y se acercó a verle. A la Virgen María le hizo gracia verle tan pequeño y se acercó a preguntarle quien era, como había venido... Irenus le contó su historia y la razón por la cual no traía ningún regalo. La Virgen María se agacho a darle un beso y le 89
  • 90. dijo que el le había traído el regalo mas valioso con su generosidad. El regalo de la araña La vida era tranquila para la araña que vivía en el techo del portal y que sólo tenía que preocuparse de poner su tela en algún sitio nuevo de vez en cuando para cazar su comida. Una noche aparecieron, acompañados del dueño, un hombre 90
  • 91. con una gran barba y una mujer embarazada, parecían muy cansados y se acomodaron como pudieron para pasar la noche. Cuando la araña se había quedado medio dormida empezaron a pasar cosas, la mujer dio a luz y el niño debía ser alguien muy especial porque una gran estrella con una cola resplandeciente estaba parada sobre 91
  • 92. el portal y de todas partes empezó a aparecer gente. Todos llevaban regalos, los del pueblo le llevaban ropa, mantas y toda clase de cosas útiles para un recién nacido, los pastores venían con leche, queso y contando que un ángel les había dicho lo del nacimiento del niño. Lo mas espectacular fue cuando aparecieron tres reyes venidos de lejanas tierras y 92
  • 93. que decían haber seguido a la estrella hasta allí, ellos le regalaron oro, incienso y mirra. La araña estaba triste porque ella no tenía regalo. De pronto noto un gesto de preocupación en la cara de la madre, en una de las paredes había un agujero por el que entraba un chorro de aire frío que le daba al niño, intentó taparlo con un chal pero se 93
  • 94. resbalaba y el frío seguía entrando. La araña se puso a trabajar e hizo una tela tapando el agujero, sobre esa hizo otra y otra... hasta que no pudo entrar ni el más ligero soplo. La araña se columpió agotada pero contenta, se dio cuenta de que la madre la estaba mirando y le daba las gracias con una sonrisa, La araña supo que también ella había hecho su regalo a ese niño 94
  • 95. tan especial. El Árbol de Navidad Cuando el Niño Jesús nació en Belén, el mundo se llenó de alegría y a Belén llegaban gentes de todas partes para ofrecer regalos al Niño. Cerca del establo donde el Niño Dios descansaba, se dice que había 95
  • 96. tres árboles: una palmera, un olivo y un pino. Al ver tanta gente que iba y venía, ellos también sintieron deseos de ofrecer algo al Niño Jesús. -Yo- dijo la palmera- voy a desgajar una de mis ramas. La voy a colocar cerca de la cuna y cuando el Niño Jesús tenga calor, yo, suavemente, dulcemente, le abanicaré. No puedo hacer otra cosa. 96
  • 97. -Pues yo- dijo el olivo- pienso hacer aceite de mis olivas y ofrecérselo a su madre, la Virgen, para que haga comida y puede ungir los piececitos del Niño. El pino estaba tristísimo. No sabía que ofrecer. Además, la palmera y el olivo se burlaban de el y le decían: -No, tu no tienes nada que regalar. Con tus hojas, que parecen agujas, 97
  • 98. pincharías al Niño. Nadie te quiere ni te querrá. Y el pino tenía mucha pena. Pero un ángel que contemplaba la escena, se compadeció de él y decidió ayudarle -No tengas pena- le dijo- Yo te voy a ayudar. Pediré a las estrellas que bajen del cielo y se posen en tus 98
  • 99. ramas y con su luz alumbrarás al Niño y además servirás de guía a todos los caminantes que acudan a la cueva. Así lo hizo, y al poco tiempo el pino se vio todo lleno de luces de colores, porque muchas estrellas bajaron del cielo y se posaron en sus ramas. Y hasta el Niño Jesús desde su cunita se fijó en el pino. Sus ojitos 99
  • 100. brillaron al contemplar luces tan bellas. El pino se llenó de alegría. La gente que llegaba a la cueva vio aquel pino tan adornado, tan lleno de luces, tan bonito... Y al llegar a sus casas ponían un pino tan bonito en recuerdo de la cueva de Belén. Desde entonces, el pino es elemento de adorno en todos los hogares del mundo en la época de Navidad, como 100
  • 101. recuerdo de aquel pino que un día brillo ante la cuna del Niño Jesús. (Leyenda alemana) La Estrella Juguetona (guiñol) (Se les presentan a los niños los diferentes personajes y se les explica que Baltasar esta dormido en un rincón y que tienen que despertarlo). NIÑOS: ¡Baltasar! ¡Baltasar! 101
  • 102. BALTASAR: ¡Eh! ¿Quién me llama? ¡Ah! Sois vosotros. ¡Buenas tardes! NIÑOS: ¡Buenas tardes! BALTASAR: Me había quedado dormido cansado de tanto mirar al cielo esperando que aparezca la estrella. Porque estoy esperando que aparezca una estrella que me guíe... Bueno, luego os lo explico. Vamos a hacer una cosa para que pueda echar un sueñecito. Si aparece la estrella me llamáis ¿vale?. Me tenéis que decir ¡La estrella! ¡La estrella! Vamos a hacer un ensayo. Cuando yo diga tres melo decis ¡Una, dos y tres! NIÑOS: ¡La estrella! ¡La estrella! BALTASAR: ¿Dónde está? No la veo. ¡Ah, si era un ensayo! No me acordaba. Bueno voy a dormir y vosotros me avisáis. (Se duerme) (Aparece la estrella juguetona) NIÑOS: ¡La estrella! ¡La estrella! BALTASAR: ¿Dónde? ¿Dónde? (Mira por todos lados menos donde está) ¡No la veo (Hacer que se callen). Yo os pregunto y vosotros me decís donde está.¿Abajo? NIÑOS: ¡No! BALTASAR: ¿Arriba? NIÑOS: ¡Si! BALTASAR: (Señalando mal) ¿Allí? NIÑOS: ¡No! BALTASAR: (Señalando bien) ¿Allí? NIÑOS: ¡Si! BALTASAR: ¡Ay, ay, ay...! Que esta no es la que esperaba. Esta es una estrella fugaz y juguetona que le gusta perseguirme y hacerme correr. ¡Ya viene! (La estrella le persigue y Baltasar corre) ¡Socorro! ¡Déjame en paz! ¡Vete de una vez! (La estrella se va) Menos mal. Voy a dormir y vosotros me avisáis. (Se duerme y aparece la estrella de verdad) NIÑOS: ¡La estrella! ¡La estrella! BALTASAR: ¿Dónde? ¿Dónde? ¡No la veo!. Vamos a hacer como antes. (Hacer que se callen). ¿Está ahí debajo? NIÑOS: ¡No! 102
  • 103. BALTASAR: (Señalando mal) ¿Está por allí? NIÑOS: ¡No! BALTASAR: (Señalando la estrella) ¿Está por allí? NIÑOS: ¡Si! BALTASAR: ¡Esta si que es! Vamos a saludarla. Decidla todos: ¡Buenas tardes estrella! NIÑOS: ¡Buenas tardes estrella! BALTASAR: Espera estrella que me voy contigo. (Echa a andar detrás de la estrella). ¡Adiós niños y niñas! NIÑOS: ¡Adiós! (Desaparecen la estrella y el rey por un lado del escenario). (Se les explica a los niños que va a aparecer Melchor, entra cantando) MELCHOR: Soy Melchor, de los reyes el mejor. Soy Melchorcete, de los reyes el mas currete. (Se para y mira a los niños) ¡Buenas tardes! NIÑOS: ¡Buenas tardes! MELCHOR: ¿Me conocéis? NIÑOS: ¡Si! MELCHOR: ¿Quién soy? NIÑOS: ¡Melchor! MELCHOR: ¡Muy bien! Estoy buscando una estrella... ¿Habéis visto una estrella? NIÑOS: ¡Si! MELCHOR: ¿Por dónde se ha ido? NIÑOS: ¡Por allí! MELCHOR: (Señalando el extremo opuesto) ¿Por allí? NIÑOS: ¡No! MELCHOR: (Señalando bien) ¿Por allí? NIÑOS: ¡Si! 103
  • 104. (Va andando en esa dirección cuando aparece la estrella juguetona) MELCHOR: ¿Es esa, verdad?. NIÑOS: ¡No! MELCHOR: Entonces ¿Quién es esa? NIÑOS: ¡La estrella juguetona! MELCHOR: ¿Porqué se llamará así? (La estrella baja y le persigue por todo el escenario) ¡Socorro! ¡Qué me pincha en el culo! ¡Ay! (Siguen un rato hasta que desaparecen por un lado) (Aparece la estrella buena y después Baltasar, cuando van por el medio de la escena aparece Melchor) MELCHOR: ¡Eh! ¡Tu! Si, no te hagas el tonto que te estoy llamando BALTASAR: (Volviéndose a mirar a Melchor) ¿Quién eres tu? MELCHOR: No lo sabe el tontorrón este. Decídselo niños. ¡Yo soy...! NIÑOS: ¡Melchor! BALTASAR: ¡Y qué quieres? MELCHOR: Que dejes en paz a mi estrella. BALTASAR: ¡Esa es mi estrella! MELCHOR; ¡Es mía! BALTASAR: ¡No! ¡Es mía! (Siguen discutiendo y al final se pelean. Cuando están peleando aparece Gaspar) GASPAR: ¡Alto! Por favor no discutáis mas! ¡Parad la pelea! (Dejan de pelear y se le quedan mirando) MELCHOR: ¿Y este de dónde ha salido? BALTASAR: A este paso no vamos a caber en el escenario. ¿Quién eres tu? GASPAR: Niños ¿vosotros lo sabéis? NIÑOS: ¡Si! 104
  • 105. GASPAR: ¿Quién soy? NIÑOS: ¡Gaspar! GASPAR: En lugar de discutir podíamos seguir el viaje los tres juntos detrás de la estrella. Sería más entretenido y podríamos hacernos muy amigos. MELCHOR: Se lo podíamos preguntar a los niños. ¡Niños! ¿Seguimos juntos? NIÑOS: ¡Si! BALTASAR: Vale seguimos juntos y así entre los tres podemos vigilar mejor para que no nos pille descuidados la estrella juguetona. MELCHOR: Avisadnos si la veis aparecer. ¿Vale? NIÑOS: ¡Si! (Salen los tres andando detrás de la estrella, enseguida aparece la juguetona por el extremo opuesto. Los niños chillan y la juguetona desaparece). GASPAR: ¿Qué pasaba? No veo nada que me asuste. NIÑOS: ¡La estrella juguetona! BALTASAR: ¿Por dónde? (Mientras están mirando a un extremo aparece por el otro y se repite el juego con los niños hasta que de pronto la ven y gritan). MELCHOR: ¡Cuidado que viene! (Gritan y corren por el escenario uno detrás de otro perseguidos por la estrella hasta que uno tropieza y los otros le caen encima. La estrella juguetona se va y los reyes se levantan). GASPAR: M e tiene harto. Esperad un momento que esto lo arreglo yo. (Se agacha y sale con una estaca bien grande). Cuando venga otra vez se va a llevar una sorpresa. Vamos a seguir. (Siguen caminando y aparece la estrella juguetona. Melchor y Baltasar se ponen a gritar y a correr) GASPAR: ¡Meteos detrás de mi! (Cuando la estrella llega a su altura le da un garrotazo y la persigue por todo el escenario). ¡Toma y toma y toma! (La estrella sube y se queda medio escondida) MELCHOR Y BALTASAR: ¡Bien! ¡Bravo! 105
  • 106. GASPAR: ¡Baja, vamos, atrévete! (La estrella se va) MELCHOR: Ya podemos seguir tranquilos BALTASAR: No me fío. La estrella juguetona igual nos hace una mala pasada. (Siguen caminando detrás de su estrella) (De pronto aparece la juguetona con una cuerda, ata a la estrella buena y la obliga a ir en dirección contraria) GASPAR: Me parece que vamos al revés... (La juguetona cambia de rumbo y los reyes van detrás) MELCHOR: ¿Sabéis lo que os digo?. Yo me he cansado de dar vueltas, vamos a dormir un poco. (Los tres reyes se tumban y duermen, las estrellas se paran a esperar) (Aparece el Ángel) ANGEL: ¿Que pasa aquí? ¿Qué hacen estos dormidos? Así como iban a llegar a Belén. Niños, ayudadme a despertarlos. Cuando yo diga tres, decimos ¡Gaspar, Melchor, Baltasar! Venga. ¡A la una, a las dos y a las tres! NIÑOS: ¡Gaspar, Melchor, Baltasar! (No se despiertan) ÁNGEL: Así no. Mucho más fuerte. ¡A la una, a las dos, a las tres! NIÑOS: ¡Gaspar, Melchor, Baltasar! (Los reyes se despiertan). GASPAR: ¿Qué pasa? ¿Porqué gritáis? ÁNGEL: ¿Qué hacéis aquí y encima durmiendo? El Niño Jesús está esperando sus regalos y vosotros aquí dormidos. Pero... MELCHOR: (Le interrumpe). ¡Espera, espera! No es culpa nuestra. La estrella se ha vuelto loca y no hace más que dar vueltas. ÁNGEL: ¿La estrella se ha vuelto loca? Me extraña mucho, voy a ver que ha pasado. (Sube y ve lo que ha hecho la juguetona) Así que has sido tu otra vez, la estrella juguetona. ¿No te da vergüenza? Niños ¿esto está bien? NIÑOS: ¡Nooo! ÁNGEL: ¡Quita ahora mismo la cuerda a la pobre estrella y ayúdala a guiar a los Reyes al portal! (Le quita la cuerda, se pone a su lado y empiezan a moverse despacito en dirección correcta) GASPAR: ¿Ya está todo arreglado? 106
  • 107. MELCHOR: ¿Podemos seguir? ÁNGEL: Si, podéis seguir, y más vale que vayáis deprisa, que estarán cansados de esperaros. Niños me han dicho que os sabéis un villancico de los Reyes, vamos a cantarlo mientras ellos siguen su camino. (Los niños cantan y los Reyes y las estrellas salen del escenario). Fernando Moreno El cuento de Navidad de Hogol. Cuenta una leyenda que hace ya mucho tiempo un joven hogol llegó al mundo de los humanos, en busca de un nuevo lugar donde vivir. Allí encontró ríos y lagos, montañas y llanuras, marismas y desiertos, nieve, agua, nubes, y el mar... que bonito es 107
  • 108. el mar (pensaba el hogol). Pero lo que más abundaba allí era la gente. El mundo de los humanos está repleto de gente y la gran mayoría viven en pueblos y ciudades. A buen seguro que son buenas personas para poder convivir todos juntos, y con este pensamiento el hogol decidió quedarse a vivir con los humanos. 108
  • 109. Pero rápidamente se dio cuenta que las cosas no eran tan bonitas como él imaginaba. La gente que allí vivía era físicamente igual que él y externamente no se podían diferenciar. Pero el interior, la esencia de su ser tenía algo desconocido para él. Se dio cuenta que los humanos no decían lo que pensaban. Muchas veces incluso decían lo contrario de lo 109
  • 110. que pensaban. Se enteró que muchas personas luchaban contra otras personas por motivos que él no entendía, que la ignorancia y el desconocimiento provocaba el miedo y el odio. El hogol no comprendía nada... allí nadie hacía nada por el mero placer de hacerlo. Todas las cosas tenían un precio. Alguien le dijo que incluso la amistad tenía un precio. 110
  • 111. ¿Como se pueden comprar los sentimientos, y con que moneda se pueden pagar? Poco a poco, la pequeña lamparita que iluminaba su corazón se fue apagando cada vez más. Aquello era muy diferente de lo que él había imaginado y se sentía atrapado en un mundo cruel y despiadado. La gente lo miraba de reojo y a veces podía sorprender a 111
  • 112. alguien que lo señalaba con el dedo tras de si. 'Aquí el primero es uno mismo y el resto importa poco', pensó Hogol mientras una lágrima se resistía a salir de sus ojos Aun así, había una cosa de aquel mundo que él amaba: el mar. Era tan inmenso, tan misterioso, tan tranquilo cuando estaba en calma, y tan 112
  • 113. poderoso cuando se enojaba... Siempre que se sentía triste iba hasta la playa y allí, solo, mirando el horizonte a menudo lloraba su tristeza. Pero un día, mientras el hogol se encontraba en la playa, repentinamente un viento suave y lejano acarició sus mejillas. Y entre el rumor del viento pudo reconocer la voz del Hermano Árbol, el árbol sabio que 113
  • 114. vive en Hogoland y gran amigo de todos los hogol. - Hermano! Que alegría poder escuchar tu voz! - Hace tiempo que te veo en esta playa, joven hogol. Y cada vez que lo hago te veo llorando. ¿Cual es el mal que ha ahogado tu corazón? - Tengo mucho miedo Gran Hermano... 114
  • 115. - De que tienes miedo? - La gente... aquí la gente es diferente. No dicen lo que piensan y no hacen lo que sienten. Tengo miedo de volverme como ellos, Hermano. - No creas que son tan diferentes de vosotros pero tienes razón: podrías convertirte en uno de ellos. Ten cuidado. 115
  • 116. - ¿Quizás tú podrías ayudarme Hermano? - ¿Ayudarte como, joven hogol? - Quizás podrías evitar que me vuelva como ellos y hacer que sea feliz para siempre y que nunca más vuelva a llorar. O aun mejor, ¿por que no los cambias a todos? Este mundo sería mucho mejor, Gran Hermano! 116
  • 117. - Sí, realmente seria un sitio maravilloso para vivir, pero aunque tengo poderes mágicos, no son tan poderosos como para conseguirlo. La expresión de ilusión que por un momento se había dibujado en la cara del Hogol se volvió a convertir en tristeza y volvió a bajar su mirada. - No llores, joven hogol. Así no solucionarás tu problema. 117
  • 118. -¿Yqué quieres que haga, Hermano? Ni siquiera tú, con tus poderes puedes hacer nada! ¿Que puede hacer este pobre Hogol? - Puedes hacer muchas cosas (le sonrió la voz). Tu mismo lo has dicho antes, piénsalo un poco. - ¿Qué es lo que he dicho antes? - Que tenías miedo de volverte como ellos. Si te puedes volver como ellos, 118
  • 119. no crees que ellos se pueden volver como tú? - ¿Como? - Los humanos son como vosotros en una cosa muy importante: no son malos por instinto. Los hacen volverse así. Por los motivos que sean se vuelven así pero no lo son por naturaleza. Ahora piensa un poco: si a ti te sorprende su manera de ser, de 119
  • 120. vivir, de sentir, no crees que ellos también se sorprenden cuando te ven a ti? Quizás les puedas enseñar a ver las cosas de otro modo, a hacer sonreír cuando alguien está triste, a abrazar cuando alguien tiene miedo, a dar amor cuando encuentras un corazón roto. 120
  • 121. - ¿Crees que serviría de algo? Aquí hay muchísima gente y yo conozco a muy pocas personas. - No te preocupes por la cantidad, lo importante es que contagies tu felicidad a la gente que conozcas. La felicidad de uno mismo nunca lo es del todo si la gente que te rodea no es feliz. Si haces lo que te pido Hogol, yo 121
  • 122. te concederé lo que me has pedido antes. - Hacer feliz todo este mundo? - Hacer feliz todo este mundo, sí, pero únicamente un día al año. Mis poderes no son tan grandes, pero puedo hacer feliz a todos una vez al añol, siempre que tu cumplas tu parte del trato. - Parece muy difícil eso que me pides Hermano, los humanos tienen un 122
  • 123. mundo maravilloso pero viven de espaldas a él. Pero lo intentaré, Gran Hermano. - Has hablado con mucha sabiduría joven hogol, recuerda: mientras tu hagas lo que has prometido yo cumpliré mi parte, ¿de acuerdo? - Sí, de acuerdo! El hogol se descubrió de pié en la playa con los brazos extendidos, igual 123
  • 124. que hacía cuando era pequeño allá en Hogoland, junto al Gran Hermano cuando el viento soplaba. Ya no lloraba, se sentía muy bien. El Gran Hermano había venido de muy lejos para hablar con él. Esto no era muy corriente... Quizás era una persona especialmente querida por el Gran Hermano. Por primera vez en mucho tiempo el hogol sonrió mientras 124
  • 125. miraba como el sol se hundía en el horizonte y la Luna empezaba a perseguirle. ¿Que le habrá hecho el Sol a la Luna para que siempre lo esté persiguiendo? (se preguntaba el Hogol) Y con este enigma en su cabeza volvió a casa para pasar la noche. 125
  • 126. Al día siguiente por la mañana, el hogol salió a la calle y se quedó maravillado. Había nevado! Todo era de color blanco, que bonito! Pero algo extraño pasaba... todas las personas que caminaban por la calle llevaban una sonrisa en su cara, y cuando se cruzaban se saludaban. Y mirándolos a los ojos mientras lo hacían el hogol vio que esta vez sí decían lo que 126
  • 127. pensaban y sí hacían lo que sentían. Las calles estaban llenas de luces y colores y los niños corrían de un lugar a otro para poder verlas todas, igual que las mariposas que vuelan hasta la luz de un farol. - ¿Que sucede? (preguntó el hogol a un hombre que paseaba por la calle) - Hoy es Navidad! - ¿ Navidad ? 127
  • 128. - Claro! Hoy es un día de felicidad para todos. Nos reunimos en nuestras casas y pasamos el día con la gente que queremos y deseamos a todos que sean felices. El hogol sonrió al darse cuenta que el Gran Hermano había cumplido su palabra y que al menos, una vez al año aquel mundo se parecía a Hogoland. 128
  • 129. Y desde entonces aquel hogol ha estado viajando por aquel mundo, siempre intentando compartir su felicidad con la gente que ha ido conociendo. Haciendo sonreír al que está triste, abrazando al que tiene miedo y dando amor al que tiene el corazón roto, tal como le pidió el Gran Árbol. El Gran Hermano a cambio, cada año envía un día de felicidad 129
  • 130. para todos. Y así será mientras el hogol cumpla su parte del trato. Fin. 130
  • 131. EL FRÍO Y EL INVIERNO La abuela. Las castañas asadas. La reina de las nieves. Morozko. Baira y el fuego. La invernada de los animales La Reina de las Nieves Un día el demonio hizo un espejo que sólo mostraba lo más feo del mundo y además transformaba lo bonito en horrible. Cuando lo llevaba 131
  • 132. al cielo se rompió y se hizo trocitos pequeños que cayeron al suelo, cuando uno se esos trozos se metía en el ojo de alguien, sólo podía ver lo peor y se volvía frío e insensible. En una gran ciudad vivían dos niños que se querían como hermanos, el niño se llamaba Kay y la niña Gerda. Vivian en dos áticos que estaban enfrente y casi se tocaban. 132
  • 133. Un día a Kay se le metió un trozo de espejo en el ojo y todo le parecía feo y desagradable , poco a poco se convirtió en un niño odioso. Un día de invierno se fue a la plaza para jugar con el trineo y engancho el suyo a uno muy lujoso que pasaba, fue cogiendo velocidad y cuando quiso soltarse no podía, cuando estaban lejos de la ciudad el 133
  • 134. trineo paró y se le acercó una hermosa mujer que le invitó a subir al trineo, le abrazo y su abrazo era frío como la nieve, cuando le besó olvidó todo lo que había sido su vida anterior y se fue con ella. Era la Reina de las Nieves. Gerda, mientras tanto, sufría buscándole pensó que estaba en el río y cuando se lo estaba preguntando 134
  • 135. subida en una barca, la barca se soltó y fue rio abajo hasta la casa de una anciana muy amable pero que no quería estar sola y como era medio bruja se puso a peinarla y consiguió que olvidará todo, arrancó los rosales para que no le recordaran su pasado, sin saber la razón Gerda estaba triste, se puso a llorar donde habían estado los rosales y salieron 135
  • 136. de nuevo. Recordó todo y se fue a buscar a Kay . Se encontró con un cuervo al que contó su historia, el le dijo que conocía a un joven que podía ser Kay. La princesa de ese país, que era muy inteligente, decidió buscar un pretendiente a su altura, cuando conversaba con ellos ninguno la convencía, por fin uno que se 136
  • 137. correspondía con las señas de Kay la impresionó tanto que se casó con el. El cuervo le dijo que la podía colar en el palacio (su novia estaba domesticada y vivía en el), una noche se colaron y Gerda fue hasta la cama del príncipe, por detrás le pareció Kay pero cuando le vio la cara se llevo una gran decepción, no era el. La descubrieron, les contó su historia y 137
  • 138. como les dio pena la dieron una carroza, ropa y comida para que siguiera su viaje. Unos ladrones la asaltaron y cuando iban a matarla una niña que era hija de uno de ellos les pidió que la dejarán con ella. Hacía lo que quería, era caprichosa y tenía animales encerrados, palomas, un reno, conejos, etc. Le contó su historia 138
  • 139. y la pequeña se quedo dormida, las palomas le contaron que habían visto a Kay sentado en el trineo de la Reina de las Nieves rumbo a Laponia donde el hielo y la nieve son permanentes. El reno le explicó que vivía en Laponia, pero que también tenía un palacio muy cerca del Polo Norte Consiguió hacerse amiga de la pequeña y un día la ayudó a escapar montada en el 139
  • 140. reno. Cabalgaron durante mucho tiempo, finalmente llegaron a una pequeña casa donde una anciana les dejó calentarse y les dio de comer. les explicó que el palacio estaba muy cerca pero que lo defendían copos de nieve embrujados que atacaban a todo el que se acercaba. El reno la llevó hasta la orilla de un lago helado en cuyo centro estaba el palacio, 140
  • 141. luego siguió sola, cuando los copos la atacaron empezó a cantar y los copos se deshacían y estallaban. Consiguió llegar al palacio que era inmenso, todo de hielo y nieve. Todo era fastuoso pero resultaba frío, vacío y poco acogedor. En el centro del palacio había un salón enorme con un trono en el medio. En el se sentaba la Reina de las Nieves y a su lado, sentado en 141
  • 142. el suelo, estaba Kay su cara era totalmente inexpresiva y estaba intentando montar un puzzle de piezas de hielo, enorme y sin ningún dibujo. La Reina de las Nieves le dijo que se iba a dar una vuelta por los países cálidos para blanquear los de nieve. Cuando Kay se quedo solo ella salió y se abrazó a el llorando de alegría, el no reaccionó pero poco a 142
  • 143. poco su cara fue cambiando y unas grandes lágrimas rodaron por su rostro, con una de ellas salió el trozo de espejo que se le había metido y de pronto recordó a Gerda y toda su vida anterior. Se dió cuenta del frío que hacía en aquel lugar y le pidió a Gerda que salieran cuanto antes de allí. Fueron hasta donde se encontraba el reno que estaba en compañía de una 143
  • 144. joven hembra. Saltaron sobre ellos que les llevaron hacia sitios más cálidos, cuando llegaron donde ya no había nieve se separaron de los renos y volvieron caminando a su ciudad donde vivieron felices para siempre. (Hay muchas versiones de este cuento de Ándersen que el subtitulo como Cuento de los siete cuentos.) La Abuela. 144
  • 145. Había una abuela que siempre estaba triste y sola en casa. No sabía cuentos, ni juegos, ni canciones, ni nada para entretener a los niños. La pobre abuela no hacía nada más que coser y aburrirse. Un día que hacía mucho frío y llovía, la abuela oyó unos golpes en el cristal, era un pajarito que se estaba helando y tenía mucha hambre. La abuela le dejo entrar y le 145
  • 146. dio miguitas y leche, el pájaro se quedo todo el invierno con ella y estuvieron muy bien juntos. Cuando llegó el verano y el pajarito se iba a ir, la abuela se echó a llorar. El pájaro la explicó que tenía que irse con sus compañeros, ella le explicó que los podía llevar al jardín. Ella les haría una fuente y les echaría comida. El pájaro fue a buscar a sus 146
  • 147. amigos y pasaban largos ratos en el jardín de la abuela que ya nunca estuvo sola. La abuela y y su jardín se hicieron famosos porque siempre estaba lleno de pájaros y la gente acudía a verlos y oírlos. La abuela hizo muchos amigos y siempre estaba alegre y optimista. 147
  • 148. Las castañas asadas. La vieja castañera tiene su puesto desde hace mucho tiempo, ya no le hace falta para vivir pero se ha hecho amiga de muchos de los que todos los días pasan y unas veces le compran y otras no, pero siempre le dicen algo e incluso se paran a charlar un rato con ella. Además se ha acostumbrado a 148
  • 149. levantarse, irse a su puesto y preparar todo lo necesario, las castañas, los cucuruchos, el carbón, el horno, etc. Su familia ya no quiere que ella vaya al puesto y la han dicho que cuando tenga algún problema tendrá que dejarlo, de pronto se da cuenta de que no se ha llevado cerillas y que si no puede encender el horno tendrá 149
  • 150. que pensar en dejarlo. El Sol que se ha acostumbrado a ver aparecer a aquella viejecita tan amable cuando sus rayos pierden fuerza y no pueden calentar a la gente, le da mucha pena y haciendo un gran esfuerzo, tiene muy poca fuerza, extiende un dedo muy largo y poniendo en el todo el calor que puede lo mete en el horno de la castañera y sopla con cuidado; 150
  • 151. de pronto una llamita sale y el carbón empieza a arder. La castañera no sabe muy bien lo que ha pasado pero esta muy contenta y siente un calorcito que no sabe bien de donde sale pero que le resulta muy agradable. (Aurora Díaz Plaja). Baira y el fuego 151
  • 152. Hace muchos años las personas no conocían el fuego y vivían muy mal. Un enorme cuervo negro, Urubu, se había apoderado del fuego y lo escondía bajo sus alas para que no se lo robaran y el aire no lo apagara. Baira era el jefe de una tribu. Era valiente, generoso, bondadoso e inteligente. Se propuso robarle el fuego a Urubu. 152
  • 153. Caminó y caminó por la selva hasta que llegó a la cueva donde dormía Urubu y se escondió. Cuando llegó Urubu con todos sus hijos le descubrió y decidió cocinarle y comérsele. Fue a por más leña para hacer un fuego más grande. Baira aprovechó y salió corriendo con el fuego tan rápido como pudo. Los hijos de Urubu se pusieron a chillar y Urubu salió volando detrás de 153
  • 154. Baira. El jefe de la tribu iba tan deprisa que el cuervo no podía alcanzarle. Justo antes de llegar a la tribu había un río y Baira iba tan cansado que no podía cruzarlo. Pidió a una culebra de agua que pasase el fuego al otro lado pero no aguantó el calor, se lo dijo a un cangrejo que tampoco fue capaz, finalmente un sapo lo cruzo saltando rápidamente cuando ya estaba 154
  • 155. llegando Urubu . Todos los guerreros de la tribu cogieron sus arcos y flechas y Urubu tuvo que irse temblando de rabia. Desde entonces los hombres pudieron utilizar el fuego y su vida cambió totalmente. (Fernando Alonso) (Resumido) Morozko 155
  • 156. Érase una vez una madrastra que además tenía una hija. Todo lo que hacía la hija estaba bien y sin embargo la hijastra, por más que se esforzaba, nunca lograba que estuviera satisfecha. La madrastra se empeñó en echarla de casa y finalmente consiguió convencer a su marido de que abandonase a la niña en la nieve. El la metió en el trineo la llevo a un 156
  • 157. campo desierto y la dejo en un montón de nieve mientras volvía llorando a su casa. La niña se sentó bajo un pino sin saber que hacer. De pronto oyó un ruido extraño. Morozko (una especie de genio del hielo) estaba en un árbol vecino haciendo chasquear los dedos, cada vez que lo hacia el frío era mas intenso. Se acercó a la niña y le dijo - ¡Mocita que haces aquí, yo soy Moroz! 157
  • 158. La niña le contesto -¡Buenos días Moroz! Moroz chasqueaba los dedos y le preguntaba si tenía frío. La niña contestaba que estaba a gusto con el y que no le importaba el frío. La verdad es que casi no podía respirar, cuando estaba a punto de morir, Morozko se ablandó, la envolvió en pieles para hacerla entrar en calor, después cargó 158
  • 159. un cofre lleno de riquezas en un gran trineo, le dio un vestido de novia lleno de oro y plata y con el puesto la llevo a su casa. Cuando abrió la puerta y entró, la madrastra se puso mala del susto, cuando se recuperó y se enteró de lo que había pasado, mandó a su marido que cogiera a su hija y la llevara al mismo sitio. 159
  • 160. El marido cumplió sus ordenes y cuando la hija de la madrastra estaba sola apareció Morozko chasqueando sus dedos y preguntándola si estaba a gusto, ella lo mando al cuerno. El se esforzaba en hace cabriolas y chasqueaba los dedos y la niña no hacía mas que insultarlo. Al final la niña murió de frío. La madrastra viendo que no volvía mandó al marido 160
  • 161. a por ella. Cuando volvió con ella muerta lloro de arrepentimiento al ver que su hija había muerto por su culpa. (Cuento ruso clásico). La Invernada de los Animales Un toro que pasaba por un bosque se encontró con un cordero. -¿Adónde vas, Cordero? -le preguntó. 161
  • 162. -Busco un refugio para resguardarme del frío en el invierno que se aproxima -contestó el Cordero. -Pues vamos juntos en su busca. Continuaron andando los dos y se encontraron con un cerdo. -¿Adónde vas, Cerdo? -preguntó el Toro. 162
  • 163. -Busco un refugio para el crudo invierno -contestó el Cerdo. -Pues ven con nosotros. Siguieron andando los tres y a poco se les acercó un ganso. -¿Adónde vas, Ganso? -le preguntó el Toro. -Voy buscando un refugio para el invierno -contestó el Ganso. 163
  • 164. -Pues síguenos. Y el ganso continuó con ellos. Anduvieron un ratito y tropezaron con un gallo. -¿Adónde vas, Gallo? -le preguntó el Toro. -Busco un refugio para invernar -contestó el Gallo. 164
  • 165. -Pues todos buscamos lo mismo. Síguenos -repuso el Toro. Y juntos los cinco siguieron el camino, hablando entre sí. -¿Qué haremos? El invierno está empezando y ya se sienten los primeros fríos. ¿Dónde encontraremos un albergue para todos? Entonces el Toro les propuso: 165
  • 166. -Mi parecer es que hay que construir una cabaña, porque si no, es seguro que nos helaremos en la primera noche fría. Si trabajamos todos, pronto la veremos hecha. Pero el Cordero repuso: -Yo tengo un abrigo muy calentito. ¡Miren qué lana! Podré invernar sin necesidad de cabaña. 166
  • 167. El Cerdo dijo a su vez: -A mí el frío no me preocupa; me esconderé entre la tierra y no necesitaré otro refugio. El Ganso dijo: -Pues yo me sentaré entre las ramas de un abeto, un ala me servirá de cama y la otra de manta, y no habrá 167
  • 168. frío capaz de molestarme; no necesito, pues, trabajar en la cabaña. El Gallo exclamó: -¿Acaso no tengo yo también alas para preservarme contra el frío? Podré invernar muy bien al descubierto. El Toro, viendo que no podía contar con la ayuda de sus compañeros y que tendría que trabajar solo, les dijo: 168
  • 169. -Pues bien, como quieran; yo me haré una casita bien caliente que me resguardará; pero ya que la hago yo solo, no vengan luego a pedirme amparo. Y poniendo en práctica su idea, construyó una cabaña y se estableció en ella. Pronto llegó el invierno, y cada día que pasaba el frío se hacía más intenso. 169
  • 170. Entonces el Cordero fue a pedir albergue al Toro, diciéndole: -Déjame entrar, amigo Toro, para calentarme un poquito. -No, Cordero; tú tienes un buen abrigo en tu lana y puedes invernar al descubierto. No me supliques más, porque no te dejaré entrar. 170
  • 171. -Pues si no me dejas entrar -contestó el Cordero- daré un topetazo con toda mi fuerza y derribaré una viga de tu cabaña y pasarás frío como yo. El Toro reflexionó un rato y se dijo: «Lo dejaré entrar, porque si no será peor para mí.» Y dejó entrar al Cordero. Al poco rato el Cerdo, que estaba helado de frío, vino a su vez a pedir albergue al Toro. 171
  • 172. -Déjame entrar, amigo, tengo frío. -No. Tú puedes esconderte entre la tierra y de ese modo invernar sin tener frío. -Pues si no me dejas entrar hozaré con mi hocico el pie de los postes que sostienen tu cabaña y se caerá. 172
  • 173. No hubo más remedio que dejar entrar al Cerdo. Al fin vinieron el Ganso y el Gallo a pedir protección. -Déjanos entrar, buen Toro; tenemos mucho frío. -No, amigos míos; cada uno de ustedes tiene un par de alas que les sirven de cama y de manta para pasar el invierno calentitos. 173
  • 174. -Si no me dejas entrar -dijo el Ganso- arrancaré todo el musgo que tapa las rendijas de las paredes y ya verás el frío que va a hacer en tu cabaña. -¿Que no me dejas entrar? -exclamó el Gallo-. Pues me subiré sobre la cabaña y con las patas echaré abajo toda la tierra que cubre el techo. El Toro no pudo hacer otra cosa sino dar alojamiento al Ganso y al Gallo. Se 174
  • 175. reunieron, pues, los cinco compañeros, y el Gallo, cuando se hubo calentado, empezó a cantar sus canciones. La Zorra, al oírlo cantar, se le abrió un apetito enorme y sintió deseos de darse un banquete con carne de gallo; pero se quedó pensando en el modo de cazarlo. Recurriendo a sus amigos, 175
  • 176. se dirigió a ver al Oso y al Lobo, y les dijo: -Queridos amigos: he encontrado una cabaña en que hay un excelente botín para los tres. Para ti, Oso, un toro; para ti, Lobo, un cordero, y para mí, un gallo. -Muy bien, amigo -le contestaron ambos-. No olvidaremos nunca tus buenos servicios; llévanos pronto 176
  • 177. adonde sea para matarlos y comérnoslos. La Zorra los condujo a la cabaña y el Oso dijo al Lobo: -Ve tú delante. Pero éste repuso: -No. Tú eres más fuerte que yo. Ve tú delante. 177
  • 178. El Oso se dejó convencer y se dirigió hacia la entrada de la cabaña; pero apenas había entrado en ella, el Toro embistió y lo clavó con sus cuernos a la pared; el Cordero le dio un fuerte topetazo en el vientre que lo hizo caer al suelo; el Cerdo empezó a arrancarle el pellejo; el Ganso le picoteaba los ojos y no lo dejaba defenderse, y, 178
  • 179. mientras tanto, el Gallo, sentado en una viga, gritaba a grito pelado: -¡Déjenmelo a mí! ¡Déjenmelo a mí! El Lobo y la Zorra, al oír aquel grito guerrero, se asustaron y echaron a correr. El Oso, con gran dificultad, se libró de sus enemigos, y alcanzando al Lobo le contó sus desdichas: 179
  • 180. -¡Si supieras lo que me ha ocurrido! En mi vida he pasado un susto semejante. Apenas entré en la cabaña se me echó encima una mujer con un gran tenedor y me clavó a la pared; acudió luego una gran muchedumbre, que empezó a darme golpes, pinchazos y hasta picotazos en los ojos; pero el más terrible de todos era uno que estaba sentado en lo más alto y que no 180
  • 181. dejaba de gritar: «¡Déjenmelo a mí!» Si éste me llega a coger por su cuenta, seguramente que me ahorca. A. N. Afanasiev LOS JUGUETES El juguete de madera. El juguete de madera 181
  • 182. Cuando Quimet nació, su padre plantó un árbol como siempre habían hecho en su familia. Cuando el niño cumplía cinco años se hacía una fiesta para cortar el árbol y preparar 182
  • 183. la madera para hacer un juguete. Cuidaron el árbol, regándole, enderezándole y librándole de todas las plagas. Finalmente llegó el día y después de guardar la única semilla que daba (era un árbol muy especial) para poder 183
  • 184. seguir la costumbre, lo cortó. Todo en el taller estaba preparado, limpio y engrasado. El padre empezó a serrar y el niño iba quitando las virutas, miraba a su padre 184
  • 185. y sabia que el sería el próximo que prepararía un juguete para su hijo. Olía a madera recién cortada y el sol atravesaba el polvo haciendo que el taller pareciera un sitio mágico. 185
  • 186. Al padre le parecía que algo iba mal y el trozo de madera era cada vez más pequeño, de pronto se encontró con que en la mano solo tenía un pequeño triángulo de madera, se volvió muy triste y vio que su hijo le 186
  • 187. miraba lleno de orgullo y felicidad. El triángulo que tenia en la mano servia para rematar el más hermoso paisaje jamás soñado y que el niño había ido formando con los restos de madera y virutas. 187
  • 188. Horacio Elena EL CARNAVAL El caballo encantado. Clavel Hermoso. La princesa encantada. Clavel hermoso. 188
  • 189. Una joven reina tenía un hijo pequeño que tenía el poder de convertir en realidad lo que pensaba y el cocinero se lo llevo. El rey creyó que la reina no había tenido cuidado y se lo habían comido las fieras. Enfadado encerró a la reina en una torre. Pasaron unos años y el niño iba convirtiendo en realidad todo lo que le pedía el cocinero. Como se aburría 189
  • 190. pensó en una niña para que jugase con el, a pesar de todo estaba triste sin saber porque. Un pájaro que iba todas las tardes se enterneció y le contó toda su historia. El niño convirtió al cocinero en un perro y a la niña en un hermoso clavel y se fue a su casa, se presentó como un príncipe extranjero que venía a cazar. El rey le dijo que en sus tierras 190
  • 191. no había caza y el príncipe la hizo aparecer. Dieron una gran cacería y después el rey dio una fiesta, el príncipe puso como condición que asistiera la reina. En la fiesta convirtió al clavel en la niña y contó todo lo que había pasado demostrando su poder. 191
  • 192. Vivieron todos felices menos el cocinero que fue para siempre perro vagabundo. El Caballo Encantado. Sulima y Abukimbad eran hijos del sultán y les gustaba mucho salir los días del mercado. Uno de esos días vieron a un mercader que maltrataba a 192
  • 193. un caballo blanco. El príncipe se lo recriminó, le recordó que estaba prohibido pegar a los animales y se lo compró para que no volviese a ocurrir. Cuando salieron del mercado se encontraron a un viejo que les pidió algo de comer, se pararon y compartieron con el la comida que llevaban, al finalizar el les dio una vela mágica. 193
  • 194. Los jóvenes estaban encantados con el caballo y le querían y cuidaban mucho. Una noche encendieron la vela y el caballo se convirtió en príncipe, les explicó que era victima de un encantamiento y que sólo sería príncipe si le devolvían la vela y la conservaba en su poder. Los dos hermanos se la dieron inmediatamente 194
  • 195. y el se marchó muy agradecido a su reino. Al poco tiempo volvió a pedir la mano de Sulima y se caso con ella. La Princesa Encantada. Había una vez un rey que tenía tres hijos. Un día les dijo que tenían que buscar esposa. El procedimiento sería que cada uno lanzaría una flecha en 195
  • 196. distinta dirección y la que recogiera su flecha sería su mujer. Así lo hicieron, la flecha del primero cayo en el jardín de un general, la recogió su hija y le pidió la mano; la del segundo cayo en el patio de un comerciante y su hija, que la recogió, fue pedida en matrimonio. El tercer hermano mando la flecha a una ciénaga y cuando fue a buscarla la tenía una rana en la 196
  • 197. boca. La rana le dijo que tendría que cumplir su compromiso y casarse con ella. Se presentaron los tres hermanos ante el rey y este les dijo que debían casarse cada uno con la que había encontrado la flecha, incluso el pequeño. El rey, pasados unos días, les pidió a las princesas que tejieran unos tapices para ver cual era mas hábil. 197
  • 198. Las dos de los mayores se habían vuelto perezosas y les dijeron a los sirvientes que las hicieran ellos. La rana le dijo al pequeño que se fuera a dormir tranquilo. Cuando se hubo dormido, la rana se transformó en una princesa bellísima, se acercó a la ventana y le pidió a una araña seda de su tela, a la luna le pidió un rayo de plata y de un jarrón cogió un puñado 198
  • 199. de flores. Con todo esto tejió su tapiz. Al día siguiente, otra vez convertida en rana, se lo dio al príncipe metido en un cofre y con la recomendación de que lo enseñara el último. Los dos hermanos mayores mostraron los suyos y el rey comentó que sus sirvientes los hacían iguales a esos. Cuando el pequeño enseño el suyo, suave como la seda, brillante como la 199
  • 200. luna y con el color y la fragancia de las flores; el rey se quedo encantado y felicitó a su hijo, Después los invitó a todos a un baile. El pequeño llegó a su casa muy apenado y le contó a su esposa lo que ocurría. Ella le dijo que se fuera tranquilo que el rey quedaría tan satisfecho con su baile como había quedado con el tapiz. 200
  • 201. Cuando entró al salón de baile solo, el príncipe tuvo que soportar las burlas de sus hermanos y sus esposas que le reprochaban que no hubiera traído a la rana. Pero mientras la princesa había recuperado su forma humana y llego al baile como la mas bella de todas las presentes. Su esposo se dio cuenta inmediatamente de quien era y le 201
  • 202. ofreció su mano llevándola a la mesa del rey. Las otras dos tuvieron muchos celos y la espiaron. En un momento vieron que se echaba unos huesos de pollo en una manga y vino en la otra, ellas hicieron lo mismo. El rey invito al hijo pequeño a que abriera el baile con su esposa, cuando se puso a bailar, la princesa hacia un leve gesto y de su 202
  • 203. manga salían bandadas de pájaros de bellos colores, si lo hacía con la otra se entreveían hermosos paisajes con grandes cascadas. Las otras dos intentaron hacer lo mismo y llenaron a todo el mundo de sobras de pollo y manchas de vino. El rey, muy enfadado, las mandó sentar. Cuando acabó el baile, que fue todo un triunfo para la princesa, todos los 203
  • 204. caballeros de la corte querían bailar con ella, volvieron a casa. El príncipe encontró la piel de rana y la quemó, acabando así con la maldición. A partir de entonces vivieron felices para siempre. (Cuento tradicional ruso). 204
  • 205. LA CASA. Los piratas en casa. Puff el elefante que no tenía casa. Hermanito y Hermanita. Zarevna, la belleza inextinguible. La casa de los muñecos de pan. Los piratas en casa 205
  • 206. Mi abuelo era marino. Su casa estaba llena de recuerdos. Me gustaba ir a su casa y que me contara historias. Lo que mas me gustaba era un velero encerrado en una botella. Una noche me desperté y sin saber como me encontré con la botella del barco en la mano y delante de la pila de la cocina. Cuando di el grifo estalló una tormenta que el barco resistió, de pronto me di 206
  • 207. cuenta de que era un barco pirata. Los piratas salieron de la botella en sus botes y su capitán empezó a dar ordenes. Saltaron de un mueble a otro y trepaban por los cables de los electrodomésticos, Saquearon toda la casa: monederos, cristalería, cubiertos, relojes, etc. Mi abuelo se despertó, al oírlo los piratas volvieron corriendo a su barco y yo lo coloque 207
  • 208. en su sitio. Mi abuelo no me regañó, parecía como si lo supiera todo. Puff, el elefante que no tenía casa. A Puff no le gustaba la selva porque cuando llovía o hacía frío no tenía una casa donde meterse. Por eso se fue a buscar una. Andando, andando llegó al bosque y se encontró con un caracol y le preguntó como podía hacer una casa, el caracol le explicó que no 208
  • 209. podía ayudarle porque el nacía con su casa puesta. Después se encontró con un pájaro que le enseñó como se hacía un nido. Tardó mucho y le costó mucho trabajo, cuando acabó y se metió dentro el nido se aplastó, la rama se rompió y se pego un golpazo. Siguió andando y se encontró un conejo, este le enseñó su madriguera y el elefante empezó a hacerse una. 209
  • 210. Cuando empezó a escarbar y a sacar tierra y rocas, toda la montaña tembló y los demás animales fueron a pedirle que parará, la montaña se hundía. Después se encontró con un hombre que le llevó al pueblo, allí entre todos le hicieron una casa, el a cambio ayudaba a los hombres con su gran fuerza. La casa de los muñecos de pan. 210
  • 211. La señora Remedios hacía muñecas de trapo muy bonitas y con el pelo de lana. También iba a la montaña a buscar seta, un día, con la cesta ya llena, olió a pan recién hecho y al seguirlo, llegó a una casita que estaba en un claro del bosque. Llamó y merendó un pan riquísimo y habló mucho con la señora de la casa que vivía sola, se llamaba Lucía y quería 211
  • 212. tener compañía, se hicieron muy amigas y la invitó a quedarse a vivir con ella. Remedios, que estaba harta de vivir en la ciudad, aceptó. Se fue a recoger las muñecas que más quería y regaló las demás, cerró su casa de la ciudad y se fue a vivir con Lucía. Aprendió a hacer panes, barras, bollos, etc. Un día se le ocurrió hacer muñecos de pan. Los hizo sonrientes y 212
  • 213. con los brazos abiertos, todo el mundo quería comprarlos y Lucía y Milagros iban vendiendo su pan por los mercadillos de los pueblos cercanos. A su casa la llamaron desde entonces "La Casa de los Muñecos de Pan" Valentina Cruz (Teide). La Zarevna Belleza Inextinguible. Hace mucho tiempo un famoso Zar iba viendo como envejecía y esto 213
  • 214. le preocupaba, un día tuvo un sueño, la Zarevna Belleza Inextinguible que gobernaba en algún desconocido y lejano lugar, tenía bajo la almohada un frasco de agua de la vida, si bebía de ese frasco rejuvenecería treinta años. Cuando se despertó pregunto a sus consejeros y ninguno sabía donde se hallaba ese lugar, sus hijos se ofrecieron para ir a buscarlo. Partieron 214
  • 215. al día siguiente, el pequeño se fue por un camino y los demás por otro, los mayores se encontraron con un anciano que les preguntó donde iban, le contestaron de mala manera y siguieron su camino, mas adelante se encontraron perdidos y preguntaron a otro anciano que encontraron, este les explicó cual era el camino pero les advirtió que tendrían que cruzar tres 215
  • 216. ríos, en el primero los barqueros les cortarían un brazo, en el segundo el otro y en el tercero la cabeza. Los hermanos pensaron que era una tontería arriesgarse y se instalaron en una gran tienda comiendo y bebiendo hasta que llegara su hermano. El pequeño se encontró con el mismo anciano y le explicó donde iba, este agradecido, le dice que tiene que 216
  • 217. volver y elegir el caballo mas brioso y pedirle a su padre su espada para poder vencer los peligros del camino. Cabalgó durante mucho tiempo hasta que encontró una cabaña sobre una gran pata de gallina de la bruja Baba Yaga. Esta le explicó lo de los tres ríos y que tendría que luchar para poder escapar de los barqueros. Le fueron pasando los ríos y cuando intentaron 217
  • 218. cortarle los brazos y la cabeza tuvo que luchar y matar a algunos para poder seguir su viaje. Se encontró con un gigante que no le dejo pasar, viendo que sería imposible vencerle se interno en el bosque y una vieja que vivía en una cabaña le dio unas hierbas, debía encender un fuego y arrojar las hierbas cuidando que el humo fuera hacía el gigante que se 218
  • 219. debilitaría, cuando le hubiera vencido tenía que quitarle una pelota que al arrojarla ante el le llevaría hasta donde se encontraba el elixir. Llegó a robarlo de debajo de la almohada de la Zarevna y al ir a cogerlo se quedo prendado de su belleza. Cogió el frasco y salió huyendo en su corcel, la Zarevna le persiguió y le atravesó con su espada. Pero se enamoró de el y 219
  • 220. con el agua de la vida le curó y le dijo que iría a buscarlo a su reino. El volvió para llevar a su padre el agua, cuando se encontró con sus hermanos y les contó la historia, le robaron el frasco y le dejaron abandonado. Después de muchas aventuras logró llegar a su casa justo cuando la Zarevna iba a buscarle, se aclaró todo y los hermanos fueron expulsados del 220
  • 221. reino y ellos vivieron felices para siempre. Hermanito y hermanita. Eran dos hermanos que desde que se habían quedado huérfanos eran muy desgraciados ya que su madrastra los maltrataba y decidieron irse de casa. Anduvieron mucho tiempo hasta que se internaron en un inmenso bosque, tenían mucha sed y 221
  • 222. por fin encontraron una fuente, pero la madrastra, que además era una bruja, había hechizado todas las fuentes. Cuando ya iban a beber la niña oyó un murmullo del agua que decía: "Quien me beba se convertirá en tigre". Sujetó a su hermano justo a tiempo. En la siguiente pasó lo mismo solo que la fuente decía: "Quien me beba se convertirá en lobo", la niña también lo 222
  • 223. sujetó pero en la siguiente no le dio tiempo y el niño se convirtió en un corzo. Le consoló y siguieron andando por el bosque, encontraron una pequeña casita con la puerta abierta y se instalaron en ella, la niña salía todas las mañanas a buscar comida para ella y para el corzo y vivían felices con la única pena de no saber cuanto duraría el hechizo. 223
  • 224. Un día el rey salió de caza y el bosque se llenó de ladridos de perros y de llamadas de los cazadores y sus cuernos. El corzo pidió a su hermana que lo dejará salir, ella no quería pero al final la convenció. Le dijo: "Cuando vuelvas me tienes que decir: Hermanita déjame entrar". El corzo se paso el día huyendo de los cazadores y cuando anochecía volvió y le dijo a 224