1. Descripción de la imagen:
Esta es una hoya muy vieja, porque está oxidada y es muy antigua, hora se
utilizan hoyas de metal y no con esa forma, ni con tanta capacidad.
Es de un color de metal desgastado, por lo que está negro, y con la parte de
abajo muy oxidada. Tiene cadenas colgadas del asa, que está también muy
oxidada.
2. Más bien parece un caldero de un cuento, porque es el típico con una pócima y
colgado de el techo, con una gran capacidad.
Este fotógrafo a querido transmitir que es una hoya muy antigua, y lo ha
llamado caldero de la abundancia, para darle un toque de fantasía y cuento
de pócimas y comidas grandes en una hoya tan grande.
Historia con esta fotografía:
En un pueblo muy lejano y apartado de la ciudad conocido como Pedrusco,
había una familia muy pobre y sin dinero ni para comer. La familia García
seguía sobreviviendo gracias al pueblo, en el que todos eran muy solidarios y
compartían sus bienes. Todos los días daba un poco de comida a esta familia
cada habitante. Y muy a menudo le traían muebles y adornos para su pobre
casa. Las casas eran muy bonitas, decoradas por fuera de una manera
campestre y tradicional, con flores frescas recién cogidas del campo, puertas
de madera, y paredes pintadas con colores alegres y vivos. Pero la casa de la
familia García era la única diferente, la pared desgastada ni siquiera estaba
pintada, no había puerta, las escaleras se caían cada vez que subías una
planta, y por fuera arruinaba todo el trabajo conseguido durante esos años
del pueblo, causar buena impresión. Se veía todo el pueblo precioso, con
césped por todas partes y casas de tres plantas muy bonitas, pero al mirar
hacia una esquina, la casa de los García estropeaba toda la preciosidad del
pequeño pueblo. Por esta razón el pueblo intentaba arreglarla, pero no había
manera porque el dinero se lo gastaban en comida para los García, y no había
presupuesto para la casa. Poco a poco al pueblo le empezó a faltar dinero
hasta para comer ellos mismos. Entonces empezó a haber hambre y la buena
impresión se fue convirtiendo en algo imposible, ya que, por muy pequeño que
fuera, costaba dinero mantener un pueblo tan bien cuidado.
Al cabo de dos días llegó una señora que se alojó en una casa cercana y
empezó a causar rumores de que era muy rara. Doña Benita vestía ropas muy
pobres, más que ropas, harapos. A menudo llevaba faldas cosidas con trozos
de telas que parecía que los había sacado de un mantel o una cortina. Su
camisa era siempre la misma, blanca, que se había convertido en gris de no
lavarla y usarla todos los días. Tenía dobladillos en el cuello y manga
francesa. Estaba llena de botones que no tenían ninguna función más que
decorar la camisa. Pero en lugar de eso, le daba un toque chapucero y hacía
juego con su pelo, siempre bien cuidado, al contrario que sus ropas. Lo llevaba
trenzado y con botones de colores a cada centímetro. No calzaba zapatos, ya
que el césped aún se conservaba suave y blando. Siempre iba descalza con
3. pulseras en los pies, y unas medias que cualquiera que la viera por primera vez
diría que eran de rejilla, pero en realidad estaban rotas de forma muy
simétrica.
Un día la Doña Benita cogió un megáfono y se puso a hablar con su voz
desconocidamente ronca, porque nadie la había oído antes. Empezó diciendo
amablemente que saliéramos de las casas y prestáramos un minuto de
atención. Así lo hicieron rápidamente los habitantes de Pedrusco obedecieron y
desalojaron las casa. Entonces empezó a hablar:
“Queridos habitantes de Pedrusco, he oído que estáis en un momento difícil
para vuestro pueblo, os falta el dinero para comer, y si no gastaseis tanto en
comida, ¿podríais pagar al casa de los García y volver a cuidar el pueblo? Sé
que sí, que la comida es lo que os arruina. Pues tengo la solución a vuestro
problema.”
Los habitantes se quedaron boquiabiertos, ¿Cómo conocía a los García? ¿Cómo
sabía el problema y la solución del pueblo? ¿Cuál era la solución? Entonces
Doña Benita prosiguió:
“Tengo el Caldero de la abundancia, que proporciona comida de forma
abundante, con calidad, y rápida. Da un cocido con todo tipo de alimentos, es
decir, es completamente nutritivo. Y tiene un sabor que no te cansas nunca de
tomarlo y muy rico para todos. Parece pura magia, pero es seguro, yo misma
lo tomaré primero si así lo deseáis.”
Pero el pueblo Pedrusco se fió en todo momento de la señora, y confiaban
mucho en las personas, no necesitaban prueba alguna ni que ella lo probara,
aquella sería su solución, decidido.
Y en menos de una semana, se puso en práctica la propuesta de Doña Benita,
y todo salió bien a partir de entonces. Para empezar dejaron de mirar de
forma rara a Doña Benita, que se convirtió en la más querida, sobre todo por
los García. Todos comían el cocido del Caldero de la abundancia y no se
cansaban de probar mil veces ese fantástico sabor que provenía de una fuente
inagotable. El pueblo volvió a la normalidad y la casa de los García fue la más
bonita y cuidada. Todos fueron felices.
MARÍA JIMÉNEZ