2. “Cisne Negro” no es una película centrada en el
mundo del baile, es un grandioso conglomerado
de escenas que perturban a un personaje que
resulta tan inocente, y a la par, oscuro, con la
profundidad de la obsesión como telón de fondo.
Darren Aronofsky firma una de sus mejores
películas, y da vida a una historia que, sin el
surrealismo del director, compaginado a la
perfección con esas incansables tomas de la faz
y el llanto moral de la gran Natalie Portman, se
quedaría en un thriller pobre , sin calidad artística.
Darren logra centrar el argumento de manera que a diversos públicos le puede
resultar placentera esta compleja historia , caracterizada por el uso de los elementos
visuales cuya iluminación es una metamorfosis continua. Además, Darren consigue
formar su propio “Lago de los cisnes”, tras el escenario, que, probablemente, sea el
objetivo del film, cuya continuación se mantiene gracias a escenas sin similitudes,
anexas unas de otras, sin mezclar la trama, sin rebuscarla y sin provocar la ausencia
de diálogos ni personajes.
Probablemente, el error más remarcable de la película sea la poco trabajada
caracterización del personaje de Beth (Winona Ryder), papel que toma la importancia
similar a la de un cameo repetitivo, y puede que esta sea la razón de tal hecho. Aún
así, tal como un fallo no se puede definir, pues Darren logra adaptar la mente del
espectador a su más que conseguido ambiente de frialdad y oscuridad, de modo que
nos permite realizar nuestro juicio mental sobre el personaje. Con respecto al reparto,
Natalie Portman, exuberante en un papel con matices morales, eróticos y muy
profundos a nivel del análisis de su comportamiento, que logra eclipsar a sus
compañeros de reparto, como Vincent Cassel, pero sin embargo, deja emerger a la
irresistible Mila Kunis, quien no llega a hacerle sombra a nivel artístico, pero si
Aronofsky buscaba el exteriorizar la belleza, lo consigue gracias a la famosa actriz
de “Aquellos maravillosos 70”.
No se puede obviar la banda sonora de Clint Mansell, llena de claros homenajes a la
obra sobre la que se ciñe parte del argumento de la película (El lago de los cisnes),
resultan monótonos e impresionantes,
y cuando el telón de este film se
cierra, no podemos evitar recordar
como la orquesta clausura la obra de
manera magistral.
Esta película ha de verse sin prejuicios
a la temática de la misma, pues, al fin
y al cabo, queda reducida a las finas
hojas de papel de un libro, que, como
todos sabemos, no narra una historia,
pero en ellas es plasmada.