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METALES: EL PETROLEO DE LA NUEVA ERA.
Manfred Nolte
‘Hay vida fuera del golf’ suele espetarse a los golfistas, aunque estos se resistan y
lo nieguen, y hay vida económica en campos y esferas variopintas ajenas a la
malicia cotidiana que nos rodea de la inflación, la subida de tipos de los bancos
centrales, los desvaríos de los criptoactivos y el siempre conflictivo e insatisfecho
mundo de las pensiones.
Por ejemplo, el papel que están llamados a jugar los metales en la era de la
transición energética verde. Naturalmente todo son especulaciones medidas,
sujetas al capricho de acontecimientos ajenos a la dinámica natural de los
mercados -como es la irrupción del factor ruso-ucraniano que puede
desestabilizar severamente el orden económico internacional, o la rampante
inflación mundial- pero hay que intentarlo y conectar periódicamente el chip de
la diversidad.
Un sistema energético impulsado por tecnologías de energía limpia difiere
radicalmente de otro alimentado por recursos de hidrocarburos tradicionales.
Las plantas solares fotovoltaicas, los parques eólicos y los vehículos eléctricos
requieren muchos más minerales que las basadas en combustibles fósiles. Un
automóvil eléctrico requiere seis veces más minerales que un automóvil
convencional y una planta eólica terrestre requiere nueve veces más recursos
minerales que una planta a gas. Desde 2010, la cantidad promedio de minerales
necesarios para una nueva unidad de capacidad de generación de energía verde
ha aumentado en un 50% a medida que aumenta la participación de las energías
renovables en las nuevas inversiones.
En esta ocasión dejaremos aparte a las llamadas tierras o minerales raros, un
grupo compuesto por los elementos cerio, praseodimio, promecio, erbio, europio,
gadolinio, lantano, lutecio, neodimio, samario, torio, tulio, disprosio, holmio e
iterbio, escandio, itrio y los lantánidos. Su alto precio sederivade sus propiedades
magnéticas, luminiscentes y electroquímicas únicas. Pero volvamos a lo nuestro.
Cuanto sigue es lógicamente la opinión de los expertos, aunque no exista entre
ellos total unanimidad.
Veamos. La transición energética dará a varios metales básicos un protagonismo
inusitado. Los principales componentes de las tecnologías de generación o
almacenamiento de las energías renovables son metales como el cobre, el níquel,
el cobalto o el litio. El cobre, por ejemplo, se utiliza para generar energía solar,
eólica, hidroeléctrica y bioenergética, pero también se utiliza en la fabricación de
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acumuladores. El níquel es un componente básico de las bateríasy juega un papel
relevante en las tecnologías que intervienen en la generación de energía eólica y
energía geotérmica. El cobalto y el litio son componentes igualmente clavesde las
baterías, y otros metales también desempeñan su papel más o menos modesto,
mas o menos esencial. El desarrollo de baterías altamente eficientes, como es
sabido, se ha convertido en uno de los epicentros de la actual transformación
energética, prioritaria, aunque no exclusivamente centrada en el sector de la
locomoción eléctrica. Junto con otros productos de alta tecnología, las plantas de
energía renovable, las instalaciones de almacenamiento y las redes requieren
cantidades cada vezmayoresde una variedadcada vezmayor de metales. Un chip
de computadora para el control digital de una planta de energía, por ejemplo,
contiene alrededor de 60 elementos diferentes.
A continuación, detrás de su relevancia se sitúa el nivel de su producción, su
capacidad de satisfacer la demanda del mercado. La gran pregunta, acuciada por
la situación actual de estrechamiento de los canales de oferta, es si será posible
cubrir en el futuro las necesidades de estos minerales, todo ello dentro del
escenario trazado por la Agencia Internacional de la Energía en el que las
emisiones globales de CO2 caerían a ‘ceroneto’ en 2050, es decir un escenario en
el que prevalezca la neutralidad de las emisiones. En dicho escenario puede
examinarse la trayectoria de cuatro de los metales más críticos del futuro. El
consenso se sitúa en que la demanda relativa de litio sería la que más aumentaría
durante los próximos veinte años. Eso significa que la producción anual de litio
tendría que aumentar más de 20 veces. Paralelamente, la producción de cobalto
debería crecer más de 6 veces y la de níquel más de 3 veces. La producción anual
de cobre estaría llamada a duplicarse. Aparentemente no se afronta un problema
de escasez, ya que la corteza terrestre contiene suficientes depósitos de estos
metales. El problema, sin embargo, se centra en el horizonte temporal del corto
plazo, donde pueden surgir importantes cuellos de botella: los metales se
necesitan ya y la oferta necesita tiempo para acceder al mercado.
Se calcula que el cobre necesita medio billón de dólares de inversión adicional
durante el período, el aluminio 0.335 mil millones y el níquel150 mil millones, el
doble de la inversión respectiva durante los últimos 15 años. El gasto en nuevo
suministro de litio y cobalto es menor. Dentro del repetido escenario de cero
neto, cabe realizar una comparación aproximada del valor potencial de la
producción futura de petróleocrudo durante los próximos 20 años. La estimación
de los expertosesque igualaría aproximadamente al valor de la producción futura
de los cuatro metales centrales considerados juntos. De ahí que los referidos
metales podrían empatar el estatus del petróleo en las próximas dos décadas y,
por lo tanto, convertirse en productos capaces de condicionar a variables macro
tales como la inflación, el comercio internacional y la evolución de la producción
nacional. Los metales serán el petróleo de la nueva era.
El desacople de las cantidades oferta-demanda traerá consigo un inevitable
desajuste y volatilidad en la evolución de los precios de estos materiales. Y de
ningún modo a la baja. ¿Cómo podrían acotarse los posibles desmanes en los
precios de los metales? Con un número cada vez menor de jugadores y empresas
que controlan una partecada vezmayor de las materias primas, los mercados son
bastante opacos. Los países y empresas individuales pueden abusar de su poder
de mercado y dificultar el acceso a importantes materias primas. China tiene la
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situación predominante de cuasi monopolio de los recursos mundiales. En el
referido marco de cero emisiones netas los precios escalarían a máximos
históricos y se mantendrían allí durante años. ¿Cuántos años? Dependerá
obviamente de la estabilización de la oferta y la demanda, pero la previsión es que
los precios solo volverían a niveles más bajos después de varios años.
En consecuencia, es importante que los productores de metales comiencen hoy a
expandir drásticamente sus capacidades, y para ello necesitan seguridad en la
planificación. Una política climática coordinada a nivel mundial resulta una
condición indispensable. Los mercados de metales deben volverse más
transparentes para que las empresas mineras tengan suficientes datos para hacer
pronósticos de mercado válidos y expandir la oferta en consecuencia. Si los
metales se vuelven demasiado caros, las inversiones en tecnologías más
respetuosas con el clima serán menos rentables. Además, los métodos de minería
que presentan riesgos éticos, sanitarios o ecológicos pueden amenazar la
aceptación social de la producción de materias primas. Al mismo tiempo, las
cuotas de reciclaje fijas y los programas de eficiencia de recursos pueden
desempeñar un papel crucial en la limitación de la extracción de metales a largo
plazo. Deberán evitarse igualmente las restricciones comerciales unilaterales.
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