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                                 Octubre / 2006
F. ENGELS

EL PAPEL DEL TRABAJO EN LA TRANSFORMACION DEL MONO EN
HOMBRE [1]

El trabajo es la fuente de toda riqueza, afirman los especialistas en Economía
política. Lo es, en efecto, a la par que la naturaleza, proveedora de los
materiales que él convierte en riqueza. Pero el trabajo es muchísimo más que
eso. Es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en
tal grado que, hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al
propio hombre.

Hace muchos centenares de miles de años, en una época, aún no establecida
definitivamente, de aquel período del desarrollo de la Tierra que los geólogos
denominan terciario, probablemente a fines de este período, vivía en algún
lugar de la zona tropical —quizás en un extenso continente hoy desaparecido
en las profundidades del Océano Indico— una raza de monos antropomorfos
extraordinariamente desarrollada. Darwin nos ha dado una descripción
aproximada de estos antepasados nuestros. Estaban totalmente cubiertos de
pelo, tenían barba, orejas puntiagudas, vivían en los árboles y formaban
manadas [2].

Es de suponer que como consecuencia directa de su género de vida, por el que
las manos, al trepar, tenían que desempeñar funciones distintas a las de los
pies, estos monos se fueron acostumbrando a prescindir de ellas al caminar
por el suelo y empezaron [67] a adoptar más y más una posición erecta. Fue el
paso decisivo para el tránsito del mono al hombre.

Todos los monos antropomorfos que existen hoy día pueden permanecer en
posición erecta y caminar apoyándose únicamente en sus pies; pero lo hacen
sólo en caso de extrema necesidad y, además, con suma torpeza. Caminan
habitualmente en actitud semierecta, y su marcha incluye el uso de las manos.
La mayoría de estos monos apoyan en el suelo los nudillos y, encogiendo las
piernas, hacen avanzar el cuerpo por entre sus largos brazos, como un cojo
que camina con muletas. En general, aún hoy podemos observar entre los
monos todas las formas de transición entre la marcha a cuatro patas y la
marcha en posición erecta. Pero para ninguno de ellos ésta última ha pasado
de ser un recurso circunstancial.

Y puesto que la posición erecta había de ser para nuestros peludos
antepasados primero una norma, y luego, una necesidad, de aquí se
desprende que por aquel entonces las manos tenían que ejecutar funciones
cada vez más variadas. Incluso entre los monos existe ya cierta división de
funciones entre los pies y las manos. Como hemos señalado más arriba,
durante la trepa las manos son utilizadas de distinta manera que los pies. Las
manos sirven fundamentalmente para recoger y sostener los alimentos, como
lo hacen ya algunos mamíferos inferiores con sus patas delanteras. Ciertos
monos se ayudan de las manos para construir nidos en los árboles; y algunos,
como el chimpancé, llegan a construir tejadillos entre las ramas, para
defenderse de las inclemencias del tiempo. La mano les sirve para empuñar
garrotes, con los que se defienden de sus enemigos, o para bombardear a
éstos con frutos y piedras. Cuando se encuentran en la cautividad, realizan con
las manos varias operaciones sencillas que copian de los hombres. Pero aquí
es precisamente donde se ve cuán grande es la distancia que separa la mano
primitiva de los monos, incluso la de los antropoides superiores, de la mano del
hombre, perfeccionada por el trabajo durante centenares de miles de años. El
número y la disposición general de los huesos y de los músculos son los
mismos en el mono y en el hombre, pero la mano del salvaje más primitivo es
capaz de ejecutar centenares de operaciones que no pueden ser realizadas por
la mano de ningún mono. Ni una sola mano simiesca ha construido jamás un
cuchillo de piedra, por tosco que fuese.

Por eso, las funciones, para las que nuestros antepasados fueron adaptando
poco a poco sus manos durante los muchos miles de años que dura el período
de transición del mono al hombre, sólo pudieron ser, en un principio, funciones
sumamente sencillas. Los salvajes más primitivos, incluso aquellos en los que
[68] puede presumirse el retorno a un estado más próximo a la animalidad, con
una degeneración física simultánea, son muy superiores a aquellos seres del
período de transición. Antes de que el primer trozo de sílex hubiese sido
convertido en cuchillo por la mano del hombre, debió haber pasado un período
de tiempo tan largo que, en comparación con él, el período histórico conocido
por nosotros resulta insignificante. Pero se había dado ya el paso decisivo: la
mano era libre y podía adquirir ahora cada vez más destreza y habilidad; y ésta
mayor flexibilidad adquirida se transmitía por herencia y se acrecía de
generación en generación.

Vemos, pues, que la mano no es sólo el órgano del trabajo; es también
producto de él. Unicamente por el trabajo, por la adaptación a nuevas y nuevas
funciones, por la transmisión hereditaria del perfeccionamiento especial así
adquirido por los músculos, los ligamentos y, en un período más largo, también
por los huesos, y por la aplicación siempre renovada de estas habilidades
heredadas a funciones nuevas y cada vez más complejas, ha sido como la
mano del hombre ha alcanzado ese grado de perfección que la ha hecho capaz
de dar vida, como por arte de magia, a los cuadros de Rafael, a las estatuas de
Thorwaldsen y a la música de Paganini.

Pero la mano no era algo con existencia propia e independiente. Era
únicamente un miembro de un organismo entero y sumamente complejo. Y lo
que beneficiaba a la mano beneficiaba también a todo el cuerpo servido por
ella; y lo beneficiaba en dos aspectos.
Primeramente, en virtud de la ley que Darwin llamó de la correlación del
crecimiento. Según ésta ley, ciertas formas de las distintas partes de los seres
orgánicos siempre están ligadas a determinadas formas de otras partes, que
aparentemente no tienen ninguna relación con las primeras. Así, todos los
animales que poseen glóbulos rojos sin núcleo y cuyo occipital está articulado
con la primera vértebra por medio de dos cóndilos, poseen, sin excepción,
glándulas mamarias para la alimentación de sus crías. Así también, la pezuña
hendida de ciertos mamíferos va ligada por regla general a la presencia de un
estómago multilocular adaptado a la rumia. Las modificaciones experimentadas
por ciertas formas provocan cambios en la forma de otras partes del
organismo, sin que estemos en condiciones de explicar tal conexión. Los gatos
totalmente blancos y de ojos azules son siempre o casi siempre sordos. El
perfeccionamiento gradual de la mano del hombre y la adaptación
concomitante de los pies a la marcha en posición erecta repercutieron
indudablemente, en virtud de dicha correlación, sobre otras partes del
organismo. [69] Sin embargo, ésta acción aún está tan poco estudiada que
aquí no podemos más que señalarla en términos generales.
Mucho más importante es la reacción directa —posible de demostrar— del
desarrollo de la mano sobre el resto del organismo. Como ya hemos dicho,
nuestros antepasados simiescos eran animales que vivían en manadas;
evidentemente, no es posible buscar el origen del hombre, el más social de los
animales, en unos antepasados inmediatos que no viviesen congregados. Con
cada nuevo progreso, el dominio sobre la naturaleza, que comenzara por el
desarrollo de la mano, con el trabajo, iba ampliando los horizontes del hombre,
haciéndole descubrir constantemente en los objetos nuevas propiedades hasta
entonces desconocidas. Por otra parte, el desarrollo del trabajo, al multiplicar
los casos de ayuda mutua y de actividad conjunta, y al mostrar así las ventajas
de ésta actividad conjunta para cada individuo, tenía que contribuir
forzosamente a agrupar aún más a los miembros de la sociedad. En resumen,
los hombres en formación llegaron a un punto en que tuvieron necesidad de
decirse algo los unos a los otros. La necesidad creó el órgano: la laringe poco
desarrollada del mono se fue transformando, lenta pero firmemente, mediante
modulaciones que producían a su vez modulaciones más perfectas, mientras
los órganos de la boca aprendían poco a poco a pronunciar un sonido
articulado tras otro.

La comparación con los animales nos muestra que ésta explicación del origen
del lenguaje a partir del trabajo y con el trabajo es la única acertada. Lo poco
que los animales, incluso los más desarrollados, tienen que comunicarse los
unos a los otros puede ser transmitido sin el concurso de la palabra articulada.
Ningún animal en estado salvaje se siente perjudicado por su incapacidad de
hablar o de comprender el lenguaje humano. Pero la situación cambia por
completo cuando el animal ha sido domesticado por el hombre. El contacto con
el hombre ha desarrollado en el perro y en el caballo un oído tan sensible al
lenguaje articulado, que estos animales pueden, dentro del marco de sus
representaciones, llegar a comprender cualquier idioma. Además, pueden
llegar a adquirir sentimientos desconocidos antes por ellos, como son el apego
al hombre, el sentimiento de gratitud, etc. Quien conozca bien a estos
animales, difícilmente podrá escapar a la convicción de que, en muchos casos,
ésta incapacidad de hablar es experimentada ahora por ellos como un defecto.
Desgraciadamente, este defecto no tiene remedio, pues sus órganos vocales
se hallan demasiado especializados en determinada dirección. Sin embargo,
cuando existe un órgano apropiado, ésta incapacidad puede ser superada
dentro de ciertos límites. Los órganos bucales de las aves se distinguen en
forma radical de los del hombre, y, sin embargo, [70] las aves son los únicos
animales que pueden aprender a hablar; y el ave de voz más repulsiva, el loro,
es la que mejor habla. Y no importa que se nos objete diciéndonos que el loro
no entiende lo que dice. Claro está que por el solo gusto de hablar y por
sociabilidad con los hombres el loro puede estar repitiendo horas y horas todo
su vocabulario. Pero, dentro del marco de sus representaciones, puede
también llegar a comprender lo que dice. Enseñad a un loro a decir palabrotas,
de modo que llegue a tener una idea de su significación (una de las
distracciones favoritas de los marineros que regresan de las zonas cálidas), y
veréis muy pronto que en cuanto lo irritáis hace uso de esas palabrotas con la
misma corrección que cualquier verdulera de Berlín. Y lo mismo ocurre con la
petición de golosinas.

Primero el trabajo, luego y con él la palabra articulada, fueron los dos estímulos
principales bajo cuya influencia el cerebro del mono se fue transformando
gradualmente en cerebro humano, que, a pesar de toda su similitud, lo supera
considerablemente en tamaño y en perfección. Y a medida que se desarrollaba
el cerebro, desarrollábanse también sus instrumentos más inmediatos: los
órganos de los sentidos. De la misma manera que el desarrollo gradual del
lenguaje     va     necesariamente       acompañado        del     correspondiente
perfeccionamiento del órgano del oído, así también el desarrollo general del
cerebro va ligado al perfeccionamiento de todos los órganos de los sentidos. La
vista del águila tiene mucho más alcance que la del hombre, pero el ojo
humano percibe en las cosas muchos más detalles que el ojo del águila. El
perro tiene un olfato mucho más fino que el hombre, pero no puede captar ni la
centésima parte de los olores que sirven a éste de signos para diferenciar
cosas distintas. Y el sentido del tacto, que el mono posee a duras penas en la
forma más tosca y primitiva, se ha ido desarrollando únicamente con el
desarrollo de la propia mano del hombre, a través del trabajo.
El desarrollo del cerebro y de los sentidos a su servicio, la creciente claridad de
conciencia, la capacidad de abstracción y de discernimiento cada vez mayores,
reaccionaron a su vez sobre el trabajo y la palabra, estimulando más y más su
desarrollo. Cuando el hombre se separa definitivamente del mono, este
desarrollo no cesa ni mucho menos, sino que continúa, en distinto grado y en
distintas direcciones entre los distintos pueblos y en las diferentes épocas,
interrumpido incluso a veces por regresiones de carácter local o temporal, pero
avanzando en su conjunto a grandes pasos, considerablemente impulsado y, a
la vez, orientado en un sentido más preciso por un nuevo elemento que surge
con la aparición del hombre acabado: la sociedad.

Seguramente hubieron de pasar centenares de miles de años [71] —que en la
historia de la Tierra tienen menos importancia que un segundo en la vida de un
hombre [*]— antes de que la sociedad humana surgiese de aquellas manadas
de monos que trepaban por los árboles. Pero, al fin y al cabo, surgió. ¿Y qué es
lo que volvemos a encontrar como signo distintivo entre la manada de monos y
la sociedad humana? Otra vez el trabajo. La manada de monos se contentaba
con devorar los alimentos de un área que determinaban las condiciones
geográficas o la resistencia de las manadas vecinas. Trasladábase de un lugar
a otro y entablaba luchas con otras manadas para conquistar nuevas zonas de
alimentación: pero era incapaz de extraer de estas zonas más de lo que la
naturaleza buenamente le ofrecía, si exceptuamos la acción inconsciente de la
manada, al abonar el suelo con sus excrementos. Cuando fueron ocupadas
todas las zonas capaces de proporcionar alimento, el crecimiento de la
población simiesca fue ya imposible; en el mejor de los casos el número de sus
animales podía mantenerse al mismo nivel. Pero todos los animales son unos
grandes despilfarradores de alimentos; además, con frecuencia destruyen en
germen la nueva generación de reservas alimenticias. A diferencia del cazador,
el lobo no respeta la cabra montés que habría de proporcionarle cabritos al año
siguiente; las cabras de Grecia, que devoran los jóvenes arbustos antes de que
puedan desarrollarse, han dejado desnudas todas las montañas del país. Esta
«explotación rapaz» llevada a cabo por los animales desempeña un gran papel
en la transformación gradual de las especies, al obligarlas a adaptarse a unos
alimentos que no son los habituales para ellas, con lo que cambia la
composición química de su sangre y se modifica poco a poco toda la
constitución física del animal; las especies ya plasmadas desaparecen. No
cabe duda de que ésta explotación rapaz contribuyó en alto grado a la
humanización de nuestros antepasados, pues amplió el número de plantas y
las partes de éstas utilizadas en la alimentación por aquella raza de monos que
superaba con ventaja a todas las demás en inteligencia y en capacidad de
adaptación. En una palabra, la alimentación, cada vez más variada, aportaba al
organismo nuevas y nuevas substancias, con lo que fueron creadas las
condiciones químicas para la transformación de estos monos en seres
humanos. Pero todo esto no era trabajo en el verdadero sentido de la palabra.
El trabajo comienza con la elaboración de instrumentos. ¿Y qué son los
instrumentos más antiguos, si juzgamos por los restos que nos han llegado del
hombre prehistórico, por el género de vida de los pueblos más antiguos que
[72] registra la historia, así como por el de los salvajes actuales más primitivos?
Son instrumentos de caza y de pesca; los primeros utilizados también como
armas. Pero la caza y la pesca suponen el tránsito de la alimentación
exclusivamente vegetal a la alimentación mixta, lo que significa un nuevo paso
de suma importancia en la transformación del mono en hombre. El consumo de
carne ofreció al organismo, en forma casi acabada, los ingredientes más
esenciales para su metabolismo. Con ello acortó el proceso de la digestión y
otros procesos de la vida vegetativa del organismo (es decir, los procesos
análogos a los de la vida de los vegetales), ahorrando así tiempo, materiales y
estímulos para que pudiera manifestarse activamente la vida propiamente
animal. Y cuanto más se alejaba el hombre en formación del reino vegetal, más
se elevaba sobre los animales. De la misma manera que el hábito a la
alimentación mixta convirtió al gato y al perro salvajes en servidores del
hombre, así también el hábito a combinar la carne con la dieta vegetal
contribuyó poderosamente a dar fuerza física e independencia al hombre en
formación. Pero donde más se manifestó la influencia de la dieta cárnea fue en
el cerebro, que recibió así en mucha mayor cantidad que antes las substancias
necesarias para su alimentación y desarrollo, con lo que su perfeccionamiento
fue haciéndose mayor y más rápido de generación en generación. Debemos
reconocer —y perdonen los señores vegetarianos— que no ha sido sin el
consumo de la carne como el hombre ha llegado a ser hombre; y el hecho de
que, en una u otra época de la historia de todos los pueblos conocidos, el
empleo de la carne en la alimentación haya llevado al canibalismo (aún en el
siglo X, los antepasados de los berlineses, los veletabos o vilzes, solían
devorar a sus progenitores) es una cuestión que no tiene hoy para nosotros la
menor importancia.

El consumo de carne en la alimentación significó dos nuevos avances de
importancia decisiva: el uso del fuego y la domesticación de animales. El
primero redujo aún más el proceso de la digestión, ya que permitía llevar a la
boca comida, como si dijéramos, medio digerida; el segundo multiplicó las
reservas de carne, pues ahora, a la par con la caza, proporcionaba una nueva
fuente para obtenerla en forma más regular. La domesticación de animales
también proporcionó, con la leche y sus derivados, un nuevo alimento, que en
cuanto a composición era por lo menos del mismo valor que la carne. Así,
pues, estos dos adelantos se convirtieron directamente para el hombre en
nuevos medios de emancipación. No podemos detenernos aquí a examinar en
detalle sus consecuencias indirectas, a pesar de toda la importancia que hayan
podido tener para el desarrollo del hombre y de la sociedad, pues tal examen
nos apartaría demasiado de nuestro tema.

[73]

El hombre, que había aprendido a comer todo lo comestible, aprendió también,
de la misma manera, a vivir en cualquier clima. Se extendió por toda la
superficie habitable de la Tierra siendo el único animal capaz de hacerlo por
propia iniciativa. Los demás animales que se han adaptado a todos los climas
—los animales domésticos y los insectos parásitos— no lo lograron por sí
solos, sino únicamente siguiendo al hombre. Y el paso del clima uniformemente
cálido de la patria original, a zonas más frías donde el año se dividía en verano
e invierno, creó nuevas necesidades, al obligar al hombre a buscar habitación y
a cubrir su cuerpo para protegerse del frío y de la humedad. Así surgieron
nuevas esferas de trabajo y, con ellas, nuevas actividades que fueron
apartando más y más al hombre de los animales.

Gracias a la cooperación de la mano, de los órganos del lenguaje y del cerebro,
no sólo en cada individuo, sino también en la sociedad, los hombres fueron
aprendiendo a ejecutar operaciones cada vez más complicadas, a plantearse y
a alcanzar objetivos cada vez más elevados. El trabajo mismo se diversificaba
y perfeccionaba de generación en generación extendiéndose cada vez a
nuevas actividades. A la caza y a la ganadería vino a sumarse la agricultura, y
más tarde el hilado y el tejido, el trabajo de los metales, la alfarería y la
navegación. Al lado del comercio y de los oficios aparecieron, finalmente, las
artes y las ciencias; de las tribus salieron las naciones y los Estados. Se
desarrollaron el Derecho y la Política, y con ellos el reflejo fantástico de las
cosas humanas en la mente del hombre: la religión. Frente a todas estas
creaciones, que se manifestaban en primer término como productos del
cerebro y parecían dominar las sociedades humanas, las producciones más
modestas, fruto del trabajo de la mano, quedaron relegadas a segundo plano,
tanto más cuanto que en una fase muy temprana del desarrollo de la sociedad
(por ejemplo, ya en la familia primitiva), la cabeza que planeaba el trabajo era
ya capaz de obligar a manos ajenas a realizar el trabajo proyectado por ella. El
rápido progreso de la civilización fue atribuído exclusivamente a la cabeza, al
desarrollo y a la actividad del cerebro. Los hombres se acostumbraron a
explicar sus actos por sus pensamientos, en lugar de buscar ésta explicación
en sus necesidades (reflejadas, naturalmente, en la cabeza del hombre, que
así cobra conciencia de ellas). Así fue cómo, con el transcurso del tiempo,
surgió esa concepción idealista del mundo que ha dominado el cerebro de los
hombres, sobre todo desde la desaparición del mundo antiguo, y que todavía lo
sigue dominando hasta el punto de que incluso los naturalistas de la escuela
darviniana más allegados al materialismo son aún incapaces de formarse una
idea clara acerca del origen del hombre, pues esa misma [74] influencia
idealista les impide ver el papel desempeñado aquí por el trabajo.
Los animales, como ya hemos indicado de pasada, también modifican con su
actividad la naturaleza exterior, aunque no en el mismo grado que el hombre; y
estas modificaciones provocadas por ellos en el medio ambiente repercuten,
como hemos visto, en sus originadores, modificándolos a su vez. En la
naturaleza nada ocurre en forma aislada. Cada fenómeno afecta a otro y es, a
su vez, influenciado por éste; y es generalmente el olvido de este movimiento y
de ésta interacción universal lo que impide a nuestros naturalistas percibir con
claridad las cosas más simples. Ya hemos visto cómo las cabras han impedido
la repoblación de los bosques en Grecia; en Santa Elena, las cabras y los
cerdos desembarcados por los primeros navegantes llegados a la isla
exterminaron casi por completo la vegetación allí existente, con lo que
prepararon el suelo para que pudieran multiplicarse las plantas llevadas más
tarde por otros navegantes y colonizadores. Pero la influencia duradera de los
animales sobre la naturaleza que los rodea es completamente involuntaria y
constituye, por lo que a los animales se refiere, un hecho accidental. Pero
cuanto más se alejan los hombres de los animales, más adquiere su influencia
sobre la naturaleza el carácter de una acción intencional y planeada, cuyo fin
es lograr objetivos proyectados de antemano. Los animales destrozan la
vegetación del lugar sin darse cuenta de lo que hacen. Los hombres, en
cambio, cuando destruyen la vegetación lo hacen con el fin de utilizar la
superficie que queda libre para sembrar cereales, plantar árboles o cultivar la
vid, conscientes de que la cosecha que obtengan superará varias veces lo
sembrado por ellos. El hombre traslada de un país a otro plantas útiles y
animales domésticos modificando así la flora y la fauna de continentes enteros.
Más aún; las plantas y los animales, cultivadas aquéllas y criados éstos en
condiciones artificiales, sufren tales modificaciones bajo la influencia de la
mano del hombre que se vuelven irreconocibles. Hasta hoy día no han sido
hallados aún los antepasados silvestres de nuestros cultivos cerealistas. Aún
no ha sido resuelta la cuestión de saber cuál es el animal que ha dado origen a
nuestros perros actuales, tan distintos unos de otros, o a las actuales razas de
caballos, también tan numerosas.

Por lo demás, de suyo se comprende que no tenemos la intención de negar a
los animales la facultad de actuar en forma planificada, de un modo
premeditado. Por el contrario, la acción planificada existe en germen
dondequiera que el protoplasma —la albúmina viva— exista y reaccione, es
decir, realice determinados movimientos, aunque sean los más simples, en
respuesta a [75] determinados estímulos del exterior. Esta reacción se produce,
no digamos ya en la célula nerviosa, sino incluso cuando aún no hay célula de
ninguna clase. El acto mediante el cual las plantas insectívoras se apoderan de
su presa, aparece también, hasta cierto punto, como un acto planeado, aunque
se realice de un modo totalmente inconsciente. La facultad de realizar actos
conscientes y premeditados se desarrolla en los animales en correspondencia
con el desarrollo del sistema nervioso, y adquiere ya en los mamíferos un nivel
bastante elevado. Durante la caza inglesa de la zorra puede observarse
siempre la infalibilidad con que la zorra utiliza su perfecto conocimiento del
lugar para ocultarse a sus perseguidores, y lo bien que conoce y sabe
aprovechar todas las ventajas del terreno para despistarlos. Entre nuestros
animales domésticos, que han llegado a un grado más alto de desarrollo
gracias a su convivencia con el hombre, pueden observarse a diario actos de
astucia, equiparables a los de los niños, pues lo mismo que el desarrollo del
embrión humano en el claustro materno es una repetición abreviada de toda la
historia del desarrollo físico seguido a través de millones de años por nuestros
antepasados del reino animal, a partir del gusano, así también el desarrollo
mental del niño representa una repetición, aún más abreviada, del desarrollo
intelectual de esos mismos antepasados, en todo caso de los menos remotos.
Pero ni un solo acto planificado de ningún animal ha podido imprimir en la
naturaleza el sello de su voluntad. Sólo el hombre ha podido hacerlo.

Resumiendo: lo único que pueden hacer los animales es utilizar la naturaleza
exterior y modificarla por el mero hecho de su presencia en ella. El hombre, en
cambio, modifica la naturaleza y la obliga así a servirle, la domina. Y ésta es,
en última instancia, la diferencia esencial que existe entre el hombre y los
demás animales, diferencia que, una vez más, viene a ser efecto del trabajo [*].

Sin embargo, no nos dejemos llevar del entusiasmo ante nuestras victorias
sobre la naturaleza. Después de cada una de estas victorias, la naturaleza
toma su venganza. Bien es verdad que las primeras consecuencias de estas
victorias son las previstas por nosotros, pero en segundo y en tercer lugar
aparecen unas consecuencias muy distintas, totalmente imprevistas y que, a
menudo, anulan las primeras. Los hombres que en Mesopotamia, Grecia, Asia
Menor y otras regiones talaban los bosques para obtener tierra de labor, ni
siquiera podían imaginarse que, al eliminar con los bosques los centros de
acumulación y reserva de humedad, [76] estaban sentando las bases de la
actual aridez de esas tierras. Los italianos de los Alpes, que talaron en las
laderas meridionales los bosques de pinos, conservados con tanto celo en las
laderas septentrionales, no tenían ni idead de que con ello destruían las raíces
de la industria lechera en su región; y mucho menos podían prever que, al
proceder así, dejaban la mayor parte del año sin agua sus fuentes de montaña,
con lo que les permitían, al llegar el período de las lluvias, vomitar con tanta
mayor furia sus torrentes sobre la planicie. Los que difundieron el cultivo de la
patata en Europa no sabían que con este tubérculo farináceo difundían a la vez
la escrofulosis. Así, a cada paso, los hechos nos recuerdan que nuestro
dominio sobre la naturaleza no se parece en nada al dominio de un
conquistador sobre el pueblo conquistado, que no es el dominio de alguien
situado fuera de la naturaleza, sino que nosotros, por nuestra carne, nuestra
sangre y nuestro cerebro, pertenecemos a la naturaleza, nos encontramos en
su seno, y todo nuestro dominio sobre ella consiste en que, a diferencia de los
demás seres, somos capaces de conocer sus leyes y de aplicarlas
adecuadamente.

En efecto, cada día aprendemos a comprender mejor las leyes de la naturaleza
y a conocer tanto los efectos inmediatos como las consecuencias remotas de
nuestra intromisión en el curso natural de su desarrollo. Sobre todo después de
los grandes progresos logrados en este siglo por las Ciencias Naturales, nos
hallamos en condiciones de prever, y, por tanto, de controlar cada vez mejor
las remotas consecuencias naturales de nuestros actos en la producción, por lo
menos de los más corrientes. Y cuanto más sea esto una realidad, más
sentirán y comprenderán los hombres su unidad con la naturaleza, y más
inconcebible será esa idea absurda y antinatural de la antítesis entre el espíritu
y la materia, el hombre y la naturaleza, el alma y el cuerpo, idea que empieza a
difundirse por Europa a raíz de la decadencia de la antigüedad clásica y que
adquiere su máximo desenvolvimiento en el cristianismo.

Mas, si han sido precisos miles de años para que el hombre aprendiera en
cierto grado a prever las remotas consecuencias naturales de sus actos
dirigidos a la producción, mucho más le costó aprender a calcular las remotas
consecuencias sociales de esos mismos actos. Ya hemos hablado más arriba
de la patata y de sus consecuencias en cuanto a la difusión de la escrofulosis:
Pero, ¿qué importancia puede tener la escrofulosis comparada con los efectos
que sobre las condiciones de vida de las masas del pueblo de países enteros
ha tenido la reducción de la dieta de los trabajadores a simples patatas, con el
hambre que se extendió [77] en 1847 por Irlanda a consecuencia de una
enfermedad de este tubérculo, y que llevó a la tumba a un millón de irlandeses
que se alimentaban exclusivamente o casi exclusivamente de patatas y obligó
a emigrar allende el océano a otros dos millones? Cuando los árabes
aprendieron a destilar el alcohol, ni siquiera se les ocurrió pensar que habían
creado una de las armas principales con que habría de ser exterminada la
población indígena del continente americano, aún desconocido, en aquel
entonces. Y cuando Colón descubrió más tarde América, no sabía que a la vez
daba nueva vida a la esclavitud, desaparecida desde hacía mucho tiempo en
Europa, y sentaba las bases de la trata de negros. Los hombres que en los
siglos XVII y XVIII trabajaron para crear la máquina de vapor, no sospechaban
que estaban creando un instrumento que habría de subvertir, más que ningún
otro, las condiciones sociales en todo el mundo, y que, sobre todo en Europa,
al concentrar la riqueza en manos de una minoría y al privar de toda propiedad
a la inmensa mayoría de la población, habría de proporcionar primero el
dominio social y político a la burguesía y provocar después la lucha de clases
entre la burguesía y el proletariado, lucha que sólo puede terminar con el
derrocamiento de la burguesía y la abolición de todos los antagonismos de
clase. Pero también aquí, aprovechando una experiencia larga, y a veces cruel,
confrontando y analizando los materiales proporcionados por la historia, vamos
aprendiendo poco a poco a conocer las consecuencias sociales indirectas y
más remotas de nuestros actos en la producción, lo que nos permite extender
también a estas consecuencias nuestro dominio y nuestro control.

Sin embargo, para llevar a cabo este control se requiere algo más que el simple
conocimiento. Hace falta una revolución que transforme por completo el modo
de producción existente hasta hoy día y, con él, el orden social vigente.

Todos los modos de producción que han existido hasta el presente sólo
buscaban el efecto útil del trabajo en su forma más directa e inmediata. No
hacían el menor caso de las consecuencias remotas, que sólo aparecen más
tarde y cuyo efecto se manifiesta únicamente gracias a un proceso de
repetición y acumulación gradual. La primitiva propiedad comunal de la tierra
correspondía, por un lado, a un estado de desarrollo de los hombres en el que
el horizonte de éstos quedaba limitado, por lo general, a las cosas más
inmediatas, y presuponía, por otro lado, cierto excedente de tierras libres, que
ofrecía cierto margen para neutralizar los posibles resultados adversos de ésta
economía positiva. Al agotarse el excedente de tierras libres, comenzó la
decadencia de la propiedad comunal. Todas las formas más elevadas de
producción [78] que vinieron después condujeron a la división de la población
en clases diferentes y, por tanto, al antagonismo entre las clases dominantes y
las clases oprimidas. En consecuencia, los intereses de las clases dominantes
se convirtieron en el elemento propulsor de la producción, en cuanto ésta no se
limitaba a mantener bien que mal la mísera existencia de los oprimidos. Donde
esto halla su expresión más acabada es en el modo de producción capitalista
que prevalece hoy en la Europa Occidental. Los capitalistas individuales, que
dominan la producción y el cambio, sólo pueden ocuparse de la utilidad más
inmediata de sus actos. Más aún; incluso ésta misma utilidad —por cuanto se
trata de la utilidad de la mercancía producida o cambiada— pasa por completo
a segundo plano, apareciendo como único incentivo la ganancia obtenida en la
venta.
***
La ciencia social de la burguesía, la Economía Política clásica, sólo se ocupa
preferentemente de aquellas consecuencias sociales que constituyen el
objetivo inmediato de los actos realizados por los hombres en la producción y el
cambio. Esto corresponde plenamente al régimen social cuya expresión teórica
es esa ciencia. Por cuanto los capitalistas aislados producen o cambian con el
único fin de obtener beneficios inmediatos, sólo pueden ser tenidos en cuenta,
primeramente, los resultados más próximos y más inmediatos. Cuando un
industrial o un comerciante vende la mercancía producida o comprada por él y
obtiene la ganancia habitual, se da por satisfecho y no le interesa lo más
mínimo lo que pueda ocurrir después con esa mercancía y su comprador. Igual
ocurre con las consecuencias naturales de esas mismas acciones. Cuando en
Cuba los plantadores españoles quemaban los bosques en las laderas de las
montañas para obtener con la ceniza un abono que sólo les alcanzaba para
fertilizar una generación de cafetos de alto rendimiento, ¡poco les importaba
que las lluvias torrenciales de los trópicos barriesen la capa vegetal del suelo,
privada de la protección de los árboles, y no dejasen tras sí más que rocas
desnudas! Con el actual modo de producción, y por lo que respecta tanto a las
consecuencias naturales como a las consecuencias sociales de los actos
realizados por los hombres, lo que interesa preferentemente son sólo los
primeros resultados, los más palpables. Y luego hasta se manifiesta extrañeza
de que las consecuencias remotas de las acciones que perseguían esos fines
resulten ser muy distintas y, en la mayoría de los casos, hasta diametralmente
opuestas; de que la armonía entre la oferta y la demanda se convierta en su
antípoda, como nos lo demuestra [79] el curso de cada uno de esos ciclos
industriales de diez años, y como han podido convencerse de ello los que con
el «crac» [3] han vivido en Alemania un pequeño preludio; de que la propiedad
privada basada en el trabajo de uno mismo se convierta necesariamente, al
desarrollarse, en la desposesión de los trabajadores de toda propiedad,
mientras toda la riqueza se concentra más y más en manos de los que no
trabajan; de que [...] [*]

Escrito por Engels en 1876. Se publica de acuerdo con el
manuscrito.

Publicado por primera vez

en la revista "Die Neue Zeit", Bd. 2, Traducido del alemán.
Nº 44, 1895-1896.


NOTAS
[1]
43 El presente artículo fue ideado inicialmente como introducción a un trabajo
más extenso denominado "Tres formas fundamentales de esclavización". Pero,
visto que el propósito no se cumplía, Engels acabó por dar a la introducción el
título "El papel del trabajo en el proceso de transformación del mono en
hombre". Engels explica en ella el papel decisivo del trabajo, de la producción
de instrumentos, en la formación del tipo físico del hombre y la formación de la
sociedad humana, mostrando que, a partir de un antepasado parecido al mono,
como resultado de un largo proceso histórico, se desarrolló un ser
cualitativamente distinto, el hombre. Lo más probable es que el artículo haya
sido escrito en junio de 1876.- 66

[2] 44 Véase el libro de C. Darwin "The Descent of Man and Selection in
Relation to Sex" («El origen del hombre y la selección sexual»), publicado en
Londres en 1871.- 66
[*] Sir William Thomson, autoridad de primer orden en la materia calculó que ha
debido transcurrir poco más de cien millones de años desde el momento en
que la Tierra se enfrió lo suficiente para que en ella pudieran vivir las plantas y
los animales. (Nota de Engels).

[*] Acotación al margen: «Ennoblecimiento».
[3] 45 Trátase de la crisis económica mundial de 1873. En Alemania, la crisis
comenzó con una «grandiosa bancarrota» en mayo de 1873, preludio de la
crisis que duró hasta fines de los años 70.- 79, 88, 438

[*] Aquí se interrumpe el manuscrito. (N. de la Edit.).
MATERIA: CIENCIA ,TECNOLOGIA, SOCIEDAD Y VALORES
MÓDULO 1




TEMA III CIENCIA




SUBTEM A                                      REFERENCIA



CONCEPTO DE CIENCIA                           Enciclopedia Encarta

CLASIFICACIÓN DE LAS CIENCIAS                 Enciclopedia Encarta

                                              Sherman, Irwin W. y Sherman, Vilia G.
 MÉTODO CIENTiFICO                            Perspectiva Humana. 3". Ed (I'. Ed. Español)
                                              México, Mc Graw           1999.
                                              Rojas Soriano, Raúl. FI proceso de la
 INDUCCIÓN                                    investigación Científica. México-, Trillas,
                                              Capítulo 7.

DEDUCCIÓN
                                              Reza Becerril, Fernando. Ciencia Metodología e
BASE EPISTEMICA
                                              Investigación. México, Longham de México
                                              Editores (Alambra Mexicana), 1997,
                                              Rojas Soriano, Raúl. El proceso de la
                                              investigación Científica. México; Trillas,
                                              Capítulo 3.



 CC. Profras.
 Susana Lucio         Cetis 51
 Migdalia García      Cetis S I
 Guadalupe Jara       Cetis 55

 Academia de Historia Ciencia y Tecnología.
 8– 18 de Agosto de 2006. Cetis 76.
CIENCIA

Tan antigua como la propia existencia del ser humano es una inquietud ante la
percepción y la comprensión e los objetos y los fenómenos que se encuadran en
su medio. Así, los conocimientos sobre astronomía, geometría o física de las
antiguas civilizaciones sumeria, egipcia, Babilonia y griega constituyen la piedra
angular a partir de la cual surgió el pensamiento científico, que se ha ido
enriqueciendo hasta alcanzar cotas impensables en el pasado.

En sentido genérico, se puede denom inar ciencia a cualquier parcela del
conocimiento humano. Más estrictamente, las ciencias se definen como aquellas
ramas del saber que se centran en el estudio de cualquier tipo de fenómeno y en
la deducción de los principios que lo rigen, según una metod ología propia y
adaptada a sus necesidades.

                        ORIGEN DE LAS CIENCIAS

El verdadero origen de la ciencia estriba en la capacidad de razonamiento de la
especie humana y en su natural actitud observadora. Cabe imaginar a los
primeros seres humanos asombrados ante el espectáculo celeste hasta el punto
de que la observación continuada de los astros los llevó a establecer ciertas
regularidades en los ciclos solar y lunar, o en el paso periódico de los cornetas.
Así pues, puede considerarse que el primer gran logro científico consistió en la
constatación de los fenómenos regulares.

La imitación de la naturaleza y la necesidad de superarla y dominarla, los inventos
técnicos requeridos por cada sociedad histórica para satisfacer sus obligaciones
bélicas y comerciales, y el puro placer intelectual del conocimiento son sin duda
factores que contribuyeron deci sivamente en el incipiente desarrollo científico.
Por otra parte, cada época de la evolución científica ha estado claramente imbuida
de la filosofía de su tiempo y en ocasiones se ha aplicado con denuedo a
la justificación teórica de determinadas concepciones politices o teológicas.
El conflicto ideológico entre ciencia y religión ha sido un rasgo definitorio
de numerosas civilizaciones y se ha prolongado a lo largo de la historia,
registrándose diversas vicisitudes. Incluso modernamente persisten ciertas
cuestiones polémicas tales como la manipulación de las primeras f ases
de la vida humana, fundamentalmente a través de la congelación de
embriones, la inseminación artificial, la fecundación in Vitro y la ingeniería
genética. No obstante, en diversos principios fundamentales del conocimiento
científico, los modelos propuestos coinciden en su planteamiento. Isaac Newton,
Johannes Kepler, Charles Darwin o Albert Einstein so n ejemplos de hombres
profundamente religiosos que han llevado la ciencia a cotas de máxima lucidez.
Determinadas corrientes de pensamiento caracterizadas por su laicismo han
pretendido buscar en la ciencia un sustituto válido de actitudes morales, Sin
embargo, el propósito de los científicos se suele reducir a problemas materiales de
escasa significación metafísica, cuya resolución ha proporcionado la posibilidad de
desarrollar fundamentales avances tecnológicos destinados a conseguir mayor
nivel de comodidad y bienestar. Se ha demostrado también que la ciencia al
servicio de la guerra puede convertir se en un amenazador instrumento de
destrucción. El avance experimentado por las técnicas de aprovechamiento militar
de la energía nuclear ha ensombrecido en parte el ideal científico racionalista del
siglo XIX.

En cualquier caso, el conocimiento científico es intrínseco al ser humano y se ha
incrementado en tal medida a lo largo del tiempo que su conjunto supera
ampliamente el saber particular de cualquier individuo y ha de ser complementado
por una compleja infraestructura que permita acumular y regular el ingente
volumen de información disponible dentro de cada disciplina.

                     CLASIFICACIÓN DE LAS CIENCIAS

El propio concepto de ciencia y su evolución histórica con lleva implícita la
necesidad de establecer clasificaciones que distingan las áreas de conocimiento
que cubre cada una de las disciplinas científicas.

En consecuencia, la clasificación de las ciencias ha constituido una de las
permanentes inquietudes de los investigadores. Así, se han concretado múltiples
distribuciones cuyo estudio compete a diversos ámbitos, como la sistemática o la
taxonomía, que constituyen por sí mismas disciplinas científicas aisladas.

Ya Aristóteles compiló una primera clasificación que distinguía tres grupos: el
de las ciencias teóricas -física, matemáticas y metafísica-, el de las prácticas -lógica
y moral- y el de las productivas -arte y técnica-. A lo largo de la evolución
del conocimiento se han sucedido otras muchas ordenaciones. Cabe
mencionar a este respecto la realizada 'por el físico francés André-Marie Ampere
a principios del siglo XIX. Según esta clasificación, las ciencias
presentaban una neta distinción en dos áreas: las denominadas ciencias
cosmológicas, diferenciadas a su vez entre cosmológicas propiamente dichas y
fisiológicas, analizaban los fenómenos físicos y los que caracterizaban la
naturaleza, mientras que las ciencias noológicas, que también mantenían una
subdivisión entre propiamente noológicas y sociales, se referían a los
razonamientos abstractos y a las relaciones sociales del ser humano.
Aunque la pluralidad de criterios en cuanto se refiere a la ordenación científica se
ha m ant enido, m oder nam ente se t iende a dif er enciar var ias ár eas de
conocimiento, en cada una de las cuales se engloban múltiples disciplinas. Así, el
conjunto de las ciencias exactas agrupa a su vez los estudios matemáticos, físicos y
químicos.
Las biológicas se ocupan del conocimiento en distintos niveles (celular, de tejidos, de
órganos, etc.) de los seres vivos y comprenden numerosas disciplinas tales
como la botánica, la zoología, la genética, la ecología, etc. Una tercera área de
conocimiento agrupa las ciencias geológicas y geográficas destinadas a los estudios
de los fenómenos relacionados con el planeta Tierra, y las astronómicas,
relacionadas con el cosmos. En otro ámbito se sitúan las ciencias médicas,
también muy diferenciadas, y un quinto sector engloba las múltiples ciencias
sociales (economía, sociología, demografía, etc.). En esta subdivisión se reconoce
una distinción entre estudios puramente científicos y actividades tecnológicas que
constituyen un núcleo aislado y que, según algunas clasificaciones, conforman el
campo de las ciencias aplicadas, del que forman parte las distintas ingenierías, la
arquitectura, la metalurgia y muchas otras de índole afín.

                               PERFIL HISTÓRICO

La curiosidad y el ansia de conocer son cualidades innatas del Homo sapiens, por lo
que puede decirse que el nacimiento de la ciencia tuvo lugar con las primeras
observaciones realizadas por los hombres primitivos, aun antes de que se
inventara la escritura.

Primeras civilizaciones. Durante la edad de piedra, algunos monumentos
megalíticos como el cromlech de Stonehenge, en Inglaterra, testimonian que los
pobladores prehistóricos europeos poseían nociones de astronomía y geometría muy
superiores a las que se les supusieron durante siglos.

Los primeros focos científicos de importancia proceden de China, la India y el
cercano oriente. La sabiduría y la técnica chinas aventajaron a las occidentales
durante prácticamente toda la edad antigua. En su civilización disponían de
antiquísimas mediciones de acontecimientos celestes y alcanzaron un notable
desarrollo de la alquimia, la medicina y la geografía, impulsado desde los
estamentos de poder. Por su parte, los indios, cuya concepción vital se basaba en
la espiritualidad y, por consiguiente, los hacía en cierto modo despreocupados de
la utilidad de las ciencias, contaban, no obstante, con una matemática avanzada
que proporcionó al mundo el moderno sistema de numeración, transmitido y
perfeccionado por los árabes. En Egipto se prestaba más atención a resolver los
problemas técnicos que los propiament e cient íf icos, mientras que, en
Mesopotamia, los caldeos y babilonios se dedicaron con preferencia a la
astronomía y las matemáticas, así como a perfeccionar las técnicas hidráulicas de
riego y construcción de canales.
Cultura griega. La aparición de una cultura como la griega, que carecía de un
sentimiento místico exacerbado y donde los dioses eran más sobrehumanos que
divinos, dio lugar a los primeros modelos racionalistas.

La filosofía surgió con pujanza y, a remolque suyo, se creó un modelo de ciencia
teórica, basado en la deducción y no en la experimentación, conocida como
filosofía natural. La tradición helénica señala a Tales de Mileto, que habitó en
aquella ciudad de Asia menor en el siglo VI a.C., como el primer representante de
tal corriente de pensamiento. Tales buscó la ordenación del mundo (kosmos en
griego signif ica orden) a través de la determinación de los elementos
fundamentales que lo componen -que él halló en el agua- y consideró al hado o
destino como motor de los cuerpos, que se dirigen naturalmente hacia su propio
fin.

Aunque Tales no dejó textos escritos, sus enseñanzas fueron transmitidas por sus
numerosos discípulos, que a la vez se dedicaron a complementar sus teorías. Así,
se llegó a la clasificación de los cuatro elementos: tierra, fuego, agua y aire, cuyas
combinaciones se creía formaban todos los cuerpos conocidos.

Otro de los grandes soportes de la ciencia griega lo constituyó el pensamiento de
Pitágoras, quien realizó las primeras medidas cuantitativas de fenómenos físicos
de que se tiene noticia. Estableció las leyes acústicas que relacionan las distintas
notas musicales e intentó aplicar la misma teoría a la disposición de los planetas, el
Sol, la Luna y las estrellas en el cielo, según la cual girarían en siete esferas
concéntricas alrededor de la Tierra.

La síntesis del pensamiento griego tuvo lugar con Aristóteles, que intentó
mantener el espiritualismo de su maestro, Platón, pero integrarlo con una
explicación científica del mundo físico. Adoptó además el modelo de esferas
concéntricas de Pitágoras. Sus logros en clasificaciones biológicas resultaron
excepcionales, aunque, carente de un conocimiento matemático suficiente,
enunció teorías físicas que, dado su enorme prestigio durante la edad media,
resultaron ser más un lastre que un beneficio en la historia de la ciencia. Destaca
también la figura de Arquímedes, discípulo del gran matemático Euclides, que
vivió la expansión romana y descubrió importantes leyes de la hidrostática, las
poleas y la palanca.

Caracterizadas por la búsqueda en la naturaleza de los ideales de belleza y
perfección plasmados en sus esculturas, las teorías griegas sufrieron un
importante revés cuando, con la conquista de Mesopotamia por Alejandro Magno;
los griegos tuvieron acceso a los detallados cálculos y medidas astronómicas de
los caldeos. Estos datos ponían al descubierto fallos e inconsistencias en los
modelos cósmicos de Aristóteles, aunque más tarde Tolomeo logró reducir las
discrepancias y dotar al sistema geocéntrico, según el cual la Tierra se hallaba en
el centro del universo, dé Un prestigio y una aceptación ampliamente reconocidos.
La medicina griega se basó en la doctrina novedosa de atribuir causas naturales a
todas las enfermedades. Hipócrates, estudioso de la anatomía y el cuerpo
humano, es considerado padre de la medicina, aunque ésta alcanzó su máximo
apogeo durante la época helenística alejandrina. En este ámbito destaca la
personalidad de Galeno de Pérgarno, cuyos trabajos sobre fisiología lo condujeron
al descubrimiento de las venas, las arterias y los nervios, a los que identificó como
transmisores de la energía vital a lo largo del cuerpo.

Ro ma, el Isl am y el cristianismo medieval. El esplendor de la ciencia de
Arquímedes y Euclides coincidió con el nacimiento del poder de Roma en el
Mediterráneo. Tos romanos se limitaron a conservar y reproducir los estudios
griegos y se dedicaron con preferencia a resolver problemas de ingeniería y
arquitectura. La decadencia y caída de su imperio supuso la práctica desaparición
de la obra clásica en Europa. Por otra parte, la expansión del cristianismo,
producida ya en los últimos siglos de poder romano, hizo resurgir las
interpretaciones espirituales y teológicas del mundo. Tan solo los monasterios
sirvieron de refugie al saber antiguo, y en ellos se realizaron copies manuscritas y
comentarios de los libros salvaguardados de los saqueos de las tribus germánicas
que invadieron el continente. Fue la civilización árabe la que tornó las riendas
culturales de occidente, comunicada a los reinos cristianos a través de la
península ibérica. Loa árabes tradujeron la obra de Aristóteles y otros filósofos,
destacaron en medicina, astronomía y alquimia e inventaron el álgebra. En este
contexto sobresalen las figuras de Averroes, traductor y comentarista de la obra
aristotélica, y Avicena, cuyo Canon fue el texto medico básico durante toda la
edad media.

La cultura cristiana medieval analizó todo el conocimiento desde un punto de vista
teológico. No obstante, a pesar de la prevalencia de lo espiritual, se registraron,
algunos avances tecnológicos notables. Así, las investigaciones en ópties79
alcanzaron gran desarrollo y la utilización de nuevas máquinas -juegos de poleas,
carretillas- y herramientas -mazas, cinceles, rodillos- permitieron mejorar la
construcción y dar base técnica a los estilos arquitectónicos románico y gótico.

Revolución científica y revolución industrial. La progresiva estabilización del
estado como institución, el incremento de los intercambios comerciales y el
perfeccionamiento de la tecnología militar son algunos de los factores que,
aglutinaron el interés por las realizaciones técnicas. El movimiento renacentista,
primero italiano y después europeo, aportó una nueva y más completa visión de
los clásicos y dio paso al humanismo, que consideraba al hombre, como imagen
de Dios, capaz y digno de crean- El prototipo de hombre creador del Renacimiento
es Leonarcio da Vinci, genial artista, inventor, ingeniero y experto en anatomía
humana.
Las ciencias biológicas experimentaron un desarrollo más lento que las puramente
técnicas. No obstante, en el siglo XVIII apareció la primera clasificación rigurosa
que, desde Aristóteles, se establecía entre los animales y los vegetales. En ella, el
sueco Carl Von Linné, conocido como Linneo, sentó las bases de las modernas
taxonomía y sistemática de clasificación botánica y zoológica.

Atomismo, evolución y relatividad. Durante el siglo XIX se produjo un nuevo
enfoque de las ciencias, marcado en cierta forma por el descubrimiento del mundo-"
microscópico y la formulación de modelos atómicos. La conexión entre las fuerzas
eléctricas y mag néticas, corroborada por Hans Christian Oersted y Michael
Faraday, dio paso a una teoría de la unificación de todas las interacciones de tipo
físico, que se mantiene modernamente. Los procedimientos matemáticos se
perfeccionaron en gran medida y permitieron la postulación de modelos teóricos
complicados. James Prescott Joule y Hermann Helmholtz, entre otros,
establecieron el principio de la conservación de la energía, y el mismo Helmholtz
determinó la naturaleza electromagnética de la luz.

La química encontró en la teoría atómica de John Dalton y en el sistema periódico
de Dimitri I. Mendeléiev un principio y un método de desarrollo sólidos, y la biología
se vio impulsada por los estudios de clasificación llevados a cabo por Georges
Cuvier. En la misma centuria, el naturalista inglés Charles Darwin provocó una
auténtica revolución, muy debatida a lo largo de los años y plenamente admitida
posteriormente, con la publicación de su libro On the Origin of Species by Means
of Natural Selection (1859; El origen de las especies), donde preconizó la que
sería célebre teoría de la evolución. En 1838, Theodor Schwann y Matthias Jakob
Schleiden sentaron las bases de la teoría celular. Poco después, Louis Pasteur y
Robert Koch prepararon las primeras vacunas e iniciaron los estudios sobre la
naturaleza de los gérmenes microscópicos causantes de las enfermedades.

Asimismo, el siglo XIX asistió a un nuevo auge de las ciencias sociales y al
nacimiento propiamente dicho de la sociología y la economía como disciplinas
científicas.

El siglo XX vio la luz con el descubrimiento de la radiactividad natural por los
esposos Pierr e y Mar ie Cur ie y la pr omulgación de nuevas doct r inas
revolucionarias. El afianzamiento de la concepción evolucionista de las especies y. la
extensión de esta idea al conjunto del universo, junto con la teoría cuántica de Max
Planck y la relatividad de Albert Einstein, han llevado a una noción no causal del
cosmos, en la que el conocimiento puede adquirirse únicamente a partir de datos
estadísticos, cálculos de probabilidad y conclusiones parciales.
El volumen de los nuevos conocimientos no cabía en las concepciones de los
viejos esquemas, que dejaban cada vez más preguntas sin respuesta. Era preciso
establecer un nuevo modelo básico y, al mismo tiempo, una metodología que
encauzara de alguna manera los estudios en la dirección adecuada. Tales medios
fueron suministrados, entre otros, por Nicolás Copérnico, Galileo Galilei e Isaac
Newton. Los científicos innovadores hubieron de vencer dos obstáculos
principales: las ideas y el prestigio de Aristóteles, muy arraigados en el espíritu
medieval, y el predominio de los principios sostenidos por el poder eclesiástico.
El heliocentrismo, modelo que coloca al Sol en el centro del universo, ya había
sido preconizado por aristarco de Sarros en la antigua Grecia, pero no obtuvo
grandes éxitos experimentales y fue superado por el geocentrismo de Tolomeo.
Copérnico se enfrentó al mismo problema al postular su teoría heliocéntrica,
aunque en esta ocasión fue secundado por los estudios y observaciones de otros
astrónomos como Tycho Brahe, Johannes Kepler y Galileo, quien utilizó por
primera vez el telescopio.
La obra De humani corporis fabrica libri septem (1543; Siete libros sobre las
estructuras del cuerpo humano), de Andreas Vesalius, aplicó un nuevo método al
estudio del cuerpo humano, cuestionando algunas opiniones, hasta entonces
incontrovertibles, de Galeno. La química, que subsistía hasta entonces de la
ingente cantidad de sustancias descubiertas y manejadas por los alquimistas,
hubo de esperar al siglo XVIII, en el que Antoine-Laurent Lavoisier adoptó una
pauta de investigación similar.
En el siglo XVII, Isaac Newton publicó su magna obra: Philosophiae naturalis
principia mathematica (1687; Principios matemáticos de la filosofía natural), en la
que no sólo anunciaba las leyes fundamentales del movimiento de los cuerpos y la
gravitación universal, sino que suministraba además un método de trabajo que
habría de aplicarse en otros muchos campos científicos. Al mismo tiempo que
Gottfried Leibniz, Newton inventó el cálculo infinitesimal, que iba a permitir a sus
sucesores disponer de un valioso instrumento matemático.

 El éxito de las ideas y el método newtonianos alcanzó su cenit durante el siglo
XVIII cuando Charles-Augustin de Coulomb determinó para el comportamiento
eléctrico de las sustancias una ley completamente análoga a la enunciada por
Newton para la mecánica. Aunque tradicionalmente se ha considerado que la
revolución científica y la industrial son fenómenos afines aunque diferenciados,
resulta patente el estrecho vínculo que existe entre ambos hitos, Los nuevos,
,conocimientos se utilizaron en la fabricación de máquinas que modificaron el
proceso y el funcionamiento económicos coincidiendo con un periodo de
importantes cambios políticos.
Todo ello no implica un paso atrás en la validez del método científico, ya que son
evidentes los extraordinarios avances tecnológicos a que ha conducido, sino más
bien un reconocimiento por parte de la ciencia de su incapacidad de dar una,
explicación completa y exenta de contradicciones-sobre la naturaleza y origen del
universo.


En tal contexto, se han registrado sustanciales avances en diversas áreas del
conocimiento científico. Así, por ejemplo, en la segunda mitad del siglo XX se
progresó notablemente en la experimentación de sistemas de observación de la
máxima sensibilidad, como el microscopio electrónico, en el que se sustituyen las
lentes de los sistemas ópticos por campos electromagnéticos y la luz por un haz
de protones; o los microscopios de rayos x y de ultrasonidos, de gran poder
resolutivo.


Los avances del pensamiento y de la experimentación científicos han revertido en
el ámbito de la tecnología y así, se ha logrado aunar disciplinas como la
automática o automatización, destinada al estudio y control de los procesos en los
que no interviene el hombre de modo directo, y la informática, o conjunto de
técnicas dedicadas a la sistematización automática de la información. De esta
unión nacieron otras disciplinas como la robótica, que se ocupa del diseño y
planificación de sistemas de manipulación teledirigida. Esta área de conocimiento
halló singular aplicación, por ejemplo, en el campo de la-astronáutica, y favoreció
!a consecución de hazañas largamente soñadas por el ser humano, como
alcanzar la superficie de la Luna o realizar viajes por el espacio exterior.


En el ámbito de la astronomía, significativo ejemplo del replanteamiento de las
premisas en las modernas disciplinas 'científicas, se han ido introduciendo
progresivamente conceptos de creciente complejidad, hasta crearse áreas como la
astronomía de las radiaciones ultravioleta e infrarroja, las de las radiaciones x y
gamma, y otras. Tales ramas se fundamentan en la profundización de los
conocimientos sobre las partículas en el campo de la física nuclear y han
favorecido el descubrimiento de gran profusión de fenómenos y de cuerpos
celestes como los agujeros negros, objetos astrales de elevada densidad y que no
emiten radiación, o los cuásares, afines a las estrellas, de tamaño
proporcionalmente reducido y que emiten radiaciones de gran intensidad.
La ciencia moderna ha dedicado sus esfuerzos a la consecución de nuevos
materiales y fuentes de energía alternativas al carbón y al petróleo. El
perfeccionamiento de la técnica ha permitido la fabricación de semiconductores y
dispositivos electrónicos que han dado lugar a las modernas computadoras. El
dominio de los procesos atómicos y nucleares ha desembocado en la construcción de
centrales eléctricas y diversos instrumentos de delicado manejo. Por otro lado, la
aplicación de nuevas tecnologías en medicina y el mayor conocimiento del cuerpo
humano y sus mecanismos han provocado una mejora importante en las
                                    -




condiciones de vida de los habitantes del planeta y, además, han planteado
desafíos de insospechable magnitud para los racionalistas fundadores del
moderno método científico. Tal es el caso, por ejemplo, de las técnicas de
manipulación o ingeniería genética o de las de diagnósticos clínicos a través de
imágenes tridimensionales directas del interior del organismo de los enfermos.




Clasificación de las ciencias incluida en el tratado De divina proportione, del
matemático italiano Luca Pacioli (siglo XV). En el Renacimiento creció el interés
por la clasificación de las ciencias y por la metodología científica.
6 LA CÉLULA


   CUADRO 18 Método científico                                      Quizá ningún científico haya recorrido todos los pasos
                                                                 citados, y obviamente un discurso tan breve no toma en
   La ciencia es el resultado de: los intentos de los seres      cuenta los intentos, errores, intuiciones y saltos de
   humanos por comprenderse a si mismos y al mundo en el
   que viven; abarca los conocimientos acerca del mundo          imaginación que forman parte de la investigación
   natural y de nosotros mismos, y está organizada en            científica. Sin embargo, el método científico representa
   forma sistemática derivada de la experimentación y la         un instrumento poderoso debido a su rigor. Muchos de
   observación. El conocimiento científico; permite con          los procedimientos científicos son iguales a los de
   frecuencia predecir fenómenos específicos y, a veces,         nuestros razonamientos diarios, pero la mayoría de
   aun permite controlarlos: los hechos determinados             nosotros fallamos en aplicar estrictamente el método, al
   científicamente son repetibles y comprobables. La             formular y comprobar la hipótesis, y cuando las
   ciencia admite que "no conocemos la respuesta", y trata       observaciones no nos satisfacen, fallamos en comenzar
   de descubrirla mediante diversos métodos repetibles y         de nuevo y reformular la hipótesis.
   comprobables, más que mediante la fabricación de
   mitos que no pueden probarse.                                    El método científico es un poderoso instrumento para la
      No hay un método científico único. Los descubrimientos     investigación, pero tiene sus limitaciones. No debemos
   de una naturaleza científica ocurren en diferentes            sorprendemos de que a veces los "hechos" científicos
   formas, y los métodos empleados son también diversos.         cambien o los profesionales de la ciencia sostengan
   El método científico no es mágico ni se practica sólo por     nociones decididamente no científicas. Como la ciencia
   científicos de bata blanca y rodeados de aparatos y           trata con fenómenos observables, su campo de acción
   sustancias químicas exóticas, sino que representan un         está /imitado por nuestros sentidos o por las máquinas
   enfoque racional para comprender el universo. La ciencia      que razonan por nosotros. El perfeccionamiento en
   supone que el mundo que nos rodea es conocible.               técnicas y métodos de observación, altera con frecuencia
                                                                 nuestra visión de la naturaleza y necesita
      Con frecuencia, se describe al método científico en
   forma idealizada; tal descripción formal, sólo tiene un       modificaciones adecuadas de las hipótesis y conclu-
                                                                 siones. Por ende, algunos han definido a la ciencia como
   cierto parecido con la realidad, pero sirve para recalcar     "el estudio de los errores corregidos lentamente". La
   algunos de tos aspectos importantes de la investigación       fuerza de la investigación científica está en que se corrige
   científica. En primer lugar, es importante reconocer la       a sí misma. Aun cuando el método científico intenta dar
   existencia de un fenómeno que demanda investigación.
   En segundo, se intenta plantear el problema en términos       una descripción exacta de los ferré, menos naturales, hay
                                                                 una cantidad considerable de pruebas de sus errores. Los
   muy específicos. El tercero, se formula una hipótesis de      científicos son seres humanos, con sentimientos, fallas y
   trabajo que trata de explicar el fenómeno. En cuarto lugar,   prejuicios y en ocasiones éstos interfieren con sus
   se investiga el fenómeno mediante observación,                razonamientos. Esto puede ser particularmente cierto
   experimentación o ambas, y se reúnen y registran
   pruebas: el testimonio de los datos sin elaborar. En quinto   cuando los científicos entablan debates fuera de su
                                                                 especialidad y descuidan las pruebas rigurosas que
   lugar, se analizan los datos y se vuelve a examinar la        utilizan en su propio campo de especialidad. la ciencia
   hipótesis de trabajo a la luz de las pruebas                  puede y debe juzgarse independientemente de las
   proporcionadas por los datos. Por último, se elabora          personas que la practican; por su propia naturaleza, la
   una conclusión con base en las observaciones
   experimentales acerca de si es correcta la hipótesis de       ciencia es un contribuyente productivo e importante de
                                                                 nuestro ,conocimiento y bienestar.
   trabajo o debe reformularse o reexaminarse. Si se
   concluye que la hipótesis es correcta, pueden hacerse
   predicciones a partir de ella. Si la hi pótesis resiste la
   prueba de verificación y predictibilidad, se convierte en
   una parte del cuerpo de conocimientos establecidos:
   teoría.
Reza Becerril, Fernando. Ciencia, Metodología e
Investigación.


                                         PARTE UNO




               Base epistémica
Capítulo 1


                                               La ciencia

MUCHO Y MUCHOS HAN ESCRITO SOBRE la ciencia desde un sinfín
de enfoques y perspectivas, se ha dicho qué es y qué partes la
conforman, también se ha mencionado cuál o cuáles serían las
utilidades de aplicarla, y cuáles sus beneficios (individuales o sociales),
etcétera..
    La existencia de tanta información respecto de la ciencia es,
precisamente, lo que hace necesario esclarecer qué debe hacerse ante
tanta y tan variada información, es decir, cómo se puede facilitar,
actualmente, su contenido y procesos de conformación.
    Ante todo, es importante reconocer como punto de partida que la
ciencia es una forma de explicar todo lo que existe, ya sea desde el
origen, o bien, desde el proceso evolutivo. Todo lo que existe es
susceptible de ser explicado, descrito o dimensionado desde una
perspectiva científica. Por ello, es importante señalar algunas
características con stitutivas de lo que hace ser a la ciencia. Algunas de
estas características pueden ser más importantes que otras, o bien, si
se prefiere, pueden considerarse al mismo nivel, lo que en realidad
quiere destacarse es que la ciencia tiene una forma de ser que la
distingue de cualquier otra explicación del todo.
    La ciencia es un conjunto o cúmulo de conocimientos sistematiza-
dos, ordenados y jerarquizados del quehacer humano. Es un modo de
conocer lo que existe. La ciencia es una forma de trabajo.
    La ciencia no consiste en una serie de pasos rígidos que deben
seguirse al pie de la letra, no es una receta de cocina, sino un cúmulo de
conocimientos susceptibles de ser perfeccionados.
20    Ciencia, metodología e investigación


                                      RECAPITULE

 ¿Por qué no es conveniente considerar a la ciencia como una simple
  serie de pasos o "receta de cocina" que debe seguirse al pie de la letra?




                                       EJERCÍTESE

Identifique en diccionarios o libros diversos, algunas definiciones de la
  palabra ciencia; analícelas y, posteriormente, elabore su propia
  definición.




Diversos modos de explicación
Se ha señalado que la ciencia es una forma de explicar lo que existe y,
precisamente se especifica esto, porque la explicación científica no es
la única manera empleada por el ser humano para aclarar la existencia,
origen y evolución de las cosas.
    En el origen de la humanidad, el hombre no se explicaba lo que veía o
sentía, sólo lo experimentaba, sin intenciones de querer explicar nada.
Así, veía caer la lluvia, el oleaje del mar, el correr de los ríos sin procu-
rar o preocuparse por dar explicaciones a estos fenómenos, no era capaz
de reconocer semejanzas o diferencias entre ellos; sólo existían, ahí
estaban, frente a él, dispuestos a ser usados por el hombre. Es como si
se tratara de un bebé, donde él sólo observa lo que está a su alrededor,
no intenta, de golpe o en primera instancia, explicarlo que observa, sólo
presencia lo que está ahí.
La ciencia   21


     Los objetos y fenómenos se suceden como presencias frente al hom-
bre, sin pretensión alguna, mas poco a poco el hombre va asociando
ideas, características que van dotando de cierta explicación a lo que
sucede-a su alrededor. La explicación puede que sea mágica o mitológica,
pero no científica, porque la explicación científica no fue, ni ha sido, la
primera forma que ha empleado el hombre (tanto en lo individual corno
en su conjunto) para explicarse lo que existe. Por ello es que la ciencia
no es ni la primera ni la única explicación que ha dado el hombre para
comprender lo que está a su-alrededor.
     Por eso es importante reconocer que la ciencia es un conjunto o
cúmulo de conocimientos. La única manera que se conoce para que el
hombre posea conocimientos es a través de la experiencia. La ciencia,
como explicación, es el conjunto de la experiencia humana a lo largo de
la historia. Piénsese, por ejemplo, en un niño que no sabe que si mete los
dedos, la mano, en un recipiente con agua caliente se quemará. El niño
ni sabe lo que es agua caliente ni lo que es quemarse, pero cuando mete
los dedos en el recipiente con el agua caliente experimentará un hecho que
le provocará una sensación de dolor, diferente de aquellas otras sensaciones
que le son placenteras.
     El hombre cuando aparece en la faz de la tierra, en la Era Cuaterna-
ria, llega a este mundo desprovisto de experiencias, así como un recién
nacido viene sin experiencia. En aquellas lejanas épocas el hombre se
alimentaba de lo que encontraba: raíces, hojas, frutos, etcétera, su ca-
rácter de recolectar le hacía buscar el alimento donde lo hubiera; así, si
se terminaba en un determinado terreno o zona, el hombre emprendía el
camino hacia otros lugares, hasta encontrar, otra vez, algo con qué
alimentarse. Esta característica del hombre nómada de ir de aquí para
allá era porque desconocía totalmente cómo la naturaleza se reproduce
a sí misma, le era desconocido el hecho de que la naturaleza presenta
una serie de ciclos (dígase, de momento, alimenticios), no comprendía
por qué en un lugar había alimento y en otro no, por qué en algunos
lugares había un tipo de alimento y en otros, de otras características.
Cuando el hombre observa que al caer un fruto en la tierra, éste se
descompone, se pudre y, días más tarde, en ese lugar dónde cayó el fruto
comienza a brotar una hierba pequeña, que va creciendo hasta llegar a
ser un árbol, igual al árbol de donde un día cayó el fruto aquel. Entonces
el hombre se está acercando al gran descubrimiento de la agricultura.
Más tarde, descubrirá el hecho de que la naturaleza es cíclica,
22 Ciencia, metodología e investigación


es decir, que la naturaleza provee de alimentos al hombre y se da cuenta
que no siempre o diario habrá el mismo tipo de frutos, sino que un
determinado tiempo es propicio para que haya manzanas, otro, naranjas,
etcétera. El hombre advertirá que es posible contar con alimento siempre,
además se da cuenta de que es posible almacenar los frutos, que no se
trata sólo de tomar y consumir el alimento, sino que es posible
administrarlo. Al descubrir la agricultura, descubre el sentido de
cultivar la tierra, es decir, que es posible que el hombre siembre (así
corno cuando presenció el hecho de que la fruta caía) lo cual le permitió
contar con más probabilidades de obtener alimentos.
    Este hombre que acababa de descubrir la agricultura no se explicaba
esta serie de sucesos desde una perspectiva científica. Es muy probable
que estos fenómenos, por él observados, los haya atribuido a una serie de
fuerzas sobrenaturales. Así, pensaría que era la tierra quien le proveía de
alimento. Si por ciertas circunstancias desconocidas por él, no hubiese
lluvias adecuadas durante un tiempo, el hombre podría asociar el hecho
de que si bien es cierto que la tierra es quien le proveía de alimentos,
también observaba que esto era posible siempre y cuando hubiera lluvia.
El hombre, entonces, ya no estaba solo frente al descubrimiento de la
tierra (como proveedora de alimentos), sino que ahora había
descubierto a la lluvia. La tierra y la lluvia serían consideradas, ahora,
como dos factores indispensables para que el alimento fuera posible.
    Así como alguna vez el hombre descubrió azarosamente la agricul-
tura; tal vez, un buen día, se dio cuenta que comer carne le resultaba
placentero, por ejemplo, la carne de conejo. Este descubrimiento fue
positivo o por lo menos provechoso para su alimentación. Porque esta
ya no se basaría únicamente en frutos o raíces, sino que también incluiría
carne. El conejo, que antes compartía con el hombre los alimentos que
la naturaleza les proporcionaba, ahora formaba parte de la alimentación
de aquél.
    El hombre podía advertir que el conejo no provenía de la tierra y, de
igual modo, reparaba en el hecho de que el conejo tampoco provenía de
la lluvia; desconocía el origen de este animal, pero tampoco le
preocupaba conocerlo, porque desconocía el sentido del origen. En-
tonces, sin preocupación alguna, continúa sembrando, mas ahora inten-
tará cazar conejos y otros animales. Para ello fabricará armas que le
permitan conseguir su propósito: perseguirlos, matarlos y comerlos. Un
La ciencia   23
día, accidentalmente, un conejo cae en un hoyo que le impide escapar y
el hombre se da cuenta que si pone una serie de hoyos, corno aquél donde
cayó el conejo, obtendrá más conejos de los que puede cazar per-
siguiéndolos, de esta forma se juntan varios conejos y como están jun-
tos hembras y machos se reproducen y entonces el hombre descubre la
domesticación y 15 ganadería, ahora se dedicará también a la crianza y
domesticación de animales. El-hombre es agricultor y ganadero, ya no
tiene necesidad de ir de un lugar a otro en busca de alimento porque
ha aprendido a producirlos, ha dejado de ser nómada, para ser seden-
tario.
    El hombre se percata de que la naturaleza le sigue proporcionando
todo lo que necesita para su alimentación y con ello su sobrevivencia.
Advierte que esto es posible pero desconoce la razón. Los árboles y los
animales existen independientemente de la voluntad del hombre. ¿Cómo se
explicaba el hombre primitivo estos fenómenos o hechos?, ¿podía
explicarlos de una manera científica? es muy probable que no haya sido
así; tal vez creía entonces que todo lo que le rodeaba era obra de una
fuerza superior, sobrenatural, es decir, una obra de los dioses. Cada
fenómeno observado por el hombre estaba regido por un dios en es-
pecial. Así, la tierra, la lluvia, los animales, eran creaciones de dioses.
Estos dioses aparecerán ante el hombre corno dioses buenos, porque le
proveen de todo lo que necesita para sobrevivir.
    Entonces, el hombre, a lo largo de su historia, ha venido acumu-
lando experiencias. Éstas no se dan de un día para otro, sino que re-
quieren de periodos de tiempo, a veces, sumamente prolongados.
Mientras las cosas se explicaron por fuerzas sobrenaturales, no había
mayor problema, la explicación estaba dada: dios o dioses. Esta ex-
plicación era determinante y tajante. Pero, ¿qué pasó cuando el hombre
observó que las cosas o fenómenos se comportaban de manera diferente,
que parece ser que la existencia de lo que le rodeara no era
obra,.precisamente, de dios o dioses? Piénsese, por ejemplo, en el
hecho de que el hombre se percataba de que en algunas regiones existía
un 'tipo de flora y fauna muy diferente a la que él acostumbraba observar.
¿Acaso los dioses hacen diferentes criaturas o hay varios dioses para
varias especies de criaturas? O bien, si la lluvia es una obra positiva de
los dioses, ¿por qué no siempre llueve o, por qué en algunos lugares la
lluvia es abundante y en otros ni siquiera llueve?, ¿todo esto es una
disposición de los dioses o de un solo dios?
24     Ciencia, metodología e investigación


      La ciencia tiene sentido, una fuerza la hace avanzar, la hizo nacer: el
  porqué. Por qué existe la vida, el aire, el agua, el fuego, etcétera..
  Junto con la religión, la magia y el mito, la ciencia es una forma de
  explicar el porqué de las cosas. La ventaja que tiene la ciencia sobre la
  religión, la magia y el mito es que mientras éstos explican las cosas de una
  manera determinante y tajante, la ciencia no. Piénsese en el origen del
  hombre; la religión católica, por ejemplo, tiene resuelta esta pregunta
  desde hace dos mil años y de la misma manera: obra y gracia de Dios.
  Mientras los antiguos mexicanos atribulan el origen del hombre al
  sacrificio de los dioses, la ciencia tiene otro tipo de explicación, no
  definitiva, ni tajante. El origen del hombre explicado por la ciencia es
  relativamente reciente (siglo XIX), si se acepta la teoría de Darwin: la
  evolución de las especies.
      Es importante reconocer que coexisten todas estas explicaciones,
es decir, actualmente se puede observar que los fenómenos naturales
y sociales son explicados desde la religión, la magia, el mito y la ciencia.
Por ello, no hay que olvidar que la ciencia es una posibilidad de expli-
cación de lo que existe, es una forma de responder a las interrogantes
que el hombre se ha planteado a lo largo de su historia. Y habrá que
reconocer, de igual manera, que desde la lógica de la ciencia a una
pregunta le suceden no una, sino varias respuestas. De una pregunta
devienen otras preguntas, de una respuesta devienen otras tantas res-
puestas posibles. Y puede observarse que para la lógica de la ciencia
es, en suma, difícil responder a una pregunta de manera determinante y
tajante, y menos aún esperar de la lógica de la ciencia una respuesta
definitiva e inmutable. Por ejemplo, es sabido que si se deja caer un
objeto —un lápiz—, éste caerá de arriba hacia abajo, caer significará: ir
al suelo, todo mundo sabe que el lápiz cae hacia abajo y no hacia arri-
ba, o al lado derecho, o al lado izquierdo; y se sabe que esto es así porque
se reconoce la existencia de la atracción de los cuerpos, todo mundo
está satisfecho con la respuesta a la pregunta: ¿por qué cae el lápiz?, por
l 'a atracción mutua de los cuerpos y entonces, ¿por qué vuelan los
pájaros? ¿por qué los aviones o las naves espaciales se elevan? A una pregunta
devienen otras, a una respuesta le siguen otras. La religión, si es el caso,
tiene todo esto cómodamente resuelto: Dios todo losabe, todo
lo puede, o bien, todo es voluntad de Dios.
        En la actualidad, nadie aceptaría como válido el hecho de que para
que llueva es necesario sacrificar hombres y con ello honrar a los
dioses .
La ciencia   25


¿Cuál es la diferencia entre aceptar y rechazar un supuesto o hecho?,
por ejemplo, se acepta la existencia de un terrible mal corno el SIDA, se
acepta el hecho de que la Tierra no es el centro del universo. ¿Por qué
unas cosas se aceptan y otras no?, ¿cómo puede, cada uno de nosotros,
convencerse de que efectivamente la Tierra no es el centro del universo?,
¿sólo porque lo decían nuestros abnegados profesores de primaria o
porque así lo dicen los libros?, ¿cómo podemos, cada uno de nosotros,
saber que lo que se dice en los libros es cierto?, ¿cómo es posible
demostrarnos que la-Tierra no es plana? La respuesta no puede ser los
maestros o los libros. ¿Cuáles son nuestras pruebas de que este tipo de
hechos o sucesos son en realidad como parecen ser o por lo menos,
corno se dice que son? La ciencia es un constante preguntarse y
responderse.
    La religión, la magia y el mito también formulan preguntas y tam-
bién tienen respuestas. La diferencia está en la lógica que se emplea tanto
para preguntar como para responder a las preguntas.
    Y en esa lógica está la diferencia entre aceptar o rechazar un suceso o
hecho. Por ejemplo, si leyéramos en un libro que se ha descubierto que
las mesas de madera hablan. ¡Sí!, una mesa de madera que es capaz
de formular palabras, capaz de hablar. Muchos rechazarán este
supuesto desde diversos puntos de vista: no puede ser porque las
mesas no tienen boca, porque se trata de materia inanimada, porque
las mesas no cuentan con un aparato fonético, etcétera. El rechazo sería
inmediato y evidente. En cambio, sí se aceptaría la posibilidad de que
en el planeta Marte hubiese existido alguna vez agua. También desde
diversos puntos de vista se empezarían a esgrimir los argumentos de
aceptación ante tal planteamiento: sí, porque se han descubierto
pequeños pedazos de hielo, porque hay evidencia de que alguna vez
hubo un paso de ríos por la conformación de hendiduras en la tierra,
etcétera. Precisamente es la lógica la que permite aceptar o rechazar una
serie de hechos o sucesos.
    Entiéndase, de momento, que la lógica tiene como objeto de estu-
dio la formulación de leyes y formas del pensamiento, en otras palabras, la
lógica sería la ordenación secuenciada de elementos en relación con un
todo. Imagínese que se está observando cómo juega un Hiñó, habrá que
poner atención entonces a lo que hace, cómo lo hace; a lo que dice, cómo
lo dice; a cómo crea determinadas situaciones y cómo las resuelve:
automóviles que vuelan, hombres (muñecos) inmortales que resisten
26     Ciencia, Tecnología   e investigación

el embate de los contrarios, saltos descomunales, etcétera. Es obvio que
para el niño todas las situaciones creadas por él en el juego son
lógicas, estas situaciones tal vez no sean lógicas para quien lo observa
jugar, pero piénsese que si se estuviera jugando con el niño, se enten-
derla la lógica que él emplea. Al niño no se le puede arruinar su juego
con la lógica del adulto, ya que la lógica empleada por el niño es la que
corresponde a su proceso de crecimiento y de evolución. No se le podría
decir fácilmente, por ejemplo, que la tecnología existente aún no alcanza
para crear automóviles voladores:
    El hombre ha venido desarrollando a lo largo de su historia una lógica
que le permite diferenciar lo posible de aquello que no lo es. Cuando
las cosas se explicaban desde la magia, la lógica empleada era la que
requería la magia para poderse explicar. Si las cosas se explican desde la
mitología, habrá que emplear una lógica mítica para poder satisfacer la
curiosidad. Pero si 'se trata de la ciencia, la lógica que debe emplearse
es una lógica científica, sólo así podrán comprenderse los hallazgos o
avances de la ciencia.
    No es posible que todos los habitantes de este país posean una ló-
gica científica, por el simple hecho de que la ciencia ha avanzado mucho
en el presente siglo. Actualmente existe gente con una lógica científica,
pero a la vez hay gente también con una lógica religiosa, mágica c mítica,
sin importar que esté por arribar otro milenio. Por ejemplo, en el caso
de la medicina es relativamente fácil observar que, para quien posee una
lógica científica, la medicina es la ciencia y la explicación más viable para
tratar las enfermedades, pero otro tipo de lógica entenderá otra cosa,
no será la ciencia, sino Dios, la explicación y la cura de los males.
    La lógica que emplea la ciencia para explicar el todo es aprendida;
es un proceso que no se tiene de un día para otro, sino con el transcu-
rrir de la experiencia de la humanidad y de cada uno de los individuos.
Muchas veces, si se observa a un niño cuando se golpea accidentalmente
con alga, por ejemplo una mesa, el niño cree que ha sido la mesa la
cual le ha golpeado, esto es así porque el niño no ha desarrollado, to-
davía, una lógica que le permita tener la noción del espacio, de la dis-
tancia, de la causa y el efecto, etcétera. Esta lógica tan elemental es la
que permite al ser humano aceptar o rechazar un conjunto de sucesos
hechos corno cienos o falsos.
    A lo largo de la historia de la humanidad y de la historia de la ciencia
se ha podido demostrar que esta última es un proceso explicativo no
La ciencia   27


exhaustivo. Como ya se ha señalado, la religión explica de manera deter-
minante y tajante; la ciencia no puede hacerlo o, mejor dicho, no debe
hacerlo, porque lo que en algún momento es considerado como una
verdad científica a medida que pasa el tiempo no es así, debido a que el
mismo avance científico va proponiendo explicaciones que después habrá
de refutar y negar. Claro está que para negar lo antes dicho, fue necesa-
rio hacer uso de lo que parecía cierto o científico, sólo así puede negarse lo
dicho y seguir avanzando. Por ejemplo, la ciencia demostró que la Tierra no
es plana y se dijo que era redonda, después fue necesario precisar que si
bien es cierto que la Tierra es curva, no se trataba de una redondez, sino
de un cuerpo ovoide. Lo que se afirmaba como verdadero hubo que
modificarlo, la única manera posible de modificar lo que existe es, pre-
cisamente, tornando lo que hasta ese momento se presenta como cierto.
Se trata de hacer uso de lo que existe y no desecharlo, sólo así es posible
que la ciencia progrese, porque toma sus propios adelantos para preci-
sarlos y con ello avanzar cada vez más.


                                 RECAPITULE

   ¿Qué ventajas tiene la explicación científica en relación con cualquier
   otro tipo de explicación?




                                 EJERCÍTESE

   Busque una explicación, que no sea científica, de algún suceso o
   fenómeno, y haga una comparación con la explicación que ofrece la
   ciencia al mismo suceso o fenómeno.
28     Ciencia, metodología e investigación


El sentido de la ciencia

La ciencia corno intento de explicación de que todo lo que existe tiene
una historia, ésta no es tan larga o vieja corno pudiera pensarse, sobre
todo si se toma en cuenta que el universo tiene una vida —desde sus
inicios hasta la actualidad— de aproximadamente 15 mil millones de
años, que nuestro sistema solar nace hace unos 4 mil millones de años,
que las plantas (primeros seres vivos) tienen unos 500 millones de años,
que los primeros dinosaurios datan de apenas hace unos 150 millones
de años y que, finalmente, el primer horno sapiens hizo su aparición hará
unos 2 millones de años y que sólo hace 50 mil años que apareció el
primer horno sapiens fossilis, el hombre propiamente dicho. La ciencia
moderna apenas nace en el siglo XV, o bien, si se prefiere, con la Grecia
Clásica (unos cinco siglos a. C.). Con todo ello habrá que reconocer que
ha sido más el tiempo en el cual el hombre ha vivido sin la ciencia que
el tiempo que lleva viviendo con ella.
     La ciencia nace con una intención, válida en la actualidad, el poder
dar respuesta a lo que el hombre mira, oye, siente, etcétera. Desde su
origen, la misión de la ciencia ha consistido en proporcionar satisfacto-
res al hombre. Los inventos y los descubrimientos han ido encamina-
dos a proporcionar mejoras o bienestar a la vida del ser humano. La
ciencia nace como resultado, como parte de un proceso no acabado y
perfeccionado a cada momento.
     Ya se ha señalado el hecho de que la ciencia no es la única forma de
explicación. Se ha reconocido en este texto que la ciencia es una forma
de explicación que coexiste con otras explicaciones míticas y religiosas.
La humanidad no comenzó explicándose las cosas dé una manera
científica, distaba mucho de hacerlo, sin embargo tenía o pretendía
tener explicación de lo que le rodeaba. En un principio el hombre, la
humanidad misma, no intentaba explicar lo que veía o sentía, sólo se
percataba de la presencia de las cosas. Así, veía la lluvia, el mar, el río,
pero no se interesaba por señalar o encontrar sus semejanzas o di-
ferencias entre uno y otro fenómeno; las cosas sólo existían, estaban ahí, si
acaso para ser usadas por el hombre, pero nada más. Es como el bebé, del
que ya se ha hablado, que sólo ve lo que está frente a él, sin intentar de
golpe o de primera instancia, explicar lo que observa; sólo presencia lo
que está ahí, frente a él.
La ciencia   29


    La ciencia no ha existido siempre, pasó a través de un largo proceso
de experiencia. El conocimiento de las cosas se va formando con el tiempo, el
conocimiento no está dado, no existe en ningún lugar, al conocimiento
se le debe crear. No siempre se ha sabido lo que hoy se sabe, hoy es
posible saberlo, porque hubo un momento en el que se le propuso lle-
gar a conocerle.               -
    La experiencia del ser humano se ha dado en varios campos. Así
como ya se señaló que el hombre descubre la agricultura y la ganade-
ría, también es posible reconocer que estos dos hechos no significa-
ran descubrimientos científicos, ya que esto sólo da cuenta del hecho
manifiesto, mas no da cuenta de la razón que lo hace ser (de origen y
de evolución), el hecho manifiesto de ver una manzana no significa
conocer la manzana. Si bien el hombre podía percatarse de que exis-
tía el agua, no comprendía la diferencia entre un arroyo, un río o el
mar. Las diferencias o semejanzas no le interesaban al hombre en su
vivir cotidiano.
    Cuando el hombre trata de observar, no todo lo que todos ven dia-
riamente sino aquello que no se da a la mirada de golpe, es entonces
cuando el hombre empieza a encontrar, o por lo menos intenta dar un
sentido a las cosas. Cualquiera puede estar observando en este momento
un objeto e intentar dar alguna explicación de lo que observa: ¿qué es?,
¿cómo es?, ¿por qué es?, etcétera. La observación ha sido una aliada in-
dispensable de la ciencia a lo largo de su historia y, probablemente, fue,
en su inicio, la causa del origen de la ciencia.
    El hombre por necesidad, a lo largo de la historia, ha querido y ha
debido conocer, porque el conocimiento ha significado sobrevivencia.
Por ejemplo, el hombre en sus orígenes y el hombre no científico de la
actualidad observan el cielo, tanto de noche como de día, y han podido
advertir diferencias obvias, como el hecho de que el cielo de día presenta
un sol y nubes y, probablemente, diversos matices de colores, que van
desde el azul hasta el grisáceo, pasando por algunos tonos más bien
blancos. El cielo de noche presenta otra serie de características: estre-
llas, luna, tonos menos perceptibles de color, etcétera. Así como hoy es
posible observar el cielo, también es probable que el hombre, en sus
orígenes, se haya percatado de las diferencias y se preguntara el porqué
de lo que observaba. Después observa la hierba, los árboles, el pasto y
se pregunta una y otra vez el porqué de lo que observa. Más no todos
30    Ciencia, metodología e investigación


los hombres reparan o ponen atención, al mismo tiempo, en los mismos
objetos o cosas. Cada uno va observando por su cuenta y va sorpren-
diéndose de lo que ve, aunque todavía no les sea posible formularse
preguntas- claras o precisas; sin embargo, ahí esta la inquietud, la curio-
sidad por observar y querer saber, querer conocer.
    Tanto el hombre del pasado corno el hombre actual no científico,
se preguntan cosas sobre el cielo, el mar, la tierra, etcétera. Todos estos
fenómenos eran y son observados por diferentes hombres, cada uno
observa lo que más le llama la atención, se pregunta, y a la vez, intenta
responderse sus interrogantes. Cada uno de ellos ha comenzado obser-
vando y, tal vez sin saberlo, sin ser consciente de ello, va acumulando
lo observado: lo de ayer, lo de hoy, lo de una semana, un mes o un año.
De una primera observación ha pasado a un cúmulo de observaciones.
Es probable que otros hombres al percatarse de lo que aquél hace, tam-
bién inicien sus observaciones; mas el hombre que ha observado du-
rante cierto tiempo, lleva ventaja sobre el hombre que comienza a
observar.
    La ciencia no tiene un origen preciso, comprobado para el hombre
actual; es decir, respecto de esto se tienen fechas o periodos más o me-
nos aproximados, pero no definitivos. Ya se ha anotado, al inicio de este
tema, que es probable que la ciencia haya comenzado su transitar desde
que el hombre apareció en la faz de la tierra. También se ha señalado que
la ciencia pudo haber tenido como origen probable, la época de la Gre-
cia Clásica (siglo v a. C.). O bien, se puede hablar del origen de la cien-
cia moderna con Copérnico (1473-1543) o si se prefiere con Galileo
(156-i-1642). Pero lo importante, en este caso, no es saber exactamente
cuándo, sino cómo, por qué; es decir, cómo y por qué el hombre se ha
visto precisado a conocer. El hombre pudo haber comenzado esta larga
historia cuando se percató que para sobrevivir necesitaba de la naturale-
za. Depender de la naturaleza era temerle o adorarla, cualquiera de estos
dos sentimientos despertaron en él la inquietud de querer estar bien con
ella, querer seguir sirviéndose de ella. No saber qué cosa es la naturaleza
obliga, de una u otra manera a contemplarla y a observarla.
    La observación paciente y cuidadosa conduce al descubrimiento y
con ello al inicio del conocimiento. Comenzar a conocer no significa
comprender, entender; sino precisar preguntas. El hombre comenzó a
formularse interrogantes, mucho tiempo le Llevó poderse formular pre-
La ciencia   31


guntas, después intentaría obtener las respuestas. Actualmente las
interrogantes existen, se han diversificado, las respuestas se siguen
buscando. Y se buscan porque se les necesita.


                               RECAPITULE

 De no existir la ciencia, ¿cuál sería la explicación por usted adoptada
 con relación al todo laque existe? ¿por qué?




                                EJERCÍTESE

 Busque un suceso o fenómeno científicamente explicado y trate de
 demostrar su veracidad con sus propios argumentos y pruebas.




La cienla como producto humano

Ya se ha señalado el hecho de que la ciencia es una sistematización y
jerarquización de la experiencia humana. La observación humana era
transmitida a los hombres desde sus vivencias más cotidianas: la natu-
raleza, el hombre mismo, etcétera. Todo lo que rodea al hombre es y
era susceptible de ser observado. La observación no es la simple con-
templación visual de lo que se tiene enfrente, la observación requiere
de atención, mirar despacio, sin prisa.

   El hombre observa que un ser nace, tiene vida y al transcurrir del tiempo
deja de vivir, ya no está. El hombre se mira, se observa a sí mismo a
32    Ciencia, metodología e investigación


lo largo de su proceso de vida, y observa el proceso de vida de los que
están a su alrededor. El hombre observa que la hierba nace y luego muere.
El hombre observa lo que es igual o lo que es diferente a los otros hom-
bres. El hombre observa y observa un sinfín de cosas, hechos, o sucesos.
    El hombre can su capacidad de observación va abriendo horizontes
observables; lo mismo observa lo grande que lo pequeño, lo mismo
observa con los ojos que con los oídos o las manos. Toda su experiencia
es observada. De una generación a otra se va transmitiendo consciente
o inconscientemente la observación realizada. Cada hombre que nace no
tiene que comenzar a observar desde el Origen, sino desde su propio
punto de partida. La humanidad va legando a las nuevas generaciones
todas sus observaciones.
   La ciencia, como es sabido, no ha existido siempre, es una obra
humana; es decir, un producto del hombre, por lo tanto, la ciencia no
aparece antes que el hombre, sólo después de que éste llega la ciencia
puede nacer. Y no solamente la ciencia como una posibilidad de expli-
cación del todo, sino, cualquier intento de explicación.
    Ya se ha mencionado que a la par que existe la ciencia, también existe
la magia, la religión, el mito, y se ha consignado el carácter explicativo de
estas propuestas. Esto es, cada una de estas perspectivas intenta ser una
explicación de todo lo que existe. Precisamente, por ser intentos de
explicación, es necesario señalar que cualesquiera de ellos son producto y
obra de lo humano. Es decir, el hombre es quien ha construido la magia, es
el productor de la religión, el mito no existe sino es el hombre quien le da
existencia y, por lo tanto, la ciencia no existe independientemente de la
obra humana; es, precisamente, una de sus obras.

   Ya se ha mencionado al hecho de que es posible que el hombre
pueda diferenciar dos tipos de explicaciones, gracias a la lógica que
emplee. La lógica facilita la diferenciación entre un tipo de explicación y
otro. Recuérdese que se habla de una lógica científica que es diferente a
cualquier otro tipo de lógica. La lógica científica comienza a aprenderse
casi desde que se nace, desde que el hombre inicia su proceso de
socialización. Por ello es posible que, con relativa facilidad, el hombre
pueda diferenciar un argumento o sus partes, si cuenta con al menos
algunas nociones mínimas de lo que es la ciencia. Desde que el niño
comienza su trato con los demás, éstos le van "orientando", le dicen lo
que está "bien" y lo que está "mal", le enseñan lo que es permitido y lo
que no lo es.
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  • 1. Coordinación de Enlace Operativo de Educación Tecnológica e Industrial en el D.F. Zona 9 Área Técnico Operativa Academia Regional de Historia Sociedad y Tecnología en el Distrito Federal “DOSSIER I De Cien cia, T ecnología, So cied ad y Valores” Octubre / 2006
  • 2. F. ENGELS EL PAPEL DEL TRABAJO EN LA TRANSFORMACION DEL MONO EN HOMBRE [1] El trabajo es la fuente de toda riqueza, afirman los especialistas en Economía política. Lo es, en efecto, a la par que la naturaleza, proveedora de los materiales que él convierte en riqueza. Pero el trabajo es muchísimo más que eso. Es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado que, hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre. Hace muchos centenares de miles de años, en una época, aún no establecida definitivamente, de aquel período del desarrollo de la Tierra que los geólogos denominan terciario, probablemente a fines de este período, vivía en algún lugar de la zona tropical —quizás en un extenso continente hoy desaparecido en las profundidades del Océano Indico— una raza de monos antropomorfos extraordinariamente desarrollada. Darwin nos ha dado una descripción aproximada de estos antepasados nuestros. Estaban totalmente cubiertos de pelo, tenían barba, orejas puntiagudas, vivían en los árboles y formaban manadas [2]. Es de suponer que como consecuencia directa de su género de vida, por el que las manos, al trepar, tenían que desempeñar funciones distintas a las de los pies, estos monos se fueron acostumbrando a prescindir de ellas al caminar por el suelo y empezaron [67] a adoptar más y más una posición erecta. Fue el paso decisivo para el tránsito del mono al hombre. Todos los monos antropomorfos que existen hoy día pueden permanecer en posición erecta y caminar apoyándose únicamente en sus pies; pero lo hacen sólo en caso de extrema necesidad y, además, con suma torpeza. Caminan habitualmente en actitud semierecta, y su marcha incluye el uso de las manos. La mayoría de estos monos apoyan en el suelo los nudillos y, encogiendo las piernas, hacen avanzar el cuerpo por entre sus largos brazos, como un cojo que camina con muletas. En general, aún hoy podemos observar entre los monos todas las formas de transición entre la marcha a cuatro patas y la marcha en posición erecta. Pero para ninguno de ellos ésta última ha pasado de ser un recurso circunstancial. Y puesto que la posición erecta había de ser para nuestros peludos antepasados primero una norma, y luego, una necesidad, de aquí se desprende que por aquel entonces las manos tenían que ejecutar funciones cada vez más variadas. Incluso entre los monos existe ya cierta división de funciones entre los pies y las manos. Como hemos señalado más arriba, durante la trepa las manos son utilizadas de distinta manera que los pies. Las manos sirven fundamentalmente para recoger y sostener los alimentos, como lo hacen ya algunos mamíferos inferiores con sus patas delanteras. Ciertos monos se ayudan de las manos para construir nidos en los árboles; y algunos, como el chimpancé, llegan a construir tejadillos entre las ramas, para defenderse de las inclemencias del tiempo. La mano les sirve para empuñar garrotes, con los que se defienden de sus enemigos, o para bombardear a éstos con frutos y piedras. Cuando se encuentran en la cautividad, realizan con
  • 3. las manos varias operaciones sencillas que copian de los hombres. Pero aquí es precisamente donde se ve cuán grande es la distancia que separa la mano primitiva de los monos, incluso la de los antropoides superiores, de la mano del hombre, perfeccionada por el trabajo durante centenares de miles de años. El número y la disposición general de los huesos y de los músculos son los mismos en el mono y en el hombre, pero la mano del salvaje más primitivo es capaz de ejecutar centenares de operaciones que no pueden ser realizadas por la mano de ningún mono. Ni una sola mano simiesca ha construido jamás un cuchillo de piedra, por tosco que fuese. Por eso, las funciones, para las que nuestros antepasados fueron adaptando poco a poco sus manos durante los muchos miles de años que dura el período de transición del mono al hombre, sólo pudieron ser, en un principio, funciones sumamente sencillas. Los salvajes más primitivos, incluso aquellos en los que [68] puede presumirse el retorno a un estado más próximo a la animalidad, con una degeneración física simultánea, son muy superiores a aquellos seres del período de transición. Antes de que el primer trozo de sílex hubiese sido convertido en cuchillo por la mano del hombre, debió haber pasado un período de tiempo tan largo que, en comparación con él, el período histórico conocido por nosotros resulta insignificante. Pero se había dado ya el paso decisivo: la mano era libre y podía adquirir ahora cada vez más destreza y habilidad; y ésta mayor flexibilidad adquirida se transmitía por herencia y se acrecía de generación en generación. Vemos, pues, que la mano no es sólo el órgano del trabajo; es también producto de él. Unicamente por el trabajo, por la adaptación a nuevas y nuevas funciones, por la transmisión hereditaria del perfeccionamiento especial así adquirido por los músculos, los ligamentos y, en un período más largo, también por los huesos, y por la aplicación siempre renovada de estas habilidades heredadas a funciones nuevas y cada vez más complejas, ha sido como la mano del hombre ha alcanzado ese grado de perfección que la ha hecho capaz de dar vida, como por arte de magia, a los cuadros de Rafael, a las estatuas de Thorwaldsen y a la música de Paganini. Pero la mano no era algo con existencia propia e independiente. Era únicamente un miembro de un organismo entero y sumamente complejo. Y lo que beneficiaba a la mano beneficiaba también a todo el cuerpo servido por ella; y lo beneficiaba en dos aspectos. Primeramente, en virtud de la ley que Darwin llamó de la correlación del crecimiento. Según ésta ley, ciertas formas de las distintas partes de los seres orgánicos siempre están ligadas a determinadas formas de otras partes, que aparentemente no tienen ninguna relación con las primeras. Así, todos los animales que poseen glóbulos rojos sin núcleo y cuyo occipital está articulado con la primera vértebra por medio de dos cóndilos, poseen, sin excepción, glándulas mamarias para la alimentación de sus crías. Así también, la pezuña hendida de ciertos mamíferos va ligada por regla general a la presencia de un estómago multilocular adaptado a la rumia. Las modificaciones experimentadas por ciertas formas provocan cambios en la forma de otras partes del organismo, sin que estemos en condiciones de explicar tal conexión. Los gatos totalmente blancos y de ojos azules son siempre o casi siempre sordos. El
  • 4. perfeccionamiento gradual de la mano del hombre y la adaptación concomitante de los pies a la marcha en posición erecta repercutieron indudablemente, en virtud de dicha correlación, sobre otras partes del organismo. [69] Sin embargo, ésta acción aún está tan poco estudiada que aquí no podemos más que señalarla en términos generales. Mucho más importante es la reacción directa —posible de demostrar— del desarrollo de la mano sobre el resto del organismo. Como ya hemos dicho, nuestros antepasados simiescos eran animales que vivían en manadas; evidentemente, no es posible buscar el origen del hombre, el más social de los animales, en unos antepasados inmediatos que no viviesen congregados. Con cada nuevo progreso, el dominio sobre la naturaleza, que comenzara por el desarrollo de la mano, con el trabajo, iba ampliando los horizontes del hombre, haciéndole descubrir constantemente en los objetos nuevas propiedades hasta entonces desconocidas. Por otra parte, el desarrollo del trabajo, al multiplicar los casos de ayuda mutua y de actividad conjunta, y al mostrar así las ventajas de ésta actividad conjunta para cada individuo, tenía que contribuir forzosamente a agrupar aún más a los miembros de la sociedad. En resumen, los hombres en formación llegaron a un punto en que tuvieron necesidad de decirse algo los unos a los otros. La necesidad creó el órgano: la laringe poco desarrollada del mono se fue transformando, lenta pero firmemente, mediante modulaciones que producían a su vez modulaciones más perfectas, mientras los órganos de la boca aprendían poco a poco a pronunciar un sonido articulado tras otro. La comparación con los animales nos muestra que ésta explicación del origen del lenguaje a partir del trabajo y con el trabajo es la única acertada. Lo poco que los animales, incluso los más desarrollados, tienen que comunicarse los unos a los otros puede ser transmitido sin el concurso de la palabra articulada. Ningún animal en estado salvaje se siente perjudicado por su incapacidad de hablar o de comprender el lenguaje humano. Pero la situación cambia por completo cuando el animal ha sido domesticado por el hombre. El contacto con el hombre ha desarrollado en el perro y en el caballo un oído tan sensible al lenguaje articulado, que estos animales pueden, dentro del marco de sus representaciones, llegar a comprender cualquier idioma. Además, pueden llegar a adquirir sentimientos desconocidos antes por ellos, como son el apego al hombre, el sentimiento de gratitud, etc. Quien conozca bien a estos animales, difícilmente podrá escapar a la convicción de que, en muchos casos, ésta incapacidad de hablar es experimentada ahora por ellos como un defecto. Desgraciadamente, este defecto no tiene remedio, pues sus órganos vocales se hallan demasiado especializados en determinada dirección. Sin embargo, cuando existe un órgano apropiado, ésta incapacidad puede ser superada dentro de ciertos límites. Los órganos bucales de las aves se distinguen en forma radical de los del hombre, y, sin embargo, [70] las aves son los únicos animales que pueden aprender a hablar; y el ave de voz más repulsiva, el loro, es la que mejor habla. Y no importa que se nos objete diciéndonos que el loro no entiende lo que dice. Claro está que por el solo gusto de hablar y por sociabilidad con los hombres el loro puede estar repitiendo horas y horas todo su vocabulario. Pero, dentro del marco de sus representaciones, puede también llegar a comprender lo que dice. Enseñad a un loro a decir palabrotas, de modo que llegue a tener una idea de su significación (una de las
  • 5. distracciones favoritas de los marineros que regresan de las zonas cálidas), y veréis muy pronto que en cuanto lo irritáis hace uso de esas palabrotas con la misma corrección que cualquier verdulera de Berlín. Y lo mismo ocurre con la petición de golosinas. Primero el trabajo, luego y con él la palabra articulada, fueron los dos estímulos principales bajo cuya influencia el cerebro del mono se fue transformando gradualmente en cerebro humano, que, a pesar de toda su similitud, lo supera considerablemente en tamaño y en perfección. Y a medida que se desarrollaba el cerebro, desarrollábanse también sus instrumentos más inmediatos: los órganos de los sentidos. De la misma manera que el desarrollo gradual del lenguaje va necesariamente acompañado del correspondiente perfeccionamiento del órgano del oído, así también el desarrollo general del cerebro va ligado al perfeccionamiento de todos los órganos de los sentidos. La vista del águila tiene mucho más alcance que la del hombre, pero el ojo humano percibe en las cosas muchos más detalles que el ojo del águila. El perro tiene un olfato mucho más fino que el hombre, pero no puede captar ni la centésima parte de los olores que sirven a éste de signos para diferenciar cosas distintas. Y el sentido del tacto, que el mono posee a duras penas en la forma más tosca y primitiva, se ha ido desarrollando únicamente con el desarrollo de la propia mano del hombre, a través del trabajo. El desarrollo del cerebro y de los sentidos a su servicio, la creciente claridad de conciencia, la capacidad de abstracción y de discernimiento cada vez mayores, reaccionaron a su vez sobre el trabajo y la palabra, estimulando más y más su desarrollo. Cuando el hombre se separa definitivamente del mono, este desarrollo no cesa ni mucho menos, sino que continúa, en distinto grado y en distintas direcciones entre los distintos pueblos y en las diferentes épocas, interrumpido incluso a veces por regresiones de carácter local o temporal, pero avanzando en su conjunto a grandes pasos, considerablemente impulsado y, a la vez, orientado en un sentido más preciso por un nuevo elemento que surge con la aparición del hombre acabado: la sociedad. Seguramente hubieron de pasar centenares de miles de años [71] —que en la historia de la Tierra tienen menos importancia que un segundo en la vida de un hombre [*]— antes de que la sociedad humana surgiese de aquellas manadas de monos que trepaban por los árboles. Pero, al fin y al cabo, surgió. ¿Y qué es lo que volvemos a encontrar como signo distintivo entre la manada de monos y la sociedad humana? Otra vez el trabajo. La manada de monos se contentaba con devorar los alimentos de un área que determinaban las condiciones geográficas o la resistencia de las manadas vecinas. Trasladábase de un lugar a otro y entablaba luchas con otras manadas para conquistar nuevas zonas de alimentación: pero era incapaz de extraer de estas zonas más de lo que la naturaleza buenamente le ofrecía, si exceptuamos la acción inconsciente de la manada, al abonar el suelo con sus excrementos. Cuando fueron ocupadas todas las zonas capaces de proporcionar alimento, el crecimiento de la población simiesca fue ya imposible; en el mejor de los casos el número de sus animales podía mantenerse al mismo nivel. Pero todos los animales son unos grandes despilfarradores de alimentos; además, con frecuencia destruyen en germen la nueva generación de reservas alimenticias. A diferencia del cazador, el lobo no respeta la cabra montés que habría de proporcionarle cabritos al año
  • 6. siguiente; las cabras de Grecia, que devoran los jóvenes arbustos antes de que puedan desarrollarse, han dejado desnudas todas las montañas del país. Esta «explotación rapaz» llevada a cabo por los animales desempeña un gran papel en la transformación gradual de las especies, al obligarlas a adaptarse a unos alimentos que no son los habituales para ellas, con lo que cambia la composición química de su sangre y se modifica poco a poco toda la constitución física del animal; las especies ya plasmadas desaparecen. No cabe duda de que ésta explotación rapaz contribuyó en alto grado a la humanización de nuestros antepasados, pues amplió el número de plantas y las partes de éstas utilizadas en la alimentación por aquella raza de monos que superaba con ventaja a todas las demás en inteligencia y en capacidad de adaptación. En una palabra, la alimentación, cada vez más variada, aportaba al organismo nuevas y nuevas substancias, con lo que fueron creadas las condiciones químicas para la transformación de estos monos en seres humanos. Pero todo esto no era trabajo en el verdadero sentido de la palabra. El trabajo comienza con la elaboración de instrumentos. ¿Y qué son los instrumentos más antiguos, si juzgamos por los restos que nos han llegado del hombre prehistórico, por el género de vida de los pueblos más antiguos que [72] registra la historia, así como por el de los salvajes actuales más primitivos? Son instrumentos de caza y de pesca; los primeros utilizados también como armas. Pero la caza y la pesca suponen el tránsito de la alimentación exclusivamente vegetal a la alimentación mixta, lo que significa un nuevo paso de suma importancia en la transformación del mono en hombre. El consumo de carne ofreció al organismo, en forma casi acabada, los ingredientes más esenciales para su metabolismo. Con ello acortó el proceso de la digestión y otros procesos de la vida vegetativa del organismo (es decir, los procesos análogos a los de la vida de los vegetales), ahorrando así tiempo, materiales y estímulos para que pudiera manifestarse activamente la vida propiamente animal. Y cuanto más se alejaba el hombre en formación del reino vegetal, más se elevaba sobre los animales. De la misma manera que el hábito a la alimentación mixta convirtió al gato y al perro salvajes en servidores del hombre, así también el hábito a combinar la carne con la dieta vegetal contribuyó poderosamente a dar fuerza física e independencia al hombre en formación. Pero donde más se manifestó la influencia de la dieta cárnea fue en el cerebro, que recibió así en mucha mayor cantidad que antes las substancias necesarias para su alimentación y desarrollo, con lo que su perfeccionamiento fue haciéndose mayor y más rápido de generación en generación. Debemos reconocer —y perdonen los señores vegetarianos— que no ha sido sin el consumo de la carne como el hombre ha llegado a ser hombre; y el hecho de que, en una u otra época de la historia de todos los pueblos conocidos, el empleo de la carne en la alimentación haya llevado al canibalismo (aún en el siglo X, los antepasados de los berlineses, los veletabos o vilzes, solían devorar a sus progenitores) es una cuestión que no tiene hoy para nosotros la menor importancia. El consumo de carne en la alimentación significó dos nuevos avances de importancia decisiva: el uso del fuego y la domesticación de animales. El primero redujo aún más el proceso de la digestión, ya que permitía llevar a la boca comida, como si dijéramos, medio digerida; el segundo multiplicó las reservas de carne, pues ahora, a la par con la caza, proporcionaba una nueva fuente para obtenerla en forma más regular. La domesticación de animales
  • 7. también proporcionó, con la leche y sus derivados, un nuevo alimento, que en cuanto a composición era por lo menos del mismo valor que la carne. Así, pues, estos dos adelantos se convirtieron directamente para el hombre en nuevos medios de emancipación. No podemos detenernos aquí a examinar en detalle sus consecuencias indirectas, a pesar de toda la importancia que hayan podido tener para el desarrollo del hombre y de la sociedad, pues tal examen nos apartaría demasiado de nuestro tema. [73] El hombre, que había aprendido a comer todo lo comestible, aprendió también, de la misma manera, a vivir en cualquier clima. Se extendió por toda la superficie habitable de la Tierra siendo el único animal capaz de hacerlo por propia iniciativa. Los demás animales que se han adaptado a todos los climas —los animales domésticos y los insectos parásitos— no lo lograron por sí solos, sino únicamente siguiendo al hombre. Y el paso del clima uniformemente cálido de la patria original, a zonas más frías donde el año se dividía en verano e invierno, creó nuevas necesidades, al obligar al hombre a buscar habitación y a cubrir su cuerpo para protegerse del frío y de la humedad. Así surgieron nuevas esferas de trabajo y, con ellas, nuevas actividades que fueron apartando más y más al hombre de los animales. Gracias a la cooperación de la mano, de los órganos del lenguaje y del cerebro, no sólo en cada individuo, sino también en la sociedad, los hombres fueron aprendiendo a ejecutar operaciones cada vez más complicadas, a plantearse y a alcanzar objetivos cada vez más elevados. El trabajo mismo se diversificaba y perfeccionaba de generación en generación extendiéndose cada vez a nuevas actividades. A la caza y a la ganadería vino a sumarse la agricultura, y más tarde el hilado y el tejido, el trabajo de los metales, la alfarería y la navegación. Al lado del comercio y de los oficios aparecieron, finalmente, las artes y las ciencias; de las tribus salieron las naciones y los Estados. Se desarrollaron el Derecho y la Política, y con ellos el reflejo fantástico de las cosas humanas en la mente del hombre: la religión. Frente a todas estas creaciones, que se manifestaban en primer término como productos del cerebro y parecían dominar las sociedades humanas, las producciones más modestas, fruto del trabajo de la mano, quedaron relegadas a segundo plano, tanto más cuanto que en una fase muy temprana del desarrollo de la sociedad (por ejemplo, ya en la familia primitiva), la cabeza que planeaba el trabajo era ya capaz de obligar a manos ajenas a realizar el trabajo proyectado por ella. El rápido progreso de la civilización fue atribuído exclusivamente a la cabeza, al desarrollo y a la actividad del cerebro. Los hombres se acostumbraron a explicar sus actos por sus pensamientos, en lugar de buscar ésta explicación en sus necesidades (reflejadas, naturalmente, en la cabeza del hombre, que así cobra conciencia de ellas). Así fue cómo, con el transcurso del tiempo, surgió esa concepción idealista del mundo que ha dominado el cerebro de los hombres, sobre todo desde la desaparición del mundo antiguo, y que todavía lo sigue dominando hasta el punto de que incluso los naturalistas de la escuela darviniana más allegados al materialismo son aún incapaces de formarse una idea clara acerca del origen del hombre, pues esa misma [74] influencia idealista les impide ver el papel desempeñado aquí por el trabajo.
  • 8. Los animales, como ya hemos indicado de pasada, también modifican con su actividad la naturaleza exterior, aunque no en el mismo grado que el hombre; y estas modificaciones provocadas por ellos en el medio ambiente repercuten, como hemos visto, en sus originadores, modificándolos a su vez. En la naturaleza nada ocurre en forma aislada. Cada fenómeno afecta a otro y es, a su vez, influenciado por éste; y es generalmente el olvido de este movimiento y de ésta interacción universal lo que impide a nuestros naturalistas percibir con claridad las cosas más simples. Ya hemos visto cómo las cabras han impedido la repoblación de los bosques en Grecia; en Santa Elena, las cabras y los cerdos desembarcados por los primeros navegantes llegados a la isla exterminaron casi por completo la vegetación allí existente, con lo que prepararon el suelo para que pudieran multiplicarse las plantas llevadas más tarde por otros navegantes y colonizadores. Pero la influencia duradera de los animales sobre la naturaleza que los rodea es completamente involuntaria y constituye, por lo que a los animales se refiere, un hecho accidental. Pero cuanto más se alejan los hombres de los animales, más adquiere su influencia sobre la naturaleza el carácter de una acción intencional y planeada, cuyo fin es lograr objetivos proyectados de antemano. Los animales destrozan la vegetación del lugar sin darse cuenta de lo que hacen. Los hombres, en cambio, cuando destruyen la vegetación lo hacen con el fin de utilizar la superficie que queda libre para sembrar cereales, plantar árboles o cultivar la vid, conscientes de que la cosecha que obtengan superará varias veces lo sembrado por ellos. El hombre traslada de un país a otro plantas útiles y animales domésticos modificando así la flora y la fauna de continentes enteros. Más aún; las plantas y los animales, cultivadas aquéllas y criados éstos en condiciones artificiales, sufren tales modificaciones bajo la influencia de la mano del hombre que se vuelven irreconocibles. Hasta hoy día no han sido hallados aún los antepasados silvestres de nuestros cultivos cerealistas. Aún no ha sido resuelta la cuestión de saber cuál es el animal que ha dado origen a nuestros perros actuales, tan distintos unos de otros, o a las actuales razas de caballos, también tan numerosas. Por lo demás, de suyo se comprende que no tenemos la intención de negar a los animales la facultad de actuar en forma planificada, de un modo premeditado. Por el contrario, la acción planificada existe en germen dondequiera que el protoplasma —la albúmina viva— exista y reaccione, es decir, realice determinados movimientos, aunque sean los más simples, en respuesta a [75] determinados estímulos del exterior. Esta reacción se produce, no digamos ya en la célula nerviosa, sino incluso cuando aún no hay célula de ninguna clase. El acto mediante el cual las plantas insectívoras se apoderan de su presa, aparece también, hasta cierto punto, como un acto planeado, aunque se realice de un modo totalmente inconsciente. La facultad de realizar actos conscientes y premeditados se desarrolla en los animales en correspondencia con el desarrollo del sistema nervioso, y adquiere ya en los mamíferos un nivel bastante elevado. Durante la caza inglesa de la zorra puede observarse siempre la infalibilidad con que la zorra utiliza su perfecto conocimiento del lugar para ocultarse a sus perseguidores, y lo bien que conoce y sabe aprovechar todas las ventajas del terreno para despistarlos. Entre nuestros animales domésticos, que han llegado a un grado más alto de desarrollo gracias a su convivencia con el hombre, pueden observarse a diario actos de astucia, equiparables a los de los niños, pues lo mismo que el desarrollo del
  • 9. embrión humano en el claustro materno es una repetición abreviada de toda la historia del desarrollo físico seguido a través de millones de años por nuestros antepasados del reino animal, a partir del gusano, así también el desarrollo mental del niño representa una repetición, aún más abreviada, del desarrollo intelectual de esos mismos antepasados, en todo caso de los menos remotos. Pero ni un solo acto planificado de ningún animal ha podido imprimir en la naturaleza el sello de su voluntad. Sólo el hombre ha podido hacerlo. Resumiendo: lo único que pueden hacer los animales es utilizar la naturaleza exterior y modificarla por el mero hecho de su presencia en ella. El hombre, en cambio, modifica la naturaleza y la obliga así a servirle, la domina. Y ésta es, en última instancia, la diferencia esencial que existe entre el hombre y los demás animales, diferencia que, una vez más, viene a ser efecto del trabajo [*]. Sin embargo, no nos dejemos llevar del entusiasmo ante nuestras victorias sobre la naturaleza. Después de cada una de estas victorias, la naturaleza toma su venganza. Bien es verdad que las primeras consecuencias de estas victorias son las previstas por nosotros, pero en segundo y en tercer lugar aparecen unas consecuencias muy distintas, totalmente imprevistas y que, a menudo, anulan las primeras. Los hombres que en Mesopotamia, Grecia, Asia Menor y otras regiones talaban los bosques para obtener tierra de labor, ni siquiera podían imaginarse que, al eliminar con los bosques los centros de acumulación y reserva de humedad, [76] estaban sentando las bases de la actual aridez de esas tierras. Los italianos de los Alpes, que talaron en las laderas meridionales los bosques de pinos, conservados con tanto celo en las laderas septentrionales, no tenían ni idead de que con ello destruían las raíces de la industria lechera en su región; y mucho menos podían prever que, al proceder así, dejaban la mayor parte del año sin agua sus fuentes de montaña, con lo que les permitían, al llegar el período de las lluvias, vomitar con tanta mayor furia sus torrentes sobre la planicie. Los que difundieron el cultivo de la patata en Europa no sabían que con este tubérculo farináceo difundían a la vez la escrofulosis. Así, a cada paso, los hechos nos recuerdan que nuestro dominio sobre la naturaleza no se parece en nada al dominio de un conquistador sobre el pueblo conquistado, que no es el dominio de alguien situado fuera de la naturaleza, sino que nosotros, por nuestra carne, nuestra sangre y nuestro cerebro, pertenecemos a la naturaleza, nos encontramos en su seno, y todo nuestro dominio sobre ella consiste en que, a diferencia de los demás seres, somos capaces de conocer sus leyes y de aplicarlas adecuadamente. En efecto, cada día aprendemos a comprender mejor las leyes de la naturaleza y a conocer tanto los efectos inmediatos como las consecuencias remotas de nuestra intromisión en el curso natural de su desarrollo. Sobre todo después de los grandes progresos logrados en este siglo por las Ciencias Naturales, nos hallamos en condiciones de prever, y, por tanto, de controlar cada vez mejor las remotas consecuencias naturales de nuestros actos en la producción, por lo menos de los más corrientes. Y cuanto más sea esto una realidad, más sentirán y comprenderán los hombres su unidad con la naturaleza, y más inconcebible será esa idea absurda y antinatural de la antítesis entre el espíritu y la materia, el hombre y la naturaleza, el alma y el cuerpo, idea que empieza a
  • 10. difundirse por Europa a raíz de la decadencia de la antigüedad clásica y que adquiere su máximo desenvolvimiento en el cristianismo. Mas, si han sido precisos miles de años para que el hombre aprendiera en cierto grado a prever las remotas consecuencias naturales de sus actos dirigidos a la producción, mucho más le costó aprender a calcular las remotas consecuencias sociales de esos mismos actos. Ya hemos hablado más arriba de la patata y de sus consecuencias en cuanto a la difusión de la escrofulosis: Pero, ¿qué importancia puede tener la escrofulosis comparada con los efectos que sobre las condiciones de vida de las masas del pueblo de países enteros ha tenido la reducción de la dieta de los trabajadores a simples patatas, con el hambre que se extendió [77] en 1847 por Irlanda a consecuencia de una enfermedad de este tubérculo, y que llevó a la tumba a un millón de irlandeses que se alimentaban exclusivamente o casi exclusivamente de patatas y obligó a emigrar allende el océano a otros dos millones? Cuando los árabes aprendieron a destilar el alcohol, ni siquiera se les ocurrió pensar que habían creado una de las armas principales con que habría de ser exterminada la población indígena del continente americano, aún desconocido, en aquel entonces. Y cuando Colón descubrió más tarde América, no sabía que a la vez daba nueva vida a la esclavitud, desaparecida desde hacía mucho tiempo en Europa, y sentaba las bases de la trata de negros. Los hombres que en los siglos XVII y XVIII trabajaron para crear la máquina de vapor, no sospechaban que estaban creando un instrumento que habría de subvertir, más que ningún otro, las condiciones sociales en todo el mundo, y que, sobre todo en Europa, al concentrar la riqueza en manos de una minoría y al privar de toda propiedad a la inmensa mayoría de la población, habría de proporcionar primero el dominio social y político a la burguesía y provocar después la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado, lucha que sólo puede terminar con el derrocamiento de la burguesía y la abolición de todos los antagonismos de clase. Pero también aquí, aprovechando una experiencia larga, y a veces cruel, confrontando y analizando los materiales proporcionados por la historia, vamos aprendiendo poco a poco a conocer las consecuencias sociales indirectas y más remotas de nuestros actos en la producción, lo que nos permite extender también a estas consecuencias nuestro dominio y nuestro control. Sin embargo, para llevar a cabo este control se requiere algo más que el simple conocimiento. Hace falta una revolución que transforme por completo el modo de producción existente hasta hoy día y, con él, el orden social vigente. Todos los modos de producción que han existido hasta el presente sólo buscaban el efecto útil del trabajo en su forma más directa e inmediata. No hacían el menor caso de las consecuencias remotas, que sólo aparecen más tarde y cuyo efecto se manifiesta únicamente gracias a un proceso de repetición y acumulación gradual. La primitiva propiedad comunal de la tierra correspondía, por un lado, a un estado de desarrollo de los hombres en el que el horizonte de éstos quedaba limitado, por lo general, a las cosas más inmediatas, y presuponía, por otro lado, cierto excedente de tierras libres, que ofrecía cierto margen para neutralizar los posibles resultados adversos de ésta economía positiva. Al agotarse el excedente de tierras libres, comenzó la decadencia de la propiedad comunal. Todas las formas más elevadas de producción [78] que vinieron después condujeron a la división de la población
  • 11. en clases diferentes y, por tanto, al antagonismo entre las clases dominantes y las clases oprimidas. En consecuencia, los intereses de las clases dominantes se convirtieron en el elemento propulsor de la producción, en cuanto ésta no se limitaba a mantener bien que mal la mísera existencia de los oprimidos. Donde esto halla su expresión más acabada es en el modo de producción capitalista que prevalece hoy en la Europa Occidental. Los capitalistas individuales, que dominan la producción y el cambio, sólo pueden ocuparse de la utilidad más inmediata de sus actos. Más aún; incluso ésta misma utilidad —por cuanto se trata de la utilidad de la mercancía producida o cambiada— pasa por completo a segundo plano, apareciendo como único incentivo la ganancia obtenida en la venta. *** La ciencia social de la burguesía, la Economía Política clásica, sólo se ocupa preferentemente de aquellas consecuencias sociales que constituyen el objetivo inmediato de los actos realizados por los hombres en la producción y el cambio. Esto corresponde plenamente al régimen social cuya expresión teórica es esa ciencia. Por cuanto los capitalistas aislados producen o cambian con el único fin de obtener beneficios inmediatos, sólo pueden ser tenidos en cuenta, primeramente, los resultados más próximos y más inmediatos. Cuando un industrial o un comerciante vende la mercancía producida o comprada por él y obtiene la ganancia habitual, se da por satisfecho y no le interesa lo más mínimo lo que pueda ocurrir después con esa mercancía y su comprador. Igual ocurre con las consecuencias naturales de esas mismas acciones. Cuando en Cuba los plantadores españoles quemaban los bosques en las laderas de las montañas para obtener con la ceniza un abono que sólo les alcanzaba para fertilizar una generación de cafetos de alto rendimiento, ¡poco les importaba que las lluvias torrenciales de los trópicos barriesen la capa vegetal del suelo, privada de la protección de los árboles, y no dejasen tras sí más que rocas desnudas! Con el actual modo de producción, y por lo que respecta tanto a las consecuencias naturales como a las consecuencias sociales de los actos realizados por los hombres, lo que interesa preferentemente son sólo los primeros resultados, los más palpables. Y luego hasta se manifiesta extrañeza de que las consecuencias remotas de las acciones que perseguían esos fines resulten ser muy distintas y, en la mayoría de los casos, hasta diametralmente opuestas; de que la armonía entre la oferta y la demanda se convierta en su antípoda, como nos lo demuestra [79] el curso de cada uno de esos ciclos industriales de diez años, y como han podido convencerse de ello los que con el «crac» [3] han vivido en Alemania un pequeño preludio; de que la propiedad privada basada en el trabajo de uno mismo se convierta necesariamente, al desarrollarse, en la desposesión de los trabajadores de toda propiedad, mientras toda la riqueza se concentra más y más en manos de los que no trabajan; de que [...] [*] Escrito por Engels en 1876. Se publica de acuerdo con el manuscrito. Publicado por primera vez en la revista "Die Neue Zeit", Bd. 2, Traducido del alemán.
  • 12. Nº 44, 1895-1896. NOTAS [1] 43 El presente artículo fue ideado inicialmente como introducción a un trabajo más extenso denominado "Tres formas fundamentales de esclavización". Pero, visto que el propósito no se cumplía, Engels acabó por dar a la introducción el título "El papel del trabajo en el proceso de transformación del mono en hombre". Engels explica en ella el papel decisivo del trabajo, de la producción de instrumentos, en la formación del tipo físico del hombre y la formación de la sociedad humana, mostrando que, a partir de un antepasado parecido al mono, como resultado de un largo proceso histórico, se desarrolló un ser cualitativamente distinto, el hombre. Lo más probable es que el artículo haya sido escrito en junio de 1876.- 66 [2] 44 Véase el libro de C. Darwin "The Descent of Man and Selection in Relation to Sex" («El origen del hombre y la selección sexual»), publicado en Londres en 1871.- 66 [*] Sir William Thomson, autoridad de primer orden en la materia calculó que ha debido transcurrir poco más de cien millones de años desde el momento en que la Tierra se enfrió lo suficiente para que en ella pudieran vivir las plantas y los animales. (Nota de Engels). [*] Acotación al margen: «Ennoblecimiento». [3] 45 Trátase de la crisis económica mundial de 1873. En Alemania, la crisis comenzó con una «grandiosa bancarrota» en mayo de 1873, preludio de la crisis que duró hasta fines de los años 70.- 79, 88, 438 [*] Aquí se interrumpe el manuscrito. (N. de la Edit.).
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  • 212. MATERIA: CIENCIA ,TECNOLOGIA, SOCIEDAD Y VALORES MÓDULO 1 TEMA III CIENCIA SUBTEM A REFERENCIA CONCEPTO DE CIENCIA Enciclopedia Encarta CLASIFICACIÓN DE LAS CIENCIAS Enciclopedia Encarta Sherman, Irwin W. y Sherman, Vilia G. MÉTODO CIENTiFICO Perspectiva Humana. 3". Ed (I'. Ed. Español) México, Mc Graw 1999. Rojas Soriano, Raúl. FI proceso de la INDUCCIÓN investigación Científica. México-, Trillas, Capítulo 7. DEDUCCIÓN Reza Becerril, Fernando. Ciencia Metodología e BASE EPISTEMICA Investigación. México, Longham de México Editores (Alambra Mexicana), 1997, Rojas Soriano, Raúl. El proceso de la investigación Científica. México; Trillas, Capítulo 3. CC. Profras. Susana Lucio Cetis 51 Migdalia García Cetis S I Guadalupe Jara Cetis 55 Academia de Historia Ciencia y Tecnología. 8– 18 de Agosto de 2006. Cetis 76.
  • 213. CIENCIA Tan antigua como la propia existencia del ser humano es una inquietud ante la percepción y la comprensión e los objetos y los fenómenos que se encuadran en su medio. Así, los conocimientos sobre astronomía, geometría o física de las antiguas civilizaciones sumeria, egipcia, Babilonia y griega constituyen la piedra angular a partir de la cual surgió el pensamiento científico, que se ha ido enriqueciendo hasta alcanzar cotas impensables en el pasado. En sentido genérico, se puede denom inar ciencia a cualquier parcela del conocimiento humano. Más estrictamente, las ciencias se definen como aquellas ramas del saber que se centran en el estudio de cualquier tipo de fenómeno y en la deducción de los principios que lo rigen, según una metod ología propia y adaptada a sus necesidades. ORIGEN DE LAS CIENCIAS El verdadero origen de la ciencia estriba en la capacidad de razonamiento de la especie humana y en su natural actitud observadora. Cabe imaginar a los primeros seres humanos asombrados ante el espectáculo celeste hasta el punto de que la observación continuada de los astros los llevó a establecer ciertas regularidades en los ciclos solar y lunar, o en el paso periódico de los cornetas. Así pues, puede considerarse que el primer gran logro científico consistió en la constatación de los fenómenos regulares. La imitación de la naturaleza y la necesidad de superarla y dominarla, los inventos técnicos requeridos por cada sociedad histórica para satisfacer sus obligaciones bélicas y comerciales, y el puro placer intelectual del conocimiento son sin duda factores que contribuyeron deci sivamente en el incipiente desarrollo científico. Por otra parte, cada época de la evolución científica ha estado claramente imbuida de la filosofía de su tiempo y en ocasiones se ha aplicado con denuedo a la justificación teórica de determinadas concepciones politices o teológicas. El conflicto ideológico entre ciencia y religión ha sido un rasgo definitorio de numerosas civilizaciones y se ha prolongado a lo largo de la historia, registrándose diversas vicisitudes. Incluso modernamente persisten ciertas cuestiones polémicas tales como la manipulación de las primeras f ases de la vida humana, fundamentalmente a través de la congelación de embriones, la inseminación artificial, la fecundación in Vitro y la ingeniería genética. No obstante, en diversos principios fundamentales del conocimiento científico, los modelos propuestos coinciden en su planteamiento. Isaac Newton, Johannes Kepler, Charles Darwin o Albert Einstein so n ejemplos de hombres profundamente religiosos que han llevado la ciencia a cotas de máxima lucidez.
  • 214. Determinadas corrientes de pensamiento caracterizadas por su laicismo han pretendido buscar en la ciencia un sustituto válido de actitudes morales, Sin embargo, el propósito de los científicos se suele reducir a problemas materiales de escasa significación metafísica, cuya resolución ha proporcionado la posibilidad de desarrollar fundamentales avances tecnológicos destinados a conseguir mayor nivel de comodidad y bienestar. Se ha demostrado también que la ciencia al servicio de la guerra puede convertir se en un amenazador instrumento de destrucción. El avance experimentado por las técnicas de aprovechamiento militar de la energía nuclear ha ensombrecido en parte el ideal científico racionalista del siglo XIX. En cualquier caso, el conocimiento científico es intrínseco al ser humano y se ha incrementado en tal medida a lo largo del tiempo que su conjunto supera ampliamente el saber particular de cualquier individuo y ha de ser complementado por una compleja infraestructura que permita acumular y regular el ingente volumen de información disponible dentro de cada disciplina. CLASIFICACIÓN DE LAS CIENCIAS El propio concepto de ciencia y su evolución histórica con lleva implícita la necesidad de establecer clasificaciones que distingan las áreas de conocimiento que cubre cada una de las disciplinas científicas. En consecuencia, la clasificación de las ciencias ha constituido una de las permanentes inquietudes de los investigadores. Así, se han concretado múltiples distribuciones cuyo estudio compete a diversos ámbitos, como la sistemática o la taxonomía, que constituyen por sí mismas disciplinas científicas aisladas. Ya Aristóteles compiló una primera clasificación que distinguía tres grupos: el de las ciencias teóricas -física, matemáticas y metafísica-, el de las prácticas -lógica y moral- y el de las productivas -arte y técnica-. A lo largo de la evolución del conocimiento se han sucedido otras muchas ordenaciones. Cabe mencionar a este respecto la realizada 'por el físico francés André-Marie Ampere a principios del siglo XIX. Según esta clasificación, las ciencias presentaban una neta distinción en dos áreas: las denominadas ciencias cosmológicas, diferenciadas a su vez entre cosmológicas propiamente dichas y fisiológicas, analizaban los fenómenos físicos y los que caracterizaban la naturaleza, mientras que las ciencias noológicas, que también mantenían una subdivisión entre propiamente noológicas y sociales, se referían a los razonamientos abstractos y a las relaciones sociales del ser humano.
  • 215. Aunque la pluralidad de criterios en cuanto se refiere a la ordenación científica se ha m ant enido, m oder nam ente se t iende a dif er enciar var ias ár eas de conocimiento, en cada una de las cuales se engloban múltiples disciplinas. Así, el conjunto de las ciencias exactas agrupa a su vez los estudios matemáticos, físicos y químicos. Las biológicas se ocupan del conocimiento en distintos niveles (celular, de tejidos, de órganos, etc.) de los seres vivos y comprenden numerosas disciplinas tales como la botánica, la zoología, la genética, la ecología, etc. Una tercera área de conocimiento agrupa las ciencias geológicas y geográficas destinadas a los estudios de los fenómenos relacionados con el planeta Tierra, y las astronómicas, relacionadas con el cosmos. En otro ámbito se sitúan las ciencias médicas, también muy diferenciadas, y un quinto sector engloba las múltiples ciencias sociales (economía, sociología, demografía, etc.). En esta subdivisión se reconoce una distinción entre estudios puramente científicos y actividades tecnológicas que constituyen un núcleo aislado y que, según algunas clasificaciones, conforman el campo de las ciencias aplicadas, del que forman parte las distintas ingenierías, la arquitectura, la metalurgia y muchas otras de índole afín. PERFIL HISTÓRICO La curiosidad y el ansia de conocer son cualidades innatas del Homo sapiens, por lo que puede decirse que el nacimiento de la ciencia tuvo lugar con las primeras observaciones realizadas por los hombres primitivos, aun antes de que se inventara la escritura. Primeras civilizaciones. Durante la edad de piedra, algunos monumentos megalíticos como el cromlech de Stonehenge, en Inglaterra, testimonian que los pobladores prehistóricos europeos poseían nociones de astronomía y geometría muy superiores a las que se les supusieron durante siglos. Los primeros focos científicos de importancia proceden de China, la India y el cercano oriente. La sabiduría y la técnica chinas aventajaron a las occidentales durante prácticamente toda la edad antigua. En su civilización disponían de antiquísimas mediciones de acontecimientos celestes y alcanzaron un notable desarrollo de la alquimia, la medicina y la geografía, impulsado desde los estamentos de poder. Por su parte, los indios, cuya concepción vital se basaba en la espiritualidad y, por consiguiente, los hacía en cierto modo despreocupados de la utilidad de las ciencias, contaban, no obstante, con una matemática avanzada que proporcionó al mundo el moderno sistema de numeración, transmitido y perfeccionado por los árabes. En Egipto se prestaba más atención a resolver los problemas técnicos que los propiament e cient íf icos, mientras que, en Mesopotamia, los caldeos y babilonios se dedicaron con preferencia a la astronomía y las matemáticas, así como a perfeccionar las técnicas hidráulicas de riego y construcción de canales.
  • 216. Cultura griega. La aparición de una cultura como la griega, que carecía de un sentimiento místico exacerbado y donde los dioses eran más sobrehumanos que divinos, dio lugar a los primeros modelos racionalistas. La filosofía surgió con pujanza y, a remolque suyo, se creó un modelo de ciencia teórica, basado en la deducción y no en la experimentación, conocida como filosofía natural. La tradición helénica señala a Tales de Mileto, que habitó en aquella ciudad de Asia menor en el siglo VI a.C., como el primer representante de tal corriente de pensamiento. Tales buscó la ordenación del mundo (kosmos en griego signif ica orden) a través de la determinación de los elementos fundamentales que lo componen -que él halló en el agua- y consideró al hado o destino como motor de los cuerpos, que se dirigen naturalmente hacia su propio fin. Aunque Tales no dejó textos escritos, sus enseñanzas fueron transmitidas por sus numerosos discípulos, que a la vez se dedicaron a complementar sus teorías. Así, se llegó a la clasificación de los cuatro elementos: tierra, fuego, agua y aire, cuyas combinaciones se creía formaban todos los cuerpos conocidos. Otro de los grandes soportes de la ciencia griega lo constituyó el pensamiento de Pitágoras, quien realizó las primeras medidas cuantitativas de fenómenos físicos de que se tiene noticia. Estableció las leyes acústicas que relacionan las distintas notas musicales e intentó aplicar la misma teoría a la disposición de los planetas, el Sol, la Luna y las estrellas en el cielo, según la cual girarían en siete esferas concéntricas alrededor de la Tierra. La síntesis del pensamiento griego tuvo lugar con Aristóteles, que intentó mantener el espiritualismo de su maestro, Platón, pero integrarlo con una explicación científica del mundo físico. Adoptó además el modelo de esferas concéntricas de Pitágoras. Sus logros en clasificaciones biológicas resultaron excepcionales, aunque, carente de un conocimiento matemático suficiente, enunció teorías físicas que, dado su enorme prestigio durante la edad media, resultaron ser más un lastre que un beneficio en la historia de la ciencia. Destaca también la figura de Arquímedes, discípulo del gran matemático Euclides, que vivió la expansión romana y descubrió importantes leyes de la hidrostática, las poleas y la palanca. Caracterizadas por la búsqueda en la naturaleza de los ideales de belleza y perfección plasmados en sus esculturas, las teorías griegas sufrieron un importante revés cuando, con la conquista de Mesopotamia por Alejandro Magno; los griegos tuvieron acceso a los detallados cálculos y medidas astronómicas de los caldeos. Estos datos ponían al descubierto fallos e inconsistencias en los modelos cósmicos de Aristóteles, aunque más tarde Tolomeo logró reducir las discrepancias y dotar al sistema geocéntrico, según el cual la Tierra se hallaba en el centro del universo, dé Un prestigio y una aceptación ampliamente reconocidos.
  • 217. La medicina griega se basó en la doctrina novedosa de atribuir causas naturales a todas las enfermedades. Hipócrates, estudioso de la anatomía y el cuerpo humano, es considerado padre de la medicina, aunque ésta alcanzó su máximo apogeo durante la época helenística alejandrina. En este ámbito destaca la personalidad de Galeno de Pérgarno, cuyos trabajos sobre fisiología lo condujeron al descubrimiento de las venas, las arterias y los nervios, a los que identificó como transmisores de la energía vital a lo largo del cuerpo. Ro ma, el Isl am y el cristianismo medieval. El esplendor de la ciencia de Arquímedes y Euclides coincidió con el nacimiento del poder de Roma en el Mediterráneo. Tos romanos se limitaron a conservar y reproducir los estudios griegos y se dedicaron con preferencia a resolver problemas de ingeniería y arquitectura. La decadencia y caída de su imperio supuso la práctica desaparición de la obra clásica en Europa. Por otra parte, la expansión del cristianismo, producida ya en los últimos siglos de poder romano, hizo resurgir las interpretaciones espirituales y teológicas del mundo. Tan solo los monasterios sirvieron de refugie al saber antiguo, y en ellos se realizaron copies manuscritas y comentarios de los libros salvaguardados de los saqueos de las tribus germánicas que invadieron el continente. Fue la civilización árabe la que tornó las riendas culturales de occidente, comunicada a los reinos cristianos a través de la península ibérica. Loa árabes tradujeron la obra de Aristóteles y otros filósofos, destacaron en medicina, astronomía y alquimia e inventaron el álgebra. En este contexto sobresalen las figuras de Averroes, traductor y comentarista de la obra aristotélica, y Avicena, cuyo Canon fue el texto medico básico durante toda la edad media. La cultura cristiana medieval analizó todo el conocimiento desde un punto de vista teológico. No obstante, a pesar de la prevalencia de lo espiritual, se registraron, algunos avances tecnológicos notables. Así, las investigaciones en ópties79 alcanzaron gran desarrollo y la utilización de nuevas máquinas -juegos de poleas, carretillas- y herramientas -mazas, cinceles, rodillos- permitieron mejorar la construcción y dar base técnica a los estilos arquitectónicos románico y gótico. Revolución científica y revolución industrial. La progresiva estabilización del estado como institución, el incremento de los intercambios comerciales y el perfeccionamiento de la tecnología militar son algunos de los factores que, aglutinaron el interés por las realizaciones técnicas. El movimiento renacentista, primero italiano y después europeo, aportó una nueva y más completa visión de los clásicos y dio paso al humanismo, que consideraba al hombre, como imagen de Dios, capaz y digno de crean- El prototipo de hombre creador del Renacimiento es Leonarcio da Vinci, genial artista, inventor, ingeniero y experto en anatomía humana.
  • 218. Las ciencias biológicas experimentaron un desarrollo más lento que las puramente técnicas. No obstante, en el siglo XVIII apareció la primera clasificación rigurosa que, desde Aristóteles, se establecía entre los animales y los vegetales. En ella, el sueco Carl Von Linné, conocido como Linneo, sentó las bases de las modernas taxonomía y sistemática de clasificación botánica y zoológica. Atomismo, evolución y relatividad. Durante el siglo XIX se produjo un nuevo enfoque de las ciencias, marcado en cierta forma por el descubrimiento del mundo-" microscópico y la formulación de modelos atómicos. La conexión entre las fuerzas eléctricas y mag néticas, corroborada por Hans Christian Oersted y Michael Faraday, dio paso a una teoría de la unificación de todas las interacciones de tipo físico, que se mantiene modernamente. Los procedimientos matemáticos se perfeccionaron en gran medida y permitieron la postulación de modelos teóricos complicados. James Prescott Joule y Hermann Helmholtz, entre otros, establecieron el principio de la conservación de la energía, y el mismo Helmholtz determinó la naturaleza electromagnética de la luz. La química encontró en la teoría atómica de John Dalton y en el sistema periódico de Dimitri I. Mendeléiev un principio y un método de desarrollo sólidos, y la biología se vio impulsada por los estudios de clasificación llevados a cabo por Georges Cuvier. En la misma centuria, el naturalista inglés Charles Darwin provocó una auténtica revolución, muy debatida a lo largo de los años y plenamente admitida posteriormente, con la publicación de su libro On the Origin of Species by Means of Natural Selection (1859; El origen de las especies), donde preconizó la que sería célebre teoría de la evolución. En 1838, Theodor Schwann y Matthias Jakob Schleiden sentaron las bases de la teoría celular. Poco después, Louis Pasteur y Robert Koch prepararon las primeras vacunas e iniciaron los estudios sobre la naturaleza de los gérmenes microscópicos causantes de las enfermedades. Asimismo, el siglo XIX asistió a un nuevo auge de las ciencias sociales y al nacimiento propiamente dicho de la sociología y la economía como disciplinas científicas. El siglo XX vio la luz con el descubrimiento de la radiactividad natural por los esposos Pierr e y Mar ie Cur ie y la pr omulgación de nuevas doct r inas revolucionarias. El afianzamiento de la concepción evolucionista de las especies y. la extensión de esta idea al conjunto del universo, junto con la teoría cuántica de Max Planck y la relatividad de Albert Einstein, han llevado a una noción no causal del cosmos, en la que el conocimiento puede adquirirse únicamente a partir de datos estadísticos, cálculos de probabilidad y conclusiones parciales.
  • 219. El volumen de los nuevos conocimientos no cabía en las concepciones de los viejos esquemas, que dejaban cada vez más preguntas sin respuesta. Era preciso establecer un nuevo modelo básico y, al mismo tiempo, una metodología que encauzara de alguna manera los estudios en la dirección adecuada. Tales medios fueron suministrados, entre otros, por Nicolás Copérnico, Galileo Galilei e Isaac Newton. Los científicos innovadores hubieron de vencer dos obstáculos principales: las ideas y el prestigio de Aristóteles, muy arraigados en el espíritu medieval, y el predominio de los principios sostenidos por el poder eclesiástico. El heliocentrismo, modelo que coloca al Sol en el centro del universo, ya había sido preconizado por aristarco de Sarros en la antigua Grecia, pero no obtuvo grandes éxitos experimentales y fue superado por el geocentrismo de Tolomeo. Copérnico se enfrentó al mismo problema al postular su teoría heliocéntrica, aunque en esta ocasión fue secundado por los estudios y observaciones de otros astrónomos como Tycho Brahe, Johannes Kepler y Galileo, quien utilizó por primera vez el telescopio. La obra De humani corporis fabrica libri septem (1543; Siete libros sobre las estructuras del cuerpo humano), de Andreas Vesalius, aplicó un nuevo método al estudio del cuerpo humano, cuestionando algunas opiniones, hasta entonces incontrovertibles, de Galeno. La química, que subsistía hasta entonces de la ingente cantidad de sustancias descubiertas y manejadas por los alquimistas, hubo de esperar al siglo XVIII, en el que Antoine-Laurent Lavoisier adoptó una pauta de investigación similar. En el siglo XVII, Isaac Newton publicó su magna obra: Philosophiae naturalis principia mathematica (1687; Principios matemáticos de la filosofía natural), en la que no sólo anunciaba las leyes fundamentales del movimiento de los cuerpos y la gravitación universal, sino que suministraba además un método de trabajo que habría de aplicarse en otros muchos campos científicos. Al mismo tiempo que Gottfried Leibniz, Newton inventó el cálculo infinitesimal, que iba a permitir a sus sucesores disponer de un valioso instrumento matemático. El éxito de las ideas y el método newtonianos alcanzó su cenit durante el siglo XVIII cuando Charles-Augustin de Coulomb determinó para el comportamiento eléctrico de las sustancias una ley completamente análoga a la enunciada por Newton para la mecánica. Aunque tradicionalmente se ha considerado que la revolución científica y la industrial son fenómenos afines aunque diferenciados, resulta patente el estrecho vínculo que existe entre ambos hitos, Los nuevos, ,conocimientos se utilizaron en la fabricación de máquinas que modificaron el proceso y el funcionamiento económicos coincidiendo con un periodo de importantes cambios políticos.
  • 220. Todo ello no implica un paso atrás en la validez del método científico, ya que son evidentes los extraordinarios avances tecnológicos a que ha conducido, sino más bien un reconocimiento por parte de la ciencia de su incapacidad de dar una, explicación completa y exenta de contradicciones-sobre la naturaleza y origen del universo. En tal contexto, se han registrado sustanciales avances en diversas áreas del conocimiento científico. Así, por ejemplo, en la segunda mitad del siglo XX se progresó notablemente en la experimentación de sistemas de observación de la máxima sensibilidad, como el microscopio electrónico, en el que se sustituyen las lentes de los sistemas ópticos por campos electromagnéticos y la luz por un haz de protones; o los microscopios de rayos x y de ultrasonidos, de gran poder resolutivo. Los avances del pensamiento y de la experimentación científicos han revertido en el ámbito de la tecnología y así, se ha logrado aunar disciplinas como la automática o automatización, destinada al estudio y control de los procesos en los que no interviene el hombre de modo directo, y la informática, o conjunto de técnicas dedicadas a la sistematización automática de la información. De esta unión nacieron otras disciplinas como la robótica, que se ocupa del diseño y planificación de sistemas de manipulación teledirigida. Esta área de conocimiento halló singular aplicación, por ejemplo, en el campo de la-astronáutica, y favoreció !a consecución de hazañas largamente soñadas por el ser humano, como alcanzar la superficie de la Luna o realizar viajes por el espacio exterior. En el ámbito de la astronomía, significativo ejemplo del replanteamiento de las premisas en las modernas disciplinas 'científicas, se han ido introduciendo progresivamente conceptos de creciente complejidad, hasta crearse áreas como la astronomía de las radiaciones ultravioleta e infrarroja, las de las radiaciones x y gamma, y otras. Tales ramas se fundamentan en la profundización de los conocimientos sobre las partículas en el campo de la física nuclear y han favorecido el descubrimiento de gran profusión de fenómenos y de cuerpos celestes como los agujeros negros, objetos astrales de elevada densidad y que no emiten radiación, o los cuásares, afines a las estrellas, de tamaño proporcionalmente reducido y que emiten radiaciones de gran intensidad.
  • 221. La ciencia moderna ha dedicado sus esfuerzos a la consecución de nuevos materiales y fuentes de energía alternativas al carbón y al petróleo. El perfeccionamiento de la técnica ha permitido la fabricación de semiconductores y dispositivos electrónicos que han dado lugar a las modernas computadoras. El dominio de los procesos atómicos y nucleares ha desembocado en la construcción de centrales eléctricas y diversos instrumentos de delicado manejo. Por otro lado, la aplicación de nuevas tecnologías en medicina y el mayor conocimiento del cuerpo humano y sus mecanismos han provocado una mejora importante en las - condiciones de vida de los habitantes del planeta y, además, han planteado desafíos de insospechable magnitud para los racionalistas fundadores del moderno método científico. Tal es el caso, por ejemplo, de las técnicas de manipulación o ingeniería genética o de las de diagnósticos clínicos a través de imágenes tridimensionales directas del interior del organismo de los enfermos. Clasificación de las ciencias incluida en el tratado De divina proportione, del matemático italiano Luca Pacioli (siglo XV). En el Renacimiento creció el interés por la clasificación de las ciencias y por la metodología científica.
  • 222. 6 LA CÉLULA CUADRO 18 Método científico Quizá ningún científico haya recorrido todos los pasos citados, y obviamente un discurso tan breve no toma en La ciencia es el resultado de: los intentos de los seres cuenta los intentos, errores, intuiciones y saltos de humanos por comprenderse a si mismos y al mundo en el que viven; abarca los conocimientos acerca del mundo imaginación que forman parte de la investigación natural y de nosotros mismos, y está organizada en científica. Sin embargo, el método científico representa forma sistemática derivada de la experimentación y la un instrumento poderoso debido a su rigor. Muchos de observación. El conocimiento científico; permite con los procedimientos científicos son iguales a los de frecuencia predecir fenómenos específicos y, a veces, nuestros razonamientos diarios, pero la mayoría de aun permite controlarlos: los hechos determinados nosotros fallamos en aplicar estrictamente el método, al científicamente son repetibles y comprobables. La formular y comprobar la hipótesis, y cuando las ciencia admite que "no conocemos la respuesta", y trata observaciones no nos satisfacen, fallamos en comenzar de descubrirla mediante diversos métodos repetibles y de nuevo y reformular la hipótesis. comprobables, más que mediante la fabricación de mitos que no pueden probarse. El método científico es un poderoso instrumento para la No hay un método científico único. Los descubrimientos investigación, pero tiene sus limitaciones. No debemos de una naturaleza científica ocurren en diferentes sorprendemos de que a veces los "hechos" científicos formas, y los métodos empleados son también diversos. cambien o los profesionales de la ciencia sostengan El método científico no es mágico ni se practica sólo por nociones decididamente no científicas. Como la ciencia científicos de bata blanca y rodeados de aparatos y trata con fenómenos observables, su campo de acción sustancias químicas exóticas, sino que representan un está /imitado por nuestros sentidos o por las máquinas enfoque racional para comprender el universo. La ciencia que razonan por nosotros. El perfeccionamiento en supone que el mundo que nos rodea es conocible. técnicas y métodos de observación, altera con frecuencia nuestra visión de la naturaleza y necesita Con frecuencia, se describe al método científico en forma idealizada; tal descripción formal, sólo tiene un modificaciones adecuadas de las hipótesis y conclu- siones. Por ende, algunos han definido a la ciencia como cierto parecido con la realidad, pero sirve para recalcar "el estudio de los errores corregidos lentamente". La algunos de tos aspectos importantes de la investigación fuerza de la investigación científica está en que se corrige científica. En primer lugar, es importante reconocer la a sí misma. Aun cuando el método científico intenta dar existencia de un fenómeno que demanda investigación. En segundo, se intenta plantear el problema en términos una descripción exacta de los ferré, menos naturales, hay una cantidad considerable de pruebas de sus errores. Los muy específicos. El tercero, se formula una hipótesis de científicos son seres humanos, con sentimientos, fallas y trabajo que trata de explicar el fenómeno. En cuarto lugar, prejuicios y en ocasiones éstos interfieren con sus se investiga el fenómeno mediante observación, razonamientos. Esto puede ser particularmente cierto experimentación o ambas, y se reúnen y registran pruebas: el testimonio de los datos sin elaborar. En quinto cuando los científicos entablan debates fuera de su especialidad y descuidan las pruebas rigurosas que lugar, se analizan los datos y se vuelve a examinar la utilizan en su propio campo de especialidad. la ciencia hipótesis de trabajo a la luz de las pruebas puede y debe juzgarse independientemente de las proporcionadas por los datos. Por último, se elabora personas que la practican; por su propia naturaleza, la una conclusión con base en las observaciones experimentales acerca de si es correcta la hipótesis de ciencia es un contribuyente productivo e importante de nuestro ,conocimiento y bienestar. trabajo o debe reformularse o reexaminarse. Si se concluye que la hipótesis es correcta, pueden hacerse predicciones a partir de ella. Si la hi pótesis resiste la prueba de verificación y predictibilidad, se convierte en una parte del cuerpo de conocimientos establecidos: teoría.
  • 223. Reza Becerril, Fernando. Ciencia, Metodología e Investigación. PARTE UNO Base epistémica
  • 224. Capítulo 1 La ciencia MUCHO Y MUCHOS HAN ESCRITO SOBRE la ciencia desde un sinfín de enfoques y perspectivas, se ha dicho qué es y qué partes la conforman, también se ha mencionado cuál o cuáles serían las utilidades de aplicarla, y cuáles sus beneficios (individuales o sociales), etcétera.. La existencia de tanta información respecto de la ciencia es, precisamente, lo que hace necesario esclarecer qué debe hacerse ante tanta y tan variada información, es decir, cómo se puede facilitar, actualmente, su contenido y procesos de conformación. Ante todo, es importante reconocer como punto de partida que la ciencia es una forma de explicar todo lo que existe, ya sea desde el origen, o bien, desde el proceso evolutivo. Todo lo que existe es susceptible de ser explicado, descrito o dimensionado desde una perspectiva científica. Por ello, es importante señalar algunas características con stitutivas de lo que hace ser a la ciencia. Algunas de estas características pueden ser más importantes que otras, o bien, si se prefiere, pueden considerarse al mismo nivel, lo que en realidad quiere destacarse es que la ciencia tiene una forma de ser que la distingue de cualquier otra explicación del todo. La ciencia es un conjunto o cúmulo de conocimientos sistematiza- dos, ordenados y jerarquizados del quehacer humano. Es un modo de conocer lo que existe. La ciencia es una forma de trabajo. La ciencia no consiste en una serie de pasos rígidos que deben seguirse al pie de la letra, no es una receta de cocina, sino un cúmulo de conocimientos susceptibles de ser perfeccionados.
  • 225. 20 Ciencia, metodología e investigación RECAPITULE  ¿Por qué no es conveniente considerar a la ciencia como una simple serie de pasos o "receta de cocina" que debe seguirse al pie de la letra? EJERCÍTESE Identifique en diccionarios o libros diversos, algunas definiciones de la palabra ciencia; analícelas y, posteriormente, elabore su propia definición. Diversos modos de explicación Se ha señalado que la ciencia es una forma de explicar lo que existe y, precisamente se especifica esto, porque la explicación científica no es la única manera empleada por el ser humano para aclarar la existencia, origen y evolución de las cosas. En el origen de la humanidad, el hombre no se explicaba lo que veía o sentía, sólo lo experimentaba, sin intenciones de querer explicar nada. Así, veía caer la lluvia, el oleaje del mar, el correr de los ríos sin procu- rar o preocuparse por dar explicaciones a estos fenómenos, no era capaz de reconocer semejanzas o diferencias entre ellos; sólo existían, ahí estaban, frente a él, dispuestos a ser usados por el hombre. Es como si se tratara de un bebé, donde él sólo observa lo que está a su alrededor, no intenta, de golpe o en primera instancia, explicarlo que observa, sólo presencia lo que está ahí.
  • 226. La ciencia 21 Los objetos y fenómenos se suceden como presencias frente al hom- bre, sin pretensión alguna, mas poco a poco el hombre va asociando ideas, características que van dotando de cierta explicación a lo que sucede-a su alrededor. La explicación puede que sea mágica o mitológica, pero no científica, porque la explicación científica no fue, ni ha sido, la primera forma que ha empleado el hombre (tanto en lo individual corno en su conjunto) para explicarse lo que existe. Por ello es que la ciencia no es ni la primera ni la única explicación que ha dado el hombre para comprender lo que está a su-alrededor. Por eso es importante reconocer que la ciencia es un conjunto o cúmulo de conocimientos. La única manera que se conoce para que el hombre posea conocimientos es a través de la experiencia. La ciencia, como explicación, es el conjunto de la experiencia humana a lo largo de la historia. Piénsese, por ejemplo, en un niño que no sabe que si mete los dedos, la mano, en un recipiente con agua caliente se quemará. El niño ni sabe lo que es agua caliente ni lo que es quemarse, pero cuando mete los dedos en el recipiente con el agua caliente experimentará un hecho que le provocará una sensación de dolor, diferente de aquellas otras sensaciones que le son placenteras. El hombre cuando aparece en la faz de la tierra, en la Era Cuaterna- ria, llega a este mundo desprovisto de experiencias, así como un recién nacido viene sin experiencia. En aquellas lejanas épocas el hombre se alimentaba de lo que encontraba: raíces, hojas, frutos, etcétera, su ca- rácter de recolectar le hacía buscar el alimento donde lo hubiera; así, si se terminaba en un determinado terreno o zona, el hombre emprendía el camino hacia otros lugares, hasta encontrar, otra vez, algo con qué alimentarse. Esta característica del hombre nómada de ir de aquí para allá era porque desconocía totalmente cómo la naturaleza se reproduce a sí misma, le era desconocido el hecho de que la naturaleza presenta una serie de ciclos (dígase, de momento, alimenticios), no comprendía por qué en un lugar había alimento y en otro no, por qué en algunos lugares había un tipo de alimento y en otros, de otras características. Cuando el hombre observa que al caer un fruto en la tierra, éste se descompone, se pudre y, días más tarde, en ese lugar dónde cayó el fruto comienza a brotar una hierba pequeña, que va creciendo hasta llegar a ser un árbol, igual al árbol de donde un día cayó el fruto aquel. Entonces el hombre se está acercando al gran descubrimiento de la agricultura. Más tarde, descubrirá el hecho de que la naturaleza es cíclica,
  • 227. 22 Ciencia, metodología e investigación es decir, que la naturaleza provee de alimentos al hombre y se da cuenta que no siempre o diario habrá el mismo tipo de frutos, sino que un determinado tiempo es propicio para que haya manzanas, otro, naranjas, etcétera. El hombre advertirá que es posible contar con alimento siempre, además se da cuenta de que es posible almacenar los frutos, que no se trata sólo de tomar y consumir el alimento, sino que es posible administrarlo. Al descubrir la agricultura, descubre el sentido de cultivar la tierra, es decir, que es posible que el hombre siembre (así corno cuando presenció el hecho de que la fruta caía) lo cual le permitió contar con más probabilidades de obtener alimentos. Este hombre que acababa de descubrir la agricultura no se explicaba esta serie de sucesos desde una perspectiva científica. Es muy probable que estos fenómenos, por él observados, los haya atribuido a una serie de fuerzas sobrenaturales. Así, pensaría que era la tierra quien le proveía de alimento. Si por ciertas circunstancias desconocidas por él, no hubiese lluvias adecuadas durante un tiempo, el hombre podría asociar el hecho de que si bien es cierto que la tierra es quien le proveía de alimentos, también observaba que esto era posible siempre y cuando hubiera lluvia. El hombre, entonces, ya no estaba solo frente al descubrimiento de la tierra (como proveedora de alimentos), sino que ahora había descubierto a la lluvia. La tierra y la lluvia serían consideradas, ahora, como dos factores indispensables para que el alimento fuera posible. Así como alguna vez el hombre descubrió azarosamente la agricul- tura; tal vez, un buen día, se dio cuenta que comer carne le resultaba placentero, por ejemplo, la carne de conejo. Este descubrimiento fue positivo o por lo menos provechoso para su alimentación. Porque esta ya no se basaría únicamente en frutos o raíces, sino que también incluiría carne. El conejo, que antes compartía con el hombre los alimentos que la naturaleza les proporcionaba, ahora formaba parte de la alimentación de aquél. El hombre podía advertir que el conejo no provenía de la tierra y, de igual modo, reparaba en el hecho de que el conejo tampoco provenía de la lluvia; desconocía el origen de este animal, pero tampoco le preocupaba conocerlo, porque desconocía el sentido del origen. En- tonces, sin preocupación alguna, continúa sembrando, mas ahora inten- tará cazar conejos y otros animales. Para ello fabricará armas que le permitan conseguir su propósito: perseguirlos, matarlos y comerlos. Un
  • 228. La ciencia 23 día, accidentalmente, un conejo cae en un hoyo que le impide escapar y el hombre se da cuenta que si pone una serie de hoyos, corno aquél donde cayó el conejo, obtendrá más conejos de los que puede cazar per- siguiéndolos, de esta forma se juntan varios conejos y como están jun- tos hembras y machos se reproducen y entonces el hombre descubre la domesticación y 15 ganadería, ahora se dedicará también a la crianza y domesticación de animales. El-hombre es agricultor y ganadero, ya no tiene necesidad de ir de un lugar a otro en busca de alimento porque ha aprendido a producirlos, ha dejado de ser nómada, para ser seden- tario. El hombre se percata de que la naturaleza le sigue proporcionando todo lo que necesita para su alimentación y con ello su sobrevivencia. Advierte que esto es posible pero desconoce la razón. Los árboles y los animales existen independientemente de la voluntad del hombre. ¿Cómo se explicaba el hombre primitivo estos fenómenos o hechos?, ¿podía explicarlos de una manera científica? es muy probable que no haya sido así; tal vez creía entonces que todo lo que le rodeaba era obra de una fuerza superior, sobrenatural, es decir, una obra de los dioses. Cada fenómeno observado por el hombre estaba regido por un dios en es- pecial. Así, la tierra, la lluvia, los animales, eran creaciones de dioses. Estos dioses aparecerán ante el hombre corno dioses buenos, porque le proveen de todo lo que necesita para sobrevivir. Entonces, el hombre, a lo largo de su historia, ha venido acumu- lando experiencias. Éstas no se dan de un día para otro, sino que re- quieren de periodos de tiempo, a veces, sumamente prolongados. Mientras las cosas se explicaron por fuerzas sobrenaturales, no había mayor problema, la explicación estaba dada: dios o dioses. Esta ex- plicación era determinante y tajante. Pero, ¿qué pasó cuando el hombre observó que las cosas o fenómenos se comportaban de manera diferente, que parece ser que la existencia de lo que le rodeara no era obra,.precisamente, de dios o dioses? Piénsese, por ejemplo, en el hecho de que el hombre se percataba de que en algunas regiones existía un 'tipo de flora y fauna muy diferente a la que él acostumbraba observar. ¿Acaso los dioses hacen diferentes criaturas o hay varios dioses para varias especies de criaturas? O bien, si la lluvia es una obra positiva de los dioses, ¿por qué no siempre llueve o, por qué en algunos lugares la lluvia es abundante y en otros ni siquiera llueve?, ¿todo esto es una disposición de los dioses o de un solo dios?
  • 229. 24 Ciencia, metodología e investigación La ciencia tiene sentido, una fuerza la hace avanzar, la hizo nacer: el porqué. Por qué existe la vida, el aire, el agua, el fuego, etcétera.. Junto con la religión, la magia y el mito, la ciencia es una forma de explicar el porqué de las cosas. La ventaja que tiene la ciencia sobre la religión, la magia y el mito es que mientras éstos explican las cosas de una manera determinante y tajante, la ciencia no. Piénsese en el origen del hombre; la religión católica, por ejemplo, tiene resuelta esta pregunta desde hace dos mil años y de la misma manera: obra y gracia de Dios. Mientras los antiguos mexicanos atribulan el origen del hombre al sacrificio de los dioses, la ciencia tiene otro tipo de explicación, no definitiva, ni tajante. El origen del hombre explicado por la ciencia es relativamente reciente (siglo XIX), si se acepta la teoría de Darwin: la evolución de las especies. Es importante reconocer que coexisten todas estas explicaciones, es decir, actualmente se puede observar que los fenómenos naturales y sociales son explicados desde la religión, la magia, el mito y la ciencia. Por ello, no hay que olvidar que la ciencia es una posibilidad de expli- cación de lo que existe, es una forma de responder a las interrogantes que el hombre se ha planteado a lo largo de su historia. Y habrá que reconocer, de igual manera, que desde la lógica de la ciencia a una pregunta le suceden no una, sino varias respuestas. De una pregunta devienen otras preguntas, de una respuesta devienen otras tantas res- puestas posibles. Y puede observarse que para la lógica de la ciencia es, en suma, difícil responder a una pregunta de manera determinante y tajante, y menos aún esperar de la lógica de la ciencia una respuesta definitiva e inmutable. Por ejemplo, es sabido que si se deja caer un objeto —un lápiz—, éste caerá de arriba hacia abajo, caer significará: ir al suelo, todo mundo sabe que el lápiz cae hacia abajo y no hacia arri- ba, o al lado derecho, o al lado izquierdo; y se sabe que esto es así porque se reconoce la existencia de la atracción de los cuerpos, todo mundo está satisfecho con la respuesta a la pregunta: ¿por qué cae el lápiz?, por l 'a atracción mutua de los cuerpos y entonces, ¿por qué vuelan los pájaros? ¿por qué los aviones o las naves espaciales se elevan? A una pregunta devienen otras, a una respuesta le siguen otras. La religión, si es el caso, tiene todo esto cómodamente resuelto: Dios todo losabe, todo lo puede, o bien, todo es voluntad de Dios. En la actualidad, nadie aceptaría como válido el hecho de que para que llueva es necesario sacrificar hombres y con ello honrar a los dioses .
  • 230. La ciencia 25 ¿Cuál es la diferencia entre aceptar y rechazar un supuesto o hecho?, por ejemplo, se acepta la existencia de un terrible mal corno el SIDA, se acepta el hecho de que la Tierra no es el centro del universo. ¿Por qué unas cosas se aceptan y otras no?, ¿cómo puede, cada uno de nosotros, convencerse de que efectivamente la Tierra no es el centro del universo?, ¿sólo porque lo decían nuestros abnegados profesores de primaria o porque así lo dicen los libros?, ¿cómo podemos, cada uno de nosotros, saber que lo que se dice en los libros es cierto?, ¿cómo es posible demostrarnos que la-Tierra no es plana? La respuesta no puede ser los maestros o los libros. ¿Cuáles son nuestras pruebas de que este tipo de hechos o sucesos son en realidad como parecen ser o por lo menos, corno se dice que son? La ciencia es un constante preguntarse y responderse. La religión, la magia y el mito también formulan preguntas y tam- bién tienen respuestas. La diferencia está en la lógica que se emplea tanto para preguntar como para responder a las preguntas. Y en esa lógica está la diferencia entre aceptar o rechazar un suceso o hecho. Por ejemplo, si leyéramos en un libro que se ha descubierto que las mesas de madera hablan. ¡Sí!, una mesa de madera que es capaz de formular palabras, capaz de hablar. Muchos rechazarán este supuesto desde diversos puntos de vista: no puede ser porque las mesas no tienen boca, porque se trata de materia inanimada, porque las mesas no cuentan con un aparato fonético, etcétera. El rechazo sería inmediato y evidente. En cambio, sí se aceptaría la posibilidad de que en el planeta Marte hubiese existido alguna vez agua. También desde diversos puntos de vista se empezarían a esgrimir los argumentos de aceptación ante tal planteamiento: sí, porque se han descubierto pequeños pedazos de hielo, porque hay evidencia de que alguna vez hubo un paso de ríos por la conformación de hendiduras en la tierra, etcétera. Precisamente es la lógica la que permite aceptar o rechazar una serie de hechos o sucesos. Entiéndase, de momento, que la lógica tiene como objeto de estu- dio la formulación de leyes y formas del pensamiento, en otras palabras, la lógica sería la ordenación secuenciada de elementos en relación con un todo. Imagínese que se está observando cómo juega un Hiñó, habrá que poner atención entonces a lo que hace, cómo lo hace; a lo que dice, cómo lo dice; a cómo crea determinadas situaciones y cómo las resuelve: automóviles que vuelan, hombres (muñecos) inmortales que resisten
  • 231. 26 Ciencia, Tecnología e investigación el embate de los contrarios, saltos descomunales, etcétera. Es obvio que para el niño todas las situaciones creadas por él en el juego son lógicas, estas situaciones tal vez no sean lógicas para quien lo observa jugar, pero piénsese que si se estuviera jugando con el niño, se enten- derla la lógica que él emplea. Al niño no se le puede arruinar su juego con la lógica del adulto, ya que la lógica empleada por el niño es la que corresponde a su proceso de crecimiento y de evolución. No se le podría decir fácilmente, por ejemplo, que la tecnología existente aún no alcanza para crear automóviles voladores: El hombre ha venido desarrollando a lo largo de su historia una lógica que le permite diferenciar lo posible de aquello que no lo es. Cuando las cosas se explicaban desde la magia, la lógica empleada era la que requería la magia para poderse explicar. Si las cosas se explican desde la mitología, habrá que emplear una lógica mítica para poder satisfacer la curiosidad. Pero si 'se trata de la ciencia, la lógica que debe emplearse es una lógica científica, sólo así podrán comprenderse los hallazgos o avances de la ciencia. No es posible que todos los habitantes de este país posean una ló- gica científica, por el simple hecho de que la ciencia ha avanzado mucho en el presente siglo. Actualmente existe gente con una lógica científica, pero a la vez hay gente también con una lógica religiosa, mágica c mítica, sin importar que esté por arribar otro milenio. Por ejemplo, en el caso de la medicina es relativamente fácil observar que, para quien posee una lógica científica, la medicina es la ciencia y la explicación más viable para tratar las enfermedades, pero otro tipo de lógica entenderá otra cosa, no será la ciencia, sino Dios, la explicación y la cura de los males. La lógica que emplea la ciencia para explicar el todo es aprendida; es un proceso que no se tiene de un día para otro, sino con el transcu- rrir de la experiencia de la humanidad y de cada uno de los individuos. Muchas veces, si se observa a un niño cuando se golpea accidentalmente con alga, por ejemplo una mesa, el niño cree que ha sido la mesa la cual le ha golpeado, esto es así porque el niño no ha desarrollado, to- davía, una lógica que le permita tener la noción del espacio, de la dis- tancia, de la causa y el efecto, etcétera. Esta lógica tan elemental es la que permite al ser humano aceptar o rechazar un conjunto de sucesos hechos corno cienos o falsos. A lo largo de la historia de la humanidad y de la historia de la ciencia se ha podido demostrar que esta última es un proceso explicativo no
  • 232. La ciencia 27 exhaustivo. Como ya se ha señalado, la religión explica de manera deter- minante y tajante; la ciencia no puede hacerlo o, mejor dicho, no debe hacerlo, porque lo que en algún momento es considerado como una verdad científica a medida que pasa el tiempo no es así, debido a que el mismo avance científico va proponiendo explicaciones que después habrá de refutar y negar. Claro está que para negar lo antes dicho, fue necesa- rio hacer uso de lo que parecía cierto o científico, sólo así puede negarse lo dicho y seguir avanzando. Por ejemplo, la ciencia demostró que la Tierra no es plana y se dijo que era redonda, después fue necesario precisar que si bien es cierto que la Tierra es curva, no se trataba de una redondez, sino de un cuerpo ovoide. Lo que se afirmaba como verdadero hubo que modificarlo, la única manera posible de modificar lo que existe es, pre- cisamente, tornando lo que hasta ese momento se presenta como cierto. Se trata de hacer uso de lo que existe y no desecharlo, sólo así es posible que la ciencia progrese, porque toma sus propios adelantos para preci- sarlos y con ello avanzar cada vez más. RECAPITULE ¿Qué ventajas tiene la explicación científica en relación con cualquier otro tipo de explicación? EJERCÍTESE Busque una explicación, que no sea científica, de algún suceso o fenómeno, y haga una comparación con la explicación que ofrece la ciencia al mismo suceso o fenómeno.
  • 233. 28 Ciencia, metodología e investigación El sentido de la ciencia La ciencia corno intento de explicación de que todo lo que existe tiene una historia, ésta no es tan larga o vieja corno pudiera pensarse, sobre todo si se toma en cuenta que el universo tiene una vida —desde sus inicios hasta la actualidad— de aproximadamente 15 mil millones de años, que nuestro sistema solar nace hace unos 4 mil millones de años, que las plantas (primeros seres vivos) tienen unos 500 millones de años, que los primeros dinosaurios datan de apenas hace unos 150 millones de años y que, finalmente, el primer horno sapiens hizo su aparición hará unos 2 millones de años y que sólo hace 50 mil años que apareció el primer horno sapiens fossilis, el hombre propiamente dicho. La ciencia moderna apenas nace en el siglo XV, o bien, si se prefiere, con la Grecia Clásica (unos cinco siglos a. C.). Con todo ello habrá que reconocer que ha sido más el tiempo en el cual el hombre ha vivido sin la ciencia que el tiempo que lleva viviendo con ella. La ciencia nace con una intención, válida en la actualidad, el poder dar respuesta a lo que el hombre mira, oye, siente, etcétera. Desde su origen, la misión de la ciencia ha consistido en proporcionar satisfacto- res al hombre. Los inventos y los descubrimientos han ido encamina- dos a proporcionar mejoras o bienestar a la vida del ser humano. La ciencia nace como resultado, como parte de un proceso no acabado y perfeccionado a cada momento. Ya se ha señalado el hecho de que la ciencia no es la única forma de explicación. Se ha reconocido en este texto que la ciencia es una forma de explicación que coexiste con otras explicaciones míticas y religiosas. La humanidad no comenzó explicándose las cosas dé una manera científica, distaba mucho de hacerlo, sin embargo tenía o pretendía tener explicación de lo que le rodeaba. En un principio el hombre, la humanidad misma, no intentaba explicar lo que veía o sentía, sólo se percataba de la presencia de las cosas. Así, veía la lluvia, el mar, el río, pero no se interesaba por señalar o encontrar sus semejanzas o di- ferencias entre uno y otro fenómeno; las cosas sólo existían, estaban ahí, si acaso para ser usadas por el hombre, pero nada más. Es como el bebé, del que ya se ha hablado, que sólo ve lo que está frente a él, sin intentar de golpe o de primera instancia, explicar lo que observa; sólo presencia lo que está ahí, frente a él.
  • 234. La ciencia 29 La ciencia no ha existido siempre, pasó a través de un largo proceso de experiencia. El conocimiento de las cosas se va formando con el tiempo, el conocimiento no está dado, no existe en ningún lugar, al conocimiento se le debe crear. No siempre se ha sabido lo que hoy se sabe, hoy es posible saberlo, porque hubo un momento en el que se le propuso lle- gar a conocerle. - La experiencia del ser humano se ha dado en varios campos. Así como ya se señaló que el hombre descubre la agricultura y la ganade- ría, también es posible reconocer que estos dos hechos no significa- ran descubrimientos científicos, ya que esto sólo da cuenta del hecho manifiesto, mas no da cuenta de la razón que lo hace ser (de origen y de evolución), el hecho manifiesto de ver una manzana no significa conocer la manzana. Si bien el hombre podía percatarse de que exis- tía el agua, no comprendía la diferencia entre un arroyo, un río o el mar. Las diferencias o semejanzas no le interesaban al hombre en su vivir cotidiano. Cuando el hombre trata de observar, no todo lo que todos ven dia- riamente sino aquello que no se da a la mirada de golpe, es entonces cuando el hombre empieza a encontrar, o por lo menos intenta dar un sentido a las cosas. Cualquiera puede estar observando en este momento un objeto e intentar dar alguna explicación de lo que observa: ¿qué es?, ¿cómo es?, ¿por qué es?, etcétera. La observación ha sido una aliada in- dispensable de la ciencia a lo largo de su historia y, probablemente, fue, en su inicio, la causa del origen de la ciencia. El hombre por necesidad, a lo largo de la historia, ha querido y ha debido conocer, porque el conocimiento ha significado sobrevivencia. Por ejemplo, el hombre en sus orígenes y el hombre no científico de la actualidad observan el cielo, tanto de noche como de día, y han podido advertir diferencias obvias, como el hecho de que el cielo de día presenta un sol y nubes y, probablemente, diversos matices de colores, que van desde el azul hasta el grisáceo, pasando por algunos tonos más bien blancos. El cielo de noche presenta otra serie de características: estre- llas, luna, tonos menos perceptibles de color, etcétera. Así como hoy es posible observar el cielo, también es probable que el hombre, en sus orígenes, se haya percatado de las diferencias y se preguntara el porqué de lo que observaba. Después observa la hierba, los árboles, el pasto y se pregunta una y otra vez el porqué de lo que observa. Más no todos
  • 235. 30 Ciencia, metodología e investigación los hombres reparan o ponen atención, al mismo tiempo, en los mismos objetos o cosas. Cada uno va observando por su cuenta y va sorpren- diéndose de lo que ve, aunque todavía no les sea posible formularse preguntas- claras o precisas; sin embargo, ahí esta la inquietud, la curio- sidad por observar y querer saber, querer conocer. Tanto el hombre del pasado corno el hombre actual no científico, se preguntan cosas sobre el cielo, el mar, la tierra, etcétera. Todos estos fenómenos eran y son observados por diferentes hombres, cada uno observa lo que más le llama la atención, se pregunta, y a la vez, intenta responderse sus interrogantes. Cada uno de ellos ha comenzado obser- vando y, tal vez sin saberlo, sin ser consciente de ello, va acumulando lo observado: lo de ayer, lo de hoy, lo de una semana, un mes o un año. De una primera observación ha pasado a un cúmulo de observaciones. Es probable que otros hombres al percatarse de lo que aquél hace, tam- bién inicien sus observaciones; mas el hombre que ha observado du- rante cierto tiempo, lleva ventaja sobre el hombre que comienza a observar. La ciencia no tiene un origen preciso, comprobado para el hombre actual; es decir, respecto de esto se tienen fechas o periodos más o me- nos aproximados, pero no definitivos. Ya se ha anotado, al inicio de este tema, que es probable que la ciencia haya comenzado su transitar desde que el hombre apareció en la faz de la tierra. También se ha señalado que la ciencia pudo haber tenido como origen probable, la época de la Gre- cia Clásica (siglo v a. C.). O bien, se puede hablar del origen de la cien- cia moderna con Copérnico (1473-1543) o si se prefiere con Galileo (156-i-1642). Pero lo importante, en este caso, no es saber exactamente cuándo, sino cómo, por qué; es decir, cómo y por qué el hombre se ha visto precisado a conocer. El hombre pudo haber comenzado esta larga historia cuando se percató que para sobrevivir necesitaba de la naturale- za. Depender de la naturaleza era temerle o adorarla, cualquiera de estos dos sentimientos despertaron en él la inquietud de querer estar bien con ella, querer seguir sirviéndose de ella. No saber qué cosa es la naturaleza obliga, de una u otra manera a contemplarla y a observarla. La observación paciente y cuidadosa conduce al descubrimiento y con ello al inicio del conocimiento. Comenzar a conocer no significa comprender, entender; sino precisar preguntas. El hombre comenzó a formularse interrogantes, mucho tiempo le Llevó poderse formular pre-
  • 236. La ciencia 31 guntas, después intentaría obtener las respuestas. Actualmente las interrogantes existen, se han diversificado, las respuestas se siguen buscando. Y se buscan porque se les necesita. RECAPITULE  De no existir la ciencia, ¿cuál sería la explicación por usted adoptada con relación al todo laque existe? ¿por qué? EJERCÍTESE  Busque un suceso o fenómeno científicamente explicado y trate de demostrar su veracidad con sus propios argumentos y pruebas. La cienla como producto humano Ya se ha señalado el hecho de que la ciencia es una sistematización y jerarquización de la experiencia humana. La observación humana era transmitida a los hombres desde sus vivencias más cotidianas: la natu- raleza, el hombre mismo, etcétera. Todo lo que rodea al hombre es y era susceptible de ser observado. La observación no es la simple con- templación visual de lo que se tiene enfrente, la observación requiere de atención, mirar despacio, sin prisa. El hombre observa que un ser nace, tiene vida y al transcurrir del tiempo deja de vivir, ya no está. El hombre se mira, se observa a sí mismo a
  • 237. 32 Ciencia, metodología e investigación lo largo de su proceso de vida, y observa el proceso de vida de los que están a su alrededor. El hombre observa que la hierba nace y luego muere. El hombre observa lo que es igual o lo que es diferente a los otros hom- bres. El hombre observa y observa un sinfín de cosas, hechos, o sucesos. El hombre can su capacidad de observación va abriendo horizontes observables; lo mismo observa lo grande que lo pequeño, lo mismo observa con los ojos que con los oídos o las manos. Toda su experiencia es observada. De una generación a otra se va transmitiendo consciente o inconscientemente la observación realizada. Cada hombre que nace no tiene que comenzar a observar desde el Origen, sino desde su propio punto de partida. La humanidad va legando a las nuevas generaciones todas sus observaciones. La ciencia, como es sabido, no ha existido siempre, es una obra humana; es decir, un producto del hombre, por lo tanto, la ciencia no aparece antes que el hombre, sólo después de que éste llega la ciencia puede nacer. Y no solamente la ciencia como una posibilidad de expli- cación del todo, sino, cualquier intento de explicación. Ya se ha mencionado que a la par que existe la ciencia, también existe la magia, la religión, el mito, y se ha consignado el carácter explicativo de estas propuestas. Esto es, cada una de estas perspectivas intenta ser una explicación de todo lo que existe. Precisamente, por ser intentos de explicación, es necesario señalar que cualesquiera de ellos son producto y obra de lo humano. Es decir, el hombre es quien ha construido la magia, es el productor de la religión, el mito no existe sino es el hombre quien le da existencia y, por lo tanto, la ciencia no existe independientemente de la obra humana; es, precisamente, una de sus obras. Ya se ha mencionado al hecho de que es posible que el hombre pueda diferenciar dos tipos de explicaciones, gracias a la lógica que emplee. La lógica facilita la diferenciación entre un tipo de explicación y otro. Recuérdese que se habla de una lógica científica que es diferente a cualquier otro tipo de lógica. La lógica científica comienza a aprenderse casi desde que se nace, desde que el hombre inicia su proceso de socialización. Por ello es posible que, con relativa facilidad, el hombre pueda diferenciar un argumento o sus partes, si cuenta con al menos algunas nociones mínimas de lo que es la ciencia. Desde que el niño comienza su trato con los demás, éstos le van "orientando", le dicen lo que está "bien" y lo que está "mal", le enseñan lo que es permitido y lo que no lo es.