3. Malaquías 3,1-5
Ved que envío mi mensajero a preparar el camino delante
de Mí (…) ¿Quién se sostendrá en pie cuando aparezca?
Porque es como fuego de fundidor, como lejía de
lavanderos. 3 “Se pondrá a fundir y a purificar la plata;
purificará a los hijos de Leví, los acrisolará como oro y
plata: así podrán ofrecer al Señor una oblación en justicia.
Entonces será grata al Señor la oblación de Judá y de
Jerusalén como en los días de antaño…
“Estaré cercano a vosotros para administrar justicia y ser
testigo presto contra los hechiceros y los adúlteros, contra
los que juran en falso y contra los que explotan al
jornalero…
4. Una anécdota
Había un grupo de mujeres reunidas en
su estudio bíblico semanal, y mientras
leían el libro de Malaquías encontraron
un versículo que dice: "Y Él se sentará
como fundidor y purificador de plata“
(3.3), este verso les intrigó. Una de ellas
se ofreció a investigar el proceso de la
purificación de la plata. Esa semana la
dama llamó a un orfebre e hizo una cita
para ver su trabajo.
5. Mientras observaba al orfebre sostener una pieza de plata sobre el
fuego dejándolo calentar intensamente, él le explicaba que para
refinar la plata, debía ser sostenida en medio del fuego donde las
llamas arden con más fuerza, para así sacar las impurezas. En ese
momento ella imaginó a Dios sosteniéndonos en un lugar así de
caliente. Entonces recordó una vez mas el versículo "Y Él se sentará
como fundidor y purificador de plata". Le preguntó al platero si era
cierto que él debía permanecer sentado frente al fuego durante
todo el tiempo que la plata era refinada. El hombre respondió-"Sí.
No sólo debo estar aquí sentado sosteniendo la plata, también
debo mantener mis ojos fijamente en ella durante el tiempo que
está en el fuego, si la plata fuese dejada un instante más de lo
necesario, sería destruida.
6. La mujer se mantuvo en silencio por un momento
y luego preguntó:
-¿Cómo sabe cuando ya esta completamente
refinada?
Él sonrió y le respondió:
—"Ah, muy simple -- Cuando puedo ver mi imagen
reflejada en ella."
Si hoy sientes el calor del fuego, recuerda que
Dios tiene sus ojos puestos en ti y continuará
observándote, hasta que vea su imagen en ti. Ref.
Malaquías 3,3.
7. Los evangelios sinópticos (cf. Mc 1,2), y Jesús
mismo (Mt 11,7-15; Lc 7, 24-30), mantienen la
identificación del mensajero que precede al
Señor con Elías, y ven su cumplimiento en la
figura de Juan Bautista. Con esa identificación,
Jesucristo pasa a ser el Señor que viene a su
Templo.
En la tradición de la Iglesia, la ambigüedad se vio
también como una manera de indicar la doble
venida del Señor: en la humildad de la carne, y
en la gloria del fin.
En la fiesta de la Presentación de Jesús en el
Templo, se lee el texto de 3,1-4 como Primera
lectura.
LEER lo que dice San Cirilo de Jerusalén en pie de
pág. 1308, del tomo de Libros proféticos de la
Universidad de Navarra.
8. El libro de Malaquías ocupa el último lugar en
la lista de los Doce Profetas Menores. Sabemos
poco sobre su autor, excepto lo que se afirma
en su libro. Su nombre, Malaquías (Mal’aki),
aparece en el primer versículo, pero no es
seguro que se trate del nombre propio del
autor. Los LXX lo han interpretado como
nombre común traduciéndolo por
“mensajero”, significado del término hebreo
mal’ak. El libro tiene un neto carácter
homilético y pastoral, afrontando temas
particulares, como el culto o el cumplimiento
de los preceptos de la ley. Precisamente estos
temas son los que dan consistencia a todo el
conjunto.
10. CONTEXTO HISTÓRICO-SOCIAL
Aunque el orden de colocación no sea un elemento
determinante para fijar el tiempo de redacción de los
escritos bíblicos, el hecho de que el libro de Malaquías
ocupe el último lugar en el canon induce a pensar
que se trata realmente del más reciente de los libros
proféticos. Los temas afrontados sitúan el libro en un
período comprendido entre el 515 a.C. (año de la
reconstrucción del templo de Jerusalén) y el 400
aproximadamente, año de la reforma de Esdras y
Nehemías.
El libro es de la época posterior al destierro de
Babilonia.
11. Se observa, en efecto, que el templo ha sido reconstruido y
ejerce sus funciones (1, 8; 3, 1), aunque no de modo
establecido por las prescripciones de la ley, pues el profeta
reprocha la indolencia en las ofertas de los sacrificios hasta el
punto de preferir que se cierren las puertas del templo para
evitar su profanación (1, 6-10), señala la mezquindad y
fraudulencia en la entrega de los diezmos (3, 6-10) y la desidia,
en general, en el cumplimiento de los deberes de la alianza (2,
8; 3, 14, etc.). Esta situación iba acompañada con la puesta en
duda del amor del Señor por su pueblo (1, 2).
12. El autor del libro, de hecho, aborda una cuestión
que alcanzará su más precisa reglamentación
con la reforma de Esdras y Nehemías, la de los
matrimonios mixtos entre hebreos y poblaciones
locales idólatras (2, 10-12); por otra parte,
reprocha a sus contemporáneos la práctica del
divorcio (2, 13-16), tema menos presente en los
primeros años de la vuelta del exilio.
Se puede afirmar, sin embargo, con toda
probabilidad que nos encontramos ante los
oráculos de un profeta anónimo de la mitad del
siglo V a.C., que exhorta sus contemporáneos a
mantener la fidelidad a los compromisos de la
alianza.
13. Estructura literaria: El libro tiene un esquema
de seis partes y un epílogo:
Dios ama a Israel; 1, 1-5
Recriminación a los sacerdotes y al pueblo por los sacrificios
mezquinos: 1, 6-14; y otras faltas de los sacerdotes: 2, 1-9
Condena de los matrimonios con mujeres extranjeras: 2, 10-12; y
denuncia de los divorcios: 2, 13-16
El día del Señor: 2, 17-3, 5
Las ofrendas para el templo: 3, 6-12
Dios premia a los justos: 3, 13-21
Epílogo: la fidelidad a la ley y el regreso de Elías: 3, 22-24.
14. Fidelidad matrimonial:
“Aún hacéis otra cosa: cubrís de
lágrimas, de llantos y sollozos el altar del
Señor porque ya no vuelve su rostro a la
oblación ni la acepta con agrado de
vuestras manos. Y todavía decís: ‘¿Por
qué?’. Pues porque el Señor es testigo
entre ti y la esposa de tu juventud, a la
que has sido infiel, siendo ella tu
compañera, la esposa comprometida
por tu alianza” (2, 13-14).
15. Contenido del libro
Dios ama a Israel (1, 2-5). La primera dificultad nace de la
confrontación entre las promesas de Dios a Israel y la situación en la
que se encontraba el pueblo después del regreso del exilio. El
profeta afirma que la predilección de Dios por Israel es firme.
Los sacrificios no agradables a Dios (1, 6-14). El motivo era la
desatención y desconsideración con las que se realizaba el culto,
fruto de la inercia y llevado por intereses personales. En este
contexto se encuentra una afirmación que entonces debería
resultar difícil de comprender, pues habla de un sacrificio
agradable a Dios con modalidades diferentes, casi opuestas, a los
sacrificios .
Condena de los matrimonios con mujeres extranjeras (2, 10-12).
16. La cuestión del divorcio (2, 12-16). Aunque la ley
de Moisés permitía, en ciertas condiciones, el
repudio de una mujer (Dt 24, 1-4), ya en tiempos
de Malaquías el repudio estaba mal considerado.
El profeta hace de hecho una encendida defensa
de la alianza matrimonial.
El día del Señor (2, 17-3, 5). La intervención de
Malaquías en esta cuarta disputa está motivada
por la acusación que se le dirige a Dios de que
actúa con injusticia porque premia a quien actúa
mal (2, 17). Se anuncia un día del juicio en que
serán purificados el culto y los sacerdotes, y se
hará justicia a los oprimidos.
17. Las dádivas para el templo (3, 6-12). Algunos
retenían parte de los diezmos y primicias.
El premio de los justos en el “día del Señor” (3, 13-
21). Algunos acusaban descaradamente a Dios de
ser injusto. Otros, “temerosos de Dios”, no tienen la
arrogancia de los primeros; a estos, Dios les
promete que les consolará como un padre
consuela a su hijo.
Epílogo (3, 22-24). La conclusión del libro contiene
una exhortación a observar fielmente la ley de
Moisés (v. 22) e identifica al “mensajero” (3, 1) que
precederá la manifestación del Señor con Elías.
18. FORMACIÓN DEL LIBRO Y ESTILO
LITERARIO
Algunas observaciones hacen
suponer que el libro fue escrito
algunos años después de la
reconstrucción del Templo (515 a.C) y
antes de la reforma de Esdras-
Nehemías, lapso de tiempo en que la
vida religiosa postexílica había
decaído. El autor habría querido
poner remedio a una situación ya
consolidada que juzgaba insostenible.
19. MENSAJE TEOLÓGICO
El profeta basa sus consideraciones en el hecho de que
Dios es “Padre” de su pueblo, por lo que merece toda
veneración y respeto.
Las expresiones utilizadas por Malaquías para describir los
efectos del “día del Señor” son violentas y formuladas de
modo absoluto. En realidad, deja siempre espacio para la
esperanza en una transformación profunda, también de los
pecadores más encallecidos, aunque sea necesaria una
adecuada purificación (3, 3-4). Siempre es posible una
conversión de los corazones, que tendrá como resultado
restablecer el antiguo pacto de amistad (3, 18.22).
20. ENSEÑANZA
El libro afronta problemas particulares –el culto, repudio, diezmos,
cumplimiento de los preceptos de la Ley, etc.– desde perspectivas
más generales. Son precisamente estas cuestiones generales las
que dan consistencia al mensaje.
El punto de partida es la vigencia de la Alianza que el Señor hizo
con los patriarcas.
El libro aborda también la cuestión de la retribución.
Malaquías anuncia la venida del Señor a su Templo precedida de
un mensajero, el profeta Elías.
Pasaje importante para la tradición patrística más antigua es el
anuncio de Mal 1,11: los Padres ven en ese anuncio de un sacrificio
nuevo, puro y universal, una profecía que se cumple en la
Eucaristía.
21. EL LIBRO DE MALAQUÍAS A LA LUZ DEL
NUEVO TESTAMENTO
A pesar de su brevedad, el libro de Malaquías es citado
en varias ocasiones en el Nuevo Testamento. A veces, la
cita es circunstancial, como en Rm 9,13, donde San
Pablo recoge la frase de 1,2-3 —«amé a Jacob y odié a
Esaú»—para señalar que la elección de Dios precede a
los méritos de los hombres. Las más de las veces que
aparece en el Nuevo Testamento es a propósito del
«mensajero» que se identifica con Elías Ml 3,1.
La aparición de Elías como misterioso mensajero antes
de la llegada del Señor era creencia común en los
tiempos de Jesús y recorre los cuatro evangelios.