El documento contrasta la modernidad sólida del siglo XIX con la modernidad líquida actual. En la modernidad sólida, el estado-nación organizaba las estructuras sociales a través de instituciones que homogeneizaban a los ciudadanos. Hoy en día, en la era de la globalización y la postmodernidad, predomina lo efímero y las culturas son elásticas. Las instituciones se han convertido en galpones vacíos y ya no existe un sentido compartido de pertenencia.