La maestra usa a un estudiante llamado Tomás para demostrar que Dios no existe porque él no pudo verlo afuera del salón de clases. Sin embargo, otra estudiante señala que, siguiendo ese razonamiento, la maestra tampoco debe tener cerebro solo porque Tomás no podía verlo. El documento sugiere que lo que podemos ver físicamente no necesariamente refleja la existencia de Dios o de otras realidades no observables directamente.