Las cifras son agresivas y portan el germen de la insostenibilidad en el tiempo de nuestras cuentas públicas. El atenuante lo constituye el periodo tan adverso que hemos atravesado con la pandemia y la invasión rusa. En cualquier caso, la llamada a la prudencia en los años venideros resulta inexcusable.
1. 1
LAS CUENTAS DE 2023: EL GASTO MAS EXPANSIVO DE LA DEMOCRACIA.
Manfred Nolte
Los Presupuestos Generales del Estado (PGE), su presentación en sede
parlamentaria, su debate, su discurrir clandestino para la obtención de una
suficiente mayoría aprobatoria, alternada con las sucesivas decepciones de
palabras incumplidas, de defecciones inesperadas, chantajes miserables, dimes y
diretes de toda índole, cubren los otoños de cada ejercicio suscitando más
aburrimiento que curiosidad en la gran parte de la ciudadanía. Pero políticamente
se constituyen en un elemento crucial que se traduce en la continuidad de los
partidos en el gobierno, o en su en caso en su relevo más o menos inmediato. En
ocasiones los presupuestos se prorrogan, pero me atreveré a añadir que, en la
práctica totalidad de las ocasiones aburren al gran público, porque se contienen
en un tocho documental llamado ‘libro amarillo’ que nadie va a verificar y cuya
lectura llevaría un trabajo de semanas en el mundo de la comunicación actual,
donde como se sabe, nada hay más fugaz y obsoleto que el tuit de hace medio
minuto.
Hay que prevenir aquí del hecho de que los PGE están dejando al margen un
paquete fiscal que se va a aprobar en el año 2023 para contingencias especiales.
También es necesario subrayar que los Presupuestos agregados no recogen el
total de los ingresos y gastos de las Administraciones Públicas españolas: quedan
fuera los impuestos recaudados directamente por las autonomías y las entidades
locales y los gastos reales de ambas administraciones territoriales. Con estas
salvedades podemos proseguir.
Los PGE no solo son el núcleo de la actividad económica sino el átomo último
indivisible, el cuark, de la democracia. Nuestras instancias legislativas, Cortes o
2. 2
similares, tuvieron su razón de ser para frenar los desafueros de la autoridad
absoluta de sus épocas, en particular en materia recaudatoria, y de ahí nacieron
y renacieron sucesivamente los Parlamentos de los países. En los Presupuestos se
trata de conformar y aprobar con la mayor de las solemnidades el monto de los
impuestos que se arrancan con una violencia piadosa del sector privado, y cuánto
y en qué manera se reasignan a las necesidades generales del sistema, con su
triple carácter público, anticíclico y redistributivo. Es el instrumento último que
hace de nuestros sistemas la llave de una economía del bienestar, aunque no sea
el bienestar óptimo por todos deseado. Indirectamente se constituyen en el
primer instrumento de política económica del Gobierno de la nación y por lo tanto
un mecanismo fundamental de control en el ámbito nacional en cuanto a su
diseño y ejecución.
De ahí que los PGE merezcan nuestro respeto, y alguna opinión fundada, al
menos en cuanto a sus líneas maestras, las más relevantes.
Ejemplifiquemos taquigráficamente algunas de las más relevantes: ¿Es realista el
cuadro macroeconómico básico en el que sustenta el gobierno las bases de los
presupuestos? ¿Cuánto aumentan los ingresos, cuánto la hacen los gastos y en
consecuencia cuál es su incidencia en el déficit público y en la evolución de la
deuda soberana? ¿Se corresponde la orientación expansiva del presupuesto 2023
a lo que conviene a la economía española en el momento actual? Bástenos con
enunciar las respuestas.
La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) avala el
escenario macroeconómico central que acompaña a los PGE de 2023, con
matices. Prevé un crecimiento del PIB del 1,5% en 2023 frente al 2,1% del
gobierno. En el ámbito de los precios, el Ejecutivo estima un deflactor del PIB en
2023 del 3,8%. La AIReF, por su parte, lo sitúa en el 4,3%.
Entre 2018 y 2023, tanto la recaudación (15%) como el gasto público reflejan
incrementos muy superiores al crecimiento del PIB (1%), mayores en el caso del
gasto (18%). Como resultado, el peso del gasto público en el PIB aumentó en casi
6 puntos y la presión fiscal en más de 4 en cinco años, lo que nos acerca a la media
europea.
Respecto de los Ingresos fiscales (473.000 millones de euros, 35,4% del PIB) debe
subrayarse que en 2022 la desviación de lo ingresado respecto al presupuesto
aprobado será del 1,7% del total del presupuesto, un impuesto en la sombra
(windfall profits) por una suma de 26.000 millones de euros que al no deflactarse
en las próximas medidas tributarias supone un expolio manifiesto al
contribuyente. La desviación se prolongará hasta el 0,5% del presupuesto en
2023.
Dado que el gasto presupuestario 2023 es el más expansivo de la democracia
(39,1% del PIB, 506.000 millones de euros) el déficit público se situará según
AIReF en el 3,3% en 2023, tres décimas por encima del límite del 3% del PIB
fijado en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento europeo. El déficit sube al 4% en
2023 si no se consideran los ingresos y gastos de las ayudas europeas (NGEU).
3. 3
La favorable evolución del denominador de la ratio de deuda a PIB permite
proyectar su reducción en el corto plazo. La deuda soberana española caerá en
2023 en 7,2 puntos respecto a 2021, aunque a medio plazo la AIReF proyecta una
estabilización en torno al 108,5% del PIB.
En términos absolutos destacan el gasto en pensiones y la financiación
autonómica. La primera partida ha crecido a un ritmo medio anual de cuatro
décimas de PIB durante el último lustro, pese a que todavía no ha comenzado la
jubilación de los ‘baby boomers’, y la segunda se lleva cada año dos décimas más
de PIB en promedio. Ambas partidas registran crecimientos excepcionales en
2023 que se sitúan en torno a un punto de PIB. En términos relativos, la partida
de gasto que más ha crecido en los últimos años han sido la de dependencia.
Las cifras son agresivas y portan el germen de la insostenibilidad en el tiempo de
nuestras cuentas públicas. El atenuante lo constituye el periodo tan adverso que
hemos atravesado con la pandemia y la invasión rusa. En cualquier caso, la
llamada a la prudencia en los años venideros resulta inexcusable.
Los puntos clave de incertidumbre residen en la disponibilidad de los Fondos
NGEU, en la revalorización de las pensiones y en las subidas salariales, aunque
estas últimas atañen solo indirectamente al gobierno. La pandemia, la guerra de
Ucrania y una inflación voraz nos han incautado casi una decena de puntos de
renta disponible sobre PIB. Pero todos esquivamos impertérritos esta dura
realidad.
.