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El COMBATE NA VAL DE SAN NICOLÁS
181 1 - 2 DE MARZO - 1911
Al virtuoso pueblo de San Nicolás
de los Arroyos.
EL AUTOR.
La primera escuadrilla nacional
La revolución de Mayo, cuyo centenario ha celebra-
do, tan jubilosamente el pueblo argentino con el home-
naje de todos los pueblos cultos de la tierra, había
lanzado sus pregoneros de libertad armados con las
armas de la razón y de la justicia á difundir sus prin -
cipios políticos emancipadores á todos los rumbos; y
muy poco después la Banda Oriental del Uruguay ardía
revolucionariamente, Chile se sublevaba contra sus
opresores, el Alto Perú abría sus puertas á nuestros
ejércitos laureados en Suipacha, Castelli ocupaba sus
ciudades más opulentas y fusilaba en sus plazas públi-
cas á sus mandones, en tanto que Belgrano se batía
gallardamente entre los bosques y los esteros del Pa-
- 6 —
raguay ¡ Qué hermoso y colosal incendio de princi-
pios, ideas y pasiones generosas para fundir cadenas y
ennoblecer pueblos !
La situación afligente de este ilustre ciudadano, ge -
neral improvisado porque la patria se lo exigió, recha -
zado en la acción de Paraguarí el 19 de Enero de 1811,
obligaba á aportarle protección á la brevedad posible, y
esta circunstancia hizo apresurar los aprestos de la
escuadrilla que hacia meses dispusiera la Junta de Go-
bierno armar para sostener en las aguas, con la mis -
ma decisión que sus soldados l o hacían en tierra, la
autoridad que le delegara el pueblo soberano y los no -
bles principios políticos que le daban vida.
Don Francisco de Gurruchaga, (1) diputado de Salta,
fue encargado por la Junta de activar el apresto de la
escuadrilla; y fue tanta y tan eficaz su dedicación que
pocos días después se mecían en las aguas del Plata
tres naves listas para entrar en operaciones:
Bergantín 25 de Mayo, 18 cañone s, 108 hombres de
tripulación; Comandante Hipólito Andrés Buchard; 2°
Comandante Manuel Suarez;
Goleta Invencible, 12 cañones, 66 hombres; Comandan-
te Juan Bautista Azopardo; 2° Comandante José Diaz
Edrosa.
(I) Nobilísimo salter io, de patriotism o tan ardoroso como
abnegado, fue en la tierra de su cuna, uno de los factores más
importantes de la rev olución de Mayo. Pueblos como aquel
que da tales hijos á la patria, merecen la consideración más
distinguida; y a pesar de ello, no sabemos que se haya honrado
debidamente á Salta en el varón ilustre que sacrificó á la glo -
ria y á la libertad del paí s todo su bienestar. La armada nacio -
nal, que ha honrado á quienes la deshonraron, no ha tenido
justicia para Gurruchaga.
7
Balandra América, 3 cañones, 26 hombres; Comandante
Angel Hubac; 2° Comandante Juan Francisco Díaz.
¡Qué bautismo genial por lo profético : América
invencible el 25 de Mayo
La Junta resolvió con el propósito ya dicha de re-
forzar á Belgrano y de impedir la fuga de los buques
del Paraguay que temía se produjera en caso de triun-
far sus armas, que las naves nombradas remontaran el
Paraná y se situaran á inmediaciones del Colastiné
donde debían ser apoyadas por una batería construida
en la costa.
Nombrado Azopardo Comandante en jefe de la expe-
dición, recibió, con sus patentes de teniente coronel, la
orden de zarpar á su destino; y con efecto, el 10 de
febrero del año predicho, poco después de las 12 m.
levaba el ancla con rumbo á Martín García.
De las instrucciones reservadas que llevaba Azopar-
do, subscriptas por Saavedra y cinco miembros de la
Junta, lo más interesante á nuestro objeto es el conte-
nido de los artículos VI y VII: 'Teniendo noticia el go -
bierno que el bergantín Cisne y otro más de guerra,
»han salido de Montevideo, convoyando dos lanchas que
»van cargadas de fusiles y municiones en auxilio del
»Paraguay, procurará el Comandante de nuestros buques
»de fuerza, si sabe de ellos, no atacarlos hasta que,
»bien entrados en el río Paraná, se les inutilice la re-
»tirada que podrían hacer á la Colonia, ú otro de los
,puertos de la Costa Oriental, burlando nuestros es-
fuerzos.
»Encontrándose nuestras fuerzas navales con las ya
'indicadas de Montevideo, entrarán precisamente en
,>combate , con ellas y le continuarán hasta hacerlos
presa; procurando antes perecer que permitir se le
escapen,'ó caer en sus manos prisioneros».
- 8 —
—9—
El 20 de febrero tenia conocimiento el gobierno por
un patrón de lancha llegado ese día á nuestro puerto
que había sido reconocido en aguas del Paraná por el
jefe de un buque del apostadero de Montevideo que con
siete naves remontaba aquel río y con los cuales iba,
sin duda, en auxilio del Paraguay; y sin pérdida de mi-
nutos se le anunciaba á Azopardo tan interesante no -
vedad para que tomara las medidas que las circunstan-
cias aconsejaran.
Nuestra escuadrilla estaba fondeada el 24 frente á
San Nicolás, un poco más de legua hacia arriba, cuan-
do recibió aviso del comandante militar del puerto, don
Miguel Herrero, que los buques enemigos pasaban por
San Pedro, noticia que les decidió á esperarlos allí,
apoyándose en una bateria que se improvisaría en la
ribera, sobre las altas barrancas.
A la espera....
En 1897 tuvo la fortuna D. Augusto S. Mallié de en-
contrar en el riquísimo Archivo General de la Na -
ción, de que es empleado, archivo tan injustamente ol -
vidado por el gobierno como por nuestros estudiosos
que empiezan á descubrirlo y á darse cuenta que no
necesitan mandar copiar á España lo que tienen aquí,
á la mano, en la plaza de Mayo, tuvo la fortuna repito,
porque lo fue, de encontrar el proceso original manda-
do incoar por la Junta para esclarecer la conducta de
los combatientes en San Nicolás. Dicho proceso, cuya
sentencia trasmití á mi distinguido amigo D. Alejandro
Rosa para que la publicara en su precioso libro Estu-
dios Numismáticos — Medallas y monedas de la
Re pública Argentina, fue ordenado por la Superioridad
el 5 de Abril contra Buchard, Suarez, Hubac, Diazy co-
menzó el 9 por la declaración de algunos marineros del
«25 de Mayo» que estaban detenidos en la cárcel. A
continuación de las declaraciones, ratificaciones, careos,
confesiones, etc. se agregan como piezas aclaratorias de
importancia los diarios de navegación llevados por Bu-
chard y Manuel Suárez , segundo en el «25 de, Mayo»;
y por Juan Francisco Díaz, segundo en la «América»,
que explican detalladamente todas las novedades desde
el día que se les avisa la proximidad del enemigo hasta
las últimas incidencias del combate que puso tan trágico
final á nuestra primera empresa naval. Tomando de esos
documentos las noticias más interesantes á nuestro
objeto, especialmente de el diario de Suárez que es más
puntualizado y cuya verdad ratifican sin discrepancia
los otros, puede reconstruirse la versión argentina de
aquellos momentos de angustiosa ansiedad que prece-
dieron al choque y del heroico cuanto desgraciado es -
fuerzo después, que mediaron entre el 26 de febrero y
2 de marzo, que fue el de la catástrofe gloriosa; y com-
pletaremos esta, para no excusar elementos de juicio,
con la versión de los combatientes españoles porque, de
exprofeso, no queremos dar un dato ni una opinión que
no pertenezca ó proceda de los actores de la dramática
escena, de los que la pintaron con su sangre, la ilumi-
naron con su heroísmo ó ensombrecieron con sus pe -
queñeces de alma !....
La escuadrilla había llegado el 25 de Febrero á la vuelta
que llaman de « Montiel » y no pudiendo montarla
por ser el viento contrario fondeó á las 12 m. A las
2 de la tarde fue avistado un bote que atracó á la na-
ve capitana, siendo portador de oficios para el jefe,
quien enterado de ellos ordenó al patrón de uno de
los botes pasara á la balandra y al bergantín á preve-
nir á sus comandantes que se les necesitaba en la go-
ft
-11—
-10—
leta. Inmediatamente se trasladaron á ella Buchardo y
Hubac, donde se les comunicó que se había recibido
un oficio de San Nicolá s en que su comandante militar
decía haber recibido aviso del gobernador de San Pe -
dro noticiándole que á las 8 de la mañana había pasa -
do por allí una escuadra española de las fuerzas de
Montevideo, compu esta de siete buques armados en
guerra y dos al pa recer de tránsito. De la junta resul -
tó, predominando las opiniones de Azopardo, la decisión
de esperar al enemigo á la defensiva, situándose en
paraje más apropiado, para lo cual se levó anclas y de-
jandose llevar más abajo á favor de la corriente, die -
ron fondo á un cuarto de legua al sud de San Nicolás
en un punto en que el rió se enagosta frente á la is -
la Chica. Sobre la margen izquierda, en la isla, amarró
Buchard su bergantin y en la margen opuesta lo hizo
la goleta cerca de la barranca, á su popa se acoderó
la balandra.
Esta disposición era desacertada pues el enemigo al
romper sus fuegos sobre la goleta enfilaba también á
la balandra, de manera que con una sola mira domina-
ba ambos buques, quedando obstaculizado por aquella
el campo de tiro de esta.
El segundo comandante de la balandra hizo notar á
su capitán la situación desventajosa en que quedaban
pero solo obtuvo como repuesta, que obedecía á
órdenes superiores. Serian aproximadamente las 5 1 2
de a tarde. En el resto de la noche no hubo novedad.
Al siguiente día , 26, el Comandante del bergantín se
traslada á la 1 y 32 á la goleta con la idea de hablar
con Azopardo y recibir las órdenes á que debía dar
cumplimiento.
Al pisar cubierta se encontró con el capitán Hubac
y el Comandante Militar de San Nicolás, quienes fue-
ron notificados que se había resuelto establecer una
ba te ría en tierra, co mpuesta de cuat ro piezas de á
ocho sacando dos del bergantín y dos de la goleta, de -
biéndose esperar para ejecutar el proyecto el anuncio
que trajeran dos bomberos que á caballo fueron despa-
ch ad os á lo larg o de la costa pa ra avis ar lo s mo vi -
mientos y situación de la escuadra enemiga.
El 27 á las 6 de la mañana el comandante militar de
San Nicolás manda una partida de obs ervación con las
mismas instrucciones y el mismo itinerario que los bom-
beros del día anterior.
A las 8 conferencian Buchard y ',Azopardo para po -
nerse de acuerdo en el nombramiento de la persona
que debía mandar la batería de tierra.
A las 4 y 30 llegó uu chasque con la noticia de que
los enemigos se hallaban á la altura del paraje deno -
mina do "Las Hermanas" po r lo que po co despu és
el comandante ordenó bajar laartillería.
Del 25 de Mayo se sacaro n los do s ca ñones de po-
pa con 100 cartuchos, 100 balas, 48 palanquetas, 48 de
metralla, 100 tacos y los juegos de armas correspon-
dientes, haciendo otro tanto con dos cañones del «In-
vencible» sacados de sus bandas y con la misma dota-
ción de municiones, quedando establecida la batería á
las 9 de la noche.
Estaban en la tarea de montar la batería, cuando lle-
gó un chasque del comandante D. Gregorio Cardoso,
del arroyo de Pavón, ofreciendo un refuerzo de hom-
bres montados, armados de sables y algunos con fusi-
les.
A las 6:30 de la mañana del 28 de febrero se avista
la escuadra contraria, desde los topes de la escuadri-
lla, por lo que se tocó zafarrancho de combate.
A las 5.30 de la tarde fondeaba en línea de batalla
-12—
á dos tiros de cañón de la escuadrilla de Buenos Aires
mandando inmediatamente un parlamentario, afirmando
previamente sus insignias ambos bandos.
En la «Invencible» ocurrió un altercado entre el Co -
mandante militar de San Nicolás y el Comandante Azo -
pardo, pues este se negaba á recibir el parlamentario
exponiendo que dada la superioridad del enemigo, las
instrucciones que traería, serian única y exclusivamente
intimar la rendición incondicional de la escuadrilla. A
su vez manifestaba el otro, que siendo tratados como
insurgentes, en la hipótesis de que vencieran los espa -
ñoles, los estragos que harían en el pueblo serian gran-
des; pero sus doctrinas y reflexiones no tuvieron la
suficiente fuerza de convicción, para hacer variar al
Comandante Azopardo, de resolución.
Terciando en la discusión Buchard dijo: Que ya que
estaban tratados como insurgentes, era de opinión de
que se le recibiera, pero para remitirlo bien ama -
rrado á Buenos Aires; Que ésta actitud les demostraría
la firme resolución de no dar cuartel y les impondría
respeto al enemigo.
Nuevamente insistió el Comandante de San Nicolás
manifestando que, aún se ignoraba para quien era el
parlamento á lo que replicó el Comandante Azopardo
dando por terminada la conversación; «Que mientras tu-
viera pólvora y balas pelearía al enemigo y que el pue-
blo de San Nicolás no sería desamparado; sellando su
heroica resolución con el hecho de izar la bandera ro-
ja que afirmó con un cañonazo, en señal de que el
duelo era á muerte.
Convencido el parlamentario de que no seria recibi-
do, se largó en dirección al «Belen,,, á cuyo costado
atracó momentos después.
—13—
Durante la noche, de solemne expectativa, todos per-
manecieron en sus puestos de combate.
A las 6 y 30 a. m. del 1° de Marzo, el Capitan Bu -
chard pasó á la nave capitana en donde estuvo hasta las
7 a. m. regresando nuevamente á bordo de su buque
porque los enemigos habían situado detrás de la isla,
una lancha en observación de la escuadrilla.
A las 7 y 45 a. m. estando bajo el tiro de cañón se le
hizo fuego, con una carronada del «25 de Mayo», que se
apuntó sirviéndose de las indicaciones de un guía co-
locado en la cofa de trinquete porque los árboles de la
isla interceptaban la visual á los artilleros. La goleta
le dirigió también 5 ó 6 cañonazos con muy buena pun-
tería. La lancha enemiga abandonó el punto de obser-
vación.
Esa mañana llegó parte de la tropa ofrecida por Car-
doso, milicianos de campaña, mal armados. Durante el
dia se arboló la bandera roja al tope en señal de no
admitir parlamento y que la situación se resolve ría á
sangre y fuego.
A las 7 a. m. fuerte turbonada del N. O. El «25 de
Mayo» rompió las cadenas de las anclas y garreó; con-
siguieron fondear una á estribor y largándose por un
calabrote á popa, varó sobre la isla.
El Combate
El tiempo, que la noche anterior habla sido malo,
amaneció en calma y templado, así que á las 5 de la
mañana empezó la tarea de zafar al «25 de Mayo» que
después de hora y media de rudo trabajar fue puesto á
flote y llevado á ocupar su anterior posición.
A las 7 el enemigo larga su paño, iniciando el ataque
á las 7 y 20 con el bergantín «Cisne» á la cabeza, po-
-14—
—15—
niéndose á tiro con el «25 de Mayo». Rompen simultá -
neamente sus fuegos, izando las insignias y las bande -
ras rojas.
Una hora después el «Cisne» pierde su pico de mesa -
na, llevando en su caíd a la bandera, que después tras-
lada al mastelero de gávia, y media hora más tarde el
enemigo rech azado y en reti rad a es arrastr ado por la
corriente, varando en la misma posición que ocupaba
en la mañana.
El «Belen » le substitu ye é igual mente desgraciado.
ejecuta la misma maniobra con id én ti co s resultados,
yendo á varar á poco s metro s y por la popa de aq uel .
Co n él se retir an los falu chos. El entusi asmo estall a á
bordo de nuestra escuadrilla y se exterioriza con po -
tentes gritos dei mueran los tiranos!
A las 10 a. m. conferencian abordo de la goleta, Azo -
pardo y Bu chard resp ecto á la fo rma de atacar al en e-
mi go en la dep lo ra ble si tu ac ión en que se en cuen tra,
imposi bil it ad o de mo verse y por lo tanto de co mbat ir
con eficacia.
Azopardo so st ien e la id ea de per manecer en la s po-
siciones á la defensi va por si intentan los enemigos re-
peti r el ataq ue, en que en re alidad no cree, por est ar
varados y serles contrario el viento, circunstancias que,
á su ju icio , les co lo ca en la situ ac ió n de ven cidos sin
otro recu rso que en tr egarse á la clemencia de su s ven-
cedores.
El Capitan Buchard, le hizo presente al Comand ante
que, teniendo el enemigo triplicado número de fuerzas,
apro vech arí a la prime ra oportunid ad , para venirse al
abordaje; Que ya bahía visto el pánico que se había
ap oderad o de lo s in gleses que tr ip ulaban la balan dra,
les que al solo amago del «Cisne» sehabían arrojado
agua para salvarse. Sus reflexiones no pararon aquí,
pues hizo también referencia, á la poca disciplina que
había abordo y concluyó pidiéndole qu e aprovechando
la ocasión de encontrarse varados y completamente
cruzad os y por lo tanto imposi bil it ad os de to do movi -
miento, como de hacer uso de sus cañones de proa,
debían ser batidos en aquellas circunstancias; que había
también notado la superioridad de la pólvora, pues
mientras los proyectiles del «25 de Mayo» excedían en
mu cho á, la distancia que los separaba del «Cisne) este
casi no llegaba á su contrario.
La fuer za de estas razones in fluen ciab an favorab le -
mente el ánimo del Coma ndante Az opardo para con -
vencerlo de la excelencia del plan del Capitán y ya se
disponía á obrar, cuando apareció en cubierta el segun-
do Co mandante de la «Invencible» D. Jo sé Di az Edro -
sa. Quien, ebrio y llorando, hacia protestas á fu ertes
vo ces de responsabil id ad de to do cu an to re su lt as e de
adverso, escena de vergonzosa cobardía que aumentó la
falta de ánimo que se notaba en la tripulación, pu es si
los gefes se amilanaban, no era posible exigir firmeza..
á los subalternos.
La actit ud desa forad a de Edro sa co ntu rb ó el án imo
de Azopardo po r la indignación ju stís imo qu e ta l cu a-
dro produjo en su ánimo varonil; y la insistencia de
Buchard, que tanto contrariaba sus opiniones, contribu-
yó á que estallara su enojo.
La confe rencia ter mi nó á grito s, sin poders e poner
de acuerdo aquellos valientes, con terrible desmedro de
los intereses de la patria que á poco contemplaba sacri-
fi cados est éri lme nte á la obcecaci ón de quien por no
saber ser jefe en la hora suprema sufrió horrorosos
martirios en las mazmorras deltirano!
Por este ti empo en la baterí a hab ían ocu rr id o nove-
dades. Don Angel Hubac, Comandantede la balandra
ti
-16—
había dejado á su segundo Juan Francisco Díaz á cargo
de ella mientras él pasaba á tierra á hacerse cargo del
comando de la batería, sin que nadie sepa por instruc -
ciones de quien obró.
Pareciole mal, sin duda, que estuviese situada allí, y
de mota propio ordenó el trasla do de dos de las pie-
zas, cinco ó seis cuadras río abajo, sobre las mismas
barrancas.
Con estas dos piezas rompió un fuego nutridísimo
sobre los buques españoles, pero infructuoso, pues no
alcanzaba á dañarlos, mientras ellos trabajaban con
ardor para zafarse.
Posteriormente, ordenó al despensero, que trajera las
dos piezas que quedaron á su cargo y se formó la ba-
tería tomando alguna insignificante parte en el combate
que se empeñó más tarde.
Suárez al conocer lo que antecede pidió permiso á su
capitán para pasar á la goleta con el fin de ver si ob-
tenia lo que él no había podido. Concedido se dirigió
en una lancha primeramente á la balandra para hablar
con Díaz de la misión que lo llevaba y solicitar su opi-
nión y cooperación.
El Comandante Azopardo se paseaba sobré cubierta
cuando al pasar Suárez en dirección de la balandra le
preguntó que por qué no se ponían á la vela y ataca-
ban, que las probabilidades de éxito estaba n de parte
de la escuadrilla, á lo que respondió que pensaba seguir
un poco más adelante, bajo la punta que ocupaba la ba-
tería, y lo autorizó para que el bergantín se situara en
la otra banda, sobre otra punta que había más adelante.
Enseguida Suárez se dirigió á la balandra, á la que ayu-
dó á levar un ancla de popa para quedar en condiciones
de maniobrar en el acto. Durante un momento de con-
versación, Díaz se quejaba amargamente de su tripula--
17—
ción que lo abandonó cuando el ataque de la mañana y
se mostró más conforme cuando supo la determinación
del Comandante, pues se entreveía que atacarían.
De regreso de la balandra á la goleta, Suárez se en-
contró que el Comandante y el segundo estaban en
tierra; interrogó al Contramaestre si se habían dado
órdenes para maniobrary obtuvo contestación negativa.
Mientras tanto pudo observar el espíritu decaído de
los tripulantes con el triste ejemplo dado por su se -
gundo comandante Díaz Edrosa, por lo que resolvió
emplear alguna familiaridad comiendo con ellos, obte -
niendo con su conversación y sus consejos retemplarlos
algo.
Al poco rato llegó á la goleta el segundo comandante
de la balandra para conocer la última determinación del
comandante Azopardo; pero cansados de esperar se re-
tiraron á sus respectivos buques, observando que los
enemigos largando paño zafaban de su peligrosa situa-
ción y amenazaban un segundo ataque. ¡ Se había per-
dido un tiempo precioso 1
A las tres de la tarde el «Belen, pasa por la batería
sin recibir daño alguno de ésta porque sus, cañones no
pueden bajar la puntería y los mismos puntos salientes
de la barranca se lo impiden. El «25 de Mayo» lo reci -
be con sus fuegos de proa á medio tiro de pistola; una
hora después, sigue la fusilería obrando sobre el «Be -
len» y la artillería sobre el «Cisne» que también ataca-
ba apoyado de los faluchos.
Parte de la tripulación de la balandra abrumada por
el peligro se arroja al agua. Su jefe y algunos tripu -
lantes hacen fuego por la espalda á los cobardes.
Media hora más tarde. el «Belen» se dirige á la «In-
vencible » y la abraza con sus fuegos que Azopardo
contesta con el mayor vigor; pero su segundo, que ha
— 1 8 —
sido herido, colma la ignominia de su conducta arroján-
dose al agua y arrastrando parte de la tripulación en
su miserable fuga.
A la balandra se le dispersa la poca gente que le
quedaba. Y con su bodega anegada y un rumbo de bala
á proa su segundo la abandona con el tiempo preci-
samente necesario para no caer prisionero.
El «Belen» mantiene con brío terrible sus fuegos de
cañón sobre la batería y sobre el «25 de Mayo», y los
de fusilaría sobre la «Invencible» que lucha con impon-
derable gallardía. En tanto el «25 de Mayo» responde
con el fuego de su fusiles la al «Belen» y al «Cisne»,
como á los faluchos, con su cañón de proa. Viendo su
jefe que en aquella situación no es posible alcanzar la
victoria, que la balandra ha apagado sus fuegos y la
heroica «Invencible» agoniza agobiada por la fuerza in-
contrarrestable del adversario intenta un último es -.
fuerzo para, por lo menos, morir con más honra y da -
ñando al enemigo en cuanta fuera posible. Intenta vi -
rar su buque cortando sus amarras para echarse arras -
trado por la corriente sobr e el enemigo y darle el abra -
zo de muerte; pero la maniobra se ejecuta con poco
acierto, la proa se enfanga y queda el buque atrave -
sado, á merced del adversario, sobre el cual, á pesar
de todo, escupe sus últimos cañonazos.
Los demás buques llegan á tiro de fusil del «25 de
Mayo»; parte de su tripulación pasa al castillete de
proa para hacer fuego y con tan buen acierto lo ejecutan
que uno de los faluchos no puede resistir y al abando -
nar el teatro de la lucha vara sobre la isla, donde se
le hace blanco con un tarro de metralla que le produce
bajas numerosas, y quebrándole su palo único. Un se-
gundo disparo, desmonta el cañón del falucho mayor
Obligándole á quedar al pairo detrás del bergantín que
combatía,
—19-2
El «Cisne » avanza hasta confundirse las voces de
mando de los buques lidiadores; los soldados empiezan
á abandonar el «25 de Mayo»; corre Suárez y en
compañía de Buchard hacen fuego sobre los fugitivos
matando á dos de ellos, conteniendo el desbande momen-
táneamente. Vuelve Suárez á proa buscando la victoria
en un disparo salvador, si consigue desarbolar el con -
trario: se apresura el artillero, la mecha arde y con la
mira mal tomada sale el tiro sin dañar al adversario.
En momentos que cargaba otra vez la pie za, un sol-
dado de Patricios le anuncia que Buchard, mecha en
mano va á descender á la santa bárbara para volar el
barco. Suárez corre, llega á tiempo, arranca la mecha
de manos de su capitán, la arroja al agua impidiendo
que sucumbieran estérilmente mayor número de bravos.
Ya no hay remedio. ni esperanza. El combate está
perdido y los pocos que quedan abordo serán presa del
enemigo. Las armas diseminadas en cubierta son arro -
jadas al río y los escasos marineros se arrojan al agua
por la amura de babor, en demanda de la costa, bajo
una lluvia de balas que les envia el «Cisne» y llegan á
tierra en momentos que se desbandan los soldados de
la batería.
En _ese instante Azopardo, el indomable Azopardo,
contaba á sus bravos, después de hora y media de com-
bate al arma blanca, y solamente encontraba ocho ile-
sos de los cincuenta con que iniciara la lucha. Deses-
perado, pretende volar su buque, pero ante el ofreci -
miento honrosísimo del enemigo de respetar su vida y
su de coro, acepta el héroe y entrega su espada !....
Gloria !
-20—
La versión española
En la noche del 28 de febrero de 1811 logró Roma -
tate amarrarse en la parte E. de la isla del Tonelero y al
amanecer avistó los buques de la Junta que se ha-
llaban acoderados en el Canal que forma la isla de San
Nicolás con sus barrancas. Llamados á bordo de la Ca-
pitana los comandantes, se decidió, de acuerdo con la
opinión de Romarate, atacar al enemigo contra y no á
favor de la corrie nte para poder utiliza r con más
tiempo y ventajas la artillería gruesa del «Belen» y del
«Cisne».
Dada la vela, á las 8 a. m. dobló la isla del Tonelero
con proa al 0. S. 0. y á las 12, vencidas muchas difi-
cultades, se amarró la división á la parte 0. de la isla
como á dos tiros de cañón del adversario.
A las 4 de la tarde despachó el alferez de navío don
José Aldana, comandante del falucho San Martín , en
calidad de parlamentario. No fué recibido por el ene
migo. Se decidió entonces abordarlo.
El adversario, al siguiente día, alzó bandera roja. A
1 as 7 1/2 salió Romarate á reconocerlo y como se le
hiciera fuego de cañón regresó después de obtener lo
que se proponía. El viento no le permitió moverse hasta
el día siguiente á la mañana. A las 8 dió la vela con
viento del sud, y comenzó á batirlo. recibiéndolo tam-
bién muy vivo, tanto de los buques como de cuatro
cañones que disparaban desde la barranca. Al hacer una
maniobra, la corriente de proa los aconchó sobre el
placer de la isla; el «Belen» logró zafar poniendo sus
aparejos en facha y el «Cisne» tendiendo espías, sufriendo
el fuego del adversario que le metió cuatro balas en el
cascoaparejo.
A las 3 de la tarde, después de zafar de la varadura
se puyó á la vela con el inte nto de abordar á los ad -
versarios haciéndoles fuego vivísimo de cañón y fusile-
ria. El «Balen», de mayor andar, logró abordar la gole -
ta (Invencible) cerca de un cuarto de hora antes que
el «Cisne» abordara al bergantín (25 de Mayo), sin em-
bargo de haber forzado vela para conservar la mayor
unión. Rendido el bergantín, cargaron sobre la goleta,
dirigiendo el abordaje el comandante del « Belen » don
José Maria Robion ayudado por una lancha armada bajo
la conducta del teniente de Artillería de milicias de
Buenos Aires D. Sebastian Riera. Rendidos los buques
manió al alterez de navio Aldana, con D. Joaquin Tos-
quella que lo era de fragata y el capitán de artilleria
D. Juan Pedro de Cerpa, para apoderarse de los caño
nes que habian sido abandonados en la barranca.
La defensa de la goleta, obstinada como fue, al paso
que dio gloria á sus vencedores, causó la dolorosa per-
dida de once muertos y diez y seis heridos, entre ellos
muy grave, el alferez de artillería de transporte don
Ramon Suarez, que estaba expuesto á perder una pier
na.
Segun sus noticias los enemigos, á quienes había to
mado 62 prisioneros de tropa, habían perdido 36 hom-
bres entre muertos y heridos, sin contar un sinnúmero
de ahogados.
La bizarria, valor y subordinación con que se había
conducido toda la tripulación era digna de encomio, imi-
tando la de lo s comandantes D. Manuel Clemente y
D. José María Robion, tenientes de fragata, y á sus
segundos D. José Argandoña y D. - Torlbio Pasalagua,
alfereces de fragata; á los de los faluchos D. José Alda-
ua, alferez de navio, y D. Joaquin Tosquella, alferez
de fragata, así como los oficiales de artilleria de trans-
-22—
port e D. Ju an Pe dr o de Ce ra , D. Es te ba n Jo sé de
Ciris y D. Sebastian Riera, que con el capitán de in-
fanteria D. Luís José de Saá , ocuparon dignamente sus
puestos, como los pilotos D. Mariano Hernandez y Ge-
rónimo Romero, el aventurero Isaac Trápani y los ci -
rujanos José Rodríguez y Diego Moreno á todos los
cuales recomendaba por su conducta á la consideración
de la superioridad.
La justicia de los contemporáneos
Buenos Aires, 20 de Mayo de 1811
»Vista la causa sumaria, actuada por el capitan don
»José de la Peña, Juez Fiscal, sobre la pérdida de los
»buques de guerra en el combate tenido con los de
»Montevideo en las aguas de San Nicolás de los Arro -
yos. Y resultando que la mala disciplina y desórden
»con que se condujo el comandante Mr. Batista, (1) en la
»impericia de sus disposiciones y la imprudencia en no
»haber querido batir á las baxeles enemig os, estando
«barados, causó originariamente el éxito desgraciado
»por el general desaliento y disgusto en que cayó la
»tropa y tripulación de que provino la dispersión de
»l a ge nte y la ni ng un a de fe ns a que hi zo á pe sar de
»los esfuerzos, y energía de los demás capitanes y del
»valor y denuedo con que defendió su buque el espre -
»sado comandante Mr. Bautista, con todo lo demás que
»manifiesta el proceso,. se declara que dicho coman-
dante no podrá ni deberá ser empleado jamás en man-
»do alguno, pudiendo solo servir subordinado. Se desa -
prueba así mismo la conducta del capitan segundo de
»la goleta D. José Diaz Edrosa por la cobarde y desa-
(1) D. Juan Bautista Azopardo.
»forada oposición que hizo al dictamen de los capitanes
«del Bergantin «25 de Mayo» y la Balandra que clama -
»ban porque se batiese al enemigo luego que varó sobre
«la Isla, cuya tenaz contradicción fué sin duda la que
»decidió á Mr. Bautista, á negarse á una medida que
probablemente habría asegurado la victoria, y se le
»condena al referido Diaz Edrosa, á no poder en lo su-
»cesivo obtener empleo en el servicio: á los marineros
>Juan Justo. Irlandes, y Juan Luis, Ingles, que pocos
«dias antes del combate hicieron fuga llevándose el bo-
te del Bergantin se les condena á diez años de Presi-
»dio, exonerándoseles de la pena capital por no haberse-
«les leido las leyes penales; y al Contra-maestre y cua-
»tro marineros de la balandra que contra las órdenes
»de segundo capitán que la mandaba, abandonaron el
>buque, estando en la acción y bajaron á servir la bate-
»da de tierra, se condena á quatro años de Presidio:
»Absolviendo de todo cargo á los capitanes 1.° y 2° del
Bergantin D. Hipolito Bouchard y D. Manue Suarez y el
«1.° y 2.° de la Balandra D. Angel Hubac y D. Juan
Francisco Diaz, lo mismo qne al comandante militar de
«San Nicolá s de los Arroyos D. Miguel Herr ero, á
»quien se restituye en su empleo, con declaración de
»haber desempeñado respectivamente su deber con valor
«zelo y actividad, habiendo los referidos Bouchard y
»Suarez y Diaz 2.° de la Balandra no dejado sus bu-
«ques sinó en los últimos momentos, en que se vieron
'>enteramente desamparados de su gente, y para no caer
>prisioneros; se absuelven igualmente todos los demás
>marineros é individuos de la tripulación y tropa que
«se pondrán en libertad, á excepción de los expresados
»antes y con respecto al Cabo Juan de Dios
Reyes y «los veinte y siete que le siguieron y
constan de la razón de 60 en criminal fuga que
ejecutaron al prin-
-24—
cipiar la acción sin embargo del fuego que se les hizo
para contenerlos por el capitan Bouchard, á efecto
>de que sean condignamente castigados con todo el ri -
gor de las penas en que se hallan incurros, se les for -
mará nueh o proceso, como á reos ausentes, sirviendo
«e l actual de cabeza, y se hará saber para la execu -
»ción y cumplimiento. Saavedra, Matheu, Alagon, Olmos,
»Molina, «Campana». (1)
Los héroes
JUAN BAU TISTA AZOPAR DO: Nació en la ciud ad de
Senglea, isla de Malta, el 10 de febrero de 1774. Halla-
base en Mo nte video en clase de Teniente en el co rsa -
rio español «Dromedario» cuando to mó parte en las
operaciones de la primera invasión inglesa batiéndose á
las órdenes de Liniers en la Reconquista e n 1806 y
posteriormente en la segund a invasión dirigida por Wi-
telo cke distinguiéndose po r su valor y pericia mili tar,
como lo cert ifi có con mu y honro so s concep to s el Ca -
bildo de Buenos Aires.
Estallada la revolución de Mayo, púsose, como se ha
visto , co n la más noble dec isió n á su servi cio y cayó
en manos del enemigo después de su bravía defensa de
la «Invencible».
Desde Montevideo, dice en unos interesantes apuntes
»fui conducido á la península donde estuve preso en la
»C oruña, Fer ro l, Cádiz y al últ imo en Ceuta por esp a -
»cio de diez años, sufriendo las más horrorosas prisio
(1) Esta es la tercera vez que se publica esta sentencia : la
primera en el libro del Sr, Rosa, como queda dicho, y la se-
gunda en «La Prensa» (Agosto 20 de 1903) tomada de dicho li
bro, artículo titulado: «La primera batalla naval»,— 2 5 —
»nes en cárceles y castillos, de calabozo en calabozo,
»encerrado sin luz, sin comunicación. confundido entre
»los hombres más fascinerosos y criminales, cargado de
»hierros y casi desn udo, agotado de to do recu rs o, en
»el más dep lorable estado de miseri a, ab andonado de
»todo el mundo, tratado de insurgente por no haber ne-
»gado jamás de ser americano, con el carácter firme de
»un verdad ero in su rgen te á la mo narq uía esp añ ola y
»teniendo siempre la desgracia de que fueran vanas to
»das mis tentativas para salir de mi horrorosa situa-
»ción.»
El gobierno argentino le hizo llegar en cuanto le fué
posible sus socorros y consuelos á su prisión mi sma
por intermedio de nuestro benemérito compatriota don
Andrés Arguibel que tan nobles servicios prestó en Es-
pañ a á la causa de nu estr a libertad, y el cu al se empe-
ñó por la de Azopardo hasta obtenerla después de la
Revolución de Riego en 1820.
Regresado á Buenos Aires en el mismo añoy reco-
nocidos sus servicios por el gobernador D. Martín Ro-
driguez, le hizo extender despachos de Teniente Coro-
nel y destinado como segundo jefe de la escuadrilla que
debía operar contra los anarquistas de Entre Rios.
En 1824 Rivadavia le hizo extender patentes de Co-
ronel graduado.
Durante la guerra con el Brasil sirvió á las órdenes
de Brown.
Durante la tiranía de Rosas vivió retirado del servi-
cio activo, olvidado de todos, hasta su fallecimiento el
27 de Octubre de 1848.
HIPÓLITO ANDRÉS BUCHARD: Nació en Marsella en
1785. Estando en el Río de la Plata cuando estalló la
revolu ción de Mayo ofreció sus servicio s al gobierno
que lo destinó, como se ha visto, de je fe del bergantín
«25 de Mayo«.
-26—
Todos los historiadore s argentinos le han acusa -
do injustamente de cobardía ó por lo menos de irre -
solución en el ce le brado combate de San Nico lás.
La luz, felizmente se ha hecho disipando tan cruel error.
Ingresó poco después á «Granaderos á Caballo», don -
de no tenían cabida los flojos de ánimo, y zahumó su
flamante uniforme con el humo de San Lorenzo donde
quitó bravamente la bandera al enemigo. No tuvo que
rehabilitar allí su fama: la confirmó.
Reorganizada la armada nacional, tomó parte en el
crucero que Brown dirigió en el Mar Pacifico, en 181,5 y y
16, mandando el «Halcón» y como segundo de aquel.
Después del ataque á Guayaquil, se separó de su jefe y
decidió cruzar los mares por su cuenta. Recibió de su
almirante la fragata «Consecuencia» que bautizó con la
gloriosísima denominación de «La Argentina» y co -
menzó su fabuloso crucero en los mares del mundo. Su
armador, D. Vicente A. de Echevarria, publicó en 1819
la Historia de su crucero extractando el parte oficial de
Buchardo. Combatió á los negreros de Madagascar,
batió á los piratas de Macasar, bloqueó la isla de Lu -
zón (Filipinas), rescató •en Hawai la corbeta argentina
«Chacabuco» que había robado su tripulación subleva-
da en el Mar Pacífico y que habian vendido al rey Ka -
mea-Mea, soberano de las islas Sandwich, y á quien
hizo reconocer la independencia de la Nación Argenti -
na; tomó por asalto las fortificaciones de Monterrey
(California), atacó y venció á los españoles en el Rea-
le jo (Nicaragua) y, cansado de hazañas, se dirigió á
Val paraiso donde la codicia de Lord Cochrane se in-
cautó violentamente de su buque y presas. Poco después
tomó parte con San Martín en la campaña libertadora
del Perú y terminada la guerra de la independencia, se
dedicó en aquel país á la explotación de la caña de
—27—
azúcar y pereció asesinado por sus peones en 1843.
«En el espacio de dos años» dice el general Mitre,
»refiriendo sus hazañas á bordo de la «Argentina», li-
bertó esclavos, castigó piratas, estableció bloqueos, di -
»rigió combates, negoció tratados, asaltó fortificaciones,
«dominó ciudades, forzó puertas y terminó su odisea en
«una' prisión.» ....
JACINTO DE ROMARATE: Nació en Sodupe (Vizcaya)
y sentó plaza de guardia marina en 1792. Hizo la cam-
paña de 1793 contra la República francesa enc ontrán-
dose en varias acciones de guerra en la ocupación del
puerto de Tolón. Hizo viajes á Argel, costas de Valen -
cia, Cataluña, Sicilia, Islas Baleares y Puerto Rico. En
1806 fue enviado nuevamente á América, quedando agre-
gado al Apostadero de Montevideo y ya como teniente
de fragata.
Concurrió á la reconquista de Buenos Aires con Li -
niers siendo herido, por lo que ascendió á teniente de
navio en 24 de febrero de 1807; asistió á la gloriosa de-
fensa de la misma ciudad en julio de ese año, en cuyos
combates también se distinguió y ascendió á capitán de
fragata el 23 de noviembre.
Estallada la revolución de Mayo fugó de Buenos Ai -
res á Montevideo, y allí cooperó á hacer abortar la re-
volución que los patriotas preparaban en esa ciudad
co ntra el dominio español. En ese año vino á bloquear
á Buenos Aires y poco después, en febrero de 1811, se
le encomendaba- la campaña sobre el Paraná que termi-
nó con el valeroso golpe del 2 de marzo, por cuya ac -
ción fue ascendido á Capitan de navío y se le concedió
la cruz de la Marina, laureada.
En 17 de Marzo de 1814 fue batido por el almirante
Brown en la isla de Martín García y obligado á refu -
giarse en el río Uruguay, donde hubiera sido reducido
-28—
por las armas de la pa tria á no mediar la protección
que le dispensó Fernando Otorqués, segundo de Arti -
gas que, como es sabido, acababa de traicionar la causa
de la patria frente á las murallas de Montevideo. Allí,
en el arroyo de la Ch ina, rechazó, el 28 de Marzo un
ataque de la escuadrilla Argentina, combate en que el
heroico Miguel Espino, tan criminalmente olvidado por
la marina nacional, hizo volar su buque antes de ren -
dirse .
Caido Montevideo, Romarate no pudo continuar la
resistencia y se rindió el 22 de julio de ese año, un mes
después que aquella plaza.
De regreso en España fue ascendido á Brigadier en
1815, cuya efectividad alcanzó en 1819, desempeñando
la Comandancia naval de Santander. En 1820 fue nom-
brado Comandante general de dicha provincia y poste-
riormente del Departamento de Cádiz. En 1822 fue nom-
brado Ministro de Marina, que desempeñó hasta el mes
de agosto y dimitió por la sublevación de la guarnición
de Madrid en julio de ese año. En 1830 fue elegido por
la provincia de Vizcaya diputado á Cortes. y la reina le
elevó á la alta jerarquía de Jefe de escuadra el 11 de
junio de 1835 y falleció en Madrid el 27 de agosto de
ese año, gozando del cariño y respeto de sus compa-
triotas.
Tal fue el vencedor de nuestros heroicos marinos en
las aguas de San Nicolás el 2 de marzo de 1811, cuyo
nombre y mérito recordamos con justicia en el Cente-
nario de la bravía pelea.
La justicia póstuma
Gloria eterna á los héroes!
Gratitud noble y sin medida á los que cayeron por
nuestra libertad. Les debemos el mayor bien á que el
hombre puede aspirar en la tierra: EL BIEN DE SER LI-.
BRE!
Admiración para los que, honrando la causa á que
servían, se honraron á sí mismos peleando con braveza,
sin esquivar el pecho al golpe contrario, sin parpadear
siquiera ante el amago brutal de la muerte.
Consideración respetuosa para los valientes enemi-
gos que entonces nos vencieron, porque ellos también
cumplían con su deber peleando por su patria, nuestra
madre España, que compartiendo con nosotros las ho-
ras jubilosas del centenario de nuestra independencia
ha sancionado ante el mundo con insuperable hidalguía
la justicia con que entonces la combatimos y obligado
con ello los sentimientos más exquisitos del alma ar-
gentina.
Y en nombre de la Patria libre, grande y gloriosa
olvido generoso y eterno para los que la olvidaron en
la hora de la prueba!
—29—

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Combate Naval de San Nicolás de los Arroyos

  • 1. e El COMBATE NA VAL DE SAN NICOLÁS 181 1 - 2 DE MARZO - 1911 Al virtuoso pueblo de San Nicolás de los Arroyos. EL AUTOR. La primera escuadrilla nacional La revolución de Mayo, cuyo centenario ha celebra- do, tan jubilosamente el pueblo argentino con el home- naje de todos los pueblos cultos de la tierra, había lanzado sus pregoneros de libertad armados con las armas de la razón y de la justicia á difundir sus prin - cipios políticos emancipadores á todos los rumbos; y muy poco después la Banda Oriental del Uruguay ardía revolucionariamente, Chile se sublevaba contra sus opresores, el Alto Perú abría sus puertas á nuestros ejércitos laureados en Suipacha, Castelli ocupaba sus ciudades más opulentas y fusilaba en sus plazas públi- cas á sus mandones, en tanto que Belgrano se batía gallardamente entre los bosques y los esteros del Pa-
  • 2. - 6 — raguay ¡ Qué hermoso y colosal incendio de princi- pios, ideas y pasiones generosas para fundir cadenas y ennoblecer pueblos ! La situación afligente de este ilustre ciudadano, ge - neral improvisado porque la patria se lo exigió, recha - zado en la acción de Paraguarí el 19 de Enero de 1811, obligaba á aportarle protección á la brevedad posible, y esta circunstancia hizo apresurar los aprestos de la escuadrilla que hacia meses dispusiera la Junta de Go- bierno armar para sostener en las aguas, con la mis - ma decisión que sus soldados l o hacían en tierra, la autoridad que le delegara el pueblo soberano y los no - bles principios políticos que le daban vida. Don Francisco de Gurruchaga, (1) diputado de Salta, fue encargado por la Junta de activar el apresto de la escuadrilla; y fue tanta y tan eficaz su dedicación que pocos días después se mecían en las aguas del Plata tres naves listas para entrar en operaciones: Bergantín 25 de Mayo, 18 cañone s, 108 hombres de tripulación; Comandante Hipólito Andrés Buchard; 2° Comandante Manuel Suarez; Goleta Invencible, 12 cañones, 66 hombres; Comandan- te Juan Bautista Azopardo; 2° Comandante José Diaz Edrosa. (I) Nobilísimo salter io, de patriotism o tan ardoroso como abnegado, fue en la tierra de su cuna, uno de los factores más importantes de la rev olución de Mayo. Pueblos como aquel que da tales hijos á la patria, merecen la consideración más distinguida; y a pesar de ello, no sabemos que se haya honrado debidamente á Salta en el varón ilustre que sacrificó á la glo - ria y á la libertad del paí s todo su bienestar. La armada nacio - nal, que ha honrado á quienes la deshonraron, no ha tenido justicia para Gurruchaga. 7 Balandra América, 3 cañones, 26 hombres; Comandante Angel Hubac; 2° Comandante Juan Francisco Díaz. ¡Qué bautismo genial por lo profético : América invencible el 25 de Mayo La Junta resolvió con el propósito ya dicha de re- forzar á Belgrano y de impedir la fuga de los buques del Paraguay que temía se produjera en caso de triun- far sus armas, que las naves nombradas remontaran el Paraná y se situaran á inmediaciones del Colastiné donde debían ser apoyadas por una batería construida en la costa. Nombrado Azopardo Comandante en jefe de la expe- dición, recibió, con sus patentes de teniente coronel, la orden de zarpar á su destino; y con efecto, el 10 de febrero del año predicho, poco después de las 12 m. levaba el ancla con rumbo á Martín García. De las instrucciones reservadas que llevaba Azopar- do, subscriptas por Saavedra y cinco miembros de la Junta, lo más interesante á nuestro objeto es el conte- nido de los artículos VI y VII: 'Teniendo noticia el go - bierno que el bergantín Cisne y otro más de guerra, »han salido de Montevideo, convoyando dos lanchas que »van cargadas de fusiles y municiones en auxilio del »Paraguay, procurará el Comandante de nuestros buques »de fuerza, si sabe de ellos, no atacarlos hasta que, »bien entrados en el río Paraná, se les inutilice la re- »tirada que podrían hacer á la Colonia, ú otro de los ,puertos de la Costa Oriental, burlando nuestros es- fuerzos. »Encontrándose nuestras fuerzas navales con las ya 'indicadas de Montevideo, entrarán precisamente en ,>combate , con ellas y le continuarán hasta hacerlos presa; procurando antes perecer que permitir se le escapen,'ó caer en sus manos prisioneros».
  • 3. - 8 — —9— El 20 de febrero tenia conocimiento el gobierno por un patrón de lancha llegado ese día á nuestro puerto que había sido reconocido en aguas del Paraná por el jefe de un buque del apostadero de Montevideo que con siete naves remontaba aquel río y con los cuales iba, sin duda, en auxilio del Paraguay; y sin pérdida de mi- nutos se le anunciaba á Azopardo tan interesante no - vedad para que tomara las medidas que las circunstan- cias aconsejaran. Nuestra escuadrilla estaba fondeada el 24 frente á San Nicolás, un poco más de legua hacia arriba, cuan- do recibió aviso del comandante militar del puerto, don Miguel Herrero, que los buques enemigos pasaban por San Pedro, noticia que les decidió á esperarlos allí, apoyándose en una bateria que se improvisaría en la ribera, sobre las altas barrancas. A la espera.... En 1897 tuvo la fortuna D. Augusto S. Mallié de en- contrar en el riquísimo Archivo General de la Na - ción, de que es empleado, archivo tan injustamente ol - vidado por el gobierno como por nuestros estudiosos que empiezan á descubrirlo y á darse cuenta que no necesitan mandar copiar á España lo que tienen aquí, á la mano, en la plaza de Mayo, tuvo la fortuna repito, porque lo fue, de encontrar el proceso original manda- do incoar por la Junta para esclarecer la conducta de los combatientes en San Nicolás. Dicho proceso, cuya sentencia trasmití á mi distinguido amigo D. Alejandro Rosa para que la publicara en su precioso libro Estu- dios Numismáticos — Medallas y monedas de la Re pública Argentina, fue ordenado por la Superioridad el 5 de Abril contra Buchard, Suarez, Hubac, Diazy co- menzó el 9 por la declaración de algunos marineros del «25 de Mayo» que estaban detenidos en la cárcel. A continuación de las declaraciones, ratificaciones, careos, confesiones, etc. se agregan como piezas aclaratorias de importancia los diarios de navegación llevados por Bu- chard y Manuel Suárez , segundo en el «25 de, Mayo»; y por Juan Francisco Díaz, segundo en la «América», que explican detalladamente todas las novedades desde el día que se les avisa la proximidad del enemigo hasta las últimas incidencias del combate que puso tan trágico final á nuestra primera empresa naval. Tomando de esos documentos las noticias más interesantes á nuestro objeto, especialmente de el diario de Suárez que es más puntualizado y cuya verdad ratifican sin discrepancia los otros, puede reconstruirse la versión argentina de aquellos momentos de angustiosa ansiedad que prece- dieron al choque y del heroico cuanto desgraciado es - fuerzo después, que mediaron entre el 26 de febrero y 2 de marzo, que fue el de la catástrofe gloriosa; y com- pletaremos esta, para no excusar elementos de juicio, con la versión de los combatientes españoles porque, de exprofeso, no queremos dar un dato ni una opinión que no pertenezca ó proceda de los actores de la dramática escena, de los que la pintaron con su sangre, la ilumi- naron con su heroísmo ó ensombrecieron con sus pe - queñeces de alma !.... La escuadrilla había llegado el 25 de Febrero á la vuelta que llaman de « Montiel » y no pudiendo montarla por ser el viento contrario fondeó á las 12 m. A las 2 de la tarde fue avistado un bote que atracó á la na- ve capitana, siendo portador de oficios para el jefe, quien enterado de ellos ordenó al patrón de uno de los botes pasara á la balandra y al bergantín á preve- nir á sus comandantes que se les necesitaba en la go- ft
  • 4. -11— -10— leta. Inmediatamente se trasladaron á ella Buchardo y Hubac, donde se les comunicó que se había recibido un oficio de San Nicolá s en que su comandante militar decía haber recibido aviso del gobernador de San Pe - dro noticiándole que á las 8 de la mañana había pasa - do por allí una escuadra española de las fuerzas de Montevideo, compu esta de siete buques armados en guerra y dos al pa recer de tránsito. De la junta resul - tó, predominando las opiniones de Azopardo, la decisión de esperar al enemigo á la defensiva, situándose en paraje más apropiado, para lo cual se levó anclas y de- jandose llevar más abajo á favor de la corriente, die - ron fondo á un cuarto de legua al sud de San Nicolás en un punto en que el rió se enagosta frente á la is - la Chica. Sobre la margen izquierda, en la isla, amarró Buchard su bergantin y en la margen opuesta lo hizo la goleta cerca de la barranca, á su popa se acoderó la balandra. Esta disposición era desacertada pues el enemigo al romper sus fuegos sobre la goleta enfilaba también á la balandra, de manera que con una sola mira domina- ba ambos buques, quedando obstaculizado por aquella el campo de tiro de esta. El segundo comandante de la balandra hizo notar á su capitán la situación desventajosa en que quedaban pero solo obtuvo como repuesta, que obedecía á órdenes superiores. Serian aproximadamente las 5 1 2 de a tarde. En el resto de la noche no hubo novedad. Al siguiente día , 26, el Comandante del bergantín se traslada á la 1 y 32 á la goleta con la idea de hablar con Azopardo y recibir las órdenes á que debía dar cumplimiento. Al pisar cubierta se encontró con el capitán Hubac y el Comandante Militar de San Nicolás, quienes fue- ron notificados que se había resuelto establecer una ba te ría en tierra, co mpuesta de cuat ro piezas de á ocho sacando dos del bergantín y dos de la goleta, de - biéndose esperar para ejecutar el proyecto el anuncio que trajeran dos bomberos que á caballo fueron despa- ch ad os á lo larg o de la costa pa ra avis ar lo s mo vi - mientos y situación de la escuadra enemiga. El 27 á las 6 de la mañana el comandante militar de San Nicolás manda una partida de obs ervación con las mismas instrucciones y el mismo itinerario que los bom- beros del día anterior. A las 8 conferencian Buchard y ',Azopardo para po - nerse de acuerdo en el nombramiento de la persona que debía mandar la batería de tierra. A las 4 y 30 llegó uu chasque con la noticia de que los enemigos se hallaban á la altura del paraje deno - mina do "Las Hermanas" po r lo que po co despu és el comandante ordenó bajar laartillería. Del 25 de Mayo se sacaro n los do s ca ñones de po- pa con 100 cartuchos, 100 balas, 48 palanquetas, 48 de metralla, 100 tacos y los juegos de armas correspon- dientes, haciendo otro tanto con dos cañones del «In- vencible» sacados de sus bandas y con la misma dota- ción de municiones, quedando establecida la batería á las 9 de la noche. Estaban en la tarea de montar la batería, cuando lle- gó un chasque del comandante D. Gregorio Cardoso, del arroyo de Pavón, ofreciendo un refuerzo de hom- bres montados, armados de sables y algunos con fusi- les. A las 6:30 de la mañana del 28 de febrero se avista la escuadra contraria, desde los topes de la escuadri- lla, por lo que se tocó zafarrancho de combate. A las 5.30 de la tarde fondeaba en línea de batalla
  • 5. -12— á dos tiros de cañón de la escuadrilla de Buenos Aires mandando inmediatamente un parlamentario, afirmando previamente sus insignias ambos bandos. En la «Invencible» ocurrió un altercado entre el Co - mandante militar de San Nicolás y el Comandante Azo - pardo, pues este se negaba á recibir el parlamentario exponiendo que dada la superioridad del enemigo, las instrucciones que traería, serian única y exclusivamente intimar la rendición incondicional de la escuadrilla. A su vez manifestaba el otro, que siendo tratados como insurgentes, en la hipótesis de que vencieran los espa - ñoles, los estragos que harían en el pueblo serian gran- des; pero sus doctrinas y reflexiones no tuvieron la suficiente fuerza de convicción, para hacer variar al Comandante Azopardo, de resolución. Terciando en la discusión Buchard dijo: Que ya que estaban tratados como insurgentes, era de opinión de que se le recibiera, pero para remitirlo bien ama - rrado á Buenos Aires; Que ésta actitud les demostraría la firme resolución de no dar cuartel y les impondría respeto al enemigo. Nuevamente insistió el Comandante de San Nicolás manifestando que, aún se ignoraba para quien era el parlamento á lo que replicó el Comandante Azopardo dando por terminada la conversación; «Que mientras tu- viera pólvora y balas pelearía al enemigo y que el pue- blo de San Nicolás no sería desamparado; sellando su heroica resolución con el hecho de izar la bandera ro- ja que afirmó con un cañonazo, en señal de que el duelo era á muerte. Convencido el parlamentario de que no seria recibi- do, se largó en dirección al «Belen,,, á cuyo costado atracó momentos después. —13— Durante la noche, de solemne expectativa, todos per- manecieron en sus puestos de combate. A las 6 y 30 a. m. del 1° de Marzo, el Capitan Bu - chard pasó á la nave capitana en donde estuvo hasta las 7 a. m. regresando nuevamente á bordo de su buque porque los enemigos habían situado detrás de la isla, una lancha en observación de la escuadrilla. A las 7 y 45 a. m. estando bajo el tiro de cañón se le hizo fuego, con una carronada del «25 de Mayo», que se apuntó sirviéndose de las indicaciones de un guía co- locado en la cofa de trinquete porque los árboles de la isla interceptaban la visual á los artilleros. La goleta le dirigió también 5 ó 6 cañonazos con muy buena pun- tería. La lancha enemiga abandonó el punto de obser- vación. Esa mañana llegó parte de la tropa ofrecida por Car- doso, milicianos de campaña, mal armados. Durante el dia se arboló la bandera roja al tope en señal de no admitir parlamento y que la situación se resolve ría á sangre y fuego. A las 7 a. m. fuerte turbonada del N. O. El «25 de Mayo» rompió las cadenas de las anclas y garreó; con- siguieron fondear una á estribor y largándose por un calabrote á popa, varó sobre la isla. El Combate El tiempo, que la noche anterior habla sido malo, amaneció en calma y templado, así que á las 5 de la mañana empezó la tarea de zafar al «25 de Mayo» que después de hora y media de rudo trabajar fue puesto á flote y llevado á ocupar su anterior posición. A las 7 el enemigo larga su paño, iniciando el ataque á las 7 y 20 con el bergantín «Cisne» á la cabeza, po-
  • 6. -14— —15— niéndose á tiro con el «25 de Mayo». Rompen simultá - neamente sus fuegos, izando las insignias y las bande - ras rojas. Una hora después el «Cisne» pierde su pico de mesa - na, llevando en su caíd a la bandera, que después tras- lada al mastelero de gávia, y media hora más tarde el enemigo rech azado y en reti rad a es arrastr ado por la corriente, varando en la misma posición que ocupaba en la mañana. El «Belen » le substitu ye é igual mente desgraciado. ejecuta la misma maniobra con id én ti co s resultados, yendo á varar á poco s metro s y por la popa de aq uel . Co n él se retir an los falu chos. El entusi asmo estall a á bordo de nuestra escuadrilla y se exterioriza con po - tentes gritos dei mueran los tiranos! A las 10 a. m. conferencian abordo de la goleta, Azo - pardo y Bu chard resp ecto á la fo rma de atacar al en e- mi go en la dep lo ra ble si tu ac ión en que se en cuen tra, imposi bil it ad o de mo verse y por lo tanto de co mbat ir con eficacia. Azopardo so st ien e la id ea de per manecer en la s po- siciones á la defensi va por si intentan los enemigos re- peti r el ataq ue, en que en re alidad no cree, por est ar varados y serles contrario el viento, circunstancias que, á su ju icio , les co lo ca en la situ ac ió n de ven cidos sin otro recu rso que en tr egarse á la clemencia de su s ven- cedores. El Capitan Buchard, le hizo presente al Comand ante que, teniendo el enemigo triplicado número de fuerzas, apro vech arí a la prime ra oportunid ad , para venirse al abordaje; Que ya bahía visto el pánico que se había ap oderad o de lo s in gleses que tr ip ulaban la balan dra, les que al solo amago del «Cisne» sehabían arrojado agua para salvarse. Sus reflexiones no pararon aquí, pues hizo también referencia, á la poca disciplina que había abordo y concluyó pidiéndole qu e aprovechando la ocasión de encontrarse varados y completamente cruzad os y por lo tanto imposi bil it ad os de to do movi - miento, como de hacer uso de sus cañones de proa, debían ser batidos en aquellas circunstancias; que había también notado la superioridad de la pólvora, pues mientras los proyectiles del «25 de Mayo» excedían en mu cho á, la distancia que los separaba del «Cisne) este casi no llegaba á su contrario. La fuer za de estas razones in fluen ciab an favorab le - mente el ánimo del Coma ndante Az opardo para con - vencerlo de la excelencia del plan del Capitán y ya se disponía á obrar, cuando apareció en cubierta el segun- do Co mandante de la «Invencible» D. Jo sé Di az Edro - sa. Quien, ebrio y llorando, hacia protestas á fu ertes vo ces de responsabil id ad de to do cu an to re su lt as e de adverso, escena de vergonzosa cobardía que aumentó la falta de ánimo que se notaba en la tripulación, pu es si los gefes se amilanaban, no era posible exigir firmeza.. á los subalternos. La actit ud desa forad a de Edro sa co ntu rb ó el án imo de Azopardo po r la indignación ju stís imo qu e ta l cu a- dro produjo en su ánimo varonil; y la insistencia de Buchard, que tanto contrariaba sus opiniones, contribu- yó á que estallara su enojo. La confe rencia ter mi nó á grito s, sin poders e poner de acuerdo aquellos valientes, con terrible desmedro de los intereses de la patria que á poco contemplaba sacri- fi cados est éri lme nte á la obcecaci ón de quien por no saber ser jefe en la hora suprema sufrió horrorosos martirios en las mazmorras deltirano! Por este ti empo en la baterí a hab ían ocu rr id o nove- dades. Don Angel Hubac, Comandantede la balandra ti
  • 7. -16— había dejado á su segundo Juan Francisco Díaz á cargo de ella mientras él pasaba á tierra á hacerse cargo del comando de la batería, sin que nadie sepa por instruc - ciones de quien obró. Pareciole mal, sin duda, que estuviese situada allí, y de mota propio ordenó el trasla do de dos de las pie- zas, cinco ó seis cuadras río abajo, sobre las mismas barrancas. Con estas dos piezas rompió un fuego nutridísimo sobre los buques españoles, pero infructuoso, pues no alcanzaba á dañarlos, mientras ellos trabajaban con ardor para zafarse. Posteriormente, ordenó al despensero, que trajera las dos piezas que quedaron á su cargo y se formó la ba- tería tomando alguna insignificante parte en el combate que se empeñó más tarde. Suárez al conocer lo que antecede pidió permiso á su capitán para pasar á la goleta con el fin de ver si ob- tenia lo que él no había podido. Concedido se dirigió en una lancha primeramente á la balandra para hablar con Díaz de la misión que lo llevaba y solicitar su opi- nión y cooperación. El Comandante Azopardo se paseaba sobré cubierta cuando al pasar Suárez en dirección de la balandra le preguntó que por qué no se ponían á la vela y ataca- ban, que las probabilidades de éxito estaba n de parte de la escuadrilla, á lo que respondió que pensaba seguir un poco más adelante, bajo la punta que ocupaba la ba- tería, y lo autorizó para que el bergantín se situara en la otra banda, sobre otra punta que había más adelante. Enseguida Suárez se dirigió á la balandra, á la que ayu- dó á levar un ancla de popa para quedar en condiciones de maniobrar en el acto. Durante un momento de con- versación, Díaz se quejaba amargamente de su tripula-- 17— ción que lo abandonó cuando el ataque de la mañana y se mostró más conforme cuando supo la determinación del Comandante, pues se entreveía que atacarían. De regreso de la balandra á la goleta, Suárez se en- contró que el Comandante y el segundo estaban en tierra; interrogó al Contramaestre si se habían dado órdenes para maniobrary obtuvo contestación negativa. Mientras tanto pudo observar el espíritu decaído de los tripulantes con el triste ejemplo dado por su se - gundo comandante Díaz Edrosa, por lo que resolvió emplear alguna familiaridad comiendo con ellos, obte - niendo con su conversación y sus consejos retemplarlos algo. Al poco rato llegó á la goleta el segundo comandante de la balandra para conocer la última determinación del comandante Azopardo; pero cansados de esperar se re- tiraron á sus respectivos buques, observando que los enemigos largando paño zafaban de su peligrosa situa- ción y amenazaban un segundo ataque. ¡ Se había per- dido un tiempo precioso 1 A las tres de la tarde el «Belen, pasa por la batería sin recibir daño alguno de ésta porque sus, cañones no pueden bajar la puntería y los mismos puntos salientes de la barranca se lo impiden. El «25 de Mayo» lo reci - be con sus fuegos de proa á medio tiro de pistola; una hora después, sigue la fusilería obrando sobre el «Be - len» y la artillería sobre el «Cisne» que también ataca- ba apoyado de los faluchos. Parte de la tripulación de la balandra abrumada por el peligro se arroja al agua. Su jefe y algunos tripu - lantes hacen fuego por la espalda á los cobardes. Media hora más tarde. el «Belen» se dirige á la «In- vencible » y la abraza con sus fuegos que Azopardo contesta con el mayor vigor; pero su segundo, que ha
  • 8. — 1 8 — sido herido, colma la ignominia de su conducta arroján- dose al agua y arrastrando parte de la tripulación en su miserable fuga. A la balandra se le dispersa la poca gente que le quedaba. Y con su bodega anegada y un rumbo de bala á proa su segundo la abandona con el tiempo preci- samente necesario para no caer prisionero. El «Belen» mantiene con brío terrible sus fuegos de cañón sobre la batería y sobre el «25 de Mayo», y los de fusilaría sobre la «Invencible» que lucha con impon- derable gallardía. En tanto el «25 de Mayo» responde con el fuego de su fusiles la al «Belen» y al «Cisne», como á los faluchos, con su cañón de proa. Viendo su jefe que en aquella situación no es posible alcanzar la victoria, que la balandra ha apagado sus fuegos y la heroica «Invencible» agoniza agobiada por la fuerza in- contrarrestable del adversario intenta un último es -. fuerzo para, por lo menos, morir con más honra y da - ñando al enemigo en cuanta fuera posible. Intenta vi - rar su buque cortando sus amarras para echarse arras - trado por la corriente sobr e el enemigo y darle el abra - zo de muerte; pero la maniobra se ejecuta con poco acierto, la proa se enfanga y queda el buque atrave - sado, á merced del adversario, sobre el cual, á pesar de todo, escupe sus últimos cañonazos. Los demás buques llegan á tiro de fusil del «25 de Mayo»; parte de su tripulación pasa al castillete de proa para hacer fuego y con tan buen acierto lo ejecutan que uno de los faluchos no puede resistir y al abando - nar el teatro de la lucha vara sobre la isla, donde se le hace blanco con un tarro de metralla que le produce bajas numerosas, y quebrándole su palo único. Un se- gundo disparo, desmonta el cañón del falucho mayor Obligándole á quedar al pairo detrás del bergantín que combatía, —19-2 El «Cisne » avanza hasta confundirse las voces de mando de los buques lidiadores; los soldados empiezan á abandonar el «25 de Mayo»; corre Suárez y en compañía de Buchard hacen fuego sobre los fugitivos matando á dos de ellos, conteniendo el desbande momen- táneamente. Vuelve Suárez á proa buscando la victoria en un disparo salvador, si consigue desarbolar el con - trario: se apresura el artillero, la mecha arde y con la mira mal tomada sale el tiro sin dañar al adversario. En momentos que cargaba otra vez la pie za, un sol- dado de Patricios le anuncia que Buchard, mecha en mano va á descender á la santa bárbara para volar el barco. Suárez corre, llega á tiempo, arranca la mecha de manos de su capitán, la arroja al agua impidiendo que sucumbieran estérilmente mayor número de bravos. Ya no hay remedio. ni esperanza. El combate está perdido y los pocos que quedan abordo serán presa del enemigo. Las armas diseminadas en cubierta son arro - jadas al río y los escasos marineros se arrojan al agua por la amura de babor, en demanda de la costa, bajo una lluvia de balas que les envia el «Cisne» y llegan á tierra en momentos que se desbandan los soldados de la batería. En _ese instante Azopardo, el indomable Azopardo, contaba á sus bravos, después de hora y media de com- bate al arma blanca, y solamente encontraba ocho ile- sos de los cincuenta con que iniciara la lucha. Deses- perado, pretende volar su buque, pero ante el ofreci - miento honrosísimo del enemigo de respetar su vida y su de coro, acepta el héroe y entrega su espada !.... Gloria !
  • 9. -20— La versión española En la noche del 28 de febrero de 1811 logró Roma - tate amarrarse en la parte E. de la isla del Tonelero y al amanecer avistó los buques de la Junta que se ha- llaban acoderados en el Canal que forma la isla de San Nicolás con sus barrancas. Llamados á bordo de la Ca- pitana los comandantes, se decidió, de acuerdo con la opinión de Romarate, atacar al enemigo contra y no á favor de la corrie nte para poder utiliza r con más tiempo y ventajas la artillería gruesa del «Belen» y del «Cisne». Dada la vela, á las 8 a. m. dobló la isla del Tonelero con proa al 0. S. 0. y á las 12, vencidas muchas difi- cultades, se amarró la división á la parte 0. de la isla como á dos tiros de cañón del adversario. A las 4 de la tarde despachó el alferez de navío don José Aldana, comandante del falucho San Martín , en calidad de parlamentario. No fué recibido por el ene migo. Se decidió entonces abordarlo. El adversario, al siguiente día, alzó bandera roja. A 1 as 7 1/2 salió Romarate á reconocerlo y como se le hiciera fuego de cañón regresó después de obtener lo que se proponía. El viento no le permitió moverse hasta el día siguiente á la mañana. A las 8 dió la vela con viento del sud, y comenzó á batirlo. recibiéndolo tam- bién muy vivo, tanto de los buques como de cuatro cañones que disparaban desde la barranca. Al hacer una maniobra, la corriente de proa los aconchó sobre el placer de la isla; el «Belen» logró zafar poniendo sus aparejos en facha y el «Cisne» tendiendo espías, sufriendo el fuego del adversario que le metió cuatro balas en el cascoaparejo. A las 3 de la tarde, después de zafar de la varadura se puyó á la vela con el inte nto de abordar á los ad - versarios haciéndoles fuego vivísimo de cañón y fusile- ria. El «Balen», de mayor andar, logró abordar la gole - ta (Invencible) cerca de un cuarto de hora antes que el «Cisne» abordara al bergantín (25 de Mayo), sin em- bargo de haber forzado vela para conservar la mayor unión. Rendido el bergantín, cargaron sobre la goleta, dirigiendo el abordaje el comandante del « Belen » don José Maria Robion ayudado por una lancha armada bajo la conducta del teniente de Artillería de milicias de Buenos Aires D. Sebastian Riera. Rendidos los buques manió al alterez de navio Aldana, con D. Joaquin Tos- quella que lo era de fragata y el capitán de artilleria D. Juan Pedro de Cerpa, para apoderarse de los caño nes que habian sido abandonados en la barranca. La defensa de la goleta, obstinada como fue, al paso que dio gloria á sus vencedores, causó la dolorosa per- dida de once muertos y diez y seis heridos, entre ellos muy grave, el alferez de artillería de transporte don Ramon Suarez, que estaba expuesto á perder una pier na. Segun sus noticias los enemigos, á quienes había to mado 62 prisioneros de tropa, habían perdido 36 hom- bres entre muertos y heridos, sin contar un sinnúmero de ahogados. La bizarria, valor y subordinación con que se había conducido toda la tripulación era digna de encomio, imi- tando la de lo s comandantes D. Manuel Clemente y D. José María Robion, tenientes de fragata, y á sus segundos D. José Argandoña y D. - Torlbio Pasalagua, alfereces de fragata; á los de los faluchos D. José Alda- ua, alferez de navio, y D. Joaquin Tosquella, alferez de fragata, así como los oficiales de artilleria de trans-
  • 10. -22— port e D. Ju an Pe dr o de Ce ra , D. Es te ba n Jo sé de Ciris y D. Sebastian Riera, que con el capitán de in- fanteria D. Luís José de Saá , ocuparon dignamente sus puestos, como los pilotos D. Mariano Hernandez y Ge- rónimo Romero, el aventurero Isaac Trápani y los ci - rujanos José Rodríguez y Diego Moreno á todos los cuales recomendaba por su conducta á la consideración de la superioridad. La justicia de los contemporáneos Buenos Aires, 20 de Mayo de 1811 »Vista la causa sumaria, actuada por el capitan don »José de la Peña, Juez Fiscal, sobre la pérdida de los »buques de guerra en el combate tenido con los de »Montevideo en las aguas de San Nicolás de los Arro - yos. Y resultando que la mala disciplina y desórden »con que se condujo el comandante Mr. Batista, (1) en la »impericia de sus disposiciones y la imprudencia en no »haber querido batir á las baxeles enemig os, estando «barados, causó originariamente el éxito desgraciado »por el general desaliento y disgusto en que cayó la »tropa y tripulación de que provino la dispersión de »l a ge nte y la ni ng un a de fe ns a que hi zo á pe sar de »los esfuerzos, y energía de los demás capitanes y del »valor y denuedo con que defendió su buque el espre - »sado comandante Mr. Bautista, con todo lo demás que »manifiesta el proceso,. se declara que dicho coman- dante no podrá ni deberá ser empleado jamás en man- »do alguno, pudiendo solo servir subordinado. Se desa - prueba así mismo la conducta del capitan segundo de »la goleta D. José Diaz Edrosa por la cobarde y desa- (1) D. Juan Bautista Azopardo. »forada oposición que hizo al dictamen de los capitanes «del Bergantin «25 de Mayo» y la Balandra que clama - »ban porque se batiese al enemigo luego que varó sobre «la Isla, cuya tenaz contradicción fué sin duda la que »decidió á Mr. Bautista, á negarse á una medida que probablemente habría asegurado la victoria, y se le »condena al referido Diaz Edrosa, á no poder en lo su- »cesivo obtener empleo en el servicio: á los marineros >Juan Justo. Irlandes, y Juan Luis, Ingles, que pocos «dias antes del combate hicieron fuga llevándose el bo- te del Bergantin se les condena á diez años de Presi- »dio, exonerándoseles de la pena capital por no haberse- «les leido las leyes penales; y al Contra-maestre y cua- »tro marineros de la balandra que contra las órdenes »de segundo capitán que la mandaba, abandonaron el >buque, estando en la acción y bajaron á servir la bate- »da de tierra, se condena á quatro años de Presidio: »Absolviendo de todo cargo á los capitanes 1.° y 2° del Bergantin D. Hipolito Bouchard y D. Manue Suarez y el «1.° y 2.° de la Balandra D. Angel Hubac y D. Juan Francisco Diaz, lo mismo qne al comandante militar de «San Nicolá s de los Arroyos D. Miguel Herr ero, á »quien se restituye en su empleo, con declaración de »haber desempeñado respectivamente su deber con valor «zelo y actividad, habiendo los referidos Bouchard y »Suarez y Diaz 2.° de la Balandra no dejado sus bu- «ques sinó en los últimos momentos, en que se vieron '>enteramente desamparados de su gente, y para no caer >prisioneros; se absuelven igualmente todos los demás >marineros é individuos de la tripulación y tropa que «se pondrán en libertad, á excepción de los expresados »antes y con respecto al Cabo Juan de Dios Reyes y «los veinte y siete que le siguieron y constan de la razón de 60 en criminal fuga que ejecutaron al prin-
  • 11. -24— cipiar la acción sin embargo del fuego que se les hizo para contenerlos por el capitan Bouchard, á efecto >de que sean condignamente castigados con todo el ri - gor de las penas en que se hallan incurros, se les for - mará nueh o proceso, como á reos ausentes, sirviendo «e l actual de cabeza, y se hará saber para la execu - »ción y cumplimiento. Saavedra, Matheu, Alagon, Olmos, »Molina, «Campana». (1) Los héroes JUAN BAU TISTA AZOPAR DO: Nació en la ciud ad de Senglea, isla de Malta, el 10 de febrero de 1774. Halla- base en Mo nte video en clase de Teniente en el co rsa - rio español «Dromedario» cuando to mó parte en las operaciones de la primera invasión inglesa batiéndose á las órdenes de Liniers en la Reconquista e n 1806 y posteriormente en la segund a invasión dirigida por Wi- telo cke distinguiéndose po r su valor y pericia mili tar, como lo cert ifi có con mu y honro so s concep to s el Ca - bildo de Buenos Aires. Estallada la revolución de Mayo, púsose, como se ha visto , co n la más noble dec isió n á su servi cio y cayó en manos del enemigo después de su bravía defensa de la «Invencible». Desde Montevideo, dice en unos interesantes apuntes »fui conducido á la península donde estuve preso en la »C oruña, Fer ro l, Cádiz y al últ imo en Ceuta por esp a - »cio de diez años, sufriendo las más horrorosas prisio (1) Esta es la tercera vez que se publica esta sentencia : la primera en el libro del Sr, Rosa, como queda dicho, y la se- gunda en «La Prensa» (Agosto 20 de 1903) tomada de dicho li bro, artículo titulado: «La primera batalla naval»,— 2 5 — »nes en cárceles y castillos, de calabozo en calabozo, »encerrado sin luz, sin comunicación. confundido entre »los hombres más fascinerosos y criminales, cargado de »hierros y casi desn udo, agotado de to do recu rs o, en »el más dep lorable estado de miseri a, ab andonado de »todo el mundo, tratado de insurgente por no haber ne- »gado jamás de ser americano, con el carácter firme de »un verdad ero in su rgen te á la mo narq uía esp añ ola y »teniendo siempre la desgracia de que fueran vanas to »das mis tentativas para salir de mi horrorosa situa- »ción.» El gobierno argentino le hizo llegar en cuanto le fué posible sus socorros y consuelos á su prisión mi sma por intermedio de nuestro benemérito compatriota don Andrés Arguibel que tan nobles servicios prestó en Es- pañ a á la causa de nu estr a libertad, y el cu al se empe- ñó por la de Azopardo hasta obtenerla después de la Revolución de Riego en 1820. Regresado á Buenos Aires en el mismo añoy reco- nocidos sus servicios por el gobernador D. Martín Ro- driguez, le hizo extender despachos de Teniente Coro- nel y destinado como segundo jefe de la escuadrilla que debía operar contra los anarquistas de Entre Rios. En 1824 Rivadavia le hizo extender patentes de Co- ronel graduado. Durante la guerra con el Brasil sirvió á las órdenes de Brown. Durante la tiranía de Rosas vivió retirado del servi- cio activo, olvidado de todos, hasta su fallecimiento el 27 de Octubre de 1848. HIPÓLITO ANDRÉS BUCHARD: Nació en Marsella en 1785. Estando en el Río de la Plata cuando estalló la revolu ción de Mayo ofreció sus servicio s al gobierno que lo destinó, como se ha visto, de je fe del bergantín «25 de Mayo«.
  • 12. -26— Todos los historiadore s argentinos le han acusa - do injustamente de cobardía ó por lo menos de irre - solución en el ce le brado combate de San Nico lás. La luz, felizmente se ha hecho disipando tan cruel error. Ingresó poco después á «Granaderos á Caballo», don - de no tenían cabida los flojos de ánimo, y zahumó su flamante uniforme con el humo de San Lorenzo donde quitó bravamente la bandera al enemigo. No tuvo que rehabilitar allí su fama: la confirmó. Reorganizada la armada nacional, tomó parte en el crucero que Brown dirigió en el Mar Pacifico, en 181,5 y y 16, mandando el «Halcón» y como segundo de aquel. Después del ataque á Guayaquil, se separó de su jefe y decidió cruzar los mares por su cuenta. Recibió de su almirante la fragata «Consecuencia» que bautizó con la gloriosísima denominación de «La Argentina» y co - menzó su fabuloso crucero en los mares del mundo. Su armador, D. Vicente A. de Echevarria, publicó en 1819 la Historia de su crucero extractando el parte oficial de Buchardo. Combatió á los negreros de Madagascar, batió á los piratas de Macasar, bloqueó la isla de Lu - zón (Filipinas), rescató •en Hawai la corbeta argentina «Chacabuco» que había robado su tripulación subleva- da en el Mar Pacífico y que habian vendido al rey Ka - mea-Mea, soberano de las islas Sandwich, y á quien hizo reconocer la independencia de la Nación Argenti - na; tomó por asalto las fortificaciones de Monterrey (California), atacó y venció á los españoles en el Rea- le jo (Nicaragua) y, cansado de hazañas, se dirigió á Val paraiso donde la codicia de Lord Cochrane se in- cautó violentamente de su buque y presas. Poco después tomó parte con San Martín en la campaña libertadora del Perú y terminada la guerra de la independencia, se dedicó en aquel país á la explotación de la caña de —27— azúcar y pereció asesinado por sus peones en 1843. «En el espacio de dos años» dice el general Mitre, »refiriendo sus hazañas á bordo de la «Argentina», li- bertó esclavos, castigó piratas, estableció bloqueos, di - »rigió combates, negoció tratados, asaltó fortificaciones, «dominó ciudades, forzó puertas y terminó su odisea en «una' prisión.» .... JACINTO DE ROMARATE: Nació en Sodupe (Vizcaya) y sentó plaza de guardia marina en 1792. Hizo la cam- paña de 1793 contra la República francesa enc ontrán- dose en varias acciones de guerra en la ocupación del puerto de Tolón. Hizo viajes á Argel, costas de Valen - cia, Cataluña, Sicilia, Islas Baleares y Puerto Rico. En 1806 fue enviado nuevamente á América, quedando agre- gado al Apostadero de Montevideo y ya como teniente de fragata. Concurrió á la reconquista de Buenos Aires con Li - niers siendo herido, por lo que ascendió á teniente de navio en 24 de febrero de 1807; asistió á la gloriosa de- fensa de la misma ciudad en julio de ese año, en cuyos combates también se distinguió y ascendió á capitán de fragata el 23 de noviembre. Estallada la revolución de Mayo fugó de Buenos Ai - res á Montevideo, y allí cooperó á hacer abortar la re- volución que los patriotas preparaban en esa ciudad co ntra el dominio español. En ese año vino á bloquear á Buenos Aires y poco después, en febrero de 1811, se le encomendaba- la campaña sobre el Paraná que termi- nó con el valeroso golpe del 2 de marzo, por cuya ac - ción fue ascendido á Capitan de navío y se le concedió la cruz de la Marina, laureada. En 17 de Marzo de 1814 fue batido por el almirante Brown en la isla de Martín García y obligado á refu - giarse en el río Uruguay, donde hubiera sido reducido
  • 13. -28— por las armas de la pa tria á no mediar la protección que le dispensó Fernando Otorqués, segundo de Arti - gas que, como es sabido, acababa de traicionar la causa de la patria frente á las murallas de Montevideo. Allí, en el arroyo de la Ch ina, rechazó, el 28 de Marzo un ataque de la escuadrilla Argentina, combate en que el heroico Miguel Espino, tan criminalmente olvidado por la marina nacional, hizo volar su buque antes de ren - dirse . Caido Montevideo, Romarate no pudo continuar la resistencia y se rindió el 22 de julio de ese año, un mes después que aquella plaza. De regreso en España fue ascendido á Brigadier en 1815, cuya efectividad alcanzó en 1819, desempeñando la Comandancia naval de Santander. En 1820 fue nom- brado Comandante general de dicha provincia y poste- riormente del Departamento de Cádiz. En 1822 fue nom- brado Ministro de Marina, que desempeñó hasta el mes de agosto y dimitió por la sublevación de la guarnición de Madrid en julio de ese año. En 1830 fue elegido por la provincia de Vizcaya diputado á Cortes. y la reina le elevó á la alta jerarquía de Jefe de escuadra el 11 de junio de 1835 y falleció en Madrid el 27 de agosto de ese año, gozando del cariño y respeto de sus compa- triotas. Tal fue el vencedor de nuestros heroicos marinos en las aguas de San Nicolás el 2 de marzo de 1811, cuyo nombre y mérito recordamos con justicia en el Cente- nario de la bravía pelea. La justicia póstuma Gloria eterna á los héroes! Gratitud noble y sin medida á los que cayeron por nuestra libertad. Les debemos el mayor bien á que el hombre puede aspirar en la tierra: EL BIEN DE SER LI-. BRE! Admiración para los que, honrando la causa á que servían, se honraron á sí mismos peleando con braveza, sin esquivar el pecho al golpe contrario, sin parpadear siquiera ante el amago brutal de la muerte. Consideración respetuosa para los valientes enemi- gos que entonces nos vencieron, porque ellos también cumplían con su deber peleando por su patria, nuestra madre España, que compartiendo con nosotros las ho- ras jubilosas del centenario de nuestra independencia ha sancionado ante el mundo con insuperable hidalguía la justicia con que entonces la combatimos y obligado con ello los sentimientos más exquisitos del alma ar- gentina. Y en nombre de la Patria libre, grande y gloriosa olvido generoso y eterno para los que la olvidaron en la hora de la prueba! —29—