El documento describe la Escolástica, un método filosófico-teológico desarrollado en Europa medieval. Se divide en tres períodos: formación, apogeo con la labor de la Escuela de Traductores de Toledo, y crisis cuando se puso en duda la síntesis de Santo Tomás entre razón y fe. El documento también resume las obras y pensamiento de Santo Tomás, quien creó uno de los sistemas filosóficos más completos al hacer compatible el aristotelismo con la doctrina cristiana.
Tema 10. Dinámica y funciones de la Atmosfera 2024
La escolástica
1. La Escolástica
Definición y rasgos generales de La Escolástica
La Escolástica es un método especulativo filosófico-teológico desarrollado,
difundido y cultivado en las escuelas de la Europa del Medievo desde el
Imperio carolingio al Renacimiento. Las escuelas filosóficas que albergaron
este pensamiento se localizaron en catedrales y conventos para, más adelante
y en especial durante el siglo XIII, pasar a las universidades.
En una definición más extensa, se conoce como Escolástica al movimiento
doctrinal que, sin emplear el movimiento racional-conceptual que se enseñaba
en las escuelas, se mueve en el mismo entorno y contexto. Buen ejemplo de
esto sería la mística así como buena parte de la filosofía musulmana y judía
que, a lo largo del período señalado, entró en contacto con la filosofía de la
Escolástica propiamente dicha. El movimiento escolástico se manifestaba a
través de dos vertientes: la enseñanza y las formas literarias. La base de la
enseñanza en las escuelas fueron las artes liberales, divididas en el trívium -
gramática, dialéctica y retórica- y el quadrivium -aritmética, geometría, música y
astrología-.
Los programas donde se enseñaban estas materias gozaban de flexibilidad y,
bajo el nombre de dialéctica se enseñaba lógica, práctica y, en general, toda la
materia filosófica y, en la retórica, se incluía también la ética, de acuerdo con la
tradición grecolatina respecto a la teoría porque, respecto al contenido, hundía
sus raíces en la Patrística. Las formas literarias surgieron progresivamente al
socaire de la aplicación de esta enseñanza. De la lectio salieron los
comentarios y, de los comentarios -al Lombardo, a Boecio, al Pseudo Dionisio
y, sobre todo a Aristóteles- nacieron las sumas cuando los maestros,
desembarazándose de esa fuerte dependencia con los libros de texto -Libros
de Sentencias- desarrollaron el corpus doctrinal de una forma libre pero en un
orden más sistemático. De la disputatio, técnica consistente en enfrentar
postulados y sus inconvenientes para llegar a una solución final, constituyendo
el molde de las sumas medievales, por su parte, nacerían las quaestiones que
a su vez se subdividen en Quaestiones disputatae y las Quaestiones
quodlibertades.
2. El espíritu y la mentalidad que sigue la Escolástica puede dividirse en dos
aspectos: auctoritas y ratio. Las autoridades eran sentencias extraídas de la
Biblia, de la Patrística y de los concilios. En filosofía Aristóteles era el filósofo
por excelencia y Averroes el commentator. La ratio, finalmente, se encargaría
de poner en análisis lo recibido por la tradición procurando conciliar las
contradicciones que de hecho surgían, especialmente entre San Agustín y
Aristóteles.
Desarrollo de la filosofía escolástica
La filosofía escolástica se divide en tres períodos: formación, del siglo IX al XII;
apogeo, durante todo el siglo XIII y, finalmente, un período de transición a la
filosofía moderna. El apogeo de la Escolástica se debió en buena medida a la
labor de la Escuela de Traductores de Toledo que difundió las obras de
Aristóteles a través de las traducciones al árabe y al latín. Pese al recelo inicial
con el que fueron acogidas, terminarían por integrarse plenamente en el
conjunto de dicho sistema filosófico. Las universidades y órdenes mendicantes
tuvieron, también, un papel destacado en esta labor difusora. Las
universidades, por la importancia otorgada a la filosofía y a la teología como
cuerpo central de los programas de estudio y, en el caso de los religiosos, por
el afán de ahondar en estas dos disciplinas en busca de alcanzar la plenitud del
sentido al voto de pobreza. No en vano los principales escolásticos serán
dominicos o franciscanos, como es el caso de San Buenaventura.
Los tres períodos en los que se divide la filosofía escolástica tendrán como
núcleo la discusión -disputatio- y de las sumas Dios y la relación dialéctica
entre razón y fe, concibiéndose la filosofía de manera abrumadoramente
mayoritaria como un método de profundización en la fe. Respecto a estos
grandes temas surgen tres posturas: los dialécticos, que creen que la fe ha de
ser demostrada y analizada por la razón. En esta corriente tendremos a Juan
Escoto y Berengario de Tours como autores más destacados.
Otra corriente la conformarán los antidialécticos. Sostenían que la única fuente
de sabiduría era la fe y que la postura dialéctica era un mero reflejo de la
sobrevaloración de la capacidad de la razón humana.
En tercer lugar, había una posición intermedia sería sostenida, de modo
precoz, en el siglo XI por Gerberto de Aurillac y sería la línea continuada por
Santo Tomás a lo largo del siglo XIII. Sostenían los partidarios de la posición
intermedia qué razón y fe son facultades distintas pero que ambas están
llamadas a confluir en la Verdad. Como ambas facultades son obra de Dios, si
los planteamientos de la razón humana eran correctos, no podían diferir de
aquellos que procedían de la fe. De este modo, filosofía y teología son
disciplinas complementarias. La filosofía ayuda a la teología demostrando que
los misterios de la fe serían comprensibles y explicables por la razón. La
teología, por su parte, aportaría conceptos filosóficos nuevos como el de la
Creación o la dignidad del ser humano en el orden moral. De acuerdo con esto,
las verdades reveladas no serían irracionales sino supra racionales.
3. Crisis
La Escolástica entra en crisis a partir del siglo XIV cuando se pone en duda el
pilar central que daba sustento a todo el sistema y unificaba de común acuerdo
a las distintas tendencias existentes en su seno. La síntesis realizada por Santo
Tomás parecía perder fuerza y vigencia, pues si nadie, hasta entonces salvo
los averroístas, negaba la complementariedad de razón y fe, comenzaba a
sostenerse que la razón poseía límites y que estos eran considerablemente
más estrechos que los de lo que cabía pensar entonces.
Escoto señalará que la definición tomista a posteriori, esto es, del efecto a la
causa, no es realmente demostrativa y muchas verdades pueden quedar fuera
del alcance con semejantes planteamientos. El número de proposiciones
teológicas indemostrables, siendo esto así, iría desde los Diez mandamientos
hasta la misma existencia de Dios. La teología dejaría de ser una ciencia al
verse incapaz de resolver cuestiones fundamentales. Pasando a ser un
conjunto de saberes prácticos que, aunque no poseyeran carácter científico,
conducirían a la persona a la salvación de su alma.
Los caminos de la teología y la filosofía comienzan entonces a separarse
progresivamente, no tanto por un desprecio por lo teológico sino, más bien al
contrario, por un respeto reverencial a todo lo que tuviera que ver con este
ámbito. Se pretende segregar la teología de las demás disciplinas por el valor
supremo otorgado a la fe, pues esta disciplina podía quedar contaminada por
otro saber de raíces precristianas como era la filosofía. Mientras los teólogos
desechan el racionalismo por una completa inclinación hacia lo revelado, los
filósofos volcarán su atención en la ciencia y la naturaleza, tendencia que se
mantendrá y reforzará durante la siguiente centuria, hasta desembocar en la
revolución intelectual que dará lugar al Renacimiento y, dentro del contexto de
esta nueva etapa, a la Reforma de la Iglesia.
4. Santo Tomas de Aquino
Santo Tomás (c. 1225-1274) creó uno de los
sistemas filosóficos más completos en la
historia del pensamiento occidental; al modo
de una catedral gótica, con su arquitectura
elegante y racional, espigada hacia el cielo,
cada concepto está en el lugar que le
corresponde, encaja perfectamente con los
demás, los soporta, y en su interrelación da
lugar a un modelo del mundo pocas veces
igualado por otra filosofía. Claro seguidor de
Aristóteles, Santo Tomás logra de un modo
sorprendente hacerlo compatible con
la doctrina cristiana, razón que sin duda explica el éxito que pronto tuvo en toda
la cultura cristiana medieval y moderna. No es menor mérito de Santo Tomás el
equilibrio que parece lograr entre la razón y su ejercicio y la fe y su práctica; los
dos ámbitos le interesaron, aunque, sin duda, el motor de su extraordinario
esfuerzo filosófico fue la experiencia religiosa que siempre le acompañó. Por su
relevancia e influencias en la historia de la filosofía y, más aún, por mostrarnos
una posibilidad del pensamiento (acercarse a lo sagrado y absoluto), Santo
Tomás es un filósofo imprescindible para todo aquél que se atreva a pensar
con radicalidad la vida humana y el mundo.
Las fuentes de la síntesis tomista
La filosofía de Santo Tomás es tributaria de una larguísima tradición histórica. En
algún sentido puede decirse que el tomismo nace de la confluencia de las
grandes corrientes de pensamiento que cruzaron la antigüedad y el Medievo:
platonismo y aristotelismo, helenismo y arabismo, paganismo y cristianismo, sin
olvidar otras corrientes secundarias, como la filosofía hebrea. Habiendo nacido en
un momento histórico bien concreto y teniendo el sello cristiano medieval, el
pensamiento de Tomás de Aquino es un pensamiento esencial y dialogante. No le
importó enfrentarse a los prejuicios de su tiempo y se mostró siempre abierto a
toda aportación valiosa, dando acogida a toda partícula de verdad, sin importarle
que ésta procediera de filósofos paganos, griegos, hebreos o musulmanes. Ese
era el auténtico espíritu de Tomás de Aquino y, probablemente, una de sus más
valiosas herencias. Su obra constituye un esfuerzo por integrar en un
sistema simple, pero coherente, el legado de sus antecesores. En este sentido,
conviene señalar que su pensamiento no es la simple suma de elementos de sus
predecesores, sino que constituye un sistema propio cuya nota distintiva y original
es su noción filosófica del ser, la cual recorre y vertebra el conjunto de su
pensamiento.
5. El pensamiento de Aquino partía de la superioridad de las verdades de la fe, sin
embargo, ello no le impidió presentar a la filosofía como un modo de conocimiento
plenamente autónomo capaz de por un lado, concordar armónicamente con la
teología y, por el otro, de tratar de forma independiente los más diversos aspectos
de la realidad.
Se puede analizar su pensamiento de acuerdo a dos etapas:
Primera (1245–1259).
En este período predominan las influencias Platónicas (Avicena y Alberto Magno)
y las neoplatónicas (Agustín de Hipona y el Pseudo Dionisio).
Entre las obras más importantes de esta etapa podemos destacar: los
comentarios a las obras de Pedro Lombardo, Boecio (Sobre la Trinidad), el
opúsculo titulado De ente et essentia y el libro primero de la Suma contra
Gentiles. La función de esta obra era servir de apoyo a los predicadores que
tenían que discutir con judíos y musulmanes, valiéndose de argumentos
racionales y filosóficos sin tener que basarse sólo en la fe.
Segunda (1259–1273).
Sin cambiar su pensamiento precedente, domina en el filósofo el
pensamiento aristotélico, logrando una síntesis entre platonismo y aristotelismo.
Así comenta ampliamente la Ética a Nicómaco.
En este momento la universidad de París atraviesa un momento de gran
inestabilidad que se manifiesta en la pugna entre franciscanos, de orientación
agustiniana, y los dominicos, con fuertes influencias aristotélicas.
Tomás de Aquino realiza en esta etapa toda una síntesis de los problemas
filosóficos más discutidos (fe–razón, creación, política). Entre sus obras podemos
destacar: finaliza la Suma contra los gentiles, cuestiones disputadas sobre el mal,
sobre el alma, opúsculos contra los averroístas, como De aeternitate mundi y
el De unitate intellectus. La obra más importante de Tomás de Aquino es
la Summa Theologiae(1265–1272), en la que logra una sistematización entre
teología y filosofía.
Razón y fe
Santo Tomás de Aquino replanteará la relación entre la fe y la razón, dotando a
ésta de una mayor autonomía. El punto de partida externo de la filosofía de Santo
Tomás fue la necesidad de distinguir la razón de la fe, y también la de ponerlas
de acuerdo.
6. La teoría del conocimiento
Santo Tomás no se ocupó específicamente de desarrollar una teoría del
conocimiento, del modo en que se ocuparán de ello los filósofos modernos. Al
igual que para la filosofía clásica, el problema del conocimiento se suscita en
relación con otros problemas en el curso de los cuales es necesario aclarar en
qué consiste conocer. En el caso de santo Tomás esos problemas serán
fundamentalmente teológicos y psicológicos. Por ser el hombre punto de
intersección entre lo meramente corporal y lo espiritual, su modo peculiar de
conocer tiene una doble vertiente: por una parte, gracias a su cuerpo, el hombre
parte de los sentidos para adquirir conocimiento; pero por otra, gracias a su
intelecto, el hombre puede abstraer de las cosas sensibles sus formas o esencias
inteligibles, y remontarse así al mundo espiritual. El proceso del conocimiento se
da bajo la cooperación estrechísima de alma y cuerpo.
Una metafísica del ser
La mayor parte de la metafísica tomista procede de Aristóteles, pero la necesidad
de conciliar el aristotelismo con el cristianismo le llevará a introducir una nueva
estructura metafísica, utilizada ya por Avicena, y que constituye uno de los
aspectos más originales de su filosofía: la distinción entre "esencia" (essentia) y
"ser" (esse). También recurrirá a las teorías platónicas de la participación, de la
causalidad ejemplar y de los grados del ser. Analogía, causalidad y participación
vertebran y configuran su metafísica del ser.
La existencia de Dios
La existencia de Dios no es evidente para el hombre, por lo que necesita ser
racionalmente demostrada. Tomás de Aquino lleva a cabo dicha demostración a
través de cinco vías o caminos que son argumentos "a posteriori": parten de las
criaturas como efectos y se remontan a Dios como Causa a través de la analogía
y la causalidad. Las vías tienen una estructura parecida: el punto de partida es un
hecho de experiencia que es considerado metafísicamente; aplicación de la
causalidad al punto de partida; imposibilidad de proceder al infinito en la serie de
las causas; como término final se concluye la existencia de Dios bajo una
formalidad concreta. En este sentido: la primera vía parte de la experiencia del
movimiento y llega a Dios como Primer Motor Inmóvil; la segunda vía parte de la
experiencia de la causalidad eficiente, y concluye la existencia de Dios como
Primera Causa Incausada; la tercera vía parte de la generación y corrupción, y
culmina en Dios como Ser Necesario por sí mismo; la cuarta vía tiene su punto de
partida en los diferentes grados de perfección que encontramos en los entes y
llega a Dios como Ser sumamente perfecto, Acto Puro o Ser por esencia;
finalmente, la quinta vía, parte de la experiencia de la finalidad de las cosas y
llega a la existencia de Dios como Inteligencia ordenadora del mundo.
7. La esencia de Dios
Dios es incomprehensible, en cuanto que su esencia trasciende o excede la
limitación del entendimiento humano. Pero, a pesar de que nuestra inteligencia no
pueda abarcar toda la realidad divina, Dios sí que puede ser conocido por el
hombre: es cognoscible. Para Santo Tomás, nuestro conocimiento de Dios tiene
un carácter analógico cuyo fundamento es la analogía ontológica que se
establece entre Dios y las criaturas. El nombre más propio de Dios es el de Ipsum
Esse Subsistens (Mismo Ser Subsistente), que constituye su constitutivo formal o
atributo fundamental del que se derivan todos los demás.
La creación y el orden
La creación no debe entenderse, en Santo Tomás, como una emanación de Dios
ni como una necesidad suya: Al igual que el resto de los filósofos medievales
tributarios de la tradición cristiana Santo Tomás afirmará la creación "ex nihilo" (de
la nada); es decir, la creación del mundo mediante un acto de Dios totalmente
libre, radical y originario. Santo Tomás ofrece una visión jerárquica y piramidal de
la realidad creada. La jerarquía de los seres vendrá dada por la mayor o menor
simplicidad de estos, es decir, por su mayor o menor cercanía al puro ser de Dios.
El hombre, cuerpo y alma
La doctrina tomista acerca del hombre difiere de la agustiniana y se fundamenta
en la concepción aristotélica, la cual tratará de conciliar con creencias básicas del
cristianismo como son la inmortalidad del alma y la creación. En línea con el
hilemorfismo, afirma que el hombre está compuesto de materia y forma. La unión
entre alma y cuerpo no es accidental, sino sustancial. El hombre es un compuesto
sustancial de alma y cuerpo, representando el alma la forma del cuerpo. El cuerpo
constituye el principio de individuación; el alma le da al hombre su condición en
cuanto tal. Frente a la afirmación de algunos de sus predecesores de que existen
en el hombre varias formas sustanciales, como la vegetativa y la sensitiva, Santo
Tomás afirma la unidad hilemórfica del hombre: el ser humano constituye una
unidad en la que existe una única forma sustancial, el alma racional, que informa
inmediata y directamente a la materia prima constituyendo el compuesto
"hombre". Desaparecen así el alma vegetativa y sensitiva, pero no la racional, que
tiene ser en sí misma. Cada alma humana es creada individualmente por Dios. La
subsistencia e inmaterialidad del alma son las características esenciales del alma,
a partir de las cuales demuestra su inmortalidad. Por otra parte, también cabe
destacarse que Tomás de Aquino considera al hombre como persona: adopta la
definición de Boecio de persona como "substancia individual de naturaleza
racional" que concibe como "lo subsistente en la naturaleza racional".
8. La Ética
Tomás de Aquino concibe la ética como la ciencia que considera el orden que la
razón humana introduce en los actos de la voluntad. Dicho orden se establece
con vistas al fin último de la vida humana; viene expresado por ley moral, y se
realiza a través de las virtudes morales.
La teoría política
La filosofía jurídica y política de Santo Tomás se desarrolla en torno a la idea de
la justicia legal recibida de Aristóteles y el concepto agustiniano del orden.
Probablemente una de sus más importantes aportaciones al pensamiento político
sea la formulación y explicitación de su célebre definición de la ley como
"disposición de la razón para el bien común promulgada por quien tiene el cuidado
de la comunidad".
La repercusión posterior ejercida por Tomás de Aquino ha sido inmensa y se
comprueba ya que su doctrina fue prácticamente el pensamiento oficial de la
iglesia durante muchos siglos.