2. Es hielo abrasador, es fuego helado, es herida que duele y no se siente, es un soñado bien, un mal presente, es un breve descanso muy cansado. Es un descuido que nos da cuidado, un cobarde con nombre de valiente, un andar solitario entre la gente, un amar solamente ser amado. Es una libertad encarcelada, que dura hasta el postrero paroxismo; enfermedad que crece si es curada. Éste es el niño Amor, éste es su abismo, ¡Mirad cuál amistad tendrá con nada el que en todo es contrario de sí mismo! Francisco de Quevedo ¿Qué es el amor?
4. Jacques-Louis David, Andrómaca de duelo por Héctor, 1775. Andrómaca y Héctor Cuando Héctor debía volver a la guerra de Troya, a pesar de su temor a no volver a ver a su esposo, Andrómaca le apoya aún sabiendo que morirá ante Aquiles. En la despedida Héctor promete que la esperara en el Hades y ella que siempre estará en sus pensamientos pues él era todo lo que le quedaba.
5. Podrá nublarse el sol eternamente; Podrá secarse en un instante el mar; Podrá romperse el eje de la tierra Como un débil cristal. ¡Todo sucederá! Podrá la muerte cubrirme con su fúnebre crespón; pero jamás en mí podrá apagarse La llama de tu amor Gustavo Adolfo Bécquer
6. Hércules luchando con la Muerte por el cuerpo de Alcestis (Frederic Leighton) Admeto y Alcestis Admeto recibió de Apolo el don de cuando llegara la hora de su muerte, alguien podía morir en su lugar. Cuando ese día llegó sólo a su mujer, Alcestis, se ofreció a morir a cambio de la vida de su marido, siendo más tarde revivida
7. [...] Te siento como un hierro candente en el costado, llevo grabada a fuego la marca del amor. Estás entre mis libros, mis antiguos papeles, la música que amo, en mi viejo reloj. Te enredas en mis versos, te bebes mis palabras y todo lo que escribo te transparenta a ti. Esta noche te siento subir por mi silencio y siento que ya nada me queda por hablar. No quiero que me ocupes, no quiero que me afluyas como un río incesante de piedras y sal. No quiero que me envuelvas, pero tal vez lo quiero. Tal vez ya no supiera cómo vivir sin ti. Estás en mí, esta noche, y ya no me defiendo: arrásame la vida y déjame morir. Isabel Rodríguez Baquero
8. Eugène Delacroix Medea matando a sus hijos 1838 Cuando Medea se entera de que su marido la ha abandonado para casarse con Glaucé. envía a ésta una túnica. Parecía que Medea no guardaba ningún sentimiento negativo, pero cuando Glaucé se prueba la túnica empieza a arder como consecuencia de su venganza. Sin embargo, no todo finalizó ahí ya que Medea mató a los hijos que tenía con Jasón como parte de su venganza, y huyó en un carro llevado por dragones, dejando a Jasón en la desesperanza. Medea y Jasón
9. ¿Soy mala? ¿Te lastimo? ¿Rompo tus sueños me monto en tu espalda juego sucio miento y olvido? qué buscas ¿martirio? No eres corazón digno de esta alta Johanna Godoy
10. Frederic Leighton, Orfeo y Eurídice1864 Un día paseando, Eurídice fue mordida por una serpiente, muriendo al instante. Orfeo no podía soportar el dolor por la pérdida de su amada y fue tal su tristeza que se le permitió bajar al Hades para llevarse a su amada de vuelta. Sólo con una condición: debía caminar delante de ella y no podía mirar hacia atrás. Pero Orfeo no pudo resistirse y, casi llegando a la superfície, giró la cabeza haciendo que Eurídice volviera al Hades. Orfeo y Eurídice
11. Esforzaron mis ojos la corriente de este, si fértil, apacible río; y cantando frené su curso y brío: ¡tanto puede el dolor en un ausente! Miréme incendio en esta clara fuente antes que la prendiese yelo frío, y vi que no es tan fiero el rostro mío que manche, ardiendo, el oro de tu frente. Cubrió nube de incienso tus altares, coronélos de espigas en manojos, sequé, crecí con llanto y fuego a Henares. Hoy me fuerzan mi pena y tus enojos (tales por ti mi llanto) a ver dos mares en un arroyo, viendo mis dos ojos. Francisco de Quevedo
12. J.W. waterhouse 1909 Píramo y Tisbe eran dos enamorados, cuyos padres estaban en contra de su amor por lo que tenían que comunicarse a través de una grieta en la pared. Un día decidieron huir y quedaron al lado de un arroyo, donde, mientras Tisbe esperaba a su amado, apareció una leona con el hocico manchado de sangre . Al verla huyó dejando atrás un manto que la leona destruyó y ensangrentó. Cuando Píramo llegó, vió el manto y sin pensárselo dos veces se clavó una espada en el pecho, creyendo que Tisbe había muerto . Tisbe salió de su escondite y encontro a su amado tendido en el suelo con la espada clavada, por lo que decidió clavársela y morir junto a él Píramo y Tisbe
13. Tú sabes que adivinan el misterio: me ven, nos ven y nada se ha dicho, ni tus ojos, ni tu voz, ni tu pelo ni tu amo han hablado, y lo saben de pronto, sin saberlo lo saben: me despido y camino hacia otro lado y saben que me esperas . Alegre vivo y canto y sueño, seguro de mí mismo, y conocen, de algún modo que tú eres mi alegría. Ven a través del pantalón oscuro las llaves de tu puerta, las llaves del papel, de la luna en los jazmines, el canto en la cascada. [...] Pablo Neruda
14. Francesco Primaticcio, Ulises y Penélope, v. 1560. Odiseo debía partir a la guerra de Troya y dejar atrás a su esposa e hijo. Sin embargo, su ausencia se prolongó más de lo que se esperaba e incluso se pensaba que nunca volvería. Pero Penélope, a pesar del tiempo y de los múltiples pretendientes, confiaba en que su marido volvería y se quedó a la espera hasta que por fín, después de viente años, volvió a casa. Odiseo y Penélope
15. Extiende tú la mano y mira como alcanzas la mía en la distancia; si pareciera casi que un volcán de kilómetros, en erupción fantástica, se transformara en nube de cenizas, se convirtiera en nada. Tan cerca estás...tan lejos, que casi siento encima tu fragancia; que casi tacto el viento que surgía de tus manos abiertas, cómo pampas. Vuelve tus ojos como quien no quiere y encontrarás los míos en cada madrugada; en el temblor que deja el horizonte con cada sol que se alza; en cada nubarrón que transnochó en la selva y llevó apenas una gota de agua hasta la cara misma de la tierra donde dejé una lágrima... ¡quizá dirás entonces que amaneció llorando la tierra abandonada! Lanza un grito hacia el cielo y espera...la lejana oquedad del abismo le hará nacer un eco a tu llamada, multiplicada en el vacío inmenso que habita en mi garganta... No será más el eco de tu grito ¡sino el alma del eco del grito de mi alma! Ya ves, estamos lejos...estamos cerca... estamos juntos... ¡En medio de una enorme distancia aniquilada! Orlando Tijerino 1930
16. Ariadna abandonada 1774 Angelica Kauffmann La hija de Minos, Ariadna, vió a Teseo y se enamoró de él, así que decidió ayudarle en su lucha contra el minotauro a cambio de que se la llevara lejos. Teseo aceptó y después de matar al minotauro, Minos se llenó de ira y Teseo tuvo que huir llevándose consigo a Ariadna, a la que abandonó en una isla de camino a Atenas. Teseo y Ariadna
17. ¿De qué remota lengua desasida proviene éste resabio de abandono? En cavilosa soledad corono una imagen de niña estremecida. ¿De qué lejano olvido, que se anida en las letales naves del encono, desembarca ésta queja con su tono de brisa a la intemperie amanecida? ¿De qué brazos amantes del despego zarpó el velamen de mi tierna mano, la brújula extraviada en el abrazo confinado a la orilla?¿Qué hay del riego de besos en que, cándida, me ufano, si hurté la dirección de su regazo? Renée Ferrer 1993
18. Edgard Burne-jones 1870 Un día llegó a las costas de Tiracia un náufrago llamado Demofonte. Éste no sólo recibió la hospitalidad del rey de la región, sino también el amor de su hija, Filis, con la que se casaría más tarde. Sin embargo, al cabo de un tiempo, ante la necesidad de volver a ver su patria, Demofonte partió jurando regresar. A pesar de la promesa nunca regresó lo que hizo que Filis se desesperara y finalmente se suicidara por no poder soportar el dolor. Filis y Demofonte
19. La silenciosa cosecha de todos estos años se agosta en los cajones, envejece conmigo. De tarde en tarde, mi mano se distrae quitándoles el polvo a esos vestigios de emoción que se niegan a morir. Vuelven siempre, sumisos, al anónimo reposo de la espera. Se alinean al azar bajo inseguros rótulos que alivian, como huellas, mi paso por el tiempo. Austeros epitafios, sombras, murmuraciones vagas que se acogen, como gatos, a la escueta caricia de la melancolía. Alfredo Buxán
20. Carlo Albacini . Amor y Psique fines del siglo XVIII . Afrodita estaba muy celosa de la belleza de Psique, por lo que mandó a Cupido para que le lanzara una flecha que haría que se enamorara del ser más horrible. Sin embargo, Cupido se enamoró de ella y se la llevó a su palacio. Allí se amaban pero sólo en la oscuridad ya que Eros le prohibió verle el rostro. Un día Psique fue a ver a sus hermanas y les confesó que nunca había visto a su marido, así que éstas la convencieron para que encendiera una lámpara y pudiera verle. Así lo hizo y Eros al darse cuenta la abandonó decepcionado. Psique se arrepintió de lo que había hecho, y después de pasar unas pruebas, recuperó a su amado. Psique y Cupido
21. Amor ciego nos haces sentir cosas que vienen del corazón y eso no es lo malo, lo malo lo encontramos cuando éste nos guía y ciego andamos, ciego caminamos. Amor ciego cuántas veces nos hemos caído y tal vez levantado... ¡Y tú ni cuenta te has dado! porque sigues tu camino ciego sin ver tus resultados . Amor ciego ¿Nunca has escuchado el dicho: si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en un abismo? Nosotros ciegos andamos por la ilusión que nos eclipsa. Amor ciego creemos que conoces el camino a la vida pero ignoramos que eres ciego y ciego nos guías... y en el trayector del camino hemos caído en un abismo Andrés Revelo
22. Paris y Helena David, Jacques-Louis 1788. Paris llegó a Esparta donde Menelao le recibió con todas las comodidades y honores Tal era su confianza, que cuando partió a un viaje, dejó a su mujer, Helena, a cargo de Paris. Sin embargo, de alguna forma u otra (ya que existen varias versiones sobre el cómo y el por qué ) Helena dejó a Menelao en Esparta, lo que dió inicio a la guerra de Troya. Helena, Paris y Menelao
23. Hera convirtió en vano viento mi unión con Alejandro. Fabricó con aire celeste una imagen viva de mí y se la entregó al hijo de Príamo. Y él pensó que me poseía a mí, que era una vana apariencia, sin poseerme [….] No fuí yo por la que lucharon los frigios, sino que Hermes me había llevado, cubriéndome con una nube, por medio del éter a la casa de Proteo, el más sensato de todos los mortales, para que yo conservase intacto mi lecho para Menelao. Eurípides
24. Orígen del 14 de Febrero Cuenta la leyenda que el año 270 el emperador romano Claudio II prohibió el matrimonio debido a que impedía que los recién casados se negaban a participar en la guerra. Sin embargo, un obispo llamado Valentín comenzó a casar de manera clandestina. Cuando fue descubierto, Claudio II mandó que lo decapitaran y así lo hicieron el 14 de febrero. Aún en su tumba continúa la leyenda
25. Cupid, Sir Joshua Reynolds Otra leyenda cuenta que en el año 1415, Carlos, duque de Orleans escribió una carta a su amada mientras estuvo preso en el torre de Londres. En ella firmó cono ''tu valentín'', carta que se conserva en el museo Británico. Algunas hipótesis aseguran que es una fiesta cristianizada del paganismo ya que en la antigua Roma se rendía culto al dios del amor, conocido como Cupido (Eros para los griegos) En esta fiesta se ofrecían ofrendas al Dios y se pedía favores para conseguir el amor ideal.
28. Edward Burne Jones ¿Por qué se dice que el amor es ciego? Estaban reunidos los sentimientos cuando la Locura propone jugar al escondite, siendo ella la que se pondría a contar. Cuando terminó de hacerlo, empezó a encontrar a todos los sentimientos que estaban escondidos, quedando el último el Amor. La Locura lo buscó por todos lados, hasta que decidió rebuscar entre unos arbustos. De repente se escuchó un alarido y cuando la Locura movió las ramas, vio a Amor con los ojos heridos, las espinas se le habían clavado en ellos. La Locura arrepentida, le prometió que siempre estaría a su lado. Desde entonces se dice que el amor es ciego y la locura siempre lo acompaña.
29. El beso Auguste Rodin 1886 Nuesra ''media naranja'' Cuenta un mito griego, que en un principio existían tres sexos: femenino, masculino y andrógino. Éstos estaban unidos entre sí y poseían una fuerza y una arrogancia que les llevó a enfrentarse contra los Dioses. Zeus ante esto decidió, junto con los otros Dioses, separar a los seres por la mitad, quedando repartidas por todo el mundo.
30. Películas de Amor Michael Curtiz (1942) David Lean (1965) Jerry Zucker (1990)