1. Quien se inclina
hacia los demás...
La Ascensión de Jesús. Pascua 7 –C- Lucas 24, 46-53.
Autora: Mariasun Gutiérrez. Música:Mendelssohn. En alas de la canción.
2. Y les dijo:
–Estaba escrito que el Mesías tenía que morir y resucitar de entre los muertos
al tercer día, y que en su nombre se anunciará a todas las naciones,
comenzando desde Jerusalén, la conversión y el perdón de los pecados.
Gracias al encuentro con Jesús resucitado y desde la fe en Él,
los discípulos podemos comprender las Escrituras y el proyecto de Dios.
Con la ascensión de Jesús cambia la escala de valores.
Sube Jesús, y con Él sube la condición humana, el espíritu de servicio,
la solidaridad, el altruismo, el amor a los demás,
la esperanza en un mundo mejor y más humano.
Sube Jesús y bajan el egoísmo, la prepotencia, la indiferencia, la explotación.
Nada ha terminado.
Lo que era la misión de Jesús, anunciar la llegada del Reino, es ahora la nuestra.
3. Vosotros sois testigos de estas cosas.
Por mi parte, os voy a enviar el don
prometido por mi Padre.
Vosotros quedaos en la ciudad hasta que
seáis revestidos de la fuerza
que viene de lo alto.
Jesús nos encarga mostrar, con nuestras palabras y nuestra vida, el modelo que nos dejó:
su humanidad profunda, su personalidad sensible, su mirada misericordiosa,
su capacidad de servir, su libertad y solidaridad.
Es nuestra misión, ser testimonio de vida, no sólo de palabra.
Digamos que Dios es amor, amando.
Digamos que Dios es misericordia, compadeciendo y perdonando.
Digamos que Dios es gozo, viviendo y contagiando la alegría.
Digamos que Dios es comunidad, compartiendo, uniendo, colaborando...
El testimonio y la misión es dar a conocer no sólo el amor de Dios, sino que Dios es amor.
Para lograrlo no estamos sol@s, el Espíritu de Jesús nos acompaña, está siempre con nosotr@s.
4. Después los llevó fuera de la ciudad hasta un lugar cercano a Betania y,
alzando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de
ellos y fue llevado al cielo.
El cielo que esperamos no es un lugar, sino un estado eterno de felicidad, la vida
eterna y feliz con Dios, en Dios y para Dios. Este mundo es ya el camino que conduce
al cielo. No hay otro. Creemos en el mundo futuro, cuando nos tomamos en serio esta
vida, aquí y ahora, cuando construimos el presente, cuestionado la desigualdad y la
injusticia, tratando de mejorar las condiciones de vida para todos. Como Jesús.
¿Aspiro al cielo? ¿Suspiro por el cielo? ¿Sueño con el cielo? Si es así, ¿se me nota en
la alegría, en el buen humor, en mi amabilidad, disponibilidad, cariño, sonrisa...?
5. Ellos, después de postrarse ante él, se volvieron a Jerusalén rebosantes
de alegría. Y estaban continuamente en el templo bendiciendo a Dios.
La alegría es una de las principales características de los discípulos de Jesús.
La tristeza, las caras serias, el derrotismo, la amargura... se oponen a la fe
y a la esperanza cristianas y manifiestan desconfianza en la acción del Espíritu.
En la entraña del mensaje de Jesús está presente la alegría y la bienaventuranza.
En alas de la alegría, tengamos siempre alzados los ojos hacia el cielo,
pisando fuerte la tierra y arrimando el hombro a la tarea de todos:
construir el Reino de Dios, que es promesa... y realidad gozosa.
6. Romper cadenas de injusticia y muerte.
Derribar toda tapia y todo muro.
Rescatar al cautivo de su infierno inmerecido.
Ir de samaritanos por la vida.
Mostrar los caminos ascendentes.
Encender y poner al alma en vilo.
Ofrecer razones de esperanza.
Despertar el instinto creativo.
Interpretar los signos de los tiempos.
Poner el corazón en las estrellas.
Batir record de altura cada día
conscientes de que el Padre/Madre nos
espera. AMÉN
7. Romper cadenas de injusticia y muerte.
Derribar toda tapia y todo muro.
Rescatar al cautivo de su infierno inmerecido.
Ir de samaritanos por la vida.
Mostrar los caminos ascendentes.
Encender y poner al alma en vilo.
Ofrecer razones de esperanza.
Despertar el instinto creativo.
Interpretar los signos de los tiempos.
Poner el corazón en las estrellas.
Batir record de altura cada día
conscientes de que el Padre/Madre nos
espera. AMÉN