1. GENERACIÓN “GABINO CUÉ”
Abraham Cruz García
México vive un momento decisivo en su historia. Es una hora en la que la
sociedad en su conjunto exige cambios profundos en el sistema de gobierno.
La única vía para lograr ese anhelo es la protesta que a veces se da aún con
las inclemencias del tiempo. Nada detiene a la masa inconforme, a veces bajo
quemante sol y en otras, bajo torrenciales aguaceros, la gente (hombres,
mujeres, niños) sale a calle a exigir justicia por sus muertos, voces que no
encuentran eco en el terruño patrio pero que, fuera de las fronteras hay respuestas de solidaridad ante
tanta injusticia y barbarie que la administración priista de Peña Nieto ha desatado contra sus opositores.
Lo que parecía insignificante se desbordó, salió del causes legal y político. El sureste mexicano en una
sola voz pide la renuncia del presidente de la república. El rostro totalitario del sistema, con acciones
fascistas en todos los niveles de gobierno tiene a la población unida e inconforme protestando por las
medidas que tienden a privatizar la educación, la salud, el agua, entre otros.
Oaxaca, considerado como capital espiritual de México, donde convergen alrededor de 17 grupos
indígenas, sede vertebral de la resistencia, ha servido para la oligarquía para sus experimentos. Los
juicios orales fueron impuestos sin consulta alguna ni autorización de los pueblos originarios, ejemplo de
cómo, en México, los que se llenan la boca hablando de democracia, tienen un doble discurso. En este
juego perverso están inmiscuidos partidos políticos, diputados y senadores, especímenes (homo
criminis) serviles al sistema -salvo honrosas excepciones- que han permitido imposición de medidas que
menoscaban no sólo los recursos naturales, sino los propios usos y costumbres de las sociedades
autóctonas.
Ese tufo autoritario de Peña Nieto permea en el accionar de muchos gobernadores y
presidentes municipales. Me comentan que, en la entidad oaxaqueña, a guisa de
reseña, en 69 planteles de COBAO, el émulo de Ulises Ruiz Ortiz, Gabino Cué
Monteagudo, ordenó que en todos esos planteles la generación de alumnos que egresa
en este año, tienen que llevar el nombre del megadespreciado mandatario y por más
que los jóvenes estudiantes, muchos de ellos, estrenando ciudadanía, protesten ante
sus respectivos directivos, la respuesta fatal es que no hay de otra, “son instrucciones
de arriba”.
¿Cuál reforma educativa? Creo que los elementos que conforman esa tarea de educar tienen que ver
con la enseñanza y el aprendizaje. El primero compete a los docentes y el segundo a los estudiantes.
Entonces, resulta lamentable que desde las altas esferas del poder se accione con esquemas totalitarios
de enseñanza, obligando a las nuevas generaciones no sólo a honrar a sátrapas sino aprender cómo se
ejerce el poder. Temas como este, que parecen insignificantes, enardecen al pueblo y en su aventura de
cambiar las cosas, se topa con los maestros de la metralla y el tolete para acallar, como único recurso y
enseñanza, para quienes contradicen la cantaleta oficial.
Oaxaca, ese territorio indígena, arde en llamas, por todos sus vasos comunicantes hay bloqueos, la
gente, armada de palos y machetes, dice al mundo que ya basta de tanta intolerancia. Son 500 años de
saqueo y barbarie, motivo por el que el pueblo está en pie de lucha, buscando escribir una nueva página
en su historia.abrahamoax@hotmail.com