“Carta de Córdoba”, documento por el fortalecimiento de la Universidad pública
1. LAS UNIVERSIDADES PÚBLICAS ARGENTINAS en los 400 años de la
UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA
Nuestra América tiene en más de 500 años, una rica, sufrida y fértil historia, atravesada por el período
colonial iberoamericano, el vórtice independentista seguido de guerras intestinas, acciones imperiales y
conformación de estados, luego el proceso de diferenciación de las nacionalidades de los nuevos
estados nación, conducido por las élites locales herederas de las metrópolis coloniales, posteriormente
los procesos revolucionarios en búsqueda de la justicia social y reconocimiento pleno de ciudadanía, y
por último el período de integración regional y subcontinental en la reunificación de la Gran Nación de
Naciones Latinoamericanas y Caribeñas, heredero del ideario de los Libertadores, recolector de la
voluntad de nuestros Pueblos y prospectivo de los condicionantes de la era del Universalismo.
El período de colonización y evangelización, con sus claros y oscuros, nos dejó una lengua universal, un
mestizaje racial y cultural y una base humanista trascendente, que marca a este lugar en el mundo,
como Continente de la Esperanza. Si bien uno de los continentes más desiguales y asimétricos entre
países y dentro de los países, expresa la voluntad manifiesta de poner a la solidaridad como motor
social, en reemplazo del hedonismo capitalista que, en su reciente conversión en avaricia, amenaza con
devorarse a su propia construcción “civilizatoria”.
De los bienes heredados, quizás uno de los más destacados fue el de las Universidades americanas, que
fueron cuna de formación intelectual de las élites gobernantes, pero a la vez incubaron a muchos
criollos iberoamericanos, que se animaron a comenzar a construir un pensamiento propio desde el “fin
del mundo”. La Universidad de Córdoba, que hoy como UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA cumple
400 años, está entre ellas y fue en su momento fundacional, centro de un pensamiento progresista
encarnado en la visión y misión de desarrollo local e integración, que tenía la Compañía de Jesús.
Después de la expulsión de los Jesuitas de nuestra América, la Universidad se fue cristalizando hasta que
eclosionó un proceso inédito en el mundo, que luego se conoció como “la Reforma del 18”. El ideario
reformista, verdaderamente revolucionario, reflejado en “una vergüenza menos y una libertad más”
implosionó a la vieja Universidad y se extendió por toda América. La reforma se difundió en defensa de
la autonomía universitaria y el cogobierno, como condición de articulación con la sociedad y fue
parapeto de intentos destructores de la Universidad y la República, que en el siglo XX tuvo sólo breves
lapsos de gobiernos populares y nacionales. De todas formas, hubo que esperar algunos lustros para
que la democratización de la universidad pasara de lo formal a lo sustantivamente real, tiempo en el
cual no supo asumir su raigambre nacional y popular, oficiando muchas veces de refugio, por acción u
omisión de intereses antipopulares.
La Universidad Pública Argentina, modelo latinoamericano de educación superior pública, cogobernada,
laica, con libertad de cátedra y con extensión, logró su integralidad como modelo, con el Decreto 29.337
del 22 de noviembre de 1949, que consagró la gratuidad de los estudios superiores.
El sistema universitario argentino cumple hoy, junto con la Universidad Nacional de Córdoba 400 años.
Sus Universidades, creadas en distintas etapas de una extensa historia, desarrollan hoy una tarea
formativa integral en todo el territorio del país, dando vida a un vigoroso sistema cada vez más
asociado, en constante crecimiento y cada vez más comprometido con las comunidades, locales,
regionales y nacional.
Hoy al cumplir 400 años reafirmamos nuestro compromiso, declarando que creemos en:
2. La universalización de la educación superior, porque la educación y el conocimiento constituyen
derechos sociales en la esfera de los bienes públicos, intrínsecos al ejercicio pleno de los derechos
humanos. Por ello, la ampliación de la inclusión social, el fortalecimiento de la conciencia y accesibilidad
a los derechos y la construcción de una ciudadanía democrática, son desafíos centrales para las
instituciones de educación superior. Afianzar la expansión de la matrícula universitaria, creciendo en
diversidad, flexibilidad y articulación; profundizar en los esfuerzos por garantizar la permanencia y la
graduación y construir nuevas oportunidades para la educación permanente, requiere de políticas
activas y de un trabajo que supone su consolidación como política de Estado, en orden a los
requerimientos del desarrollo integral del país.
La innovación y cooperación para la producción y apropiación social del conocimiento científico,
porque entendemos que las universidades deben desarrollar formas creativas de construcción y
apropiación social del conocimiento, propiciando su mejor distribución y accesibilidad, convirtiendo a la
educación en un mecanismo de cohesión, integración y crecimiento, mediante la conformación de
espacios y redes integrados de producción académica cooperativa. Para ello es importante generar
propuestas formativas y de investigación innovadoras y consolidar un espacio articulado de intercambio
de experiencias y capacidades, que respondan a los nuevos desafíos sociales, ambientales, culturales,
científicos, tecnológicos, económicos y políticos que tiene nuestra Nación, para alcanzar una sociedad
más justa e inclusiva con desarrollo sustentable y una mayor integración regional.
El fortalecimiento de una Universidad Pública, Abierta y Democrática, porque la producción y
transmisión de conocimientos, con calidad, pertinencia y relevancia social, tienen que orientarse a la
profundización de la democracia y ponerse al servicio de las construcción de países más justos, social,
ambiental y productivamente desarrollados y por lo tanto soberanos en sus decisiones. Para ello es
necesario promover espacios con mayor y mejor participación y expresión de la ciudadanía. Fortalecer
los vínculos de cooperación, asesoramiento y transferencia de conocimientos y tecnología hacia el tejido
social. Estos objetivos suponen el trabajo común y solidario, que nos lleve a constituirnos en actores
cada vez más relevantes en la construcción de agendas sociales, políticas, económicas y culturales.
La responsabilidad ética y política de las universidades, porque en el ejercicio soberano y responsable
de la autonomía, debemos ser capaces de modificar, en donde haga falta, o construir donde no existan,
las condiciones que afirmen nuestro carácter público, abierto y pluralista, vigorizando la capacidad de
innovación, creatividad y reflexión crítica sobre la dinámica interna. Ello requiere de una agenda abierta
y permanente de debates y consecuentes transformaciones de las subsistentes inercias corporativas,
verificadas en prácticas inadecuadas y autorreferenciadas. Así podremos consolidar el proceso en
marcha, de un círculo virtuoso de enseñanza aprendizaje, producción y transmisión de conocimientos,
vinculación social y productiva, autoevaluación y evaluación de pares para el aseguramiento de la
calidad, acompañado de crecimiento en infraestructura, equipamiento, y crecimiento cuantitativo y
cualitativo de la oferta de educación superior.
En 2010 los rectores integrantes del CIN entregábamos a la Presidenta de los Argentinos y hacíamos
conocer a la sociedad argentina un documento, en conclusión de las actividades de la Agenda del
Bicentenario, conocida como “Desafíos de la Educación Superior: del Bicentenario de la Patria al
Centenario de la Reforma Universitaria”. Hoy ratificamos lo que decíamos al concluir:
“los universitarios somos conscientes de ser beneficiarios de un sistema sostenido con el esfuerzo de
todos los que habitan este suelo. Trabajadores, empresarios, comerciantes, profesionales independientes
y, aún, los sectores más postergados, todos aportan al Sistema Universitario Público Argentino, lo que
nos exige redoblar nuestro compromiso.
3. Así, en este Bicentenario, los universitarios queremos y podemos hacer más. Estamos convencidos que
están dadas las condiciones para continuar e incrementar la interacción con los distintos actores civiles y
gubernamentales. Si articulamos esfuerzos y coordinamos acciones con otros organismos del Estado
Nacional, los Estados Provinciales y los gobiernos locales, así como con las organizaciones
representativas de los distintos sectores de la Sociedad, es posible desarrollar programas, proyectos y
acciones con objetivos claros, metas de impacto verificable y plazos definidos.
Sra. Presidenta de la Nación Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, quienes nos dedicamos a la labor
universitaria estamos formados en los rigores de la academia, pero, también, somos gente apasionada y
esperanzada. Y esta ocasión hace irrefrenable el impulso por dejar que afloren nuestra pasión por la
Argentina y nuestra esperanza de consolidar un país en el que el desarrollo nacional sustentable,
soberano y con justicia social sea posible”.
Córdoba, 19 de junio de 2013