Este protocolo establece los pasos a seguir en el tratamiento de un síndrome de ojo rojo doloroso, comenzando con el diagnóstico y tratamiento inicial en atención primaria. Si es necesaria una evaluación especializada, el paciente es derivado a oftalmología. Allí se determina el tratamiento requerido, que puede incluir cirugía o medicamentos. Una vez resuelta la patología, el paciente es dado de alta o contrarreferido a atención primaria para controles.